domingo, 21 de mayo de 2023

Antecesores de Carlos III de Inglaterra • 2 de 3

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Rey de Inglaterra. Londres, 1630-1685. Hijo de Carlos I de Inglaterra, destronado y ajusticiado tras su derrota en la guerra civil que le enfrentó al Parlamento en 1649 y que llevó al príncipe al exilio en Francia. Intentó recuperar al menos el Trono de Escocia, donde contaba con partidarios, pero fue derrotado por Oliver Cromwell en la batalla de Worcester en 1651.

Carlos II de Inglaterra

Tuvo que esperar a que muriera Cromwell (1658) para ser entronizado por el general Monk en 1660, quedando así restaurada en Inglaterra la dinastía Estuardo. En el exterior, su reinado estuvo marcado por dos guerras contra Holanda (1665-67 y 1672-74), continuación de la primera de 1652-54. En el interior, sufrió los desastres de la peste (1665) y el gran incendio de Londres (1666).

A la larga, lo más trascendente de su reinado, fue su enfrentamiento con el Parlamento, que demostró que el poder que este había adquirido durante la guerra civil de 1642-46 no había desaparecido drásticamente con el retorno de los Estuardo. Carlos intentó restablecer el absolutismo monárquico frente al anterior predominio del Parlamento; no proclamó públicamente su fe católica para evitar nuevos conflictos, pero sí restableció la Iglesia anglicana frente a la hegemonía puritana de tiempos de Cromwell.

Sin embargo, el Parlamento impuso sus poderes: rechazó la proposición regia de tolerancia hacia los católicos, a los que excluyó de ocupar cargos públicos en lo sucesivo desde 1673; arrancando al monarca la ley de Habeas Corpus, que garantizaba la libertad individual frente a detenciones arbitrarias.

Durante su reinado fue tomando forma la monarquía parlamentaria inglesa, apareciendo entonces los dos grandes partidos que se disputarían el poder en lo sucesivo: los whigs- liberales, y los tories - conservadores. 

Le sucedió en el trono su hermano, Jacobo II de Inglaterra, a quien los whigs habían tratado en vano de excluir por su catolicismo.

Casa de Estuardo. Restauración.

Carlos II. Estudio de Gerard van Honthorst (1592-1656).

"Este retrato temprano del joven rey Carlos II debe datar de los años inmediatamente posteriores a su ascenso, en 1649, después de la ejecución de su padre. Se muestra con armadura, ya que había sido efectivamente soldado, desde la edad de doce años, cuando estalló la Guerra Civil en Inglaterra entre el Rey su padre y el Parlamento. La pintura, que recuerda el trabajo de Gerrit van Honthorst, que tenía su estudio en La Haya en esta fecha, muestra el rostro del rey aún reconocible por los retratos anteriores de William Dobson durante la guerra, pero comenzando a asumir la máscara de cinismo y experiencia que fue el legado de lo que el rey denominó sus "viajes".

Carlos II -Palacio de St. James, Londres, 29 de mayo de 1630 - Palacio de Whitehall, Londres, 6 de febrero de 1685-. Fue rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el 29 de mayo de 1660 hasta su muerte, en 1685.

Su padre, Carlos I, había sido ejecutado en 1649 tras la Guerra Civil Inglesa; la monarquía fue entonces abolida y el país, convertido en república bajo la tiranía de Oliver Cromwell, el “Lord Protector”, hasta que, en 1660, dos años después de la muerte de Cromwell, se restauró la monarquía bajo Carlos II.

A diferencia de su padre, Carlos II fue hábil en su relación con el Parlamento, por ello, durante su reinado se desarrollaron los partidos Whig/liberal y Tory/conservador. 

Carlos se hizo célebre por sus numerosos hijos ilegítimos, de los que reconoció a catorce. Llamado “el Alegre Monarca”, Carlos II favoreció las artes y las ciencias y, al ser antipuritano, fue menos restrictivo que sus predecesores, mandando, por ejemplo, abrir de nuevo los teatros en 1660, cerrados desde 1642

Al abrazar el catolicismo, aunque fue ya en su lecho de muerte, Carlos II se convirtió en el primer católico que reinaba en Inglaterra desde la muerte de María I en 1558, y en Escocia, desde la deposición de su bisabuela María, Reina de los Escoceses, en 1567.

En su honor, el astrónomo Edmund Halley nombró a la estrella Alfa de los Lebreles, Cor Caroli, Corazón de Carlos. 

Carlos II en su infancia, por Anthony van Dyck (1637).

Carlos nació en el palacio de St. James, el 29 de mayo de 1630, siendo el segundo hijo varón —pero primogénito, de hecho, por fallecimiento del mayor al nacer-. de los nueve vástagos de Carlos I de Inglaterra y de Enriqueta María de Francia. 

Carlos II Príncipe de Gales por William Dobson, ca. 1642 o 1643.

Al momento de nacer se convirtió automáticamente, dada su condición de hijo mayor, en duque de Cornualles —como heredero del trono de Inglaterra— y en duque de Rothesay —como heredero del trono de Escocia—. Poco después se le nombró príncipe de Gales. 

Debido al caos que trajo consigo la Guerra Civil Inglesa, nunca se le invistió solemnemente con los llamados ”Honores del Principado de Gales” —diadema, anillo, espada, manto, etc.—.

Durante la década de 1640, siendo aún niño, el príncipe de Gales, Carlos I combatió a las tropas del parlamento y del puritanismo en la Guerra Civil Inglesa. El príncipe acompañó a su padre durante la batalla de Edgehill y, con solo quince años, participó en las batallas de 1645. En 1646 su padre, temiendo por su seguridad, le ordenó marcharse a Francia y reunirse con su madre, que se encontraba allí en el exilio. En 1648, durante la Segunda Guerra Civil Inglesa, se trasladó a La Haya junto a su hermana María y a su marido, el príncipe de Orange, con la idea de poder apoyar a su padre. 

Carlos I de Inglaterra. Van Dyck. 1640. Col. Privada. - Primer retrato de Henrietta Maria, pintado por Antoon van Dyck in 1632. Royal Collection.

Carlos I fue capturado por los rebeldes en 1647; escapó, y fue apresado de nuevo en 1648. A pesar de los esfuerzos de su hijo por salvarle, Carlos I fue ejecutado en 1649, proclamándose la república en Inglaterra. Al tiempo, no obstante, gran parte de Escocia permaneció fiel a la causa realista. 

El 5 de febrero de 1649, Carlos II fue proclamado rey de los escoceses en Edimburgo, bajo la promesa de que convalidaría la “Solemne Liga y Pacto”, un acuerdo entre Inglaterra y Escocia que impedía remodelar la Iglesia de Escocia a imagen de la anglicana, debiendo mantenerse en el presbiterianismo —forma de gobierno eclesiástico, preferida por la mayoría de los escoceses— a diferencia de la Iglesia de Inglaterra que mantuvo su jerarquía episcopal.

A su llegada a Escocia, el 23 de junio de 1650, Carlos suscribió formalmente el pacto. Su abandono del anglicanismo, aunque le reportó apoyos en Escocia, le hizo impopular en Inglaterra. Fue coronado rey de los escoceses en Scone -Perthshire-, el 1 de enero de 1651, tras lo cual organizó una ofensiva contra Inglaterra, entonces bajo el gobierno del “Lord Protector", Oliver Cromwell. La invasión terminó con la derrota en la batalla de Worcester, en 1651, después de la cual se dice que Carlos se escondió en un roble de cierta casa noble —el cual pasó a la historia con el nombre de Roble Real—, huyendo posteriormente rumbo a Francia con un disfraz. El Parlamento ofreció una recompensa de 1000 Libras por la cabeza del rey e impuso pena de muerte a cualquiera que le prestase ayuda. Tras seis semanas de apuradas fugas, Carlos consiguió abandonar Inglaterra.

Empobrecido, Carlos no logró reunir suficiente apoyo como para suponer un desafío serio al Lord Protector. Francia y las Provincias Unidas —los actuales Países Bajos— se aliaron con el gobierno de Cromwell, forzándole a recurrir a España, en demanda de ayuda. Intentó reclutar un ejército, pero fracasó debido a sus penurias económicas.

Tras la muerte de Oliver Cromwell en 1658, las oportunidades de Carlos para recuperar la Corona parecieron menguar. A Cromwell le sucedió su hijo, Richard, como Lord Protector, pero se trataba de un hombre sin dotes para el mando ni deseo de ejercerlo y renunció el 25 de mayo de 1659. El Protectorado de Inglaterra fue abolido y se estableció la Mancomunidad de Inglaterra -Commonwealth-. 

Durante el periodo de inestabilidad civil y militar que siguió, George Monck, gobernador de Escocia, preocupado por la anarquía reinante en la nación, determinó restaurar la monarquía. Monck y su ejército marcharon hasta la ciudad de Londres, donde, con amplio apoyo popular, forzaron al llamado Parlamento Largo a disolverse y, por primera vez en casi veinte años los miembros del Parlamento tuvieron que enfrentarse a unas elecciones generales.

Resultó elegida una Cámara de los Comunes con claro predominio de la facción realista. Reunida el 25 de abril de 1660 la nueva asamblea, denominada Parlamento de la Convención, tuvo noticias de la Declaración de Breda, del 4 de abril de 1660, en la que Carlos acordaba, entre otras cosas, perdonar a muchos de los enemigos de su padre. Como consecuencia, el 8 de mayo el Parlamento decretó de inmediato que Carlos II había sido el Soberano legítimo desde la ejecución de Carlos I en 1649.

Carlos partió hacia Inglaterra, desembarcando en Dover el 23 de mayo de 1660. Llegó a Londres el 29 de mayo, la que se considera fecha oficial de la Restauración, y que coincidía con su trigésimo cumpleaños. Aunque decretó una amnistía para los seguidores de Cromwell en el Acta de Inmunidad y Olvido, no perdonó el delito de regicidio a los jueces y autoridades involucrados en el juicio y ejecución de su padre. 

Algunos de los regicidas fueron ejecutados en 1660; otros fueron sentenciados a cadena perpetua y los cadáveres de Oliver Cromwell, Henry Ireton y John Bradshaw fueron sometidos a la indignidad de una ejecución póstuma.

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Carlos II fue repuesto como Rey de Inglaterra, en 1660.

El Parlamento de la Convención fue disuelto en diciembre de 1660. Poco después de la coronación de Carlos en la Abadía de Westminster, el 23 de abril de 1661, se constituyó la segunda legislatura del reinado: el llamado Parlamento Caballero o Arrogante. Dado que el Parlamento Caballero era abrumadoramente realista, Carlos no vio razón para disolverlo ni convocar nuevas elecciones generales durante diecisiete años.

El Parlamento Caballero se identificó con los proyectos del principal consejero de Carlos, Edward Hyde, primer conde de Clarendon, que pretendía desanimar el "no conformismo" de sectores católicos y, sobre todo, protestantes no anglicanos. para con la Iglesia de Inglaterra. A instancias suyas, el Parlamento Arrogante aprobó diversas leyes que pasaron a constituir el denominado “Código Clarendon”. 

Hyde, de Peter Lely

Edward Hyde, I conde de Clarendon. 18 de febrero de 1609 – 9 de diciembre de 1674. Estadista, abogado, diplomático, historiador y político, abuelo de dos reinas británicas María II y Ana I, en cuyas biografías vamos a detenernos, dada su trascendencia y su interés histórico, pues son todo un paradigma de la época en diversos aspectos.

María II, de Peter Lely

María II de Inglaterra, *Palacio de St. James, Londres; 30 de abril de 1662 +Palacio de Kensington, Londres; 28 de diciembre de 1694, fue reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde 1689 hasta su muerte. Educada en la religión protestante, subió al trono después de la Revolución Gloriosa, que dio lugar a la deposición de su padre, el rey católico Jacobo II. Reinó junto con su marido y primo, Guillermo III, príncipe de Orange, que se convirtió en gobernante en solitario después de su muerte. La historia popular generalmente se refiere al reinado conjunto como “el de Guillermo y María”. Aunque era la soberana por derecho de sangre, cedía a Guillermo la mayor parte del poder cuando este se encontraba en Inglaterra. Sin embargo, dirigía el reino cuando su marido se encontraba en campañas militares en el extranjero, demostrando ser una gobernante poderosa, firme y eficaz. Fue muy activa en la Iglesia anglicana, que dirigió como su gobernadora suprema. Aunque oficialmente compartió el poder con su marido, en gran parte lo ejerció sola. 

Jacobo II/VII y Ana Hyde, los padres de María, en 1660 por Sir Peter Lely.

María fue la hija mayor de Jacobo, duque de York —futuro Jacobo II de Inglaterra— y de su primera esposa, lady Ana Hyde. Era sobrina de Carlos II y nieta de Edward Hyde, primer conde de Clarendon, que durante mucho tiempo fue el consejero principal del rey. Aunque su madre tuvo ocho hijos, solo María y su hermana menor, Ana, llegaron a la edad adulta.

El duque de York se convirtió al catolicismo en 1668 o 1669, pero sus hijas tuvieron una educación protestante de conformidad con la orden de Carlos II. La madre de María murió en 1671 y su padre volvió a casarse en 1673, tomando como segunda esposa a la princesa católica María de Módena, también conocida como María Beatriz d'Este.

Según el escritor y periodista Michael Farquhar, antes de contraer matrimonio la joven princesa escribió muchas cartas apasionadas a Frances Apsley, hija del encargado de los halcones de Jacobo II, aunque su interés nunca fue correspondido.

A los quince años de edad se comprometió con el estatúder protestante Guillermo, príncipe de Orange, que era hijo de su tía, la princesa María Enriqueta Estuardo, y del príncipe Guillermo II de Orange-Nassau. Carlos II se opuso al principio a la alianza con un gobernante neerlandés —hubiera preferido casar a María con el heredero al trono francés, el delfín Luis, para lograr una alianza entre Inglaterra y la católica Francia, reforzando las probabilidades de un sucesor católico al trono inglés—. Finalmente, bajo la presión del Parlamento y debido a que una coalición con Francia no era ya políticamente favorable, aprobó la unión. Presionado también por el Parlamento, el duque de York aceptó el matrimonio, creía que de esta forma mejoraría su popularidad entre los protestantes. María y Guillermo se casaron en Londres el 4 de noviembre de 1677, según algunos reportes, la novia lloró durante toda la ceremonia.

Después de su matrimonio se fue a los Países Bajos, donde vivió como consorte de Guillermo. Aunque estaba dedicada a su marido, la pareja era habitualmente infeliz; sus tres embarazos acabaron en abortos o mortinatos y la falta de hijos sería la mayor fuente de tristeza en la vida de María. Su naturaleza animada y buen talante la hicieron popular entre los neerlandeses, pero su marido era a menudo frío y negligente y mantuvo durante mucho tiempo una relación con una de sus damas de honor, Isabel Villiers, aunque con el tiempo llegó a sentirse más relajado en compañía de su esposa.

La Revolución Gloriosa

Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, padre de María.

A la muerte de Carlos II sin descendencia legítima en 1685, el duque de York le sucedió como rey Jacobo II de Inglaterra e Irlanda —y como Jacobo VII de Escocia—. El nuevo monarca adoptó una controvertida política en relación con la religión; su tentativa de conceder libertad religiosa a los que no eran anglicanos no fue bien recibida, ya que la técnica que eligió para conseguir sus objetivos fue anular las leyes del Parlamento mediante decretos reales. Algunos políticos y nobles protestantes entraron en negociaciones con el marido de María desde 1687. Después de que Jacobo tomara la medida de forzar a los clérigos anglicanos a leer en sus iglesias la Declaración de Indulgencia —que concedía libertad religiosa a los disidentes— en mayo de 1688, su popularidad decayó. La alarma entre los protestantes aumentó cuando la esposa de Jacobo, María de Módena, dio a luz un hijo —Jacobo Francisco Eduardo— en junio de ese mismo año, porque, a diferencia de María y Ana, este niño sería criado como católico. Algunos alegaron que el muchacho no era en realidad hijo del rey, sino que fue llevado secretamente a la habitación de la reina, para sustituir a su bebé nacido muerto. Aunque no había evidencia para apoyar este argumento, María cuestionó públicamente la legitimidad del niño, enviando una incisiva lista de preguntas a su hermana Ana, en referencia a las circunstancias del nacimiento. 

El 30 de junio de 1688, “los Siete Inmortales” solicitaron secretamente a Guillermo III —que estaba en los Países Bajos con María— venir a Inglaterra con un ejército. Al principio Guillermo permaneció renuente, estaba celoso de la posición de su esposa como heredera de la corona inglesa y temía que se volviera más poderosa que él. María convenció a su marido de que no le interesaba tener poder político, diciéndole “que no sería más que su esposa y que haría todo lo que estuviera en su poder para convertirlo en rey vitalicio”. 

Guillermo acordó entonces invadir y emitió una declaración en la que se refirió al hijo recién nacido de Jacobo como “el supuesto príncipe de Gales”. También manifestó una lista de agravios cometidos por los ingleses y declaró que su propuesta expedición era con el único objetivo de “mantener instalado un parlamento libre y legal”. 

El ejército neerlandés finalmente llegó a tierras inglesas el 5 de noviembre, después de haber regresado previamente a causa de una tormenta ocurrida en octubre. El ejército y la marina ingleses que estaban disgustados se acercaron a Guillermo, la confianza de los ingleses en Jacobo estaba tan deteriorada que no intentaron salvar a su rey. 

El derrotado monarca –Jacobo-, intentó escapar el 11 de diciembre, pero fue interceptado. Una segunda tentativa de fuga el 23 de diciembre resultó exitosa, Jacobo escapó a Francia, donde vivió en el exilio hasta su muerte.

Las circunstancias que rodearon la deposición de su padre alteraron a María, pero Guillermo le ordenó parecer alegre en su llegada triunfante a Londres, lo que le costó ser criticada por parecer fría ante la grave situación de su progenitor. Jacobo, a su vez, escribió una diatriba en la que criticaba aquella deslealtad, acción que afectó profundamente a la piadosa María.

La Convención Parlamentaria convocada por el príncipe de Orange se reunió en enero de 1689 y hubo mucha discusión referente al curso de acción a seguir. Guillermo se sentía inseguro sobre su posición, deseaba ser considerado rey y no un mero consorte. El único precedente para una monarquía conjunta databa del siglo XVI, cuando la reina María I se casó con el príncipe español Felipe —futuro rey Felipe II de España— y fue estipulado que este tomaría el título de rey. Aunque Felipe solo ostentó el título en vida de su esposa y le impusieron restricciones a su poder; Guillermo exigió seguir siendo rey, incluso después de la muerte de su esposa. Cuando algunos estadistas prominentes propusieron hacerla gobernante única, María, leal a su marido, rechazó la propuesta.

El Parlamento aprobó la Declaración de Derechos el 13 de febrero de 1689, en la que se consideraba que Jacobo, con su intento de fuga del 11 de diciembre de 1688, había abdicado del gobierno del reino y que el trono había quedado así vacante. El Parlamento no ofreció la corona al hijo mayor de Jacobo II, Jacobo Francisco Eduardo —quién habría sido en circunstancias normales el heredero aparente—, sino a Guillermo y a María como soberanos en conjunto. Sin embargo, se introdujo la condición de que “el ejercicio único y completo del poder real, será solamente ejecutado por el dicho príncipe de Orange, a nombre de los citados príncipe y princesa durante su vida juntos”. La declaración fue ampliada más tarde, para excluir del trono no solo a Jacobo y sus herederos —distintos de Ana—, sino a todos los católicos, dado “que se ha encontrado por experiencia, que es incoherente con la seguridad y el bienestar de este reino protestante, ser gobernado por un príncipe papista”. 

El obispo anglicano de Londres, Henry Compton, coronó juntos a Guillermo y a María en la abadía de Westminster el 11 de abril de 1689. Normalmente el arzobispo de Canterbury realizaba las coronaciones, pero el arzobispo de ese tiempo, William Sancroft, aunque anglicano, se negó a reconocer la deposición de Jacobo II. El día de la coronación, la Convención de los Estados de Escocia, que estuvo más dividida que el Parlamento inglés, finalmente declaró que Jacobo no era ya rey de Escocia y ofrecieron a Guillermo y María la independiente corona escocesa —los dos reinos estuvieron separados hasta que se aprobó la Ley de Unión de 1707—, que aceptaron el 11 de mayo. 

Incluso después de la declaración, todavía había apoyo sustancial a Jacobo en Escocia. El vizconde de Dundee formó un ejército y obtuvo una convincente victoria en Killiecrankie el 27 de julio. Las enormes pérdidas sufridas por las tropas de Dundee, junto con una herida fatal que recibió al principio de la batalla, sirvieron para eliminar la única resistencia eficaz a Guillermo y los levantamientos fueron rápidamente aplastados cuando sufrieron una resonante derrota el siguiente mes en la Batalla de Dunkeld.

Reinado

Guillermo III de Inglaterra y II de Escocia, a los 27 años, por Peter Lely.

En diciembre de 1689, el Parlamento aprobó uno de los documentos constitucionales más importantes en la historia inglesa, la Declaración de Derechos. Esta medida —que reformuló y confirmó muchas de las disposiciones de la anterior Declaración de Derechos— estableció restricciones en las prerrogativas reales: declaró, entre otras cosas, que:

-el soberano no podría: suspender las leyes aprobadas por el Parlamento, 

-crear impuestos sin el consentimiento parlamentario, 

-vulnerar el derecho a presentar una solicitud, 

-levantar un ejército armado durante tiempo de paz sin consentimiento parlamentario, 

-negar el derecho de llevar armas a los súbditos protestantes, 

-interferir indebidamente en las elecciones parlamentarias, 

-castigar a los miembros de cualquier Cámara del Parlamento por cualquier cosa dicha durante los debates, 

-requerir fianza excesiva o infligir castigos crueles o insólitos. 

La Declaración de Derechos también trató la cuestión de la sucesión al trono.

Después de la muerte de Guillermo III o de María II, el otro debía seguir reinando. Después en la línea de sucesión seguía cualquier hijo de ambos, seguido por Ana, la hermana de María y sus hijos. Al final de la línea de sucesión estaría cualquier hijo que Guillermo pudiera tener de cualquier matrimonio posterior.

De 1690 en adelante, Guillermo estaría a menudo ausente de Inglaterra; al principio, luchando contra los jacobitas en Irlanda. 

Mientras su marido estaba lejos, María se encargaba de gobernar el reino. En este papel, demostró ser una gobernante firme, que incluso ordenó la detención de su propio tío, Henry Hyde, 2º conde de Clarendon, por conspirar para restaurar a Jacobo II en el trono. En 1692, despidió y encarceló por cargos similares al influyente John Churchill, 1.er Conde de Marlborough; este despido disminuyó en algo su popularidad y dañó la relación con su hermana —quien estaba bajo la fuerte influencia de la esposa de Churchill, Sarah—. Ana apareció en el tribunal con Sarah, obviamente apoyando al deshonrado Churchill, lo que condujo a que María exigiera con ira que Sarah fuera despedida y desocupara sus alojamientos. Más adelante no acudiría a visitar a Ana durante el transcurso de su embarazo. Después del nacimiento del bebé la visitó, pero el tiempo que estuvieron juntas lo pasó reprendiendo a Ana por su amistad con Sarah. Las hermanas nunca se volverían a verse.

Guillermo había aplastado a los jacobitas irlandeses en 1692, pero continuó en el exterior para emprender la guerra contra Francia en los Países Bajos. Cuando su marido estaba ausente, la reina actuaba en su propio nombre, pero siguiendo sus consejos; mientras él estaba en Inglaterra, se abstenía totalmente de interferir en asuntos políticos, como se había acordado en la Declaración de Derechos. Sin embargo participó activamente en los asuntos de la Iglesia; todos los asuntos de patrocinio eclesiástico pasaron por sus manos.

María murió de enfermedad a los 32 años, en el Palacio de Kensington, el 28 de diciembre de 1694 y fue enterrada en la Abadía de Westminster. 

A su muerte comisionaron al compositor Henry Purcell para escribir la música funeraria, titulada “Music for the Funeral of Queen Mary”. Guillermo quedó desolado por su muerte, según algunos reportes dijo que “de ser el más feliz”, ahora “iba a ser la criatura más miserable sobre la tierra”.

Después de la muerte de María II, Guillermo III siguió reinando. El último hijo sobreviviente de la princesa Ana, Guillermo, Duque de Gloucester, había muerto en julio de 1700, como era claro que Guillermo III no tendría más hijos, el Parlamento pasó la Ley de Establecimiento de 1701, que decretó que después de Ana, la Corona pasaría a su pariente protestante más cercano, Sofía de Hanover, y a sus herederos protestantes. Cuando Guillermo III murió en 1702, fue sucedido por Ana y ella a su vez fue sucedida por el hijo de la difunta Sofía, Jorge I.

María dotó al College of William and Mary —institución educativa localizada en el actual Williamsburg, Virginia— que se fundó en 1693. También fundó el Hospital Real para Marineros en Greenwich, que generó la Real Escuela del Hospital.

Ana de Gran Bretaña, de G. Kneller

Ana Estuardo. * Londres, 6 de febrero de 1665 +ibid., 1 de agosto de 1714. Reina de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el 8 de marzo de1702 y de Gran Bretaña e Irlanda desde el 1 de mayo de 1707 -fecha en la cual Inglaterra y Escocia se unen en un solo reino-, hasta su muerte. Es por esto por lo que Ana se convirtió en la primera soberana de Gran Bretaña y fue la última soberana británica de la casa de los Estuardo. 

La sucedió en el trono su primo segundo, Jorge I, de la Casa de Hannover. 

Su vida estuvo marcada por muchas crisis relacionadas con la sucesión de la corona. Su padre, el católico Jacobo II, había sido depuesto en 1688; su hermana y su cuñado se convirtieron entonces en los reyes María II y Guillermo III. El hecho de que ni ella ni su hermana tuvieran hijos que hubieran llegado a adultos provocó que su otro hermano e hijo de Jacobo II, Jacobo Francisco Eduardo, tuviese posibilidad de reclamar la corona. 

Es por esa razón por lo que el Parlamento aprobó una Ley que permitía que el trono pasase a la casa de Wittelsbach. Cuando el Parlamento de Escocia rechazó aceptar la opción del Parlamento inglés, fueron utilizadas varias tácticas coactivas -tales como dañar la economía escocesa poniendo restricciones al comercio-, para así asegurarse de la cooperación de Escocia. El Acta de Unión de 1707, que unió Inglaterra y Escocia en Gran Bretaña, fue el resultado de negociaciones subsecuentes.

El reinado de Ana estuvo marcado también por el desarrollo del sistema bipartidista. La reina prefería en lo personal el partido tory, por lo que sufrió el ataque de los whigs. Su amiga más cercana —y posiblemente su consejera más influyente— fue Sarah Jennings, cuyo esposo, John Churchill, 1.er duque de Marlborough, dirigió las tropas inglesas en la Guerra de Sucesión española. 

(La relación entre la reina, Sarah Jennings y su prima, Abigail Masham, fue llevada al cine, hace relativamente poco tiempo, en la película La favorita, estrenada en 2018, que demuestra que sigue el interés por el asunto histórico en cuestión.) 

Ana nació en el palacio de St. James, en Londres, el 6 de febrero de 1665, siendo la cuarta —pero segunda hija superviviente— de los ocho hijos de Jacobo, entonces duque de York, futuro rey Jacobo II de Inglaterra, y de Ana Hyde.

Ana y su hermana mayor, María, fueron las únicas descendientes de los duques de York que llegaron a la edad adulta. Ana sufrió de niña una infección ocular y para el tratamiento médico fue enviada a Francia, donde vivió con su abuela, Enriqueta María de Francia, y al morir ella pasó a residir con su tía, Enriqueta Ana, duquesa de Orleans. 

En 1670, tras la repentina muerte de su tía, volvió a Inglaterra. Como era tradicional en la familia real, Ana y su hermana María fueron educadas separadas de sus padres, en Richmond, Londres. 

En torno a 1673, conoció a Sarah Jennings, que se convirtió en su amiga más cercana y una de sus consejeras más influyentes. Jennings contrajo matrimonio más adelante con John Churchill, futuro duque de Marlborough, que terminaría convertido en uno de los generales más destacados del ejército inglés.

En 1672, se hizo pública la conversión de su padre al catolicismo. Sin embargo, de acuerdo con las órdenes del rey Carlos II, Ana y su hermana María fueron educadas como estrictas protestantes. En 1678 Ana acompañó a su madrastra María de Módena a Holanda, y en 1679 se reunió con su padre en el exterior y luego en Escocia.

Matrimonio con Jorge de Dinamarca

La princesa Ana con su único hijo sobreviviente, el duque de Gloucester. Pintura de Godfrey Kneller, c. 1694 y el príncipe Jorge de Dinamarca, su consorte.

El 28 de julio de 1683, Ana contrajo matrimonio, en el palacio de St. James de Londres, con el príncipe protestante Jorge de Dinamarca, hermano del rey Cristián V, una unión impopular debido a las inclinaciones francesas de Dinamarca, pero que fue de una gran felicidad doméstica, pues el príncipe y princesa eran de caracteres similares y preferían el retiro y la tranquilidad a la vida mundana en la corte. De este matrimonio fueron concebidos 19 hijos, de los cuales solo uno sobrevivió más de dos años: Guillermo Enrique, nacido en Hampton Court, el 24 de julio de 1689 y fallecido en el Castillo de Windsor, el 30 de julio de 1700, siendo duque de Gloucester.

Su hermana María también se había casado con un príncipe protestante: Guillermo III de Orange. Cuando el rey Carlos II murió en 1685. convirtiéndose al catolicismo en su lecho de muerte, el padre de Ana ascendió el trono como Jacobo II, que deseando un sucesor católico, dio a entender a la princesa Ana que intentaría hacerla su heredera -excluyendo a María-, con la condición de que abrazara el catolicismo. El proyecto fue en vano por el fervor de Ana hacia la Iglesia de Inglaterra, y más allá de haberle enviado libros y panfletos católicos, Jacobo parece no haber hecho ninguna tentativa de forzar a su hija a un cambio de fe y siguió tratándola con amabilidad.

La tentativa de Jacobo de conceder la tolerancia religiosa a los católicos no fue bien recibida por los ingleses. La alarma pública aumentó cuando en 1688, la esposa de Jacobo II, María de Módena, dio a luz a un hijo, Jacobo Francisco Eduardo, con lo que llegó a ser evidente el inicio de una dinastía católica. 

Ana no estaba presente en la ocasión, pues había ido a Bath, y esto dio lugar a la creencia de que el niño era un impostor. Según los rumores de la corte, un niño recién nacido de otra mujer había sido escondido bajo la cama minutos antes de comenzar el parto de María, haciendo parecer que la reina, en sus dolores de parto simulado, igual que, según se decía, su embarazo, había tenido un niño. 

Ana creyó muchos años este rumor, apoyado por los sectores protestantes de la corte, que consideraban que la intención de Jacobo era excluir a todos los protestantes de los asuntos de Estado. “Ahora nunca estaré satisfecha” —escribió Ana a María—, “lo del niño no sé si es verdadero o falso. Puede que en realidad sea nuestro hermano, pero solo Dios lo sabe... uno no puede dejar de tener mil miedos y pensamientos melancólicos, pero cualesquiera que sean los cambios que puedan suceder, siempre me encontrarás firme en mi religión. Sinceramente”. En años posteriores, sin embargo, ella no tuvo ninguna duda de que el Viejo Pretendiente era su hermano.

En 1688, su hermana María y su cuñado Guillermo invadieron Inglaterra para destronar a Jacobo II, quien trató de huir el 11 de diciembre, pero fue capturado; doce días después. Sin embargo, se le permitió exiliarse en Francia, donde residiría en uno de los palacios de su primo, el rey Luis XIV.

Durante los acontecimientos inmediatamente anteriores a la Revolución Gloriosa, Ana se mantuvo al margen de todos los acontecimientos, pero su conducta se vio influida probablemente por los Churchill. Jacobo le prohibió realizar una visita a su hermana en la primavera de 1687, aunque ambas mantenían correspondencia y, sin ninguna duda, parece que Ana estaba enterada de los planes de Guillermo de derrocar a Jacobo. Cuando Guillermo llegó a Inglaterra el 18 de noviembre de 1688, Ana rechazó alinearse con Jacobo, el rey depuesto, y por consejo de los Churchill escribió al príncipe de Orange, declarando su aprobación a la invasión. 

Churchill abandonó al rey el 24 de noviembre, el príncipe Jorge lo hizo el 25 y, cuando Jacobo volvió a Londres el 26, encontró que Ana y Sarah Churchill, habían seguido el ejemplo de sus maridos la noche anterior. Escapándose del palacio de Whitehall por una escalera trasera, se pusieron bajo la custodia del obispo de Londres; pasaron una noche en su casa y llegaron el 1 de diciembre a Nottingham, en donde la princesa primero se dio a conocer y designó un consejo. Después pasó por Leicester, Coventry y Warwick, y finalmente entró en Oxford, en donde se encontró con el príncipe Jorge, triunfante, escoltado por una gran compañía. 

Como a María, la censuraron por no demostrar ninguna preocupación por las noticias de la huida del rey, pero su justificación era que “a ella nunca le gustó hacer nada que pudiese parecer una hipocresía”. Volvió a Londres el 19 de diciembre, siendo visitada inmediatamente por Guillermo.

Los nuevos reyes, Guillermo y María

En 1689, se reunió una Convención Parlamentaria; declaró que Jacobo había abdicado durante su huida de Inglaterra y que el trono estaba por lo tanto vacante. La corona fue ofrecida —y aceptada enseguida—, a Guillermo y María, que gobernaron como monarcas de forma conjunta. El Acta de Derechos Bill of Rights, sancionó la sucesión al trono. La princesa Ana y sus descendientes estarían en la línea de la sucesión después de los posibles hijos de Guillermo y María. Después de ellos, tenía derecho cualquier descendiente de Guillermo en un posible segundo matrimonio.

Poco después de subir al trono, Guillermo y María recompensaron a Lord Churchill concediéndole el condado de Marlborough, pero el trato que se dio a los Marlborough más adelante no fue, sin embargo, nada amistoso. En 1692, María II lo despidió de todos sus cargos, sospechando que era jacobita, es decir, uno de los que creía que Jacobo II era el monarca legítimo. Posteriormente retiraron a Lady Marlborough del servicio a la casa real, lo que motivó que la princesa Ana dejase airadamente su residencia real para trasladarse a Sion House, el hogar de los Marlborough. Entonces privaron a la princesa Ana de su escolta de honor, y prohibieron a los guardias de los palacios reales saludar a su marido como correspondía a su rango.

Cuando María II murió, en 1694, Guillermo III continuó reinando en solitario. Intentando mejorar su prestigio ante los ingleses -que había sido siempre mucho menor que el de su esposa-, restauró a Ana en todos sus honores, permitiéndole que residiera en el palacio de St. James. Pero, al mismo tiempo, la mantuvo al margen de todo y evitó designarla regente del reino durante su ausencia. 

En 1695, Guillermo intentó ganar el favor de Ana restaurando a Lord Marlborough en todos sus cargos. Entonces, Ana concedió toda su ayuda y apoyo al gobierno de Guillermo, aunque en aquel tiempo, en 1696 —al parecer— ella escribió a su padre pidiéndole su consentimiento para tomar la corona a la muerte de Guillermo, y prometiéndole su restauración cuando fuera conveniente. El rumor infundado de que Guillermo contemplaba colocar en la sucesión después de su muerte al hijo de Jacobo, con tal que lo educaran como protestante en Inglaterra, pudo haberla alarmado.

Entretanto, Ana y su esposo Jorge sufrieron una serie de tragedias personales. Entre 1683 y 1700, la futura reina había quedado embarazada en 18 ocasiones, pero todos los hijos, excepto uno, habían nacido muertos o habían perecido antes de cumplir 2 años, y también había sufrido varios abortos. El único hijo que sobrevivió los primeros años de infancia, Guillermo, duque de Gloucester, murió a los 11 años de edad, el 29 de julio de 1700, precipitándose una crisis en la sucesión. Guillermo y María no habían tenido hijos; así, la princesa Ana, presunta heredera del trono, era la única que quedaba en la línea de sucesión establecida por el Acta de Derechos. Si la línea de sucesión quedara extinguida totalmente, habría llegado a ser muy simple para el depuesto rey Jacobo II reclamar el trono. 

Para imposibilitar a un católico obtener la corona, el Parlamento decretó el Acta de Establecimiento de 1701, que estipulaba que, a falta de descendientes de la princesa Ana y de Guillermo III en cualquier unión futura, la corona pasaría a Sofía de Wittelsbach, electora de Hannover, y a sus descendientes, por ser la más cercana pariente protestante.

Desde la muerte de su hijo, Ana firmaba las cartas que escribía a Lady Marlborough como “su pobre desafortunada”. A falta de descendencia propia, la opción personal de Ana tendría que haberse inclinado en ese tiempo a su padre o a algún miembro de su familia, que estaba entonces en Saint-Germain-en-Laye, en Francia. Sin embargo, consciente de la necesidad de un sucesor protestante, consintió el Acta de Establecimiento. No obstante, vistió de luto cuando su padre murió unos meses después, en 1701, si bien no llegó a tener una relación muy cercana con su medio-hermano, el hijo y heredero de Jacobo II, Jacobo Francisco Eduardo, el “Viejo Pretendiente”.

Ascenso a la corona

Guillermo III murió el 8 de marzo de 1702, siendo sucedido por Ana, que fue coronada el 23 de abril en la Abadía de Westminster. 

En ese momento había estallado la Guerra de Sucesión española, en la que se dirimía el derecho de Felipe (V), nieto del rey Luis XIV de Francia, de subir al trono español. Aunque Felipe había sido nombrado sucesor en el testamento del anterior rey de España, Carlos II, muchos de los países europeos se habían opuesto, temiendo que la Casa de Borbón acumulara demasiado poder en Europa. El testamento incluyó una cláusula que estipulaba que Felipe debía renunciar a sus derechos al trono de Francia, pero Luis XIV no temía aceptar esta condición, que creía que podía anular en caso de que varios de sus herederos murieran. No se trataba, desde luego, de una preocupación infundada: la viruela ya había matado a la mayoría de la familia real francesa poco antes de su muerte en 1715, dejando el trono a su bisnieto de 5 años, Luis XV. Inglaterra también había sido amenazada por Luis XIV, al ser proclamado Jacobo Estuardo, el Viejo Pretendiente, como “Jacobo III de Inglaterra” a la muerte de Jacobo II. Por lo tanto, Inglaterra apoyó las demandas del rival de Francia, el archiduque Carlos de Habsburgo, el primo austriaco del difunto rey español.

La Guerra de Sucesión española, conocida en Norteamérica como La Guerra de la reina Ana, la segunda de las guerras indio-francesas, continuaría hasta los últimos años del reinado de Ana, y dominaría la política extranjera y nacional. En 1710 recibiría en Londres la visita de cuatro jefes iroqueses, entre los que se encontraba el mohawk Hendrick Tejonihokarawa.

Poco después de su ascenso al trono, Ana había nombrado lord gran almirante a su marido, dándole el control de la Marina de Guerra Real. Ana dio el control del ejército a Lord Marlborough, designándolo Capitán General, recibiendo otros muchos honores de la reina; fue nombrado caballero de la Orden de la Jarretera y elevado al rango ducal. La flamante duquesa de Marlborough fue agraciada con el cargo de Señora de los Trajes, el honor más alto al que una dama podía aspirar en la corte.

Ana era favorable al partido Tory, dirigido entonces por Sidney Godolphin, barón Godolphin, entre cuyos miembros solía escoger a su primer ministro. Los whigs —que eran, al contrario de los tories, partidarios vigorosos de la guerra de sucesión española— se convirtieron en un partido mucho más influyente después de que el duque de Marlborough obtuviera una gran victoria en la batalla de Blenheim en 1704. Los whigs se hicieron rápidamente con el poder y pronto, debido a la influencia de Marlborough, expulsaron a casi todos los tories de los ministerios. Lord Godolphin, aunque era un tory, se alió con Marlborough para asegurar su continuidad en el cargo. Si bien Lord Godolphin era el jefe nominal del ministerio, el poder en realidad lo ejercían el duque de Marlborough y los dos secretarios de Estado: Charles Spencer, conde de Sunderland y Robert Harley, Conde de Oxford y Conde Mortimer. Es de destacar que el hijo de Lord Godolphin estaba casado con una de las hijas del duque de Marlborough, y que Lord Sunderland era también yerno de Marlborough, y no son estos los únicos ejemplos del nepotismo de Marlborough.

Tentativas de unificación de los reinos

Retrato de la reina, realizado por Michael Dahl, 1705

Los siguientes años del reinado de Ana estuvieron marcados por las tentativas de convertir a Inglaterra y Escocia en un solo reino. Cuando se aprobó el Acta de Establecimiento en 1701, el Parlamento Inglés había cometido la negligencia de no consultar al Parlamento de Escocia o a los Estados de Escocia, que, además, intentaron preservar la dinastía Estuardo. 

En 1704 se aprobó en Escocia el Acta de Seguridad, en la que se estipulaba que, si la reina moría sin descendencia, se concedería a los Estados el poder de elegir al siguiente monarca entre los descendientes protestantes de la casa real de Escocia. La persona elegida por los Estados no tenía que ser necesariamente la misma que subiera al trono inglés, a menos que el elegido aceptase varias condiciones religiosas, económicas y políticas. Aunque no era lo políticamente más conveniente, el Acta obtuvo el asentimiento real cuando el Parlamento Escocés amenazó con retirar las tropas escocesas del duque de Marlborough en Europa y negarse a pagar los impuestos. 

El Parlamento Inglés —que temía que una Escocia independiente restaurara la Alianza de Auld, con Francia— respondió con el Acta de Alienación, de 1705, que impuso grandes sanciones económicas y por la cual los súbditos escoceses serían declarados extranjeros, quedando con el grave peligro de perder las propiedades que tuvieran en Inglaterra, a menos que Escocia aprobara el Acta de Seguridad o aceptara la unión con Inglaterra. Los Estados eligieron la segunda opción, y se designaron comisionados para negociar los términos de la unión. Los Artículos fueron aprobados por los comisionados el 22 de julio de 1706, y aceptados por el Parlamento Escocés, pese a una oposición abrumadora de la mayoría de escoceses, el 16 de enero de 1707.

De acuerdo con el Acta, Inglaterra y Escocia se convirtieron en un solo reino llamado Gran Bretaña el 1 de mayo de 1707.

Las relaciones de la reina con la duquesa de Marlborough empezaron a deteriorarse a partir de 1707. La duquesa había demostrado ser una intrigante, y había sido desplazada del favor real por otra de las amigas de la reina: Abigail Masham. Lady Masham, prima de la duquesa de Marlborough, estaba también emparentada con uno de los ministros whig de Ana, Robert Harley. Con la ayuda de Lady Masham, Harley ejerció una gran influencia sobre la reina, por lo que Lord Godolphin y el duque de Marlborough se mostraron profundamente celosos, buscando su alejamiento. 

Ana fue obligada a aceptar la dimisión de Harley en 1708. Un grupo de cinco whigs —Lord Sunderland, Thomas Wharton, conde de Wharton, John Somers, barón Somers, Charles Montagu, barón Halifax y Robert Walpole— dominaron la política, siendo conocidos como “La Junta”. Además, Harley continuó conservando su influencia en la reina como consejero privado.

El marido de Ana, Jorge de Dinamarca, murió el 28 de octubre de 1708. Su papel rector en el Ministerio de Marina era impopular entre los líderes whig; y cuando ya estaba en su lecho de muerte, algunos de ellos empezaron a preparar una moción para que fuera apartado de su cargo de lord gran almirante. La reina se vio obligada a apelar al duque de Marlborough para asegurarse de que la moción no fuera adelante. Después de la muerte de su marido, sin embargo, Ana se distanció aún más de la duquesa de Marlborough, prefiriendo la compañía de Abigail Masham. La reina terminó su amistad con Lady Marlborough en 1709. 

La caída de los whigs se produjo al mismo tiempo que la costosa Guerra de Sucesión Española, se volvía cada vez más impopular en Inglaterra. Robert Harley fue particularmente hábil al usar el coste de la guerra para motivar al electorado e inclinarlo a su favor. 

Se desató el furor público cuando Henry Sacheverell, un clérigo tory que atacaba el gobierno whig, por su tolerancia hacia los disidentes religiosos, fue procesado por el cargo de sedición. Para mayor humillación de los whigs, no se pudo obtener la sentencia deseada; Sacheverell fue simplemente suspendido de predicar durante tres años, y no tuvo que enfrentarse a ninguna pena de cárcel, como algunos whigs habían esperado. En las elecciones generales de 1710, un populacho descontento votó a favor de los tories, los cuales ganaron entonces por una amplia mayoría.

Retrato de Henry Sacheverell porThomas Gibson, 1710

1674–1724. Clérigo anglicano de la alta iglesia inglesa que alcanzó fama nacional en 1709 después de predicar un sermón incendiario. el 5 de noviembre. Acusado por la Cámara de los Comunes, aunque fue declarado culpable, su leve castigo se vio como una reivindicación y se convirtió en una figura tan popular, que contribuyó a la aplastante victoria de los tories en las elecciones generales de 1710.

Marlborough seguía siendo demasiado influyente para ser apartado de sus cargos, pero sus parientes pronto empezaron a perder sus puestos. Lord Godolphin fue despedido el 7 de agosto de 1710 y el nuevo ministerio fue dirigido por Roberto Harley e incluyó a Henry St John. 

El nuevo gobierno tory empezó a buscar la paz en la Guerra de Sucesión española, porque, como lo probaran los últimos acontecimientos, la victoria de Austria, aliada de Gran Bretaña, sería tan perjudicial para los intereses británicos como si ganara Francia. Los tories estaban preparados para firmar la paz, aceptando que el nieto del rey francés subiera al trono de España, pese a la fuerte oposición de los whigs, que no querían ver a un Borbón en el trono español.

El archiduque Carlos de Austria, pretendiente frustrado al trono de España, frente a Felipe V de Borbón, su oponente. - Retrato de Felipe V de España, de Miguel Jacinto Meléndez (1712).

El conflicto fue resuelto por acontecimientos exteriores: el hermano mayor del archiduque Carlos, a quién los whigs apoyaban, el emperador José I, murió de viruelas en 1711 y el archiduque Carlos heredó entonces Austria, Hungría y el trono Imperial. Darle también el trono español —al cual él había aspirado tanto tiempo—, dejó de ser interesante para Gran Bretaña, pues lo lo hubiera hecho demasiado poderoso. 

Pero cuando el Tratado de Utrecht, de 1713 fue enviado a Inglaterra para la ratificación del Parlamento, los whigs idearon la forma de frenar las ambiciones del Borbón. En la Cámara de los Comunes, la mayoría tory era inatacable, pero no sucedía lo mismo en la Cámara de los Lores. Para bloquear el plan de paz, los whigs se aliaron con Daniel Finch, conde de Nottingham y los tories que tenía asociados entre los Lores. 

Viendo la necesidad de una acción decisiva, la reina y su ministerio despidieron al duque de Marlborough, concediendo el mando de las tropas británicas a James Butler, II duque de Ormonde. Para borrar a la mayoría whig de la Cámara de los Lores, la reina Ana nombró doce nuevos pares -uno los cuales era el marido de Abigail Masham-, en un solo día. El nombramiento simultáneo de tantos pares era algo sin precedentes; de hecho, Isabel I había concedido menos títulos nobiliarios en casi cincuenta años de reinado que Ana en un solo día.

Bajo los términos del Tratado de Utrecht, a Felipe, nieto del rey francés Luis XIV, le fue permitido permanecer en el trono de España, y conservar los virreinatos del Nuevo Mundo. El resto de la herencia española, sin embargo, fue dividida entre varios príncipes europeos. Gran Bretaña obtuvo los territorios españoles de Gibraltar y de Menorca, y algunas colonias francesas en Norteamérica fueron también cedidas a Gran Bretaña. Así terminaba la intervención inglesa en la Guerra de Sucesión española.

La reina cayó enferma en el palacio de Kensington víctima de un ataque de gota, que se complicó y acabó con su existencia. Eran las siete de la tarde del 1 de agosto de 1714. Ana tenía 49 años, pero su cuerpo estaba tan hinchado que, para poder ser enterrada en la abadía de Westminster hubo que utilizar un ataúd dos veces más ancho de lo normal.

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Volviendo a nuestra Corte, en la que nos encontrábamos con Hyde-Clarendon, y el Parlamento Caballero, tenemos el Acta de Conventículos, de 1664, que prohibía las asambleas religiosas de más de cinco personas, excepto las celebradas en el seno de la Iglesia de Inglaterra. El Acta de las Cinco Millas, por su parte, prohibía a los clérigos acercarse a menos de cinco millas de una parroquia de la que hubiesen sido expulsados. Ambas se mantuvieron en vigor durante el resto del reinado de Carlos, que, además consintió abolir anticuados deberes feudales que habían sido restablecidos por su padre. A cambio, el Parlamento le concedió una renta anual de 1.200.000 £., asignación simbólica, pues marcaba el máximo que el rey estaba autorizado a retirar cada año del Tesoro, cuando, la mayor parte del tiempo, la cantidad disponible en las arcas públicas fue mucho menor. 

A fin de evitar nuevos problemas económicos Carlos nombró, para reformar la gestión del Tesoro y de la recaudación de impuestos, a George Downing -el constructor de Downing Street o calle Downing, donde sigue teniendo su residencia el primer ministro del Reino Unido.

Sir George Downing, Primer Baronet. Dublín, ca. 1625 - Cambridge, ca. 1684, Fue Predicador, Soldado, Estadista, Diplomático y Espía anglo-irlandés.

Decretó una tregua con España en 1660, poniendo fin a la guerra anglo-española. Firmó los tratados de Madrid de 1667 y 1670, que reconoció como posesiones inglesas, Jamaica y las islas Caimán.

Infanta Catalina de Portugal-Bragança. Lelys

El 21 de mayo de 1662, en la ciudad de Portsmouth, Carlos se casó con la infanta Catalina de Portugal, que le aportó los territorios de Bombay y Tánger como dote, aunque. durante el mismo año, vendió Dunquerque y Mardyck tomada a los españoles en 1658, al rey francés Luis XIV por 40.000 £.

Carlos II de Inglaterra y Catalina de Braganza.

Es probable que esta escena tuviera lugar en Old Somerset House, y representa uno de los bailes y diversiones celebrados por la reina Catalina después de acostumbrarse a las formas de la corte de Londres. Se hace evidente, cómo algunas de sus damas de honor todavía se vestían al estilo portugués, lo que, por otra parte, no dejaba de ser un motivo de burla y menosprecio.

Agradecido por la ayuda prestada para recuperar el trono, Carlos recompensó a ocho nobles, conocidos como los Lores Propietarios, con territorios norteamericanos en la denominada Carolina, en honor de su padre, en 1663.

Las Actas de Navegación, de 1650, perjudicaron el comercio de los Países Bajos y fueron causa de la Segunda Guerra Anglo-Neerlandesa (1665-1667). El conflicto comenzó por la captura en Norteamérica, por parte de los ingleses, de Nueva Ámsterdam, después rebautizada con el nombre de Nueva York, en honor del hermano de Carlos, Jacobo, duque de York, el futuro Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, pero en 1667 los neerlandeses lanzaron el ataque de Medway por sorpresa contra los ingleses en la parte superior del río Támesis, donde estaba amarrado lo mejor de la Marina Real Británica. 

Los neerlandeses hundieron casi todos los navíos, excepto la Nave Almirante, la cual tomaron y condujeron hasta los Países Bajos como trofeo. Actualmente se puede contemplar la placa con el nombre del barco en el Rijksmuseum de Ámsterdam. La Segunda Guerra Neerlandesa terminó con la firma del Tratado de Breda (1667).

Como consecuencia de dicha guerra, Carlos despidió a su consejero, Lord Clarendon, al que utilizó como chivo expiatorio. Clarendon huyó a Francia cuando se le sometió a una moción de censura en la Cámara de los Comunes por alta traición, lo que conllevaba la pena de muerte. El poder pasó a manos de un grupo de cinco políticos conocidos como "la Cábala" o camarilla, por las iniciales de los títulos de sus miembros: Thomas Clifford, primer barón de Clifford; Henry Bennet, primer conde de Arlington; George Viliers, segundo duque de Buckingham; Anthony Ashley Cooper, primer barón de Ashley, conocido después como conde de Shaftesbury, y John Maitland, primer duque de Lauderdale.

En 1668, Inglaterra se alió con Suecia y con su anterior enemigo, Países Bajos, a fin de oponerse a Luis XIV en la Guerra de Devolución. Luis se vio obligado a hacer la paz con la Triple Alianza, pero mantuvo sus planes bélicos. En 1670 Carlos, buscando resolver sus problemas financieros, acordó el Tratado de Dover, por el cual Luis XIV se comprometía a pagarle 200.000 £ anuales. A cambio, Carlos acordaba proporcionar a Luis tropas y convertirse al Catolicismo “tan pronto como lo permitiese el bienestar de sus dominios”. Luis debía suministrarle 6000 soldados para suprimir a los que se opusieran a su conversión. 

Carlos se esforzó por mantener el tratado en secreto, especialmente la cláusula concerniente a su conversión. Aunque no está claro si tenía o no intención de cumplirla. Todo ello derivó en una nueva lucha junto con Francia contra las Provincias Unidas; la Tercera Guerra Anglo-Neerlandesa (1672-1674), conflicto que forma parte de la Guerra Franco-Holandesa. 

En dicho conflicto la flota inglesa fue derrotada en cuatro batallas estratégicas por la armada holandesa del almirante Michiel de Ruyter, así el rey fue forzado por el Parlamento a firmar la paz que se reflejó en el Tratado de Westminster (1674).

Mientras tanto, mediante una serie de cinco leyes (1670), Carlos concedió a la “Compañía Británica de las Indias Orientales”: el derecho a la adquisición de territorios autónomos; a la acuñación de moneda; al mando de puestos militares y de tropas; a firmar alianzas; declarar la guerra y hacer la paz y a ejercer la jurisdicción tanto civil como penal en los territorios adquiridos en la India.

Anteriormente, en 1668, había alquilado las islas de Bombay por la ridícula cantidad de diez libras esterlinas pagaderas en oro. 

En 1670, Carlos permite el control de la Bahía de Hudson, a la Compañía de la Bahía de Hudson –HBC- por decreto real, renombrando el territorio Tierra de Rupert y por el nombre de su primo Ruperto del Rin, primer gobernador de la compañía.

Aunque previamente había sido favorable a la Corona, durante la década de 1670, el Parlamento Caballero se distanció de ella a causa de las guerras emprendidas por el rey y por su política religiosa. En 1672, Carlos firmó la Declaración de Indulgencia, en la que manifestaba su intención de suspender todas las leyes que penalizaban a los católicos y a otros disidentes religiosos. El mismo año, apoyó abiertamente a la católica Francia e inició la Tercera Guerra Anglo-neerlandesa.

El Parlamento Caballero —contrario a conceder tolerancia religiosa a los católicos— se opuso a la Declaración de Indulgencia basándose en principios constitucionales —sosteniendo la incompetencia real para suspender leyes de forma arbitraria— más que políticos. Carlos II retiró la Declaración y se mostró de acuerdo con el "Acta de Examen", que no solo requería de los funcionarios públicos que recibieran la Eucaristía en la forma prescrita por la Iglesia de Inglaterra, sino que los forzaba a denunciar ciertas enseñanzas de la Iglesia católica como supersticiosas e idólatras. El Parlamento Caballero también se negó a financiar la Guerra Anglo-neerlandesa, obligando a Carlos a firmar la paz en 1674.

La esposa del rey, la reina Catalina, no había podido tener un heredero; sus cuatro embarazos habían sido abortos, o hijos nacidos muertos. El presunto heredero era, pues, su hermano, el católico Jacobo, duque de York, el el tercer hijo varón —segundo superviviente— de Carlos I de Inglaterra y de Enriqueta María de Francia.

Jacobo II de Inglaterra, VII de Escocia
Titus Oates

En 1678 Titus Oates, un antiguo clérigo anglicano, denunció falsamente una "conjura papista" –Popish Plot-, para asesinar al rey y reemplazarle con el duque de York. Carlos no dio fe a sus alegatos, pero ordenó a su primer ministro, Thomas Osborne, Primer Conde de Danby, que investigara, y Danby, que era anticatólico, animó a Oates a que hiciera pública su acusación, así lo hizo y la histeria anticatólica se extendió por la población, y todos los jueces y jurados del país, condenaron a los supuestos conspiradores, y numerosos inocentes fueron ejecutados.

Posteriormente, todavía en el año 1678, Lord Danby fue sometido a su vez, a una moción de censura por la Cámara de los Comunes bajo la acusación de alta traición. Aunque muchos países trataban de hacerle la guerra a la católica Francia, Carlos II había negociado en secreto con Luis XIV, en busca de un acuerdo mediante el cual Inglaterra permanecería neutral a cambio de dinero. 

Lord Danby, que era hostil a Francia, en privado había aceptado atenerse a los deseos de Carlos. Desgraciadamente para él, la Cámara de los Comunes se resistió a considerarle implicado en el escándalo contra su voluntad, considerando, por el contrario, que había sido él el autor de aquella política, pero, dispuesto a salvar a Lord Danby del proceso parlamentario en la Cámara de los Lores, disolvió el Parlamento en enero de 1679.

Cuando en marzo del mismo año, se constituyó el nuevo Parlamento, resultó ser francamente hostil al rey y Lord Danby fue forzado a dimitir de su puesto de Lord Tesorero. Recibió el perdón real, pero desafiando la voluntad del rey, el Parlamento decretó que la disolución de la asamblea no podía interrumpir legalmente una moción de censura. Cuando la Cámara de los Lores se manifestó a favor del exilio, aunque lo consideraba demasiado indulgente— se abandonó el proceso y se propuso, en cambio, una Ley de Culpabilidad, que suponía la condena penal parlamentaria sin el beneficio del ordinario proceso judicial. Finalmente, y, como había hecho tantas veces durante su reinado, Carlos II se inclinó ante los deseos de sus adversarios, enviando a Lord Danby a la Torre de Londres, donde permaneció cinco años.

Otra tormenta política a la que Carlos hubo de hacer frente fue la sucesión al trono. El parlamento de 1679 había sido elegido en un momento en el que prevalecían los sentimientos anticatólicos en todo el Reino y desde el principio se opuso con vehemencia a la perspectiva de un monarca católico. Anthony Ashley Cooper, primer conde de Shaftesbury –antes, barón Ashley y miembro de "la Cábala", que se había disuelto en 1672-, propuso una Ley de Exclusión, que pretendía apartar al duque de York de la línea sucesoria. Algunos quisieron incluso ofrecer la corona al protestante Duque de Monmouth, uno de los hijos ilegítimos de Carlos. 

Los "aborrecedores" —el sector de los que se oponían a la Ley de Exclusión— se transformaron en el Partido, conservador, mientras que los "peticionarios" —que apoyaban dicha ley— se convirtieron en el Partido Whig, liberal.

Temiendo que la Ley de Exclusión fuese aprobada, Carlos disolvió de nuevo el parlamento en diciembre de 1679. Dos nuevos Parlamentos se constituirían aún durante el reinado de Carlos: uno en 1680 y el otro en 1681, pero ambos fueron disueltos porque pretendían aprobar la Ley. 

Durante la década de 1680, sin embargo, el apoyo popular a la Ley de Exclusión comenzó a declinar y Carlos disfrutó de una ola de lealtad hacia él por parte de todo el país, ya que muchos de sus súbditos empezaban a pensar que el parlamento había sido demasiado porfiado y ofensivo. 

El resto de su reinado, Carlos gobernó como monarca absoluto, sin parlamento.

Por otra parte, su oposición a la Ley de Exclusión irritó a algunos protestantes, que organizaron el llamado “Complot de Rye House” con el propósito de asesinar al rey y al duque de York cuando volvieran a Londres, de las carreras de caballos en Newmarket. Un gran incendio, sin embargo, destruyó gran parte de Newmarket y ocasionó que se cancelaran las carreras, de modo que el atentado no se pudo llevar a cabo y los cabecillas huyeron antes de que se filtraran noticias sobre la conspiración. A algunos políticos protestantes como Algernon Sydney y Lord William Russell se les implicó en la trama y fueron ejecutados por alta traición, por más que las pruebas contra ellos, eran más que endebles.

Carlos II sufrió repentinamente un ataque de apoplejía la mañana del 2 de febrero de 1685, y murió cuatro días después. Lo inesperado del deceso hizo creer a los coetáneos que había sido envenenado, aunque una valoración posterior de su sintomatología indicaba que la muerte del monarca pudo ser debida a insuficiencia renal, cuyos síntomas eran similares a los sufridos por Carlos II, que, además pudo proceder de la gota que ya padecía. Hasta el último instante, el rey fue sometido a las prácticas médicas de la época, incluyendo sangrías, purgas, ventosas y, especialmente, las cantáridas empleadas la primera noche de la enfermedad, pudo acabar con la escasa función renal que pudiera tener el paciente.

Cuando supo que se estaba muriendo, un sacerdote, el padre John Huddleston, fue enviado en secreto a sus habitaciones; Carlos fue integrado en la Iglesia católica y recibió la extremaunción. Murió el miércoles 6 de febrero de 1685, en el palacio de Whitehall, a los 54 años de edad, siendo sepultado el 14 de febrero en la abadía de Westminster. 

Le sucedió su hermano católico, el duque de York, que pasó a ser Jacobo II de Inglaterra e Irlanda y VII de Escocia.

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