lunes, 14 de octubre de 2019

Poesía en la Historia I • Antecedentes de La Pléyade • CLÉMENT MAROT


El movimiento poético que conocemos como La Pléyade se formó inicialmente con siete grandes poetas franceses que brillaron durante mucho tiempo en el universo literario:

Joachim Du Bellay - Pierre de Ronsard - Antoine de Baïf
Rémy Belleau - Étienne Jodelle - Pontus de Tyard - Jean Dorat

Sin embargo, al igual que todo grupo literario, La Pléyade no se formó por generación espontánea, sino que partió de unos antecedentes, que, ya fuera por admiración, ya fuera por rechazo, dieron lugar a su aparición; entre ellos, destacamos ahora al poeta Clément Marot.

Clément Marot (1496-1544)

Clément Marot, el poeta preferido de Francisco I nació en Cahors, en 1496 y murió en Turín, en 1544.

Marot escribía poesía que gustó mucho a Michelle de Saubonne, una dama del entorno de la reina Ana de Bretaña, viuda de Carlos VIII y segunda esposa de Luis XII, a quien ella misma presentó al poeta, que no sólo fue muy bien recibido por el monarca, sino que, de inmediato, se convirtió en uno de sus autores favoritos. El contexto histórico y cortesano de la época, se convirtió así, en parte fundamental de la biografía de Marot
Michelle du Fresne, llamada, de Saubonne (1485-1549) fue helenista, jurista y humanista. Nació en París, en 1467, donde también fallecería, el 22.8.1540. Era hija de Denis de Saubonne, señor de Fresnes-Coudray, un humanista que se adhirió a la Reforma, y, que, previamente había propiciado que Jean Marot, padre de Clément Marot, conociera a la reina Anne de Bretagne, a la que servía como secretario y después, como chambelán. 

Michelle du Fresne fue, asimismo, protectora del célebre Bernard Palissy; pintor sobre vídrio, alfarero, orfebre, agrimensor, diseñador de jardines, químico, biólogo y escritor, en suma, el paradigma del genio universal del Renacimiento.

Ana de Bretaña – Luis XII – Francisco I

Luis XII, para congraciarse con Fernando II de Aragón, tras haber guerreado con él, le cedió todos los derechos sobre Nápoles, incluyéndolos en el acuerdo de matrimonio de éste con su sobrina nieta, Germaine de Foix. hija de Gastón de Foix, quizás el mejor de los generales franceses del momento, herido de muerte tras lograr una sorprendente victoria en 1512 en Rávena. 

Los derechos de Gastón al trono navarro recayeran en su hermana Germaine, lo que permitió a Fernando de Aragón reclamarlos a Luis XII, incluso por medio de la guerra. El monarca francés, fallecería el 1 de enero de 1515, quedando como sucesor, Francisco I, casado con su hija Claude.


Este retrato, antaño considerado de Claude de France (1499-1524), hoy ya no es reconocido como tal; se trataría del retrato de una dama desconocida de mediados del siglo XVI. No obstante, es difícil borrar de la memoria su antigua atribución. Musée Condé.

Germaine de Foix, segunda esposa de Fernando de Aragón, 
de autor desconocido, BBAA Valencia
Fernando El Católico, de Michel Sitow, Kunsthistorisches, Viena.

En 1515 Marot dedicó al nuevo rey Francisco I un libro titulado El templo de Cupido, hecho por Maese Clément Marot, factor de la reina. 

Marot - Les Œuvres, t. 2, éd. Guiffrey, 1875

En 1517 o 1518, de nuevo dirigió Marot al rey, una Pequeña epístola y este lo recomendó a su hermana Margarita de Alençon, también gran protectora de las artes, quien lo convirtió en secretario de su marido el Duque de Alençon, al que el escritor acompañó en sus campañas. Posteriormente, cuando ella se convirtió en Margarita de Navarra, Marot se unió a su “corte” en 1519, convirtiéndose también en favorito del rey Francisco I, al que acompañó a la entrevista celebrada en el Campo de la tela de oro, en 1520, que después celebró en verso. 

Los dos monarcas que se reunieron en La Tela de Oro; 
Francisco I –de Jean Clouet,en el Louvre-, y 
Henry VIII de Inglaterra –retratado por Hans Holbein el Joven, en la Royal Collection, Windsor Castle-.

El Campo de la Tela de Oro, o del Paño de Oro -Camp du Drap d'Or, o Field of the Cloth of Gold-, fue un encuentro diplomático celebrado en mayo o junio de 1520 entre Francisco I de Francia y Enrique VIII de Inglaterra, en los prados franceses entre Guînes y Ardres, cerca de Calais -entonces, bajo dominio inglés- con el fin de llegar a un acuerdo de paz entre ambos, con el fin de detener el avance de Carlos V de Habsburgo.

The Field of the Cloth of Gold, oleo, hacia 1545, en la Royal Collection en Hampton Court. Henry VIII, a caballo, se acerca por la izquierda.

El encuentro pasó a la historia, entre otras cosas, a causa del lujo desplegado por ambos ex contendientes y por la numerosa bibliografía que produjo.

Carlos V era nieto de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, y. como es bien sabido, hijo de la reina Juana I de Castilla y de su esposo, Felipe I "el Hermoso" de Austria. Tras la muerte de la reina Isabel, Fernando, de acuerdo con lo dispuesto por su difunta esposa, debía abandonar la corona castellana en favor de su hija Juana -legítima heredera de su madre, ya que los reinos de Castilla y Aragón se habían unido solo por alianza matrimonial-, y de Felipe de Habsburgo, pero el viudo decidió aislar a su hija, luchar contra su yerno y retener el poder. 

El enfrentamiento entre Fernando y Felipe afectaba directamente a las relaciones con la Inglaterra Tudor y con la Francia de Luis XII, pues Fernando había casado a su hija Catalina con el heredero de la corona inglesa; Enrique Tudor -el que sería Enrique VIII.

Cuando murió Felipe el Hermoso, Fernando retuvo el poder en Castilla, argumentando, extraoficialmente, que su hija Juana era incapaz para reinar y, al morir Fernando, la Corona pasó, del mismo modo –es decir, con el argumento de la pretendida incapacidad de doña Juana, nunca demostrada, ni documentada-, a su nieto don Carlos, mientras la reina permanecía aislada en Tordesillas.

Unos meses antes de la celebración de este fastuoso encuentro del Campo de la Tela de Oro, Carlos V, sobrino de Catalina de Aragón, visitó a su tía en Inglaterra, con el fin de conocerla y, de paso, implicarla en la consecución de sus proyectos.

Como era de esperar, Catalina, favoreció el entendimiento entre Enrique VIII y Carlos V. No obstante, dado que Enrique VIII, sabía guardarse las espaldas, decidió parlamentar también con el rey francés, y Catalina le acompañó en su visita. Todo esto no evitó la guerra, especialmente, entre Francisco I y Carlos V.

Curiosamente, de acuerdo con algunas informaciones contemporáneas, parece que fue entonces, cuando el monarca inglés conoció a Ana Bolena -la que ocuparía el puesto de Catalina, en el trono y el amor de Enrique VIII-; Ana, por entonces, estaba al servicio de la reina Claudia de Francia –la citada hija de Luis XII y esposa de Francisco I-. 

Catalina Aragón, de Sitow, Kunsthistorisches • Ana Bolena, NPG • Claudia de Francia, Museo Condé

A partir de 1513 Marot fue Ayuda de Cámara de Marguerite d’Angoulême, duquesa de Alençon y hermana de Francisco I, quien, conociendo la afición de su hermana por la poesía, se lo presentó. Se dijo que el poeta tuvo relaciones con ella y, según sus editores, también aspiró a los favores amorosos de Diana de Poitiers, algo nunca probado y que la mayoría de los testigos contemporáneos, niegan rotundamente.

Margarita de angulema y Diana de Poitiers

Diana de Poitiers, duquesa de Valentinois y de Étampes (3.9.1500 – 25.4.1566), fue una llamativa figura aristocrática de la Francia del siglo XVI, además de ser la más conocida amante del rey Enrique II de Francia.

En 1524, su padre fue acusado de complicidad en la deserción del condestable Carlos III de Borbón, que se pasó a las filas de Carlos V, traicionando al rey de Francia. Convertido en casi responsable de la acción del duque, el padre de Diana supo que Francisco I le había perdonado la vida cuando ya estaba en el patíbulo. No obstante, terminaría sus días en la fortaleza de Loches.

Diana fue dama de honor de Claudia de Francia, reina consorte de Francia y duquesa de Bretaña. Después de la muerte de esta, fue también dama de honor de la madre del rey, Francisco I; Luisa de Saboya, duquesa de Angulema y de Anjou, y, finalmente, también sirvió a Leonor de Austria –la hermana mayor de Carlos V-, última esposa del monarca francés, al que fue entregada como prenda de paz entre ambos.

Claudia de Francia retratada en el centro junto a sus cuatro hijas y Leonor de Austria. BNF

Encargado por Catherine de Médicis en la década de 1550, esta miniatura representa a las dos esposas y las cuatro hijas de François I. Resultan fácilmente reconocibles, ya que el artista copió los retratos de otros anteriores. 


En el centro, Claude de France; retrato realizado a partir de un dibujo anónimo, que hoy se encuentra en El Louvre. 


La niña en primer plano, a la izquierda, es Charlotte, que murió a los ocho años, en 1524. El retrato se hizo a partir de dibujos y pinturas de Jean Clouet, uno de los cuales, se encuentra hoy en el Institute of art de Minneapolis.


La mujer colocada a la izquierda, detrás de Claude es Renée de France, su hermana menor.


A la derecha, detrás de Claude, Madeleine (1520-1537), efímera reina de Escocia. Realizado a partir de los cuadros de Corneille de Lyon; uno conservado en el Château de Blois y otro en museo del Château de Versailles. Corneille de Lyon Madeleine de France, hija de François I, reina consorte de Escocia, como esposa de Jacobo V.


La niña en primer plano a la derecha es Marguerite (1523-1574), futura duquesa de Saboya. Marguerite de France, duchesse de Berry par François Clouet.


Finalmente, la mujer colocada al fondo a la izquierda es Leonor de Austria, la hermana de Carlos V y segunda esposa de Francisco I (1498-1558). El retrato se realizó a partir de un dibujo de Clouet en el que aparece con el luto blanco de las reinas e Francia. Se conserva en el musée Condé de Chantilly. Leonor de Austria. Clouet

Por entonces, Marot tradujo a Virgilio y a Luciano, y dedicó a Francisco I el ya citado Templo de Cupido, además de ofrecerle, poco después una Petite Epître.

En 1521, Marot formaba parte del ejército de Hainaut, mandado personalmente Francisco I, y en 1525, resultó herido frente a las tropas de Carlos V, en la batalla de Pavía, en la que fue hecho prisionero, junto con el monarca.

Marot pronto fue liberado, pero a su vuelta a Francia le aguardaba la adversidad. Al parecer, contando con la protección de la Corte, en la que sus talentos, su cortesía y el agrado de su conversación, parecían haberle otorgado un crédito ilimitado, se comportó con cierto descaro y hablaba con demasiada libertad, especialmente, sobre asuntos eclesiásticos, lo que dio armas a sus enemigos, que le acusaron de profesar las “nuevas opiniones” y de simpatizar con la Reforma y con Lutero. Apenas llegó a Francia fue detenido, acusado de herejía y encerrado en las prisiones del Châtelet, a pesar de que declaró ante el inquisidor que no era luterano, ni simpatizaba con Zwinglio, ni era anabaptista.

Tras la muerte del duque de Alençon, casado con Margarita de Angulema, en 1525, Marot anunció que se vengaría de una mujer, una cierta “Isabeau” –que no sería sino otro nombre de Diana de Poitiers-, publicando Élégie á une Dame. Esta, advertida de la traición, trató de vengarse, acusándole ante la Inquisición, de haber comido tocino en Cuaresma, algo que siempre sonó a broma; el tema era famoso porque ya había sido utilizado literariamente. por François Villon.

En vano protestó Marot de la pureza de sus creencias y reclamó la ayuda de sus protectores. La única gracia que obtuvo fue la de ser transferido, en 1526, de las prisiones del Châtelet, a las de Chartres, menos oscuras y más sanas que las de París, donde, además recibía visitas que suavizaron algo su aislamiento. Compuso entonces el poema “El Infierno”, describiendo satíricamente el Châtelet y denunciando, en serio, los abusos de los encargados de la justicia.

Aún tuvo ocasión de «retocar» el celebérrimo Roman de la Rose, sustituyendo partes que le parecían anticuadas.

Principio del manuscrito ilustrado por Robinet Testard para Louisa de Savoya 
(Bodleian Lib Douce195 f1, vers 1495).

El Roman de la Rose es una obra poética medieval, que contiene 21.780 versos octosílabos, en forma de sueño alegórico. Fue escrita por Guillaume de Lorris –primera parte; 4.058 versos, entre 1230 y 1235- y terminada por Jean de Meung -17.722 versos, entre 1275 y 1280-.

Constituyó un enorme éxito desde el momento de su aparición y lo mantuvo hasta el Renacimiento. Se conserva alrededor de un centenar de manuscritos, ricamente ilustrados, más unos 300 ejemplares incunables.

Finalmente, el poeta pudo salir de prisión, gracias a su amigo Lyon Jamet así como al obispo de Chartres, Louis Guillaud y, en agradecimiento, escribió la Epistre à son amy Lion

Pero no se había amedrentado; en 1527 intentó liberar a un hombre al que llevaban a prisión, por lo que volvió a ser encerrado él mismo, si bien escribió para Francisco I la Epistre de Marot envoyée au Roy, al cual le gustó tanto, que escribió de propia mano al juzgado para pedir su libertad; una carta que el escritor Gilles Ménage -gramático y autor del primer Diccionario Etimológico de la Lengua Francesa-, consideró de carácter tan honroso para el protector, como para el protegido.

Gilles Ménage

Cuando en 1531 murió Luisa de Saboya –la madre del rey-, Marot la describió como una santa, que había reformado la corte francesa y la había dotado de buenas costumbres, asegurando que su desaparición, dejaba al reino y a la naturaleza, sin vida.

El año siguiente publicó su Epistre au Roy, par Marot estant malade à Paris, que agradó tanto al rey, que, en 1528 le nombró su Valet de Chambre, con cien escudos de oro de sueldo.

Apenas empezaba a relajarse ante su buena ventura, cuando sus opiniones sobre la religión, provocaron una nueva tempestad sobre su cabeza; todas sus obras y documentos sueltos, fueron recogidos por la justicia.

En 1533 publicó la traducción del Salmo VI, que escribió, al haber salido indemne de una terrible enfermedad que casi termina con su vida. Pero en 1534, se produjo el llamado Affaire des Placards. Católicos y protestantes se enfrentaron tan violentamente, que Francisco I optó finalmente por la represión. Marot decidió alejarse de la corte.

Los Placards fueron unos escritos que aparecieron la noche del 17 al 18 de octubre de 1534 en las calles de París y otras ciudades, como Blois, Rouen, Tours y Orléans. Algunos aparecieron, incluso en la puerta de la cámara real del castillo de Amboise, lo que constituyó un desafío y una afrenta para el rey católico, que terminó radicalizando su actitud contra los partidarios de la Reforma, hacia la que, hasta entonces, había sido relativamente tolerante.

Los placards, se titulaban: Articles véritables sur les horribles, grands et importables abus de la messe papale, inventée directement contre la Sainte Cène de notre Seigneur, seul médiateur et seul Sauveur Jésus-Christ. Ya el título era, de hecho, un ataque directo contra el concepto de la Eucaristía en la Teología Católica, concebida como una «transsubstantiation» (conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre.). Su autor fue Antoine Marcourt, Pasteur de Neuchâtel —aunque procedía de Picarde—.

El rey, que consideró todo el asunto como “crimen de lesa majestad”, proclamó su fe católica y ordenó diversos arrestos. 

Étienne de La Forge, un acaudalado mercader, amigo de Calvino, se hallaba entre seis condenados a la hoguera en enero de 1535, junto con Antoine d’Augerau, acusado de haber impreso los placards, que también fue ahorcado y quemado.

Hogueras de 1534. Grabado en cobre de Matthaus Mérian L’Ancien. 1630

Dado que aquellas ejecuciones desagradaron a los príncipes alemanes, justo en un momento en que Francisco I buscaba su alianza contra Carlos V, el embajador francés se encargó de informarles de que se trataba de “revolucionarios y anabaptistas cuyos excesos había que reprimir”. Calvino optó por el exilio en aquel momento.

Marot se fue al Béarn en 1535, para pasar después, a Ferrara y, finalmente, a Venecia, desde donde fue reclamado a Francia y después, a la corte, previa una abjuración solemne hecha en Lyon, ante el cardenal Tournon. Obtuvo así el perdón del rey y, para agradecérselo, le dedicó la Epistre au Roy, du temps de son exil à Ferrare.

Siguió entonces un breve período de paz, debido, sin duda, al recuerdo de las desgracias pasadas, pero la publicación de sus primeros Psaumes/Salmos, terminó con la tregua. En 1541 publicó Trente Pseaulmes de David traducidos al francés, a los que siguieron otros Cinquante Pseaulmes.

Aquella traducción, emprendida a petición del famoso teólogo François Vatable, tuvo un enorme éxito en una corte en la que señores y damas siempre tenían algún amigo al que cuadraba el contenido de unos versos, a menudo burlescos, que se pusieron de moda. 

François Vatable, grabado de Théodore de Bèze, Icones, id est verae imagines virorum doctrina simul et pietate illustrium, Ginebra, 1580. 
Ósterreichische Nationalbibliothek.

Pocos tardaron en darse cuenta de que el poeta había cantado en el mismo tono, los himnos del rey poeta y las delicias cortesanas.

Muy pronto, la Sorbona creyó discernir errores en aquellas traducciones y elevó sus quejas al rey. Francisco I, que, apreciando, como hemos visto, al poeta y deseando que siguiera con su trabajo, dio poca importancia a aquellas quejas, pero la Facultad de Teología no olvidó sus censuras y terminó prohibiendo la venta de la obra.

Después de la Ordenanza de Villers-Côterets, de 1539, Francisco I encargó a Marot la traducción de las Metamorfosis de Ovidio.

Ordenanza de Villers-Côterets. Archives Nationales. Francia, 1539

La Ordenanza de Villers-Côterets es el texto legislativo más antiguo, todavía en vigor en Francia, concretamente, sus artículos 110 y 111 –relativos al empleo de la lengua francesa. Con un total de 192 artículos, la ordenanza reformó la jurisdicción eclesiástica; redujo algunas prerrogativas de las ciudades, e hizo obligatorio el registro de bautismos. Sin embargo, es fundamental, el hecho de que estableciera no solo la primacía, sino la exclusividad del francés para la redacción de los documentos públicos, con el fin de facilitar su comprensión. De este modo, el francés pasaba a ser la lengua oficial del derecho y de la administración, en lugar del latín y de las demás lenguas vernáculas, como las de Oïl y de Oc, denominadas «patois».

Pero tres años después, en 1542, Francisco I terminó por ordenar persecución de los luteranos, y aunque su nombre no salió entonces a colación, Marot optó por el exilio en Ginebra, donde se ha pretendido que corrompió a la esposa de su huésped, y que solo por recomendación de Calvino, se le conmutó la pena capital por una de latigazos. La acusación parece calumniosa, lo mismo que sorprende la pretendida actitud de Calvino, pero sí parece posible que la ligereza de las costumbres habitual en Marot, resultara intolerable en una ciudad como la Ginebra de la época, y diera pábulo a los rumores.

En 1543, el poeta se instaló en Chambéry, capital de los Estados de Saboya, donde no corría riesgo de ser molestado por sus opiniones reformistas, y a principios del año siguiente, pasó algún tiempo en Aix-les-Bains, donde fue bien recibido en el castillo, donde se apreciaba la poesía.

Finalmente, dispuesto a incorporarse al ejército francés en el Piamonte, llegó a Turín, donde murió, al parecer, en la indigencia, en 1544, creando hasta el último día nuevos poemas y manteniendo nuevos amores.

Dejó un hijo llamado Michel Marot.

Etienne Jodelle le dedicó un epitafio de cuatro versos, de los que el último, decía:

Piémont mes os, et l’univers mes vers.
Piamonte, mis huesos, y el universo mis versos.


Marot habría sido un espíritu bromista, bajo el grave aspecto de un filósofo, reuniendo una mente muy despierta, con un gran corazón. Dotado de un noble carácter, parecía exento de toda la baja envidia que, en ocasiones, destruye la gloria de algunos escritores célebres. Solo se enfrentó a los poetas François de Sargon y Charles de La Hueterie, que le atacaron cuando estaba en Ferrara, ya que el primero pretendía ocupar su puesto, careciendo de capacidad para obtenerlo, mientras que, al segundo, le pareció muy gracioso, llamarle “Rat pelé”, en lugar de rappelé. –“Rata pelada”, por “recordado”-. Marot le contestó bajo el nombre de un criado, para mejor dar a entender su desprecio; Epístola de Frippelipes, criado de Marot, a Sargón, 1537. (Frippelipes vendría a significar algo así como el vulgarismo “morro fruncido”.)
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“El nombre de Marot -según Jean-François de La Harpe (1739-1803), escritor y crítico, de origen suizo-, …representa la primera época verdaderamente notable en la historia de nuestra poesía, pero más por su particular talento, que por los progresos que aportó a nuestra versificación. Su talento era infinitamente superior a todo el que le precedió, e incluso a los que le sucedieron, hasta Malherbe. La naturaleza le dio algo que no se adquiere, era un don. Su estilo tiene verdadero encanto y su encanto tiende a una ingenuidad en los giros y en la expresión, que se une a la delicadeza de las ideas y los sentimientos. Nadie ha conocido mejor que él, en nuestros días, el tono que conviene al epigrama, ya sea el que así llamamos propiamente, ya sea el que después se llamó “madrigal”, aplicándose al amor y a la galantería. Nadie ha conocido mejor el ritmo de los versos de cinco pies, ni el verdadero tono del género epistolar, con el que esta clase de versos encaja tan bien. En este sentido, su obra maestra es la carta en la que explica a Francisco I, cómo ha sido robado por su criado. Es un modelo de narración, de delicadeza y de buen humor.”

Lo cierto es, que esta valoración de la poesía de Marot, ha triunfado a través del tiempo y pese a la evolución del lenguaje.


Nicolas Boileau-Despréaux, más conocido como Nicolas Boileau o simplemente Boileau (París, 1633-1711), poeta y crítico, dijo durante los buenos tiempos del siglo de Luis XIV: Imitad de Marot, la elegancia en la broma.


Jean de La Fontaine (Aisne, 1621-París 1695), fabulista, demostró que sus cimientos eran la lectura de Marot. 


Jean de La Bruyère (París, 1645-Versalles, 1696), escritor y moralista:
Entre Marot y yo, apenas existe más diferencia que algunas palabras.


Jean-Baptiste Rousseau, (París 1671-Bruselas 1741), poeta y dramaturgo, le dirigió una epístola, en la que se mostraba orgulloso de verlo como su maestro.


Jean-Marie-Bernard Clément, defendió a Marot contra Voltaire, al que acusó de dedicarse a criticarlo en sus últimas obras, probablemente por odio hacia Jean-Baptiste Rousseau, culpable, en su opinión, de haber dado el peligroso ejemplo del llamado estilo marótico, una simple imitación, que no procedía del verdadero talento de Marot.


«Pero –añade todavía Jean Jacques Charles de Laharpe o La Harpe (1802-1877), médico, zoólogo, botánico y taxonomista suizo-: Tenía que ser muy seductor el ingenuo giro de este poeta, pues se tomaba prestado su lenguaje, a pesar de ser ya viejo desde hacía mucho tiempo, para tratar de parecerse a él.

Hay que considerar también como parte de la obra de Marot, el papel esencial que representó en el reconocimiento de la poesía de François Villon. Marot publicó la primera edición crítica de sus obras en 1533, es decir, setenta años después de la desaparición del más célebre pota francés del final de la Edad Media: Clément Marot, Les œuvres de Françoys Villon, de Paris, reveues et remises en leur entier, par Clément Marot… -Paris, G. Du Pré, 1533. En el prólogo de su edición, escribió Marot:


Entre todos los buenos libros impresos en lengua francesa, no se halla uno más incorrecto, ni tan pesadamente corrupto [en sus ediciones] como el de Villon. Me asombró. Y, visto que es el mejor poeta parisino que existe; me asombra que los impresores de París y los hijos de la ciudad, ya no le prestan gran atención.

A partir de 1547 y a lo largo, al menos de cinco años, una serie de jóvenes admiradores de la cultura greco-latina acudieron a los cursos del célebre humanista Dorat, en el colegio de Coqueret, en París. Entre ellos estaban Ronsard, Du Bellay y Baïf. Estudiaban a los grandes maestros clásicos bajo el nuevo prisma del humanismo. A petición de Francisco I, trabajaron también por la estandarización y el enriquecimiento de la lengua francesa, añadiendo cultismos y neologismos que sirvieran para enriquecerla. 
Tras la desaparición de Clément Marot, como la gran figura que fue, de la poesía francesa en el Siglo XVI, ,muchos trataron de imitarlo, constituyendo lo que se llamó la Escuela Marótica, aunque eran admiradores, faltos de la necesaria capacidad creadora, entre ellos destacó la figura de Mellin de Saint-Gelais. Esta escuela sería, concretamente, el blanco de los ataques de los renovadores de La Pléyade, y no la obra de Clément Marot, por más que el nombre tomado por sus seguidores, así lo pareciera.
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Para terminar, un asunto que todavía hoy es objeto de controversia. Cierto que Marot falleció en Turín, pero habida cuenta del halo que rodea su vida y sus escritos, acerca de su posible adhesión a la Reforma, ¿por qué recibiría sepultura en Turín, ni más ni menos que en el mismo templo en el que se muestra, desde hace siglos, la famosa Sábana Santa, símbolo indubitable de la ortodoxia católica? En breve abordaremos este sorprendente caso.


Epitafio de Clément Marot en Turín

Aquí, en el regazo de su madre
Yace el Virgilio y el Homero de los franceses
Aquí yace y descansa boca abajo
El sin par de los que mejor hablaron en verso.
Aquí yace, cubierto con poca tierra
El que a toda Francia enriqueció con su obra
Aquí yace un muerto que vivirá para siempre
Mientras en Francia se hable francés.
En una palabra, yace, descansa y duerme en este lugar
Clemente Marot de Cahors en Quercy.
12 septiembre 1544
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