domingo, 29 de enero de 2023

UFFIZI 6 ● Tiziano Vecellio. Desde 1550

 


Dánae recibiendo la lluvia de oro (1553). 

Una de sus mejores pinturas mitológicas, o "poesías" como el pintor las llamaba, encargada por Felipe II, para su contemplación privada, en la que se aprecia el cambio de estilo en la técnica pictórica de Tiziano, aunque Miguel Ángel le achacaba deficiencias desde el punto de vista del dibujo. El estudio de Tiziano reprodujo esta misma escena para diferentes encargos. Museo del Prado.

Durante sus últimos veinticinco años: 1550-1576, el artista se empleó, cada vez más, en su faceta de retratista; se volvió muy autocrítico, y su inalcanzable perfeccionismo le impidió terminar muchas obras. Algunas de ellas quedaron en su estudio durante al menos diez años, durante los cuales no se cansaba de retocarlas, añadiéndoles constantemente nuevas expresiones más refinadas, concisas o sutiles. Para cada obstáculo que encontraba en la ejecución de sus lienzos, Tiziano ideaba una nueva y mejorada fórmula. Nunca alcanzó cotas tan altas en emoción y tragedia como en La Coronación de espinas, del Museo del Louvre, en la expresión del misterio y la divinidad de Los peregrinos de Emaús, también en el Louvre, o del heroísmo y la soberbia de El Dux Grimani adorando a la Fe, del Palacio Ducal de Venecia, y la Trinidad, del Museo del Prado.

La coronación de espinas del Museo del Louvre

Los peregrinos de Emaús, Louvre

El Dux Grimani adorando a la Fe. Venecia

Trinidad. Prado

Pero sus pinturas más emotivas fueron realizadas en esta etapa de senectud: las Dánaes de Nápoles y de Madrid, la Antíope del Louvre, el Rapto de Europa, en Boston, colección Gardner, etc. Incluso trató problemas de claroscuro en los efectos nocturnos de sus escenas, como El martirio de San Lorenzo de la iglesia de los jesuitas de Venecia, o San Jerónimo, Louvre. Siempre mantuvo un dominio característico del realismo, como se puede comprobar en los magníficos retratos de esta época, como los de Felipe II, los de su hija Lavinia o varios autorretratos.

Martirio de San Lorenzo. Santa Maria Assunta, Venecia. -San Jerónimo Penitente. Louvre

Lavinia

La relación de Tiziano con Felipe II fue igual de fructífera e intensa que con su padre, Carlos I. En 1552, año en que comunicó al entonces príncipe Felipe el envío de un Paisaje y de la Santa Margarita con el dragón, se inició una correspondencia que ambos mantuvieron ininterrumpidamente y que se intensificó con el paso de los años. 

Santa Margarita con el dragón. Museo del Prado

El tema principal de aquella correspondencia fue, por parte del mecenas, la reclamación de obras en ejecución, y por parte del artista, la de los pagos atrasados. Los pedidos eran numerosos y, aunque Tiziano no pisó la corte de Madrid para retratar al rey, sí le remitió un gran número de obras, algunas de asunto religioso como el Entierro de Cristo, la Oración en el Huerto y una segunda versión del Martirio de San Lorenzo para el monasterio de El Escorial; otras de tema mitológico como las Poesías, o una serie de Venus y otras composiciones de carácter patriótico como, Felipe II ofrece al cielo al infante don Fernando, encargada por el rey en 1571, en conmemoración de la victoria de Lepanto, y La Religión socorrida por España, ambas en el Museo del Prado.

 

Entierro de Cristo. -Oración del Huerto. Museo del Prado

 

Martirio de San Lorenzo, versión de El Escorial. -Religión socorrida por España. M. del Prado

Felipe II ofrece al cielo al infante don Fernando. M. N. del Prado

Acorde con su posición social, Tiziano concertó el matrimonio a su hija Lavinia con Cornelio Sarcinelli of Serravalle. Lavinia sustituyó a su tía Orsa, fallecida por entonces, al frente de la Casa Vecelli, muy próspera por los notables ingresos del artista. La boda se celebró en 1554, pero tristemente, Lavinia murió de parto en 1560.

Tiziano acudió hacia 1555 al Concilio de Trento, punto de partida de la Contrarreforma de la Iglesia de Roma, que precisaba de artistas como él para crear la iconografía necesaria para expandir su mensaje ideológico. 


El artista realizó una pintura de las sesiones del concilio, hoy perdida, de la que existe esta copia en el Museo del Louvre. 

Su amigo Pietro Aretino, falleció inesperadamente, en 1556 y en 1570 murió también Jacopo Sansovino, que también era amigo íntimo.

Aretino, poeta y dramaturgo, por Tiziano, 1545. Palacio Pitti. Florencia, y Jacopo Sansovino, de Tintoretto. Uffizi. 

En septiembre de 1565, Tiziano fue a Cadore y diseñó la decoración de la iglesia del pueblo, parcialmente ejecutada por sus discípulos. Entre las pinturas que la decoraban destacan, una Transfiguración y una Anunciación; hoy en la iglesia del Salvador de Venecia, en la que inscribió, "Titianus fecit", como reivindicación, según su propio testimonio, contra las críticas de los que pensaban que era demasiado mayor para un encargo semejante.

Transfiguración y Anunciación. Iglesia del Salvador de Venecia

En 1566, Giorgio Vasari visitó al maestro en Venecia para llevarle un nombramiento honorífico -junto con los de Andrea Palladio y Tintoretto-, de miembro de honor de la Academia de Artistas de Florencia. De su encuentro en el taller de Tiziano, Vasari escribió: “aunque era muy viejo, lo encontré con los pinceles en la mano”.

Pietà. Tumba de Tiziano en Venecia. 1576

Es la última obra de Tiziano, que debía servir de pago por su sepultura en la Iglesia de los Frari. Murió sin terminarla y fue completada por Palma el Joven. La Piedad es una dramática escena de sufrimiento en un ambiente nocturno. Galería de la Academia de Venecia.

En realidad, Tiziano aceptó encargos hasta el fin de sus días, y, a fin de asegurar la continuidad del taller tras su muerte, encomendó a Cornelis Cort la difusión de varias de sus composiciones en grabados. Cort grabó quince obras y para publicarlas, Tiziano pidió un privilegio válido por quince años.

Cornelis Cort, por Hans Speckaert

Tiziano rondaba los noventa años cuando la peste negra asoló Venecia. Murió a consecuencia de la epidemia –igual que su compañero Giorgione-, el 27 de agosto de 1576. El Senado veneciano derogó una severa medida que enviaba a la fosa común todos los cadáveres de las víctimas que morían de esta enfermedad y permitió que sus restos recibieran un rápido entierro en la iglesia de los Frari. El Senado pagó sus funerales que allí y en la Basílica de San Marcos se celebraron en su memoria. 

La Piedad fue terminada por Palma el Joven, pero paradójicamente no le acompañó en su sepulcro; otra obra suya, la Pala Pesaro, se encuentra cerca de este. En principio nada en especial adornaba su tumba hasta que el gobierno austríaco que invadió Venecia a fines del siglo XVIII encargó a Antonio Canova un monumento conmemorativo que fue terminado en 1795.

Palma el Joven, Autorretrato. Pinacoteca de Brera.

Inmediatamente después de su muerte, su hijo y discípulo Horacio murió en el mismo brote epidémico. Su suntuosa mansión fue saqueada acto seguido.


Alegoría del Tiempo gobernado por la Prudencia. Nat. Gal. Londres

Fallecida su hija Lavinia, a quien pintó en muchas obras y a la que amaba entrañablemente, su hijo Horacio y su nieto, Marco, que aparecen en esta pintura, continuaron su labor. 

Arriba, a la izquierda, el autorretrato del propio Tiziano, en el centro, su hijo Orazio Vecellio, nacido en 1528, que también era pintor, y, a la derecha, su nieto y pupilo Marco Vecellio, nacido en 1545.

Abajo a la izquierda, un lobo asociado a la vejez, ya que devora la memoria de las cosas como el pasado. En el centro, un león símbolo de la fuerza de la madurez. Un animal imponente como el presente. A la derecha, un perro para significar la juventud; un compañero fiel, con gran capacidad de aprendizaje. 

Son escasos los retratos de niños; fuera de las representaciones religiosas, es verdaderamente poco común encontrarlos. Tiziano los hizo aparecer varias veces acompañando a sus progenitores, como en el recientemente recuperado, Retrato de una señora y su hija.

Incluso existe un retrato con una niña como única protagonista: Clarisa Strozzi en el Museo Estatal de Berlín, donde aparece de tamaño natural ocupando el centro de la composición con su perrito y un paisaje de fondo.

Giorgio Vasari

Pero es bien cierto que el modo de hacer que tiene en estas últimas es bastante diferente de su estilo juvenil: las primeras obras han sido realizadas con una cierta finura y una diligencia increíble, y pueden ser vistas de cerca y de lejos; las últimas, realizadas a golpes, de forma gruesa y con manchas, no se pueden ver de cerca, mientras que de lejos resultan perfectas. Y ese modo ha sido causa de que muchos, queriendo imitarlo y mostrarse mañosos, hayan hecho torpes figuras; y esto sucede porque, si bien a muchos parece que han sido hechas sin trabajo, no es esa la verdad y se engañan, pues se ve que han sido retocadas y se ha vuelto a ellas tantas veces con los colores, que se advierte el trabajo. Y ese modo bien hecho es juicioso, bello y admirable, pues hace parecer vivas las pinturas y hechas con gran arte, escondiendo las fatigas.

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UFFIZI

El Hombre Enfermo. c. 1514. Galleria degli Uffizi, Florencia

La grave quietud de esta pintura deriva, en parte de los tonos tan cuidadosamente calibrados.  El título no es de Tiziano.

Caballero de Malta. 1510-15. Galleria degli Uffizi, Florence

La cruz en la capa del hombre lo identifica claramente como un Caballero de Malta. El retrato es típico de los primeros trabajos de Tiziano, en los que todavía estaba fuertemente influido por Giorgione, lo que se aprecia claramente en la forma en que el hombre retratado se coloca y en la elección del formato.

El Obispo Ludovico Beccadelli. 1552. Galleria degli Uffizi, Florence

Ludovico Beccadelli (1501-1572) fue un arzobispo católico italiano, hombre de letras y escritor. Su retrato es una de las obras maestras de Tiziano, pintado en Venecia en 1552, como lo documenta la carta desplegada entre sus manos. Es fácil, según parece, ver la inscripción con el nombre del artista y el de Ludovico Beccadelli, con los títulos de Obispo de Ravello y Delegado Apostólico en Venecia, conferidos por el Papa Julio III.

La obra fue elogiada de inmediato por Pietro Aretino, en un soneto que celebra las cualidades de su semejanza con el modelo y la capacidad de Tiziano para transmitir el carácter tranquilo y al mismo tiempo autoritario del sujeto a través de su pintura. Beccadelli fue, de hecho, un personaje importante en el círculo de los "líderes espirituales" que propugnaban una renovación desde dentro de la Iglesia, durante el difícil período de la Contrarreforma.

 

Francesco Maria della Rovere, Duque de Urbino. 1536-38. Galleria degli Uffizi, Florencia. -Eleonora Gonzaga. c. 1538. Galleria degli Uffizi, Florencia.

Francesco Maria della Rovere (1490-1538) sucedió a su tío Guidobaldo da Montefeltro como gobernante de Urbino. Aunque al principio estaba protegido por su tío, el Papa Julio II (Giuliano della Rovere), perdió el poder bajo el Papa León X, de los Medici, pero pudo recuperar sus territorios después de su muerte. Fue uno de los líderes militares más importantes de Italia y con frecuencia sirvió a la República de Venecia.

Quizá por las limitaciones del retrato de corte, quizá también porque no tenía presente a su modelo -sabemos que éste envió su armadura al pintor en Venecia, pidiéndole que apresurara el trabajo-, al retrato, aunque apasionado y lleno de orgullo, le falta algo de la profundidad espiritual de tantos otros del artista.

Al crear un par de pinturas de Francesco Maria della Rovere y Eleonora Gonzaga, duque y duquesa de Urbino, Tiziano repitió previsiblemente muchos de los temas vistos en el doble retrato de Piero della Francesca de sus predecesores, Federico da Montefeltro y Battista Sforza. Una vez más, el retrato masculino es más tosco e individualizado, enfatizando las hazañas y aventuras militares. Francesco Maria posa alerta con su armadura reluciente y asombrosamente representada, su brazo derecho y su bastón se proyectan dramáticamente hacia el espacio del espectador. Detrás de él, un espléndido casco de desfile con plumas, que refleja el rojo vibrante y palpitante de una cortina de terciopelo, se enfrenta a un juego de lanzas. 

En marcado contraste, Eleonora Gonzaga se sienta delicadamente en su silla, inmóvil dentro de su vestido de corte muy detallado pero representado con mucho menos amor. Su perro mascota yace aburrido en una mesa frente a una ventana. El paisaje de Tiziano es extenso pero intransitable, marcado por la torre de una iglesia en su distancia azul idealizada.

Al crear la pareja de pinturas de Francesco Maria della Rovere y Eleonora Gonzaga, duque y duquesa de Urbino, Tiziano repitió previsiblemente muchos de los temas vistos en el doble retrato de Piero della Francesca de sus predecesores, Federico da Montefeltre y Battista Sforza. 

Mujer joven, c. 1515. Galleria degli Uffizi, Florence

Estudio para el Duque de Urbino, c. 1536. Gal. Uffizi, Florence

Este es el único dibujo sobreviviente conocido de Tiziano para cualquiera de sus retratos pintados. Estudio sobre todo de la armadura y para captar la pose, se basa claramente en un modelo más que en el propio duque, a quien la cabeza se parece poco. El dibujo confirma así lo que, en cualquier caso, cabía sospechar: que los retratos de Tiziano no fueron realizados en presencia de sus modelos, la mayoría de los cuales eran demasiado grandes o estaban demasiado ocupados para dedicar mucho tiempo a posar para el pintor.

Ángel de la Anunciación, c. 1560. Galleria degli Uffizi, Florence

De “movimiento” similar, aunque la pose no se corresponde del todo, generalmente, se considera que este dibujo fue preparatorio para el Retablo de San Salvador.

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domingo, 22 de enero de 2023

Ágatha Christie desaparecida


“Fui estúpida, estúpida... porque amaba profundamente la vida”.

Quizás ante la biografía de un buen escritor o escritora, ya sea por perfección literaria o por contenido, deberíamos atenernos a su obra y obtener de ella los resultados críticos necesarios, sin necesidad de recurrir a apreciar o condenar lo escrito, basándonos en diversos aspectos de su vida personal y acaso, privada. El problema con Ágatha Christie, es que, precisamente un importante evento personal, dada su notoriedad, llegó a interesar por encima de sus excelentes y entretenidas historias policíacas.

Autora de asuntos de “misterio” ingeniosos y sin grandes complicaciones, dio lugar a un verdadero misterio, de carácter personal, todavía no aclarado, y que afectó profundamente a su personalidad y a la imagen que de ella hemos podido forjarnos.

Ágata, de pequeña, y sentada junto a su padre, Frederick Miller, en sendas imágenes de su “Autobiografía”, publicada en 1977.

Agatha Mary Clarissa Miller nació el 15 de septiembre de 1890 en Wallingford, al sureste de Inglaterra, y aunque los límites entre las escalas llamadas sociales no están definidos matemáticamente, sí suelen ser agrupadas por su poder adquisitivo, y así, se dice que la familia de la futura escritora de novelas, formaba parte de la “alta” burguesía, también definida como de carácter “liberal”. 

Recibió su primera formación en casa, de la que se ocupó su madre, Clara Boehmer, y aprendió a leer a los cinco años, desarrollando, al parecer, un temprano interés por la lectura.

Tras la muerte de su padre en 1901, fue enviada a estudiar en París durante cinco años.

En París en 1906. (16 años) "Mi primer amor fue la música, quería ser pianista. Estudié piano y canto en París. Me decepcionó mucho cuando descubrí que nunca sería lo suficientemente buena como para ser una profesional, pero es bueno haber tenido un sueño y haberlo disfrutado".

Después se fue a vivir con su madre a Egipto, en El Cairo, que era entonces un destino turístico habitual de los británicos ricos, circunstancia que proporcionó a la escritora el acceso a una vida de cierta altura social, y la base de su primera novela, más bien romántica, que tituló Snow Upon the Desert/Nieve sobre el desierto

Al volver a Inglaterra, durante una fiesta a la que asistió el día 12 de octubre de 1912, conoció a Archibald Christie, un oficial del Royal Flying Corps, con el que se casó en 1914, teniendo su primera y única hija, Rosalind, en 1919.

Archie y yo con nuestras tablas de surf en Honolulu."Un maravilloso y ligero vestido de baño de lana verde esmeralda, que fue la alegría de mi vida, y en el que pensé que me veía notablemente bien!", escribió Agatha.

Cuando colaboraba como enfermera, durante la Primera Guerra Mundial, escribió la novela, El misterioso caso de Styles, publicada en 1920, en la que ya aparecía el detective Hércules Poirot

Christie como enfermera voluntaria en el hospital-dispensario de Torquay durante la Primera Guerra Mundial. 

Otros personajes creados por ella como detectives, fueron, Miss Marple, y Tommy y Tuppence Beresford.

En 1926, sumida en una fuerte depresión, a causa del abandono de su marido, desapareció inesperadamente. Su coche fue hallado pronto y ella misma, once días después, en un hotel, en el que, afectada de un posible cuadro de amnesia, se había inscrito con un nombre falso, pero no surgido del azar.

En 1930, volvió a casarse; esta vez, con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en sus viajes a Irak y Siria, lugares que inspiraron algunas de sus novelas, como, Asesinato en Mesopotamia, Muerte en el Nilo, en 1936, y Cita con la muerte, en 1938, entre otras, algunas de las cuales fueron adaptadas para teatro y cine, con muy buena aceptación.

Pero, volvamos al principio.


Su madre, Clara, o Clarissa Boehmer, originaria de Belfast, había nacido en 1854 como única niña del matrimonio del capitán Frederick Boehmer con Mary Ann West, que, además de Ágatha, tuvieron otros cuatro hijos varones, uno de los cuales murió joven. El capitán Boehmer falleció en un accidente de equitación durante una estancia en Jersey, en abril de 1863, por lo que la abuela Mary Ann tuvo que criar sola a sus hijos.

A causa de su mala situación financiera, envió a Ágatha a vivir a Sussex Occidental, con su tía Margaret Miller, casada desde 1863 con el millonario estadounidense, Nathaniel Frary Miller. Allí conoció Clara a su futuro marido, Frederick Alvah Miller, un agente de bolsa estadounidense, considerado agradable y amable por su entorno cercano, que pronto estableció una relación amorosa con Clara, con quien se casó en abril de 1878. Tuvieron tres hijos, Agatha Mary Clarissa, Margaret «Madge» Frary (1879-1950) y Louis “Monty” Montant Miller (1880-1929). Agatha nació en una villa en Torquay llamada “Ashfield”, comprada por su madre.


Agatha Christie diría más adelante, que su infancia fue “muy feliz” y que había crecido rodeada de mujeres fuertes e independientes. Su vida alternó entre su casa de Devonshire y las residencias de su abuela y tías en Ealing, West End y algunas partes del sur de Europa, donde su familia pasaba las vacaciones de invierno.

Oficialmente cristiana, fue criada en un hogar en el que imperaba el esoterismo; de hecho, ella y sus hermanos, creían que su madre. Clara, tenía percepciones extrasensoriales. Sus padres insistieron en que Ágatha recibiera una educación hogareña, y se encargaron de enseñarle a leer, escribir y resolver operaciones aritméticas básicas. Si bien su madre creía que los niños no debían aprender a leer hasta la edad de ocho años, Agatha aprendió a los cuatro. También fue instruida en música y aprendió a tocar instrumentos como la guitarra y la mandolina.

Fue una lectora insaciable desde muy pronto, y entre sus libros preferidos se hallaban los infantiles, escritos por Mary Louisa Molesworth: The Adventures of Herr Baby/Aventuras de Herr Baby (1881); Christmas Tree Land/Tierra de Árboles de Navidad (1897) y The Magic Nuts/Las Nueces Mágicas (1898). También leyó la obra de Edith Nesbit, especialmente, títulos como The Story of the Treasure Seekers/Historia de los Buscadores de Tesoros (1899), The Phoenix and the Carpet/El Fénix y la Alfombra (1903) y The Railway Children/Los Niños el Ferrocarril (1906).

Más adelante empezó a leer a Edward Lear, -autor de poesía absurda; nonsense, que escribía limericks, es decir, poemas humorísticos breves, de cinco versos, de los que los dos primeros riman con el último, y a Lewis Carroll, el creador de Alicia en el País de las Maravillas. 

Pasaba mucho tiempo con sus mascotas, y gran parte de su infancia transcurrió en soledad y aislada de otros niños. 


A pesar de todo, llegó a relacionarse con un grupo de niñas en Torquay durante un período que después definió como “uno de los mejores momentos de mi existencia”, en cuyo transcurso, participó, junto con sus amigas, en una producción operística juvenil de Gilbert y Sullivan, titulada The Yeomen of the Guard, en la que interpretó a la heroína, Fairfax.

Su padre sufrió varios ataques al corazón, hasta que murió, en noviembre de 1901, a la edad de 55 años, dejando a su familia profundamente desolada y con una muy reducida capacidad económica.

Agatha y su madre siguieron viviendo juntas en su casa de Torquay, mientras que Madge se trasladó a Cheadle Hall con su marido y Monty se unió al ejército para luego ser enviado a Sudáfrica, donde luchó en la Guerra de los Bóers. Agatha declararía más tarde que la muerte de su padre, que se produjo cuando tenía once años, marcó el fin de su infancia. 

En 1902, empezó a recibir formación reglada en la Escuela de Niñas de la Señorita Guyer, en Torquay, pero le resultó difícil adaptarse al régimen disciplinario. En 1905, fue a París, donde estudió en tres centros; Mademoiselle Cabernet, Les Marroniers y en el de la señorita Dryden

Al volver a su ciudad, en 1910, supo que su madre estaba enferma y ambas decidieron pasar un tiempo juntas en la zona más cálida de El Cairo, donde se alojaron durante tres meses en el Gezirah Palace Hotel. Fue entonces cuando visitó monumentos egipcios como la Gran Pirámide de Guiza, aunque no mostró interés en aquel momento, por la arqueología y egiptología, que llegarían a ser un aspecto relevante en su obra años después. 

Ya de vuelta en Gran Bretaña, reanudó su vida social, así como la escritura y la participación en teatro para aficionados, colaborando en la producción de la obra, The Blue Beard of Unhappiness / La Barba Azul de la Infelicidad, con un grupo de amigas. Algunas de sus primeras obras fueron publicadas, pero Christie decidió no centrarse en esta actividad como futuro profesional.

Disfrazada para la producción de sus amigas, titulada, The Blue Beard of Unhappiness.

Mientras se recuperaba en la cama de una enfermedad, escribió su primer cuento, The House of Beauty/La Casa de la Belleza; unas 6000 palabras sobre el mundo de “la locura y los sueños”, de la que el biógrafo Janet Morgan escribió que, a pesar de “desaciertos de estilo”, la historia era “convincente”.

La mayoría de sus relatos posteriores, en especial, The Call of Wings/La llamada de las Alas y The Little Lonely God/El pequeño Dios Solitario, mostraban su interés por el espiritismo y lo paranormal. Algunas publicaciones las rechazaron, aunque fueron versionadas y lanzadas más tarde con otros títulos.

A continuación, publicó en El Cairo su primera novela, Snow Upon the Desert/Nieve sobre el Desierto, basada en sus recientes experiencias en aquella ciudad. Le inquietó que algunas editoriales se negaran a publicarla y su madre le sugirió que pidiera consejo a un amigo de la familia, el escritor Eden Philpotts, quien la alentó a que continuara con su obra y le envió una introducción a su agente literario, Hughes Massie, que, sin embargo, también rechazó Snow Upon the Desert, a la vez que sugería la preparación de una segunda novela.

Tuvo breves relaciones infructuosas con cuatro hombres hasta que conoció a Archibald “Archie” Christie (1889-1962), —aviador de la Royal Flying Corps— en un baile. Archie había nacido en la India y era hijo de un juez civil. Se enamoraron rápidamente y, al enterarse de que sería destinado a Farnborough, Archie le propuso matrimonio; Agatha aceptó la propuesta.

En 1914, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, su marido fue destinado a Francia. Agatha también colaboró durante la guerra, a través de la Voluntary Aid Detachment (VAD), atendiendo a soldados heridos en el Hospital de Torquay. A su colaboración como enfermera, profesión a la que definió como “uno de los trabajos más gratificantes que cualquiera pueda tener” dedicó 3.400 horas de trabajo, no remunerado, entre octubre de 1914 y diciembre de 1916, y como dispensadora hospitalaria para la Cruz Roja, cobró 16 Libras anuales hasta el final de su servicio en septiembre de 1918. Aquel trabajo tuvo cierta influencia en su obra ya que muchos de los asesinatos que relató se llevaron a cabo con venenos y sustancias que entonces conoció. Finalmente, Archie volvió a Gran Bretaña en septiembre de 1918 como coronel en el Ministerio del Aire, y ambos se instalaron en un departamento en Northwick Terrace, al noroeste de Londres.

Wilkie Collins, en 1853, y Arthur Conan Doyle

Después de leer La dama de blanco y La piedra lunar (1868) de Wilkie Collins, así como las primeras historias de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, Ágatha se aficionó a los relatos detectivescos y fue así, como en 1920 escribió su primera novela policíaca, El misterioso caso de Styles, en el que presentó al detective Hércules Poirot, descrito como un ex oficial de la policía belga, refugiado en Gran Bretaña después de la invasión alemana en Bélgica, bien retratado con sus “magníficos bigotes”. 

La novela fue rechazada por seis editoriales, pero John Lane, de The Bodley Head la analizó durante varios meses y luego se ofreció a publicarla si Ágata modificaba el final. Ella aceptó y firmó un contrato que después percibió como abusivo; se vendieron 2000 copias. Según The Times Literary Supplement, “el único defecto que tiene esta historia es que es casi demasiado ingeniosa... Se dice que es el primer libro de la autora y.… una historia de detectives en la que el lector no sería capaz de localizar al criminal”.

En agosto de 1919, nació su hija Rosalind, en Ashfield, donde el matrimonio pasaba mucho tiempo. 

Ágatha y su hija Rosalind. 1926

Archibald abandonó la Fuerza Aérea hacia el final de la guerra y empezó a trabajar en el sistema financiero de Londres, con un salario relativamente bajo.

La segunda novela de Ágatha, El misterioso señor Brown, de 1922, presentó a su nueva pareja de detectives: Tommy y Tuppence Beresford. En la tercera, Asesinato en el campo de golf, de 1923, volvió Poirot como protagonista. Bruce Ingram, director de la revista Sketch, The Times Literary Supplement, comparó los métodos de Poirot con los de Sherlock Holmes y concluyó, favorablemente: el libro “ofrece al lector un misterio apasionante de tipo poco común”. Por su parte, The New York Times Book Review, señaló: “aquí hay una muy buena historia de detectives que puede ser calurosamente recomendada a los que les gusta ese tipo de ficción”. 

Por entonces, el matrimonio Archie-Ágatha, dejó a su hija Rosalind con la madre y la hermana de la escritora y recorrieron, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y Hawai, para promocionar una Exhibición del Imperio Británico. En Waikiki, fueron de los primeros británicos que practicaron el “surf”.

El prólogo de la “tragedia”.

Agatha Christie hacia 1926. Bettmann/Getty Images

En 1926 ya se había consagrado como una de las grandes autoras de novela de detectives británica, con su personaje Hércules Poirot, en creciente popularidad. Pero el infortunio no tardó en seguir al éxito; a finales de aquel mismo año, su marido, Archibald le dijo, al parecer, sin rodeos, que ya no la quería; que estaba enamorado de otra mujer, llamada Nancy Neele, y que iba a solicitar el divorcio. Por el momento, siguieron conviviendo, pero el día 3 de diciembre; tuvieron una discusión, tras la cual, él abandonó su residencia de Berkshire y se fue a pasar el fin de semana con su amante en Surrey. 

Acto seguido, alrededor de las diez menos cuarto de la noche, Ágatha también abandonó su hogar, dejando una carta a su secretaria en la que le decía que iba a Yorkshire, pero no regresó.

Con su marido, Archibald.

Ágatha se sumergió en un extraño mar de silencio.

Su coche, un Morris Cowley, fue encontrado en Newlands Corner cerca de un lago próximo a Guildford, en el que había ropa y un permiso de conducir caducado. 


La publicación del suceso causó una profunda conmoción entre sus lectores y atrajo la atención de la prensa. Incluso, el ministro del Interior, William Joynson-Hicks, presionó a la policía, y un periódico ofreció 100 libras como recompensa por cualquier información. Más de mil agentes de policía, 15.000 voluntarios y varios aviones rastrearon la zona en la que había aparecido el coche.

Sir Arthur Conan Doyle, incluso, entregó un guante de Ágatha a un médium para que intentara deducir su paradero y el suceso se publicó en la primera página del New York Times. Pero la escritora no aparecía.

“Encontrada con vida”.

Once días después. el 14 de diciembre de 1926, Ágatha fue localizada en el Swan Hydropathic Hotel en Harrogate, una ciudad balneario de moda en Yorkshire, donde se había registrado como Teresa Neele —precisamente, el apellido de la amante de su marido, y figuraba como nacida en Ciudad del Cabo. 

Al ser interrogada, declaró que no sabía por qué estaba allí y tampoco fue capaz de reconocer a su marido. Se decidió entonces someterla a tratamiento psiquiátrico en Harley Street.


Cientos de personas en la estación de King's Cross esperan la llegada de la escritora y su esposo, el coronel Archibald Christie, en diciembre de 1926. Hulton Archive.

Ágatha Christie prácticamente no dio, o no pudo dar explicaciones al respecto. Una de las pocas veces que se refirió al tema, catorce años después, en el transcurso de una entrevista con el diario británico ‘Daily Mail’, en 1928, la escritora se refirió a su estado mental: 

Después de hablar del fallecimiento de su madre, razón por la cual estaba deprimida, muy triste y necesitada de comprensión, se refirió a “otros problemas privados en los que preferiría no entrar”, y añadió:

“Voy a ser honesta. Esa noche tenía pensamientos suicidas. Sufría de insomnio y depresión, solo quería que mi vida terminara”, -dijo.

Sobre la noche de la desaparición, dijo que había conducido sin pensar y “cuando creí estar cerca del acantilado, solté el volante. Pero el coche chocó contra algo y se detuvo de golpe”.

Su cabeza pudo recibir un fuerte golpe, que explicaría los rastros de sangre hallados en el volante y, es posible que entonces, se produjera el lapsus en su memoria.

“Recuerdo haber llegado a una estación de tren y sorprenderme al saber que era Waterloo (...) Todavía no entiendo por qué los encargados no me reconocieron ni me ofrecieron ayuda si vieron que estaba herida”, -añadió.

Daily Mail, 1928, dos años después; “Salí de casa esa noche en un estado de mucho nerviosismo, con la intención de hacer algo desesperado (…) Cuando llegué a un punto del camino, pensé estaba cerca de la cantera, me salí del camino, colina abajo. Solté el volante y dejé que el coche avanzara. De pronto, chocó con algo y dio una sacudida inesperada, que me lanzó contra el volante, y mi cabeza se golpeó con algo. Hasta ese momento yo era la señora Christie”.

Aunque dos médicos le diagnosticaron fuga psicogénica, la opinión, en cuanto a las razones de su desaparición no quedó clara, a causa de varias incoherencias entre sus actos y sus explicaciones. A pesar de que se dijo que habría sufrido una crisis nerviosa, dado que era propensa a la depresión, en aquel momento, agravada por la muerte de su madre, producida a principios de año, la reacción pública fue generalmente negativa, pues se consideró que había fingido su desaparición como truco publicitario o para hacer creer a la policía que su marido la había matado.

El Daily News, incluso publicó imágenes en las que ofrecía la posibilidad de que la escritora anduviera disfrazada y tranquila, mostrando imágenes relativas al aspecto que podría ofrecer. 

“La Sra. Ágatha Christie, tal como aparecía últimamente, en el centro, y a izquierda y derecha, cómo podía haberse disfrazado, alterando su peinado y poniéndose gafas. El Coronel Christie dice que su mujer le había dicho que podía desaparecer a voluntad si así lo deseaba y, en vista de que ella era escritora de novelas policiacas, sería muy natural que adoptara tal forma de disfraz para llevar a cabo esa idea.”

¿Por qué -nos preguntamos-, una percepción tan negativa? ¿Por la tópica consideración social hacia la mujer? ¿Quizás ella había dado muestras de ansiar la fama? ¿O la consideraron rencorosa, vengativa, e incapaz de aceptar su abandono? En cualquier caso, una reacción general tan negativa, no resulta muy explicable ante la serie de circunstancias realmente difíciles para ella, Por otra parte, se habló después, de que su verdadera amargura provendría del hecho de que, siendo cristiana, el intento de suicidio constituiría un pecado, de cuya culpa no pudo librarse fácilmente.

“DESAPARECIDA”. Cartel anunciador.

El autor Jared Cage entrevistó a testigos y familiares de la escritora para su libro biográfico, Agatha Christie y los 11 días perdida, y la mayoría sugirió que había llevado a cabo su desaparición intencionadamente, para avergonzar a Archibald sin imaginar la notoriedad pública que alcanzaría el suceso. Incluso, la película de Michael Apted de 1979, titulada Agatha, y protagonizada por Vanessa Redgrave, Dustin Hoffman y Timothy Dalton, recreó una protagonista planificando su suicidio para incriminar a la amante de su marido.


15 Diciembre 1926. Primera fotografía de prensa mostrando a Ágatha cuando abandonaba el spa hotel - The Harrogate Hydro.

"Me sentía como un zorro, acosado, mis tierras holladas y sabuesos aullando que me seguían por todas partes. Siempre había odiado la notoriedad de cualquier tipo, y ahora tenía tal dosis que en algunos momentos sentía que casi no podía soportar aquella vida.” (An Autobiography p364). Agatha Christie: Unfinished Portrait. Bankside Gallery in London. 2015


Finalmente, los Christie se divorciaron en 1928. Madre e hija se instalaron en las islas Canarias, donde ella terminó de escribir El misterio del tren azul

A finales del mismo año, escribió su primera novela bajo el pseudónimo de Mary Westmacott: El pan del gigante, no integrada en el género detectivesco, pues se trata de una ficción en la que un compositor se ve forzado obligado a trabajar por razones financieras. 

Su primer gran éxito había llegado con la publicación de El asesinato de Roger Ackroyd, en 1926. La novela, de la cual se comercializaron 5.000 copias en la primera tirada, recibió muchas opiniones y generó una controversia por la forma en que cambiaba las reglas tradicionales de la novela policíaca.

En 1928 se divorciaron. Archibald se casó con Nancy Neele y Agatha obtuvo la custodia de Rosalind. Por su estabilidad mental, y para evitar el acoso de la prensa, su médico de cabecera le aconsejó abandonar por un tiempo Gran Bretaña. Agatha partió con Rosalind a las Islas Canarias, donde ella terminó de escribir El misterio del tren azul, y, luego, a las Baleares, pasando un tiempo en Puerto Pollensa, en Mallorca.

El mismo año, la publicación de El misterio de Sittaford produjo una notable cantidad de críticas. El Times Literaty Supplement ofreció una opinión positiva y señaló, en su edición del 3 de mayo de 1928: “el lector no se sentirá decepcionado cuando el distinguido belga, por motivos psicológicos, se niegue a sospechar del marido detenido y actúe por sugerencia de una muchacha fea que constantemente se burla de su madre absurda, construye deducciones casi desde el aire, y las apoya con una amplia variedad de evidencia negativa [...]”. 

Robert Barnard dijo que era “la historia que menos le gusta a Christie.”

Animada tras una conversación en el transcurso de una cena, Ágatha viajó a Bagdad y de allí, a la zona arqueológica de Ur, donde hizo amistad con los dirigentes de una excavación; Leonard y Katharine Wooley, quienes la invitaron a volver al año siguiente, que fue cuando conoció al arqueólogo Max Mallowan (1904-1978), a quien definió sencillamente, como un “hombre delgado, moreno, joven y muy tranquilo”, pero con el que, tras un breve noviazgo, contrajo matrimonio en septiembre de 1930, en la isla de Skye, celebrando su luna de miel con un viaje por Italia, Yugoslavia y Grecia.

Ante el Partenón de la Acrópolis. Atenas, 1958

Max Mallowan y Ágatha Christie

El matrimonio fue tranquilo y así se mantuvo hasta la muerte de la escritora en 1976. Solían pasar los veranos en Ashfield con Rosalind; la Navidad con la familia del hermano de Mallowan en Abney Hall; los finales de otoño, trabajando en excavaciones arqueológicas —principalmente en Siria e Irak— y el resto del año en Londres, en su casa de campo en Wallingford, Oxfordshire.

Sus viajes con Mallowan se reflejan claramente en algunas de sus novelas; las ambientadas en el Medio Oriente. Después de una estancia en Turquía y Bagdad, su personaje Miss Marple, adquirió protagonismo en la novela Muerte en la vicaría, representada en el Teatro de la Embajada en West End, Londres. 

Otras obras —como: Y no quedó ninguno— se desarrollan en torno a Torquay, donde se crió. La de 1934: Asesinato en el Orient Express, fue escrita en el Hotel Pera Palace de Estambul, donde se ha mantenido intacta la habitación en la que se alojó la escritora, como un homenaje. 

Su propiedad en Greenway, Devon, adquirida por la pareja como residencia de veraneo en 1938, se halla en la actualidad bajo custodia del National Trust. La autora visitaba a menudo la residencia de su cuñado James Watts en Abney Hall, que supuso una gran influencia para ella, a tal punto que se basó en ese lugar para confeccionar al menos dos producciones literarias, Pudding de Navidad para la colección de cuentos del mismo nombre y la novela Después del funeral.

Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras su esposo trabajaba en El Cairo, ella investigó en la farmacia del University College de Londres, donde adquirió nuevos conocimientos sobre los venenos, que se vieron reflejados en sus historias publicadas en los años de posguerra. El farmacéutico Harold Davis, posteriormente trasladado al Ministerio de Salud del Reino Unido, le informó sobre el uso del talio como veneno, y en El misterio de Pale Horse, publicada en 1961, ella se sirvió de lo aprendido, para el método de ejecución de las víctimas, al que agregó indicios como la caída del cabello. De hecho, su descripción de la intoxicación con talio fue tan precisa que curiosamente ayudó a resolver un caso médico que resultaba desconcertante para los especialistas.


Entre 1941 y 1942, la agencia de inteligencia británica, MI5, investigó a Agatha Christie, porque en El misterio de Sans Souci contó una historia basada en la cacería de dos de los principales agentes de espionaje secretos de Adolf Hitler en el Reino Unido. Uno de sus personajes, Major Bletchley, era presentado como un ex oficial del Ejército Indio, que afirmaba conocer los secretos de guerra de Reino Unido. Los temores de la agencia MI5, de que Christie supiera de los planes de Hitler fueron tan claros, que decidieron investigar sus contactos, especialmente, al criptógrafo Dilly Knox, sospechando que los conocimientos de la escritora sobre el asunto provenían de él. Pero las sospechas desaparecieron pronto, aunque Ágata Christie no dejó de sorprenderse al ver que la publicación del libro en Estados Unidos, se retrasó hasta la unión de ese país con los aliados en el conflicto bélico. 

El período de guerra fue el momento de mayor prestigio de su carrera. Algunas de sus publicadas entonces, fueron: Cinco cerditos, Diez negritos -con diez millones de ejemplares vendidos, según Guinnes-, El caso de los anónimos, Un cadáver en la biblioteca, y Maldad bajo el sol. De hecho, Diez negritos figura como la novela de misterio más vendida de todos los tiempos cuantificados.

A finales de 1946, la utilización del pseudónimo, Mary Westmacott, fue seriamente cuestionada tras la aparición de, Lejos de ti esta primavera; una gran contrariedad para la autora, que, al parecer, con aquel seudónimo, además de ser ya suficientemente conocido como para sustituirlo, facilitaba a la escritora la posibilidad de publicar sin ser asociada con aquella Agatha Christie desaparecida. 

Al principios de la década de 1950, escribió menos novela, porque dedicó gran parte de su tiempo a las producciones teatrales, obteniendo un notable éxito con La ratonera, de 1952; que fue representada durante treinta años, en el West End, alcanzando 12.483 representaciones en 1983, y con la asistencia de más de cinco millones de espectadores. Por otra parte, se vendieron 252 toneladas de programas, y la obra pasó después a ser representada en 41 países.

En 1950 fue nombrada miembro de la Royal Society of Literature; recibió el primer Grand Master Award, concedido por la Asociación de Escritores de Misterio; fue nombrada Comendadora de la Orden del Imperio Británico; presidenta del Detection Club; doctorado honorario de la Universidad de Exeter, y ya en 1971, la reina Isabel II la promovió a Dama Comendadora.


Entre 1971 y 1974, su salud se deterioró considerablemente, aunque siguió trabajando. Su última aparición pública fue en 1974, cuando asistió al estreno de la versión cinematográfica de Asesinato en el Orient Express.

La última historia con Poirot, Telón, fue publicada en diciembre de 1975, y el último libro con Miss Marple; Un crimen dormido, apareció en octubre de 1976; ambos habían sido escritos en la década de 1940.

Agatha Christie con su marido, Max Mallowan (izquierda) y Peter Saunders (Manager). (GTRES/AP PHOTO).

En enero de 1976, ante el debilitamiento de su estado físico, cedió los derechos de autor de La ratonera a su único nieto. Investigadores canadienses, consideran que pudo sufrir Alzheimer o demencia senil.

Agatha Christie con su nieto, Mathew Prichard, en 1955. Foto Keystone Getty Images

Ágatha Christie falleció, de muerte natural, el 12 de enero de 1976 a los 85 años, en su residencia Winterbrook House de Wallingford, Oxfordshire. Sus restos fueron inhumados en el cementerio de la iglesia parroquial de Santa María en Cholsey.

El entierro de Agatha Christie en la Parroquia de Cholsey, en Berkshire. Detrás del ataúd, su esposo, Max Mallowan, su hija Rosalind Hicks y su nieto Matthew Prichard -el que lleva un ramo de flores. (Photo by © Hulton-Deutsch Collection/CORBIS/Corbis via Getty Images).

Su marido, que volvió a casarse, en esta ocasión, con una colega llamada Barbara Hastings Parker, falleció apenas dos años después, en 1978, y fue inhumado al lado de Ágatha Christie.

Su única hija, Rosalind Margaret Hicks, murió el 28 de octubre de 2004 a la misma edad y por las mismas causas que su madre.

Su nieto, Mathew Prichard, nacido en 1943, heredó los derechos de algunas de sus obras, que no habían sido ya vendidos, y pasó a ser presidente de Agatha Christie Limited. 

Ágata Christie publicó 66 novelas policiacas, varias obras de teatro, seis novelas románticas, historias cortas, dos autobiografías, dos libros de poesía y un libro infantil. 

De las dos autobiografías —publicadas después de su muerte—, una resume su vida profesional y privada hasta 1965, y la otra habla de sus experiencias en Medio Oriente junto a su esposo.

Y, repasada esta breve, aunque con pretensiones de completa, biografía, surgen de nuevo las preguntas y posibles deducciones, que sugiere el hecho de su desaparición, sobre la que, ya en principio, tenemos dudas para definir como voluntaria o involuntaria.

Como hemos apuntado, publicó sus seis novelas románticas con el pseudónimo de Mary Westmacott, entre 1930 y 1956, al parecer, debido a su carácter introvertido y su dificultad para expresar emociones y sentimientos, porque las dos primeras obras de este género tenían un toque autobiográfico. Y, sabido esto, surgen las preguntas: ¿por qué continuó usando el nombre del marido infiel; Christie?, Pues lo mantuvo, no sólo en sus libros, sino en su propia vida, pues es un hecho, que no muchos la conocen por otro nombre; ni el suyo de familia, ni el de su segundo marido, ni el seudónimo.

Con respecto a sus relatos policiales, manifestó que tenían como objetivo, “ayudar a salvar la inocencia. Porque es la inocencia lo que importa, no la culpa”.

Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único. (Miss Marple).

Un gesto ¿voluntariamente inexpresivo?

No hay bases para extraer conclusiones; parece que esta historia permanecerá cubierta por la sombra de la duda que la oscureció, hace ya casi un siglo. 

Agatha Christie firma ediciones francesas de sus libros en 1950 (Photo by Hulton Archive/Getty Images).

El Arqueólogo Max Mallowan

Una de las últimas fotos de Ágatha con Max Mallowan.

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