martes, 26 de noviembre de 2019

Benito Pérez Galdós • Estudiante en Madrid (2)



Galdós. En la BNE: “La Verdad Humana”.

Benito Pérez Galdós nació en Las Palmas de Gran Canaria, el 10 de mayo de 1843 y falleció en Madrid, el 4 de enero de 1920.

Galdós ha sido muchas veces comparado con Miguel de Cervantes, especialmente, en cuanto a la trascendencia de una obra literaria, profunda y sinceramente testimonial en ambos casos. Aunque diversa entre sí, en cuanto a la forma y la técnica, la obra de los dos grandes escritores refleja su profunda capacidad de observación, su genio franco y sin dobleces, su afección sincera hacia los personajes, su brillante técnica para sintetizar caracteres, y en fin, su admirable capacidad de percepción, que podríamos calificar, sencillamente, de universal.

Y centrándonos en Galdós, constatamos el hecho de que imprimió un nuevo rumbo a la novela en España; en términos de historia literaria, supuso la transición del romanticismo al naturalismo, que enriqueció con su excelente visión psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós observa la vida con una "intuición serena de la realidad".

En lo que respecta a la Historia de la Literatura Universal, conviene recordar que nuestro escritor fue propuesto para el Premio de Literatura de la Academia Sueca, Nobel, en 1912, que probablemente habría alcanzado, de no mediar poderosas influencias en su contra, como veremos más adelante.

En parte, se le recuerda por su actividad política, pero es un hecho, que, si aceptó un papel en este terreno, lo hizo a solicitud de amigos y compañeros, pero es bien sabido que, si bien se interesaba por la situación social, caótica y despiadada en ciertos momentos de su vida, personalmente, nunca tuvo un interés personal en figurar como representante político.

Pues bien, Benito María de los Dolores –que era su nombre completo-, fue el décimo hijo de Sebastián Pérez y Dolores Galdós; militar él y extremadamente dominadora ella, en el terreno familiar, hija, por cierto, de un secretario de la Inquisición, mientras la hubo. Se dice que Sebastián era aficionado a narrar sus experiencias en el contexto de la Guerra de la Independencia, que había vivido en primera persona, con lo que, posiblemente, despertó el interés del futuro escritor por los asuntos históricos que, más tarde nos contaría con sinceridad, conocimiento y maestría.

Desde 1852 –a los 9 años-, estudió en el Colegio de San Agustín, de las Palmas de Gran Canaria; centro que había adoptado avanzadas técnicas pedagógicas e incluía en sus planteamientos las posibilidades resultantes de la Teoría de la Evolución de Darwin, que Galdós reflejaría en Doña Perfecta

Aún no tenía el título de Bachiller, cuando empezó a colaborar en la prensa local, no solo con obras de carácter satírico y cuentos, sino también, con ensayos. Su entorno académico fue también testigo de su habilidad para la pintura, y, sobre todo, de su sorprendente memoria.

Todo parecía marchar de acuerdo con los planes familiares, hasta que el joven Benito, conoció inesperadamente a una prima suya, llamada "Sisita" de la que se enamoró a primera vista, y todo lo demás quedó detenido a su alrededor, hasta el punto que su madre decidió cortar el evidente descuido en los estudios, enviando a su hijo pequeño a Madrid, lejos de la prematura y nefasta influencia que parecía someterlo, supeditando el cumplimiento de unas obligaciones a las que, hasta entonces, no había mostrado el menor rechazo.

Benito Pérez Galdós fotografiado hacia 1863 -20 años-.

Posiblemente, el enamorado sufrió por aquella separación, pero, es obvio que, a la larga, su estancia en Madrid, resultaría el pilar de la mayor parte de su visión existencial, dando lugar a una obra que, de otro modo, quizás no habría existido, pues las experiencias vividas a partir de entonces en la capital, fueron, seguramente, las que marcaron, no solo su literatura, sino su propia vida.

Tenía ya 29 años -1862-, cuando se matriculó en Derecho, coincidiendo su actividad universitaria con un momento en que las ideas entraban en un drástico proceso de cambio, especialmente, en el terreno social, algo que evidentemente, encontraba en la Universidad su principal eco. Fernando de Castro, Francisco de Paula Canalejas, Adolfo Camus, Valeriano Fernández y Francisco Chacón Oviedo, fueron algunos de sus profesores. Veremos brevemente la biografía de algunos de ellos, a través de las cuales, se comprenderán las causas que motivaron la terrible "Noche de San Daniel", en la historia de la capital de un reino gobernado por personalidades como Narváez, más conocido como "El espadón de Loja"; Espartero, O’Donnell, y Serrano, "El general bonito", etc., cuyas biografías también reseñaremos.

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Fernando de Castro Pajares, nacido en Sahagún (León), el 30 de mayo de 1814, falleció en Madrid, el 5 de mayo de 1874.

Era, entre otras cosas, Doctor en Sagrada Teología (1846), Capellán de Honor de Isabel II (1850-1864), Académico Numerario en la Real Academia de la Historia (1864-1874) y Senador por la provincia de León (1871-1873).

Filósofo cristiano, amigo de krausistas, como Julián Sanz del Río (1814-1869). Impulsó la enseñanza universitaria para estudiantes sin medios económicos y la de la Mujer, y luchó por la abolición de la esclavitud 

Fue Catedrático de la Facultad de Filosofía, de Historia; Rector en la Universidad Central de Madrid, Vicerrector del seminario de León, cuarto Vicepresidente del Senado, etc.

El 6 de mayo de 1829 Ingresó como novicio en el Convento de Franciscanos Descalzos de San Diego de Valladolid (los famosos Gilitos), pero en el curso 1835-1836, la Desamortización de Mendizábal, bajo el Ministerio de Toreno, provocó su entrada en el Seminario Conciliar de San Froilán de León, donde estudió Teología, carrera que terminó en 1846 en la Universidad Central.

Ya como presbítero en León fundó la Biblioteca Provincial con los libros de los conventos suprimidos. En noviembre de 1841, y con Patricio de Azcárate, figura como contador de los conventos suprimidos, y miembro de la comisión provincial para la venta de cuadros y pinturas "que no deben figurar en el museo provincial".

En el mes de junio de 1843, Isabel II era declarada mayor de edad en Madrid y el partido progresista de Espartero cesó en la regencia.

Por Real orden de 31 de mayo de 1867 se ordenó al rector de la UCM que abriera expediente disciplinario a los profesores: Lázaro Bardón, Manuel Mª José de Galdo, Nicolás Salmerón, y el propio Fernando de Castro, que por Real Consejo (9.3.1868) fue separado de la cátedra, aunque fue restablecido, al igual que otros seis catedráticos, por una resolución de la Junta Provisional Revolucionaria de Madrid, el 30 de septiembre del mismo año,

El 1 de noviembre, en la apertura del curso 1868-69 de la UCM. pronuncio el discurso inaugural: La libertad de la ciencia y la independencia de su magisterio, al que siguieron, el 3.2.1869, otro discurso inaugural del Ateneo Artístico y Literario de Señoras y las Conferencias Dominicales para la Educación de la Mujer, en el Paraninfo de San Bernardo de la Universidad Central.

En mayo del mismo año, pronunció en Bilbao, un discurso sobre la unidad de toda la humanidad, con motivo de la inauguración del monumento de Mallona en honor de los Carlistas caídos en 1837, que constituyó su última aparición como sacerdote "que ha perdido la virginidad de la fe, pero que ha ganado, en cambio la maternidad de la razón y una nueva creencia en Dios", como él mismo se definió.

Fue el primer Presidente de la "Asociación para la Enseñanza de la Mujer", así como presidió la Sociedad Abolicionista Española, entre 1869 y 1874 y Senador electo por León durante dos legislaturas (1971-73).

Falleció el 5 de mayo de 1874, a los 60 años en su casa de la Calle Leganitos, en Madrid, donde fue enterrado en el Cementerio Civil, al lado de Julián Sanz del Río.
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Francisco de Paula Canalejas y Casas. Lucena, 2 de abril de 1834-Madrid, 4 de mayo de 1883.

Abogado, catedrático y literato. Siendo muy joven, se estableció en Madrid, para estudiar en el Instituto de San Isidro y en la Universidad Central. Se licenció en Filosofía y Letras en 1856, y en Jurisprudencia en 1857, año en que fue nombrado catedrático auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras, siendo Doctor Doctor en 1858. 

El 13 de marzo de 1860, aprobó la cátedra de Literatura General en la Universidad de Valladolid, de donde volvió a la de Madrid como catedrático supernumerario en 1862. Al año siguiente también ganó, por oposición, la cátedra de Principios generales de Literatura, y Literatura española, que desempeñó hasta 1872, año en que fue trasladado a la de Historia de la Filosofía en el grupo del Doctorado. 

Como abogado se distinguió en la redacción de Códigos, y, como político, figuró en las Cortes republicanas de 1873. Durante varios años presidió la sección de Literatura del Ateneo de Madrid. 

Como curiosidad, era tío del político José Canalejas, el que sería primer ministro entre 1910 y 1912.
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Alfredo Adolfo Camus, nacido en París, en 1797, murió en Leganés, Madrid, en 1889. 

Era humanista, traductor y Catedrático de literatura Griega y Latina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, desde 1845.

Fue uno de los llamados para elaborar los nuevos manuales de Filosofía, pero además, redactó varios Compendios de historia; un Manual de antigüedades romanas y una nueva edición refundida de la Retórica del ilustre humanista y poeta latino Sánchez Barbero. También hizo algunas traducciones de Séneca, Horacio y Quintiliano. Redactó, con José Amador de los Ríos una Sinopsis de sus lecciones, por encargo del Gobierno, mas un Curso elemental de Retórica y Poética, en Madrid, en 1854 

Parte de su obra docente se ha conservado gracias a la publicación de los programas de curso y de los apuntes de clase de algunos de sus discípulos, como fueron, precisamente, Benito Pérez Galdós y José Canalejas y Méndez.
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Valeriano Fernández Ferraz. 1831-1925

La información que sigue, procede de Constantino Láscaris-Comneno, "Valeriano Fernández Ferraz. Memorias", Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, 1964. Puede resultar, quizás, algo excesiva en cuanto a los datos de su Hoja de Servicios, pero su aporte, es, seguramente, la mejor posibilidad de mostrar al profesor Valeriano Fernández Ferraz, tal como era; es decir, un sabio, desinteresado y cargado de humanidad.

Valeriano Fernández Ferraz nació en Santa Cruz de la Palma el 14 de abril de 1831. Empezó los estudios en su isla natal, e hizo el bachillerato entre Sevilla y Madrid, donde ingresó, posteriormente, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central, donde recibió enseñanza de Julián Sanz del Río, convirtiéndose en uno de los primeros krausistas.

Durante el curso 1858-59 empezó a publicar en la Revista de Instrucción Pública, una serie de artículos que, en realidad, eran sus reflexiones sobre la Analítica de Krause.

Su biógrafo, el citado Constantino Láscaris-Comneno aporta la transcripción de su nombramiento como Catedrático de Latín y Griego, en el Instituto de Jerez de la Frontera, por oposición, con fecha de 22.6.1859, de la que no tomó posesión. 

El 14 de Marzo de 1862 fue nombrado Auxiliar de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, puesto que desempeñó durante casi cuatro años y compatibilizó con su trabajo en la Cátedra de Geografía Histórica durante el curso 62-63, cuyas lecciones fueron después impresas.

"Tras la noche de San Daniel (10 de abril de 1865) –escribe Láscaris-Comneno-, y la suspensión de empleo y sueldo de Emilio Castelar como catedrático, el día 20 de abril varios profesores auxiliares de la Facultad de Filosofía –Nicolás Salmerón Alonso, Miguel Morayta Sagrario, Valeriano Fernández Ferraz, Manuel María del Valle Cárdenas– renunciaron a sus cargos para no verse «en el compromiso de sustituir al ilustrado profesor», los tres primeros, y por «el estado de mi quebrantada salud», el cuarto; siendo admitidas el día 22 tales renuncias; y luego encausados, Salmerón, Ferraz y Morayta por «abandono de destino, injurias graves y desacato a la autoridad». 

Publicó El Reino: "Hoy se han despedido de sus discípulos los señores Figuerola, Canalejas, Ferraz, Salmerón, Valle y Morayta, que presentarán sus dimisiones. También se anuncia la del señor Mata y algunas otras." (El Lloyd Español, Barcelona, 23 de abril de 1865, página 3, columna 2.)

Recobrado su puesto, ganó, por oposición, la plaza de Catedrático supernumerario de Estudios Críticos sobre Prosistas y Poetas griegos, y de Lengua hebrea y Árabe: nombrado el 2 de febrero de 1866, ejerció durante algo más de 2 años.

A causa de la agitación política , fue trasladado a Zaragoza, pero pronto pasó a Sevilla como Catedrático numerario de Lengua griega.

«El infrascrito cura propio y más antiguo de la Iglesia parroquial de S. Vicente Martir de esta ciudad de Sevilla, Certifico: que D. Valeriano Fernández Ferraz mi feligrés en la calle de Jesús nº 10 ha observado constantemente la conducta más recomendable en todo el tiempo en que ha vivido en esta feligresía de mi cargo. Y para que así pueda hacerlo constar donde convenga firmo la presente certificación. Sevilla y agosto 5 de 1868. Felix José Carrogio, cura. Vº Bº Antonio Martínez.» [sello: «INSPECCION DE VIGª 3º DISTRITO. SEVILLA»]

La revolución de septiembre le permitió volver a su cátedra supernumeraria de la Universidad Central (el 27 de octubre de 1868), aunque en 1869 abandonó el puesto para irse a América, ya que parece que el cónsul general de Costa Rica en Madrid, le animó a desplazarse a aquel país para implicarse en la organización de la instrucción pública:

«Excmo. Sr. Ministro de Fomento. D. Valeriano Fernández Ferraz, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, a V. I. con el debido respeto dice: que habiéndole propuesto el Gobierno de la República de Costa Rica, pasar a dicho país para establecer, organizar y dirigir por espacio de dos años un Instituto de Segunda Enseñanza, y creyendo que de responder a dicho llamamiento podría resultar mucho bien, no sólo para aquellos países que antes fueron parte de España, sino para nuestra misma patria, por las relaciones literarias y aun comerciales que naturalmente han de fundarse y extenderse cada vez más, dada la comunidad de enseñanza y educación literaria, se halla dispuesto a aceptar el grave encargo de la República de Costa Rica. Pero, si es posible, desea no perder su calidad de profesor de la Universidad de Madrid, hasta donde había llegado mediante dos oposiciones ganadas; y solicita de V. I. que, siquiera en gracia del bien que espera realizar si lleva a feliz término la arriesgada empresa, le conceda licencia por el tiempo indicado arriba, sin separarle del profesorado y sin perjuicio de sus derechos legítimamente adquiridos. Por tanto, suplica a V. I. se sirva acceder a esta solicitud, gracia que espera obtener de la bondad y justificación de V. I. Madrid 3 de Julio de 1869.» (instancia manuscrita sobre pliego sello 9º año 1869, REGISTRO GENERAL JUL 4 ENTRADA.)

«Al director general de Instrucción pública. Madrid, 8 de julio de 1869. I. S. Atendiendo a las razones expuestas por D. Valeriano Fernández Ferraz, Profesor de la Universidad de Madrid, y en uso de las facultades que me competen como Ministro de Fomento, he acordado concederle dos años de licencia para que pueda pasar a Costa Rica (América), con el fin de establecer allí un Colegio de Segunda enseñanza, por cuyo tiempo de dos años se le reservará el derecho a ingresar nuevamente en el Profesorado de la Universidad de Madrid; pero si durante el mismo plazo fuese llamado a servir su destino, y no se presentase, o si pasados los dos años no se pusiese a las órdenes de sus respectivos jefes, se entenderá que renuncia todo derecho a formar parte del Profesorado Español. Ministro.» (minuta Instrucción Pública, negociado 1º, REGISTRO GENERAL JUL 14 SALIDA.)

«El señor Ferraz venía precedido de una aureola de prestigio por sus triunfos en el profesorado español y por haber sido alumno de los más aventajados catedráticos de aquella época en su país.” 

Pertenece pues el ilustre doctor Ferraz a la pléyade de discípulos que dejó uno de los más distinguidos profesores y pensadores de España, don Julián Sanz del Río, fundador del krausismo español, quien desde su cátedra supo orientar la actividad política y académica de la generación que frecuentó las aulas donde explicaba historia de la filosofía, hasta 1869, en que murió. 

La cosecha de brillantes ingenios que preparó ese notable profesor, fue vastísima en la política y en las universidades. Fueron discípulos de Sanz del Río, Fernando de Castro, Tomás Tapia, Augusto G. de Linares, Mariano Arés, Gumersindo de Azcárate, Álvaro Zafra, Rafael de Labra, Ruperto Navarro Zamorano, Manuel de la Revilla, Joaquín Arnau Ibáñez, Manuel Ruiz de Quevedo, Hermenegildo Giner, F. de P. Canalejas, A. M. García Blanco, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. 

Cuando desempeñaba la dirección de ese establecimiento, el Gobierno español lo llamó dos o tres veces para que regresara a Madrid a ocupar su puesto de catedrático de lengua árabe, y, en virtud de no haber accedido al llamamiento, dejó de pertenecer al profesorado español, el 22 de julio de 1872.

Rodeado de una aureola de prestigio, causó gran impresión aquel hombre. Alto y seco, barbado y con levita, ojos miopes de dulzura encandilada, sereno en el hablar abundoso y siempre sabio, blando en la disciplina y de severa exigencia en la conducta, fue durante medio siglo en Costa Rica el profesor por excelencia. Respetado siempre, o más bien, venerado, el país le permitió juicios crueles a veces porque transpiraban el afecto. Verdadero santo laico, trabajador infatigable, tres veces intentó organizar un Instituto, que hubiera sido paralelo al Instituto-Escuela de Madrid; las tres veces, desde fuera, le hicieron fracasar, pero en este fracaso residió a la larga su triunfo: la enseñanza entera del país se transfundió lentamente, a través de sus discípulos (que no formaron cenáculo ni “escuela”) de su devoción humanista por la cultura y la convivencia. No creó el estado de ánimo colectivo, que ya existía, sino que encajó, como anillo al dedo, y se dedicó a enseñar. 

Vivió en Costa Rica desde 1869 a 1882 y desde 1891 hasta su muerte, república a la que se trasladaron también sus tres hermanos y que le reconoció en 1923 como Benemérito de la Enseñanza: "que yo tenga noticia, fue el único extranjero, no naturalizado, declarado Benemérito de la Enseñanza", -añade el filósofo costarricense de origen español Constantino Láscaris-, por su protagonismo en la cristalización del moderno sistema educativo nacional de Costa Rica.

Para los costarricenses, Don Valeriano, el Doctor Ferraz, no tuvo adolescencia ni juventud. Desde un principio fue "el viejo profesor". En las fotos destaca siempre; siempre los demás centrados en él, y siempre él correcto y un poco ausente. Y su nombre quedó como término de comparación para el futuro, mojón venerable de cultura.

Don Valeriano fue objeto de una solapada oposición, que, en opinión de Pérez Vidal, procedía de los jesuitas. (Antonio Jiménez-Landi, La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente, tomo III: Periodo escolar (1881-1907), Editorial Complutense, Madrid 1996, pág. 245.)

Al jubilarse Pascual de Gayangos, catedrático de Lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, y teniendo derecho a ocupar Valeriano Fernández dicha cátedra, Su Alteza el Regente del Reino, Francisco Serrano, el día 6 de septiembre de 1870, se sirvió nombrarle Catedrático de Lengua árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, con el sueldo de cuatro mil pesetas…

«Al Director general de Instrucción pública. Madrid 7 de setiembre de 1870. I. S. Habiendo sido nombrado catedrático de Lengua árabe de la Universidad de Madrid D. Valeriano Fernández Ferraz, S. A. el Regente del Reino se ha servido dar por terminada la licencia de dos años que se le concedió en 8 de Julio de 1869 para pasar a Costa Rica con el fin de establecer allí un Colegio de segunda enseñanza, debiendo restituirse el servicio de este cargo en el término más breve posible, entendiéndose, en caso contrario, que renuncia a todo derecho a formar parte del Profesorado español, según lo dispuesto en citada orden de 8 de Julio del 69. De orden de S. A. etc.» 

Tras varias instancias en este sentido, dos años después… dejó de pertenecer Valeriano al profesorado español:

«Ministerio de Fomento. Ilmo. Sr.: Declarado por Real orden de esta fecha Don Valeriano Fernández Ferraz sin derecho a pertenecer al Profesorado español, conforme a lo dispuesto en las Reales órdenes de 8 de Julio de 1869 y 7 de Setiembre de 1870, por no haberse presentado a servir su cátedra de Lengua árabe de la Universidad de Madrid a pesar de haber terminado en 1º de Octubre último el plazo que se le concedió para tomar posesión de ella… (Gaceta de Madrid, martes 6 de agosto de 1872.)

Sin embargo, Fernández Ferraz volvió a España, y se presentó a unas oposiciones para cubrir la cátedra de Lengua Árabe de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, cuyos ejercicios debían verificarse en Madrid, tomando posesión de esa plaza el 28 de mayo de 1883, en la que sirvió durante un año, ocho meses y 26 días, para pasar a ocupar la Cátedra de Historia de la Filosofía de la misma Facultad y universidad, por real orden de 25 de noviembre de 1884, destino en el que sirvió un año, un mes y 20 días, pasando de nuevo a desempeñar la Cátedra de Lengua Hebrea de La Habana, desde el 17 de marzo hasta el 30 de septiembre de 1885. En la hoja de servicios que firma en Habana el 14 de febrero de 1887, manifiesta:

"Servicios especiales en la carrera. Haber desempeñado mientras fue auxiliar y supernumerario en Madrid las cátedras de Geografía Histórica y Lengua Griega, Hebrea y Árabe, redactando los programas respectivos que obtuvieron la superior aprobación. Haber explicado en la Universidad de la Habana además de la cátedra de que es titular las de Árabe, Hebrero y Sánscrito ya con gratificación ya sin ella. Haber pertenecido a las comisiones de Reglamento interior y Edificio universitario. En el Centro América es donde cree haber prestado los mayores servicios a España y a la causa de la Educación pública, altos fines que ha de proponerse en la carrera todo profesor español, en concepto del interesado. Continúa desempeñando la asignatura de Sánscrito conforme a la Real Orden de 28 de Mayo de 1885. Haber sido comisionado para la formación de la Biblioteca de esta Universidad. Haber formado parte de la comisión científica que pasó a Panamá a estudiar las obras del canal. Haberse encargado en virtud de la R.O. de 28 de mayo de 1885 desde 23 de Octubre de 1886 de la asignatura de Metafísica. Haberse encargado de la asignatura de Lengua Hebrea desde 17 de mayo hasta 30 de setiembre de 1885, etc. 

"La influencia del doctor Ferraz en la cultura de Costa Rica ha sido, como hemos dicho antes, de mucho valor."

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"Valeriano de niño fue muy mimado por dos tías abuelas quienes concentraron todo su cariño, en el sobrino nieto que, en estas condiciones, fue creciendo. Muy desganado el niño, se ponían ellas al lado de la niñera para que diera el arroz grano por grano y así hasta terminar, distrayéndolo con cuentos y relatos que agradaban al niño. De mayorcito, lo nombraron su heredero único de sus cuantiosos bienes, tantos como el alfabeto castellano tiene de letras. Estando él ya en Costa Rica murieron sus tías y él no fue a recoger la cuantiosa herencia, comisionando a un su pariente y amigo a que vendiera las propiedades y le enviara el dinero. En esas ventas hubo grandes pérdidas."

Cuando don Valeriano ganó por oposición, las Cátedras en la Universidad, fue llamado al Palacio Real y confiaron a su sabiduría, la instrucción de las Infantas de España, hermanas del Rey Alfonso XII. Cuando terminó con su preparación, recibió como recuerdo de sus Reales Discípulas, un juego de abotonadura de oro con piedras preciosas, quedando ellas como sus Reales Padres, muy complacidos y agradecidos con las enseñanzas que del Dr. Ferraz, recibieron. 

La memoria de don Valeriano fue sobrenatural; un relato, nos lo demuestra claro. Cuando éramos niños y adolescentes estudiantes, sus sobrinos nietos nos llegábamos a él, entonces Director General de la Biblioteca Nacional y le decíamos: -Tío Valeriano, necesitamos tal dato sobre tal tema. Bueno, nos contestaba, sube por esa escala, cruza, sube al otro departamento, busca el estante tal, cuenta en la fila tal, hasta tal número y allí encuentras en la página tal, el dato que necesitas. Llegábamos y allí estaba el libro que buscábamos con sus datos en la página indicada.

(Transcripción de un documento con recuerdos de la familia Fernández Ferraz, en Constantino Láscaris-Comneno, «Valeriano Fernández Ferraz. Memorias».)

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Fue también durante aquella época universitaria cuando Galdós conoció a Francisco Giner de los Ríos, como es bien sabido, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, quien le animó a escribir y le inició en el krausismo, corriente filosófica que resulta evidente desde sus primeras obras. 
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Giner de los Ríos: de Sorolla

Francisco Giner de los Ríos (Ronda, Málaga, 10 de octubre de 1839-Madrid, 18 de febrero de 1915).

Pedagogo, filósofo y ensayista. Discípulo de Julián Sanz del Río, creador y director de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Impulsó proyectos como el Museo Pedagógico Nacional (1882-1941), la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1938), la Residencia de Estudiantes (1910-1939) o las Colonias Escolares, y proyectos que se realizaron después de su muerte, como las Misiones Pedagógicas (1931-1937), al principio llamadas Misiones Ambulantes. 

De acuerdo con sus planteamientos, quasi conceptos de un ideal, Francisco Giner entendía que la Institución debía ser "no sólo una corporación de estudiantes y sabios, sino una potencia ética de la vida". No obstante, después de la Guerra Civil, la obra de Giner en general, y la ILE en particular, fueron condenadas dentro del proceso de depuración del magisterio español.

No comprendo por qué odian de esa manera a las Misiones. Las Misiones no hacen más que educar. Y a España la salvación ha de venirle por la educación. –Fueron palabras de Manuel Bartolomé Cossío, el 3 de septiembre de 1935, en el Heraldo de Madrid, tras el fallecimiento de Cossío en la madrugada del día anterior. No obstante, parte de las enseñanzas y el legado de Francisco Giner de los Ríos se recuperaron a partir de 1982.

Francisco Giner de los Ríos nació en el otoño de 1839 en Ronda, como primer hijo de Bernarda de los Ríos Rosas, hermana del político Antonio de los Ríos Rosas, y de Francisco Giner de la Fuente, funcionario de Hacienda. En 1848 empezó la Segunda Enseñanza en Cádiz, terminándola en Alicante, en 1851. Bachiller en Filosofía un año después, se fue a Barcelona, para estudiar Jurisprudencia. En 1853 se trasladó a Granada, donde obtuvo los títulos de Licenciado en Derecho y bachiller en Filosofía y Letras, si bien el más importante resultado de aquella estancia fue su familiarización con los manuales que sobre el krausismo se acababan de traducir.

En 1856, con diecisiete años, se instaló provisionalmente en Madrid, pero pronto volvió a Granada, donde tuvo como compañeros de carrera a Nicolás Salmerón, a Juan Facundo Riaño y Montero y a José Fernández Jiménez. Colabora en la Revista Meridional; hace 'vida de sociedad' y pinta. 

A partir de 1863, de vuelta en Madrid, alternó su trabajo como agregado diplomático en el Ministerio del Estado, con la docencia en la Universidad Central, donde entró en contacto e hizo amistad con el krausista Julián Sanz del Río y conoció a Fernando de Castro y Gumersindo de Azcárate.

En 1865, se doctoró en Derecho y en 1866, ganó por oposición la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional, en la Universidad de Madrid, de la que tomó posesión al año siguiente. 

En 1867, un Decreto con fecha de 22 de enero, del ministro de Fomento, Manuel Orovio Echagüe dividió la Universidad y, en consecuencia, en 1868 Sanz del Río, de Castro y Salmerón fueron separados de sus cátedras. Giner se solidarizó con su causa y fue suspendido en mayo del mismo año, si bien, tras la Revolución de Septiembre fueron repuestos por decisión del nuevo ministro de Fomento, Manuel Ruiz Zorrilla, por el decreto de "libertad de enseñanza". 

Durante el curso 1874-1875, Joaquín Costa presentó a Giner al entonces joven Cossío, que se convertiría en su 'lugarteniente' y luego su sucesor. 

Con Cánovas del Castillo como presidente del Consejo de Ministros, se publicó un nuevo decreto contra la libertad de cátedra, que volvió a desencadenar las protestas de los sectores liberales de la enseñanza. Inmediatamente fueron detenidos, entre otros muchos profesores, Azcárate, González de Linares, los hermanos Calderón y Giner, que en la madrugada del 1 de abril de 1875 fue trasladado a Cádiz y recluido en la prisión militar del Castillo de Santa Catalina, si bien, al estar enfermo, fue trasladado a un hospital el día siguiente. Durante la primavera, los profesores confinados concibieron la posibilidad de crear una Universidad libre y, a finales del verano de aquel año, ya liberado, Giner perfiló el proyecto con distintas y señaladas personalidades en diferentes materias. 

El 21 de octubre de 1876, siete días antes de que empezara el primer curso de la ILE, Giner conoció en Bilbao a María Machado –tía de los poetas-, cuya relación con Francisco Giner de los Ríos, es poco conocida, y, aunque no llegaron a casarse, ella dejó una huella perdurable, y muy significativa de la personalidad y el proyecto de Giner.

El 29 de octubre de 1876 Giner asistió a la apertura del primer curso de la Institución Libre de Enseñanza, a título, sencillamente, de profesor y los siguientes años viajó mucho, publicó en revistas especializadas, y desplegó una incansable tarea de captación de colaboradores y futuros institucionistas, como lo sería Cossío.

En mayo de 1880 Giner fue nombrado rector de la Institución. Después de la dimisión de Cánovas -8 de febrero de 1881-, y la formación del primer gobierno liberal de la Restauración, tanto Giner como los demás catedráticos suspendidos, fueron restituidos en sus cátedras, y, en adelante, ahora con el apoyo  del gobierno, la Institución Libre de Enseñanza afianzó su estructura como modelo de calidad y adquirió renombre nacional y proyección internacional.

El verano de 1883, Giner y Cossío -alumno, hijo adoptivo, amigo y confidente-, y un grupo de alumnos y profesores, salieron de Madrid el 14 de julio, camino de Lisboa, ciudad a la que llegaron a primeros del mes de octubre, tras recorrer la Sierra del Guadarrama, parte de la costa Cántabra, Asturias, León y Picos de Europa, encontrándose en La Coruña el 10 de septiembre. La excursión fue calificada de "memorable" en los anales de la Academia de la Historia, y en ella participaron personajes como Julián Besteiro, José Garay, Gerónimo Vida, Raimundo Martínez Vaca, Jorge Arellano, Darío Cordero, Alejandro y Eduardo Chao o Pedro Blanco Suárez. 

Del mismo modo, en 1886, Giner y Cossío recorrieron juntos Francia, los Países Bajos e Inglaterra, acompañados por varios alumnos de la ILE. 

El maestro Giner falleció el 18 de febrero de 1915. Tras su muerte, el 14 de junio de 1916, se creó la Fundación que lleva su nombre.

Aunque la lista de profesores, alumnos y colaboradores en algún momento relacionados con la ILE se haría interminable, parece imprescindible citar algunos nombres, como Leopoldo Alas «Clarín», Rafael Altamira y Crevea, Manuel Azaña, Gumersindo de Azcárate, Manuel Bartolomé Cossío, Aureliano de Beruete, Julián Besteiro, Bosch Gimpera, Alejandro Casona, Joaquín Costa, Manuel de Falla, María Goyri, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, María Moliner, Severo Ochoa, Eugenio d'Ors, José Ortega y Gasset, Alfonso Reyes Ochoa, Fernando de los Ríos, Pedro Salinas, Luis Simarro, Miguel de Unamuno, María Zambrano.

Otros, que no fueron alumnos directos de la Institución, lo fueron indirectamente en la Residencia de Estudiantes; así, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Rafael Alberti, Blas Cabrera, Manuel Altolaguirre, etc.

Manuel Bartolomé Cossío, mano derecha de Giner y su continuador en el proyecto de la Institución Libre de Enseñanza, describió la imagen de su maestro y compañero: 

Francisco Giner de los Ríos, de pie, hacia el año 1900, en Torrelodones, en compañía de Manuel Bartolomé Cossío y su mujer Carmen López Cortón. (Auguro Arcimis/Instituto del Patrimonio Cultural de España. El País).

"A su espíritu en perpetua vibración, acompañaba un cuerpo pequeño y también en movimiento perpetuo, coronado de una nobilísima cabeza grande, con cara algo alargada, ojos castaños, de una extraña mezcla, según los momentos, entre bondadosos y agresivos; barba en punta, espesa y dura, que fue blanca desde los cuarenta años, y hasta entonces negra como el pelo, que perdió muy joven. En conjunto, en color y en estructura, si se descuenta la energía de sus rasgos, recordaba a los santos de Ribera."

Entre los retratos literarios sobresale por su profundidad psicológica el que le hizo su alumno Antonio Machado

Era don Francisco Giner un hombre incapaz de mentir e incapaz de callar la verdad; pero su espíritu fino, delicado, no podía adoptar la forma tosca y violenta de la franqueza catalana, derivaba necesariamente hacia la ironía, una ironía desconcertante y cáustica, con la cual no pretendía nunca herir o denigrar a su prójimo, sino mejorarle. Como todos los grandes andaluces, era don Francisco la viva antítesis del andaluz de pandereta, del andaluz mueble, jactancioso, hiperbolizante y amigo de lo que brilla y de lo que truena. Carecía de vanidades, pero no de orgullo; convencido de ser, desdeñaba el aparentar. Era sencillo, austero hasta la santidad, amigo de las proporciones justas y de las medidas cabales. Era un místico, pero no contemplativo ni extático, sino laborioso y activo. Tenía el alma fundadora de Teresa de Ávila y de Iñigo de Loyola; pero él se adueñaba de los espíritus por la libertad y por el amor. Toda la España viva, joven y fecunda acabó por agruparse en torno al imán invisible de aquél alma tan fuerte y tan pura.
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Gumersindo de Azcárate (1840-1917). Sorolla

Gumersindo de Azcárate y Menéndez. León, 1840 – Madrid, 15 de diciembre de 1917. Fue jurista, pensador, historiador, catedrático y político krausista

Hijo de Patricio de Azcárate Corral y Justa Menéndez Morán, realizó los primeros estudios en León. Empezó Derecho en Oviedo aunque posteriormente se trasladó a Madrid, donde obtuvo la licenciatura (1862). Se doctoró con una tesis titulada, Juicio crítico de la Ley 61 de Toro (acerca de una ley de 1505). Julián Sanz del Río ejerció una influencia decisiva en su formación, sobre todo por medio del krausismo

Se casó en primeras nupcias con Emilia Inerarity y, en segundas, con María Benita Álvarez Martínez. 

Fue letrado de la Dirección General de los Registros y, a partir de 1873, se dedicó con exclusividad a la carrera universitaria, donde ocupó la cátedra de Economía Política y Estadística. 

En 1875 fue expulsado de la Universidad por su defensa de la libertad de cátedra a raíz de la segunda cuestión universitaria, junto a Francisco Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón, Emilio Castelar y otros catedráticos de la Universidad Central de Madrid. Fue uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, en 1876. A partir de 1881, fue reintegrado a la actividad universitaria, pero hubo de enseñar otras disciplinas: Historia General del Derecho Español, Instituciones del Derecho Privado y, finalmente, Legislación Comparada. 

De ideología republicana desde 1873, fue elegido en 1886, por primera vez, diputado por León. al que seguiría representando hasta las elecciones de 1917. En 1887 Gumersindo de Azcárate figura en la "Lista de los autores encargados de la redacción del Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano por Sociología y Política"

Fue el impulsor de la Ley de 23 de julio de 1908 -conocida como Ley Azcárate o "Ley de Represión de la Usura", ley aún hoy vigente en España. La idea fundamental de dicha norma era evitar las condiciones abusivas que imponían los usureros, y lograr una mayor protección del usuario. Entre sus elementos básicos, el artículo 1º establece que "Será nulo todo contrato de préstamo en que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero y manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del caso o en condiciones tales que resulte aquel leonino, habiendo motivos para estimar que ha sido aceptado por el prestatario a causa de su situación angustiosa, de su inexperiencia o de lo limitado de sus facultades mentales». El Tribunal Supremo de 1908 entendía que cualquier acción de nulidad no era pública y solo esta al favor del contratante perjudicado. 

Falleció en la madrugada del 15 de diciembre de 1917. Dos días antes había sufrido un ataque cerebral mientras se celebraba una reunión del Instituto de Reformas Sociales.
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Galdós solía ir a leer a la biblioteca del Ateneo, donde se familiarizó con los mejores narradores ingleses y franceses, que podía leer en ediciones originales. 

También conoció allí a Leopoldo Alas, Clarín, cuando asistió a una de sus conferencias, a partir de la cual, entre ambos nació una gran amistad que resultó incondicional y duradera.
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Leopoldo García-Alas y Ureña; Clarín

Zamora, 25.4.1852-Oviedo, 13.6.1901.

Escritor y jurista. Catedrático en la Universidad de Zaragoza y en la de Oviedo. Crítico literario en la prensa periódica con críticas de literatos contemporáneos. 

A los siete años entró en el colegio de los jesuitas de León -ubicado, por cierto, en el edificio que hoy es el parador de San Marcos-, donde fue considerado como un alumno modelo, apodado «el Gobernador», por el cargo de su padre. El primer año escolar ganó una banda azul como premio literario, que conservó toda su vida.

En el verano de 1859 la familia viajó a Asturias, la tierra de la que tanto había oído hablar a su madre. Durante los años siguientes leyó asiduamente los libros que encontró en la biblioteca familiar; en la que forjó su admiración hacia Cervantes y fray Luis de León

En 1863, a los once años, ingresó en la Universidad de Oviedo para llevar a cabo los llamados «estudios preparatorios», en su caso, Latín, Aritmética y Doctrina Cristiana y allí hizo tres grandes amigos: Armando Palacio Valdés, Tomás Tuero, que también sería escritor, traductor y crítico literario, y Pío Rubín, escritor, a los que de nuevo encontraría a su llegada a Madrid, formando con ellos el grupo «los de Oviedo» en la Cervecería Inglesa de Madrid, donde se reunía la tertulia de la que salió el el “Bilis club”

Desde el primer curso, Clarín conoció el krausismo y el liberalismo laico, que el jurista, pedagogo y filósofo Julián Sanz del Río, que había sido discípulo en Alemania de Karl Krause, había introducido en España. Como profesor de Filosofía del Derecho causó tal admiración entre sus alumnos que, terminaron creando un movimiento ideológico intelectual sin precedentes, que culminaría con una gran reforma en la educación; otros cambios de carácter social y la creación de la Institución Libre de Enseñanza en 1876. 

En agradecimiento a su labor de europeización y renovación, Sanz del Río, hombre íntegro y religioso, pero considerado como una amenaza al monopolio docente de la Iglesia católica y hereje recalcitrante, fue expulsado de su cátedra por las fuerzas conservadoras, con duras, aunque jurídicamente inconsistentes, campañas propiciadas por la encíclica de Pío IX, que, a semejanza de los procesos de la Inquisición, llevaría a una reacción de repulsa contra los estamentos gubernamentales docentes entre los discípulos de Sanz del Río, como Joaquín Costa, Francisco Pi y Margall, Rafael María de Labra, Emilio Castelar, Nicolás Salmerón y Adolfo Camus. 

Al acabar aquel año, el propio Clarín comentó que "su espíritu se había fortalecido". 

En diciembre de 1874, con el golpe de Manuel Pavía, se produjo la caída de Emilio Castelar, y Martínez Campos inició el proceso de la Restauración monárquica en la figura de Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II. 

En marzo de 1875, apareció el periódico titulado El Solfeo, en cuya redacción participó también Leopoldo Alas, pero su publicación pasó desapercibida, por lo que el director, propuso a los colaboradores que buscaran un seudónimo con nombres de instrumentos musicales; Leopoldo Alas eligió el clarín, y a partir de entonces, se convirtió en su sobrenombre. El 2 de octubre de 1875, firmó por primera vez como Clarín, inaugurando su columna son los siguientes versos: 

      Voy a inaugurar en verso
      mis revistas de Madrid,
      con un modesto romance
      que tenga su retintín;
      y voy a decir a ustedes
      lo que les quiero decir,
      mediante Dios, y mediante
      el gobernador civil.

Desde allí escribió agudas críticas llenas de ironía contra la clase política de la Restauración, lo que le creó muchos enemigos, pero también muchos amigos y gran popularidad y, en todo caso, continuó sus estudios.

El 1 de julio de 1878 recibió el título de doctor en Derecho civil y canónico, con sobresaliente; presentó la tesis doctoral sobre el tema El derecho y la moralidad, dedicada «A don Francisco Giner del Río, su sincero amigo y reconocido discípulo». Fue el primer libro suyo que salió de la imprenta, aunque, lógicamente, no aparece firmado por Clarín

Después de unas largas vacaciones en Asturias, volvió a Madrid para preparar la oposición a la cátedra de Economía Política y Estadística en la Universidad. Los ejercicios constituyeron un rotundo y sucesivo éxito y obtuvo el primer lugar en la terna de opositores, haciéndose eco la prensa de su brillantez, tanto en Madrid, como en Asturias, pero...

Queipo de Llano, conde de Toreno, que era por entonces ministro de Instrucción Pública y tenía derecho de elección final del candidato, había sido objeto de las sátiras de Clarín en El Solfeo, y desposeyó a Clarín de la cátedra ganada, en favor del número dos de la terna. Leopoldo Alas escribió una carta abierta de protesta al ministro, pero años después recordaría con amargura aquellos sucesos escribiendo: 

Yo aprendí de ellos -Salmerón y Giner- a respetar convicciones, y el mayor ultraje que me hizo, tal vez sin saberlo, el conde de Toreno, al negarme una cátedra que era mía, fue la implícita sospecha de que fuese yo un libre pensador como el boticario Homais de Flaubert, capaz de apedrear y despedazar con las herejías que a mí se me ocurriesen, el fanal en que guardaran su fe mis discípulos.

Cuatro años después, la Revista de Legislación y Jurisprudencia publicó en desagravio y con todos los honores, la tesis que Clarín había presentado en las oposiciones de Salamanca bajo el título: «Programa analítico de Economía política y Estadística». 

El año 1882, el 12 de julio la Gaceta Oficial publicó su nombramiento para la cátedra de Economía Política y Estadística, de la Universidad de Zaragoza. 

El 29 de agosto del mismo año, se casó con Onofre García-Argüelles, en La Laguna -valle de Langreo-, y en el 83 volvió a Oviedo como catedrático de Derecho Romano y de Derecho Natural en la Universidad de Oviedo. 

La esposa de “Clarín”.  Centro Virtual Cervantes (CVC)

Leopoldo. Elisa y Adolfo, los hijos de Clarín. CVC

Según sus palabras, Clarín prefería sugerir a sus alumnos un hábito de reflexión mejor que enseñar una ciencia; sus lecciones solían empezar con un precepto de Justiniano; seguía con citas del Quijote o de santa Teresa, rematando con Tolstói, Renan o san Francisco de Asís

Muchos de sus alumnos le consideraban demasiado serio, estricto, exigente y tenía fama de suspender mucho. Lo cierto es que tenía un sentido de la justicia muy estricto para las calificaciones y se sabe que jamás aceptó ni sobornos ni recomendaciones. La cátedra era para él una grave responsabilidad, que le causaba una preocupación constante, precisamente, a causa de su rotunda honestidad. 

Desde Oviedo, su fama llegó a Europa y América, pero su propia ciudad, nunca comprendió aquella universalidad; más bien, le consideraban simplemente un hombre nervioso y miope, que por las tardes jugaba al tresillo en el Casino. En definitiva, los estudiantes lo temían por su severidad y su sociedad lo consideraba un ateo liberal, pero él no se arredró y siguió publicando artículos para El Globo, La Ilustración o Madrid Cómico y mandaba a El Imparcial y Madrid Cómico sus famosos «Paliques» satíricos, que le proporcionarán algunos enemigos más, pero no respuestas a su altura.

A los treinta y un años escribió su obra maestra La Regenta, -una novela que podemos relacionar con Madame Bovary, de Flaubert, y con Ana Karenina, de Tolstói-, cuya segunda parte se publicó en junio de 1885. y, tras otras publicaciones, a finales de junio de 1890, apareció su segunda novela larga, Su único hijo


A partir de 1894, su amistad con María Guerrero y con el dramaturgo Echegaray, le hizo aficionarse al teatro, hasta el punto de escribir una obra –en verso y prosa-, que tituló Teresa y que llegó a estrenarse, pero en esta ocasión, su esfuerzo resultó en un fracaso, haciendo evidente, que el mundo dramático no era el fuerte de Clarín, que no volvió a repetir la experiencia.

Finalmente, Clarín recibió muchas ofertas para traducir su obra y, en 1900, la editora Maucci, de Barcelona le encargó la traducción de la novela de Émile Zola, titulada Travail - Trabajo, con muy buena remuneración. A Clarín le pareció que no le supondría demasiado esfuerzo, pero el hecho es que su perfeccionismo le impedía trabajar con tranquilidad y el encargo empezó a alargarse, mientras el traductor luchaba contra la dificultad de ciertas expresiones y tecnicismos, muy difíciles de trasladar tan correctamente como él hubiera deseado, de modo, que al contrario de lo que esperaba, las complicaciones surgidas le obligaron a trabajar día y noche, esperando cumplir el plazo acordado con la editora, pero también con el deseo de dar a conocer correctamente al gran autor al que consideraba el «pensador más ultrajado de todo el siglo XIX». 

En los primeros meses de 1901 se sentía enfermo y cansado. Finalmente, se le diagnosticó una enfermedad incurable, ya en estado muy avanzado. Leopoldo Alas, falleció el 13 de junio de 1901, a los cuarenta y nueve años.

Retrato de Leopoldo Alas Clarín realizado por Juan Martínez Abades. CVC


Al parecer, la mala letra de Clarín, era una verdadera pesadilla para los amigos que debían leer sus manuscritos, así Galdós, le escribió en una carta: 

“¡Cuán más hermoso recibir un papel lleno de garabatos y prepararse a los goces puros de la adivinación! Ir conquistando sílaba a sílaba el reino misterioso de su escritura caldea».

En marzo de 2010, sus biznietos, Leopoldo y Ana Cristina Tolivar Alas, cedieron en depósito, gratuitamente, al Principado de Asturias, la biblioteca familiar y el archivo en el que conservaban, entre otros documentos, el manuscrito de La Regenta. 
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Es evidente que Galdós terminó por aficionarse más a la literatura y los literatos, que a las clases de la Facultad de Derecho, a las que asistía poco y sin ganas. No era, sin duda, un buen estudiante en el sentido estricto de la expresión, porque incumplía sus obligaciones estudiantiles, pero, a pesar de todo, es indiscutible que era un gran “aprendedor” de la vida.

Entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía… Escapándome de las cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en “flanear” por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un café de la Puerta del Sol, donde se reunía buen golpe de mis paisanos.

B. Pérez Galdós, Memorias de un desmemoriado, cap. II.
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miércoles, 20 de noviembre de 2019

Catherine Pozzi • Poesía extrema


Catherine Marthe Louise Pozzi

Catherine Pozzi, alrededor de los 18 años (¿1900?)

Nació el 13 de julio de 1882, en el corazón del Tout-Paris aristocrático y burgués de finales del siglo XIX, donde falleció, el 3.12.1934.

Hija de Samuel Pozzi, de una familia protestante, cirujano y primer titular de la cátedra de Ginecología en la Facultad de Medicina de París, y de Thérèse Loth-Cazalis, "heredera de la gran burguesía católica lionesa, emparentada con el poeta Henri Cazalis (Jean Lahor) y con el pintor Frédéric Bazille"; tuvieron otros dos hijos menores; Jean y Jacques.

La familia de Samuel y Thérèse recibía en su casa y también frecuentaba otros salones de artistas y escritores, como Leconte de Lisle, Alexandre Dumas hijo, o José-María de Heredia, así como científicos y políticos, como Georges Clemenceau.

Durante su niñez, Catherine tuvo preceptores y aprendió piano, además de practicar el tenis y la equitación.

Ya en 1907, a los 25 años, Catherine siguió un curso en el Saint Hugh’s College de Oxford, pero a pesar de ser admitida para el curso siguiente, renunció a hacerlo, por deseo de su madre, para casarse –al parecer, sin convicción personal, dos años después, con Édouard Bourdet, cinco años más joven que ella. Bourdet se convirtió en un autor dramático de éxito, y con él tuvo Catherine a su hijo Claude, (1909-1996), pero el matrimonio fracasó rápida y estrepitosamente.

Desde 1912 se le reconocieron los síntomas de la tuberculosis que marcaría y acabaría con su vida, a los 52 años.

Desde 1913 hasta su muerte escribió un Diario y en 1935 publicó seis poemas: Ave, Vale, Scopolamine, Nova, Maya y Nyx; un reducido conjunto, que a pesar de su brevedad ocupa un lugar de privilegio en las antologías de la poesía francesa del siglo XX.

En 1913 conoció a André Fernet; un auditor del Consejo de Estado, autor de dos obras de teatro, con el que “vivió una relación amorosa de carácter platónico, y que, finalmente, murió en la guerra”. A partir de 1916 y hasta su propia muerte, el 1º de febrero de cada año, Catherine empezaba su diario con una invocación en su recuerdo: “Ma vie, mon esprit…”

En 1918, vivía con su madre en Montpellier, cuando ambas recibieron la noticia de que su padre, el célebre médico, había sido asesinado por un antiguo paciente. Samuel Pozzi había sido uno de los posibles modelos de Marcel Proust para su Doctor Cottard. Su dramático fallecimiento, el 13 de junio de 1918, cuando Catherine tenía 36 años –sólo le sobrevivió 16 años-, supuso, indudablemente, un terrible drama familiar, tras una vida de éxito –como veremos-, que no dejaría de influir en la formación y desenvolvimiento existencial de Catherine, que a los diez años, escribió en su primer Diario: "Quiero decir a los indiferentes cuanto puede sufrir un niño, y qué sola puede estar una muchacha.”

De hecho, se sabe que había mantenido una larga correspondencia con su padre, en la que continuamente declaraba su profundo afecto hacia él, hasta el extremo de que, tras leer algunas de aquellas cartas, su madre exclamó: “¡Pero ¡estas son cartas de amantes”! Del mismo modo que hay constancia del duro revés que sufrió, cuando empezó a dudar de que su padre la quisiera como ella creía a pesar de la adoración que aún le profesaba.
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Samuel-Jean Pozzi, nacido el 3.10.1846, fue un famoso cirujano, y uno de los principales ginecólogos de finales del siglo XIX, también especializado en antropología y neurología.

Nacido en Bergerac, en Dordoña, formaba parte de una familia de origen suizo-italiano, cuyo padre era ministro de la Iglesia Reformada de Francia. Su madre falleció cuando Samuel tenía diez años, y su padre volvió a casarse con la inglesa, Mary Anne Kempe.

Un joven atractivo y refinado, que, con el tiempo se convertiría en un elegante dandy, por alguna razón desconocida, era apodado “La Siren” por sus compañeros de estudios.

Samuel Jean de Pozzi, fotografiado por Nadar

En 1864, empezó a estudiar Medicina en París y cuando estalló la guerra franco-prusiana, en 1870, se alistó, voluntario como médico militar. Tras presentar su tesis, en 1873, dos años después, era profesor universitario. En el transcurso de su trabajo, entre otras cosas, introdujo (c.1877), el empleo de antisépticos en los hospitales franceses, convirtiéndose, además, en un pionero de la ginecología, creando la primera cátedra de esta especialidad en París, en 1884. 

En 1913, organizó con Georges Clemenceau, el primer simposio sobre trasplantes en París, y ya en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial, volvió al ejército como cirujano militar.

En 1879, se casó con Thérèse Loth-Cazalis, hija de un magnate de la industria ferroviaria, y tuvieron tres hijos: Catherine, Jean, y Jacques, pero nada impidió que el atractivo Pozzi tuviera diversos romances, algunos de ellos, muy sonados, como fueron los mantenidos con Georgette Leblanc, cantante de ópera; soprano y hermana del novelista Maurice Leblanc; con la conocida actriz Réjane; con Geneviève Halevy, la viuda de Georges Bizet; con la actriz Sarah Bernhardt, y, a partir de 1890, con Emma Sedelmeyer Fischof, con la que, a pesar de que su mujer se negó a concederle el divorcio, compartió el resto de su vida. 

Georgette Leblanc: Gabrielle Rejane, de Boldini; Geneviève Halevy -Bizet-, de Delaunay; 
Sarah Bernard y Emma Sedelmeyer Fischof

Pozzi, fue gran amigo del gran pintor John Singer Sargent, quien le hizo un extraordinario retrato, sencillamente, en bata, que hoy se muestra en el Hammer Museum de Los Ángeles.

El Doctor Samuel Jean Pozzi en casa: John Singer Sargent, 1881.

Fue asimismo amigo de Marcel Proust, de Robert Proust -hermano del escritor y, también médico-, de Reynaldo Hahn -compositor-, de Robert de Montesquiou -poeta-, y de la escritora Louise Ackermann.


En 1898 fue senador por Bergerac y entre sus logros se cuenta el de haber mejorado el suministro de agua, así como el sistema de alcantarillado. 

Convivió con el proceso a Dreyfus, en cuya inocencia creía, y al que atendió con ocasión de un atentado. Cuando los restos de Émile Zola –principal defensor de Dreyfus-, fueron llevados al Panteón, tanto Pozzi como Dreyfus estuvieron presentes en la ceremonia. 

El 13 de junio de 1918, un paciente al que había intervenido quirúrgicamente dos años antes, considerándole culpable de su impotencia, le disparó cuatro veces en el vientre. A pesar de hacerse intervenir sin esperar ni a ser anestesiado, pronto supo que la operación no tendría éxito y pidió ser enterrado con el uniforme militar. No tardó en fallecer, y su asesino se suicidó en el momento en que supo la noticia.

Samuel Jean de Pozzi (1918).
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Catherine hizo amistad con Rainer María Rilke, con el que también mantuvo correspondencia entre 1924-25 y, siempre en el mundo de las letras, también fue buena amiga de André Gide, de Anne de Noailles y de Colette.


Pero lo que realmente marcó su existencia para siempre, fue su relación con Paul Valéry, que se extendió a lo largo de ocho años de inquietud, desequilibrio, inseguridad y tristeza, y con el que también mantuvo una importante correspondencia.

Catherine Pozzi & Paul Valéry (c.1924)

Ya en 1927 Catherine decidió estudiar Biología en la Facultad de Ciencias de París, pero en 1928, su ruptura con Valéry, la llevó a abandonar los salones parisinos, viviendo inmersa en un doloroso sentimiento de soledad.

Al principio de la década de 1930, hizo una gran amistad con Raïssa Oumansoff, que desde 1904 estaba casada con el filósofo Jacques Maritain; escribe sobre ella en su Diario: “me gusta profundamente”, y de él: “es un gran placer para la inteligencia”.

Sin embargo, desgraciadamente, la mortal enfermedad que padecía, seguía su curso imparable y el sufrimiento no la abandonaba nunca. En 1931, escribió: “Soy uno de esos puntos singulares, por los que emerge el sufrimiento del planeta.”

Catherine Pozzi falleció el 3 de diciembre de 1934, a causa de la tuberculosis, acompañada por los tratamientos de morfina y láudano. Fue inhumada junto a su madre en el cementerio de Beauferrier, de Bergerac, en Dordoña, cerca de la finca familiar “La Graulet” en la que había pasado largas estancias; “La Graulet –había escrito-, ¡La Graulet! ¿Cuándo estaré allí? Lejos de París y de sus miserias, La Graulet, campos verdes llenos de flores, altas hierbas, que te ocultan por completo, puros manantiales corriendo junto al musgo… ¡descanso, descanso, descanso bajo los viejos árboles! Lejos, lejos, lejos, muy lejos de París y sus miserias. ¡Oh, mi amado Perigord..!

Falleció sin terminar su obra más ambiciosa, el ensayo filosófico Peau d'âme -Piel de alma-.

Aquella “gran joven, graciosa y fea”, como la definió, Jean Paulhan –como si la fealdad o la belleza constituyeran un elemento de trascendencia intelectual o moral-, era elegante, deportiva y lúcida, pero también intransigente y orgullosa; pasó la vida enfrentada al sufrimiento, sedienta de absoluto, atormentada por la necesidad de creer en algo y marcada por una –“sed desesperada de amor”-.

Sus rasgos pasaron a la posteridad a través de un retrato de la artista Raymonde Heudebert -hoy, no localizado-, además de la fotografía que encabeza esta reseña biográfica.
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Catherine Pozzi es conocida, fundamentalmente, por seis poemas que empezó a escribir en 1926, de los que cinco fueron publicados en 1935; un año después de su fallecimiento, en la revista Mesures, y que ella consideró como su herencia literaria: Ave, Vale, Scopolamine, Nova, Maya et Nyx. “De acuerdo con su estricta voluntad, solo el primero, “AVE”, fue publicado cuando aún vivía la poeta, en la NRF, del 1º de diciembre de 1929”, mientras que el último, “NYX” lo escribió “de un tirón”, el 5 de noviembre de 1934, “un mes antes de morir, inspirado por un soneto de Louise Labbé, también “lionesa y de Italia” a quien se lo dedicó.

“No sé qué fue lo que me hizo coger [sic] a Louise Labbé, y de un tirón escribí para aquella muchacha de mi tierra, en consonancia con uno de sus poemas, “NYX”; que sería el último de sus seis poemas, dedicado: “À Louise, también de Lión y de Italia” -Catherine Pozzi procedía de Lyon par su madre y de Italia, por su padre-, y está escrito en la misma línea que el “Soneto II” de Louise Labbé

NYX, de Catherine Pozzi

A Louise también de Lyon y de Italia

Oh mis noches, oh sombras esperadas
Oh tierra orgullosa, oh secretos obstinados
Oh largas miradas, oh nubes fulminantes
Oh vuelo permitido más allá de los cielos cerrados.

Oh gran deseo, oh sorpresa que se propaga
Oh hermoso camino de espíritu embelesado
Oh mal supremo, oh gracia descendida
Oh puerta abierta por la que nadie ha pasado

No sé por qué me muero yo y me ahogo
Antes de entrar en la eterna morada.
No sé de quién soy la presa.
No sé de quién soy el amor.

      Soneto II de Louise Labbé

      Oh, bellos ojos oscuros, oh, miradas extraviadas,
      oh, cálidos suspiros, lágrimas vertidas,
      oh, negras noches, vanamente esperadas,
      oh, días luminosos que vuelven en vano.

      Oh, tristes lamentos, obstinados deseos,
      oh, tiempos perdidos, penas dilapidadas,
      oh, mil muertes, dispuestas en mil redes,
      oh, peores males que me han sido destinados

      Oh, risas, oh, frente, cabellos, brazos, manos y dedos
      oh, quejoso laúd, viola, arco y voz,
      tanto fuego, para quemar a una muchacha.

      Me quejo, porque cuando llevabas tantos fuegos
      y abrasabas con ellos mi corazón y en tantas partes
      ninguna chispa volaba hasta ti.


Escribió una novela epistolar autobiográfica: Agnés, publicada en la Nouvelle Revue Française -NRF-, el 1 de febrero de 1927 “bajo las enigmáticas iniciales, C.K.”, que Jean Paulham calificó de "fraîche merveille".

De acuerdo con Lawrence Joseph, uno de sus biógrafos, “la redacción final de Agnès, data de la última fase [de su relación con Valéry] y es el testimonio de un esfuerzo para liberarse del dominio intelectual de Valéry”

A su imaginario amante, su "querido, querido amor, mi amor de la dura sonrisa –al que llama, por así decirlo, a la existencia, Agnès había escrito: “Te daré todas las cartas cuando te encuentre, cuando existas en realidad. Sabrás inmediatamente, sí valgo o no el amor.” Y se pregunta acto seguido: “Todo este amor que nadie ha recibido ¿quién sabe a dónde va?” 

La novela, dedicada a Audrey Deacon (1884-1904), “una americana bella y caprichosa” a la que conoció en 1903, tuvo de inmediato un enorme éxito, pero Audrey murió solo un año después en Florencia, tras sufrir el mismo proceso que Catherine.

Catherine dejó “una especie de ensayo metafísico” empezado hacia 1915, y que quedó inacabado: Peau d’âme, en el que trabajó durante mucho tiempo –a través de su diario-. El título, De libertate, procede, según sus propios términos, a "l'aube du désir d'écrire pour cette âme-là ... (...) la future moi, le corps de l'âme de moi qui aura besoin de MOI...". –"el alba del deseo de escribir para esa alma.. la futura yo, el cuerpo y el alma de mi yo y que necesitará de mí…”-.

Peau d’âme se publicó desde 1935. En un estudio publicado por la NRF, en 1936-, Julien Lanoë -promotor de arte, de cuya obra “Vacances” Catherine Pozzi hizo, a su vez una reseña para la NRF-, escribió: “El aspecto de Catherine Pozzi, su ligera rapidez, su noble caminar, su luminosa desenvoltura, otorgan un valor inestimable a este testamento tan particular”.

En 1929-1930, Pozzi escribió para Le Figaro algunos artículos científicos, así como una larga presentación, bajo el título, Nous, vus de l’Est… –Nosotros, vistos desde el Este-, de la obra de su amigo Ernst Curtius sobre Francia: Introduction à la culture française. 

La publicación en 1987 de su Journal-Diario (1913-34) y después, en 1995, de su Journal de jeunesse (1893-1906) “permitió el segundo nacimiento de esta escritora inclasificable, poeta, diarista, y también, novelista, ensayista y autora de cartas”. 

Su correspondencia con Rainer Maria Rilke, Jean Paulhan -director de la NRF-, o Ernst Robert Curtius -filólogo y crítico-, también fue publicada y muy comentada. Lo que se publicó de su correspondencia con Paul Valéry no representa, de hecho, más que una pequeña parte de las cartas intercambiadas entre ellos; las que sobrevivieron al deseo expreso de Catherine Pozzi en su testamento, de que todas fueran destruidas.

"El horror de mi vida es la soledad. Porque soy una enferma. No puedo unirme a los demás, nunca. De ahí, estas intoxicaciones a causa de un sentimiento, y estos libertinajes de materia espiritual.” (Journal –Diario-; 15 de mayo de 1927).

"Lo que no puede transformarse en noche o en fuego, hay que silenciarlo.” (Journal, 18 de octubre de 1921)
Obra publicada:

-Très haut amour.
-Agnès.
-Peau d'âme.
-Catherine Pozzi - Rainer Maria Rilke, Correspondance 1924-1925.
-La Différence.
-Catherine Pozzi - Jean Paulhan, Correspondance 1926-1934.
-Catherine Pozzi - Paul Valéry, La flamme et la cendre – Correspondance. –La llama y la ceniza –.
-Journal –Diario-: 1913-1934.
-Journal de Jeunesse- Diario de Juventud, 1893-1906.

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"Karin tiene un enorme interés por el Bien, lo Bello y lo Verdadero. Cuando la apremian, su voz se vuelve aguda y levanta el dedo, se agita e incluso se alarga; sorprende, intriga e inquieta... Pero el tiempo cambia; cae en un pozo negro. Se desploma y se repliega sobre sí misma. Sus ojos se vuelven casi imperceptibles". Paul Valéry, 11 de mayo de 1924.

En mayo de 1927, un periódico de París aseguraba que Valéry había participado en la creación de “Agnés”, obra de Catherine: "De cualquier obra que yo publique -escribió ella al respecto-, siempre se dirá que es de él [Valéry], ya que se cree que trabajábamos juntos y no se suele atribuir a la influencia de la luna, en general, el brillo del sol. Agnès soy yo, completamente yo; y la amo como me amo a mí misma. Desde ayer, he dejado de amarme".

Valéry, a pesar de que publicó parte de los escritos de Catherine, prefería que su identidad se mantuviera en el anonimato de unas iniciales, para no descubrir una relación, que pudiera poner en riesgo su propio matrimonio. Pero Catherine no quería callar ni ocultarse, y, además, no se sentía capaz de soportar el hecho de verse como una sombra, permanentemente oculta. 

En una nota para una posible reedición de Agnès, escribió:

"Me sienta en sus rodillas. Mi vestido no es bonito. No he querido ponerme un vestido de alta costura, un vestido que sólo se pone una vez. Además, todo eso me da igual. El raso blanco cuelga, nos cubre a los dos, se expande alrededor de la silla. Estoy sentada ahí, como una niña torpe que, en una fiesta, acaba de recitar un cumplido sin gracia".

Catherine Pozzi, era para Valéry, Beatriz, Bice, K, Eurídice, Laura o Venus, como si la escritora no existiera en realidad. Pero Catherine Pozzi, que había estudiado en Oxford, que se había casado, que había tenido un hijo, que se había divorciado, y que deseaba continuar su formación permanentemente, vivía ya sin esperanza, entre la enfermedad y un amor, casi convertido en nada, a fuerza de silencios, que despertaron en ella la dolorosa necesidad:

"Escribo para no morir de soledad".


La relación entre Catherine Pozzi y Paul Valéry, fue, pues, una pasión desesperada –por parte de ella-, y deseada, pero oculta –por parte del poeta-; si bien, no parecen, ni propiamente enamorados, ni, en absoluto, de personajes mundanos, a pesar de que ambos la vivieron, la sobrellevaron, e incluso, la terminaron, quedando profundamente afectados, tanto sentimental, como intelectualmente.

Se habían conocido exactamente, el día 17 de junio de 1920, a través de su común amiga, la baronesa Renée de Brimont. Catherine Pozzi tenía entonces 28 años y Valéry –con 49-, ya había triunfado ampliamente, con "La joven Parca" y "El cementerio marino". Muy pronto, Catherine, que para entonces tramitaba su divorcio, invitó al poeta a su casa de La Graulet, donde empezó aquella relación, frecuentemente calificada como de erotismo intelectual, de la cual, parece deducirse que los principales estados de ánimo de Catherine, fueron de soledad y pérdida continuada.
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Carta de Catherine Pozzi a Paul Valéry. 24 de octubre de 1920

[…] "nos refugiamos en el espíritu", dices, "y al final lo tenemos todo en contra". Porque estabas solo, alma querida —mi semejante—. No sabías que se reuniría apasionadamente contigo la más decidida y la más triste.

Verso 58 de "El cementerio marino", de Paul Valéry: 

Compuesto de oro, piedra y árboles sombríos…

Catherine:

Cuando leí este verso —hace mil años— vi, en my mind’s eye, una especie de paraíso inhumano con un elemento material transcendente, y también una especie de belleza extraña (como hecha de pasado) —soledad absoluta; sólo éramos posibles tú y yo—. Escribí —con sencillez aparente, y perfectamente lúcida bajo este cuerpo de conveniencia— algo como esto: "si debo reencontrarte alguna vez, que sea allí". Dijiste: ¡cuánta literatura…!

Amor mío, enciérrame en ti. ¿Qué puede impedirnos encontrar y alcanzar los árboles, la piedra y el oro que existen para nosotros? No te abandonaré jamás.

Carta de Paul Valéry a Catherine Pozzi.
26 de octubre de 1920

[…] En general, percibimos muy poco nuestro cuerpo. Percibimos los objetos, pero no los ojos. Cuando más percibimos el cuerpo es en el dolor y en el amor; y, en ese caso, a través de otro cuerpo que confiere al nuestro, la facultad de amarse.

Si nuestro espíritu estuviese también junto a nosotros, tan dispuesto a obedecer, tan decidido a alcanzar el límite de su potencia como el cuerpo… el que nuestro cuerpo alcanza en presencia de otro cuerpo. ¿Sería entonces nuestro espíritu el mismo? Pero le sería infinitamente más difícil hallar ese otro espíritu con el que… "gozar".


Después de terminar los estudios de Historia de la Filosofía y de las Religiones; Matemáticas y Ciencias, con el desorden –se dice-, de quien sabe que sus días están contados-; después de pasar la guerra y después de su matrimonio, su maternidad y su divorcio… Catherine conoce al hombre que, tal vez hubiera constituido su paraíso, pero que, en realidad, se convirtió en su pesadilla. Paul Valéry estaba casado desde 1900, con Jeannie Gobillard, la sobrina de la gran pintora Berthe Morisot.

Ernest Rouart (1874-1942) con Julie Manet (1878-1967) (hija de Berthe Morisot y Eugène Manet) y Paul Valery (1871-1945), con Jeannie Gobillard (prima hermana de Julie Manet), el día de la doble boda.

Poco antes del estallido de la Gran Guerra (1914-18) empezó su Diario de adulta, que mantuvo hasta su último día. En él quedó reflejada su atormentada pasión por Paul Valéry, entre 1920 y 1928; la creciente amenaza de su enfermedad, aun le permitió mantener amistad con personajes como los filósofos Julien Benda y Bernard Groethuysen, con Rainer Maria Rilke, con el también novelista y poeta Pierre Jean Jouve, con la novelista y poeta Marie de Régnier o la poeta Anne de Noailles…

Julien Benda; Bernard Groethuysen -con André Gide-; y Pierre Jean Jouve

Marie de Régnier -posando para Jacques-Émile Blanche-, y Mme.de Noailles, aquí retratada por Lázló.

"Lo que no puede transformarse en noche o fuego, hay que silenciarlo".

"Hay tantas razones para escribir, aparte de la de publicar… Por ejemplo, exaltar la conciencia, la atención; trazar un camino, el propio camino; destruir, crecer…”

“Sólo se llega a lo más alto de uno mismo, luchando contra uno mismo”.

Después de ocho años de una relación casi secreta, pero terriblemente exigente, rica en reflexiones comunes y cotidianas, pero dolorosa y devastadora para los dos, Catherine Pozzi rompió con el “Príncipe de los Poetas”.

A partir de entonces, una soledad negra y febril, interrumpida por algunas amistades amargamente fieles, como Julien Benda, Jean Paulhan, Pierre Jean Jouve, Jean Guéhenno, Ernst Robert Curtius, Jacques Maritain, Charles Du Bos…

Finalmente, la enfermedad que aumentó sus estragos; la extenuación a fuerza de morfina, de láudano, la fragilidad del cuerpo y los nervios desatados. Murió el 3 de diciembre de 1934.

Intransigente, orgullosa, viviendo al extremo de sus posibilidades, Catherine Pozzi fue toda su vida un alma sedienta de absoluto.


Por lo que respecta a Valéry, cabe preguntarse si el poeta salió indemne de esta relación, y es algo difícil de contestar, ya que, además de Catherine, otras mujeres jalonaron su vida, más o menos secretamente, pero no tanto, como para que no contribuyeran, en cierto modo, a su renombre.


Madame Rovira, mayor que él, no había pasado de ser un amor platónico, pero, al parecer, afectó profundamente al futuro escritor, que llegó a pensar en el suicidio. Después llegó Miss Bath, amazona de circo, y muy pronto, Jeanne Gobillard, con la que se casó en 1900, y con la que permaneció cuidadosamente, a lo largo de 45 años.

Entre 1920 y 1928, como sabemos, pasó por su relación Catherine Pozzi; ciertamente, muy compleja, y de la que a veces, ella misma hablaba con disgusto, a pesar de su "dependencia": “se observaba observado” –decía de él-, y muchas veces le trataba de “Magister”, a pesar de que no deseaba, en absoluto, que lo fuera; “Jamás fue mi maestro; fue mi hermano, mi igual, y mi más pura ternura, que no es lo mismo”.

Según parece, después de Catherine, Valéry cortejó –sin éxito-, a la escultora Renée Vautier y también se sintió atraído por la duquesa de La Rochefoucauld; por Emilie Noulet, etc.

Finalmente, a los 67 años, se rendiría ante el irresistible atractivo de Jeanne Loviton –conocida como Jean Voilier-, que se convirtió en la destinataria de 133 de sus poemas de amor, bajo el título de Coronilla.

Valéry y Voilier

La relación fue apasionada, aunque solo se veían los domingos, pero terminó poco antes del fallecimiento del poeta, cuando Loviton le abandonó para casarse con el editor Robert Denoël. 
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El Diario de Catherine Pozzi

En el Diario, que, en su día fue comparado con las Confessions de Rousseau, Catherine habla, sin complacencia ni frivolidad de sus relaciones con el tout Paris cultural: Martin du Gard, André du Bos, Guéhenno, Paulhan, Suarès, Julien Benda, Pierre-Jean Jouve, Jacques et Raïssa Maritain, Louis Massigon, etc. pero sobre todo, resulta de su lectura, que Catherine poseía un verdadero don de introspección en el océano de su tristeza, y un gran dominio de la escritura, y, además, revela una personalidad hipersensible.

En cuanto a Valéry; -"un dolor que me ha resultado incomprensible durante siete años"-, escribe:

«No has tenido una palabra para mí. Veo que no me ves… Te abrazo una vez, deprisa, y luego caigo. Empiezo a sentir, con horror, que, verdaderamente no sufres por mí…

Con respecto a su enfermedad:

“Mi cuerpo es demasiado estrecho para mí; no entra en él bastante aire como para que me permita hablar. El universo está lleno de gente que respira, que respira y que no tiene nada que decir. Quiero salir. No tendré tiempo. Nado contra corriente."

Sin profesar una religión concreta, Catherine Pozzi, aparece inmersa en inquietudes metafísicas: -la fe-, “Amo a Dios más que a todos los hombres. ¿Cuántos años hace, Dios mío, que te busco y te echo de menos, en el amor?


Como es ya evidente, el asunto central del Diario de Pozzi, es el dolor:

«Horrible matrimonio, horrible divorcio, … la enfermedad… mi padre asesinado.. en fin, la pasión de un loco.”

Y la idea de la muerte, siempre próxima y amenazadora:

“Bajé a la cocina para buscar en el calendario la fecha de mi muerte. Creo, desde siempre, que moriré el día de Pentecostés. Este año, es el 19 de mayo,”
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Los Poemas

AVE
Altísimo amor, si muero
sin haber sabido de dónde te tuve,
en qué estaba tu casa,
en qué pasado tu tiempo, en qué hora
Te amé,

Altísimo amor, que superas la memoria,
Fuego sin hogar del que hice todo mi día,
En qué destino trazabas mi existencia,
En qué sueño se veía tu gloria,

Oh mi estancia.

Cuando esté perdida para mí misma
Y dividida en abismo infinito,
Cuando esté infinitamente rota,
Cuando el presente del que estoy revestida
me haya traicionado,

Rota por el mundo en mil fragmentos,
De mil instantes aún no reunidos,
De ceniza a los cielos hasta la nada desvanecida
Reconstruirás para un año diferente
Un sólo tesoro

Reconstruirás mi imagen y mi nombre
De los mil cuerpos empujados por el día,
Viva unidad sin nombre y sin cara,
Corazón del espíritu, ¡oh centro del milagro!
Altísimo amor.


VALE
Del gran amor que me diste
ha roto sus rayos el viento de los días-
Donde estaba la llama, donde estaba el destino
Donde estábamos, donde, con las manos enlazadas,
nos teníamos.

Nuestro sol, cuyo ardor fue pensamiento
El orbe, para nosotros, el ser sin igual
Sin igual cielo de un alma dividida
Doble exilio donde el doble se funde.

Su sitio para ti aparece como ceniza y temor,
tus ojos no lo han reconocido
astro encantado que llevaba fuera de tu alcance
el instante extremo de nuestro único abrazo
hacia lo desconocido.

Pero el futuro del que esperas vivir 
Está menos presente que el bien desaparecido
Toda vendimia que él al final te entregue
La beberás sin que sea más que la ebriedad
del vino perdido.

He vuelto a encontrar lo celestial y salvaje
Paraíso o la angustia es deseo.
Alto pasado que crecido entre edades
Es mi cuerpo, y será mi herencia
Después de morir.

Cuando en un cuerpo mi delicia olvidada
donde estuvo tu nombre, tendrá forma de corazón
Reviviré nuestro gran día
Y el amor que te di
Para el dolor.


ESCOPOLAMINA
El vino que fluye por mis venas 
Ahogó mi corazón y se lo lleva
Y navegaré por el cielo
a bordo de un corazón sin capitán
Donde el olvido se funde como miel.

Mi corazón es un astro aparecido,
Que nada en el divino sin par.
¡Deriva, extraño acontecer!
Oh viaje hacia el sol—
Un sonido nuevo y continuo
Es la trama de tu sueño.

Mi corazón abandonó mi historia
Adiós, Forma ya no siento
Estoy salvado estoy perdido
Me busco en lo desconocido
Un nombre libre de la memoria.


NOVA
En un mundo del futuro donde tengo la vida
Que no se formó en el cielo de hoy,
En el más nuevo espacio donde el querer se desvía
En el más nuevo momento del astro que rehúyo
Vivirás, mi esplendor, mi desgracia, mi supervivencia
Mi más extremo corazón hecho de la sangre que soy,
Mi aliento, mi tacto, mi mirada, mi deseo,
Mi más terrestre bien perdido para el infinito.

¡Evita el porvenir, Imagen perseguida!
Estoy muerta de ti, oh mis actos queridos
No seas, deshazte, disípate, disuélvete
Denuncia el deseo que yo no elegí.

No llenes mi día, alma de mi locura, —
Abandona el destino que no agoté.


MAYA
Desciendo los peldaños de siglos y de arena
Que te devuelven el instante desesperado
Tierra de templos de oro, entro en tu fábula 
Atlántico adorado.

De un cuerpo que ya no es mío que finalmente huye de la llama
El Alma es un nombre amado, que detesta el destino 
Que se detenga el tiempo, que se derrumbe la trama,
Yo vuelvo sobre mis pasos al abismo infantil.
Los pájaros se elevan en el oeste marino
Hay que volar, alegría, al viejo verano
Profundamente dormido donde acaba la orilla
Rocas, canto, rey, árbol tanto tiempo mecido,
Astros tanto tiempo ligados a mi primera imagen.

Singular sol de calma coronado.
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