Shakespeare, retrato CHANDOS. Atribuido a John Taylor, hacia 1610. NPG
Otro retrato de Shakespeare –COBBE-, declarado en 2009 como la única pintura auténtica hecha durante su vida.
Data de alrededor de 1610, pero también desde entonces es cuestionada. Fotografía: Oli Scarff / Getty Images. La frase, Principum amicitias!, Amistades de Príncipes, es una cita de Horacio
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El retrato que conocemos de Cervantes, y que habría sido pintado por Jáuregui, tampoco tiene la menor garantía de corresponder a la realidad del escritor. ¿Se diría que sobre estos indiscutibles grandes de la literatura, pesa una especie de maldición?
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Pues bien, una vez superado el reto de los diez primeros sonetos, hemos abierto una puerta que ahora tendremos que atravesar, si es posible. Quedan pendientes siete de los “procreation sonnets” que no añadí en la primera entrada, temiendo que el reto se convirtiera en un castigo.
Llegados hasta aquí, he de decir que, ante todo, el mayor mérito que encuentro en el trabajo del poeta –sea quien fuere–, no es ya la calidad de sus versos, sino el hecho de haberlos escrito, lo cual, casi siempre supone un sacrificio inútil que a menudo no sirve ni para procurar “el ordinario sustento”. Y recuerdo al gran Cervantes lamentándose, porque quería, y no podía, ser poeta:
Yo que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo...
Viaje del Parnaso, Cap. I, vv 25–27
Y en su caso, además, considera el menester del arte poético como un acto muy ligado a la necesidad de subsistir:
Cervantes: Las tres partes del camino -le dije yo- se tiene vuesa merced andadas para llegar a ser buen poeta.
Pancracio Roncesvalles: ¿Cuáles son?
Cervantes: La de la riqueza y la del amor. Porque […] en el poeta pobre la mitad de sus divinos partos y pensamientos se los llevan los cuidados de buscar el ordinario sustento.
Adjunta la Parnaso.
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Discernir hasta qué punto tenemos ante los ojos unos versos de carácter autobiográfico, es tarea irrealizable, aunque en todo caso, muy probablemente lo sean en buena parte, puesto que, se mire como se mire, se trata de expresar un sentimiento personal, independientemente de la forma, e incluso, la personalidad, que vaya a tomar en su expresión.
Escribir poesía con forma de soneto, era una moda en la época de Shakespeare, que aún persiste, quiero decir en cuanto tal forma, pero ¿ocurre lo mismo con alguna otra moda de entonces? Bien al contrario, todo lo relacionado con los reinados de Elisabeth Tudor, James y Charles Stuart, nos parece anticuado, y esencialmente falso a causa de sus enmascaramiento, ya fuera voluntario u obligados. ¿Por qué entonces habrían de gustarnos los Sonetos?
Dadas las circunstancias, casi todos simulaban lo que no eran, especialmente en el mundo de la aristocracia y las letras. Como rezaba el emblema del teatro shakespeariano The Globe: Totus mundus agit histrionem, atribuida a Petronio, según la cual, todo el mundo, sin excepciones, no sólo los actores –en este caso, los poetas–, simula ser algo diferente de lo que es.
¿Por qué entonces –me pegunto igualmente–, tendríamos la necesidad de descifrar algo que ha sido voluntariamente cifrado? “Eppur si muove”; ocurre que, de un modo u otro, la tenemos y vamos a proceder al trabajo con ayuda de la crítica más razonable, es decir la que no se centra exclusivamente en la sexualidad de la voz lírica, ya que como tal, puede asumir, con más o menos éxito, la figura que mejor convenga a su proyecto poético.
Ya sabemos que los Sonetos de Shakespeare 1 a 17, aparentemente de amor, aconsejan a un joven casarse y engendrar hijos, para asegurar la continuidad de su propia belleza, sobre todo, para que otros puedan disfrutar de ella. ¿Será esto también un recurso literario? En ellos se alienta machaconamente a un joven, de belleza inusual y llamativa, a casarse y tener hijos. El poeta está convencido de que el joven, cuya identidad se desconoce, perviviría, a pesar de la muerte, en la belleza de sus hijos. ¿Esto es amor?
Por otra parte, aunque son muchos los que piensan que los sonetos de Shakespeare son paradigma del poema de amor, estos primeros podrían quizás romper tal estereotipo para centrarse en el aspecto, más filosófico, de la brevedad de la vida, al menos en esta parte que reconocemos como “procreation”, porque sonetos de amor, sí hay en esta colección, pero aún no han empezado.
Desde el principio, una de las características principales de los Procreation Sonnets, es la tragedia de la condición humana, destinada a morir un poco cada día, lo que en palabras del poeta, resulta doblemente cruel, por concurrir en un sujeto extremadamente bello.
Que el homenajeado está destinado a sufrir el declive y el fin de la existencia, es admisible, pero no así, el hecho de que se agote en él mismo su belleza, por lo cual, es necesario que deje tras de sí un hijo que la herede. Y no se trata de consolar al poeta o a una esposa con esa nueva existencia, sino que sería un don para el mundo entero. ¿Esto es amor? ¿O pretende ser, quizás, simplemente un halago exagerado?
El poeta tampoco ha querido que sepamos quién sería la mujer digna de semejante regalo, porque en opinión del crítico Don Paterson (The Guardian), no hay alusión al tipo de mujer que el lírico desearía.
Aun así, como digo, es un hecho que estos sonetos pasaron prácticamente a ser sinónimo de "poemas de amor", pero cuando algo se convierte en ejemplo característico de un género, en un prototipo, sin la menor sombra de duda, suele desaparecer tras tan alta cualificación, llevándonos en ocasiones a pensar, de antemano, que sabemos lo que en realidad ignoramos. Y esto ocurre con la mayor parte de las creaciones literarias que consideramos históricamente obras maestras, pues creemos estar familiarizados con ellas a través de su fama; quizás porque empezamos a leerlas cuando no teníamos capacidad para comprenderlas, o porque creemos conocerlas sólo por haber leído u oído hablar repetidamente sobre ellas.
En esta primera serie, por otra parte, algunos poemas llegan a hacerse pesados a causa de la insistencia del poeta. Cabría preguntarse cómo los acogería su destinatario, si es que hubo uno en particular. William Boyd, propuso al respecto la ocurrencia de que tal vez el poeta fuera pagado por la madre del joven en cuestión, preocupada por la falta de interés de su hijo en el matrimonio.
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Todo esto nos lleva, a pesar de todo, a probar suerte en el juego de las identificaciones; en esta ocasión, con el primero de los candidatos seleccionados como posibles destinatarios de los poemas que nos ocupan.
William Herbert, III Conde de Pembroke
William Herbert 3rd Earl of Pembroke, 1580-1630, patron de Shakespeare
Retratos de Daniel Mytens
William Herbert fue un gran aficionado a los libros, que tuvo por maestro al poeta e historiador Samuel Daniel (1562 – 1619).
Su padre negoció su boda con Bridget de Vere, nieta del conocidísimo William Cecil, I Barón Burghley, quien le ofreció ofreció 3.000 libras y un pago anual a partir de su propio fallecimiento. Parece que Herbert exigió que el pago fuera inmediato; por lo que las negociaciones se rompieron al no llegar a un acuerdo en este aspecto, y nuestro Fair Youth permaneció soltero.
A los veinte años, tuvo una aventura con Mary Fitton, dama de honor de la reina Isabel –a la que parte de la crítica ha identificado como la Dark Lady–, con la que tuvo un hijo
Mary Fitton, hacia 1595
Aun admitiendo su paternidad, Herbert se negó a casarse con ella, ganándose una estancia en la prisión de Fleet, donde pasó el tiempo componiendo versos.
La muerte del niño poco después del parto llevó a Herbert a considerar extinguida su responsabilidad, por lo que pidió y obtuvo la liberación, aunque padre y madre fueron expulsados de la corte.
Mary (Talbot), Condesa de Pembroke, de Cornelius Janssens van Culen, 1619
El 4 de noviembre de 1604 Herbert se casó finalmente, con Lady Mary Talbot, hija de Gilbert Talbot, VII Conde de Shrewsbury. La joven esposa había tenido problemas de crecimiento, que le ocasionaron alguna deformidad física. Después de la boda Mary recibió el título de Condesa de Pembroke.
Herbert tuvo una aventura más con la viuda Lady Mary Wroth, hija de Robert Sidney, un hermano de su madre, de la que nacieron al menos, dos hijos, Catherine y William, registrados como ilegítimos, tal como aparecen en un documento de la Biblioteca de Cardiff.
Retrato de Lady Mary Wroth. Atribuido a John de Critz
Mary Wroth y Herbert compartían el gusto por las artes y la literatura y habían sido amigos desde la infancia. Mary es una de las primeras escritoras británicas que logró una fama duradera.
Anna de Dinamarca, casada con el rey Jacobo en 1589, a los 14 años.
National Maritime Museum, London
También se afirma que William Herbert fue el favorito de la reina Ana; que ella fue la razón por la que obtuvo el puesto de Lord Chamberlain del Rey en 1615, y que su relación dio lugar a una sorda lucha entre la reina y Mary Wroth.
Herbert también fue miembro del llamado Grupo de Whitehall, de artistas y aristócratas reunidos en torno al rey Carlos Stuart.
Este Herbert, finalmente, que fue mecenas de Shakespeare durante varios años, es uno de los que han sido considerados como el Fair Youth de los Sonetos. Su candidatura la propuso por primera vez James Boaden en 1837.
Murió en 1630, a los 50 años y sus títulos pasaron a su hermano, Philip Herbert, primer conde de Montgomery. Fue enterrado en la catedral de Salisbury.
A cada lector le queda confiada la tarea de considerar si este historial y la presencia del noble William Herbert, le hacen acreedor del ambicionado título de Fair Youth, otorgado por el enamoradizo autor de los Sonetos, o si, en realidad, este no hacía sino regalar el oído a un posible mecenas.
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Shakespeare, Sonetos 11-17
11
A medida que te consumas, crecerás
en lo que hayas dejado en uno de los tuyos.
Y esa sangre juvenil que ya entregaste
podrás llamarla en la vejez, tuya.
Aquí vive la sabiduría, la belleza, y el crecimiento.
Sin esta locura, edad y decadencia fría,
si todos actuaran como tú, el tiempo se acabaría
y en pocos años, también el mundo.
Aquellos a los que la naturaleza no quiere conservar
por defectuosos y rudos, morirán estériles:
mira lo que tú has recibido, a ti te dio más;
este generoso don, entrega tú generosamente.
La vida te cinceló su sello y quiere a cambio
que tú crees a otros, para que no muera el modelo.
12
Cuando cuento cómo el reloj va dando las horas,
y veo al luminoso día hundirse en la horrible noche.
Cuando veo a la violeta perder su frescura,
y los oscuros cabellos plateados o blancos.
Cuando veo los grandes árboles despojados de hojas,
aquellos que antes protegían a los rebaños del sol.
y el verde del verano, atado en gavillas,
llevado en andas con barba blanca y erizada.
Entonces me pregunto qué será de esta belleza,
porque tú también caerás entre los despojos del tiempo,
mientras dulzura y belleza combaten entre sí
y mueren en cuanto ven crecer a otras.
Porque nada resiste a la guadaña el tiempo,
desafíala y salva el linaje, cuando quiera llevarte.
13
¡Oh, si fueras tú mismo! Pero amado,
ya no serás tuyo, sino mientras vivas aquí.
Contra el final que llega deberías prepararte,
y legar a otro tu dulce apariencia.
Así esa belleza que tienes prestada
no tendrá final, y entonces serás
tú mismo otra vez, después de tu muerte,
cuando tu dulce descendencia tenga tu dulce imagen.
¿Quién dejaría tan hermosa casa caer en la ruina,
cuando un sólo cuidado la mantendría en pie
contra los tormentosos vientos de un día de invierno
y la estéril furia del eterno frío de la muerte?
Oh, nadie, excepto un mal administrador. Sabes, querido
que tuviste un padre; deja que otro pueda decir lo mismo.
La Casa de Shakespeare en Stratford Upon Avon
14
No es de las estrellas de quien tomo mi punto de vista,
aunque creo que sé de Astronomía,
pero no para predecir la buena o la mala suerte,
las pestes, las hambres, o la cualidad de las estaciones.
Tampoco se prever la fortuna antes del tiempo,
señalando a cada uno su trueno, lluvia o viento.
O predecir al príncipe si todo saldrá bien
por las predicciones que encuentro en el cielo.
Mi conocimiento procede de tus ojos
y en sus constantes estrellas leo mi arte,
que la verdad y la belleza procederán juntas
el día en que te conviertas en guardián de ti mismo.
De otro modo, te pronostico
que tu fin es cierto, y el de la belleza y la de la fidelidad.
15
Cuando considero que todo lo que crece
sólo conserva la perfección un instante
y que este vasto mundo sólo es espectáculo
en el que las estrellas influyen en secreto.
Cuando veo que los hombres se multiplican como plantas
que se nutren y secan bajo el mismo cielo:
que se envanecen de su joven sabia,
y llevan su imagen más allá de la memoria.
Entonces, la idea de su inconstante estado
muestra la riqueza de tu juventud a mis ojos,
donde el tiempo pródigo debate con la decadencia
para cambiar tu joven día en negra noche.
Y en guerra con el tiempo, por amor a ti,
todo lo que te quita, yo te lo devuelvo.
Teatro El Globo actual. Réplica del original incendiado.
16
Pero, ¿por qué no haces de forma más enérgica
la guerra, a ese sangriento y tirano tiempo?
¿Y por qué no te fortificas contra la decadencia
con medios más benditos que mi estéril rima?
Ahora estás en la cumbre de tus días felices
Y hay muchos jardines. vírgenes todavía, sin plantas,
con virtuoso deseo te llevarían flores vivas
más verdaderas que tu falsa imagen pintada:
Entonces las líneas de la vida reparan la vida
no por el lápiz del tiempo, o por mi pluma novel,
ni los valores internos ni los externos
te harán vivir a los ojos de los hombres.
Sólo darte a tu mismo te mantendrá sereno,
Y vivirás retratado por tu amable talento.
17
¿Quién creerá en mis versos en el porvenir
si están llenos de todo lo que mereces?
Aunque el cielo sabe que sólo son una tumba
que oculta tu vida y sólo muestra la mitad de ti.
Si pudiera escribir la belleza de tus ojos,
y enumerar de nuevo todas tus gracias,
en el futuro dirán que el poeta miente.
y que esos rasgos celestes no rozaron un rostro terrestre
Así mis papeles, amarillentos por el tiempo,
serán despreciados como viejos embusteros;
lo que mereces por derecho parecerá furor poético
y dirán que es rima exagerada de un cantar ya viejo.
Pero si para entonces vive un hijo tuyo,
tú vivirás dos veces, en él y en mis versos.
Firma de Shakespeare en 1616
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