Sobre Eliot:
Tenemos ante nosotros cuatro extensos poemas reunidos bajo títulos relativos a otros tantos puntos geográficos que remiten a diversas memorias del autor y que, al mismo tiempo se relacionan con los cuatro elementos:
Burnt Norton, 1936 (Aire)
East Cocker, 1940 (Tierra)
The Dry Sauvages, 1941 (Agua)
Little Gidding, 1942 (Fuego)
El poemario ofrece un permanente cuestionamiento a través de un verso libre muy elaborado, salpicado en ocasiones por sextinas de carácter trovadoresco, introducidas, según se cree, por Arnaut Daniel –Perigord, 1210–, consistentes en estrofas de seis endecasílabos, muy conocidos, precisamente, por las traducciones de E. Pound, il miglior fabbro del parlar materno…
I Burnt Norton, o El aire.
Burnt Norton hoy
El título es el nombre de la antigua mansión de la familia Cotswolds, cuyo jardín sirvió de inspiración al poeta después de su incendio. El fuego jugará un importante papel en todo este conjunto poético. Era una vieja casa de campo en Gloucestershire, que Eliot había visitado en 1934. Un escenario decadente, donde su imaginación poética recreó imágenes fantasmagóricas.
Eliot compuso Burnt Norton cuando preparaba el drama lírico Murder in the Cathedral – Asesinato en la catedral (1935), del que proceden algunos de sus versos, que fueron retirados del mismo, porque no encajaban bien con las necesidades escénicas. Eliot los conservó, incluyéndolos en este poema, como él mismo explicó:
Durante la puesta en escena de Asesinato en la Catedral se suprimieron algunos pasajes y versos. "No funcionan sobre el escenario", dijo el productor, y yo acaté su decisión humildemente. Sin embargo, aquellos fragmentos permanecieron en mi mente, y, poco a poco, un poema fue cobrando vida en torno a ellos: finalmente, se llamó Burnt Norton.
Esta parte apareció por primera vez en una antología poética de 1936, titulada Collected Poems 1909-1935.
La cuestión transcendente surge aquí de la percepción del tiempo y la salvación. Sólo reconociéndose pasajero en un tiempo y un espacio limitados, puede el poeta –podemos–, intentar liberarnos del ineludible peso de ambos. Una parte de la crítica echa de más, dentro del elemento rigurosamente poético, la inclusión de imágenes dogmatizantes, propias de conceptos religiosos no compartidos universalmente, ni aún, a veces, por todos cuantos participan de las mismas creencias que el poeta.
Los recuerdos conectan al individuo con el pasado, y el pasado no se puede cambiar, pero la conciencia no depende del tiempo que limita la existencia. Atemporalidad, pues, y acaso, eternidad. El poeta ha de buscar fuera del tiempo, y para ello dispone de la palabra; del Verbo, por cuyo medio ha de alcanzar la mayor perfección posible.
Las abstracciones que maneja Eliot, son difíciles de explicar con palabras distintas de las suyas, y mucho menos, es posible intentar sintetizar las vivísimas sensaciones que provoca el texto. Sin embargo, es evidente la base filosófica sobre la que se asienta Burnt Norton, la cual procede del discurso de San Agustín en las Confesiones: el pasado no es recuperable, y el futuro es enteramente desconocido, por tanto, la conciencia -como la poesía-, ha de desvincularse de estos parámetros, ateniéndose a su existencia, aquí y ahora, pero como eslabón de un orden, existente en el plano religioso, aunque desconocido a priori para el ser humano, incapaz de escapar a sus límites. Sólo reconociéndose y aceptando un plano superior, ajeno al propio entendimiento, le es dado al hombre –según Eliot–, escapar del presente, rompiendo las barreras espacio temporales; pretérito y futuro.
¿Cómo sería esto posible?. El poeta inventa y describe un jardín que, en realidad no ve, porque no existe, pero lo imagina, y ello le proporciona la posibilidad de ver más allá en el tiempo siempre presente desde su privilegiado punto de observación. Después comparte su experiencia con el lector
Se pueden explorar y determinar algunas de las raíces sobre las que creció esta obra, aunque sea inviable el rastreo íntegro de las mismas. Es reconocible, al menos, la influencia de los poemas: Le Tombeau de Charles Baudelaire y M’introduire dans ton Histoire, de Stéphane Mallarmé, así como la de las citadas Confesiones de San Agustín.
George Orwell estimaba que la inclusión en el poema de criterios aprehendidas por Eliot durante su evolución-conversión, restaba valor a su poesía, aun sin afectar a su calidad formal.
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II East Cocker, o La Tierra.
East Cocker. Iglesia
Es una población en Somersetshire, próxima al mar. Ahora es el desencanto y la certeza de que el tiempo es inexorable. La certidumbre de la contingencia desemboca en un pesimismo que nada es capaz de resolver:
Dije a mi alma… espera sin esperanza.
Eliot terminó esta parte a principios de 1940 y fue publicada en la edición de la Pascua de 1940 de New English Weekly. East Cocker era el lugar de procedencia de la familia del poeta, cuya pequeña iglesia albergaría más tarde sus propias cenizas, así como la conocida placa con la doble leyenda: En mi principio está mi fin. En mi fin está mi principio.
El poema presenta el desorden en el que está inmersa la humanidad, a causa de la pretensión de resolver sus cuestiones más vitales con ayuda de la ciencia, cuando el único camino para que la humanidad encuentre la salvación es una búsqueda de carácter divino; sólo así es posible comprender el universo.
Al terminar esta parte, fue cuando Eliot pensó en la serie completa de los Four Quartets - Cuatro cuartetos.
El conocimiento racional es inadecuado para explicar la realidad y aquellos que intentan buscar una razón de ser en la ciencia, son verdaderos ignorantes. El progreso no es progreso en la media en que seguimos repitiendo los mismos errores del pasado.
A pesar de ello, el poeta propone una alternativa para la que aún hay tiempo: se puede sobrevivir a uno mismo y se puede sobrevivir a la guerra, So here I am, in the middle way - Así que aquí estoy, en medio del camino, en la sección V, se refiere, es evidente que con una carga de esperanza, a la primera línea de Dante en el Inferno: Nel mezzo del cammin di nostra vita / mi ritrovai per una selva oscura, / ché la diritta via era smarrita.
Podemos tener muy poca esperanza de contribuir a un cambio social inmediato; y estamos más dispuestos a ver nuestra esperanza en un comienzo modesto y local, más que en la transformación de todo el mundo a la vez ... Debemos mantener vivas las aspiraciones de permanecer tras el período más largo y más oscura de la calamidad universal y su degradación. –Escribió Eliot a principios de 1940.
El concepto básico del retorno, procede del Convivio, en el que Dante afirma que, con la edad, el hombre debe volver al buen camino, de manera similar al retorno de Ulises, aunque en el proceso dantesco, el viaje ha de ser interior, si bien Eliot por su parte, asocia en cierto modo esta idea, con el retorno a la tierra de sus mayores.
East Cocker aportó gran popularidad al poeta, y su incondicional amiga, Emily Hale se convirtió en una gran defensora del mismo, leyéndolo oficialmente a los estudiantes del Smith College.
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III The Dry Salvages, o El Agua.
The Dry Salvages
Estamos frente a un pequeño archipiélago, en uno de cuyos islotes se alza un faro. Las Dry son tres rocas que sobresalen, incluso con la marea alta. Se encuentran en Cape Ann, Massachusetts y es aquí donde el río se impone:
I do not know much about gods; but I think that the river
Is a strong brown god - sullen, untamed and intractable…
No sé mucho de dioses, pero creo que el río
es un fuerte dios, oscuro -huraño, indomable, intratable…
Un nuevo recuerdo infantil ofrece al poeta la posibilidad de reconciliarse. ¿Con qué?, ¿con quién? Quizá simplemente, consigo mismo, en cuyo caso, decir “simplemente” es sólo una forma de hablar, porque nadie puede calificar de sencilla esta íntima, pero gigantesca aspiración.
Eliot empezó este poema a finales de 1940 durante los ataques aéreos a Gran Bretaña, una peligrosa eventualidad que a veces se produjo mientras daba alguna conferencia o lectura. Fue publicado en febrero de 1941, en New English Weekly.
El título es una referencia más a su propia infancia a lo largo de unos versos en los que se plantea la naturaleza del tiempo y el lugar de la humanidad en esa coordenada. La vida es un viaje en barco, a bordo del cual es posible alcanzar el destino, siempre y cuando el objetivo no se afronte como un beneficio personal y excluyente.
Eliot se conecta de nuevo con el pasado familiar; porque Dry Salvages fue el lugar al que llegó su antepasado Andrew Eliot en 1669; continúa así su periplo personal desde el pasado, quizás para encontrar su lugar. Hay, en resumen, muchas referencias a sensaciones e imágenes que Eliot conoció en la infancia.
Se ha definido Dry Salvages como un poema de agua y esperanza, que empieza con imágenes de mar/agua, como elemento conformador de la mente infantil; agua que será a la vez una metáfora de la vida, en la que se suceden las alusiones a hombres a punto de ahogarse, metafóricamente, por no comprender que la ciencia no es el camino para alcanzar la vida. Krishna determina la voluntad divina, cuya aceptación o no, no presupone premios o castigos futuros.
El poeta centrará finalmente su ironía sobre aquellos que intentan resolver su vida futura por medios supersticiosos como el Tarot.
Aunque las imágenes del poema tienen similitudes con la Odisea, se refieren, como hemos apuntado, a un viaje interior en el que algunos presupuestos científicos alejan al ser humano de su verdadero origen, según el cual, todo ser humano está ligado al conjunto de la humanidad, y si insiste en navegar con independencia de esta idea, se estrellará contra las rocas. Eliot invoca el pecado original y la caída de Adán como algo que, aunque no lo parezca, todavía afecta a la humanidad. El camino para comprender la voluntad divina es la oración y el poder del Espíritu Santo.
En cuanto a las alusiones literarias, Eliot recurre a la discusión de Krishna y Arjuna descrita en el Bhagavad-Gita, respecto a la aceptación de la voluntad divina. También alude a Dante, y sus encuentros en el Paradiso; a la filosofía de Heráclito y al Book of Common Prayer o Libro de Oración Común inglés.
El Times Literary Supplement publicó el 4 de septiembre 1941 la idea de que hay una nota de desánimo, incluso de sombría renuncia en el poema y que el autor ha perdido la vitalidad de los poemas anteriores. Bernard Bergonzi escribió que Dry Salvages era la sección menos satisfactoria de las cuatro, a pesar de que contenía algunas de sus mejores líneas; por ejemplo, asegura que a partir de: The river is within us, the sea is all about us; The sea is the land's edge also. / el río está dentro de nosotros, el mar nos rodea, de la segunda estrofa de la I parte, hasta el final del fragmento, es una secuencia magníficamente sostenida.
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Me parece interesante añadir una nota del traductor de Eliot, J. Emilio Pacheco, según la cual: Helen Gardner observa que la métrica de este poema es la misma de Evangeline, A Tale of Acadie, de Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882), el más popular de los poetas norteamericanos en su tiempo, tío abuelo de Ezra Pound y lectura infantil de Eliot.
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IV Little Gidding, o El Fuego.
Se trata de una pequeña población en Huntingtonshire, conocida por haber acogido antaño una pequeña comunidad Anglicana, fundada por Nicholas Ferrar en el siglo XVII, y que se dispersó durante la Guerra Civil inglesa. Eliot la había visitado en mayo de 1936.
En aquellos momentos el poeta había estado vigilando un cielo en guerra; en guardia frente a una amenaza material, inmediata y destructiva. Entonces, es Dante quien se presenta a su imaginación; Dante siempre habla del fuego como elemento purificador y restaurador, o pentecostal. ¿Ha perdido su carácter inculpatorio, o es que el poeta se ha liberado del temor? Pero ¿cómo ha sucedido? Tal vez. Tal vez, haya una respuesta en la poesía de San Juan de la Cruz, o quizás, en la de Juliana de Worwick, considerada precursora de la Reforma y autora de Sixteen Revelations of Divine Love (1393). más próxima al poeta, culturalmente, aunque más optimista en sus conclusiones.
All shall be well Todo estará bien
and all shall be well y todo estará bien
and all manner of thing shall be well. y todas las cosas estarán bien.
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Little Gidding se publicó por primera vez en septiembre de 1942 después de haberse retrasado durante más de un año a causa de los citados ataques aéreos durante la Segunda Guerra Mundial, que provocó un notable deterioro en la salud de Eliot.
El narrador se encuentra con un fantasma que representa la pablara de varios poetas y figuras literarias -Dante, Swift, Yeats, etc.-, y le sirven para afirmar la unidad entre pasado, presente y futuro, como condición necesaria para la salvación.
St John's Church, Little Gidding, reconstruida en 1714
Al terminar Dry Salvages, Eliot se había quedado en Surrey para reponerse; y fue entonces cuando empezó Little Gidding, cuya primera redacción había terminado en julio de 1941, aunque no le satisfacía plenamente. La crítica cree conocer las razones: en aquel momento, agobiado por los bombardeos de Londres, habría empezado a escribir de forma tan precipitada, como lo terminó. Después lo revisaría y consideró su redacción definitiva, a mediados de septiembre de 1942.
Se ha dicho que en este poema, Eliot se encontraba más cerca del budismo que del anglicanismo; al final de la obra, el autor declaró que había tratado de ayudar al mundo como poeta.
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Algunos críticos consideran que Four Quartets es el hallazgo poético definitivo de Eliot, pero otros creen que se hallaba más extraviado que nunca bajo el peso de sus vivencias personales, y ¿cómo no? de la inestable situación histórica que atravesaba. En todo caso, la crítica aconseja emprender dos vías, paralelas, pero bien diferenciadas para afrontar su lectura y comprensión.
En primer lugar, lo que el poeta declara sobre su búsqueda y la necesidad de hallar una respuesta existencial a todas las preguntas que parecen plantearse de forma soberana e independiente de la voluntad. A veces, incluso, las que el poeta no se plantea, ni aun de forma retórica, pero que están ahí de manera insistente, a veces ante su mirada –y la nuestra–, como los niños reflejados en el estanque u ocultos entre la maleza. La cuestión sigue abierta.
En segundo lugar, la forma en que lo dice. Aquí no hay dudas. La composición literaria es impecable. Los versos se suceden con una poderosa lógica interna y hacen ruido en el alma. No se sale en paz de la lectura, porque Eliot ha dejado en ella su dolorida inquietud, exactamente, como se había propuesto hacerlo, a través de una auténtica redondez musical, –en palabras de su gran traductor, J. Mª. Valverde–. Por encima de la adscripción de cada parte del poema a uno de los Cuatro Elementos, hay una música extraordinariamente concertada, en la que cada sección revelaría el sonido de un instrumento solista distinto.
The sea has many voices, El mar tiene muchas voces,
Many gods and many voices. muchos dioses y muchas voces.
Often together heard… Que a veces se escuchan juntas.
The murmuring pines… El susurro de los pinos…
Sobre el tránsito de esta segunda vía, la estrictamente literaria, parece haber unanimidad entre críticos y poetas. Los versos de Eliot, son, en este sentido, un camino de perfección.
El río natal, Mississippi, que va a encontrarse con el Missouri muy cerca de Saint-Louis, y que, en ocasiones alcanza los mil metros de anchura, parece circular por estos versos.
Al parecer, Four Quartets fue el libro que colocó a T.S.Eliot entre los propuestos al Premio Nobel en 1948.
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Burnt Norton
τοῦ λόγου δὲ ἐόντος ξυνοῦ ζώουσιν οἱ πολλοί
ὡς ἰδίαν ἔχοντες φρόνησιν.
Aunque el logos es universal, la mayoría vive
como si tuviera un entendimiento propio
ὁδὸς ἄνω κάτω μία καὶ ὡυτή.
El camino arriba y abajo es uno y el mismo.
Heráclito
I
Tiempo presente y tiempo pasado
están ambos quizá presentes en el tiempo futuro,
y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado.
Si todo tiempo es eternamente presente
todo tiempo es irredimible.
Lo que pudo haber sido es una abstracción
y permanece como una perpetua posibilidad
sólo en un mundo de especulación.
Lo que podía haber sido y lo que fue
apuntan a un único final, que siempre es presente.
Ecos de pisadas en la memoria
bajando el camino que no tomamos
hacia la puerta que nunca abrimos
al jardín de rosas. Eco de mis palabras
igual, en tu mente.
Pero con qué objeto
Agitar el polvo en un cuenco de pétalos de rosa
No lo sé.
Otros ecos
habitan el jardín. ¿Los seguiremos?
Rápido, dijo el pájaro, encuéntralos, encuéntralos,
al doblar la esquina. Por la primera puerta,
entrando en nuestro primer mundo, ¿Seguiremos
la mentira del tordo? En nuestro primer mundo.
Ahí estaban, dignos, invisibles,
moviéndose sin prisa, sobre las hojas muertas,
en el calor del otoño, a través del aire vibrante,
y el pájaro llamó, en respuesta a
la música no oída oculta en los arbustos,
y la mirada se cruzó sin ser vista, pues las rosas
tenían el aspecto de flores que son miradas.
Ahí estaban ellos como invitados nuestros, aceptados y aceptando.
Así que avanzamos, y ellos, alineados,
a lo largo del paseo vacío, en el círculo de boj,
Para mirar dentro del estanque vacío.
Seco el estanque, hormigón seco, bordes oscuros,
y el estanque se llenó con agua de luz solar,
y el loto se elevó, suavemente, suavemente,
la superficie brilló desde el corazón de luz,
Y estaban detrás de nosotros, reflejados en el estanque.
Entonces pasó una nube, y el estanque estaba vacío.
Marchaos, dijo el pájaro, porque las hojas estaban llenas de niños,
Escondidos nerviosos, conteniendo la risa.
Id, id, id, dijo el pájaro, la especie humana
No puede soportar mucha realidad.
Tiempo pasado y tiempo futuro
Lo que podía haber sido y lo que fue
Apuntan a un final, que siempre es presente.
II
Ajo y zafiros en el barro
atascan el eje hundido.
El hilo vibrante en la sangre
canta bajo cicatrices antiguas
apaciguando guerras largo tiempo olvidadas.
La danza a lo largo de la arteria
la circulación de la linfa
están figuradas en la deriva de las estrellas
ascienden al verano por el árbol
nos movemos sobre el árbol móvil
Iluminados sobre la hoja imaginada
y oímos sobre el suelo empapado
abajo, al sabueso y al jabalí
perseguir su rastro como antes
pero reconciliados entre las estrellas.
En el punto quieto del mundo que gira. Ni carne ni descarnado;
ni desde ni hacia; en el punto quieto, ahí es la danza,
pero sin detención ni movimiento. Y no lo llames fijeza,
donde pasado y futuro se reúnen. Ni movimiento desde ni hacia,
ni ascenso ni declive. Excepto por el punto, el punto quieto,
no habría danza, y allí sólo existe la danza.
Sólo puedo decir, ahí hemos estado: pero no puedo decir dónde.
Y no puedo decir cuánto tiempo, pues eso es colocarlo en el tiempo.
La libertad interior del deseo mundano,
la liberación de acción y sufrimiento, liberación desde el interior
la compulsión interior y exterior, todavía rodeada
por un don de sentido, una blanca luz quieta y en movimiento,
Erhebung sin movimiento, concentración [Elevación]
sin eliminación, a la vez un nuevo mundo
y el viejo hecho explícito, entendido
en la consecución de su éxtasis parcial,
la resolución de su parcial horror.
Así el encadenamiento de pasado y futuro
tejido en la debilidad del cuerpo cambiante,
protege a la humanidad de cielo y maldición
que la carne no puede soportar.
Tiempo pasado y tiempo futuro
sólo permiten un poco de conciencia.
Ser consciente es no estar en el tiempo
pero sólo en el tiempo puede el momento del jardín de rosas,
el momento en el pabellón que bate la lluvia
el momento en la iglesia ventosa al caer el humo
ser recordado; implicado con pasado y futuro.
Sólo a través del tiempo el tiempo es conquistado.
III
He aquí un lugar de desafecto
tiempo antes y tiempo después
en una pálida luz: ni siquiera luz de día
invistiendo a la forma con lúcida calma
volviendo la sombra en transitoria belleza
con lenta rotación que sugiere permanencia
tampoco oscuridad para purificar el alma
vaciando lo sensual con privación
limpiando el afecto de lo temporal.
Ni plenitud ni vacío. Sólo un parpadeo
sobre las tensas caras gastadas por el tiempo
distraídas en la distracción por la distracción
llenas de fantasía y vacías de sentido
apatía entumecida sin concentración
hombres y trozos de papel, arremolinados por el viento frío
que sopla antes y después del tiempo,
viento dentro y fuera de pulmones malsanos,
tiempo antes y tiempo después.
eructo de almas enfermas
en el aire marchito, el letargo
llevado por el viento que barre las lúgubres colinas de Londres,
Hampstead y Clerkenwell, Campden y Putney,
Highgate, Primrose y Ludgate. No aquí
no aquí la oscuridad, en este mundo gorjeante.
Desciende más, sólo desciende
al mundo de la soledad perpetua,
mundo no mundo, sino aquello que no es mundo,
oscuridad interior, privación
y destitución de toda propiedad,
desecación del mundo del sentido,
evacuación del mundo de la fantasía,
inoperancia del mundo del espíritu;
este es el único camino, y el otro
es el mismo, no en movimiento
sino abstención del movimiento; mientras el mundo se mueve
por apetencia, sobre sus raíles
de tiempo pasado y tiempo futuro.
IV
El tiempo y la campana han enterrado el día,
la nube negra se lleva el sol.
¿Se volverá el girasol hacia nosotros, la clemátide
se inclinará, se desviará hacia nosotros; zarcillo y rama
Se agarrarán y aferrarán?
Helados
dedos del tejo ¿se enroscarán
sobre nosotros? Después de que el ala del martín pescador
haya respondido luz a la luz, y sea silencio, la luz permanece
en el punto quieto del mundo que gira.
V
Las palabras se mueven, se mueve la música
sólo en el tiempo; pero aquello que sólo está viviendo
sólo puede morir. Las palabras, después del discurso, alcanzan
el silencio. Sólo por la forma, por el modelo,
pueden las palabras o la música alcanzar
la quietud, como un jarrón chino persiste
moviéndose perpetuamente en su quietud.
No la quietud del violín, mientras se sostiene la nota,
No sólo eso, sino la co-existencia,
o digamos que el fin precede al principio,
y el fin y el principio estuvieron siempre ahí
antes del principio y después del fin.
Y todo es siempre ahora. Las palabras se tensan,
se agrietan y a veces se rompen, bajo la carga,
bajo la tensión, resbalan, se deslizan, fenecen,
No se quedarán quietas. Voces chillonas
riñendo, haciendo burla, o simplemente charlando
siempre las asedian. La Palabra en el desierto
es más atacada por voces de tentación,
la llorosa sombra en la danza fúnebre,
el sonoro lamento de la quimera desconsolada.
La esencia del modelo es el movimiento,
como en la figura de los diez escalones.*
El deseo en sí mismo es movimiento
no en sí mismo deseable;
el amor es en sí mismo inmóvil,
sólo la causa y el fin del movimiento,
son tiempo y sin deseo
excepto en el aspecto del tiempo
atrapado en forma de límite
Entre no ser y ser.
Súbita en un rayo de sol
mientras el polvo aún se mueve
allí se eleva la risa oculta
de los niños entre las hojas
Rápido, ahora, aquí, ahora, siempre –
Ridículo el tiempo triste perdido
Extendiéndose antes y después.
*Noche Oscura del Alma. San Juan de la Cruz: Decimos pues que los grados de esta escala por donde el alma va subiendo a Dios de uno al otro, son diez.
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EAST COKER
I
En mi principio está mi fin. En sucesión
las casas se elevan y caen, se desmoronan, son ampliadas,
son eliminadas, destruidas, restauradas, o en su lugar
hay un campo abierto, o una fábrica, o un desvío.
Vieja piedra para nuevo edificio, vieja madera para fuegos nuevos,
viejos fuegos a cenizas, y cenizas a la tierra
que ya es carne, piel y heces,
hueso de hombre y bestia, tallo de maíz y hoja.
Las casas viven y mueren: hay un tiempo para construir
y un tiempo para vivir y para la generación
y un tiempo para que el viento rompa el cristal aflojado
y agite el entablado donde trota el ratón de campo
y agite el deslucido tapiz tejido con un lema silencioso.
En mi principio está mi fin. Ahora cae la luz
a través del campo abierto, dejando el profundo camino
cubierto con ramas, oscuro al atardecer,
donde te recuestas en un ribazo mientras pasa una furgoneta,
y el profundo camino insiste en la dirección
hacia el pueblo, en el eléctrico calor
hipnotizado. En una cálida neblina la luz sofocante
es absorbida, no refractada, por piedra gris.
las dalias duermen en el silencio vacío.
Espera al búho madrugador.
En ese campo abierto
si no te acercas demasiado, si no te acercas demasiado,
en una medianoche de verano, puedes oír la música
de la débil flauta y el pequeño tambor
y verlos bailando en torno a la hoguera
la asociación de hombre y mujer
en danza significando matrimonio –
un digno y grande sacramento.
Dos y dos, necesaria conjunción,
tomándose uno al otro de la mano o del brazo
lo que demuestra concordia. Vueltas y vueltas al fuego
saltando entre las llamas, o reunidos en círculos,
rústicamente solemnes o con risa rústica
levantando los pesados pies en torpes zapatos,
pies de tierra, pies de barro, levantados con alegría campestre
alegría de aquellos largo tiempo bajo tierra
nutriendo el grano. Manteniendo el compás,
manteniendo el ritmo en su danzar
como en su vivir en las estaciones que viven
el tiempo de las estaciones y las constelaciones
el tiempo de ordeñar y el tiempo de cosechar
el tiempo de copular de hombre y mujer
y el de los animales. Pies subiendo y cayendo.
Comiendo y bebiendo. Estiércol y muerte.
Apunta el amanecer, y otro día
se prepara para el calor y el silencio.
Mar adentro el viento del amanecer
se riza y se desliza. Aquí estoy
o allí, o en otro lugar. En mi principio.
II.
¿Qué hace el final de noviembre
con el desorden de la primavera
y las criaturas del calor de verano
y las campanillas retorcidas bajo los pies
y la malvarrosa que apunta demasiado alto
del rojo al gris y se derrumba
rosas tardías llenas de nieve temprana?
El trueno rodado por rodantes estrellas
simula coches triunfales
Desplegados en guerras de constelaciones.
Escorpio lucha contra el Sol
hasta que Sol y Luna se ponen
los cometas sollozan y las Leónidas vuelan
cazan los cielos y las llanuras
arremolinados en un vórtice que llevará
al mundo a un fuego destructor
que arde antes de que reine la cumbre helada.
Era una forma de expresarlo- no muy satisfactoria:
un perifrástico estudio en un gastado estilo poético,
quedando uno todavía en la intolerable lucha
con palabras y significados. La poesía no importa
no era (para volver a empezar) lo que uno había esperado.
¿Cuál iba a ser el valor de la larga espera interesada,
la larga espera de la calma, la otoñal serenidad
y la sabiduría de la edad? ¿Nos habían engañado
o se habían engañado ellos mismos, los ancianos de voces serenas,
legándonos apenas una receta para el engaño?
La serenidad sólo una deliberada apatía,
la sabiduría sólo el conocimiento de secretos muertos
inútiles en la oscuridad dentro de la que miraron
o de la que apartaron sus ojos. Hay, nos parece,
en el mejor caso, sólo un valor limitado
en el conocimiento derivado de la experiencia.
El conocimiento impone un modelo, y lo falsifica,
porque es nuevo a cada momento
y cada momento es una nueva y chocante
evaluación de todo lo que hemos sido. Solamente no nos engaña
aquello que, engañando, ya no podría herir.
En el medio, no sólo en el medio del camino
sino en todo el camino, en un bosque oscuro, en una zarza,
al borde de una ciénaga, donde no es segura la pisada,
y amenazados por monstruos, luces de fantasía.
A riesgo de encantamiento. No me permitáis oír
de la sabiduría de los ancianos, sino más bien de su locura,
su miedo al miedo y al frenesí, su miedo a la posesión,
a pertenecer a otro, o a otros, o a Dios.
La única sabiduría que podemos esperar adquirir
es la sabiduría de la humildad: la humildad es infinita.
Todas las casas han ido bajo el mar.
Todos los que bailaban han ido bajo tierra.
III
Ah, oscuridad oscuridad oscuridad. Todos van a la oscuridad,
los vacíos espacios interestelares, el vacío en el vacío,
los capitanes, banqueros, eminentes hombres de letras,
los generosos patronos del arte, los estadistas y los dirigentes,
distinguidos funcionarios, presidentes de muchos comités,
señores industriales y pequeños contratistas, todos van a la oscuridad,
y oscurece el Sol y la Luna, y el Almanaque de Gotha,
y la Gaceta de la Bolsa, el Directorio de Directores,
y enfrían el sentido y perdido el motivo de la acción.
Y vamos todos con ellos, en el funeral silencioso,
funeral de nadie, pues no hay nadie a quien enterrar.
Yo dije a mi alma, queda tranquila, y deja que lo oscuro venga a ti
que será la oscuridad de Dios. Como, en el teatro,
se apagan las luces, para cambiar de escena
con un rumor hueco de alas, con un movimiento de oscuridad sobre oscuridad.
Y sabemos que las colinas y los árboles, el lejano panorama
y la fachada imponente están todos siendo retirados –
o, como cuando un tren subterráneo, en el metro, para demasiado tiempo entre dos estaciones.
Y la conversación se eleva y lentamente se desvanece en el silencio
y ves detrás de cada cara ahondarse el vacío mental
dejando sólo el terror creciente de nada en que pensar;
o cuando, bajo el éter, la mente es consciente pero consciente de nada –
dije a mi alma, tranquila, y aguarda sin esperanza
pues la esperanza sería esperanza en lo erróneo; espera sin amor
pues el amor sería amor por lo erróneo; aún está la fe
pero la fe y el amor y la esperanza están todos en la espera.
Aguarda sin pensamiento, pues no estás preparado para el pensamiento:
así la oscuridad será la luz, y la quietud la danza.
Susurro de corrientes, y relámpago de invierno.
El tomillo silvestre oculto y la fresa silvestre,
la risa en el jardín, éxtasis en eco
no perdido, sino requiriendo, apuntando a la agonía
de la muerte y el nacimiento.
Dices que repito
algo que he dicho antes. Lo diré otra vez.
¿Lo diré otra vez? Para llegar allí,
para llegar a donde estás, para irte de donde no estás,
debes ir por un camino en el que no hay éxtasis.
Para llegar a lo que no sabes
debes ir por un camino que es el camino de la ignorancia.
Para poseer lo que no posees
debes ir por el camino de la desposesión.
Para llegar a lo que no eres
debes ir por el camino en el que no eres.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo que no posees
y donde eres es donde no eres.
IV
El cirujano herido aplica el acero
que analiza la parte enferma;
bajo las manos sangrantes sentimos
la afilada compasión del arte del sanador
resolviendo el enigma del gráfico de la fiebre.
Nuestra única salud es la enfermedad
si obedecemos a la enfermera moribunda
cuyo constante cuidado no es para agradar
sino para recordarnos nuestra maldición y la de Adán,
y que, para ser curados, nuestra enfermedad debe empeorar.
La tierra entera es nuestro hospital
donado por el millonario arruinado,
donde, si nos va bien, nos
moriremos de absoluto cuidado paternal
que no nos abandonará, pero nos avisa en todas partes.
El escalofrío asciende de pies a rodillas,
la fiebre canta en hilos mentales.
Para ser calentado, entonces debo helarme
y temblar en frígidos fuegos purgatoriales
de los que la llama es rosas, y el humo es zarzas.
La sangre que gotea es nuestra única bebida,
la carne sangrante nuestro único alimento:
a pesar de lo cual nos gusta pensar
que somos sólidos, carne y sangre sustancial –
de nuevo, a pesar de ello, llamamos a este Viernes, Santo.
V
Así que aquí estoy, en medio del camino, habiendo pasado veinte años –
veinte años en su mayoría perdidos, los años d’entre deux guerres
intentando aprender a usar palabras, y cada intento
es un comienzo completamente nuevo, y un tipo distinto de fracaso
pues uno sólo ha aprendido a sacar lo mejor de las palabras
para lo que uno ya no tiene que decir, o de la forma en la que
uno ya no está dispuesto a decirlo. Y así cada intento
es un nuevo comienzo, un ataque a lo inarticulado
con equipo gastado siempre deteriorándose
en el desorden general de la imprecisión del sentimiento,
indisciplinados batallones de emoción. Y lo que hay que conquistar
por fuerza y sumisión, ya ha sido descubierto
una o dos, o varias veces, por hombres a quien uno no puede esperar
emular - pero no hay competición –
sólo está la lucha por recuperar lo perdido
y encontrado y perdido una y otra vez: y ahora, bajo condiciones
que no parecen propicias. Pero quizás ni ganancia ni pérdida.
Para nosotros sólo queda el intento. El resto no es asunto nuestro.
El hogar es donde uno empieza. Al envejecer
el mundo se vuelve más extraño, se complica la trama
de la muerte y la vida. No el momento intenso
aislado, sin antes ni después,
sino una vida ardiendo en cada momento
y no sólo la vida de un hombre
sino de viejas piedras que no pueden ser descifradas.
Hay un tiempo para veladas bajo la luz de las estrellas,
un tiempo para veladas bajo la luz de la lámpara
(la velada con el álbum de fotos).
El amor es lo más cercano a uno mismo
cuando el aquí y el ahora dejan de importar.
Los ancianos deberían ser exploradores
Aquí o allí no importa
debemos estar quietos y aún así en movimiento
hacia otra intensidad
para una ulterior unión, una más profunda comunión
a través del frío oscuro y la vacía desolación,
el grito de la ola, el grito del viento, las vastas aguas
del petrel y la marsopa. En mi fin está mi principio.
• • •
THE DRY SALVAGES
I
No sé mucho sobre dioses; pero pienso que el río
es un fuerte dios oscuro - hosco, indómito e intratable,
paciente hasta cierto punto, al principio reconocido como frontera;
útil, no fiable, como un comerciante;
después, sólo un problema que afronta el constructor de puentes.
Una vez resuelto el problema, el dios oscuro es casi olvidado
por los habitantes de las ciudades - siempre, sin embargo, implacable,
manteniendo sus estaciones y furias, destructor, memoria
de lo que los hombres eligen olvidar. No honrado, no propiciado
por los adoradores de la máquina, pero esperando, observando y esperando.
Su ritmo estaba presente en el dormitorio de los niños,
en el lozano ailanto de Abril, en el jardín de la casa,
en el olor de las uvas en la mesa del otoño,
y en el círculo de luz de la lámpara cuando atardece en invierno.
El río está dentro de nosotros, el mar nos rodea;
el mar es también el límite de la tierra, el granito
al que abraza, las playas donde lanza
los fragmentos de una creación anterior y distinta:
la estrella de mar, el cangrejo de herradura, el espinazo de la ballena;
las pozas donde ofrece a nuestra curiosidad
las más delicadas algas y anémonas marinas.
nos devuelve lo que perdimos, la red rasgada,
la jaula para langostas destrozada, el remo roto
y ropas de extranjeros muertos. El mar tiene muchas voces,
muchos dioses y muchas voces.
La sal en la rosa silvestre,
la niebla en los abetos.
El aullido del mar
y el gemido del mar, son voces diferentes
que a menudo se oyen juntas: el lamento de las jarcias,
la amenaza y la caricia de una ola que estalla en el agua,
El rugido distante en los dientes de granito,
y la quejumbrosa advertencia del cabo próximo
son todos voces del mar, y la boya oscilante
doblando rumbo a casa, y la gaviota:
Y bajo la opresión de la silenciosa niebla
la campana doblando
mide un tiempo que no es nuestro tiempo, marcado por el lento
oleaje de fondo, un tiempo
más antiguo que el tiempo de los cronómetros, más antiguo
que el tiempo que cuentan angustiosas mujeres preocupadas
que yacen despiertas, calculando el futuro,
intentando deshilar, desenredar, desenmarañar
y volver a enlazar pasado y futuro,
entre medianoche y amanecer, cuando el pasado es todo decepción,
el futuro sin futuro, antes del turno de la mañana
cuando el tiempo se detiene y el tiempo nunca termina;
y el mar de fondo, que es y fue desde el principio,
tañe
la campana.
II
¿Dónde hay un fin para esto, el gemido callado,
el silencioso marchitarse de las flores otoñales
cayendo sus pétalos como gotas y quedándose quietas;
donde hay un final para los restos de naufragio a la deriva,
la plegaria del hueso en la playa, el no rezable
rezo por la calamidad anunciada?
No hay final, sino adición: la arrastrada
consecuencia de sucesivos días y horas,
mientras la emoción se adueña de los aburridos
años vividos en la quiebra
De lo que se consideraba más fiable –
y por ello lo más apropiado para la renuncia.
Está la adición final, el fallido
orgullo o resentimiento ante fallidos poderes,
la devoción sin apego que puede parecer falta de devoción,
en un bote a la deriva con una lenta vía de agua,
la escucha silenciosa del innegable
clamor de la campana de la última anunciación.
¿Dónde está su final, el de los pescadores que navegan
a la cola del viento, donde se esconde la niebla?
No podemos pensar en un tiempo sin océano
o en un océano no salpicado de restos de naufragios
o en un futuro no sometido
como el pasado, a no tener destino.
Tenemos que pensar en ellos siempre achicando,
izando y virando, mientras el nordeste amaina
sobre bancos poco profundos, inalterables y sin erosión
o sacando su dinero, o secando velas en el muelle;
no como haciendo un viaje que sería impagable
por una captura que no resistiría un examen.
No tiene fin esto, el lamento mudo,
no tiene fin el marchitarse las flores marchitas,
el gesto de dolor que no duele y se inmoviliza,
la deriva del mar y los restos del naufragio a la deriva,
la oración de los huesos a la Muerte su Dios. Sólo la difícil, apenas rezable
oración de la única Anunciación.
Parece, cuando uno envejece,
que el pasado sigue otro modelo, y deja de ser una misma secuencia –
o incluso proceso: la última y parcial falacia
Alentada por superficiales nociones de evolución,
que se convierte, en la imaginación popular, en un medio para desentenderse del pasado./
Los momentos de felicidad - no en el sentido de bienestar,
fruición, plenitud, seguridad o afecto,
o incluso una muy buena cena, sino la súbita iluminación –
tuvimos la experiencia pero perdimos el significado,
y acercarse al significado restaura la experiencia
de forma diferente, más allá de cualquier significado
que podamos asignar a la felicidad. Dije antes
que la pasada experiencia revivida en el significado
no es la experiencia de una sola vida
sino de muchas generaciones - sin olvidar
algo que probablemente es en parte inefable:
La mirada hacia atrás por detrás de la seguridad
de la historia escrita, el vistazo hacia atrás
por encima del hombro, hacia el terror primitivo.
Entonces, venimos a descubrir que los momentos de agonía
(debidos, o no, a malentendidos,
cuando esperábamos lo peor, o temíamos lo peor,
esto no es lo que se plantea) son asimismo permanentes
con la permanencia que tiene el tiempo. Esto lo apreciamos mejor
en la agonía de otros, cercanamente experimentada,
envolviéndonos como si fuera nuestra.
Pues nuestro propio pasado está cubierto por el discurrir de la acción,
pero el tormento de otros sigue siendo una experiencia
no calificada, no trillada por la subsecuente atrición.
La gente cambia , y sonríe: pero la ansiedad permanece.
el tiempo que destruye es el tiempo que preserva
como el río con su carga de negros muertos, vacas y jaulas de gallinas, *
la manzana amarga y el bocado en la manzana.
Y la roca mellada en las aguas inquietas,
las olas la anegan, las nieblas la ocultan;
en días idílicos sólo es un monumento
con tiempo navegable es siempre una baliza
marcando el rumbo: pero en la estación sombría
o en la furia repentina, es lo que siempre fue.
*Flagrante yerro indigno del poeta y del poema.
III
A veces me pregunto si eso es lo que Krishna quería decir –
entre otras cosas - o una forma de decir lo mismo:
Que el futuro es una canción marchita, una Rosa Real o un aroma de lavanda
como triste lamento por aquellos que ya no están aquí para lamentarse,
prensada entre las páginas amarillentas de un libro que nunca se abrió.
Y el camino que sube es el que baja, el camino de ida es el de vuelta.
No puedes afrontarlo con firmeza, pero una cosa es cierta,
que el tiempo no cura: el paciente ya no está aquí.
Cuando el tren arranca, y los viajeros están sentados
con su fruta, sus periódicos y los papeles de sus negocios
(Y los que los vieron partir han abandonado el andén)
sus caras se relajan de la pena al alivio
al ritmo soñoliento de un centenar de horas.
¡Adelante, viajeros! No huyendo del pasado
hacia vidas diferentes, o hacia cualquier futuro;
no sois las mismas personas que salisteis de la estación
o que llegarán a algún destino,
mientras los raíles se deslizan y estrechan a vuestra espalda;
y en la cubierta del retumbante barco de viajeros
o viendo el surco que se ensancha tras vosotros
no pensaréis que “el pasado terminó”
o “el futuro está ante nosotros”.
Al anochecer, en la jarcia o en la antena,
hay una voz en contrapunto (aunque no al oído,
la murmurante caracola del tiempo, y no en lenguaje alguno)
“Adelante, vosotros que pensáis que estáis viajando;
no sois aquellos que vieron el puerto
perderse, o aquellos que desembarcarán.
Aquí entre esta y aquella orilla lejana
mientras el tiempo se ha retirado, considerad el futuro
y el pasado con igual ánimo.
En este momento que no es de acción o inacción
podéis aceptar esto: “en cualquier esfera del ser
la mente de un hombre debe estar atenta
a la hora de la muerte” - esta es la única acción
(Y la hora de la muerte es cualquier momento)
que fructificará en las vidas de otros:
Y no penséis en el fruto de la acción.
Adelante.
Oh viajeros, Oh marineros,
vosotros que llegáis a puerto, y vosotros cuyos cuerpos
sufrirán la prueba y el juicio del mar,
o cualquier otro evento, este es vuestro verdadero destino.”
Como Krishna, cuando reprendió a Arjuna
En el campo de batalla.
No adiós,
Sino adelante, viajeros.
IV
Señora, cuyo altar se alza en el promontorio,
ruega por todos aquellos que están embarcados, aquellos
cuyo trabajo tiene que ver con la pesca, y
aquellos que se emplean en todo tráfico legal
y aquellos que los guían.
Repite una oración también en nombre de
las mujeres que han visto a sus hijos o maridos
marchar y no regresar:
Figlia del tuo figlio *
Reina del Cielo.
Ruega también por aquellos que habían embarcado, y
acabaron su viaje en la arena, en los labios del mar
o en la oscura garganta que no los rechazará
o donde no pueda llegarles en el sonido de la campana marina
el Ángelus perpetuo.
*Dante: Paraíso.
V
Comunicarse con Marte, conversar con espíritus,
informar del comportamiento del monstruo marino,
describir el horóscopo, adivinar o augurar,
observar la enfermedad en la firma, evocar
la biografía en las arrugas de la palma
y la tragedia en los dedos; emitir profecías
por sortilegio, u hojas de té, adivinar lo inevitable
jugar con naipes, interpretar pentagramas *
o ácidos barbitúricos, o diseccionar
la imagen recurrente en terrores pre-conscientes –
explorar la cuna, o la tumba, o los sueños; todos estos son habituales
pasatiempos y drogas, y crónicas de prensa:
y siempre lo serán, algunos de ellos especialmente
cuando en las costas de Asia, o en Edware Road,
la curiosidad humana indaga pasado y futuro
y se aferra a esa dimensión. Pero aprehender
el punto de intersección de lo atemporal
con el tiempo, es una ocupación para el santo –
no ocupación tampoco, sino algo dado
y tomado, como una muerte en vida por amor,
ardor, desapego y auto renuncia.
Para la mayoría de nosotros, sólo existe lo inesperado
momento, el momento dentro y fuera del tiempo,
el instante de distracción, perdido en un rayo de sol,
el tomillo silvestre oculto, o el relámpago de invierno
o la cascada, o la música oída tan profundamente
que no se oye en absoluto, sino que tú eres la música
mientras la música permanece. Sólo hay conjeturas y suposiciones,
conjeturas seguidas de suposiciones; y el resto
es plegaria, observancia, disciplina, pensamiento y acción.
La pista medio adivinada, el don medio comprendido, es Encarnación.
Aquí la imposible unión
de esferas de existencia es real,
aquí el pasado y futuro
son conquistados, y reconciliados,
donde la acción sería de otro modo movimiento
de aquello que es sólo movido
y no tiene en sí fuente de movimiento –
conducido por demoniacos, ctónicos
poderes. Y la acción correcta es libertad
del pasado y también del futuro.
Para la mayoría de nosotros, esta es la meta
jamás aquí será alcanzada;
los que no hemos sido derrotados
porque lo hemos seguido intentando;
nosotros, contentos al final
si nuestra reversión temporal alimenta
(no demasiado lejos del tejo)
la vida de suelo significativo.
*Pentagrama, en este caso, la estrella de cinco puntas invertida, símbolo de rituales esotéricos.
• • •
LITTLE GIDDING
I
La primavera en pleno invierno es su propia estación
sempiterna aunque empapada al ocaso,
suspendida en el tiempo, entre polo y trópico.
Cuando el breve día más brilla, con escarcha y fuego,
el breve sol inflama el hielo en estanque y acequias,
en el frío sin viento que es el calor del corazón,
reflejando en un espejo de agua
un rayo que es ceguera al caer la tarde.
Y brillo más intenso que fuego de rama, o brasero,
agita el espíritu mudo: no viento, sino fuego de Pentecostés
en la época oscura del año. Entre fundirse y helarse
la savia del alma tiembla. No hay olor de tierra
ni olor de cosa viva. Este es el tiempo de primavera
pero no en el sentido convenido del tiempo. Ahora el seto
se blanquea una hora con floración transitoria
de nieve, un brote más súbito
que el del verano, ni floreciendo ni marchitándose,
no dentro del esquema de la generación.
¿Dónde está el verano, el inimaginable verano a cero grados?
Si vinieras por este camino,
cogiendo la ruta que probablemente cogerías
del lugar del que probablemente vendrías,
si vinieras por este camino en mayo, encontrarías los setos
blancos otra vez, en Mayo, con voluptuosa dulzura.
Sería lo mismo al final del viaje,
si vinieras de noche como un rey destruido,
si vinieras de día sin saber a qué viniste,
sería lo mismo, al dejar el camino abrupto
y doblar por detrás de la pocilga hasta la impersonal fachada
y la lápida. Y por lo que pensabas que venías
es sólo una concha , una cáscara sin significado
de la que el propósito brota sólo cuando se ha cumplido
si se cumple. O bien no tenías propósito
o el propósito está más allá del fin que imaginabas
y se altera al cumplirse. Hay otros lugares
que son también el fin del mundo, algunos en las fauces del mar,
o sobre un lago oscuro, en un desierto o una ciudad –
pero este es el más cercano, en lugar y tiempo,
ahora y en Inglaterra.
Si vinieras por este camino,
tomando cualquier ruta, partiendo de cualquier sitio,
en cualquier momento o cualquier estación,
sería siempre lo mismo: tendrías que abandonar
sentido y noción. No estás aquí para verificar,
instruirte, o saciar curiosidad
o transmitir mensaje. Estás aquí para arrodillarte
donde la oración sirvió. Y la oración es más
que una sucesión de palabras, la ocupación consciente
de la mente que reza, o el sonido de la voz rezando.
Y para lo que los muertos no tenían discurso, cuando vivían,
te lo pueden decir, estando muertos: la comunicación
de los muertos se expresa con fuego más allá del lenguaje de los vivos.
Aquí, la intersección del momento atemporal
es Inglaterra y ningún sitio. Nunca y siempre.
II
La ceniza en la manga del anciano
es toda la ceniza que dejan las rosas quemadas.
El polvo en el aire suspendido
marca el lugar donde una historia terminó.
El polvo inhalado fue una casa –
las paredes, el zócalo y el ratón.
La muerte de esperanza y desesperación,
esta es la muerte del aire.
Hay inundación y sequía
sobre los ojos y en la boca,
agua muerta y arena muerta
luchando por obtener ventaja.
El seco suelo sin entrañas
bosteza ante la vanidad del esfuerzo,
ríe sin alegría.
Esta es la muerte de la tierra.
Al agua y al fuego suceden
la ciudad, al pasto y a la maleza.
El agua y el fuego se burlan
del sacrificio que negamos.
El agua y el fuego pudrirán
los principios dañados que olvidamos,
de santuario y coro.
Esta es la muerte de agua y fuego.
En la incierta hora antes de la amanecer
cerca del fin de la noche interminable
en el recurrente fin de lo que nunca termina
Después de que la oscura paloma de lengua resonante
pasara bajo el horizonte de vuelta al hogar
mientras las hojas muertas aún resonaban como una lata
Sobre el asfalto donde no había ningún otro sonido
entre los tres barrios de donde se elevaba el humo
me encontré a uno andando, callejeando y apresurado
Como soplado hacia mí como hojas de metal
ante el amanecer urbano de viento irresistible.
Y cuando fijé sobre el rostro cabizbajo
Ese mirada aguda con la que retamos
al primer extraño que encontramos en el atardecer declinante
percibí la visión fugaz de algún maestro muerto
A quien había conocido, olvidado, medio recordado
a la vez uno y muchos; en los rasgos oscuros
los ojos de un complejo fantasma conocido
A la vez íntimo e inidentificable.
Así que asumí un doble papel, y grité
y oí la voz de otro diciendo: “¡Cómo! ¿Tú aquí?”
Aunque no estábamos. Yo era todavía el mismo,
conociéndome a mí mismo, aun siendo algún otro –
y él una cara todavía formándose; aun así bastaron las palabras
Para obligar al reconocimiento al que precedieron.
Y así, dóciles al viento habitual,
demasiado extraños el uno al otro para confundirnos
De acuerdo en este tiempo de cruces
de encontrarnos en ningún sitio, ni antes ni después,
pisamos el pavimento como una patrulla muerta.
Yo dije: “El asombro que siento es sencillo,
aunque sea motivo de asombro. Por tanto habla:
Puede que no comprenda, que no recuerde.”
Y él: “No estoy ansioso de repetir
mis pensamientos y teorías que tú has olvidado.
Estas cosas ya sirvieron a su propósito: déjalas estar.
Lo mismo con las tuyas, reza por que sean perdonadas
por los otros, como te ruego a ti que perdones
Tanto a malos como a buenos. La fruta de la pasada estación ya se ha consumido.
Y el animal saciado golpeará el cubo vacío.
Pues las palabras del año pasado pertenecen al lenguaje del año pasado
Y las palabras del próximo año esperan otra voz.
Pero, como el pasaje ahora no presenta obstáculo
Al espíritu insatisfecho y peregrino
Entre dos mundos que se parecen mucho entre sí,
Así encuentro palabras que nunca pensé decir
En calles que nunca creí volver a visitar
Cuando dejé mi cuerpo en una playa distante.
Ya que nuestro interés era el discurso, y el discurso nos urgió
A purificar el dialecto de la tribu
Y urgir a la mente a revisión y previsión,
Permíteme revelar los regalos reservados a la edad
Para colocar una corona sobre tu esfuerzo de tu vida.
Primero, la helada fricción del sentido moribundo
Sin encanto, que no ofrece promesa
Sino amarga insipidez de fruto sombrío
Como cuerpo y alma empiezan a dividirse.
Segundo, la consciente impotencia de la rabia
Ante la locura humana, y la laceración
De la risa ante lo que ya no divierte.
Y finalmente, el dolor desgarrador de la representación
De todo lo que has hecho y sido; la vergüenza
De motivos tardíamente revelados, y la conciencia
De cosas mal hechas y hechas para daño de otros
Que una vez consideraste ejercicio de virtud.
Entonces hiere la aprobación de los necios, y el honor mancha.
De error en error el espíritu exasperado
Procede, a menos que sea restaurado por ese fuego purificador
Donde debes moverte a compás, como un danzante.”
Amanecía. En la calle desfigurada
Me dejó, con una especie de despedida,
Y se desvaneció al sonido de la trompa.
III
Hay tres condiciones que a menudo se parecen
y aunque difieran completamente, florecen en el mismo seto:
Apego a uno mismo y a las cosas y a las personas, desapego
de uno mismo y de las cosas y de las personas; y, creciendo entre ellos, indiferencia
que se parece a las otras como la muerte se parece a la vida,
estando entre dos vidas - sin florecer, entre
la ortiga viva y la muerta. Este es el uso de la memoria:
Para la liberación - no sólo del amor sino expansión
de amor más allá del deseo, y por eso liberación
del futuro tanto como del pasado. Así, el amor a un país
Inicia el apego a nuestro propio campo de acción
y viene a encontrar esa acción de poca importancia
aunque nunca indiferente. La Historia puede ser servidumbre,
la Historia puede ser libertad. Mira, ahora se desvanecen,
los rostros y lugares, con el ser mismo que, como podía, los amaba,
para renovarse, transfigurado en otro modelo.
El pecado nos es Propio, pero
Todo estará bien, y
Toda forma de las cosas estará bien.
Si pienso, de nuevo, en este lugar,
y en la gente, no del todo recomendable,
sin parentesco próximo ni bondad,
pero con cierto genio peculiar,
todos tocados por el genio común,
unidos en la disputa que los dividía;
Si pienso en un rey al anochecer,
En tres hombres, y más, sobre el patíbulo
Y en algunos que murieron olvidados
En otros lugares, aquí y en el extranjero,
y en uno que murió ciego y tranquilo,
¿por qué deberíamos honrar
a estos muertos más que a los moribundos?
No es tocar la campana hacia el pasado
tampoco es un conjuro
para convocar al espectro de la Rosa.
No podemos revivir viejas facciones
no podemos restaurar viejas políticas
o seguir un antiguo tambor.
Estos hombres, y aquellos que se les opusieron
y aquellos que se opusieron a ellos
aceptan la constitución del silencio
y están incluidos en un solo bando.
Lo que heredamos de los afortunados
lo hemos tomado de los derrotados
lo que nos tenían que legar - un símbolo:
un símbolo perfeccionado en la muerte.
Y todo estará bien y
Toda forma de las cosas estará bien
Por la purificación del motivo
En el terreno de nuestra súplica.
IV
La paloma descendiendo rompe el aire
con la llama de un terror incandescente
cuyas lenguas declaran
el único descargo del pecado y el error.
La única esperanza, o más bien desesperanza
se basa en la elección de una u otra pira –
para ser redimidos del fuego por el fuego.
¿Quién, entonces, ideó el tormento? El Amor.
Amor es el Nombre extraño
tras las manos que tejieron
la insoportable camisa de fuego
que el poder humano no puede evitar.
Sólo vivimos, sólo suspiramos
consumidos por cualquier incendio o fuego.
V
Lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin
y alcanzar el fin es alcanzar el comienzo.
El final es donde empezamos. Y toda frase
y sentencia correcta (donde toda palabra está en su sitio,
ocupando su sitio para apoyar a las otras,
la palabra ni tímida ni ostentosa,
un fácil intercambio de lo viejo y lo nuevo,
la palabra común exacta sin vulgaridad,
la palabra formal precisa pero no pedante,
El conjunto completo danzando juntos)
Toda frase y toda sentencia es un fin y un principio,
todo poema un epitafio. Y cualquier acción
es un paso hacia el cadalso, hacia el fuego, por la garganta del mar
o hacia una piedra ilegible: y ahí es donde empezamos.
Morimos con los moribundos:
mirad, ellos parten, y nos vamos con ellos.
Nacemos con los muertos:
Mirad, ellos vuelven, y nos traen con ellos.
el momento de la rosa y el momento del tejo
son de igual duración. Un pueblo sin historia
no se redime con el tiempo, pues la historia es una línea
de momentos sin tiempo. Así, mientras cae la luz
en una tarde de invierno, en una capilla aislada
la Historia es ahora e Inglaterra.
Con la aparición de este Amor y la voz de esta Llamada
No dejaremos de buscar
y el fin de toda nuestra búsqueda
será llegar al lugar donde empezamos
y conocer el lugar por primera vez.
A través de la desconocida, recordada puerta
cuando lo último de la tierra por descubrir
sea lo que fue al comienzo;
en el manantial del río más largo
la voz de la cascada escondida
y los niños en el manzano
desconocidos, por no buscados
pero oídos, medio oídos, en la quietud
entre dos olas de mar.
Rápido, ahora, aquí, ahora, siempre –
en estado de completa simplicidad
(Costando no menos que todo)
Y todo estará bien y
Toda clase de cosas estarán bien
cuando las lenguas de fuego se replieguen
en el nudo coronado de fuego
Y el fuego y la rosa sean uno.
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