domingo, 30 de abril de 2023

Urganda la -inquietante- Desconocida ● Amadís de Gaula ● Cervantes

 

Cervantes. Escultura de Joan Valcell en mármol de Carrara. Fragmento. BNE

A pesar de que Miguel de Cervantes, aparezca ante la Biblioteca Nacional de España, pisando un ejemplar de AMADÍS DE GAULA, apenas da inicio a su Don Quijote, cita unos versos de Urganda la Desconocida, que no es, sino uno de los principales personajes de la novela, cuyo autor no está del todo documentado, a pesar de que hay convincentes teorías al respecto. Lo que sabemos acerca de Urganda, se encuentra disperso en varios libros de diversos autores que, sin embargo, suelen continuarse fielmente.


La primera edición, conocida, de Amadís de Gaula, es de 1508, pero parece evidente que la novela es muy anterior a esa fecha.

La sabia encantadora o maga, Urganda aparecía por primera vez en el capítulo II del Primer Libro de Amadís de Gaula, cuando formula una enigmática advertencia a Gandales, padre adoptivo del Doncel del Mar, es decir, Amadís, a quien auxiliará y protegerá, igual que a su familia. Asistirá a su boda con Oriana, hija de Lisuarte de Gran Bretaña, donde le adelanta algunas profecías sobre su futuro. 

Urganda se apoda la Desconocida porque puede confundir fácilmente, cambiando de apariencia a su antojo. Vive en la Ínsula No Fallada / no hallada, que ella podía hacer inaccesible, y también posee una embarcación, no menos mágica, llamada Fusta de la Gran Serpiente

Urganda la Desconocida. De William Say. 1812

Conocemos, además, muchas actividades de la maga Urganda, a través de diversos libros y autores, que continuaron su historia:

-Gracias a los poderes de Arcaláus el encantador, el peor y más poderoso enemigo de Amadís, una doncella llamada Rosota toma la apariencia de Urganda para secuestrar a Galaor, hermano de Amadís; pero la verdadera Urganda interviene para desviar la ruta del barco en el que viajan los dos, y envía a una doncella a curar con un ungüento mágico las heridas que Galaor, Licona, Irsanio y Golandro han recibido al huir del rey de Galacia. Por medio de la misma doncella, informa a Amadís de Gaula de un inminente ataque pagano; le aconseja al respecto y lo guía hacia el reino de su cuñado Bruneo de Bonamar, en un barco mágico. La doncella también ayudará a Amadís hasta la batalla final. Adjunta al Cuarto Libro de la Historia de Amadís de Gaula, de Mambrino Roseo. 1563

-Urganda auxilia reiteradamente al protagonista, hijo primogénito de Amadís, y es apresada por una maga pagana, la pérfida infanta Melia, pero pronto recupera su libertad. Al final de esa obra, Urganda encanta a Amadís, a Esplandián y a otros príncipes de su linaje en la Ínsula Firme. Quinto Libro de Amadís, Las Sergas de Esplandián de Garci Rodríguez de Montalvo, primera edición conocida, en 1510.

-Urganda despierta a Amadís de Gaula y otros caballeros, que estaban encantados en la Ínsula Firme y los conduce, a bordo de la Gran Serpiente, a una nueva tierra donde correrán nuevas aventuras, hasta que Urganda considera oportuno, llevarlos de nuevo a la Ínsula Firme, donde vuelve a dejarlos después de hechizarlos. El Segundo Libro de las Sergas de Esplandián, de Mambrino Roseo, publicado en 1564.

-Se reprueba la conducta de Urganda, por haber encantado durante quince años a Amadís y sus parientes en la Ínsula Firme. El ermitaño Enselmo dispone que se quemen sus libros de magia para desterrar sus encantamientos y supersticiones. Prólogo del Sexto Libro del ciclo; Florisando, de Ruy Páez de Ribera, publicado en 1510.

-Urganda tiene cierto protagonismo; en uno de los episodios reprende a Amadís y a Esplandián por su desmedido afán de retarse con los caballeros de las nuevas generaciones de la familia. Al final de la obra, Urganda se casa con el anciano sabio Alquife, otro poderoso mago, con el cual se retira a la Isla de los Ximios. Séptimo Libro del ciclo; Lisuarte de Grecia, de Feliciano de Silva, 1514; prosigue la acción de Las Sergas de Esplandián.

-Urganda y su esposo, Alquife liberan a Lisuarte de Grecia y a su tío Perión de Gaula del encantamiento de la sabia Zirfea en la isla de Argenes, y los ayudan en diversas oportunidades, especialmente por medio de intermediarios, como su hija Alquifa. Al final de la obra Urganda y Alquife llevan a ambos protagonistas de vuelta a la isla de Argenes, donde permanecerán, de nuevo encantados. Segundo Libro de Lisuarte de Grecia, de Mambrino Roseo -1564-.

-Urganda pierde la vista, a pesar de lo cual sigue ayudando a los príncipes del linaje de Amadís, y especialmente a su nieto Lisuarte, protagonista de la obra, y formula profecías sobre su destino. Su sobrino Urgandín se convierte en escudero y confidente de Lisuarte. Una voz misteriosa anuncia su próxima muerte, y escribe cartas a Lisuarte y Gandales para anunciarles el inminente deceso y pedirle al primero que cuide de su familia. A su muerte, su cuerpo es transportado a Londres y Amadís de Gaula lo hace sepultar en su capilla real. Octavo Libro del ciclo; Lisuarte de Grecia, de Juan Díaz -1526-.

-Urganda interviene en varias ocasiones para cambiar mediante sus artes mágicas el curso de los acontecimientos, y formular profecías. Entabla amistad con la sabia Zirfea y con ella y su marido Alquife construye la Torre del Universo, lugar mágico donde quedarán encantados los principales héroes de la cristiandad. Noveno Libro del ciclo, Amadís de Grecia de Feliciano de Silva -1530- que no sigue el octavo sino el séptimo.

-Urganda hace nuevas predicciones en la corte imperial de Constantinopla y después desaparece llevándose consigo al rey Amadís de Gaula y a su esposa Oriana. Décimo Libro del ciclo, Florisel de Niquea, de Feliciano de Silva -1532-.

-Urganda y Alquife curan en la Ínsula Firme las graves heridas de Artajerjes, hermanastro de don Falanges de Astra. Florarlán de Tracia, de Mambrino Roseo, continuación italiana del Florisel -1564-.

-Aunque una enfermedad la mantiene postrada, Urganda logra ayudar al linaje de Amadís con sus profecías y le suministra, a él y a sus descendientes un elixir que les asegura larga vida y una apariencia siempre joven. XI Libro del ciclo, el Rogel de Grecia, de Feliciano de Silva -1535-.

-Urganda y Alquife continúan actuando a favor de los familiares de Amadis, pero su papel es muy marginal. Cuarta parte de don Florisel de Niquea, de Feliciano de Silva -1551-.

-Urganda envía a su hija Alquifa a la corte de Calidora para lograr la partida de Rogel de Grecia a los montes Rifeos, donde Persea está prisionera de un encantamiento de los sabios Zireno y Zirzea. Adjunta al Segundo Volumen de don Rogel de Grecia, de Mambrino Roseo -1564-.

-Urganda, Alquife, Zireno y Zirzea, los cuatro Grandes Magos, envían, en varias ocasiones, mensajeros y ayuda a los héroes del linaje de Amadís. Primera Parte de Esferamundi de Grecia, de Mambrino Roseo -1558-.

-Urganda y Alquife suministran a Lucendo, hijo del rey Lucidor de Francia, la información y los objetos mágicos necesarios para liberar a Fortuna, hija de Amadís, del castillo encantado de Dragosina, maga enemiga del linaje de Amadís. Además, provee a Fortunián, hijo de Lucendo y Fortuna, de lo necesario para liberar a sus progenitores, y facilita la fuga de Esferamundi y su amada Ricarda. Segunda Parte de Esferamundi de Grecia, de Mambrino Roseo -1560-.

-Los cuatro Grandes Magos organizan el rapto de Selvagia y Cilinda, y Urganda envía armas nuevas a Esferamundi y Amadís de Astra para su combate con los céfalos. Por medio de Alquifa anuncia a sus protegidos que desea retirarse a la vida contemplativa. En una última profecía trata del fin de la dinastía de Amadís de Gaula. Quinta parte de Esferamundi de Grecia, de Mambrino Roseo -1565-.

-Urganda participa con su esposo Alquife en las fiestas de Trapisonda. Sexta parte de Esferamundi de Grecia, de Mambrino Roseo -1564-.

-Urganda hechiza a Amadís de Gaula para salvarle la vida. Tanto en esa obra como en su continuación, ella y su esposo Alquife siguen interviniendo para favorecer a los príncipes del linaje de Amadís. En el libro vigesimocuarto y último de Amadís de Gaula, se informa de que ambos encantadores son "maravillosamente viejos". Libros XXII, XXIII y XXIV de Amadís de Gaula, Alemania, 1594-1595.

Urganda aparece también en la trilogía francesa sobre Amadís: Le Romant des Romans, de Gilbert Saulnier Duverdier, (1626-1629), con su esposo, Alquife, y otro encantador, llamado Alcandro, siempre para proteger y apoyar a Amadís de Gaula y a los príncipes de su linaje.

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Y como queda dicho, entre las poesías burlescas incluidas en los Preliminares del Quijote, Cervantes incluyó una, cuya autoría adjudica a Urganda la Desconocida, que es el primero de todos. Está compuesto por versos de pie quebrado, es decir, que riman eliminando la última sílaba de cada verso.

Posteriormente, será mencionada, por ejemplo, en el Capítulo XLIII de la Primera Parte, en la que don Quijote la invoca, como “su buena amiga Urganda" para que le socorra, cuando queda colgado de una ventana, y atado de un brazo:

Allí fue el desear de la espada de Amadís, contra quien no tenía fuerza encantamento alguno; allí fue el maldecir de su fortuna; allí fue el exagerar la falta que haría en el mundo su presencia el tiempo que allí estuviese encantado, que sin duda alguna se había creído que lo estaba; allí el acordarse de nuevo de su querida Dulcinea del Toboso; allí fue el llamar a su buen escudero Sancho Panza, que, sepultado en sueño y tendido sobre el albarda de su jumento, no se acordaba en aquel instante de la madre que lo había parido; allí llamó a los sabios Lirgandeo y Alquife que le ayudasen; allí invocó a su buena amiga Urganda que le socorriese; y, finalmente, allí le tomó la mañana tan desesperado y confuso, que bramaba como un toro, porque no esperaba él que con el día se remediaría su cuita, porque la tenía por eterna, teniéndose por encantado. (Ed. Rico).

1650-1652, Paris, Les advantures du fameux chevalier Dom Quixot de la Manche et de Sancho Pansa, son escuyer (Jacques Lagniet). - 1657, Dordrecht, Den verstandigen vroomen ridder Don Quichot de la Mancha (Jacob Savery).

1672-1673, Amberes, Vida y hechos del ingenioso cavallero Don Quixote de la Mancha (Jerónimo y Juan Bautista Verdussen) - 1695, Paris, Histoire de l'admirable Don Quichotte de la Manche (Claude Barbin). Imágenes: Biblioteca Virtual M. de C. 

-El cervantista Nicolás Díaz de Benjumea, publicó, en 1861, un ensayo crítico titulado La estafeta de Urganda ó Aviso de Cid Asam-Ouzad Benenjeli sobre el desencanto del Quijote, en el mismo, asegura que son los versos de Urganda, el mejor y más verdadero resumen de la novela.

A finales del siglo XV GARCI RODRÍGUEZ DE MONTALVO preparó la que habría de ser su versión definitiva, cuya edición más antigua conocida es la de Zaragoza, en 1508, con el título de Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula. Aunque se trata de una obra muy anterior, que ya existía en tres libros desde el siglo XIV, según consta en obras del Canciller Pero López de Ayala. El mismo Garci Rodríguez de Montalvo confiesa haber enmendado los tres primeros libros y ser el autor del cuarto. Se han descubierto, en una encuadernación, unos fragmentos de una versión anterior a Montalvo, muy probablemente, del primer cuarto del siglo XV, que demuestran que, entre sus enmiendas, hubo una abreviación.

Cervantes atribuye Urganda unos contundentes versos de pie quebrado, con los que ofrece buenos consejos al autor, en sus Preliminares:

AL LIBRO DE DON QUIJOTE DE LA MANCHA. Urganda la desconocida.

  Y, pues la expiriencia ense-

  que el que a buen árbol se arri-

  buena sombra le cobi-,

  en Béjar (1) tu buena estre-

  un árbol real te ofre-

  que da príncipes por fru-,

  en el cual floreció un du-

  que es nuevo Alejandro Ma-:

  llega a su sombra, que a osa-

  favorece la fortu-.


  De un noble hidalgo manche-

  contarás las aventu-,

  a quien ociosas letu-,

  trastornaron la cabe-:

  damas, armas, caballe-,

  le provocaron de mo-,

  que, cual Orlando furio-,

  templado a lo enamora-,

  alcanzó a fuerza de bra-

  a Dulcinea del Tobo-.


  No indiscretos hieroglí-

  estampes en el escu-,

  que, cuando es todo figu-,

  con ruines puntos se envi-.


  No te metas en dibu-,

  ni en saber vidas aje-,

  que, en lo que no va ni vie-,

  pasar de largo es cordu-.


  Que suelen en caperu-

  darles a los que grace-;

  mas tú quémate las ce-

  sólo en cobrar buena fa-;

  que el que imprime neceda-

  dalas a censo perpe-.


  Advierte que es desati-,

  siendo de vidrio el teja-,

  tomar piedras en las ma-

  para tirar al veci-.

(1) AL DUQUE DE BÉJAR; la dedicatoria:

  marqués de Gibraleón, conde de Benalcázar y Bañares, vizconde de La Puebla de Alcocer, señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos

  En fe del buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros, como príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza no se abaten al servicio y granjerías del vulgo, he determinado de sacar a luz al Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, al abrigo del clarísimo nombre de Vuestra Excelencia, a quien, con el acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en su protección, para que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben, ose parecer seguramente en el juicio de algunos que, continiéndose en los límites de su ignorancia, suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos ajenos; que, poniendo los ojos la prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan humilde servicio.

  Miguel de Cervantes Saavedra.

Y el propio Amadís, sigue a Urganda con un Soneto a Don Quijote, en los mismos Preliminares.

Urganda la Desconocida es, pues, uno de los principales personajes del ciclo de Libros de Caballerías, iniciado en la literatura castellana por Amadís de Gaula, de 1508, aunque es una creación muy anterior.

Primera edición conocida de Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo, impresa en Zaragoza, por Jorge Coci, 1508.

Para formar parte de este grupo de estas novelas, se requieren ciertas condiciones:

Estructura abierta

Aunque se trata de un género muy cerrado, por cuanto que responde al modelo marcado por el Amadís de Gaula de Rodríguez de Montalvo, las narraciones presentan una estructura abierta de carácter episódico: las aventuras pueden prolongarse indefinidamente, y cada obra termina anunciando otras nuevas a cargo de los descendientes del héroe. Esto hace que siempre sean posibles las continuaciones siguiendo la pauta ya marcada por Rodríguez de Montalvo al continuar con las Sergas de Esplandián las aventuras de su padre Amadís


Las sergas de Esplandián, sergas = proezas, es el quinto libro de la serie española de libros de caballerías y constituye un paradigma de lo que son estas obras. Su autor, Garci Rodríguez de Montalvo, también escribió el libro cuarto del Amadís, acorde con el tópico de la falsa traducción; se supone “escrito en griego por el maestro Elisabat,"... que “paresció en una tumba de piedra, que debajo de la tierra de una ermita cerca de Constantinopla fue hallado, y traído por un húngaro mercader a estas partes de España, en letra y pergamino tan antiguo, que con mucho trabajo se pudo leer por aquellos que la lengua sabían".

También sigue la norma de la amplificatio cualitativa, o exageratio -acorde con la cual los héroes han de superar las hazañas de sus predecesores-; la dilatatio: es decir, prolongación narrativa por la inclusión de aventuras de otros personajes, hermanos o compañeros del héroe principal, a cuyo efecto, se recurre al entrelazamiento / entrelacement, heredada de la narrativa artúrica.

Se ha de buscar honra y valor, por medio de la aventura y la superación de pruebas. Casi siempre la motivación principal del caballero es la fama y/o, el amor.

Idealización del amor del caballero por su dama; una suerte de idolatría masoquista; si el caballero no sufre por su dama, no es un caballero. Así superando una prueba tras otra, mostrará su heroísmo y alcanzará la fama.

Otros elementos a considerar generalmente, serían: el ideal cristiano de una Guerra Sagrada contra los turcos; defensa de Constantinopla -perdida en la realidad, en 1453-, e incluso, la y evocación nostálgica de la Reconquista, terminada en 1492.

Geografía fantástica; tiempos históricos remotos, inexistentes fuera del mito; Punto de partida en la traducción de un manuscrito inexistente fuera de la imaginación.

Con todo, es un hecho, que las numerosas series o ciclos de libros de caballerías, atestiguan de manera fehaciente, el enorme éxito obtenido en la época. Tal vez llegaron, en más de un caso, a llevar a los lectores u oyentes a un mundo fantástico, plagado de encantamientos, pero muy creíble para ellos. Tal fue la causa que llevó a Cervantes a crear a don Quijote, como modelo de caballero cegado por las aventuras caballerescas, si bien, dotando su obra de un sentido profundamente humano, pero radicalmente crítico, con cuya imagen muestra a la perfección los estragos que causaba la lectura continua de tan absurdas magias y encantamientos. 

Portada del Floriseo, “Con privilegio”.

Se conservan sesenta y tres libros de caballerías, de los cuales hubo numerosas ediciones y traducciones. Se suelen clasificar, según los eruditos del siglo XIX d.C., en ciclos, que pueden contener otros subciclos. También se conservan modelos llamados “sueltos”.


1. Amadís de Gaula.

2. Belianís de Grecia.

3. Clarián de Landanís.

4. Demanda del Santo Grial.

5. Espejo de caballerías.

6. Espejo de príncipes y caballeros o El caballero del Febo.

7. Felixmagno.

8. Florambel de Lucea (Francisco de Enciso Zárate).

9. Florando de Inglaterra.

10. Floriseo.

11. Lepolemo o el Caballero de la Cruz.

12. Morgante (Traductor-autor: Jerónimo Aunés).

13. Palmerín de Oliva.

14. Renaldos de Montalbán.

15. Tristán de Leonís.


Sueltos:

1. Arderique, de autor anónimo y escrito en catalán, 

2. Libro del caballero Cifar, Cirongilio de Tracia, de Bernardo Pérez de Vargas,

3. Claribalte, de Gonzalo Fernández de Oviedo,

4. Cristalián de España de Beatriz Bernal

5. Febo el troyano, de Esteban Corbera,

6. Felixmarte de Hircania, de Melchor Ortega

7. Florindo de Fernando Basurto

8. Guarino Mesquino, Anónimo

9. Lidamor de Escocia de Juan de Córdoba

10. Olivante de Laura de Antonio de Torquemada

11. Oliveros de Castilla, anónimo

12. Philesbián de Candaria, anónimo

13. Policisne de Boecia, de Juan de Silva y de Toledo, y

14. Polindo y Valerián de Hungría, de Dionís Clemente.


Los Ciclos Mayores:

La obra más representativa de este género fue la titulada Los cuatro libros de Amadís de Gaula, escrita al parecer en el siglo XIV d. C. en tres libros, pero cuya primera edición conocida es la de Zaragoza de 1508, en la versión refundida de Garci Rodríguez de Montalvo, quien añadió el cuarto libro y además la continuó en Las sergas de Esplandián. 

Siguieron: 

-Florisando, de Ruy Páez de Ribera; 

-Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva; 

-Lisuarte de Grecia de Juan Díaz; 

-Amadís de Grecia, Florisel de Niquea y Rogel de Grecia, los tres escritos por Feliciano de Silva; -Silves de la Selva de Pedro de Luján y la 

-Cuarta Parte de Don Florisel de Niquea de Feliciano de Silva. 

Algunas de estas obras fueron traducidas a otros idiomas europeos, y con ello surgieron nuevas continuaciones, como la francesa, Flores de Grèce, traducción plagiaria del Lisuarte de Grecia de Juan Díaz; trece obras sobre Amadís en italiano debidas a Mambrino Roseo, tres obras de la serie alemana Amadís de Francia y otras tres de la serie francesa Le Romant des Romans.

Los “Palmerines”.

Además del ciclo de Amadís de Gaula, el más popular en España y Portugal fue el de los Palmerines, iniciado con la obra Palmerín de Oliva, Olivia, según la primera edición, atribuida a Francisco Vázquez y continuada en español por él mismo, con el Primaleón y, al parecer, por Francisco de Enciso Zárate, en Platir.

En portugués, el Primaleón fue continuado por Francisco de Moraes, en el célebre Palmerín de Inglaterra, este por Gonçalo Coutinho en Crónica de don Duardos de Bretaña, y Diogo Fernandes en Duardos de Bretaña, y este, a su vez, por Baltasar Gonçalves Lobato en Clarisol de Bretaña

En Italia también se publicó una serie de obras que continuaba el ciclo de los Palmerines, seis de ellas escritas por Mambrino Roseo, y otra, titulada, Polendos, por Pietro Lauro.

Otros ciclos populares fueron los de Clarián de Landanís, del que se conservan cinco libros impresos, aunque aparentemente fueron siete; y el del Espejo de Príncipes y Caballeros o El Caballero del Febo, del que subsisten cuatro libros impresos y dos manuscritos.

A pesar del florecimiento intenso de estos grandes ciclos con personaje, a lo largo del siglo XVI, se publicaron en España numerosos libros de caballerías pertenecientes a ciclos menores o que eran obras independientes. Entre ellos cabe mencionar:

Arderique, Belianís de Grecia, Cirongilio de Tracia, Claribalte, Cristalián de España, El caballero del Febo el troyano, Félix Magno, Felixmarte de Hircania, Florambel de Lucea, Florando de Inglaterra, Florindo, Floriseo y su continuación, Reymundo de Grecia, Lepolemo o El Caballero de la Cruz, Lidamor de Escocia, Olivante de Laura, Philesbián de Candaria, Polindo, Rosián de Castilla y Valerián de Hungría. 

En español, la última obra de este género fue Policisne de Boecia, publicada en 1602.

Otras, como Adramón, Bencimarte de Lusitania, Claridoro de España, Clarisel de las Flores y su reelaboración parcial, Filorante, El Caballero de la Luna, Flor de caballerías, León Flos de Tracia, Marsindo, Polismán de Nápoles y Lidamarte de Armenia, quedaron inéditas, y del manuscrito de Clarís de Trapisonda, se conservan dos folios. 

Se sabe de la existencia de otros libros, de los que no se conserva ningún ejemplar, como Leoneo de Hungría, Leonís de Grecia, Lucidante de Tracia y Taurismundo.

En Portugal tuvo una especial popularidad la obra Clarimundo, que fue reimpresa hasta fines del siglo XVIII d. C.

En algunos estudios sobre los libros de caballerías españoles se incluyen también la obra medieval El Caballero Zifar y, especialmente la novela valenciana Tirant lo Blanch, de Joanot Martorell, que fue publicada por primera vez en 1490 e impresa en castellano en 1511.

También se han estudiado como parte del género diversas obras francesas e italianas, traducidas al castellano, y que relatan aventuras legendarias de los caballeros del Rey Arturo, o de legendarios paladines de la corte de Carlomagno, como La historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia, Reinaldos de Montalbán, etc. 

En Portugal, por último, los continuadores del ciclo artúrico produjeron la obra, Triunfos de Sagramor, y los del carolingio prosiguieron La historia del emperador Carlomagno y de los Doce Pares de Francia, en algunas obras más.

Todo lo dicho, demuestra que la literatura de carácter caballeresco, gozó de un éxito que no muchos autores, de los más reconocidos, alcanzaron nunca, dejando una huella imperecedera de su existencia y sus efectos, fundamentalmente, a través de la obra crítico-satírica del inmortal autor, cuya imagen -pisando un ejemplar de Amadís-, inauguraba esta entrada. 

BNE

Quizás, con el tiempo, seamos capaces de desentrañar sin recursos folclóricos, cuales fueron las verdaderas circunstancias, políticas y sociales, que dieron lugar a que todas estas sorprendentes fantasías, se adueñaran de la mente de los lectores u oyentes, hasta llegar a marcar una época, como lo hicieron.  

domingo, 23 de abril de 2023

UFFIZI ● 10 ● Tintoretto



Jacopo Tintoretto, Il Furioso


Autorretrato. Museum of Art, Filadelfia

Venecia, 29 de Septiembre 1518 - 31 de Mayo 1594

Tintoretto creó muchas obras, da carácter dramático -en el sentido literario del término-, que le promocionaron en la escuela de pintura veneciana, como el más famoso, al lado de Tiziano (1485-1576), con quien aprendió algún tiempo. 

Tintoretto confiaba mucho en sí mismo: parece que en su estudio había una inscripción "El dibujo de Miguel Ángel, el color de Tiziano", pues su objetivo sería alcanzar el genio compositivo del uno, y el audaz colorido del otro. 

Aunque se llamaba Jacopo Comin; en su juventud fue llamado Jacopo Robusti, y en el mundo del arte fue conocido como el Furioso, por la vehemencia que ponía en su arte. 

Parece que en 1553 quiso aprender con Tiziano, pero se dice que el maestro le expulsó después de unos diez días, a causa de su evidente talento. 

Puede ser, asimismo, que se formara con Bonifacio Veronese; 1487-1557, y Paris Bordone; 1500-1571, y que trabajara con Andrea Meldolla, Schiavone, entre 1510 y 1563, del cual conservó cierta influencia. 

A pesar de todo su aprendizaje, desarrolló un estilo muy independiente y trabajó en solitario, compartiendo raramente sus técnicas. Con el fin de conseguir un trabajo detallado y con la justa perspectiva espacial, creó unos modelos de cera y los utilizó para sus experimentos sobre la iluminación, algo que dejó en su obra una sensación exagerada de luz y movimiento, pues parece que no siempre se producía el efecto esperado por él. 

En 1548, realizó las tres obras que le dieron una gran popularidad, para la Escuela Grande de San Marco: El descubrimiento del cuerpo de San Marco, El robo del cuerpo de San Marco, -ejemplos evidentes de su uso dramático de la perspectiva y del espacio-, y la tercera obra, San Marco salva a un Sarraceno durante un naufragio, muestra su habilidad en la representación de la visión y en los fuertes contrastes entre la luz y la sombra.

Descubrimiento

Traslado

Jacopo Tintoretto: traslado secreto de los restos de San Marcos desde Alejandria, Egipto, a Venecia, Italia, en 828

San Marco salva a un Sarraceno durante un naufragio

Estos trabajos le llevaron a trabajar para la Escuela Grande de san Rocco en Venecia, donde creó numerosas obras, desde 1564 hasta su fallecimiento, en 1594. 

Como muestra de su pintura, tenemos, la Crucifixión, la Anunciación, San Rocco presentado al papa, El arresto de san Rocco, La piscina Probática, San Rocco sana a los leprosos, San Rocco en prisión confortado por un ángel, San Rocco en la soledad, San Rocco cura los animales, etc., pero sus obras maestras son muchísimas más.

Tintoretto pintó también una impresionante pieza única, el Paraíso, considerada la más grande jamás creada sobre lienzo. También pintó numerosos retratos.

Hay dos versiones de El Paraíso; una, que es el primer boceto, está en el Louvre. La otra en el museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid; mide casi 5 metros de largo por 1,7 de ancho. En ella aparecen casi 300 personajes que el pintor ejecutó –con la ayuda de su hijo Doménico- para relatar el Paraíso celestial, que la tradición cristiana situaba en el fin de los tiempos.

Paraíso, Louvre

El Paraíso. Museo del Prado. Finales del siglo XVI - Principio del siglo XVII. No expuesto

La obra coincide con la enorme pintura del mismo tema en el Palacio Ducal de Venecia, en casi todos los grupos de figuras, y con ella se relaciona en su composición general. El Paraíso, que ocupa casi la totalidad del lienzo, presenta, en la parte inferior, el mundo, que, tratándose de Venecia, es, sobre todo, mar.

Preside la gran composición en el centro de la parte superior el grupo de la Virgen arrodillada a los pies del Salvador hacia el que desciende el Padre Eterno con los brazos extendidos. Sobre un fondo general claro y luminoso se ordenan en grandes festones que recorren total o parcialmente el anchísimo lienzo un gran número de grupos en sombra en los que los diversos personajes cobran relieve gracias a los acertados golpes de luz.

Se trata de una copia de la versión definitiva del Palacio Ducal, realizada probablemente en la bottega tras la muerte del maestro, a instancias de la donante que se hizo retratar en el ángulo inferior derecho. (Texto extractado de Falomir, M.: Tintoretto, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 169).

Paraíso. Thyssen B.

El Paraíso, es una de las obras que Tintoretto ejecutó como parte del concurso para decorar la Sala del Consejo Mayor en el Palacio Ducal de Venecia, que sufrió un incendio en 1577, quedando muy dañado un fresco de Guariento, pintado hacia 1365, que decoraba aquella Sala del Consejo Mayor. Se organizó el concurso para sustituirlo por una nueva pintura bajo el tema: Gloria y Coronación de la Virgen.

Guariento: Grabado de Piccini, 1648 y un ejemplo de su pintora: Ejército de Ángeles. Padua.

A la convocatoria se presentaron los artistas venecianos más sobresalientes del momento: Jacopo Palma el Joven, con un boceto para “El Paraíso” que conserva la Pinacoteca Ambrosiana de Milán; Veronés, con una composición que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Lille; Francesco Bassano, con una obra, hoy en la colección del Hermitage de San Petersburgo, y Tintoretto, que hizo los dos bocetos, de los cuales, uno está en el Louvre, y el otro, en el Thyssen. Tras una serie de vicisitudes; la muerte de Veronese y el suicido de Bassano, hicieron que Tintoretto, finalmente, se hiciera cargo de la pintura. (Extr. Diario ABC).

Palma El Joven – Bassano

De acuerdo con la descripción del Juicio Final, de San Pablo, en su primera Epístola a los Corintios, Tintoretto pinta a La Virgen, en el centro, siendo coronada por Jesucristo, bajo las alas del Espíritu Santo. A su alrededor, en una especie de anfiteatro, los elegidos celebran gozosos haber merecido la vida eterna. Se trata de uno de los óleos más imponentes del maestro del Siglo de Oro veneciano.

Gracias a los estudios técnicos a los que se sometió la obra del Thyssen, se evidenció el concepto escultórico que Tintoretto tenía del dibujo. La mayoría de los personajes -por cierto-, se dibujaron desnudos y sólo posteriormente, se les añadieron los ropajes, del mismo modo que se advierten otros numerosos cambios, pentimentos, etc.

"Nadie sabe lo que la pintura es capaz de hacer hasta que ha visto una obra de Tintoretto", dijo la novelista Virginia Woolf sobre la obra del veneciano, que también fascinó a Téophile Gautier, Jean-Paul Sartre, Mary McCarthy, Hippolyte Taine, John Ruskin, Francisco Ayala o Eugeni d'Ors.

Los terribles incendios del Palacio Ducal en 1574 y 1577 obligaron a renovar por completo su decoración pictórica, y los artistas recibieron instrucciones explícitas sobre el tema e incluso la composición, con la idea de acercarse lo más posible a las obras destruidas. 

Tintoretto pintó varios paneles grandes de techo para elaborar un programa, que mostraba las victorias militares de Venecia, y otras virtudes de la república, reclamando su asimilación con el papado y el Sacro Imperio Romano Germánico.

La elemento más llamativo de Tintoretto, fue el reemplazo de la Coronación de la Virgen de 1365 de Guariento, por la imagen de Cristo, eliminando también las escenas laterales de la Anunciación y colocando a Cristo como la autoridad suprema, de quien María es subsidiaria. Las multitudes de santos y ángeles sugieren un Juicio Final, recordando a los miembros del Gran Consejo la gravedad y el significado trascendente de sus acciones.

Cientos de figuras de ángeles y santos aparecen dispuestas en líneas curvas en perspectiva concéntrica, cuyo impulso se va concentrando hacia un brillante punto central en las alturas, presidido por las figuras de Cristo y la Virgen.

Palacio Ducal de Venecia






Johann Wolfgang von Goethe, describió así la obra: "Un Paraíso de Tintoretto, o más bien la coronación de María como Reina del Cielo en presencia de todos los patriarcas, profetas, santos, ángeles, etc., una idea sin sentido ejecutada con la mayor genialidad, hay aquí tal soltura de pincelada, espíritu y riqueza expresiva, que para admirar y disfrutar debidamente la pieza habría que poseerla, ya que se puede decir que la obra es infinita, y la cabeza del menor de los ángeles ' tiene carácter [...]". (Louvre).

Detalle de la Coronación de la Virgen, en El Paraíso, c. 1588. Thyssen-Bornemisza, Madrid.

La Coronación de la Virgen, en El Paraíso, C. 1588, Madrid, M. Thyssen-Bornemisza

Tintoretto: La Coronación de la Virgen, llamado El Paraíso, 1564, París, Musée du Louvre.

El proyecto de Veronés, lo conocemos gracias a los bocetos que se conservan en el Museo de Bellas Artes de Lille; el de Bassano, por los del Hermitage Museum de San Petersburgo, y el de Palma El Joven, se conserva en la Biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán.

Paolo Caliari, el Veronés. Boceto para Paraíso. Museo de Bellas Artes de Lille

A Jacopo Palma, el joven se le asigna la realización de un Juicio Universal en la sala contigua, llamada del Escrutinio, que en aquel momento precedía el acceso a la sala del Consejo Mayor. De esta forma se establecía un recorrido similar de "redención" hacia la meta final representada por el Paraíso.

Sala del Consejo del Palacio Ducal de Venecia

Tintoretto realizó la obra entre 1588 y 1594. Dadas las enormes dimensiones, el lienzo se pintó por partes en la gran sala de la Scuola della Misericordia; en ella participaron todos los miembros de su taller, y presenta, como hemos visto, algunos cambios. Cosechó un gran éxito a pesar de que el resultado final era un poco diferente al que Tintoretto había planificado en el original de 1582, más cercano a su sensibilidad.

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GALERÍA

Cristo lava los pies a los discípulos, c. 1547. Museo del Prado

Milagro de San Agustín, c. 1549. Museo Cívico, Vicenza.

La pintura muestra a San Agustín, como obispo, apareciéndose a 40 peregrinos con destino a Roma, algunos lisiados y otros ciegos, y señalándoles el camino a su propia tumba en Pavía con la promesa de una curación. Tintoretto sitúa la escena en el curso de un río seco. En el fondo de este desolado paisaje lunar, la fachada de una iglesia se cierne como una visión de esperanza. Tintoretto pintó el cuadro para el altar de la familia Porto Godi en la capilla de San Agustín en San Michele en Vicenza (la iglesia ya no está en pie). (WGA).

La Cena de Emaús, 1452-53. Szépmûvészeti Múzeum, Budapest

Tintoretto empezó como alumno de Tiziano y después asumió la influencia de Parmigianino y Miguel Ángel, pero su propio arte, dramático y animado, apasionado y visionario, mantuvo siempre una nota muy individual que en muchos aspectos era totalmente original.

Los expertos consideran que la Cena de Emaús fue pintada alrededor de 1540, cuando era un joven. A diferencia de sus pinturas de la Última Cena, un tema frecuente en sus últimos años, esta pintura es una composición más equilibrada en estilo renacentista, con las figuras dispuestas paralelas al plano del cuadro, relativamente grandes y escultóricas, y no hay un uso tan eficaz del contraste de luces y sombras ni de la disposición espacial como en las obras más maduras. Principalmente a través de gestos y poses vigorosas, el pintor transmite la atmósfera dramática y tensa inherente a la escena. (WGA).

Creación de los animales, 1551-52. Gallerie dell’Accademia. Venencia

Uno de los principales logros de las primeras obras de Tintoretto, es la serie de lienzos pintados alrededor de 1550 para la Sala dell'Albergo de la Scuola della Santissima Trinitá. Y de estos, la Creación de los animales es ciertamente única por el ritmo arremolinado de la composición. En un resplandor de luz dorada, que no escapa del todo a las tinieblas que aún envuelven parcialmente la tierra recién creada, Dios es representado como suspendido en el aire en el acto de la creación. Los animales corren detrás de él mientras los pájaros vuelan por el cielo y los peces se lanzan a través del agua como flechas de su mano. La dramática escena azotada por el viento está surcada por los perfiles de los animales que cruzan el lienzo en líneas continuas, transmitiendo con extraordinaria concisión y expresividad el tema de la obra.

Al igual que la novela de Pietro Aretino sobre el tema del Génesis, la pintura de Tintoretto muestra el unicornio (derecha). Las supuestas cualidades curativas y descontaminantes del colmillo de narval, pieza imprescindible en todo gabinete de curiosidades del Renacimiento, se consideraban prueba de la existencia de esta fabulosa criatura. Las criaturas exóticas como el avestruz que caminaba por la orilla eran muy admiradas como obsequios de los invitados a las cortes principescas del norte de Italia y se representaban en dibujos o grabados. Sin embargo, como un verdadero veneciano, Tintoretto aquí dedica una habilidad artística particular a los peces, incluidos el esturión, el salmón y el salmonete.

El modelo de Tintoretto para esta composición fue Baco y Ariadna de Tiziano de la National Gallery de Londres, del que adoptó la figura divina suspendida, así como el escenario. (WGA).

Los Evangelistas, Marcos y Juan, 1557. - Los Evangelistas Lucas y Mateo, 1557. Santa María del Giglio. Venecia. (Parte inferior, recortada).

Un Filósofo (detalle), 1570. Biblioteca Nazionale Marciana, Venecia

Autorretrato de Tintoretto en la Sala Grande de la Scuola di San Rocco (1573).

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