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viernes, 27 de septiembre de 2024

TRISTÁN, ORRENTE y MAÍNO, Discípulos de El GRECO

 

Luis Tristán: Autorretrato inédito.

Óleo sobre lienzo, 74 x 61 cm., sin marco, con marco: 94 x 81 cm. Procedencia: importante colección particular, Madrid. 

Retrato de medio cuerpo del maestro del Manierismo tardío español. Pintor toledano coetáneo del hijo de El Greco, Jorge Manuel Theotocópuli, con el que colaboró en algunas obras, como el túmulo levantado en 1621 a la muerte de Felipe III. Su estilo, gracias a lo heterogéneo de su formación, aparece muy variado, en ocasiones, casi contradictorio. La fuerte impronta de El Greco permanecerá siempre en su pintura, sobre todo en el alargamiento y la inestabilidad de sus figuras; pero su conocimiento directo de la experiencia caravaggista en Roma, precisamente en unos años en los que ésta se encontraba en pleno auge, lo vinculan también con el naturalismo, patente en algunas de sus obras. Más que una evolución personal entre dos maneras que parecen contrapuestas, Tristán parece inclinarse hacia una u otra en momentos concretos, ya sea por decisión propia o por imposición de la clientela. Asimismo, el estudio de las composiciones venecianas es apreciable en su pintura, pero, sin duda, la más clara influencia viene determinada por las obras que Juan Bautista Maíno dejó en Toledo, especialmente el gran “Retablo de las Cuatro Pascuas” de la iglesia de San Pedro Mártir, novedosa plasmación del naturalismo romano avivado con un suntuoso colorido.

Resurrección- Maíno. Museo del Prado. De San Pedro Mártir, Toledo

Tristán, ¿Autorretrato?

Todo ello se vería reflejado en obras como el conjunto que realiza Tristán en 1616 para la iglesia parroquial de Yepes, en Toledo, uno de los más importantes de su producción, del que el Prado guarda dos ejemplos de santas. El resto de las obras de Tristán en la pinacoteca madrileña son seis lienzos con los que se le vincula, aunque uno de ellos es muy dudoso, y provienen en su mayoría del Museo de la Trinidad, además de un “Anciano” procedente de la Colección Real y La Última Cena  adquirida en 1993 gracias al legado Villaescusa (García López, D. en Enciclopedia M.N.P., 2006, tomo VI, p. 2112).

Tristán: Un anciano. Museo del Prado. No expuesto

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Luis Tristán de Escamilla, también conocido como Luis de Escamilla o Luis Rodríguez Tristán, del Siglo de Oro, es considerado el mejor discípulo del Greco, si bien evolucionó hacia un naturalismo tenebrista totalmente opuesto al del griego.

Hijo de comerciantes y artesanos de Toledo, Tristán entró a trabajar en el taller del Greco, cuyo estilo imitó hasta el punto de que confundía, en ocasiones a los críticos, que atribuyeron obras de cada uno, al otro. Con el Greco estuvo entre 1603 y 1606, pero luego marchó a Italia, donde estuvo desde 1606 a 1613.

Se le considera el principal discípulo del pintor greco toledano, sin contar al hijo de este, Jorge Manuel Theotocópuli, de calidad muy inferior.

Luis Tristán trabajó toda su vida en Toledo. No estilizó tanto las figuras como el Greco e intentó matizar un Manierismo ya pasado de moda con el enfoque naturalista en los pormenores y el tratamiento de la materia, enfoque que provenía del caravaggismo italiano y los ecos de la Contrarreforma

Su estilo es muy personal, con un tono de áspera gravedad, de gamas terrosas sobre las que brillan toques de intenso colorido luminoso.

Aparte de algunos retratos de acusado realismo -Anciano, El Calabrés, El Cardenal Sandoval, etcétera-, su obra principal es de temática religiosa. Presenta las figuras alargadas y distorsionadas y recrea las composiciones del maestro, pero introduce elementos de la vida cotidiana como cuota al gusto naturalista que terminó por imponerse, y sus figuras presentan más peso.

Tristán: Santa Mónica. Madre de San Agustín. Museo del Prado

Santa María Magdalena. 1616. Óleo sobre lienzo, 42 x 40 cm.

Pintada por Tristán en 1616, esta obra procede del retablo de la iglesia parroquial de Yepes, Toledo, donde formaba parte de un conjunto de retratos de santos que acompañaban grandes lienzos con escenas de la vida de Cristo. Destruido parcialmente en 1936, las pinturas fueron restauradas en el Museo del Prado y se devolvieron al altar de su iglesia el 16 de septiembre de 1942, colocándose en su ubicación original, a excepción de esta María Magdalena y de Santa Mónica que se quedaron en el Museo.

El conjunto del retablo estuvo formado por cinco grandes lienzos y siete pequeños que representan: La Adoración de los Pastores, la Adoración de los Reyes Magos, la Flagelación, el Camino del Calvario, la Resurrección y la Ascensión

Los cuadros pequeños representan a San Agustín, un Santo Apóstol, San Bartolomé, Santa Águeda, Santa Mártir, Santa Mónica y orea Santa. De los dos originales que se quedaron en el Museo del Prado realizó copias Federico Avrial para que pudieran colocarse en la iglesia de Yepes. MNP.

Acaso su trabajo más importante sea, precisamente, el conjunto de cuadros realizado para el Retablo del altar mayor de la Colegiata de san Benito Abad de Yepes, Toledo, fechado en 1616, con seis escenas de la vida de Jesús y ocho medias figuras de santos.

San Luis repartiendo limosna (Museo del Louvre).

Tristán. La ronda del pan y del huevo (Museo de Santa Cruz, Toledo)

Tristán. San Pedro, en Poznan (Polonia).

Adoración de los Reyes Magos del Museo de Bellas Artes de Budapest, 

Sagrada Familia. Instituto de Artes de Mineápolis, y la

Adoración de los Pastores, de 1620, en el Museo Fitzwilliam de Cambridge.

Entre sus discípulos tuvo al bodegonista Pedro de Camprobín.

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Autorretrato del pintor Pedro de Orrente (1580-1645). Prado

Pedro de Orrente. Bautizado en Murcia el 18 de abril de 1580-Valencia, 19 de enero de 1645. Fue un pintor barroco español, natural de Murcia, pero formado en Toledo. Por Jusepe Martínez, quien seguramente llegó a conocerlo, consta que completó su formación en Italia con Leandro Bassano, cuya influencia se advierte inequívocamente en su obra junto con la de otros maestros italianos, lo que unido a sus constantes desplazamientos dentro de la península hace de Orrente un artista clave en la formación y difusión del naturalismo, tanto en Castilla, como en Valencia.

Hijo de Jaime de Horrente, mercader de origen marsellés, establecido en Murcia en 1573, donde casó con Isabel de Jumilla. Fue bautizado el 18 de abril de 1580 en la iglesia de Santa Catalina de esa misma ciudad. Consta documentalmente la relación amistosa de su padre con un Juan de Arizmendi, pintor de quien nada más se sabe, que quizá fuese el primer responsable de su formación antes de abandonar Murcia. 

En 1600 se encontraba ya en Toledo, donde contrató, «libre y fuera de curaduría», el retablo de la Virgen del Saz en la villa de Guadarrama (Madrid), obra no conservada.

No vuelven a tenerse noticias hasta 1604, cuando un tal Jerónimo de Castro se comprometía a pagar en Murcia al padre del pintor, un San Vidal que Orrente había pintado para él. Se deduce que Pedro se hallaba ausente, quizá en Italia, no reapareciendo documentalmente hasta 1607, de nuevo en Murcia, concertando los servicios de una criada. 

En 1612, avecindado en Murcia, contrajo matrimonio y fechó la Bendición de Jacob, de la colección Contini, obra ya plenamente bassanesca, además de dar poder a Angelo Nardi para que cobrase en su nombre un lienzo que había pintado para un platero de Madrid, lo que implica la existencia de una relación amistosa con el pintor italiano, a quien pudo conocer en la propia Italia o en algún viaje no documentado de Orrente a la corte, donde Nardi se había establecido en 1607.

Amigo de «mudar tierras», según dijo de él Jusepe Martínez, hacia 1616 debía de encontrarse en Valencia, donde pintó el monumental Martirio de San Sebastián, de su catedral y rivalizó con Francisco Ribalta

Orrente. San Sebastián. Catedral Santa María, Valencia.

Un año posterior es el Milagro de Santa Leocadia pintado para la Catedral de Toledo, que cobró llamándose «vecino de Murcia». Es posible que en estos desplazamientos entre Murcia y Toledo parase algún tiempo en Cuenca, donde Cristóbal García Salmerón se demuestra estrecho seguidor de su obra y quizá discípulo.

En 1624 solicitó en Murcia ser admitido como Familiar del Santo Oficio, pero en 1626 se encontraba de nuevo en Toledo, donde Alejandro de Loarte le nombró albacea testamentario y recibió como aprendiz a Juan de Sevilla, hijo del escultor Juan de Sevilla Villaquirán, el único discípulo documentado. 

Allí trabó amistad con Jorge Manuel Theotocópuli, hijo de El Greco, y apadrinó con su esposa a dos de sus hijos en 1627 y 1629. 

Este mismo año, avecindado en Toledo, contrató el retablo mayor y colaterales del Convento de Franciscanos de Yeste (Albacete), parcialmente conservados, y se le llama en el documento pintor de Su Magestad, en alusión, quizá, a los cuadros de Orrente que por orden del Conde-Duque de Olivares habían sido empleados en la decoración del nuevo Palacio del Buen Retiro.

En 1630 cobró una cantidad muy estimable de la Catedral de Toledo por un Nacimiento de Cristo, pintado para la Capilla de los Reyes Nuevos, en competencia con la Adoración de los Reyes de Eugenio Cajés, de la que salió, según Palomino, «muy ventajoso Orrente». 

Las noticias de su estancia en Toledo llegan hasta 1632, cuando contrató un retablo para el convento de San Antonio de Padua del que nada se conserva. En febrero de 1633 un despacho de la Inquisición en relación con su pretensión de obtener la familiatura se refiere a él y a su mujer como vecinos de Espinardo, localidad próxima a Murcia. 

La siguiente noticia es ya de 1638; se encuentra en Murcia y tiene, en propiedad, dos casas. Pero solo un año después había abandonado de nuevo la ciudad, pues un tal Lorenzo Suárez hubo de hacerse cargo del Retablo de la Concepción que había dejado inconcluso.

Parece probable que se trasladase a Valencia, donde el 17 de enero de 1645, viudo, sin hijos, y con una holgada situación económica, hizo testamento. Murió dos días después, siendo enterrado en la iglesia de San Martín de aquella ciudad. Discípulos o seguidores suyos en esta etapa valenciana, según se aprecia en sus respectivas obras, fueron Esteban March, Pablo Pontons y el también murciano Mateo Gilarte.

Orrente ha sido conocido como el «Bassano español». Ya en la colección de Carlos I de Inglaterra, una de sus obras, una escena pastoril, aparecía asignada al «español que fue imitador del estilo del Bassan». 

Cincuenta años después de su muerte, José García Hidalgo, todavía le recordaba entre los grandes pintores como segundo Bassano y en mediocres versos aconsejaba al principiante en pintura «... de Velázquez, Murillo, y de Carreño / aprende colorido y historiado (.../...) De Orrente los ganados, y pastores».

El conocimiento de la obra de los Bassano en Toledo, donde sus cuadros eran copiados por Sánchez Cotán y citados con respeto por El Greco, hubo de influir sin duda en su determinación de marchar a Venecia, donde se encontraba en 1605. La influencia de los Bassano, y en particular de Leandro, resulta evidente no sólo en aspectos formales de su pintura sino, sobre todo, en la configuración de uno de los aspectos fundamentales de su producción artística: la transformación, con sentido comercial, de los temas bíblicos, en especial los tomados del Antiguo Testamento, en escenas de género de ambiente pastoril.

Orrente, Crucifixión. MET- NY

Otros maestros venecianos dejaron también en él profunda huella. Muy significativa es la influencia del Veronés, perceptible en sus composiciones más complejas del Nuevo Testamento, con múltiples figuras e indumentarias vagamente orientales, tal como se puede encontrar en las Bodas de Caná, de la parroquial de La Guardia (Toledo) o en los Calvarios, con sus cruces en posición oblicua. Los atrevidos escorzos de estos cuadros, así como los del gran cuadro de la Aparición de Santa Leocadia de la Catedral de Toledo, o el impresionante Martirio de Santiago el Menor del Museo de Bellas Artes de Valencia, con sus puntos de vista bajos, remiten por otra parte a la obra de Tintoretto, como señalara Lafuente Ferrari.

Martirio de Santiago el Menor. Pedro Orrente. BBAA, Valencia

Importante cuadro de altar, firmado y fechado por Pedro Orrente en 1639. Representa el Martirio de Santiago el Menor, descrito en la Leyenda Dorada. Cuando el apóstol iba a ser lapidado, uno de los sacerdotes del templo se encaró a la multitud tratando de evitar el enfrentamiento, pero un espontáneo armado con una pértiga de batanero descargó sobre la cabeza del apóstol un golpe tan terrible, que le rompió el cráneo y le saltó los sesos.

Se trata de una obra maestra del período maduro de Orrente pintada para València, según testimonios de Díaz del Valle y de Palomino, aunque sin especificar para dónde.

En ella, la plasmación de lo narrado está servida con sobriedad extrema. La diagonal trazada por el escalón sugiere el espacio, en el que destaca en primer término con gran dramatismo el cuerpo tendido del santo mártir. Por detrás, tomados desde un punto de vista bajo, aparecen el sacerdote, acompañantes y el esbirro que sostiene la pértiga de batanero con la que golpeó la cabeza del apóstol.

Procedente de una colección particular de Granada, fue adquirido en 1988 por la Generalitat para el Museo de Bellas Artes de València.

Pero Orrente, aunque bassanesco en la elección de los temas y en el tratamiento de los paisajes con iluminación crepuscular, en la ejecución se separa de lo veneciano, avanzando más en la dirección del naturalismo tenebrista. Así lo observó ya Francisco Pacheco, quien pudo conocer a Orrente durante su estancia en Toledo en 1611. 

Al tratar de la pintura de animales, el suegro de Velázquez decía en este sentido que era un «género de pintura [que] ha acreditado en España nuestro Pedro Rente aunque se diferencia en el modo del Basan y hace manera suya conocida por el mismo natural». 

En obras como el San Sebastián de la catedral de Valencia, con un paisaje veneciano, el modelado escultórico y la intensa iluminación ponen de manifiesto el conocimiento de la obra de Caravaggio o, cuando menos, de los maestros caravaggistas, interpretados por Orrente de un modo semejante a como lo hará su contemporáneo Luis Tristán. 

También es semejante su tratamiento del color, con la reducción de la suntuosidad veneciana a una gama apagada de ocres terrosos y tonalidades tostadas interrumpidas ocasionalmente por solo alguna mancha de verde o rojo intenso y blanco brillante.

La multiplicación de los panes y los peces. Hacia 1613. Ó/L, 107x138 cm, Museo del Hermitage, San Petersburgo.

Obra de concepción bassanesca en la amplitud de su paisaje poblado por múltiples figuras de dibujo preciso.

Las obras de Orrente de atribución segura, firmadas en muchos casos, junto con las de su taller o escuela, son muy abundantes, pero al estar raramente fechadas resulta difícil hablar de evolución dentro de un estilo que, por lo demás, aparece en lo fundamental, uniforme. 

En el conjunto de su numerosa producción destacan los lienzos de temas bíblicos con amplios paisajes tratados como escenas de género de carácter pastoril, con un detenido estudio de los muchos animales y accesorios presentes, lienzos sobre los que asentó su prestigio como el «Bassano español». 

Orrente: Calvario

Pero Orrente fue autor también de grandes cuadros de altar, de composición compleja y con grandes figuras llenando el espacio, como ya observó Jusepe Martínez, al apuntar, que «aunque el Bassan se ejercitó más en hacer figuras medianas, nuestro Orrente tomó la manera mayor, en que dio a conocer su grande espíritu». 

Fue autor, además, de algunas series de fábulas mitológicas extraídas de las Metamorfosis de Ovidio, dos de las cuales estaban en poder del Marqués de Leganés y otra es citada por Antonio Palomino, en Madrid, en poder de un particular, diciendo de ella que es «cosa excelente». De este aspecto peor conocido de su producción únicamente han subsistido dos cuadros: Céfalo y Procris, en colección particular valenciana, y Cadmo llega al lugar designado por el oráculo, en colección particular madrileña, en los que muestra unos tipos cotidianos cercanos a los de sus temas bíblicos y alejados de cualquier aspecto heroico.

La primera obra de datación segura de entre las conservadas, como se ha indicado, la Bendición de Jacob, de la Colección Contini, fechada en 1612, es ya obra próxima a los Bassano y es esa la influencia más perdurable en su obra, igualmente perceptible, como ya señalara Palomino, en el conmovedor (y un tanto truculento) Martirio de Santiago el Menor, del Museo de Bellas Artes de Valencia, con sólo cinco figuras grandes ocupando todo el espacio, pero con un tratamiento de la materia de calidades aterciopeladas y colores densos plenamente venecianos. Pero es en sus series bíblicas, con ciclos dedicados a Jacob, Abraham y Noé, entre los motivos tomados del Antiguo Testamento, y los milagros de Cristo extraídos del Nuevo, donde la huella de lo bassanesco es más profunda y, también, su personal y rica inventiva, apegada a lo cotidiano a fin de hacer verosímil el hecho narrado. 

En esas composiciones de gabinete de tamaño mediano, situadas en variados escenarios, muy aptas según Palomino para los «estrados» y salas de casas particulares, pobladas por numerosas y vivaces figuras de pequeño tamaño con su acompañamiento de animales domésticos y objetos de naturaleza muerta tratados con una minuciosidad detallista, a veces un tanto seca, pero con toques sueltos de luz en las lanas de las ovejas, se pone de manifiesto su habilidad narrativa y es en ellas en las que se asentó su fama, siendo muchos, como decía Pacheco, los pintores mediocres que «se sustentan con sus copias», algunos, como Mateo Orozco, conocidos por sus nombres.

Entre las piezas que formaron parte de estos ciclos conservados más o menos completos en diversos lugares y algunas conocidas por varios ejemplares, cabría destacar el Labán dando alcance a Jacob del Museo del Prado, por el amplio desarrollo de su paisaje sabiamente iluminado, o la Multiplicación de los panes y los peces del Museo del Ermitage de San Petersburgo, que, con La entrada en Jerusalén, del mismo museo o las Bodas de Caná de la parroquial de La Guardia, muestran unos colores claros y un gusto por la precisión en el dibujo del desnudo que podrían recordar a Maino, influencia evidente también en los mendigos en reposo de La curación del paralítico, de Orihuela.

Un problema particular relacionado con la ausencia de dataciones seguras lo plantean algunas obras en las que se han advertido influencias del Greco. Pertenecen a este grupo un conjunto de pinturas localizadas en Toledo, tales como el Bautismo de Cristo, del retablo de los Carmelitas, con unas proporciones en las figuras inusualmente largas, el San Juan Bautista, en pie, de la Catedral y el San Juan Bautista junto a una fuente, del Museo de Santa Cruz, o la Asunción de la Virgen del Marqués de Auñón que, descartado un aprendizaje junto al cretense, podrían llevarse a la década de 1620, cuando también en la obra de Tristán, se advierte un retorno a modelos del Greco, y ponerse en relación con la documentada amistad con Jorge Manuel. 

En obras más tardías, como la Adoración de los pastores y la Epifanía, del Retablo de Yeste, fechado en 1629, el tizianesco Martirio de San Lorenzo, de la Iglesia de San Esteban de Valencia, inspirado en el lienzo de El Escorial, o La curación del paralítico del Museo de Arte Sacro de Orihuela y Colegio del Patriarca, obras que pudo realizar en la posterior etapa valenciana; nada queda ya de los tipos humanos del Greco y la amplitud espacial se puede explicar mejor por el conocimiento de los grandes maestros venecianos.

En otros lienzos de grandes dimensiones y destinados a la devoción, como los citados, Martirio de San Sebastián, de la Catedral de Valencia y Milagro de Santa Leocadia, de la Catedral Toledana, la luz dirigida es francamente tenebrista, con ecos de las obras de Carlo Saraceni, pintadas para la misma Catedral de Toledo, sin apartarse, al mismo tiempo, de la iluminación veneciana en algún contraluz o en la sugestión del paisaje disipando las sombras del fondo en el San Sebastián

De una fecha próxima a este último ha de ser el Sacrificio de Isaac, del Museo de Bellas Artes de Bilbao, -probablemente pintado en Valencia donde se conocen algunas copias-, en el que del mismo modo se funde lo bassanesco y veneciano con el tenebrismo más avanzado, con amplias repercusiones en la obra de los pintores”ribaltescos” y en especial sobre el más joven de ellos, Juan Ribalta.

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MAÍNO

San Juan Bautista en un paisaje. Maíno. Discípulo de El Greco.

Posible autorretrato de Maíno en la Adoración de los Reyes.

Fray Juan Bautista Maíno, Maino o Mayno. Pastrana, Guadalajara; bautizado el 15 de octubre de 1581- Madrid, 1 de abril de 1649. Fue un pintor español del Barroco.

Pentecostés, 1612-1614. Museo del Prado, Madrid.

Paisaje con San Juan Evangelista, 1612-1614. Ó/L., 74 x 163 cm. Museo del Prado, Madrid.

Sus padres fueron, un comerciante milanés de paños y una noble portuguesa, que estuvieron al servicio de la duquesa de Pastrana, la famosa Princesa de Éboli.

Algunos críticos piensan que Maíno aprendió con El Greco, pero no ha podido demostrarse documentalmente; el hecho es que se formó en Italia, donde pasó los años que van de 1600 a 1608 y donde conoció la pintura de Caravaggio, de su discípulo Orazio Gentileschi, de Guido Reni y de Annibale Carracci.

En 1608 vuelve a Pastrana, donde da a conocer un estilo que procede del clasicismo boloñés, del naturalismo y del tenebrismo, en una Trinidad pintada para el altar lateral del Monasterio de Concepcionistas Franciscanas del lugar.

En marzo de 1611 se instala en Toledo y, en 1612, pinta, para los dominicos. el Retablo de las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del Prado, acaso su obra más conocida. Son especialmente reseñables los lienzos de La Adoración de los Reyes Magos y La Adoración de los pastores, de formato monumental y vistoso colorido.

El 20 de junio de 1613, Maíno ingresó en la Orden de Santo Domingo y vivió en su Monasterio de San Pedro Mártir, en Toledo. Ello redujo su actividad artística, aunque a esta época pertenece otra Adoración de los pastores, actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo. Este tema bíblico fue tratado varias veces por Maíno; otra versión se guarda en el Museo Meadows de Dallas.

Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV, ya que era famoso en esta disciplina que aprendió en Italia y desarrolló luego en Toledo. Por entonces Maíno trabó amistad con Diego Velázquez, a quien protegió; lo eligió en un concurso público para pintar el tema de La expulsión de los moriscos. Este cuadro afianzó la posición del joven Velázquez en la corte madrileña, aunque tristemente no se conserva pues resultó destruido en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734.

Maíno murió en el Convento de Santo Tomás de Madrid, en 1649. Uno de sus discípulos parece fue Juan Ricci.

Obra

Hasta 1958 la crítica consideró a Maíno un pintor italiano, tanto por su formación en Italia como por el origen de su padre. Casi toda su obra es de temática religiosa, y es clasificado en el concepto del naturalismo tenebrista de Caravaggio y su principal discípulo, Orazio Gentileschi.

Maíno: Magdalena penitente, 1615. Spanish Gallery, Bishop Auckland, County Durham.

Destacan dos óleos de gran tamaño, pintados ambos en 1612, que hoy se encuentran en el Museo del Prado: la Adoración de los Magos, y la Adoración de los pastores. En ellos se aprecia la influencia del caravaggismo, que conoció de primera mano durante su visita a Roma, si bien suaviza los rasgos naturalistas y se recrea en las texturas y los materiales lujosos, más de acuerdo con Gentileschi. En dichos cuadros se aprecia una composición abigarrada, a pesar de lo cual tanto las poses como los gestos, ofrecen una imagen dinámica y plena de acción y movimiento; su realismo se deja notar, por ejemplo, en el primero de estos cuadros, en la descripción del rey Baltasar con un tipo africano perfectamente plasmado, de forma que no se puede decir haya sido representado como el estereotipo acostumbrado de europeo teñido de negro.

Maíno: Adoración de los Magos. Baltasar. Museo del Prado.

En cuanto a sus pinturas de temas profanos, muy escasas, se cree que ocultan cierto contenido crítico sobre la política y la sociedad de su época que no ha sido todavía bien estudiado; abundan en ellas los símbolos. Destacan en este sentido los dibujos y grabados sobre Felipe IV y el cuadro La recuperación de Bahía de Todos los Santos, que puede contemplarse en el Museo del Prado, alusivo a una acción militar en el puerto de San Salvador de Bahía, (Brasil).

Maíno. Recuperación de Bahía de Todos los Santos. Prado

De su actividad como retratista, se mencionaba su destreza en las efigies en miniatura, si bien las pocas que subsisten son de autoría dudosa y se hallan en museos extranjeros. Se conocían dos retratos a tamaño natural -Retrato de un caballero en el Museo del Prado, y Retrato de un monje dominico, en el Ashmolean Museum de Oxford-, a los que se han sumado varios recientemente atribuidos.

El Museo del Prado de Madrid, posee el mejor conjunto de obras de este artista, y le dedicó una exposición antológica en octubre de 2009. Esta muestra permitió reunir varias obras de nueva atribución.

En 2018 el Prado adquirió un pequeño San Juan Bautista pintado en cobre, singular en la producción de Maíno por estar firmado y por su cronología temprana; raro ejemplo de lo aprendido en Roma.

Adoración Pastores. Meadows Museum - Southern Methodist University, Dallas, Texas, USA.

Juan Bautista Maíno – Fray Alonso de Santo Tomás

Maino. La Virgen con Santa María Magdalena y Santa Catalina aparecen ante un monje Dominico en Soriano. c. 1630. Ó/L, 203 x 134 cm. Museo del Hermitage. San Petersburgo.

Maíno: Bautista

Maíno: Negación de Pedro

Maíno: Adoración Pastores

Maíno. San Agabo en hábito de Carmelita

Maíno: Adoración ¿Autorretrato?

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jueves, 19 de septiembre de 2024

BEETHOVEN. FIDELIO. O C N E., 20 DE SEPTIEMBRE 2024 Auditorio Nacional de Música de Madrid



Con la Missa Solemnis de Beethoven cerraron, la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE) su anterior temporada, y con el compositor alemán abre ahora su nuevo curso. La OCNE ha escogido la única ópera escrita por Beethoven, Fidelio, para dar comienzo, los días 20 y 22 de septiembre (19:30 horas), a su Ciclo Sinfónico en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.

La presencia de Fidelio se inscribe dentro de la primera línea temática de la programación 24/25 de los conjuntos nacionales, “Guerra y libertad”, pues este título beethoveniano se convirtió durante los años de posguerra en un emblema de la paz y la universalidad gracias a directores como Wilhelm Furtwängler u Otto Klemperer.

La OCNE ofrece Fidelio bajo la batuta de su director artístico y musical, David Afkham, y en una realización semiescénica firmada por Helena Pimenta. Conforman el reparto vocal Eleanor Lyons (Leonore), Maximilian Schmitt (Florestan), Matthias Winckhler (Don Fernando), Werner Van Mechelen (Pizarro), Elena Sancho (Marzelline), Peter Rose (Rocco), Roger Padullés (Jaquino). Joaquín Notario es el narrador.

La nueva temporada de la OCNE comprende un total de 112 conciertos (sinfónicos, de cámara y corales) en el Auditorio Nacional de Música y otras cinco ciudades españolas. David Afkham dirigirá cinco de los programas del ciclo sinfónico junto a directores españoles como Pablo González, Lucas Macías, Josep Pons, Jaime Martín, Juanjo Mena, Jordi Bernàcer y Jordi Francés. Otros directores invitados serán Andrés Orozco-Estrada, Joana Mallwitz, Jörg Widmann, Paul Agnew, Simone Young, Thierry Fischer, Anja Bihlmaier, Joshua Weilerstein, Cornelius Meister, Alondra de la Parra, Matthias Pintscher y Ludovic Morlot.

Entre los solistas de esta temporada estarán los violinistas Daniel Lozakovich, Augustin Hadelich y Carolin Widmann, los violistas Tabea Zimmermann y  Antoine Tamestit, el violonchelista Steven Isserlis, los pianistas Francesco Piemontesi, Behzod Abduraimov y Alexandra Dovgan, el flautista Emmanuel Pahud, Jörg Widmann, también en su faceta como clarinetista, solistas de viento de la OCNE, que defenderán el Concierto para 7 instrumentos de Frank Martin, así como algunas de las principales voces españolas e internacionales, destacando el debut con la ONE de la soprano Saioa Hernández y el retorno de Piotr Beczala.

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Argumento

Lugar en el que se desarrolla la obra: Prisión cerca de Sevilla; Castillo de San Jorge,Triana.

Época: Finales del siglo XVII

Dos años antes de la escena inicial, el noble Florestán ha intentado poner de manifiesto ciertos crímenes del noble Pizarro. En venganza, Pizarro ha aprisionado a Florestan en secreto en la prisión de la que es alcaide. El guardián de la prisión, Rocco, tiene una hija Marzelline y un ayudante, Jaquino.

La esposa de Florestan, Leonora, acude a la puerta de Rocco en busca de empleo, vestida como un muchacho y haciéndose llamar Fidelio. Rocco la contrata. Obedeciendo órdenes, Rocco ha estado dándole raciones de comida cada vez más pequeñas a Florestán de manera que lo va debilitando día a día. Marzelline se enamora de Fidelio, rompiendo así el compromiso matrimonial que antes había realizado a Jaquino.

En el Acto I Jaquino y Marcelina están a solas. Jaquino le pregunta a Marcelina cuándo accederá a casarse con él, pero ella le dice que nunca se casará con él, canta contenta porque está enamorada de Fidelio, que es Leonora disfrazada (Jetzt, Schätzchen, jetzt sind wir allein- "Ahora, querida, estamos solos"). Esta circunstancia remueve los celos de Jaquino, y se marcha. Marcelina expresa su deseo de convertirse en esposa de Fidelio (O wär ich schon mit dir vereint - "Si sólo yo estuviera ya unida a ti"). Rocco y Jaquino entran, buscando a Fidelio.

Entra Fidelio con unas cadenas compradas a buen precio, lo que confirma a Rocco que quiere a Fidelio como yerno, y malinterpreta su modesta contestación como muestra de su atracción oculta por su hija. Marcelina, Fidelio, Rocco y Jaquino cantan un cuarteto sobre el amor que Marcelina tiene por Fidelio (Mir ist so wunderbar - "Un maravilloso sentimiento me llena"), también conocido como el cuarteto del canon).

Rocco le dice a Fidelio que tan pronto como el alcaide se vaya a Sevilla, él y Marcelina podrán casarse. Les dice, sin embargo, que a menos que tengan dinero, no serán felices (Hat man nicht auch Gold beineben - "Si no tenéis el dinero de vuestra parte"). Fidelio le dice que quiere algo más, al menos tanto como el dinero: saber por qué Rocco no le permite ayudarlo en las mazmorras cuando siempre regresa agotado y sin aliento. Fidelio se entera de que hay calabozos profundos en donde a un prisionero cada día se le da menos alimentos. Fidelio quiere hacer todo lo posible por entrar en esos calabozos.

Marcelina ruega a su padre que mantenga a Fidelio lejos de tan terrible lugar. En lugar de ello Rocco y Fidelio cantan sobre la valentía (Gut, Söhnchen, gut - "De acuerdo, hijo, de acuerdo"), y pronto Marcelina se une a sus aclamaciones.

Se marchan todos salvo Rocco. Entra don Pizarro, al sonido de una marcha. Rocco le da a Pizarro un mensaje con una advertencia de que su prisión recibirá una visita sorpresa a modo de inspección ya que acusan a Pizarro de tirano. Pizarro exclama que no puede dejar que el ministro descubra al prisionero don Florestán, quien se cree que ha muerto. Decide matar de una vez por todas al prisionero Florestán (Ha, welch ein Augenblick! - "¡Ah! ¡Qué momento!"). Pizarro ordena que suene una trompeta cuando llegue el ministro. Ofrece dinero a Rocco para que mate a Florestán, pero se niega a hacerlo, con lo que Pizarro intentará hacerlo él mismo (Jetzt, Alter, jetzt hat es Eile! - "Ahora, viejo, ¡debemos apresurarnos!"). Pizarro ordena a Rocco que cave la tumba en los sótanos de la cárcel. Cuando la tumba esté preparada, Rocco deberá dar aviso para que Pizarro vaya disfrazado a las mazmorras, y mate a Florestán él mismo. Fidelio ha visto a Pizarro tramando algo, pero no ha oído lo que ha dicho. Queda agitado, pero sus pensamientos sobre Florestán (su esposo) la calman (Abscheulicher! Wo eilst du hin? ... Komm, Hoffnung, lass den letzten Stern - "¡Basura! ¿Dónde vas? ... Ven, esperanza, permite que la última estrella").

Jaquino le pide a Marcelina que se case con él, pero ella lo rechaza. Leonora (Fidelio), esperando encontrar a Florestán, le pide a Rocco que deje salir a los pobres prisioneros al jardín y disfrutar del buen tiempo. Marcelina se une al ruego, y Rocco está de acuerdo, en distraer a Pizarro mientras los prisioneros salen al patio. Los prisioneros, emocionados ante su libertad, cantan gozosamente (O welche Lust - "Oh, qué alegría"), uno de los pasajes corales más representativos de la época; luego, recordando que podían ser atrapados, pronto quedan quietos.

Rocco vuelve a entrar y le dice a Fidelio que ha tenido éxito con Pizarro: este permitirá el matrimonio, y Fidelio podrá unirse a Rocco en sus rondas por las mazmorras (Nun sprecht, wie ging's? - "Habla, ¿cómo fue?"). Se preparan para ir a la celda de un prisionero que, dice Rocco, debe morir y ser enterrado en una hora. Leonora (Fidelio) queda tan afectada que Rocco intenta persuadirla de que quede atrás, pero ella insiste en ir. Conforme se preparan para salir, Jaquino y Marcelina entran apresuradamente y le dicen a Rocco que eche a correr: Pizarro ha sabido que los prisioneros están libres y está furioso (Ach, Vater, Vater, eilt! - "¡Oh, padre, padre, date prisa!").

Antes de que puedan moverse, entra Pizarro y exige una explicación. Rocco finge que están celebrando el santo del rey, y sugiere tranquilamente que Pizarro guarde su enfado para el prisionero en las mazmorras inferiores. Pizarro le dice que se apresure y cave la tumba, luego anuncia que los prisioneros sean encerrados otra vez. Rocco, Fidelio, Jacquino y Marcelina con renuencia cumplen la orden, los prisioneros vuelven tristemente a las celdas (Leb wohl, du warmes Sonnenlicht- "Adiós, cálida luz del sol").

Durante el Acto II Rocco y Fidelio bajan a las mazmorras a cavar la tumba. Florestán está a solas en su celda, en lo más profundo de las mazmorras. Canta primero su confianza en Dios, luego cree ver a su mujer en forma de ángel que viene a salvarlo (Gott! Welch Dunkel hier! - "¡Dios! ¡Qué oscuro aquí!... In des Lebens Frühlingstagen - "En los días primaverales de mi vida"). Se desvanece por la debilidad. Rocco y Fidelio van a cavar su tumba y lo encuentran dormido. Conforme cavan, Rocco urge a Fidelio para que se apresure (Wie kalt ist es in diesem unterirdischen Gewölbe! - "Qué frío hace en esta cámara subterránea"... Nur hurtig fort, nur frisch gegraben - "Sigamos trabajando y acabemos la tumba"). Este es el "dúo del cavar de la tumba".

Florestán se despierta y Leonora lo reconoce. Cuando Florestán descubre al final que está en la prisión de Pizarro, le pide que envíe un mensaje a su esposa Leonora, pero Rocco dice que es imposible. Florestán le ruega una gota para beber, y Rocco le dice a Fidelio que se la dé. Florestán no reconoce a Leonora pero le dice que será recompensado en el Cielo (Euch werde Lohn in bessern Welte - "Serás recompensada en mundos mejores"). Fidelio ruega a Rocco que le permita darle a Florestán un mendrugo de pan, y él accede. Florestán come.

Rocco obedece sus órdenes y suena la alarma para avisar a Pizarro, entra y pregunta si todo está preparado. Rocco dice que sí lo está y le dice a Fidelio que se vaya, pero en lugar de esto se esconde. Pizarro revela su identidad a Florestán, quien lo acusa de asesinato (Er sterbe! Doch er soll erst wissen - "¡Déjale morir! Pero primero debe saber"). Pizarro blande una daga con la intención de matar al prisionero, pero Fidelio se interpone entre él y Florestán y muestra su verdadera identidad. Pizarro alza su daga para matarla pero ella le obliga a desistir a punta de pistola.

Justo entonces las trompetas suenan anunciando la llegada del ministro. Jacquino entra, seguido por soldados, para anunciar que el ministro espera a la puerta. Rocco les dice a los soldados que escolten al alcaide Pizarro arriba. Florestán y Leonora se abrazan cantando su victoria al tiempo que Pizarro declara que se vengará y Rocco expresa su temor por lo que se avecina (Es schlägt der Rache Stunde - "Suenan las campanas de venganza"). La pareja sale al patio en mitad de los prisioneros, cantan un dúo de amor (O namenlose Freude! - "¡Oh, alegría innominada!").

Aquí se interpreta, a veces, la obertura "Leonora n.º 3".

Los prisioneros y los ciudadanos cantan al día y la hora de justicia que ya ha llegado (Heil sei dem Tag! - "¡Saludad al día!"). Don Fernando, el ministro, anuncia que la tiranía ha acabado. Entra Rocco, con Leonora y Florestán, y le pide a Don Fernando que los ayude (Wohlan, so helfet! Helft den Armen! - "¡Así que ayuda! ¡Ayuda a los pobres!"). Rocco explica cómo Leonora se disfrazó de Fidelio para salvar a su marido. Marcelina queda sorprendida. Rocco describe la trama de asesinato de Pizarro, y Pizarro es llevado a la prisión. Florestán es liberado de sus cadenas por Leonora, y la multitud canta alabanzas a Leonora, la leal salvadora de su marido (Wer ein holdes Weib errungen - "Quien tiene una buena esposa").

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Fidelio

La producción musical de Ludwig van Beethoven (Bonn 1770 - Viena 1827) es fundamentalmente sinfónica siendo Fidelio su única contribución al mundo de la Lírica. La obra es fundamental para el desarrollo de la ópera alemana, constituyendo un eslabón entre Mozart y Weber. Así la obra tiene forma de "Singspiel" (partes habladas y cantadas) pero la música es casi sinfónica y el argumento se aparta del género cómico para entrar de lleno en lo dramático.

El autor del libreto es Joseph von Sonnleithner empresario del Theater an der Wien, de Viena y está basado en una obra del francés Jean Nicolas Bouilly titulada "Leonora o el amor conyugal".

La obra se estrenó con el título de Leonora, el 23 de mayo de 1805, en el Teatro de la Puerta Carintia de Viena, pero debido a las convulsiones que por aquellos días sufría la ciudad a causa de las guerras napoleónicas, no tuvo éxito. Este fracaso sería decisivo para la carrera del compositor en el mundo de la lírica, pues sería su primera y última obra. Únicamente Beethoven consintió en revisarla en 1806 y 1814, año que volvió a ser representada bajo el título definitivo de Fidelio, siendo los resultados mucho más satisfactorios.

Las sucesivas revisiones de la obra, dieron lugar a la composición de cuatro oberturas, tituladas "Leonora I, II, III y Fidelio". "Leonora I" fue escrita para un posible estreno de la ópera en Praga; "Leonora II" para el estreno de Viena en 1805; "Leonora III" para la versión de 1806 y por último "Fidelio" para la de 1814.

(Extr. De Eduardo Almagro López).

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Fidelio/Leonora

Libreto completo

Personajes

FLORESTÁN. Prisionero. Tenor

LEONORA. Esposa de Florestán. Soprano

ROCCO. Carcelero. Bajo

D. PIZARRO. Gobernador de la Prisión. Bajo

MARCELINA. Hija de Rocco. Soprano

JAQUINO. Portero de la Prisión. Tenor

D. FERNANDO. Ministro del Rey. Barítono

La acción se desarrolla en una cárcel de Sevilla, en el siglo XVIII.

Patio de la Prisión Estatal de Sevilla, España. En el fondo se encuentra la puerta principal y un alto muro por el que se ven árboles lejanos. En el portón cerrado hay una pequeña entrada para los visitantes ocasionales. Las alas de la derecha representan las celdas de los prisioneros. Las ventanas tienen barrotes y las puertas, que están numeradas, están reforzadas con hierro. Cerca de la puerta está la habitación del portero. En el frente está la puerta que da hacia los cuartos de los carceleros. A la derecha hay árboles, que señalan la entrada al jardín del castillo. 

ACTO I

Escena 1

JAQUINO Ahora, mi tesoro, puesto que estamos solos, podemos hablar un poquito en privado.

MARCELINA Seguramente será poco importante, y no puedo interrumpir mi trabajo ahora.

JAQUINO ¡Sólo una palabra, obstinada!

MARCELINA Entonces habla, te escucho.

JAQUINO Si no me miras más cariñosamente, no podré pronunciar ni una palabra.

MARCELINA Si no prestas atención a mis deseos, entonces me taparé completamente los oídos.

JAQUINO Te ruego que me escuches un momento, y luego te dejaré en paz.

MARCELINA Ya veo que no me dejarás en paz, ¡así que habla de una vez!

JAQUINO Yo... te he elegido... para que seas mi esposa, ¿entiendes?

MARCELINA ¡SÍ, está clarísimo!

JAQUINO Y... y, si me dieras  tu consentimiento, entonces, ¿qué pensarías?

MARCELINA Que seríamos una pareja.

JAQUINO En unas cuantas semanas podríamos...

MARCELINA ¡Basta ya! ¿Es que ya has fijado la fecha?

(Se oye un golpe en la puerta)

JAQUINO Maldición, no dejan de golpear, y justamente cuando parecía estar cerca del triunfo, otra vez se me escapa la presa.

MARCELINA ¡Al fin me dejará libre! ¡Su pasión me atormenta, se me hacen tan largas las horas! Sé que el pobre se atormenta, y lo siento por él. Pero yo he elegido a Fidelio, su amor es mi dulce meta.

JAQUINO ¿Por dónde iba? ¡Ni siquiera me mira!

MARCELINA ¡Ya está aquí otra vez, ahora empezará de nuevo!

JAQUINO ¿Cuándo me darás tu respuesta? Podría ser hoy.

MARCELINA ¡Oh, qué desgracia! ¡Me amarga la vida! ¡Ahora, mañana y siempre, siempre es no, no! ¡Tengo que ser dura con él!

JAQUINO Debes tener un corazón de piedra, ni un deseo, ni una súplica te ablandan.

MARCELINA Tengo que ser dura con él, se ilusiona con el mínimo gesto.

JAQUINO ¿Así que nunca, nunca cambiarás? ¿qué piensas?

MARCELINA ¡Que ahora podrías marcharte!

JAQUINO ¿Cómo? ¿Está prohibido mirarte? ¿También eso?

MARCELINA ¡Entonces, quédate!

JAQUINO Sabes que tantas veces me has prometido...

MARCELINA ¿Prometido? ¡No, vas demasiado lejos!

(Vuelven a llamar a la puerta)

JAQUINO ¡Maldición, nunca dejan de golpear!

MARCELINA ¡Al fin me veré libre! Ese sonido es siempre bienvenido, ya estaba mortalmente alarmada.

JAQUINO Parece que la he sorprendido en verdad, quién sabe si el éxito no estará cerca. Si hoy no he abierto esa puerta doscientas veces, entonces es que no me llamo Jaquino. 

(Golpean nuevamente)

¡Demonios! ¡Otra vez!

MARCELINA ¿Qué puedo hacer  si ya no lo quiero tanto como antes?

JAQUINO Bien. Ahora espero que nadie nos moleste.

ROCCO

(Fuera de escena)

¡Jaquino! ¡Jaquino!

MARCELINA ¿Oyes? ¡Mi padre llama!

JAQUINO Hagámoslo esperar un poco. Y bien, volviendo a lo de nuestro amor...

MARCELINA Vete pues, mi padre debe querer informarse sobre Fidelio.

JAQUINO

(Mostrándose celoso)

¡Seguro! En ese caso toda prisa es poca.

ROCCO

(Llamando de nuevo)

¿Jaquino, no me oyes?

JAQUINO ¡Ya voy!

(A Marcelina)

Quédate aquí, en dos minutos estaremos juntos nuevamente.

(Sale)

Escena 2

MARCELINA

Al pobre de Jaquino no lo soporto, ¿puedo hacer algo para evitarlo? Antes era amable con él, pero luego llegó Fidelio a nuestra casa, y desde entonces todo ha cambiado para mí. ¡Ay! Y justamente, sintiendo lástima por Jaquino, puedo notar cuánto me gusta Fidelio. Creo que también él gusta de mí, y si conociera los sentimientos de mi padre, mi felicidad podría ser completa. ¡Oh, si ya estuviera unida a ti y pudiera llamarte mi esposo! ¡Aunque una muchacha, en verdad, sólo tiene derecho a confesar la mitad de sus pensamientos! Y no debo sonrojarme si recibo un cálido beso, cuando nadie nos moleste. La esperanza llena mi pecho de un indecible y dulce placer. ¡Qué feliz voy a ser! Despertaré cada mañana en la silenciosa paz de la vida hogareña, y nos saludaremos tiernamente. Los quehaceres disiparán las penas. Y cuando el trabajo finalice, y la dulce noche se acerque,  descansaremos  de las preocupaciones.

Escena 3

(Entra Rocco)

ROCCO ¡Buenos días, Marcelina! ¿Aún no está de regreso Fidelio?

MARCELINA ¡No, padre!

ROCCO Se acerca la hora en que debo entregar al Gobernador los despachos que Fidelio ha ido a buscar. Lo espero con impaciencia.

(Vuelven a golpear la puerta)

LEONORA ¡Jaquino! ¡Jaquino!

JAQUINO

(Fuera de escena)

¡Ya voy! ¡Ya voy!

MARCELINA Habrá tenido que esperar mucho tiempo en casa del herrero.

(Entra Leonora vestida de hombre)

¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí! ¡Qué cargado está! ¡Dios mío, el sudor le cae por la frente!

Escena 4 

ROCCO

(Ayudando a Leonora)

¡Espera! ¡Espera!

JAQUINO

(Entrando)

Valía la pena abrir tan de prisa para dejar entrar al patrón.

(Finge estar ocupado, pero trata de  escuchar la conversación)

ROCCO

(A Leonora.)

¡Pobre Fidelio, esta vez tuviste que soportar bastante carga!

LEONORA ¡Debo reconocer que estoy un poco cansado! El herrero demoró tanto en reparar estas cadenas que pensé  que no terminaría nunca.

ROCCO ¿Están bien ahora?

LEONORA ¡Seguro! ¡Bien hechas y resistentes! Ninguno de los prisioneros podrá romperlas.

ROCCO ¿Cuánto cuesta todo esto?

LEONORA Aproximadamente doce piastras. Aquí está la cuenta exacta.

ROCCO ¡Bien, bravo!  ¡Por todos los diablos! ¡Aquí hay artículos que cuestan el doble! Eres un joven astuto. ¡No llego a comprender cómo haces las compras! Adquieres todo más barato que yo. Después de seis meses que te he confiado el negocio, has ahorrado más dinero que yo en todo un año.

(Aparte)

El pillo se esfuerza mucho, seguramente que es por mi Marcelina.

LEONORA Hago lo que puedo, lo mejor posible.

ROCCO Sí, sí, eres un muchacho valiente. ¡No se puede ser más diligente y sensato! Cada  día te aprecio más, y, puedes estar seguro de que tu recompensa no tardará.

LEONORA ¡Oh, no crea que cumplo con mis obligaciones sólo por el premio!...

ROCCO ¡Calla! ¿Acaso crees que no sé leer en tu corazón?

MARCELINA ¡Qué sentimiento extraño me oprime el corazón! Me ama, eso está claro, y seré feliz.

LEONORA ¡Es tan grande el peligro y tan débil la esperanza! ¡Me ama, eso está claro, oh, indecible tormento!

ROCCO Lo ama, eso está claro, sí, niña, él será tuyo, una buena y joven pareja, ¡qué felices serán!

JAQUINO Se me erizan los cabellos. El padre acepta. Qué extraño sentimiento, ¿cómo encontrar un remedio?

ROCCO Escucha, Fidelio, aun cuando no sé cómo has venido a este mundo, y aun cuando no tuvieras padre, sé, en cambio, muy bien lo que hago. Te convertiré en mi yerno.

MARCELINA ¿Harás eso, querido padre?

ROCCO ¡Eh, eh, qué prisa! Tan pronto el Gobernador haya partido a Sevilla, tendremos más tiempo. Sabéis bien que va todos los meses, para rendir cuentas de todo lo que pasa aquí, en la prisión. Debe regresar en unos días. Al día siguiente de su partida os uniré. Podéis contar con ello.

MARCELINA ¡Al día siguiente de su partida! ¡Es una sabia decisión, querido padre!

LEONORA

(Para sí)

¿Al día siguiente de su partida? ¡Una nueva complicación!

ROCCO Bueno, hijos míos, vosotros os amáis de todo corazón, ¿no es verdad? Pero eso no es suficiente para mantener un matrimonio feliz y satisfactorio, también hace falta....

Si no se tiene a mano el oro, no se puede ser enteramente feliz; la vida se desliza tristemente, y muchos pesares se hacen presentes. Pero si suena y rueda en los bolsillos, entonces se es dueño del destino, el oro proporciona amor y poder, y acalla el deseo más caprichoso. La felicidad es esclava, es vendida y comprada, es una buena cosa el oro, es una cosa dorada, el oro, el oro. Cuando se une la nada con la nada, la suma resulta pequeña.

El que a la mesa sólo encuentra amor, después de la comida quedará hambriento. Por eso os deseo que la suerte os sonría y bendiga y guíe vuestros esfuerzos. La amada al brazo, el oro en la bolsa, y así que viváis muchos años.

LEONORA Lo decís muy ligeramente, Maestro Rocco,  pero en cuanto a mí, yo creo que la unión de dos corazones que se aman es la fuente de una verdadera felicidad conyugal. ¡Oh, esta felicidad debe ser el más grande tesoro en la tierra! Naturalmente hay otra cosa

que no me es menos preciada, pero compruebo apenado que a pesar de todos mis desvelos, no lograré obtenerla.

ROCCO ¿Y qué es eso?

LEONORA Vuestra confianza. Perdonadme este pequeño reproche, pero yo os veo, frecuentemente, volver de las bóvedas subterráneas, de la fortaleza agotado y sin aliento, ¿por qué no me permitís que os acompañe? Sería muy agradable para mí ayudaros en vuestra tarea y compartir vuestra fatiga.

ROCCO Bien sabéis que he recibido las órdenes más estrictas de no dejar que nadie, sea quien fuere, se acerque a los prisioneros del Estado.

MARCELINA ¡Pero hay tantos en esta fortaleza! ¡Y tú te matas trabajando, padre querido!

LEONORA Tiene razón, Maestro Rocco. Ciertamente hay que cumplir con el deber. Pero, ¿acaso no está también permitido, según mi parecer, pensar de qué manera nos pueden ayudar aquellos que están cerca nuestra y que nos aman?

MARCELINA Debes cuidarte por el bien de tus hijos.

ROCCO Sí, tienes razón, este pesado trabajo terminará dejándome sin fuerzas. No obstante, por más severo que pueda ser el Gobernador, me permitirá que te lleve conmigo a los calabozos secretos. Sin embargo, hay una bóveda a la que nunca podré llevarte por más confianza que tenga en ti.

MARCELINA Supongo que será allí donde está ese prisionero del que me hablaste tantas veces.

ROCCO Lo has adivinado.

LEONORA Me parece que ya hace mucho tiempo que está aquí.

ROCCO Ya hace más de dos años.

LEONORA ¿Dos años? ¿has dicho dos años? Debe ser un gran criminal.

ROCCO O bien tendrá poderosos enemigos, que para el caso es casi lo mismo.

MARCELINA ¿Y nunca se ha podido saber quién es y de dónde viene?

ROCCO ¡Cuántas veces ha querido hablarme de todo eso!

LEONORA ¿Entonces?

ROCCO Para nosotros, cuantos menos secretos sepamos, mejor, por eso jamás lo he escuchado. Podría haberme traicionado a mí mismo, y eso no le hubiera servido de ninguna ayuda. Bueno, no me atormentará mucho tiempo más. No le queda mucha vida.

LEONORA

(Para sí)

¡Dios mío!

MARCELINA ¡Justo cielo! ¿Cómo ha podido merecer semejante castigo?

ROCCO Por orden de Pizarro, desde hace un mes debo reducirle progresivamente la ración. En veinticuatro horas  sólo ha obtenido dos onzas de pan negro y media medida de agua, solamente; ni más luz que el destello de una lámpara, ni un poco de paja,  ¡nada!

MARCELINA ¡Oh, padre querido, no lleves a Fidelio hasta él! No podría soportar ese espectáculo.

LEONORA ¿Por qué no? ¡Soy valiente y fuerte!

ROCCO ¡Bien, hijo mío, bien! Podría decirte cómo luché, al principio, contra mis sentimientos. Yo era distinto que tú, que tienes la piel fina y las manos suaves. ¡Bien, hijo mío, bien! Ten siempre coraje y lo lograrás. El corazón se vuelve duro al prestar atención a las cosas horribles.

LEONORA ¡Tengo valor! Sin perder mi sangre fría, me arriesgaré a descender. El amor puede padecer los mayores sufrimientos para obtener el mayor premio.

MARCELINA Tu buen corazón sufrirá en aquellas cavernas. Luego volverá a la felicidad del amor y de sus alegrías.

ROCCO Construirás así, seguramente, tu felicidad. Sí, sí, sí, seréis felices.

LEONORA Tengo confianza en Dios, confianza en la justicia, sí, sí, sí, un día seré feliz.

MARCELINA Debes mirarme a los ojos, porque el poder del amor, tampoco es pequeño, sí, sí, sí, seremos felices.

ROCCO Sí, es hoy que el Gobernador debe permitir que vengas a compartir mi tarea. 

LEONORA Me arrebatarás toda la tranquilidad, si te demoras hasta mañana.

MARCELINA Sí, querido padre, rogadle hoy y pronto podremos ser una pareja.

ROCCO Bien pronto, presa de la muerte, estaré en la tumba. Necesito ayuda, eso es cierto.

LEONORA

(Para sí)

¡Cuánto tiempo hace que soy desgraciada! ¡Oh, esperanza! ¡Tú sabrás reconfortarme!

MARCELINA ¡Ay, querido padre! ¿Qué os sucede? Debéis seguir siendo nuestro amigo y consejero.

ROCCO Hay que ser prudentes, y luego todo irá bien, ya que vuestras aspiraciones se verán satisfechas. Estrechad vuestras manos, y verted para este pacto las lágrimas más tiernas de alegría y felicidad.

MARCELINA ¡Ten coraje! ¡Qué ardor! ¡Qué profundo deseo! Un pacto duradero une nuestras manos y corazones, oh, dulces, dulces lágrimas.

LEONORA Sois tan buenos que me dais valor, mis deseos pronto serán saciados. Doy mi mano para esta unión, aunque me cueste amargas lágrimas.

ROCCO Pero ya es tiempo de llevarle estas cartas al Gobernador. ¡Ah, él en persona  viene hacia aquí!

(A Leonora)

¡Dámelas, Fidelio, y luego retírate!

Escena 5

PIZARRO

(A los Oficiales.)

¡Tres centinelas sobre las murallas,

seis hombres noche y día

en el puente levadizo,

y también en el jardín,

y cualquiera que se aproxime

a los fosos de la fortaleza,

que sea conducido a mi presencia!

(A Rocco.)

¿Hay alguna novedad?

ROCCO ¡No, señor!

PIZARRO ¿Dónde están los despachos?

ROCCO ¡Aquí!

Escena 6

PIZARRO

Siempre recomendaciones y reproches. Si tuviera que atender a todo esto no terminaría jamás. Me parece conocer esta escritura. Veamos. "Os informo que el Ministro, en conocimiento de la violencia extremada que ejercéis en las prisiones del Estado a vuestro cargo, mañana se pone en camino para haceros una inspección por sorpresa. Estad alerta y cuidad que todo esté en regla." ¡Dios! Si llegara a descubrir que tengo entre cadenas a este Florestán que él cree muerto desde hace tanto tiempo. ¡Él, que ha reavivado en mí el deseo de venganza! ¡Él, que quiso desenmascararme delante del Ministro y hacerme perder su favor! ¡Sí, hay un medio! Rápido. ¡Es un acto de audacia que hará desvanecer todas las inquietudes! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

¡Qué momento! ¡He de cumplir mi venganza! ¡Es el destino que te llama! ¡Hundir la espada en su pecho, oh, venturosa suerte! Una vez fracasé, y presa de la burla debí morder el polvo. ¡Permanecí allí, caído! Pero ahora es mi turno: ¡de víctima a verdugo! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!

Ha llegado su última hora, el hierro clavado en su herida, y todavía gritarle en su oído. ¡Triunfo! ¡Triunfo! ¡Triunfo! ¡Es mi victoria!

SOLDADOS

(En voz baja, unos a otros)

Habla de muerte, de heridas y sufrimientos... Debemos hacer la ronda, ¡qué importante debe ser, qué importante debe ser!

PIZARRO No debo perder un solo minuto para tomar todas las medidas que deberán servir a mis deseos. Solamente tomando todas las precauciones podré asegurar mi salvaguardia. 

(Al oficial)

¡Capitán, escuchadme! Subid de inmediato a lo alto de la torre con un trompetero. ¡Vigilad sin interrupción y con la mayor atención la ruta de Sevilla! ¡Cuando veáis venir un carruaje escoltado por jinetes, aproximándose al castillo, haced dar de inmediato la señal! ¿Entendéis? ¡la señal, inmediatamente! ¡Cuento con la mayor exactitud, me responderéis con vuestra cabeza! ¡Ahora, cada uno a su puesto! ¡Rocco! ¡Rocco!

Escena 7

ROCCO ¡Señor!

PIZARRO

(Para sí)

Tengo que ganarlo para mi causa. ¡No podré lograr mis fines sin su ayuda!

(A Rocco.)

¡Tú, viejo! ¡Acércate! ¡Viejo, el tiempo apremia! Comparte la felicidad que te espera; y serás un hombre rico. Y por eso te doy un adelanto.

ROCCO Decidme, sin tardar, en qué puedo serviros.

PIZARRO Eres un hombre de sangre fría, tu coraje es a toda prueba, después de tantos años de servicios.

ROCCO ¿Qué debo hacer? ¡Hablad! ¡Hablad! ¿Qué?

PIZARRO ¡Matar!

ROCCO

(Aterrado)

¿Cómo?

PIZARRO ¡Escucha! ¿Tiemblas? ¿Eres un hombre? No tenemos más tiempo que perder, ¡Es el propio Estado quien exige que nos desembaracemos de inmediato de ese sujeto tan peligroso! ¿Todavía dudas?

ROCCO ¡Oh, señor! ¡Oh, señor!

PIZARRO

(Para sí)

No puede seguir viviendo, si no estaré perdido.

ROCCO Siento temblar mis miembros. ¿Cómo podré soportar esto?

PIZARRO ¿Temblará acaso Pizarro? Tú vacilas, y yo quedaré en pie.

ROCCO Suceda lo que sucediere, no le quitaré la vida. No, señor, quitarle la vida, no es mi obligación.

(Sale Pizarro, entran Marcelina, Jaquino y Leonora)

Escena 8

LEONORA ¡Oh, abominable! ¿Adónde te diriges? ¿Qué tramas, llevado por tu odio? La compasión, la humanidad, ¿no ablandan tus entrañas de tigre? Igual que las olas del mar, se agitan en tu alma, la ira y la saña, así se me aparece un arco iris brillando sobre las oscuras nubes. Tanta paz me recuerda los viejos tiempos y calma mi sangre exaltada. ¡Ven esperanza, no dejes que desfallezca mi último anhelo! ¡Oh, ven! Ilumina mi meta que, aunque esté lejos, el amor la alcanzará. Yo seguiré mis impulsos, no desfalleceré, ¡el deber de esposa fiel me guía!

¡Oh tú, por quien tanto he sufrido, ¡si alcanzara el lugar donde la maldad te tiene encadenado, y llevarte consuelo! Yo seguiré mis impulsos, no desfalleceré, ¡el deber de esposa fiel me guía!

MARCELINA Padre, es la hora en la que  podemos permitir que los prisioneros respiren aire fresco.

ROCCO ¿Sin el permiso del Gobernador?

MARCELINA ¡Pero él ha hablado tanto tiempo contigo! Tal vez te ha pedido que le hagas un favor, en ese caso no se enfadará.

ROCCO ¿Un favor? Tienes razón, Marcelina. Puedo arriesgarme. ¡Vamos! ¡Jaquino y Fidelio, abrid las celdas de los prisioneros! Yo entretendré a Pizarro y mientras le hablaré en vuestro favor. 

MARCELINA ¡Muy bien, padre!

(Rocco sale. Leonora y Jaquino abren las puertas de las celdas)

Escena 9

PRISIONEROS

¡Qué delicia, respirar el aire, el aire libre a nuestro alrededor! ¡Qué delicia! Sólo aquí está la vida, ¡y la prisión es una tumba!

PRIMER PRISIONERO Queremos confiar en Dios, en su misericordia, la voz de la esperanza aún susurra; seremos liberados y encontraremos la paz.

PRISIONEROS ¡Oh, cielos! ¡Salvación! ¡Qué felicidad! ¡Oh, libertad, libertad! ¿Volverás algún día?

SEGUNDO PRISIONERO ¡Hablad bajo! ¡Atención, ojos y oídos nos vigilan!

PRISIONEROS ¡Hablad bajo! ¡Atención,  ojos y oídos nos vigilan!

(Entra Rocco)

Escena 10

LEONORA ¿Cuáles son las novedades?

ROCCO ¡Muy bien! ¡Muy bien! Reuní todo mi valor y todo se lo expuse. No creerás jamás lo que me respondió. Acepta la boda y también que tú me ayudes. Hoy mismo te conduciré a los calabozos conmigo.

LEONORA ¿Hoy mismo? ¿Hoy mismo? ¡Qué placer!  ¡Ah, qué felicidad!

ROCCO Veo tu alegría; en un instante bajaremos los dos juntos, sí, los dos juntos bajaremos.

LEONORA ¿Adónde? ¿Adónde?

ROCCO Allí, donde está ese hombre. Donde, semana a semana, he reducido las raciones.

LEONORA ¡Ah! ¿Y será liberado?

ROCCO ¡Oh, no!

LEONORA ¡Pero habla, habla!

ROCCO ¡Oh no! ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Oh, no! Tenemos que liberarlo, pero ¿cómo? En menos de una hora, recuerda, ni una palabra a nadie, tendremos que enterrarlo.

LEONORA Entonces, ¿está muerto?

ROCCO ¡No todavía, no todavía!

LEONORA Luego, ¿Debéis de matarlo? ¿Debéis matarlo?

ROCCO No, hijo mío, no tiembles, Rocco no se presta para matar. ¡No, no, no, no, no, no, no! El gobernador, el gobernador vendrá en persona aquí abajo, nosotros, simplemente cavaremos la tumba.

LEONORA

(Para sí)

¡Cavar la tumba de un esposo! ¿puede haber algo más horrible? ¿Qué?

ROCCO No puedo alimentarlo más, al menos la tumba le dará paz. No hay tiempo que perder, y tú debes ayudarme y acompañarme, el papel del carcelero es muy duro.

LEONORA ¡Te seguiré hasta la muerte!

ROCCO La derruida cisterna servirá a nuestros propósitos, créeme, lo hago a mi pesar ¿también tú tiemblas, me parece?

LEONORA Nunca hice nada parecido antes.

ROCCO Me hubiera gustado evitártelo, pero es demasiado para mí solo, y nuestro amo es tan severo.

LEONORA

(Para sí)

¡Oh, qué dolor!

ROCCO

(Para sí)

Me parece que está llorando.

(A Leonora)

¡No, no, quédate aquí, iré solo, iré solo, quédate aquí, no, quédate aquí!

LEONORA ¡Oh no, oh no, debo ver al desdichado, aunque yo mismo deba morir!

AMBOS No podemos perder tiempo, debemos cumplir con el deber.

Escena 11

MARCELINA ¡Ah, padre, padre, apúrate!

ROCCO ¿Qué sucede?

JAQUINO ¡No podemos demorar más!

ROCCO Pero ¿qué sucede?

MARCELINA ¡Viene Pizarro furioso, te amenaza!

JAQUINO ¡No se puede perder tiempo!

ROCCO ¡Calma! ¡Calma!

LEONORA ¡Fuera de aquí!

ROCCO ¡Una palabra! ¡Dime rápido, habla, ya lo sabe?

JAQUINO Sí, claro que lo sabe.

MARCELINA El Oficial le ha dicho lo que hemos permitido hacer a los prisioneros.

ROCCO ¡Hacedlos entrar de inmediato!

MARCELINA Recuerda cómo se enfurece cuando está de malhumor.

LEONORA ¡Mi corazón está furioso! ¡Mi sangre se rebela!

ROCCO ¡Mi corazón me protege, desafío al tirano!

Escena 12

PIZARRO

¡Qué temeridad, viejo! ¡Qué sacrilegio! ¿Qué derecho te adjudicas? ¿Qué siervo tuvo jamás el permiso de dejar salir a los prisioneros?

ROCCO ¡Oh, señor! ¡Oh, señor!

PIZARRO ¡Habla! ¡Habla!

ROCCO La llegada de la primavera, la claridad del sol y su cálida luz, además ¿habéis considerado todo lo que puede hablar en mi favor? En este día se celebra el santo del rey, y nosotros lo celebramos así. El de abajo agoniza. Dejemos entonces a los otros aquí, tomando aire un poco más. Reservad toda vuestra cólera para el otro.

PIZARRO Ve a cavar su tumba, urgente. Quiero que aquí haya paz. Esa es mi voluntad. ¡Conducid a los prisioneros y encerradlos, no toleraré más temeridad! 

Escena 13

PRISIONEROS ¡Adiós, tibia luz de los rayos del sol, dentro de unos instantes nos serán arrebatados! Volveremos otra vez a hundirnos en la noche, nuestros días sólo son una noche eterna.

MARCELINA ¡Cómo se apresuraron para gozar de la luz del sol y ahora deben abandonarla tristemente! Se van murmurando, que aquí no existen ni el placer ni la alegría.

LEONORA 

(A los Prisioneros.)

¡Habéis oído lo que ordenó, debéis volver a los calabozos sin demora!

(Para sí)

La angustia invade mi cuerpo, ¿no habrá ninguna sentencia que castigue este crimen?

JAQUINO

(A los Prisioneros.)

¡Habéis oído lo que ordenó, debéis volver a los calabozos sin demora!

(mirando a Rocco y Leonora).

¡Están preocupados por la incertidumbre! ¡Si pudiera entender lo que dicen!

PIZARRO Rocco, no hay tiempo que perder, ¡cumple con tu deber y desciende al calabozo! Y no vuelvas hasta que no hayas cumplido mi propósito.

ROCCO ¡No, señor, ya no demoraré más, bajaré al calabozo! ¡No, señor! ¿Qué emoción hace temblar todos mis miembros? ¡Qué deber tan severo, colmado de infortunio!

(Los Prisioneros regresan a las celdas. Leonora y Jaquino las cierran)

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Acto II

La escena representa un oscuro calabozo subterráneo. A la izquierda del público hay una cisterna cubierta de piedras y polvo; atrás hay aberturas cubiertas con rejas a través de las que se pueden ver los peldaños de una escalera que lleva hacia arriba. A la derecha los escalones más bajos y la puerta a la prisión. Hay una lámpara ardiendo.

Escena 1

FLORESTAN ¡Dios! ¡Qué oscuridad hay aquí! ¡Qué silencio aterrador! La nada me rodea y nada, nada vive a mi alrededor. ¡Dios, qué dura prueba! ¡Tu voluntad es justa! ¡No me lamento, oh Dios que mides los pesares! En los días de la primavera de la vida, la felicidad ha huido lejos de mí. Me atreví a gritar la verdad y mi recompensa fueron las cadenas. Soportaré los sufrimientos, mi vida se extingue con vergüenza, pero mi corazón alienta un dulce consuelo: ¡he cumplido con mi deber! ¿No siento el murmurar, la dulzura de una brisa? ¿No es la claridad que ilumina mi tumba? Veo aparecer un ángel todo irisado de rosa, situarse junto a mí, consolador, tiene los rasgos de Leonora, mi esposa. ¡Un ángel! Viene para ayudarme y consolarme, hasta conducirme a la libertad del reino de los cielos.

Escena 2

(Rocco y Leonora bajan por la escalera. Traen útiles para cavar)

LEONORA ¡Qué frío hace en estas bóvedas subterráneas!

ROCCO ¡Naturalmente, están muy profundas!

LEONORA Creo que nunca encontraremos la entrada.

ROCCO

(Viendo a Florestán)

Aquí está.

LEONORA Parece que estuviera inanimado.

ROCCO Tal vez esté muerto.

LEONORA ¿Eso crees?

ROCCO No, no, está dormido. Debemos aprovechar y ponernos a trabajar de inmediato, no tenemos tiempo que perder.

LEONORA Es imposible distinguir sus rasgos. ¡Que Dios me ayude si se tratara de él!

ROCCO Aquí, bajo estos escombros está la cisterna de la que te he hablado. No tendremos que cavar muy profundamente para llegar a la entrada. Dame el pico y ponte cerca de mí. ¿Tiemblas, tienes miedo?

LEONORA ¡Oh, no, es solamente que hace frío!

ROCCO Entonces continúa, el trabajo te hará entrar en calor.

ROCCO Cavemos rápidamente, no pasará mucho tiempo y estará aquí.

LEONORA No tendrás motivo para quejarte, te garantizo que estarás satisfecho.

ROCCO Ven, ayúdame a levantar esta piedra, atención, cuidado, pesa demasiado.

LEONORA Ya te ayudo, no te quejes, haré todos los esfuerzos que hagan falta.

ROCCO ¡Un poco más!

LEONORA ¡Paciencia!

ROCCO ¡Se mueve!

LEONORA ¡Vamos, un poco más!

ROCCO ¡No es fácil!

ROCCO Cavemos rápidamente, no pasará mucho tiempo y estará aquí.

LEONORA Déjame retomar fuerzas, pronto estaremos finalizando.

(Para sí)

Quienquiera que seas te salvaré. Por Dios, que no serás sacrificado. ¡Seguro que soltaré tus cadenas y te liberaré, desdichado!

ROCCO ¿Por qué dudas en cumplir con tu deber?

LEONORA ¡No, padre mío, no dudo! No tendrás motivo para lamentarte, déjame simplemente retomar fuerzas, para mí ningún trabajo es pesado. ¡Se despierta!

ROCCO ¿Que se despierta, dices?

LEONORA Sí, acaba de levantar la cabeza.

ROCCO Seguro que va a hacerme mil preguntas. Tengo que hablar a solas con él.

LEONORA ¡Me es imposible expresar lo que siento!

ROCCO

(A Florestán)

¿Y bien, habéis descansado algo?

FLORESTAN ¿Descansado? ¿Acaso encontraré descanso?

LEONORA ¡Esa voz! Si solamente pudiese ver su rostro aunque fuera un instante.

FLORESTAN ¿Serás siempre sordo  a mi llanto, hombre cruel?

LEONORA ¡Dios! ¡Es él!

ROCCO ¿Qué pretendes que haga? Ejecuto las órdenes que me dan; es mi función, es mi deber.

FLORESTAN ¿Me diréis al fin  quién es el Gobernador de esta prisión?

ROCCO

(Para sí)

Ahora puedo satisfacer su curiosidad sin correr riesgos.

(A Florestán)

El Gobernador de esta prisión es Don Pizarro.

FLORESTAN ¡Pizarro!

LEONORA ¡Ah, el bárbaro! ¡Tu crueldad me devuelve las fuerzas!

FLORESTAN¡Rápido! Enviad lo antes posible a alguien a Sevilla a preguntar por Leonora Florestán...

LEONORA ¡Dios mío! No sospecha que ella en estos momentos cava su tumba.

FLORESTAN Decidle que estoy aquí, cubierto de cadenas.

ROCCO Es imposible, os digo. Correría a mi propia perdición sin ninguna utilidad.

FLORESTAN Entonces, si estoy condenado a terminar mis días aquí, ¡No me dejéis consumir lentamente!

LEONORA ¡Oh, Dios! ¿Quién podrá soportar esto?

FLORESTAN ¡Por piedad, dadme solamente una gota de agua! Es tan poca cosa.

ROCCO A pesar mío, me conmueve el corazón.

LEONORA Parece que se ablanda.

FLORESTAN ¿No me respondes?

ROCCO No puedo concederos eso que pedís. Todo lo que os puedo ofrecer, es un resto de vino que tengo en mi jarra. ¡Fidelio!

LEONORA ¡Aquí está! ¡Aquí está!

FLORESTAN

(Observando a Leonora)

¿Quién es?

ROCCO Mi ayudante, y en unos pocos días, mi yerno. ¡Bebe! No es más que un poco de vino, pero os lo doy de corazón.

(A Leonora)

¿Estás emocionado?

LEONORA ¿Y quién no iba a estarlo?

ROCCO Es cierto. Tiene una voz tan conmovedora...

LEONORA Sí, una voz que penetra hasta el fondo del corazón.

FLORESTAN Seréis recompensados en mundos mejores, el cielo, es quien os ha enviado a mí. Os agradezco vuestra compasión. Pero no podré retribuiros esta buena acción.

ROCCO De corazón he calmado la sed de este pobre hombre. He hecho lo que me dictó mi deber, pero odio toda crueldad.

LEONORA Con cuánta violencia late mi corazón, dudando entre latidos de alegría y de agudo dolor. Se acerca la hora sublime y fatal que me traerá la muerte o la salvación.

FLORESTAN Me parece ver que este joven está conmovido, y este hombre está lleno de emoción. ¡Oh, Dios! ¿Me dejas la esperanza  de poder ganarlos para mi causa?

LEONORA

(a Rocco)

Es un trozo de pan, sí, desde hace dos días que lo llevo conmigo.

ROCCO Me gustaría dárselo pero te advierto, que será arriesgarse demasiado.

LEONORA ¡Ah, sin embargo disteis de beber al pobre hombre!

ROCCO ¡Eso no tiene nada que ver!

LEONORA Y pronto dejará de existir.

ROCCO Está bien, de acuerdo, puedes hacerlo.

LEONORA ¡Tomad, tomad este pan, pobre hombre!

FLORESTAN ¡Gracias a ti, gracias! Seréis recompensados en mundos mejores, el cielo, es quien os ha enviado a mí. Os agradezco por este dulce consuelo. Pero no podré pagaros esta acción.

LEONORA El cielo te ha enviado la salvación, para mí será suficiente recompensa.

ROCCO Muchas veces me conmovió tu sufrimiento, pero la ayuda me estaba prohibida.

LEONORA ¡He reconfortado al pobre hombre!

FLORESTAN Yo no puedo recompensaros, ¡oh, gracias! Me habéis reconfortado. ¡Gracias!

LEONORA Es más de lo que puedo soportar, pobre hombre.

ROCCO

(a Leonora.)

Todo está preparado. Voy a dar la señal.

LEONORA ¡Oh Dios mío, dadme coraje y fuerza!

FLORESTAN ¿Dónde va? ¿Es ya el anuncio de mi muerte?

LEONORA ¡No, no! Tranquilízate, querido prisionero.

FLORESTAN ¡Oh, Leonora mía! ¿No te volveré a ver?

LEONORA ¡Todo mi corazón me arrastra hacia él! ¡Tranquilízate, te digo! ¡No olvides que sea lo que fuere lo que oigas o veas, existe sobre todo, sí, existe la Providencia!

Escena 3

(Entra Pizarro)

PIZARRO ¿Está todo preparado?

ROCCO Sí, sólo falta abrir la cisterna.

PIZARRO Bien. Que ese joven se retire.

ROCCO

(A Leonora.)

¡Vete, retírate!

LEONORA ¿Quien?... ¿Yo?... ¿Y tú?

ROCCO ¿Debo sacar los hierros al prisionero? ¡Ve, ve!

PIZARRO A estos dos tengo que sacármelos de encima hoy mismo, para que todo esto quede en secreto.

ROCCO 

(A Pizarro.)

¿Debo sacarle las cadenas?

PIZARRO No, pero apártalo de la piedra. El tiempo apremia. ¡Que muera! Pero antes tiene que saber quién es el que destrozará su corazón orgulloso. Que se disipen las tinieblas de la venganza. ¡Mira! ¡Sí, no te engañas! ¡Pizarro, al que querías perder, Pizarro al que ahora debes temer! ¡Está ahora aquí, como vengador!

FLORESTAN ¡Un asesino está ante mí!

PIZARRO Nuevamente te recuerdo lo que has hecho, un instante más y esta daga...

LEONORA ¡Atrás!

FLORESTAN ¡Dios mío!

ROCCO ¿Qué significa esto?

LEONORA ¡Antes deberás atravesar este pecho, y que mi muerte sirva para saciar tus instintos asesinos!

PIZARRO ¡Es una locura! ¡Es una locura! ¡Que sea castigado!

FLORESTAN Un asesino, un asesino, está frente a mí.

ROCCO

(A Leonora)

¡Detente, apártate! ¡Detente, apártate!

LEONORA ¡Primero mata a su mujer!

PIZARRO ¿Su mujer?

ROCCO ¿Su mujer?

FLORESTAN ¿Mi mujer?

LEONORA ¡Sí, mira a Leonora!

FLORESTAN ¡Leonora!

LEONORA ¡Soy su mujer, y le he jurado consolarle  a pesar tuyo!

PIZARRO ¿Su mujer?

ROCCO ¿Su mujer?

FLORESTAN ¿Mi mujer?

LEONORA ¡Desafío su furor! ¡Que sea tu perdición! ¡Que la muerte te castigue, pero primero tendrás que atravesar este pecho!

(mostrando un arma)

¡Una palabra más y estarás muerto!

FLORESTAN ¡Mi sangre salta de alegría!

PIZARRO ¡Qué audacia inaudita! ¡qué audacia inaudita! ¿Ja, ja, tendré que temblar ante una mujer? Entonces que mueran los dos ante mi furia, ¡si has compartido la vida con él, comparte también la muerte!

ROCCO ¡Mi sangre se congela de angustia!

(Suena una trompeta)

LEONORA ¡Estás salvado! ¡Gran Dios!

FLORESTAN ¡Ah, estoy salvado, gran Dios!

PIZARRO ¡Ah! ¡El Ministro, infierno y muerte!

ROCCO ¿Qué significa esto? ¡Dios justiciero!

Escena 4

(Entran, Jaquino, soldados)

JAQUINO Padre Rocco, llega el Ministro, su séquito ya espera ante las puertas del castillo.

ROCCO ¡Alabado sea Dios! ¡Vamos! ¡vamos de inmediato! ¡Y que estos soldados con antorchas acompañen al señor Gobernador!

LEONORA ¡Es la hora de la venganza, y estamos salvados! El coraje y el amor serán nuestros liberadores.

FLORESTAN ¡Es la hora de la venganza, y seré salvado! El coraje y el amor serán mis liberadores.

PIZARRO Maldita sea esta hora, los traidores me desafían. ¡La desesperación se une a mi sed de venganza!

ROCCO ¡Qué hora terrible! ¿Oh, Dios, qué suerte me espera? No quiero ser servidor de este tirano.

Escena 5

(Salen todos menos Leonora y Florestán)

FLORESTAN Leonora mía, ¿qué has hecho por mí? ¿Pero todavía podemos tener esperanzas?

LEONORA ¡Sí podemos tener esperanzas! La llegada del ministro, la confusión de Pizarro, y sobre todo el testimonio del buen Rocco, son suficientes razones para creer que nuestros sufrimientos han terminado y que la hora de nuestra felicidad no tardará.

FLORESTAN Dime, ¿cómo has llegado aquí?

LEONORA Dejé Sevilla, vine hasta aquí a pie, vestida de hombre, el carcelero me empleó como sirviente, tu perseguidor fue quien me hizo su ayudante.

FLORESTAN ¡Mujer fiel! ¡Esposa incomparable! ¡Qué no has sufrido por mí!

LEONORA ¡Nada, mi Florestán! Mi alma estaba cerca de ti, ¿cómo no tendría fuerza mi cuerpo para luchar por el que es mi mayor bien? ¡Oh, indecible felicidad! ¡Mi esposo junto a mi pecho! Después de terribles sufrimientos, es la culminación de la dicha. ¡Al fin te tengo en mis brazos! ¡Gracias a Ti, Dios, por esta dicha! ¡Mi esposo, mi esposo, junto a mi pecho! ¡Soy yo! ¡Eres tú! ¡Celestial deleite! ¡Florestán! ¡Florestán! ¡Florestán!

FLORESTAN ¡Oh, indecible felicidad! ¡Junto al pecho de Leonora! Después de indecibles sufrimientos, es la culminación de la dicha. ¡Oh Dios, cuán inmensa es tu piedad, oh Dios, cuán inmensa es tu piedad! ¡Gracias a Ti, Dios, por esta dicha! ¡Mi mujer, mi mujer, junto a mi pecho! ¡Eres tú! ¡Deleite celestial! ¡Soy yo! ¡Leonora! ¡Oh, Leonora!

Escena 6

(Entra corriendo Rocco)

ROCCO ¡Oh desdichados, he aquí una buena noticia para todos vuestros sufrimientos! El señor ministro tiene la lista de todos los prisioneros, deben ser todos presentados ante él. Jaquino ya está abriendo las celdas. Tú eres el único que no figura en la lista. Tu permanencia aquí es solamente por la arbitrariedad del Gobernador. ¡Ven! ¡Sígueme! ¡Tú también, estimada señora! Y si Dios quiere confirmar mis palabras y recompensar el acto heroico de la más noble de las esposas, seréis libres y vuestra dicha será la mía.

FLORESTAN ¡Leonora!

LEONORA ¡Qué milagro!

ROCCO ¡Venid sin dudar! Allá arriba sabréis todo. Mirad otra vez estas cadenas. Dios hará que actúen como prenda de piedad y que sirvan para castigar al cruel tirano que os ha causado tantos sufrimientos.

Escena 7

(Plaza de la prisión)

PUEBLO ¡Bendito sea el día y la hora, tanto tiempo esperada y sin embargo imprevista, en que justicia y gracia se unen para aparecer ante nuestra tumba!

FERNANDO La voluntad y el placer del mejor de los reyes, me guía a vosotros, desdichados, para disipar el velo de la noche criminal, que envuelve todo con su pesada lobreguez. Cesad de estar de rodillas como esclavos sumisos. No vengo aquí como un tirano insensible. Soy un hermano que viene a conocer a sus hermanos. Si puede venir a ayudar, lo hará de buen grado.

PUEBLO, PRISIONEROS ¡Bendito sea el día, bendita sea la hora! ¡Bendita!

Escena 8

ROCCO ¡Venid entonces a ayudar! ¡Ayudad a estos desgraciados!

PIZARRO

(A Rocco)

¿Qué veo frente a mí? ¡Vete! ¡Vete!

FERNANDO

(A Rocco)

¡Entonces, habla!

ROCCO

(A Pizarro)

¿Está turbado? ¡Que esta pareja encuentre al fin la piedad! ¡He aquí a Don Florestán!

FERNANDO ¿Es el que creíamos muerto? ¿El que ha servido noblemente a la verdad?

ROCCO ¡Y que ha sufrido indecibles tormentos!

FERNANDO ¡Mi amigo, mi amigo, que creíamos muerto! Exangüe y encadenado, está frente a mí.

LEONORA, ROCCO Sí, Florestán, Florestán es el que veis aquí.

ROCCO

(Señalando a Leonora)

Y Leonora.

FERNANDO ¿Leonora?

ROCCO Os presento a la perla de las mujeres. Ha venido aquí...

PIZARRO Debo deciros dos palabras.

FERNANDO ¡Ni una palabra! Ella ha venido...

ROCCO Ante mi puerta, luego entró a mi servicio como ayudante de carcelero, rindió tan buenos y leales servicios que me decidí a elegirlo de yerno.

MARCELINA ¡Qué desgracia, ¿qué oyen mis oídos?

ROCCO Este monstruo se preparaba hace un instante a darle muerte a Florestán.

PIZARRO ¡Junto con él!

ROCCO Con nosotros, sólo vuestra llegada, desbarató sus planes.

CORO ¡Que sea castigado el malvado que oprime a los inocentes! ¡Que la justicia alce la espada de la venganza para el Juicio!

FERNANDO

(A Rocco)

Has abierto la tumba de este noble sujeto. Ahora tienes derecho a soltar sus cadenas. ¡No, espera! Eres tú, noble mujer, tú sola a quien corresponde liberarlo.

LEONORA ¡Oh Dios, oh Dios, qué momento!

FLORESTAN ¡Oh dulce, inexpresable dicha!

FERNANDO ¡Oh Dios que nos oyes, tu juicio es justo!

MARCELINA ¡Nos has puesto a prueba, no nos abandones!

ROCCO ¡Nos has puesto a prueba, no nos abandones!

LEONORA, FLORESTAN, FERNANDO, CORO

¡Oh Dios, qué momento! ¡Oh dulce, inexpresable dicha! ¡Oh Dios que nos oyes, tu juicio es justo! ¡Pruebas nuestros corazones sin abandonarnos!

CORO Que quien ha conquistado el amor de una noble mujer, una su alegría a la nuestra. Nunca uniremos demasiadas voces para alabar a la mujer que fue salvadora de su esposo.

FLORESTAN Sólo tu fidelidad me mantuvo vivo, la virtud destruye a los malvados.

LEONORA Es el amor quien ha guiado mis esfuerzos. El verdadero amor nada teme.

CORO Alabemos con ardor a Leonora, su nobleza y su corazón.

FLORESTAN, CORO Que quien conquistó el amor de una noble mujer, una su alegría a la nuestra. Nunca se alabará bastante a la salvadora del propio esposo.

LEONORA El amor me ha permitido liberarte de tus cadenas. Felizmente, se debe proclamar que Florestán vuelve a ser mío.

Traducido por: Mónica Zaionz 1998

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Componentes del Coro Nacional de España

Director titular y artístico: David Afkham

Director del CNE: Miguel Ángel García Cañamero

Subdirector del CNE: Esteban Urzelai Eizagirre

Sopranos

Patricia González Arroyo (jefa de cuerda de sopranos)

Delia Agúndez Calvo

Irene Badiola Dorronsoro

Francesca Calero Benítez

Rebeca Cardiel Moreno

Marta Clariana Muntada

Idoris Verónica Duarte Goñi

Paloma Friedhoff Bello

Mª Esther Garralón García-Quismondo

Mª Isabel González González

Agnieszka María Grzywacz

Carmen Gurriarán Arias

Gloria Londoño Aristizábal

Ainhoa Martín Carrillo

Ariadna Martínez Martínez

Rosa Miranda Fernández

Catalina Moncloa Dextre

Mª de los Ángeles Pérez Panadero

Margarita Rodríguez Martín

Ana Mª Sánchez Moreno

Rosa María de Segovia García

Tenores

Ariel Hernández Roque (jefe de cuerda de tenores)

José Mª Abad Bolufer

Fernando Aguilera Martínez

Pablo Alonso Gallardo

Diego Blázquez Gómez

Santiago Calderón Ruiz

Fernando Campo Mozo

Emiliano Cano Díaz

Fernando Cobo Gómez

César Hualde Resano

Daniel Huerta Olmo

Luis Izquierdo Alvarado

Eduardo López Ovies

Manuel Mendaña García

Helios Pardell Martí

Xabier Pascual Gant

Daniel Adolfo Rey-Grimau Garavaglia

Ángel Rodríguez Rivero

Federico Teja Fernández

Contraltos

Marta de Andrés Martín

Lola Bosom Nieto

Marta Caamaño Hernández

Mª José Callizo Soriano

Ángela Castañeda Aragón

Fátima Gálvez Hermoso de Mendoza

Helia Martínez Ortiz

Manuela Mesa Pérez

Ainara Morant Amezaga

Carolina Muñoz Torres

Begoña Navarro García

Beatriz Oleaga Ballester

Laura Ortiz Ballesteros

Adelaida Pascual Ortiz

Pilar Pujol Zabala

Rosa María Ramón Fernández

Ana María Ramos Liso

María Ana Vassalo Neves Lourenço

Daniela Vladimirova Lazarova

Bajos

Alfonso Martín González (jefe de cuerda de bajos)

José Bernardo Álvarez de Benito

Jaime Carrasco González

José Antonio Carril Iruretagoyena

Eliel Carvalho Rosa

Eduardo Córcoles Gómez

Víctor Cruz García

Hugo Abel Enrique Cagnolo

Hélder Jaír Espinosa Borja

Federico Gallar Zamorano

Juan Pedro García Marqués

Antonio Isidoro González Alonso

Mario Nicolás Lizán Sepúlveda

Pedro Llarena Carballo

Álvaro de Pablo González

Alesander Pérez Fernández

Enrique Sánchez Ramos

Francisco Javier Santiago Heras

Manuel Antonio Torrado González

Gabriel Zornoza Martínez

Pianistas

Jesús Campo Ibáñez

Sergio Espejo Repiso


Archivo Coro Nacional de España

Víctor Sánchez Tortosa

Auxiliar del Coro Nacional de España 

Francisco Gabriel Bejarano Navajas

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