martes, 24 de agosto de 2021

Albrecht Dürer ● Alberto Durero el Enigmático



¿Podremos saber algún día lo que pasaba por la mente y la conciencia de Albrecht Dürer? Sus obras tituladas “Melancolía I” y “Pesadilla”, por ejemplo, han sido analizadas desde todos los puntos de vista posibles, y por personajes de gran lucidez y conocimiento, pero ello no nos ha proporcionado una respuesta convincente, aunque ese misterio, lejos de anular su atractivo, no hace sino aumentarlo de manera considerable.

Teniendo en cuenta, por supuesto, que aparecen enigmas en buena parte de su obra, las citadas piezas, “Melancolía I”, o la pesadilla, titulada, en realidad, “Visión en sueños”, casi podríamos calificarlas de “acertijos” -y no empleamos este término de manera frívola ni superficial, como se verá, del mismo modo que podremos, o no, aceptar el legendario significado de la bellísima imagen de las manos que diseñó en actitud de oración.

Empezaremos por observar su rostro detenidamente, a través de sus espléndidos autorretratos; si la cara fuera el “espejo del alma”, alguna conclusión podríamos obtener, y, más aún, si, al mismo tiempo, el artista nos brinda la posibilidad de observar sus manos. Lo haremos.

De hecho, aunque conocemos su biografía, sabemos, más bien poco de su vida, de sus dudas, planteamientos, temores o esperanzas, a pesar de lo cual, al acercarnos a sus creaciones, parece recomendable revisar todos los eventos biográficos, aunque sea de forma breve. Haremos, pues, un recorrido por su cronología, ilustrándola con imágenes, siempre que sea posible, porque, al menos, en apariencia, podrían acercarnos a la comprensión de este enigmático artista.

Todo esto, nos llevará, probablemente a plantearnos una cuestión fundamental: Me gusta, o me atrae, o algo me dice la pintura de Durero, pero, ¿por qué me gusta?, o ¿qué me dice? Parecen preguntas retóricas, pero vuelven una y otra vez, siempre que contemplamos sus obras, y entre ellas, sus autorretratos, en los que parece hablar con la mirada, si bien, más que hablar, parece que les convendría mejor el término interrogar.

Albrecht Dürer. Núremberg, 21 de mayo de 1471-6 de abril de 1528

Durero: Autorretrato a los trece años. Punta de plata, 2,75x1,96. Albertina, Viena. (Col. Gráficos).

A los trece años, Durero creó el primer autorretrato que se conoce, de un artista tan joven. Utilizando punta de plata, sus rasgos se representan con trazos suaves. Él mismo escribió, en 1528; a los 44. que se trataba de un sencillo esbozo de "la esencia espiritual del impulso creativo del artista."

La mano derecha -con pentimentos-, parece señalar algo, mientras la izquierda queda oculta por la manga, lo que sugiere, al parecer, que este autorretrato, como es habitual, por otra parte, fue pintado frente a un espejo. De hecho, Durero lo firmó años después y escribió: "Me dibujé a mí mismo desde un espejo en el año 1484, cuando era un niño. Alberto Durero."

Autorretrato con una venda. 1491-92. Dibujo a lápiz sobre papel, reverso, 204 x 208 mm. Graphische Sammlung (Col. Graficos) der Universitätsbibliothek, Erlangen

El autorretrato de Durero con una venda, probablemente data del primer período de sus viajes; fue esbozado con trazos rápidos, y destaca en él una mirada inquisitiva. 


La posición de la mano podría interpretarse, más que como expresión de dolor, como gesto de melancolía, o quizá de preocupación.

Estudios: Autorretrato, Mano y Almohada. Pluma y tinta sobre papel, 1493. 28 x 20 cm. Metropolitan Museum of Art, New York


Estos esbozos estaban en el reverso de otro retrato, pintado de 1493, ahora en el Musée du Louvre, París. Posiblemente sea un estudio previo para la pintura al óleo. La textura de la almohada ya ofrece un excelente detalle y, en cuanto al gesto de la mano, podría significar precisión milimétrica, ya sea como deseo, o como logro. 

Autorretrato a los 22 años, 1493. Óleo sobre lino, transferido de vitela, 57 x 45 cm. Musée du Louvre.

Este es el primer autorretrato al óleo, pintado de Durero, fechado en 1493 y el también el primero conocido en el arte europeo producido como pintura independiente, aunque artistas anteriores a veces se habían retratado entre figuras en un retablo o fresco. El autorretrato esbozado en el reverso, que precede, fechado en 1493, podría haber sido un estudio previo. Durero completó la pintura al óleo hacia el final de sus viajes como aprendiz, casi con certeza en Estrasburgo. Originalmente estaba en vitela, lo que lo habría hecho relativamente fácil de transportar, y esto sugiere que podría haber sido enviado a Nuremberg. 


Durero inscribió en la parte superior del autorretrato: "Las cosas conmigo van como se ordenó desde arriba"; como representación de su fe. Los rasgos juveniles del artista están enmarcados por su cabello largo y pelirrojo, coronado por una gorra roja con borla de flecos. Bajo la capa gris, con ribetes rojos, viste una elegante camisa plisada con cintas rosas. Su nariz fuerte, labio superior en forma de corazón y cuello largo se enfatizan en la pintura. Evidentemente, a Durero le costaba pintar con un espejo las manos y los ojos, dos rasgos que siempre suponen un desafío para todo artista en el autorretrato.


Con enérgicas manos sostiene una ramita de acebo de mar, una planta parecida al cardo. Su nombre alemán significa "fidelidad del hombre" y esto, junto con el hecho de que la planta a veces se consideraba afrodisíaca, ha llevado a deducir que el autorretrato fue pensado como un regalo para su prometida, porque cuando aún estaba fuera, su padre lo había prometido con Agnes Frey. De hecho, se casaron el 7 de julio de 1494, dos meses después del regreso de Durero a Nuremberg. 

Sin embargo, también es probable que el autorretrato fuera un regalo para sus padres, a quienes casi no había visto en cuatro años. En cuyo caso, podemos imaginar la sorpresa y la satisfacción que debieron experimentar al recibir, después de tan larga ausencia, una imagen de su hijo, que, además de ofrecerles su evolución fisionómica, constituiría una prueba más de su floreciente talento.

Autorretrato a los 26; 1498. Óleo en panel. Museo del Prado, Madrid


Este autorretrato está fechado en 1498 y tiene la inscripción: "Yo mismo me pinté así. Tenía 26 años. Alberto Durero”. Dado que el artista cumplió 27 años el 21 de mayo, la imagen debe ser de principios de año. 

La pose del artista expresa seguridad en sí mismo. Está de pie, con el brazo derecho levemente apoyado. Su imagen llena el cuadro, y su rostro, y cuello destacan por la luz que entra en la habitación. Su largo cabello aparece minuciosamente rizado, rematando con un tocado, a juego con la manga, que, a su vez, hace destacar la cabeza sobre el oscuro fondo. 

Ahora tiene bigote y una barba, algo que, al parecer, por entonces no era muy usual entre los jóvenes. Nueve años después, Durero escribió un poema irónico en el que se describía a sí mismo como "el pintor de la barba peluda"

De su hombro izquierdo cuelga una capa de color marrón claro, sujeta al otro hombre por un cordón retorcido, que, por delante, parecería trenzado, y lleva guantes. 

Al fondo hay un alto arco que enmarca y destaca la cabeza y, a la derecha, se abre una ventana a un paisaje ideal. Campos verdes; un lago rodeado de árboles y, a lo lejos, montañas cubiertas de nieve, probablemente un recuerdo de su viaje por los Alpes tres años antes. 


Representar un paisaje lejano, visto a través de una ventana, era un recurso habitual de los retratos holandeses. Los alemanes. Igual que ocurría en otros reinos, todavía consideraban al artista como un artesano, como lo había sido durante la Edad Media, lo cual era incompatible con el concepto que Durero tenía de la pintura, así que se presenta elegantemente aristocrático, casi altivo y hasta distante. Su vestimenta, así como el bellísimo paisaje de la montaña a través de la ventana, vendría a demostrar que no se considera a sí mismo como un provinciano limitado. Durero proyecta claramente su dignidad como artista. 

Este retrato fue adquirido por Carlos I de Inglaterra, pero, posteriormente lo compró Felipe IV de España.


Las manos, finalmente, en actitud de descanso o espera. Proyecto terminado.

Autorretrato con traje de piel. 1500. Óleo sobre tabla, 67,1 x 48,7 cm. Alte Pinakothek, Munich.


Se podría decir que el presente retrato es una obra maestra, si no fuera porque los dos anteriores, también lo son, pero este tiene algo más. Fue pintado a principios de 1500, antes de que el artista cumpliera 29 años el 21 de mayo y, en él aparece la declaración: "Así, yo, Alberto Durero de Nuremberg, me pinté con colores indelebles a la edad de 28 años". 

Es una imagen oscura, pero no sombría, pintada, fundamentalmente, con marrones, sobre un fondo oscuro y liso. El rostro llama la atención por su parecido con la cabeza de Cristo, y la pregunta es, si Durero se propuso este efecto, lo cual supondría una extraña pretensión. Si el efecto fue buscado no parece propio de Durero, y, en todo caso, ignoramos qué pretendía retratándose de un modo que cualquiera podría confundir con una imagen de Cristo.

Incluso se pintó con el cabello castaño, aunque los otros autorretratos muestran que en realidad era rubio rojizo. ¿Qué respuesta nos ofrece la crítica? Que Durero se propuso deliberadamente crear una imagen parecida a la de Cristo, con la mano levantada hasta el pecho casi en actitud de bendición, pero que no fue un gesto de arrogancia, sino una declaración de fe: porque para él, la pintura significaba un reconocimiento de que las habilidades artísticas eran un talento otorgado por Dios. 

Sin embargo, Durero se distingue sutilmente de la imagen tradicional de Cristo, vistiendo ropa contemporánea; un manto forrado de piel. El resultado es una imagen muy personal, que todavía muestra la forma en que imaginamos que el artista se veía en sus últimos años. El resultado práctico, sería: no es lo que parece. 

Por otra parte, a pesar de lo que él mismo declara, su serena expresión parece mostrar un hombre de más edad. Las facciones en general, pero, sobre todo la mirada, son cautivadoramente profundas. Son ojos verdes que están un poco hundidos, con la mirada «sincera, noble y honesta». (Cirlot; Alte Pinakothek) Muy pocos cuadros han llegado a transmitir tal efecto y Durero lo ha logrado con su propio rostro.

El fondo transmite un efecto de quietud y silencio serenos, sobre los que habla la mirada del artista, que nos interroga francamente. Y el detalle último, pero no de menor importancia, sería el tratamiento exquisito, preciso, luminoso y llamativo, de su cabello; es “sencillamente” el trabajo d un genio.

Autorretratitos

A pesar de que son menos célebres, en general, destacaremos, los que hemos dado en llamar “Autorretratitos”, que son aquellos en los que el pintor aparece, si no siempre entre una multitud de personajes, si rodeado de un buen número de ellos, lo cual no impide que su figura destaque claramente, aunque sea miniaturesca, junto con su “tarjeta de presentación”.

Fiesta de las Guirnaldas de Rosas -o del Rosario-, 1506. Óleo sobre madera de álamo. Národní Galerie, Praga.

Santo Domingo es claramente el santo que vemos a la izquierda de la Virgen. Para todos los demás, se han propuesto muchos nombres, pero las identificaciones aún son inciertas. La Virgen está entronizada bajo un dosel verde que los querubines sostienen con cordones, mientras otros, sobre nubes, sostienen una gran corona de piedras preciosas suspendida sobre su cabeza. 

A sus pies se arrodillan el papa y el emperador, a la izquierda y a la derecha; mientras la Virgen coloca una guirnalda de rosas en la cabeza del emperador, el Niño coloca una idéntica sobre la cabeza del pontífice. Santo Domingo, a su vez, corona un obispo. Detrás del papa y el emperador, los mecenas están dispuestos simétricamente. Entre la multitud de creyentes, Durero mezcló retratos reales y ficticios. Otros querubines al estilo de Bellini, descienden, a su vez, sobre ellos con guirnaldas de rosas.

Con esta obra, Durero creó su primer retablo de un solo panel, aunque su estructura compositiva se parezca a un tríptico. El escenario de la obra tiene un aire muy veneciano, pero su composición piramidal no es veneciana; el artista fue uno de los primeros en crear este tipo de composición, y se inauguró, precisamente, en esta obra.

Durero aparece “discretamente” en último plano, ante un espectacular paisaje de ciudad, bosque y montaña.

Retablo Heller (Copia). 1507-09. Tempera en madera, 190 x 260 cm. Historisches Museum, Frankfurt

Este retablo fue encargado por Jakob Heller (1460-1522), un rico comerciante, miembro del ayuntamiento y alcalde de Frankfurt, no se sabe si, antes o después del segundo viaje de Durero a Italia. Solo el elemento central que representa la Asunción y Coronación de la Virgen es el ejecutado por el propio Durero. El retablo quedó destruido por un incendio en la residencia del duque Maximiliano de Baviera, en Múnich. Afortunadamente, sobrevivió una copia de la obra, ejecutada c. 1614 por Jobst Harrich de Nuremberg (c. 1580-1617). 

El tema de la asunción y de la coronación de la Virgen era familiar en la pintura de Nuremberg del siglo XV. Pero Durero le da una particular interpretación renacentista. Los otros apóstoles están de pie o arrodillados alrededor del sarcófago. San Pedro y San Pablo, en primer plano, y el paisaje detrás del grupo. En el centro del paisaje, pero en la distancia, tenemos a Durero, próximo a un lago rodeado por colinas y varios edificios. 

Detalles como, por ejemplo, los pies descalzos de San Pedro, fueron cuidadosamente estudiados, como lo demuestran dieciocho dibujos preparatorios que aún se conservan; están hechos a lápiz sobre papel, con fondo verde celeste; las famosas Manos en oración, forman parte de estos dibujos. 

Los paneles laterales internos fueron pintados por asistentes de los dibujos de Durero. A la izquierda está el Martirio de Santiago; Jacob Heller aparece abajo, arrodillado dentro de un nicho con su escudo de armas. A la derecha está el Martirio de Santa Catalina de Alejandría, con la esposa del donante, Katharina von Melem. La elección de los santos estaba relacionada con los nombres de los dos donantes.

Los paneles exteriores fueron pintados en grisalla, con la participación de un joven Matthias Grünewald. Incluyen ocho representaciones de santos; uno, San Lorenzo, está firmado "MGN". San Ciriaco es retratado durante el exorcismo de Artemia, hija del emperador romano Diocleciano. Sostenía un libro con la fórmula del exorcismo: ": AVCTORITATE DOMINI NOSTRI IHSVXPHISTI EXORCIZO TE PER ISTA TRIA NOMINA EDXAI EN ONOMATI GRAMMATON EN NOMINE PATRIS ET FILII ET SPIRITVS SANCTI AMEN".

Heller Altar (detail). 1508-09. Tempera and oil on wood, 189 x 138 cm (central element). Historisches Museum, Frankfurt.

En el centro del paisaje, Durero se sitúa, como de costumbre con la tabla explicativa, que muestra con la mano derecha, fijando su mirada en el espectador, cuya inscripción puede leerse claramente: ALBERTVS DVRER ALEMANVS FACIEBAT POST VIRGINIS PARTVM 1509. En el fondo, otro increíble paisaje en el que aparece un lago próximo a las colinas, parcialmente rodeado de edificios. Tanto el pintor como el paisaje, dada su relación porcentual con el conjunto de la obra, ofrecen al espectador detalles increíblemente precisos.

La Adoración de la Santísima Trinidad; Altar Landauer. 1511. Óleo sobre madera de tilo, 135 x 123,4 cm. Kunsthistorisches Museum, Vienna.

En el centro del panel, en la parte superior está la Trinidad. Dios el Padre, como emperador, sosteniendo a Cristo en la Cruz y arriba, el Espíritu Santo. En torno, dos grupos de ángeles. 

Debajo, a la derecha, figuras del Antiguo Testamento y, a la izquierda, los seguidores de Cristo con ramas de palma. 

En la parte inferior, las figuras de los vivos, un poco más grandes, encabezadas por el Papa (con una tiara azul) y el Emperador (con una corona dorada). La figura canosa de Matthäus Landauer, el donante, es mostrada a la multitud por la mano extendida de un cardenal. 

El paisaje en la parte inferior del panel se extiende a lo lejos y una figura solitaria a la derecha; el artista, representa a la comunidad reuniéndose con el reino del cielo. Su mano se apoya en un panel que está inscrito: "Alberto Durero de Nuremberg hizo esto 1511 años después de la Virgen". 

Durero también diseñó el marco ornamentado para el retablo. Uno de los primeros dibujos del marco y el panel datan de 1508 y proponen un conjunto cuidadosamente diseñado. El marco aún se conserva en el Germanisches Nationalmuseum, de Nuremberg, aunque desafortunadamente ha estado separado de la pintura durante mucho tiempo. El marco que se muestra de esta reproducción es una réplica exacta del original. Hecho de madera tallada y pintada, la parte superior representa el Juicio Final, con Dios entronizado y rodeado por las figuras arrodilladas de la Virgen y Juan el Bautista. La inscripción en la base del marco dice: “Matthäus Landauer finalmente completó la casa de culto de los Doce Bretheren, incluida la donación de este panel. Después del nacimiento de Cristo, el año 1511”.

El taller de Durero también diseñó vidrieras para la Capilla de los Doce Hermanos, pero fueron retiradas en 1810 y destruidas en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial.

El conjunto iconográfico con el marco, fue creado para el rico comerciante Matthäus Landauer, que había amasado una fortuna comerciando con minerales, y en 1501 fundó un hogar para doce viejos artesanos que habían caído en tiempos difíciles. Además del retrato del donante, hay un segundo en la imagen, el de su yerno Wilhelm Haller.


A la derecha, figura, fácilmente identificable por su armadura, como el yerno de Landauer, Wilhelm Haller, un capitán mercenario. En la parte inferior del cuadro, casi para contrastar las decenas de santos y hombres y mujeres entre nubes, Durero creó, desde una perspectiva ligeramente elevada, un pasaje, que, incluso más que el del Altar Heller, desaparece en un fondo infinito, iluminado por una luz vespertina muy suave que también brilla como las nubes.



En este territorio desierto, Durero se pintó a sí mismo, como el único ser humano, apartado hacia el ángulo inferior derecho, viste, como de costumbre, un rico manto de piel y muestra una tablilla de estilo antiguo con la inscripción: ALBERTVS DVRER NORICVS FACIEBAT ANNO A VIRGINIS PARTV [M].


El paisaje aparece ahora en la parte inferior del panel, en el territorio desierto, y a la derecha, la figura solitaria del artista, que viste, como de costumbre, un rico manto de piel, mostrando el cartel el que ha escrito: "Alberto Durero de Nuremberg lo hizo 1511 años después del parto de la Virgen".

Autorretrato, 1521. Coloured pen drawing, 127 x 117 mm. Kunsthalle, Bremen

Durante su viaje a Zelanda, Durero contrajo una infección parecida a la malaria de la que nunca se recuperó definitivamente. Este es el contexto en el que probablemente creó este pequeño autorretrato, en el que el artista apunta a un punto doloroso. El comentario inscrito, "Do der gelb fleck ist und mit dem finger drawff do ist mir we"  = Esta es la mancha amarilla y cuando presiono mi dedo sobre ella, duele, sugiere que el boceto tenía por objeto ser enviado a un médico para su diagnóstico.

Autorretrato como “Varón de dolores”. 1522. Lápiz sobre papel imprimado azul verdoso, 408 x 290 mm. Kunsthalle, Bremen

El dibujo fue destruido en la guerra. El Varón de los Dolores generalmente se considera un autorretrato de Durero creado durante su viaje a los Países Bajos. Semidesnudo, con el pecho hundido y los labios entreabiertos por el dolor, el hombre mira hacia fuera del lienzo. Sus brazos cruzados y los instrumentos de la Pasión como el azote y los fasces representan las torturas sufridas por Cristo.

Alberto Durero era profundamente religioso, y se implicó en las disensiones entre Lutero y Roma. Aquí se definiría como un creyente herido por la crisis de las instituciones. Como veremos más adelante, dos de sus últimos grabados, representan, precisamente, a Erasmo y a Melanchton.

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