domingo, 19 de diciembre de 2021

ISABEL II ● PRÓLOGO, INTERMEDIO y EPÍLOGO ● Sus padres, su hermana y sus hijos.

Primera parte ● PRÓLOGO e INTERMEDIO ● Sus padres y su hermana.

Isabel II, de F. Madrazo y Kuntz. BBAA Córdoba

Antes de introducirnos en la historia familiar personal, aunque pública, de la reina Isabel II -puesto que son aspectos interdependientes-, parece imprescindible hacer, por breve que sea, una referencia a al reinado de su padre, Fernando, VII, y de su madre, la reina Cristina, puesto que ello nos dará, quizá, referencia, si no explicación, de muchos de los sucesos ocurridos a lo largo de su reinado, incluyendo el exilio, tras el cual, si algo cambió en su vida, probablemente, algo cambiara también en su concepción del hecho de reinar. Para ello contaremos también, por supuesto, con la existencia de su hermana, Luisa Fernanda, y, cómo no, de su heredero, Alfonso XII, así como con sus hijas, de las que, habitualmente, no se habla mucho. Todos ellos aparecerán representados en imágenes, tanto en pinturas, más o menos idealizadas, como, en muchos casos, en fotografías, de las que tenemos suficientes para hacernos una idea del aspecto físico de todos ellos.

Trataremos, fundamentalmente, de los aspectos familiares previos, en tanto en cuanto, estos pudieron influir en los eventos públicos, en ocasiones sumamente graves, como es el caso de las llamadas “Guerras Carlistas”, que no serían sino guerras dinásticas, y, otros sucesos, que, también lo fueron, aunque, quizás, con menos pérdidas de vidas.

Fernando VII, aunque tuviera el sobrenombre de “El Deseado”, que sólo hacía referencia a la necesidad dinástica de que naciera; tuvo como verdadero apodo, “El Felón”, porque, ciertamente, cometió felonías; dijo mentiras; incumplió su palabra; cambió leyes de un día para otro; arrebató la Corona a su padre, el infeliz Carlos IV; y se la entregó a Napoleón, para, posteriormente, lanzar a sus súbditos a una guerra contra este; dijo aceptar “francamente” la Constitución, para, acto seguido, condenar a muerte  a aquellos que la habían firmado, etc. etc. Todo esto es bien sabido, por lo que, sin más prólogo, pasamos a su vida familiar; es decir, la legal y conocida, y en este sentido, afrontamos los cuatro matrimonios que celebró, hasta conseguir una heredera; nuestra protagonista, cuyo derecho sería disputado por las armas, por su tío, Carlos María Isidro, el hermano menor de su padre.

Los hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma

Fernando VII, cuando todavía era Príncipe de Asturias. 1800. Goya. Met. Nueva York

Nacido en San Lorenzo de El Escorial, el 14 de octubre de 1784, falleció en Madrid, el 29 de septiembre de 1833. Era hijo y sucesor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, a quienes los seguidores de Fernando depusieron -con su venia-, por el llamado “Motín de Aranjuez”. Posteriormente fue obligado por Napoleón a devolver la corona a su padre, aunque la el Emperador la tomó para sí, en Bayona. Declarada la Guerra de la Independencia, Fernando, el futuro monarca no participó en la misma, pues se encontraba en Valençay, bajo la custodia de Napoleón, al que dedicó notorias muestras de afecto, llevando una vida entretenida en cacerías y fiestas.

En una de las cartas, dirigida al gobernador de Valençey, publicada en Le Moniteur el 26 de abril de 1810, escribía Fernando a su “secuestrador”, Napoleón:

Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M., como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos.

Una vez concluida la guerra, Fernando fue de nuevo reconocido como monarca, incluso, por las Cortes de Cádiz, de modo que, tras la caída de José I Bonaparte, volvió a España, el día 22 de marzo de 1814, desembarcando en Valencia, con el apoyo de los militares firmantes del “Manifiesto de los Persas”.

Y así, ya recuperado el trono, sin haber expuesto nunca su persona, aunque había jurado la Constitución, se convirtió en un soberano absoluto, muy pronto desenmascarado, como hombre sin escrúpulos de ninguna clase, para llevar a cabo diversas venganzas y traiciones, en la mayoría de los casos, sugeridas, pero que su escasa personalidad, seguía, sin pensar mucho, aunque unas contradijeran claramente a otras.

De hecho, apenas había puesto el pie en el reino -todavía se hallaba en Valencia-, cuando, el 4 de mayo de 1814 firmó el decreto de supresión de la Constitución de Cádiz, y de las Cortes, iniciando un reinado de carácter absoluto, contrario a sus promesas, entre 1814 y 1820, período durante el cual, no puso en marcha ninguna medida que pudiera conducir a la recuperación de los desastres producidos durante las guerras napoleónicas.

Su actuación, o quizás deberíamos decir, su inactividad, provocó que, en 1820 se produjera un “pronunciamiento militar” que dio paso al llamado Trienio Liberal, y restableció la vigencia de la Constitución, aparentemente con el acuerdo del propio Fernando, que, sin embargo, no dejó de conspirar para volver al absolutismo, o, por mejor decir, el reasiento de su persona, algo que sí logró en 1823, con la ayuda de los llamados Cien Mil Hijos de San Luis; de los que bien podríamos decir, que eran los mismos soldados contra los que se había combatido previamente, aunque ahora, volvían con otro uniforme.

Fernando VII no se creaba problemas de ningún tipo, proclamando públicamente, una idea, o su contraria:

Cual tierno padre, he condescendido a lo que mis hijos demandan. He jurado esa constitución y seré siempre su más firme apoyo. Españoles confiad en vuestro rey. Marchemos francamente, y yo el primero por la senda constitucional.

Palacio de Madrid, 10 de Marzo de 1820.

[...] mi real ánimo es no solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes [...] sino el de declarar aquella Constitución y aquellos decretos nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquiera clase y condición a cumplirlos ni guardarlos.

Modesto Lafuente (1869), Historia general de España,

Empezó entonces, la última fase de su reinado, conocida como la Década Ominosa, durante la cual, aun siguiendo una política absolutista, en ocasiones asumió ciertos aspectos de carácter liberal, lo que sirvió, precisamente, para que el citado Infante, Carlos María Isidro, denigrando tal actitud, se propusiera aprovechar la falta de hijos varones de Fernando, para reclamar el trono, dando lugar a las terribles guerras de carácter civil, que conocemos como Guerras Carlistas, que estallarían tras el fallecimiento de Fernando VII, y la coronación de su hija, Isabel II.

Fernando VII con uniforme de Capitán General, c. 1814/15. Vicente López Portaña. MNP

Vida matrimonial de Fernando VII

En 1802 se casó, por razones estratégicas, con su prima María Antonia de Nápoles (1784-1806), hija de Fernando IV de Nápoles y de María Carolina de Austria, en Barcelona, el 4 de octubre de 1802. Fernando tenía 18 años. María Antonia sufrió dos abortos y no tuvo más descendencia. Murió por enfermedad, 21 de mayo de 1806.

María Antonia de Nápoles y Sicilia (1784-1806), de Nicolas François Dun. 1802-06. The Wallace Collection, Londres

En 1816 -32 años-, Fernando se casó, esta vez con su sobrina María Isabel de Braganza infanta de Portugal (1797-1818), hija de su hermana mayor Carlota Joaquina, casada a su vez, con Juan VI de Portugal. Durante el matrimonio Fernando mantuvo varias aventuras amorosas. Tuvieron una hija, María Luisa Isabel, que solo vivió cuatro meses. Poco después, falleció la reina a causa de una cesárea, que tampoco salvó la vida de la hija que esperaba.

María Isabel de Braganza, de Zacarías González Velázquez, c. 1818. Museo del Romanticismo, Madrid. 

En 1819 –a los 35 años-, volvió a casarse, en esta ocasión, con María Josefa Amalia de Sajonia (1803-1829), hija de Maximiliano de Sajonia y Carolina de Borbón-Parma. Tampoco tuvieron hijos.

María Josefa Amalia de Sajonia. de V. López Portaña. (Localización desconocida).

Finalmente, en 1829, -ya tenía el monarca 45 años-, se casó con otra de sus sobrinas, en este caso, hija de su hermana menor, María Isabel de Borbón, casada con Francisco I de las Dos Sicilias. María Cristina de las Dos Sicilias (1806-1878), que tenía entonces 23 años.

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1830), de Vicente López Portaña. MNP.

María Cristina, nacida en Palermo, el 27 de abril de 1806, era hija de Francisco I (1777-1830), segundo rey de las Dos Sicilias, y de su segunda esposa, la infanta María Isabel de Borbón (1789-1848), hija de Carlos IV y, por tanto, hermana menor del contrayente. Se casaron en Aranjuez, el 11 de diciembre de 1829, y tuvieron dos hijas, que, al igual que la madre, serán nuestras protagonistas, en distinto grado: 

Isabel II (1830-1904), reina de España (1833-1868) y Luisa Fernanda (1832-1897), infanta de España.

Tras un segundo matrimonio, largo y fructífero con Agustín Muñoz -en este caso, elegido por ella misma-, Cristina falleció en Sainte-Adresse -Normandía-, el 22 de agosto de 1878. 

Isabel II niña, por Carlos Luis de Ribera, Museo del Prado, en depósito en el Museo del Romanticismo, y Luisa Fernanda de Borbón, por Federico de Madrazo y Küntz. 1847. Museo del Romanticismo.

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, nacida en Palermo, el 27 de abril de 1806, murió en Sainte-Adresse, el 22 de agosto de 1878. Fue reina consorte de España por su matrimonio con Fernando VII, desde 1829 a 1833, y después, regente entre 1833 y 1840, durante la minoría de edad de su hija Isabel, la heredera.

Se había casado en Aranjuez, el 11 de diciembre de 1829 con su tío materno Fernando VII, convirtiéndose en reina de España durante cuatro años.

Fernando VII y María Cristina paseando por los jardines del palacio de Aranjuez, en 1830. Óleo de Luis Cruz y Ríos, 498 x 710 cm. Museo de Bellas Artes de Asturias.

María Cristina y Fernando VII. 1832. F. Madrazo Kuntz. MNP. 

Al parecer, estos retratos fueron realizados como bocetos para la pintura titulada “La enfermedad del Rey”, del mismo autor. (No expuestos).

La enfermedad del rey. F. Madrazo y Kuntz. 1833. Palacio Real

Fernando VII murió en 1833, dejando a Cristina, en su testamento, como gobernadora del Reino, cargo que confirmaron las Cortes Constituyentes en 1836. Pero muy pronto, aquel mismo año, Cristina se enamoró de un sargento de su guardia de corps; Agustín Fernando Muñoz y Sánchez. Se comprometieron el 18 de diciembre de 1833 en la real Quinta de Quitapesares, y contrajeron matrimonio morganático, en secreto, en el Palacio Real de Madrid. 

Su hija y heredera, Isabel, tenía solo tres años, por lo que Cristina mantuvo la regencia durante los siete años siguientes, es decir, hasta 1840, siempre manteniendo su matrimonio en secreto para no perderla. 

Durante este tiempo llevó a cabo algunas acciones de carácter social humanitario, como el auxilio que procuró, en 1834 a los afectados de una epidemia de cólera en Huelva, por lo que, en agradecimiento, el ayuntamiento de la Real Isla de la Higuerita cambió su nombre por el de Isla Cristina

En el ámbito internacional, durante su regencia se reconoció formalmente la independencia de México mediante el Tratado de Santa María-Calatrava, resultando del hecho el primer documento en el que se reconoce la emancipación de un territorio americano tras las guerras de independencia hispanoamericanas.

Pero Cristina tenía un enemigo implacable; su tío/cuñado Carlos María Isidro de Borbón, que se negó a aceptar en su día la Pragmática Sanción -1830-, y tras declararse heredero de la Corona que ya ostentaba Isabel II, dio lugar al estallido de la Primera Guerra Carlista, que terminó en 1839 con el Abrazo de Vergara.

María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Pintado en París por Franz Xaver Winterhalter, en 1841. Versalles. (Dep. Malmaison).

Tras algunos intentos fallidos de conciliar a progresistas y moderados, María Cristina cedió la regencia a Baldomero Espartero y se exilió, abandonando España el 17 de octubre de 1840, a bordo del vapor Mercurio. Desde Marsella, informó que había sido forzada a renunciar y se trasladó a Roma, donde el papa Gregorio XVI bendijo su matrimonio. Después se instaló en París, y con el apoyo financiero del conde de Luzárraga, subvencionó las intrigas contra Espartero hasta conseguir su caída. 

Fue entonces cuando se produjo el reconocimiento de su hija, Isabel, que entonces tenía 13 años. Una de las cuestiones más importantes durante este periodo fue la educación de la propia Isabel y de su hermana Luisa Fernanda, dividida entre los partidarios de Espartero y los de la regente, entre los que se encontraba la imprescindible Marquesa de Santa Cruz, camarera mayor, confidente de doña Cristina, quizás su única amiga, y aya de las niñas, casada con José Gabriel de Silva-Bazán, Marqués de Santa Cruz, quien, por cierto, fue el primer director del Museo del Prado.

Joaquina Téllez Girón, Marquesa de Santa Cruz, de Guillermo Ducker. 1813. MNP

Joaquina Téllez Girón, de Goya, 1805. MNP

En febrero de 1844 Cristina volvió a Madrid, se instaló en el palacio de las Rejas, y, desde allí intentó seguir interviniendo en las decisiones de su hija, aunque parece que sus intereses se decantaban ya más por los negocios, que llevó a cabo con su nuevo marido, relacionados con la sal, el ferrocarril y la esclavitud. Al parecer, era vox pópuli que “no hubo negocio lucrativo que ella no intentara controlar”, con un afán de ganancias tan evidente, que le atrajo la antipatía del pueblo —antipatía que, sin duda, el Infante Carlos María Isidro, se encargaba de avivar por todos los medios a su alcance, hasta que, finalmente, en 1854, Cristina fue expulsada de España y se le retiró la pensión vitalicia que le habían concedido las Cortes.

Permaneció en Francia el resto de su vida, aunque volvió a España en varias ocasiones, como, por ejemplo, para asistir a la coronación de su nieto Alfonso XII.

En todo caso, no parece que tuviera muy buenas relaciones con su hija Isabel II, tal vez, o fundamentalmente, según algunos historiadores a causa de su matrimonio, considerado como una grave ofensa contra una norma intocable -aunque esto parezca dudoso, como causa principal del distanciamiento de ambas-. De su matrimonio, con Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, después, I duque de Riánsares y I marqués de San Agustín, tuvo ocho hijos, a los que la reina Isabel II concedió sendos títulos nobiliarios. 

María Cristina murió en Sainte-Adresse, de Normandía, en 1878. Posteriormente, sus restos fueron traídos a España y depositados en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial.

La reina María Cristina fotografiada en la década de 1870

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DOS HERMANAS: María Isabel y Luisa Fernanda.

Bautismo de la Infanta Isabel, 1853. Rafael Benjumea: Patrimonio Nacional.

Presentación de la Infanta Isabel como Princesa de Asturias, 1853. Rafael Benjumea: Patrimonio Nacional.

Isabel II niña, 1835. De Carlos Luis de Ribera y Fieve, Museo del Prado. En depósito en el Museo del Romanticismo.

Cuando Isabel II cumplió 16 años; 1846, el Gobierno acordó el matrimonio con su primo, el infante Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. Eran doblemente primos, ya que, el padre del novio, el infante Francisco de Paula, era hermano de Fernando VII, y la madre, Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias, era hermana de la regente María Cristina, es decir; los padres de ambos, hermanos, y las madres de ambos, hermanas.

Isabel y Francisco. Boceto de Esquivel, en 1845. Museo Romanticismo.

Inf. Luisa Fernanda, estudiando Música. V. López Portaña, 1842. RRAA Sevilla

10 de octubre de 1846. Bodas de Isabel II y de Luisa Fernanda. Obra de Karl Girardet. Curiosamente celebrada a las 21.00 h.

Doble boda en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid. Isabel - Francisco de Asís de Borbón y, Luisa Fernanda - Antonio de Orleans, duque de Montpensier, hijo menor de Luis Felipe I de Francia.

La infanta Luisa Fernanda de Borbón (1832-1897), Duquesa de Montpensier. Federico Madrazo y Kuntz, 1851, Palacio Real de Madrid, y Antonio de Orleans, duque de Montpensier. Neuilly-sur-Seine, 31.7.1824 – Sanlúcar de Barrameda, 5.2.1890. Duque e infante de España. Hijo del rey Luis Felipe I de Francia y de María Amelia de Borbón-Dos Sicilias. P. Real de Madrid.

Los ya duques de Montpensier se trasladaron primero a París y más tarde se establecieron en Sevilla. Las relaciones entre ellos y la reina fueron a menudo más que difíciles. Era sabido por todos que Antonio de Orleans, acuciado por su padre, Luis Felipe, codiciaba el trono español, deseo que se agudizó notablemente, tras la deposición del propio Luis-Felipe de Francia, en 1848.

Los duques de Montpensier y sus hijos en los jardines del Palacio de San Telmo en Sevilla. 1853. (Patrimonio. Autor desconocido).

Veinte años después, ya en 1868, cuando se produjo la revolución conocida como "La Gloriosa", que destronó a Isabel II, su hermana Luis Fernanda y el duque de Montpensier, su esposo, pudieron seguir residiendo en España. Antonio de Orleans nunca abandonó sus sueños, pero el día 12 de marzo de 1870, retó en duelo al infante Enrique de Borbón, quien, además de ser primo de Isabel II, era hermano de su marido, Francisco de Asís. El Infante Enrique murió a consecuencia del mismo y, con su desaparición se esfumaron los sueños de Montpensier, pues, a pesar de que el duelo fue considerado como un accidente, tuvo que ver cómo el trono que anhelaba, era puesto en manos de Amadeo de Saboya -que obtuvo 191 votos, frente a 60 en favor del duelista.


No mucho tiempo después, sin haber perdido del todo las esperanzas, los duques casarían a su hija, María de las Mercedes con Alfonso XII, el hijo de Isabel II, después de que este recuperara el trono en 1874 y tras la abdicación de su madre. Como es bien sabido por la historia y el romance, María de las Mercedes murió pocos meses después de la boda. 

Familia de Luisa Fernanda. Montpensier. Fotog. Laurent, 1860. Museo del Romanticismo

La tragedia siguió a la infanta Luisa Fernanda, que hubo de vivir la pérdida de cuatro de sus nueve sus hijos; [2] María Amelia (1870), [9] Luis (1874), [6] María de las Mercedes (1878) y [3] María Cristina (1879). Su marido, el duque de Montpensier, murió en 1890.

1878

Luisa Fernanda también recibió sepultura en el Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial, el 20 de febrero de 1897.

Dos curiosidades. Es sabido que Luisa Fernanda residió casi toda su vida de casada en el Palacio de San Telmo de Sevilla, donde también falleció, en 1897. Pero, en 1893, siendo ya viuda, cedió buena parte de los jardines del mismo, a la Ciudad de Sevilla, que fueron inaugurados en 1914 como Parque María Luisa

Por otra parte, también se sabe que, al morir su padre heredó la mitad de las obras custodiadas en el Museo del Prado, entonces Museo Real, pues era propiedad de los reyes. Sin embargo, la colección no se dispersó porque Isabel II tuvo el acierto de retener las pinturas, indemnizando a su hermana, según hemos leído, con su pecunio.

La infanta María Luisa Fernanda hacia 1894. Retrato por Fernando Tirado. Casa consistorial de Sevilla, y el Duque de Orleans en 1890

Las hermanas, Isabel y Luisa Fernanda, en 1845. Esquivel.

Las hermanas en año desconocido.

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Los hijos de Isabel II

1. Luis Fernando, nacido muerto el 20 de mayo de 1849.

2. Fernando Francisco, fallecido unos minutos después de nacer el 12 de julio de 1850.

3. María Isabel Francisca de Asís Cristina Francisca de Paula Dominga (1851-1931), conocida como la Chata. Princesa de Asturias (1851-1857 y 1875-1880), y condesa de Girgenti, por su matrimonio (1868-1871) con Cayetano de Borbón-Dos Sicilias (1846-1871), conde de Girgenti. No tuvieron hijos.

4. María Cristina: 5 - 7 de enero de 1854.

5. Margarita: nacida prematura, falleció al día siguiente 24 de septiembre de 1855.

6. Francisco de Asís Fernando. Nacido muerto el 21 de diciembre de 1856.

7. Alfonso Francisco de Asís Fernando Pío Juan María de la Concepción Gregorio Pelayo (1857-1885), príncipe de Asturias (1857-1874), y después, rey, como Alfonso XII (1874-1885). Dos matrimonios: primero, con María de las Mercedes de Orleans (1860-1878) y después (1879-1885) con María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929), con la que tuvo descendencia.

8. María de la Concepción Francisca de Asís. Nacida en 1859, falleció el 21 de octubre de 1861.

9. María del Pilar Berenguela Isabel Francisca de Asís Cristina Sebastiana Gabriela Francisca Caracciolo Saturnina. Sólo vivió 18 años; (1861-5.8.1879).

10. María de la Paz Juana Amelia Adalberta Francisca de Paula Juana Bautista Isabel Francisca de Asís (1862-1946). Casada (1883-1946) con Luis Fernando de Baviera (1859-1949). Tuvieron hijos.

11. María Eulalia Francisca de Asís Margarita Roberta Isabel Francisca de Paula Cristina María de la Piedad (1864-1958), duquesa de Galliera, casada (1886-1930) con Antonio de Orleans y Borbón (1866-1930), duque de Galliera. Tuvieron hijos.

12. Francisco de Asís Leopoldo María Enrique. Vivió tres semanas: 24 de enero de 1866- 14 de febrero de 1866.

Isabel II en 1863. Luis Madrazo y Kuntz. Patrimonio, Univ. de Granada.

Retomaremos, pues, la vida de Isabel II a partir del día de su boda, centrándonos, en la biografía de sus hijas, puesto que la del heredero, después, rey Alfonso XII, es muy conocida, sobre todo en uno de sus aspectos más románticos y tristes, como fue la temprana muerte de su primera esposa, María de las Mercedes

1864. Alfonso, el heredero, con sus padres. Obra de Domingo Valdivielso y Henarejos (En: Historia de la Villa y Corte de Madrid, de Amador de los Ríos).

Isabel II y Alfonso XII

No así las hermanas, Isabel, Paz, Eulalia y Pilar, que son menos conocidas.

Isabel II con sus hijas Eulalia, Paz y Pilar. 1875

No vamos a entrar, ya se advierte, en las habladurías, comentadas en exceso, sobre el origen de la numerosa prole de la reina Isabel; quede eso para quien quiera afrontarlo una vez más, porque, francamente, este blog, considera el asunto, aburrido, y parte del hecho del reconocimiento legal de cada uno de esos hijos. En compensación, no castigaremos al lector reproduciendo continuamente sus nombres completos.

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