Creación 1
Distancia próxima
de esferas sin diluvio.
Magnitud de día primero
en seis edades.
La mirada
intuye dogmas
que sólo el mar conoce.
Temporal 2
Un manto inmenso
de inmensas transparencias.
Arco iris.
Qué extraña el agua
lloviendo sobre el agua.
Sima 3
Algas
que fueran lenguas,
acarician declives
que fueran árbol.
Flores blancas,
flores argentinas,
metálica herrumbre.
Este abismo
es un suave fulgor de álamos
junto al lecho de los ríos.
Quietud 4
El sitio eras tú.
Ancha umbría plagada de tréboles azules
o altura de cigüeña cuidadosa
sobre un campanario mudo.
Detrás, un silencio de luz que colonizan mis versos.
Pongo velas encendidas
sobre las rocas
y espero. Apenas conforme.
Espejo 5
Me miro en tu rostro,
latitud de Apocalipsis.
Cuida las lágrimas de este silencio.
Bautismo 6
Estado de gracia la sal
en la lengua.
El mar
es una noche sin tinieblas.
Reflejos 7
Dos soles sobre el agua
o dos lunas,
que se miran.
Eterna fascinación de luces.
Espejo de infinito.
Palabras de honor ancladas en el fuego.
Mediodía 8
Olor de barcas
acostadas,
secando su torso el sol.
Peso en el viento.
Ancho, el abandono de la hora.
Al mar
le asombra la inmensidad de su nostalgia.
Playa 9
Hogar de la quimera.
Embarque
y amarre
de todas las ausencias.
Sosiego 10
Se dispone la nostalgia como un velo
tendido
-cuarzo
en la arena–.
Las lágrimas
lavaron el dolor sobre una roca.
Rito 11
Corona de luz
ancha de bruma nocturna
sobre la frente.
La luna
escancia caudales de plata en la mirada.
Paradoja 12
Tan leve la espuma,
tan efímera
su estancia blanca
en el borde de las olas.
Me fascina
la ingenua persistencia de tanta armonía.
Voluntad 13
Navegar un trueno,
el último,
por el arco iris;
peregrino rumbo que trazó la lluvia.
Al otro lado de la herida,
la sangre reconciliada
se sueña savia de almendro sobre el agua
deslumbrada, o fuego de hielo
emergiendo del caos.
Por más furtiva que se hizo la mirada
no evitó
que otra muerte le anegara el paisaje.
Pleamar 14
Volvieron a su danza los cisnes agotados.
La sal abatió a la muerte en las orillas
y destruyó su ténebre conspiración.
El rostro de la playa fue una brisa
compadecida
y recobramos los sueños
ocultos
en el vientre de los peces.
El llanto equivocó los mapas
y el agua
–garzo sosegado-,
reveló a las lágrimas la nueva singladura.
Fe 15
Entre el viento y la calma,
desertados del fulgor ilusorio
de la mañana.
Cubiertos de arena los pies
descalzos,
pisan aristas de cuarzo impetuoso.
Justo en el límite del desamparo,
nada tan doliente, como
el remoto indicio
de alguna sabiduría tejiendo una seda turbia
sobre la cruel amenaza de la duda.
Y el derecho inviolable al no-conocimiento.
Horizonte 16
Esas penas
tan largas, que parecen navegar
tan despacio,
una tarde
se disipan por detrás del horizonte
y ese día
creemos
que se ha cerrado la herida.
Otro día,
un mal día gris de lluvia dura,
aparecen de nuevo velas blancas
abatidas,
navegando hasta siempre.
Olvidadas del olvido.
Allí miran las veletas.
Aquí enmudecen campanas.
Pérdida 17
Después de aquella tarde interminable
perdimos el matiz del agua;
esos anchos espejos de luz
del mediodía
y los lirios
que encendían
blancas candelas de frágil magnificencia.
Más tarde hallamos versos.
Versos
convocados por el pálido brillo de la espuma,
agazapados,
como astros diminutos
por detrás de la niebla.
Hipnotizados
en el rumor violeta de otras tardes.
Litoral 18
Ser de azul
marino,
creación del cosmos;
azul polar, antártico
-candente frialdad-
y sosegarme en su aura.
A pesar de la sed inagotable,
esta promesa de gracia y sal oceánica,
seduce y cautiva mi modesta mirada
oscura,
hasta el contraluz total.
Luces 19
Está siempre su gesto
distendido en sonrisa
bailando pececillos azules.
Y, entre los peces, luces.
Están sus manos
cimbreando un mar de trigo.
Y, entre el trigo, flores rojas.
Está su voz sosegada
realzando silencios.
En el silencio deriva mi tristeza.
Rocío 20
Recomponer los cristales rotos de las nubes
heladas
y deslizarme hacia ti
por la estela ardiente
que estrenaron nuestras risas.
Navegar sobre el rostro de la luna
al cabo de su infinito
y hallarte, finalmente,
en la aguda transparencia de las lágrimas.
Por la mañana,
el sol fundiría el rocío en las pestañas.
Naufragios 21
Doblaron por mis almas carillones de hielo.
Comprendo
que aquellos que se fueron antes que nosotros
ya no pueden volver la cabeza.
Que la luna,
a veces,
también naufraga.
Y que haber muerto varias veces
nos transforma la memoria en residencia.
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