sábado, 11 de julio de 2020

Eugène Delacroix ● I


Eugène Delacroix: Autorretrato, o Autorretrato con chaleco verde. 1837.
Louvre, París.

Nació el 26 abril de 1798 en Charenton-Saint-Maurice, -que se llamó así hasta 1843, y después, Val-de-Marne, en la región Île-de-France. Fue el cuarto hijo de Victoire Œben (1758-1814) y de Charles-François Delacroix (1741-1805) y falleció en París el 13 de agosto de 1863, a los 65 años.

Se le considera el principal representante de la pintura del romanticismo. Pintó mucho sobre lienzo, hizo litografías y decoró murales y techos de monumentos públicos.

También escribió numerosos artículos para revistas y, sobre todo, dejó un extenso Diario, del que se publicaron varias ediciones después de su fallecimiento.

A partir de su presentación en el Salón de 1824, realizó numerosas obras inspiradas en temas históricos, literarios y contemporáneos, tales como La libertad guiando al pueblo, o las escenas se su viaje al Magreb.

Su padre era abogado en París, y desde 1774, fue diputado con la Convención, hasta 1795, cuando se convirtió en Ministro de Asuntos Exteriores y embajador en Batavia (1797-98). Bajo el Imperio, en 1800, fue nombrado Prefecto de Marsella y, en 1803, de la Gironde, donde murió a los 64 años, en 1805, y allí permanecen sus restos, en el cementerio de la Chartreuse. El futuro pintor aún no había cumplido siete años.

Su madre, Victoire Œben, diecisiete años más joven que su esposo, era hija de Jean-François Œben, un famoso ebanista que trabajaba para Louis XV y murió cuando ella tenía cinco años. Su madre, Françoise Vandercruse volvió a casarse, con otro ebanista, llamado Jean-Henri Riesener y tuvieron un hijo, nacido el 6 de agosto de 1767; Henri-François Riesener, que, casado con Félicité Longrois, tuvo, a su vez, otro hijo pintor: Léon Riesener, que fue aprendiz en el estudio de Antoine-Jean Gros.

Léon Riesener pintado por Eugène Delacroix. 1835. Louvre.

Charles-Henri Delacroix, el hermano mayor (1779-1815) fue militar en el ejército imperial y su hermana, Henriette Delacroix (1782-1827), se casó en 1797 con Raymond de Verninac-Saint-Maur (1762-1822), un diplomático sueco que pasó a Constantinopla, donde tuvieron un hijo, Charles de Verninac (1803-1834). 

Delacroix: Charles de Verninac, su sobrino. Fine Arts Museums of San Francisco

A petición de su marido, J. L. David hizo un retrato a su esposa, al estilo de los últimos años de la Revolución, que se conserva en el Louvre. 

Retrato de Madame de Verninac, por Jacques-Louis David. 1799, Musée du Louvre.

También encargó al escultor Joseph Chinard (1756-1813) el busto de Henriette como Diane chasseresse préparant ses traits – Diana cazadora preparando sus flechas; de 1808, que también se conserva en el Louvre.

Mme. De Verninac como Diana Cazadora. De Joseph Chinard

La modelo, Henriette Delacroix (1780-1827) -aunque siempre es citada por el apellido de su marido-, era, como se ha dicho, la hermana mayor del pintor. Su marido, Raymond de Verninac, promovió en Lyon una sociedad en la que se reunían artistas, literatos y sabios, llamada "La Atenea" de la que formaba parte Joseph Chinard, que presentó esta obra en el Salón de 1800 en París, aunque no estaba del todo terminada, porque el autor tuvo que abandonar Lyon para pasar a ser embajador en Suiza, por lo que volvió a presentarla en el Salón de 1808

Henri, el otro hermano, nacido en 1784, murió a los 23 años, en 1807 en la batalla de Friedland.

Victoire Œben murió le 3 septembre 1814. La normativa legal de sucesiones, arruinó a la familia Delacroix, por lo que su hermana y su cuñado, Verninac se hicieron cargo de Eugène, que, con 16 años, quedaba completamente desprotegido.

A causa de ciertos problemas físicos del padre del pintor, se ha discutido mucho su paternidad, achacándosela, ni más, ni menos, que, a Talleyrand, un conocido conquistador, con gran éxito entre las mujeres, que, además sucedió a Charles-François Delacroix en su cargo de Asuntos Exteriores, en 1797. 

Tal posibilidad es más que dudosa. Ya en su día, hacia 1840, se dijo que, si existían dudas acerca de la paternidad, estas no señalarían a Talleyrand, más exactamente, Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord, -París,1754-1838-, que fue sacerdote católico, obispo, político, diplomático y estadista de gran relevancia, con mucha influencia en los acontecimientos de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, en Francia, donde desempeñó altos cargos, tanto políticos como eclesiásticos, tanto bajo el reinado de Luis XVI, como durante la Revolución y el Imperio Napoleónico y, finalmente, también en la etapa de la Restauración, con el advenimiento de la Monarquía de Julio y el reinado de Luis Felipe I.

Retrato de Talleyrand en 1808 realizado por François Gérard. MET. NY

Para Raymond Escholier (1882-1971), crítico de arte y Curador de la Maison de Victor Hugo y del Petit Palais, “entre la máscara del príncipe de Bénévent -Talleyrand-, y la de Delacroix hay un sorprendente parecido […] los rasgos de Delacroix no recuerdan, ni los de su hermano el general, ni los de su hermana Henriette […] es una buena posibilidad de que Eugène Delacroix haya sido uno de esos hijos del amor, frecuentemente dotados de prestigiosos dones”. Sin embargo, muchos más testimonios contemporáneos hacen notar que Talleyrand era rubio y pálido, mientras que Delacroix tenía el pelo negro azabache; y en cuanto al tono de su piel, Baudelaire incluso habla de una “tez peruana” y Théophile Gautier, de “un aire de marajá”.

En cualquier caso, se trataría de un vano intento de descifrar el origen de la genialidad del artista; algo, prácticamente imposible de dilucidar en el campo de la genética, entonces y después, quedando todo en un compendio de curiosidades ajenas al valor artístico de su obra, que es lo que realmente interesa al arte y la cultura.

Talleyrand fue, no obstante, amigo de la familia Delacroix y uno de los protectores ocultos del artista, pues habría facilitado la compra, por parte del barón Gérard de la obra Massacres de Scio –Las Masacres de Kíos -presentada en el Salón de 1824, hoy en el Louvre-, por 6.000 francos. Además, un nieto ilegítimo de Talleyrand, el duque de Morny, presidente del cuerpo legislativo, y medio hermano. de madre, de Napoleón III, convirtió a Delacroix en el pintor oficial del Segundo Imperio, aunque el emperador prefería a Winterhalter y a Meissonnier. Delacroix también contó con el apoyo tutelar de Adolphe Thiers, que fue su mentor y parece que le ayudó a obtener varios encargos importantes, como la decoración del Salón del Rey en el palacio Bourbon, así como una parte del decorado de la Biblioteca del Senado, en el Palacio del Luxembourg.
Al morir su padre, a partir de enero de 1806, la madre y el hijo abandonaron Bordeaux y se instalaron en París, como hemos dicho, en la casa de Henriette y Raymond de Verninac, y viviendo allí, desde octubre de 1806 hasta el verano de 1815, Delacroix asistió a un establecimiento de élite, el Lycée Impérial –después, Lycée Louis-le-Grand-, donde recibió una excelente formación, leyendo a autores clásicos, como Horacio y Virgilio y franceses, como Racine, Corneille y Voltaire, además de aprender latín y griego. Allí conoció también a sus primeros amigos y confidentes, como Jean-Baptiste Pierret (1795-1854), Louis Guillemardet (1790-1865), Félix Guillemardet (1796-1842), y a Achille Piron (1798-1865); todos los cuales compartieron su vida bohemia y mantuvieron una fiel amistad hasta el fin de su vida.


Goya hizo este retrato de Ferdinand Guillemardet, amigo del padre de Eugène Delacroix, embajador en Madrid, en 1798. Su esposa Lazarette, fue una segunda madre para Delacroix. Museo del Louvre.

Delacroix también recibió formación musical, tomando lecciones de un viejo organista que adoraba a Mozart, quien, al advertir el talento del alumno, recomendó a su madre que se dedicara a la música, pero el fallecimiento del padre, acabó con aquella posibilidad. Aun así, Delacroix participó de la música a lo largo de toda su estancia parisiense, frecuentando la compañía de compositores, cantores e instrumentistas.

Paganini tocando el violín. Delacroix, 1831. Collection Philipps, Washington.

En 1815, su tío, Henri-François Riesener, le hizo entrar en el taller de Pierre-Narcisse Guérin, donde fue condiscípulo de Paul Huet, Léon Cogniet, Ary y Henry Scheffer, y Charles-Henri de Callande de Champmartin. Conoció también a Théodore Géricault, siete años mayor que él, que ejerció una influencia fundamental en su arte, como veremos. La enseñanza de Guérin era a la vez clásica y liberal; enseñaba los principios del neoclasicismo y la prioridad del dibujo sobre el color, así como la vuelta a la antigüedad defendida por el alemán Winckelmann, aunque no estaba del todo cerrado a las nuevas ideas.

Paul Huet (1803-1869) - Léon Cogniet Auto. (1794-1880) - Ary Scheffer, Auto. (1795-1858) y Henry Scheffer fotografía (1798-1862). 

A partir de marzo de 1816, Delacroix continuó su aprendizaje con Guérin, pero en Bellas Artes, donde la enseñanza era más accesible económicamente, que en el taller privado. En su trabajo primaba el dibujo y la copia de maestros. Por entonces, gracias a una carta de trabajo en el Cabinet des Estampes de la Bibliothèque Nationale, que Delacroix adquirió en julio de 1816, copió durante varios años, manuscritos de las colecciones de trajes de la Edad Media. 

Sus resultados en los concursos y en los exámenes de la École des Beaux-Arts, no le permitieron alcanzar una estancia en Roma en 1820, pero encontró pequeños trabajos: diseño industrial; decoración de viviendas; vestimentas de teatro, etc. ya que, como hemos dicho, la renta familiar de la herencia, no alcanzaba para cubrir sus necesidades. 

Eugène Delacroix, Autorretrato, c. 1816. Musée des Beaux-Arts de Rouen.

Durante toda su carrera, Delacroix sufrió carencias en su aprendizaje técnico, porque estaba subestimado en la enseñanza oficial. Para él, David era el último mantenedor de los "secretos” perdidos. Su generación, "hastiada de una pintura glacial, en la que la calidad de la materia tenía tan poco sitio, […] parece haber dado la espalda, voluntariamente, a todas las enseñanzas”. Así, al pintar por instinto, provocaría, como la mayor parte de sus contemporáneos, desastres que se manifestaron años después. La Muerte de Sardanápalo - Mort de Sardanapale, por ejemplo, de 1827, -en el Louvre- tuvo que ser completamente restaurada en 1861, pues las delicadas mezclas de tonos que encantaron a sus contemporáneos, no resistieron, ya que, muy pronto, relativamente, aparecieron grietas y hendiduras, debidas a la prisa por pintar, sin respetar los plazos de secado, y estropearon su pintura. Delacroix, en su Journal declaró ser consciente de aquellas carencias. 

Veremos la obra en el momento de su presentación en el Salón, frente a la Apoteosis de Homero, de Ingres, pues ambas obras se consideraron como paradigma de la oposición entre los estilos, clásico y romántico.

En 1816 Delacroix conoció a Charles-Raymond Soulier, acuarelista amateur, anglófilo y alumno de Copley Fielding que había vuelto de Inglaterra. Este amigo, y Richard Parkes Bonington familiarizaron a Delacroix con el arte de la acuarela, que lo alejó de las normas académicas aprendidas en Beaux-Arts. Los británicos asociaban la acuarela al gouache y empleaban diversos procedimientos, como colas, barnices y raspados. Soulier también le enseñó los rudimentos de la lengua inglesa.

Copley Fielding, de William Boxall (1843). NPG Londres
Richard Parkes Bonington, de Margaret Sarah Carpenter. NPG Londres

Entre el 24 de abril, y finales de agosto de 1825, Delacroix visitó Inglaterra, donde descubrió el teatro de Shakespeare, asistiendo a las representaciones de Richard III, Henri IV, Othello, El Mercader de Venecia y La Tempestad, dos años antes de que una compañía inglesa se desplazara a París, y asistió igualmente a una adaptación de Fausto de Goethe. Delacroix encontró temas pictóricos en el teatro, a lo largo de toda su carrera: Así, Hamlet y Horatio en el cementerio -1835, Francfort- y Hamlet y los dos enterradores -1859, en el Musée del Louvre-, temas que, hasta el final de su vida, intercaló con los orientales, literarios, históricos y religiosos. A partir de aquel viaje, la técnica de la acuarela adquirió gran importancia en su obra y también le serviría de gran ayuda en su viaje a África del Norte.

No cabe duda de que la obra de Shakespeare ejerció una notable influencia en el sentimiento, y quizá en la formación de la personalidad del pintor.

Delacroix: Hamlet y Horacio en el cementerio. 1835, Louvre. 
Delacroix: Hamlet y los dos enterradores, 1859. Louvre

Delacroix autorretratado como Hamlet. C. 1820. Museo Delacroix
En 1819, Delacroix abordó por primera vez la decoración de un edificio, en el comedor del hotel particular de M. Lottin de Saint-Germain, en la Île de la Cité, completando el decorado de la parte superior de la puerta, en estilo pompeyano, antes de marzo de 1820. Del conjunto, hoy desaparecido, sólo quedan los diseños y los proyectos de personajes, escenas alegóricas y mitológicas, conservadas en el Museo del Louvre.

El trágico Talma, también le confió, en 1821 el decorado del comedor del hotel particular que se había construido en Montmartre: eran cuatro altos de puerta que representaban las cuatro estaciones en estilo greco-romano, inspirados en los frescos de Herculano. El Louvre conserva un cierto número de diseños preparatorios y de proyectos y el resto forma parte de una colección particular en París.

Sus primeros cuadros de caballete fueron dos retablos inspirados en pintores del Renacimiento.

La Vierge des moissons – La Virgen de las cosechas, de 1819, en la Iglesia de St. Eutrope d'Orcemont, cerca de Rambouillet, influido por las Madonnas florentinas de Rafael, especialmente, y La Belle jardinière - La Bella jardinera, de 1507-1508, en el musée du Louvre, así como La Vierge du Sacré-Cœur –La Virgen del Sacré Cœur, de 1821, de la Catedral de Ajaccio, que recuerda a Miguel Ángel. Esta pintura había sido encargada a Géricault, quien, poco interesado por el asunto, lo subcontrató a Delacroix, que tenía necesidad de ingresos en aquel momento. Batissier reveló la sustitución en 1842 en la Revue du XIXe siècle – Revista del siglo XIX.

Delacroix: La Virgen de las cosechas y la Virgen del Sacré-Cœur

En 1822, Delacroix, deseando hacerse un nombre en la pintura y encontrar una salida a sus dificultades financieras, apareció por primera vez en el Salón con La Barque de Dante o Dante et Virgile aux Enfers – La Barca de Dante, o Dante y Virgilio en los Infiernos, que el Estado le compró por 2.000 francos. 

Las reacciones de la crítica fueron duras, casi virulentas. -“Une vraie tartouillade» ["tartouiller", es pintar con colores vivos, cuidando poco el dibujo y la composición.], escribió Étienne-Jean Delécluze, alumno de Jacques-Louis David y defensor de su escuela, en el Moniteur del 18 de mayo-. Sin embargo, Adolphe Thiers, entonces joven periodista, evocó "el porvenir de un gran pintor", en un elogioso artículo del Constitutionnel del 11 de mayo. En cuanto a Antoine-Jean Gros, que admiraba La Barca de Dante, calificó al pintor de "Rubens châtié" - “Rubens castigado”.

La Barca de Dante, o Dante y Virgilio en los Infiernos
Eugène Delacroix, 1822. Musée du Louvre, Paris

Habiendo decidido el tema muy tardíamente, a mediados de enero, Delacroix tuvo que trabajar con urgencia a fin de estar preparado para exponer en el Salon Officiel, a partir del 24 de abril, razón por la que empleó barnices que provocaron un secado más rápido de los colores, pero comprometió la conservación de la tela. Las capas oscuras subyacentes, al secarse más deprisa que las claras de la superficie, provocaron enormes grietas y hendiduras. Obtuvo, en febrero de 1860 la autorización para restaurarlo él mismo.

El tema, tomado del Canto VIII de El Infierno de Dante, era inédito para la época. Los contemporáneos, que no tenían de la obra de Dante, sino un conocimiento superficial, ilustraban siempre los mismos episodios: La historia de Hugolino (Infierno, Canto XXXIII); Paolo y Francesca (Infierno, Canto V), y La Barca de Caronte (Infierno, Canto III). 

La elección del asunto, y de un formato, hasta entonces reservado a los temas religiosos, mitológicos o históricos, para esta pintura de tema literario, pusieron de manifiesto la novedad de Delacroix, que quería demostrar que era un verdadero pintor, y que dominaba las diferentes partes de su arte; el desnudo, el vestido, o la expresión.

Théodore Géricault influyó considerablemente en su obra, sobre todo, al principio de su carrera, con sus poderosos contrastes de sombras y luces, que producían un relieve casi de modelado. Cuando Géricault murió, en 1824, Delacroix se convirtió, a su pesar, en un representante del Romanticismo.

Géricault (1791-1824), de Horace Vernet en 1822-23. MET

Bajo la influencia de Géricault y con los ánimos de Gros, Delacroix multiplicó los estudios de caballos del natural, durante la década de 1820. El 15 de abril de aquel año, anotó en su diario: “Es absolutamente preciso que me ponga a hacer caballos. Ir a una cuadra todas las mañanas; acostarse y levantarse muy temprano”. 
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Delacroix: La Matanza de Kíos, 1824. Louvre
En 2020, después de retirar los barnices ya oscuros, reaparecieron el azul y el blanco.

Con la Escena de Les massacres de Scio, que Delacroix presentó en 1824 en el Salon Officiel, como con Grecia sobre las ruinas de Misolonyi, dos años después, Delacroix se unió al movimiento filo helénico; obtuvo la Medalla de Segunda Clase y el Estado lo compró por 6.000 francos, para exponerlo acto seguido, en el Museo del Luxemburgo

El pintor se inspiró en un hecho contemporáneo y, además, descubrió el tema en la obra, Memorias del Coronel Voutier sobre la Guerra contemporánea de los Griegos. El lunes 12 de enero de 1824, comió con el coronel y anotó en su diario: “Es, pues, hoy, exactamente […] cuando empiezo mi cuadro.”

Tenía unos 27 años, y mostraba el aspecto que ofrece su retrato hecho por el acuarelista inglés, Thales Fielding, al que Delacroix correspondió retratándolo a su vez.

Delacroix retratado por Thales Fielding, en 1824-25. Museo Delacroix. París.
Thales Fielding retratado por Delacroix. 1824-25

Para la elaboración de la tragedia de Kíos, Delacroix realizó investigaciones iconográficas en la Biblioteca Nacional y consiguió que M. Auguste, le prestara trajes orientales traídos de sus viajes por Oriente, además de consultar las Cartas sobre Grecia, de Claude-Étienne Savary, así como algunos croquis realizados a partir de: Costumbres y vestimentas turcas y orientales dibujadas en el país, del dibujante Rosset, de 1790.

M. Auguste, es considerado como el iniciador del Orientalismo en Francia. Su influencia sobre Delacroix y su arte, fue muy poderosa, sobre todo, entre 1824 y 1832, época de su viaje al norte de África.

Los críticos, la mayor parte de los artistas y el público acogieron mal el cuadro. Los colegas de Delacroix, como Girodet, le reprocharon su manera de pintar y su negligencia en el diseño. Gros, que había apreciado "La Barca de Dante", declaró que la "Escena de las masacres de Kíos", no era, sino la "masacre de la pintura". Y otro crítico, refiriéndose a la influencia de los Apestados de Jaffa, de Gros, escribió que el autor había “lavado mal la paleta de Gros”. 

Thiers, sin embargo, mantuvo su apoyo incondicional en Le Constitutionnel: “M. Delacroix -escribió-, ha demostrado un gran talento, y ha eliminado dudas al pintarlo después del cuadro de los griegos y el de Dante”, y lo mismo hicieron Théophile Gautier y Charles Baudelaire, que le dedicó un poema en uno de sus “Salones”, en 1845.

Baudelaire mostró su admiración hacia los cuatro cuadros enviados por Eugène Delacroix: Magdalena en el desierto; “construido con armonía”; Últimas palabras de Marco Aurelio, un cuadro “espléndido, magnífico, sublime, incomprendido”; y en “Sibila mostrando la rama de oro”, y “El sultán de Marruecos rodeado de su guardia y sus oficiales”, la armonía se convierte en una "coqueteria musical". Decía, además: “M. Delacroix es decididamente el pintor más original de los tiempos antiguos y modernos”

Baudelaire, incluso, reivindicó a Delacroix frente à Rafael, pues la obra del primero captaría el “carácter inalcanzable y trémulo de la naturaleza”, que no había hallado el pintor italiano.

Baudelaire aseguraba: “hasta ahora se ha sido injusto con Eugène Delacroix”, y lo mismo que hizo, con ocasión del Salón de 1845, el poeta asumió su defensa y le definió como “la última expresión del progreso en el arte”, añadiendo que poseía la melancolía suficiente para pintar el dolor moral. 

La pintura colocó finalmente a Delacroix como portaestandarte de los románticos, lo que a él, en realidad, le disgustaba, pues no deseaba ser asociado con ninguna escuela.

El 25 de abril de 1826, los otomanos tomaron Misolonyi, bastión de los independentistas griegos. El 25 de mayo siguiente, Lebrun acogió en su galería una exposición para reunir fondos destinados a sostener la causa griega. Se trataba de concienciar a la opinión pública, mientras que el gobierno francés defendía la neutralidad.

Delacroix presentó, en primer lugar, El Dogo Marino Faliero –en la Wallace Collection de Londres-, Don Juan y Un oficial caído en las montañas, que remplazó en junio, por El Combate entre Giaour y Hassan, y en agosto, por Grecia sobre las ruinas de Misolonyi, en el Museo de Bellas Artes de Burdeos. Para esta alegoría de Grecia, se inspiró en las “Victorias” antiguas y en la Virgen María, con su manto azul y su túnica blanca. Esta interpretación del tema, venció todas las críticas, excepto la de Víctor Hugo.

Eugène Delacroix, Grecia sobre las ruinas de Mesolongi. 1826, 
Beaux-Arts de Bordeaux.

Constituyó un homenaje a Lord Byron, fallecido en Mesolongi dos años antes. 

Presentó otros tres cuadros en el Salón: Cabeza de anciana; Joven huérfana en el cementerio, y, fuera de catálogo, Tasso en la casa de los locos.

Delacroix: Tête de vieille femme. Musée des Beaux-Arts d'Orléans y
Jeune orpheline au cimetière. Louvre

Delacroix: Tasse dans la maison des fous- Col. Part.

Entre 1823 y 1825, pintó varios cuadros de griegos vestidos de palikari –soldados griegos que combatieron a los turcos durante la guerra de Independencia-, y de turcos, de los que algunos, probablemente fueron utilizados para la Escena de las masacres de Kíos

Con ocasión del Salón Oficial, Delacroix tuvo la oportunidad de ver pinturas de John Constable como El Carro de Heno, de 1821, -National Gallery de Londres-, premiado con la medalla de oro. Una anécdota dice que, después de haber visto esta tela, decidió rehacer el cielo de las Masacres de Kíos, para lo cual, pidió permiso al conde de Forbin, director de los museos.

Durante su viaje a Inglaterra, entre mayo y agosto de 1825, Delacroix visitó Hampstead y la Abadía de Westminster, en la que se inspiró para L'Assassinat de l'évêque de Liège de 1831, en el Musée du Louvre. Conoció a Sir David Wilkie, pintor de historia, de género y retratista, que retrató a Thomas Lawrence, a quien Delacroix pudo ver en su taller. Delacroix se inspiró en él para su Baron de Schwiter (1826-1830), en la National Gallery de Londres.

Thomas Lawrence, de David Wilkie. Museo Thyssen-Bornemisza 
Barón de Schwiter, de Delacroix. National Gal. Londres

En los años 1820, Delacroix estuvo en casa de su amigo Jean-Baptiste Pierret, y volvió a ver en Londres a Richard Parkes Bonington. Ambos compartían el atractivo y el interés por la Edad Media, de donde surgieron estudios comunes, de los que algunas páginas son alternativa e indistintamente imputadas a uno u otro.

Jean-Baptiste Pierret y Richard Parkes Bonington

À partir de 1826, Delacroix también frecuentó a Victor Hugo y su cenáculo. En un primer momento, se formó un grupo en torno a Charles Nodier y Alexandre Soumet. Este primer cenáculo se reunía al principio, en la casa de Nodier, y después en la Biblioteca del Arsenal, de la que el mismo había sido nombrado bibliotecario. Su común interés por la Edad Media daría lugar al nacimiento del “estilo trovador”; tanto Ingres como Delacroix, realizaron pinturas de pequeño formato en este estilo.

Víctor Hugo, Charles Nodier y Alexandre Soumet

En 1830, las relaciones entre Delacroix y Hugo se deterioraron, pues el escritor le reprochaba su no adhesión al romanticismo.
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Durante aquel período de su vida, Delacroix mantuvo diversos asuntos amorosos con mujeres casadas, como Eugènie Dalton, Alberthe de Rubempré, Elisa Boulanger, y Joséphine Forget; -"Delacroix se enamoraba hasta las orejas"-, según Merimée.

Mme. Dalton ante el caballete.- Alberthe de Rubempré.- Elisa Boulanger y Joséphine Forget.

Delacroix: L'Amoureuse au piano / Enamorada, al piano
Se deconoce la identidad de la mujer representada, aunque se dice que podría ser: George Sand, La Malibran, Marie Pleyel, etc., pero no hay documentación al respecto. Petit Palais, París.

Vivía entonces el pintor en el Château de Beffes, la residencia de su amigo, el general Coëtlosquet, y allí decoró la habitación de Madame Louise Pron, conocida como Sarah, con frescos en arabesco de estilo pompeyano. También pintó allí la Nature morte aux Homards/Bodegón con Langostas, cuyo sentido era, según parece, el juego de palabras: Homard = bretón, y Omar = vestido a la turca.
Eugène Delacroix (1798-1863) Musée d'Orsay
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