miércoles, 11 de octubre de 2017

Romanticismo y Románticos –I–



Wanderer above the sea of fog –Caminante sobre el mar de nubes
Caspar David Friedrich - Kunsthalle Hamburg

Es tarea compleja la de intentar definir, no sólo qué es el Romanticismo; su fecha de nacimiento y de desaparición; los autores, las artes, e incluso, las ciencias que se integraron bajo su órbita, así como los países sobre los que se extendió con más o menos ímpetu.

Podríamos decir que fue una reacción del sentimiento frente a la razón; el deseo, o la necesidad de dar a conocer ciertos estados anímicos; quizás la fantasía y el misterio, frente a la realidad y aquellos aspectos científicos, que hoy parecen tan incipientes; frente a la vida y a la inseparable muerte… Todo junto valdría tal vez, pero tampoco sería suficiente, mucho menos, ante la evidencia de que las palabras “romántico”, “romanticismo”, han adquirido un significado demasiado amplio y tan indefinido que puede aplicarse a muchas y muy diversas circunstancias y actitudes.

Así, la RAE lo define en primer lugar como: Movimiento cultural que se desarrolla en Europa desde fines del siglo XVIII y durante la primera mitad del XIX y que, en oposición al Neoclasicismo, exalta la libertad creativa, la fantasía y los sentimientos, siendo la cuarta acepción la de: Sentimentalidad excesiva.

La palabra, como adjetivo, nacería en Inglaterra a mediados del siglo XVII, como derivación del roman medieval francés, ya independizado de la lengua latina, pero todavía apegado a lo maravilloso, a lo fabuloso y con múltiples aventuras ficticias. 

A finales del mismo siglo, la nueva palabra pasaría al alemán, si bien con una connotación peyorativa en referencia al gusto excesivo por lo quimérico y fantasioso.

En el siglo XVIII, el término adoptó en Francia una acepción relativa a la naturaleza percibida a través de la pintura, o del mismo modo que esta se observa, como obra de arte quizás, y es Jean Jacques Rousseau tal vez, quien le otorga este sentido por primera vez, en su obra Los Ensueños del Paseante Solitario - Les Rêveries du promeneur solitaire calificando de románticas las silvestres orillas del lago de Bienne. El concepto así entendido, pasaría a asociarse también con el de pintoresco.

Las orillas del Lago de Bienne son más silvestres & románticas que las del Lago de Ginebra, porque las rocas & los bosques bordean el agua hasta más cerca; pero no por ello son menos risueñas. Si por un lado los campos no están sembrados de viñedos, ni hay ciudades & casas, hay sin embargo más verdura natural, más prados y asilos sombreados…

J.J. Rousseau, de Quentin Latour

Ya a finales del XVIII, el romanticismo alemán recuperó en buena parte su sentido medieval, oponiéndose a la Antigüedad y al Clasicismo. Novalis, en su Fragmente und Studien, de 1797-1798, creó el término romantizar, para referirse al proceso de poetización del mundo, afirmando que debía ser romantizado: confiriendo a las cosas secretas una alta significación; a lo cotidiano, un misterioso prestigio; a lo conocido, la dignidad de desconocido y a lo finito, la apariencia de infinito, yo las romantizo.

Novalis (1799), retrato de Franz Gareis

August Wilhelm Schlegel, por su parte, en sus Cursos de Literatura Dramática, difundió el concepto de romántico en Europa, aproximando la poesía romántica a la poesía moderna, marcada por la tradición cristiana, progresista y abierta a la mezcla de géneros.

August Wilhelm Schlegel

El fenómeno romántico, sea como fuere, revolucionó todas las artes; partiendo del mismo centro de gravedad del que había arrancado el Siglo de las Luces, pero centrándose en los conceptos Sturm und Drang –Tempestad y Pasión; la fuerza irrefrenable del sentimiento y el culto a la individualidad, como imprescindibles en toda actividad creadora. El genio artístico es irracional y creador; ya no se somete a la disciplina de la razón, como lo estuvo durante las Luces, sino que surge de una libertad interior. Es capaz de romper códigos y convenciones, se basa en la subjetividad, y sigue la inspiración divina, la intuición y las pasiones.

En Alemania, el concepto quedó asentado a través de la revista Athenaeum, fundada en 1798 por los hermanos Schlegel, con Ludwig Tieck, Schelling y Novalis, que conformaron el llamado Grupo de Jena, centrado en la Filosofía.


Jena alrededor de 1800: 
(Izq.) F. Schiller, Wilhelm von Humboldt, Alexander v. Humboltdt y J.W.Goethe.
(¿Pre–Romanticismo? Dos científicos, un filósofo y un poeta)

En Inglaterra, el ensayo de Edmund Burke, Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello - A Philosophical Enquiry into the Origin of our Ideas of the Sublime and Beautiful-, de 1756, ejerció un considerable influencia sobre la pintura, representada en este caso por Caspar David Friedrich (pintura en la cabecera de esta entrada), que, en cierto modo, terminó con la visión de la naturaleza como una fuente de armonía y serenidad.

En 1762, James Macpherson publicó los Poemas de Ossian, con notable éxito en toda Europa, y despertó el interés por el mundo celta, atribuyendo su obra a un bardo escocés del siglo III.

James Macpherson, by George Romney. NPG Londres

Y en 1764, Horace Walpole, inauguró el género o variante que conocemos como “Novela Negra”, con su Castillo de Otranto, cuyos tenebrosos decorados y terrorífica atmósfera, se correspondían con lo que Burke había definido como “sublime”.

Horace Walpole, de Sir Joshua Reynolds. NPG Londres

Además, como fondo de todo esto, la Revolución Francesa y después el Imperio, provocaron una profunda transformación política, social y cultural, cuyos efectos se expandieron por toda Europa a principios del siglo XIX, creando la conciencia inspiradora de las democracias, frente a las antiguas dinastías autoritarias reinantes. Surgía la imagen romántica de las naciones libres y dueñas de su destino.

Madame de Staël, quizás la figura literariamente más representativa de aquel momento en Francia, escribió: Lo más grande que el hombre ha hecho, se lo debe al doloroso sentimiento de lo incompleto de su destino… a su necesidad de escapar de los límites que circunscriben su imaginación.

Germaine de Staël junto a un busto de su padre, Necker, famoso Ministro de Finanzas de Louis XVI

Alfred de Musset, por otra parte, escribió en sus Confessions d'un enfant du siècle – Confesiones de un Hijo del Siglo, de 1836: La enfermedad del siglo presente procede de dos causas; el pueblo que pasó por 1793 y por 1814, lleva dos heridas en el corazón. Todo lo que era, ya no es, y lo que será, no lo es todavía; no busquéis en otra parte el secreto de nuestros males. 

Alfred de Musset, retratado por Eisler

Así pues, en Alemania, Novalis, Ludwig Tieck y Schlegel, reunidos en Jena y cercanos al pensamiento de Fichte, asentaron la doctrina romántica y el romanticismo político.

A principios de la década el 1800, aquel romanticismo emprendió una nueva vía con la Escuela de Heildelberg, en la que aparecen, Clemens Brentano, Joseph von Eichendorff, Achim von Arnim y Jacob y Wilhelm Grimm.


Sería, sin embargo, Lord Byron quien con su obra La Peregrinación de Childe Harold, alcanzaría una inmensa popularidad, a través de un personaje que arrastra su melancolía y desencanto por Europa y Oriente, convirtiéndose en el modelo del llamado héroe byroniano, que aparecerá en otras de sus obras. Su llamativa vida y su muerte en Missolonghi, comprometido con la causa de la Independencia Griega, lo convirtieron en un auténtico mito que todo joven quería imitar, en su vida, en su obra y en su muerte en defensa de la libertad.

En Francia, país de cultura y tradición greco-latinas, la literatura era clásica desde el Renacimiento, y los Románticos -aunque el movimiento se hizo notar desde 1750- no se hicieron un sitio hasta que a principios del siglo XIX se liberaron de las reglas del pensamiento, y se opusieron al clasicismo y al realismo de los filósofos del siglo anterior. El Romanticismo tuvo aquí su mayor empuje durante el Imperio, y su madurez, durante la Restauración, afirmándose definitivamente, a partir de 1830.

En Italia destacaría Alessandro Manzoni, escribiendo una obra militante por la libertad. Su mayor éxito, Los Novios- I Promessi Sposi, que relata el imposible amor de dos jóvenes del siglo XVII, bajo el dominio español, entre guerras, pestes e injusticia, se convirtió en el emblema del romanticismo italiano. Obtuvo un resonante éxito. 

Tras su fallecimiento, en 1873, Verdi compuso y le dedicó su grandioso Requiem.


En España perduró algún tiempo el neoclasicismo, como es el caso del Duque de Rivas y Espronceda, aunque ambos se apresuraron a ingresar en las filas románticas tras hacer su descubrimiento. Pero el Romanticismo se instauró de forma muy compleja y diversa, entre ideas revolucionarias por un lado y tradicionales por otro. 

El movimiento fue relativamente breve, si bien, surgieron figuras como Juan Arolas, Nicomedes Pastor Díaz, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, y Pablo Piferrer, que escribía en catalán.

Sobre la estela de Walter Scott, repartidos entre liberales y moderados, surgieron importantes figuras en la novela histórica, tales como Enrique Gil y Carrasco y Francisco Navarro Villoslada, destacando la prosa de Larra, con sus satíricos artículos de costumbres; Estébanez Calderón y Martínez de la Rosa. 

Esquivel y Suárez de Urbina, Antonio María. Sevilla, 1806 - Madrid, 1857
Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor
1846. Óleo sobre lienzo, 144 x 217 cm. Museo del Prado

El cuadro más famoso de Esquivel y pieza capital del Romanticismo español. Considerado como máximo testimonio gráfico del ambiente intelectual bajo el reinado de Isabel II (1830-1904), este lienzo reúne de forma ficticia a las personalidades culturales más relevantes contemporáneas a Esquivel.”MNP

Tal vez esta espléndida pintura de Esquivel, en lugar de su título debería ser mejor conocido como: “Contemporáneos de los poetas”, ya que muchos de los personajes que aparecen retratados, no son, precisamente, poetas, sino políticos de diversas tendencias; periodistas, escritores en prosa, historiadores, etc. 

Tras ellos, los retratos enmarcados del Duque de Rivas y de Espronceda, para entonces, ya fallecidos; este último, con sólo 34 años, lo que constituye una característica desgraciada, pero muy definitoria del autor romántico.

Zorrilla, leyendo, constituye el eje central de la pintura de Esquivel

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No sé si el resumen precedente cumple su objetivo de servir como introducción al complejísimo período que conocemos como Romanticismo; siempre hay más autores, más personalidades, más acontecimientos políticos y personajes –civiles y militares–, movimientos sociales, triunfantes o fallidos; monarcas caídos y restaurados, etc., todo lo cual supondría una exposición mucho más larga y detallada, que, no obstante, redactaría con mucho gusto, si no fuera porque creo que este soporte, requiere brevedad necesariamente.

Dando pues por completada la presentación actual, procederé, en próximas entradas, a presentar seis ejemplos de autores: dos ingleses, dos franceses y dos españoles, bajo las siguientes premisas:

No son, necesariamente, ni lo pretendo, los más representativos, ni, tal vez, los mejores, pero sí muy característicos, muy distintos entre sí y, en mi opinión, todavía de lectura interesante; tal es la causa de su selección, puesto que tampoco se trata, exclusivamente, de favoritos personales.

Por otra parte, tal vez se eche de menos una representación de autores alemanes, como Goethe, pero, su estudio requerirá, sin duda, un estudio exclusivo y detenido. Además, si acotamos asimismo, el espacio temporal, Goethe sería muy temprano, del mismo modo que Bécquer –no se trata de compararlos en ningún otro aspecto que el temporal–, sería muy tardío.

Por último, me gustaría incluir fragmentos de textos de todos ellos, pero como he dicho anteriormente, la economía del espacio, impone en este aspecto, un criterio de selección definitivo.
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