viernes, 26 de mayo de 2023

Carlos III de Inglaterra • 3 de 3, final.


Catalina de Braganza, 1660, de Dirk Stoop

Carlos II se había casado por poderes en 1662 con Catalina de Braganza, católica, razón por la cual, ella no fue oficialmente coronada como reina. Después de su llegada a Portsmouth, el 14 de mayo de 1662, la pareja se casó en dos ceremonias —una católica realizada en secreto, seguida por un servicio público anglicano— el 21 de mayo de 1662, en la ciudad de Portsmouth.

Catalina nunca logró un heredero vivo, pues, aunque tuvo 3 embarazos —el último de los cuales fue en 1669— todos terminaron en abortos, pero a pesar de la reputación que tenía Carlos de mujeriego, que aumentaba a medida que tenía más hijos bastardos con sus amantes, de las cuales se conoce el nombre de catorce; insistía en que la reina debía ser tratada con respeto, y no quiso divorciarse. 

Después de la muerte de Carlos en 1685, Catalina permaneció en Inglaterra durante el reinado de su cuñado Jacobo II y VII, y volvió a Portugal en marzo de 1692, tras la Revolución Gloriosa que entronizó como reyes a Guillermo III y María II, con los que en un principio tuvo buenas relaciones, pero posteriormente su religión católica le supuso problemas en la nueva corte.

Carlos II no dejó a su muerte ninguna cuestión de legitimidad, pues el reino pasó a su hermano Jacobo II y VII; sin embargo, tuvo varios hijos con sus amantes, muchas de ellas esposas de nobles. Algunas de sus amantes y de sus hijos naturales y bastardos recibieron ducados y condados. Reconoció públicamente a catorce de 16 hijos ilegítimos, quizás, con más de ocho mujeres.

Carlos II de Inglaterra se casó por conveniencia con Catalina de Braganza -hija de Juan IV de Portugal. 

Catalina de Bragança, de Peter Lely

Catalina fue quien introdujo y popularizó el té y su costumbre en Inglaterra.

Portugal había sido el primer país europeo que estableció rutas comerciales con China y era práctica habitual que en las reuniones sociales se sirviera esta infusión, cuando en Inglaterra todavía solo se usaba como medicamento.

La consorte no alcanzó mucha popularidad entre sus súbditos, fundamentalmente, porque no hablaba inglés, por otra parte, después de sufrir varios abortos, no pudo proporcionar un heredero a la Corona. Debido a esto, existía el temor generalizado, sobre todo en Escocia, de que su hermano Jacobo heredara el trono y perpetuara la vertiente católica. Como así ocurrió en 1685 tras su muerte. Su pariente, que era el duque de York, se convirtió en Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia.

Como ya adelantamos, cuando Guillermo, príncipe de Gales, suceda a su padre será el primer monarca que por vía directa lleve en su sangre tres de las dinastías más influyentes, los Tudor, los Estuardo y los Windsor. Diana de Gales descendía a su vez, de dos de los vástagos ilegítimos de Carlos II: Carlos Lennox, I duque de Richmond y Enrique Fitzroy, I duque de Grafton.

Carlos II tuvo una docena de amantes entre las que destacaban las actrices Elizabeth Weaver y Nell Gwynn; Barbara Palmer, I duquesa de Cleveland y Hortence Mancini, una belleza bisexual sobrina del cardenal Mazarino, primer ministro de Francia tras la muerte de Richelieu. Con ellas tuvo 13 hijos ilegítimos.

Retrato de Hortense Mancini (1646-1699), Duchess of Mazarin, como Cleopatra. Jacob Ferdinand Voet

Resulta curioso y destacable, el papel de Ortensia / Hortense Mancini, duquesa de Mazarino.  Roma, 6 de junio de 1646 – Chelsea, Londres, 9 de noviembre de 1699, que era la sobrina favorita del primer ministro de Francia -Cardenal Mazarino-, y amante de Carlos II, rey de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Fue la cuarta de las famosas hermanas Mancini, quienes junto a sus dos primas Martinozzi, fueron conocidas en la corte de Luis XIV como las Mazarinettes.

Portrait of Cardinal Jules Mazarin (1602-1661). De Pierre Mignard. Musée Condé.

Jules Raymond Mazarin, nacido Giulio Raimondo Mazarini o Mazzarini o Mazarino, conocido como el cardenal Mazarino -Pescina, Abruzos, 14 de julio de 1602 - Vincennes, 9 de marzo de 1661-, fue un hábil diplomático, cardenal y político italiano, primero al servicio del papa y más tarde al servicio del reino de Francia. Fue el sucesor del cardenal Richelieu como primer ministro.

Mazarino, que no era sacerdote, obtuvo el nombramiento de cardenal a propuesta del rey Luis XIII, por los servicios prestados a la monarquía.

Nació en la abadía de Pescina, en la época de posesión española, en los Abruzzos, al este de Italia. Su madre, Hortensia Bufalini, pertenecía a una familia noble de Città di Castello, en Umbría. Su padre, Pietro Mazzarini, de origen siciliano, estaba al servicio de la poderosa familia romana de los Colonna. Tuvieron 6 hijos, cuatro mujeres y dos varones, de los que Julio era el mayor. Su hermano menor, Miguel, fue ordenado sacerdote y con el tiempo fue obispo de Aix.

Se trasladó pronto a Roma, donde recibió su educación, formándose con los jesuitas en el Colegio Romano, a donde fue enviado a los siete años, y se mostró como un alumno brillante y un joven con encanto para sus profesores y condiscípulos.

Dando por terminados sus estudios, alrededor de los dieciséis años, se lanzó a una etapa disipada una época disipada, por lo que sus padres, gracias al patronazgo nuevamente de los Colonna, lo enviaron a estudiar derecho canónico a España, a la Universidad de Alcalá de Henares. Durante sus tres años de estancia en la península ibérica aprendió el castellano a la perfección, habilidad que más tarde le sería muy útil. 

Aún en su etapa libertina, se enamoró de una española y, a punto de casarse, fue engañado para que volviera a Italia con el fin de evitar la boda, por su compañero de estudios Girolamo Colonna, hijo de su patrón el condestable de Nápoles. De vuelta en Italia completó sus estudios. 

Adjudicada la administración militar de la Valtelina al papa, este reclutó un ejército para ocupar la región y Mazarino fue nombrado capitán de las nuevas tropas formadas, pasando por las guarniciones de Loreto y Ancona. Habiendo logrado hacerse nombrar para un puesto de ayudante del general del Ejército pontificio, pronto se hizo imprescindible en los tratos con franceses y españoles, recorriendo todo el norte de Italia en misiones de enlace y como negociador entre las partes interesadas en el control de la región.

Retiradas las tropas pontificias por el Tratado de Monzón en 1626, Mazarino pasó a Ferrara, desde donde viajó a menudo a Roma como enviado de su superior, para informar a la corte. Así entró en contacto con el cardenal Bentivoglio, representante de los intereses de Francia en la ciudad. Ganado el favor de este, Bentivoglio lo recomendó al cardenal ministro, Francisco Barberini, que lo envió como secretario de la legación pontificia en Lombardía.

Confinado en el norte de Italia por las intrigas de Carlos Manuel I duque de Saboya, y la rivalidad franco-española, Mazarino recibió instrucciones del papa de favorecer a Francia para contrarrestar el predominio español, pero no tanto como para sustituir una preponderancia por otra. Mazarino, atendiendo de forma característica a los intereses de su empleador, pero también a los suyos propios, mostró acusada simpatía hacia Francia, pero manteniendo la confianza de todas las partes. Esto le permitió obtener información relevante que enviaba puntualmente a Roma.

Enterado el duque de Saboya de la inminente invasión francesa de la península italiana, envió a Mazarino a tratar de detener al cardenal Richelieu. Mazarino llegó a Lyon el 28 de enero de 1630, entrevistándose con Richelieu al día siguiente. La corta estancia fracasó en su objetivo de parar el avance francés, pero fue de crucial importancia para la carrera de Mazarino. Sus intentos de negociación con Richelieu continuaron durante la primavera, entrevistándose de nuevo con él el 17 de marzo, pocos días antes de la toma francesa de la fortaleza de Pinerolo, manteniendo una intensa actividad diplomática a favor de la paz, infructuosa e inultil, pero destacando por su capacidad de diplomacia ante Richelieu. 

Desde muy joven desempeñó acertadamente cargos diplomáticos para la Santa Sede. Intervino en las intrigas de la sucesión de Mantua, lo que le permitió conocer a Richelieu y a Luis XIII, de cuya política fue gran defensor en la corte pontificia. Sus intervenciones fueron decisivas para la consecución de la paz de Cherasco, en 1631, gracias a lo cual fue recompensado con una nunciatura extraordinaria en París (1635); cargo que lo aproximó al cardenal Richelieu y al rey Luis XIII, de quienes obtuvo el favor.

En 1639 se naturalizó francés, pasando a ser estrecho colaborador del primer ministro, gracias al cual fue nombrado cardenal (1641) y ministro de Estado. El 5 de diciembre de 1642 Mazarino fue nombrado ministro principal del Estado, por recomendación del cardenal Richelieu, quien había muerto la víspera. Desde 1643, tras la muerte de Luis XIII, Mazarino gobernó Francia bajo la regencia de Ana de Austria en nombre del joven rey Luis XIV, quien heredó el trono con tan solo cinco años. Se mantuvo en el cargo de primer ministro hasta su muerte, a pesar de tener fuertes opositores.

Desde el primer momento, tuvo afrontar la hostilidad de los nobles, incluyendo un complot para asesinarlo. A pesar de sus éxitos militares y diplomáticos, que permitieron dar fin a la Guerra de los Treinta Años -Tratado de Westfalia, 1648-, con las dificultades financieras de Francia, Mazarino debió adoptar medidas de austeridad que resultaron impopulares. Sus enemigos trataron de expulsarlo del poder, pero en cada ocasión logró manejar la situación. 

En 1650 y 1652 tuvo que exiliarse, pero continuó gobernando por intermedio de la reina y de un grupo de leales seguidores, como Hugues de Lionne (1611-1671) y Michel Le Tellier (1603-1685).

Al volver a París, fue aclamado por el pueblo que le agradecía el final de la guerra. A Mazarino no le perdonaban su origen italiano ni la concentración de poder que había logrado, que le permitía aumentar impuestos sin negociar. 

Mazarino murió de una larga enfermedad en el castillo de Vincennes el 9 de marzo de 1661.

Además de su herencia en el ámbito político -Jean-Baptiste Colbert fue su secretario personal y su sucesor.

Mazarino legó al rey todos sus bienes, que se calculan como la mayor fortuna privada del Antiguo Régimen, doblando incluso la que había amasado su predecesor, Richelieu: 35 millones de libras, 8 millones en efectivo, tanto como los fondos del Banco de Ámsterdam, el más importante de la época, depositadas en distintas ciudades. El desmesurado enriquecimiento del cardenal se produjo en menos de diez años (1652-1661), se supone que sobre todo a base de especular con los fondos del Estado o el valor de las monedas, y con jugosas comisiones obtenidas, a través de testaferros, sobre el aprovisionamiento de los ejércitos. 

El joven rey tardó tres días en aceptar formalmente la herencia, pero al poco tiempo, la devolvió a sus herederos. En su testamento Mazarino ordenó la creación del Colegio de Cuatro Naciones, que con el tiempo se convertiría en el Instituto de Francia.

El Instituto de Francia, es una institución académica francesa creada el 25 de octubre de 1795, que agrupa cinco academias:

Academia Francesa, Académie française, fundada en 1635)

Academia de Inscripciones y Lenguas Antiguas, Académie des inscriptions et belles-lettres, fundada en 1663

Academia de Ciencias, Académie des sciences, fundada en 1666

Academia de Bellas Artes, Académie des beaux-arts, fundada en 1816

Academia de Ciencias Morales y Políticas, Académie des sciences morales et politiques, fundada en 1795, suprimida en 1803 y restablecida en 1832.

Vista del Pont des Arts y l´Institut de France desde el otro lado del río.

El Instituto también gestiona varios museos y castillos con colecciones:

En París, el Museo Jacquemart-André, y el Museo Marmottan.

Fuera de París, administra los castillos de Chantilly, donde se encuentra el Museo Condé, de Langeais, de Braux-Sainte-Cohière, de Abbadie y de Castries; el museo Claude Monet, la Real Abadía de Chaalis, la Villa Éphrussi de Rothschild, la Casa de Louis Pasteur, la Villa Griega Kérylos y el Manoir de Kerazan.

Del Instituto dependen también cuatro bibliotecas de investigación:

La Biblioteca Mazarino

La Biblioteca Thiers

La Biblioteca del Instituto

La Biblioteca del Museo Conde en el castillo de Chantilly

En 1661 el cardenal Mazarino, poseedor de una gran fortuna, dispuso en su testamento que fuera erigido un palacio que albergara la fundación de una academia en la que serían educados sesenta nobles nacidos en las cuatro provincias conquistadas y vinculadas a Francia por el tratado de Westfalia de 1648, y el de los Pirineos, de 1659 -de ahí el nombre: Colegio de las Cuatro Naciones, que son: Artois, Alsacia, Pignerol y los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña.

Colbert encargó a Luis Le Vau la realización de los planos del palacio, que debería erigirse frente al Louvre, en la otra orilla del Sena. La construcción del edificio se llevó a cabo entre 1662 y 1688.

En 1796, el edificio albergaba un liceo elitista, la Escuela Central de las Cuatro Naciones. Criticada por Napoleón I por su enseñanza poco moral y de tendencia demasiado revolucionaria, por lo qie la cerró en 1802. En 1805, pidió que el Instituto de Francia se instalara en el palacio. El arquitecto Antoine Vaudoyer, transformó entonces la capilla en una sala donde los académicos pudieran celebrar sus sesiones.

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Las Damas de la Corte

Amantes de Luis XIV, rey desde 1643 hasta 1715.


Louise de Lavallière (1644-1710), Françoise de Montespan (1641-1707), Françoise de Maintenon (1635-1719, que se convirtió en su segunda esposa, en 1683); Mme. de Ludre, Angelique de Fontanges (1661-1681) y Hortense Mancini (1646-1699). Grabado de Lanta coloreado. (Photo by Apic/Getty Images)

Nos detendremos en Hortense Mancini, que fue una de cinco hermanas muy conocidas por su belleza. Nació en Roma como Ortensia, hija del barón Lorenzo Mancini, aristócrata italiano. Después de la muerte de su padre en 1650, su madre, Jerónima Mazzarini, llevó a sus hijas de Roma a París con la esperanza de utilizar la influencia de su hermano, el Cardenal Mazarino, para obtener matrimonios ventajosos. Las cuatro hermanas de Hortensia fueron:

-Laura Mancini (1636-1657), casada con Luis de Borbón, duque de Vendôme, madre del famoso general francés Luis José de Borbón, duque de Vendôme.

-Olimpia Mancini (1638-1708), casada con Eugenio Mauricio de Saboya-Carignano, madre del famoso general austriaco el príncipe Eugenio de Saboya.

-María Mancini (1639-1715), casada con Lorenzo Colonna, fue el primer amor del rey Luis XIV de Francia.

-María Ana Mancini (1649-1714), casada con Maurice Godefroy de la Tour d'Auvergne, duque de Bouillon, sobrino del famoso mariscal Enrique, vizconde de Turena.

Sus primas, las Martinozzi, también se trasladaron a Francia con el mismo objetivo, obtener buenos matrimonios. La mayor, Laura Martinozzi, se casó con Alfonso IV de Este, duque de Módena, y fue madre de María de Módena, segunda esposa del rey Jacobo II de Inglaterra. La menor, Ana María Martinozzi, se casaría con Armando de Borbón, príncipe de Conti.

Las Mancini también tuvieron tres hermanos, Pablo, Felipe y Alfonso.

Carlos II de Inglaterra, primo hermano de Luis XIV, le propuso matrimonio a Hortensia en 1659, pero su oferta fue rechazada por el Cardenal Mazarino, quien pensaba que un rey exiliado tendría muy pocas posibilidades. Mazarino se dio cuenta de su error cuando Carlos II fue restituido como Rey de Inglaterra solo unos meses después. Mazarino se convirtió entonces en el pretendiente y ofreció una dote de 5 millones de libras, pero Carlos se negó. Si bien el matrimonio no llegaría a materializarse, los dos se cruzarían en el mismo camino años después.

Hortensia fue pretendida más tarde, por Carlos Manuel II, duque de Saboya, otro primo hermano de Luis XIV, pero los acuerdos fracasaron cuando el Cardenal Mazarino se negó a incluir la fortaleza-castillo de Pignerol en la dote. Por razones similares, una propuesta hecha por el duque de Lorena también fracasó.

El 1 de marzo de 1661, a los quince años, Hortensia se casó con uno de los hombres más ricos de Europa, Armand-Charles de la Porte, duque de La Meilleraye. Por su matrimonio con Hortensia se le concedió el título de Duque de Mazarino y a la muerte del Cardenal Mazarino, tuvo acceso a la enorme herencia de su esposa, incluyendo el Palais Mazarin de París, sede de numerosas piezas de arte.

El matrimonio fracasó. Hortensia era joven, brillante y popular, Armand-Charles era avaro y extremadamente celoso, y hasta pudo ser mentalmente inestable. Su extraño comportamiento incluía el prevenir que las vacas no fueran ordeñadas en sus dominios -a su juicio, las ubres de las vacas tenían fuertes connotaciones sexuales- y de que todas sus sirvientas tuviesen los dientes delanteros en mal estado para evitar la atracción de los hombres.

Fue a partir de ese momento cuando Hortensia comenzó una relación con Sidonie de Courcelles. En un intento por solucionar la "inmoralidad" de su esposa, su marido envió a ambas a un convento. Esta táctica fracasó, ya que las dos fastidiaban con bromas a las monjas: añadían tinta al agua bendita, inundaban las camas de las monjas, y se paseaban libremente por la chimenea.

A pesar de sus diferencias, Hortensia y su marido tuvieron cuatro hijos:

• Marie Charlotte de La Porte Mazarin (28 de marzo de 1662 – 13 de mayo de 1729), casada con Louis Armand de Vignerot du Plessis, conde de Agénias, duque de Aiguillon.

• Marie Anne de La Porte Mazarin (1663 - octubre de 1720), convertida en abadesa.

• Marie Olympe de La Porte Mazarin (1665 – 24 de enero de 1754), casada con Louis Christophe Gigault, marqués de Bellefonds y de Boullaye.

• Paul Jules de La Porte, duque de Mazarino y de La Meilleraye (25 de enero de 1666 – 7 de septiembre de 1731), casado con Félice Armande Charlotte de Durfort.

Dejando atrás a sus hijos pequeños, Hortensia finalmente hizo un intento por escapar de su insoportable matrimonio, la noche del 13 de junio de 1668, con la ayuda de su hermano, Felipe, duque de Nevers, quien adquirió caballos y una escolta para ayudarla en su viaje a Roma, donde contaba con la posibilidad de refugiarse con su hermana María Mancini, ahora la princesa Colonna.

El rey Luis XIV de Francia se declaró su protector y le asignó una pensión anual de 24 mil libras. Su antiguo pretendiente, Carlos Manuel II, duque de Saboya, también se declaró su protector. Como resultado, Hortensia se retiró a Chambéry en la Alta Saboya, estableciendo su residencia como un lugar de encuentro de autores, filósofos y artistas. Después de la muerte del duque, sin embargo, su situación cambió a peor por medio de la viuda del duque, María Juana Bautista de Saboya-Nemours, a causa de la relación romántica de Hortensia con su marido.

Después de la muerte de Saboya, Hortensia no tuvo medios de supervivencia, su marido congeló todos sus ingresos, incluyendo la pensión de Luis XIV. El embajador inglés en Francia, Ralph Montagu, consciente de la desesperada situación de Hortensia, decidió ayudarla sabiendo que mejoraría su propia posición con Carlos II. Él esperaba que ella reemplazaría a la entonces amante del rey, Louise de Kerouaille, duquesa de Portsmouth. Hortensia estaba dispuesta a intentarlo. En 1675, viajó a Londres bajo el pretexto de una visita a su joven prima, María de Módena, la nueva esposa del hermano menor de Carlos II, Jacobo, duque de York. Iba vestida de hombre; se quiere pensar que su predilección por el travestismo era una expresión externa de su bisexualidad. Allí se hizo salonnière y fue amante del exiliado libertino Saint-Évremond.

Una dama, de la que se dice que es Hortense Mancini, duquesa de Mazarin. Pierre Mignard

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Carlos II en 1680, por Thomas Hawker.

En la actualidad, los duques de Buccleuch y Queensberry, de Richmond y Gordon, de Grafton y de St. Albans descienden, todos ellos, de Carlos II por línea directa masculina.

La Princesa Diana de Gales descendía de dos de los hijos naturales de Carlos II: el duque de Grafton y el de Richmond -que es también ascendiente directo de la reina Camila-, de este modo su hijo, el príncipe Guillermo de Gales, actualmente primero en la línea sucesoria al trono británico, será muy probablemente el primer monarca británico que descienda de Carlos II y el primero que descienda de Carlos I desde la muerte de la reina Ana de Gran Bretaña en 1714.

Carlos II fue un mecenas de las artes y las ciencias. Contribuyó a fundar la Royal Society, un grupo científico entre cuyos primeros miembros se contaron, los científicos, Robert Hooke, Robert Boyle, también filósofo, y Sir Isaac Newton.

Hooke -Boyle - Newton

Durante su reinado, las mujeres pudieron actuar por primera vez en el teatro inglés pues, hasta entonces, los papeles femeninos eran interpretados por actores varones adolescentes vestidos de mujer.

Carlos fue también el mecenas personal de Sir Christopher Wren, el arquitecto que ayudó a reconstruir Londres después del Gran Incendio de 1666. Sir Wren construyó igualmente el Hospital Real de Chelsea, que Carlos fundó como hogar para soldados retirados en 1681, y en el que se halla desde 1692 una gran estatua de Carlos II vestido a la manera de la Roma clásica.

Ch. Wren y su obra maestra, Saint-Paul.

El destacado marino y meteorólogo británico Robert FitzRoy era su tataranieto.

El aniversario de la Restauración de Carlos, el 19 de mayo, se ha celebrado tradicionalmente en el Reino Unido con el nombre de «Día de la Manzana del Roble», en recuerdo del Roble Real en el que se dice que se ocultó Carlos para escapar de las tropas de Oliver Cromwell. Los celebrantes solían adornarse con hojas de roble.

Los títulos oficiales de Carlos II eran: "Carlos Segundo, por la Gracia de Dios Rey de Inglaterra, Escocia, Francia e Irlanda, Defensor de la Fe, etc.". -La reivindicación de Francia era solo nominal, y había sido formulada por todos los reyes ingleses desde Eduardo III, independientemente de la porción de territorio francés que controlasen de hecho..

Carlos II de Inglaterra, de John Riley

Cuando Isabel I de Inglaterra murió en 1603 sin heredero, Jacobo VI de Escocia, que reinó de 1567 a 1625, fue invitado a convertirse también en rey de Inglaterra como Jacobo I de Inglaterra, que reinó de 1603 a 1625. Fue así el primero de los reyes Estuardo, y le sucedió su hijo Carlos I de Inglaterra, que reinó de 1625 a 1649. 

Sus luchas con el Parlamento sobre religión, finanzas y el poder de la monarquía dieron lugar a las guerras civiles inglesas (1642-1651) y a la propia ejecución del monarca, el 30 de enero de 1649.

El hijo mayor de Carlos I, también llamado Carlos, nació el 29 de mayo de 1630 en el Palacio de Saint James de Londres, en Westminster. Su madre era la reina Enriqueta María (1609-1669), la joven hermana de Luis XIII de Francia (1610-1643). Carlos pasó la mayor parte de su infancia en Richmond House, donde se dedicaba a montar a caballo. Después de que su padre perdiera la batalla de Naseby en 1645, Carlos fue enviado a la seguridad de Francia junto con su madre. Creció "alto, moreno y saturnino" (Cannon, 293) y alcanzó una impresionante estatura de 1,88 metros. Carlos parece haber sido todo lo contrario a su padre, de rostro más bien recto. 

El joven Carlos era encantador, ingenioso y fácil de llevar. Su pasión por los encuentros románticos empezó con Lucy Walter, fallecida en 1658, madre del primero de sus numerosos hijos ilegítimos, James Scott, nacido en 1649, y fue duque de Monmouth.

La guerra anglo-escocesa

Mientras se abolía la monarquía en Inglaterra tras la ejecución de Carlos I, a Escocia se le permitió elegir su propio sistema. El hijo mayor de Carlos fue nombrado rey de Escocia como Carlos II en febrero de 1649 -coronado formalmente el día de Año Nuevo de 1651 en Scone-. Los que estaban a favor de la monarquía se unieron en torno a Carlos, y así empezó la Tercera Guerra Civil Inglesa o Guerra anglo-escocesa (1650-1651). Los escoceses habían cambiado de opinión, y ahora consideraban que Carlos era el mejor medio para preservar la independencia de la Iglesia presbiteriana en Escocia y promoverla en Inglaterra, algo que el Parlamento, dominado por los puritanos, ciertamente no aceptaría. Por otra parte, es interesante saber que el propio Carlos no tenía ningún interés en el presbiterianismo, al que calificaba de "religión no apta para caballeros" (Cavendish, 324).

LA RESTAURACIÓN no supuso un gran desorden político, gracias a la promesa de Carlos, de un Parlamento libre y tolerancia religiosa.

Oliver Cromwell, de Samuel Cooper. NPG. Londres

En 1650, Oliver Cromwell (1599-1658) dirigió el Nuevo Ejército Modelo del Parlamento hacia Escocia para convencer por la fuerza de que era inútil tener cualquier esperanza de restaurar la monarquía al sur de la frontera. Los dos ejércitos se enfrentaron en la batalla de Dunbar en septiembre de 1650. Cromwell obtuvo otra victoria aplastante. El resto de las fuerzas realistas escocesas e inglesas se reunieron para un último enfrentamiento con Cromwell en la batalla de Worcester en septiembre de 1651. Una vez más ganaron los parlamentarios y terminaron las guerras civiles inglesas. 

Carlos se vio obligado a huir a Francia, pero alejarse del campo de batalla de Worcester no fue fácil. El rey escocés tuvo que esconderse primero en un roble durante un día, cerca de Boscobel House, en Shropshire, antes de poder escapar a la costa disfrazado de humilde sirviente y luego, de extranjero. Casi sin dinero, el rey sin trono se trasladó a los Países Bajos.

Oliver Cromwell fue nombrado Lord Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda, en diciembre de 1653, por lo que se convirtió en el jefe del estado militar conocido como la República de la "Commonwealth". El gobierno autoritario de Cromwell y la imposición del puritanismo hicieron que muchos desearan la moderación y la tradición de la antigua monarquía. 

Cuando Cromwell murió en 1658, “su” república murió con él. Había elegido como sucesor a su hijo Richard Cromwell, que no gozaba de una simpatía universal. Tras una marcha sobre Londres en 1660 y con el apoyo de un ejército escocés mandado por el general George Monck (1608-1670), la monarquía fue restaurada con el acuerdo del Parlamento el 8 de mayo. 

Hubo muy poco ruido político; ayudado por la promesa de Carlos de un Parlamento libre y la tolerancia religiosa expresada en el Tratado de Breda del 4 de abril. El 29 de mayo, cuando cumplió 30 años, Carlos fue escoltado a Londres, donde se encontró con multitudes que lo aclamaban y con calles decoradas con tapices y flores. Las trompetas sonaron y las campanas de las iglesias doblaron. La monarquía había vuelto. El Parlamento declaró día festivo el 29 de mayo, que a partir de entonces se conoció como el Día de la Manzana de Roble, en referencia a la huida de Carlos tras la guerra civil.

La ejecución de Carlos I. Jan Weesop.

En 1660, se cancelaron todas las leyes del Parlamento de Cromwell y se disolvió el Nuevo Ejército Modelo del Parlamento. Carlos I fue declarado mártir por el Parlamento y convertido en santo por la Iglesia anglicana. El puritano Cromwell recibió un trato totalmente diferente. El vengativo rey hizo exhumar los restos de Cromwell de la Abadía de Westminster en 1661 para que recibieran el mismo trato que si hubiera sido ejecutado como traidor, es decir, el cadáver fue ahorcado y decapitado, y los restos, expuestos públicamente. Hubo algunas ejecuciones de hombres vivos, pero, en general, Carlos estaba dispuesto a perdonar y olvidar los pecados de los padres.

Sin embargo, aún quedaban muchas heridas abiertas dentro y fuera de la Iglesia anglicana y no había señales de reconciliación entre los bandos enfrentados de los protestantes moderados, los diversos grupos puritanos y los católicos. Carlos era partidario de una actitud indulgente con el catolicismo, pero el Parlamento, del que dependía económicamente, era de la opinión contraria. Como tantas veces desde la Reforma inglesa, abundaron las historias de conspiraciones católicas y "papistas", sobre todo una en 1678 propugnada por el fantasioso Titus Oates (1649-1705), que decía que planeaba asesinar al rey. No había muchas pruebas de estas teorías conspirativas, pero a raíz de ellas se produjo una ola de persecución de los católicos de una u otra forma. Hubo una conspiración regicida real, el complot de Rye House de 1683, pero quedó en nada. El debate sobre la religión se mantendría a lo largo del reinado de Carlos y ebulliría en el de su sucesor.

Coronación e insignias reales

Después de la guerra civil, las joyas de la Corona británica se dispersaron y se vendieron, pero la coronación de Carlos II en la Abadía de Westminster el 23 de abril de 1661 habría sido algo aburrido sin algunos adornos brillantes. En consecuencia, se creó un conjunto de insignias completamente nuevo, aunque algunas de las antiguas piedras preciosas se recuperaron y se utilizaron en las nuevas piezas. La corona de oro de San Eduardo se entregó en el momento de la coronación y se ha utilizado en las ceremonias desde entonces. 

El Cetro del Soberano - conocido como Cetro del Rey-, también se ha convertido en un elemento básico de la coronación, aunque hoy tiene el brillo añadido del diamante Cullinan de 530 quilates. 

El Orbe del Soberano, símbolo del dominio del mundo secular por parte del monarca cristiano; se hizo para Carlos y es una esfera de oro hueca engastada con perlas, piedras preciosas y una gran amatista bajo la cruz. Desde entonces, todos los monarcas británicos han llevado el orbe en su mano izquierda durante su coronación. 

Las “insignias” o símbolos de la coronación de Carlos III

Las nuevas joyas estuvieron a punto de seguir el camino de sus predecesoras. Un villano llamado "Coronel" Thomas Blood se disfrazó de sacerdote e intentó robar las joyas de la Torre de Londres en 1671. Al enterarse del complot, Carlos, impresionado por su audacia, perdonó a Blood en un ejemplo de la simpatía del rey por los planes audaces, ya fueran científicos o criminales.

El Orbe

Imprescindible Silla de la Coronación y Piedra del Destino.

Silla de la Coronación o Silla de San Eduardo, de la Abadía de Westminster, con la Piedra del Destino bajo el asiento. Stone of Scone.

Carlos II de Inglaterra y las iura regalia. John Michael Wright.

El 21 de mayo de 1662, Carlos se casó con Catalina de Braganza (1638-1705), hija del rey Juan IV de Portugal (que reinó de 1640 a 1656). La pareja tuvo tres hijos, pero todos murieron en la infancia. Carlos tuvo muchas amantes. Con estas mujeres, que incluían una duquesa, una actriz, una prostituta y una espía, el rey tuvo 16 hijos ilegítimos. No en vano, Carlos recibió el apodo de su semental favorito en la yeguada real: "Old Rowley". Tras su reciente independencia de España, los portugueses estaban deseosos de forjar una alianza con Inglaterra. Como parte de su impresionante dote, Catalina aportó una enorme suma de dinero y cedió a Inglaterra el control de Tánger y Bombay, antiguas posesiones del Imperio portugués.

Al otro lado del Atlántico también se produjeron algunos acontecimientos importantes. El 24 de marzo de 1663, Carlos concedió las tierras de "Carolina" en América del Norte a ocho nobles. La constitución de la colonia fue redactada por el filósofo John Locke (1632-1704). 

El 8 de julio de 1663 se concedió una carta real a la colonia de Rhode Island. 

En 1665, los corsarios británicos arrebataron a los Países Bajos el puerto de Nueva Ámsterdam, en la costa este de América, que era un importante centro del comercio de pieles. Fue rebautizado como Nueva York cuando los holandeses lo cedieron oficialmente en el Tratado de Breda de 1667. El nombre era en honor del hermano del rey, James, duque de York, mientras que el barrio aún conocido como Queens fue nombrado en honor de la reina Catalina. A cambio de Nueva Ámsterdam, los británicos cedieron Guayana Holandesa, en Sudamérica. 

En 1681, el rey concedió al empresario cuáquero William Penn el territorio de Pensilvania a cambio de que el padre de Penn cancelara la deuda que el rey tenía con él. Todas estas acciones consolidaron el control británico de la costa oriental de Norteamérica.

De nuevo en Europa, la competencia por el control del comercio mundial trajo consigo tres guerras con los Países Bajos. Tras un brillante comienzo, las cosas no fueron bien y la Marina Real sufrió una humillante derrota en Medway en junio de 1666. 

En 1670, Carlos firmó el Tratado de Dover con Luis XIV de Francia, que forjó una alianza contra los Países Bajos. Una cláusula secreta de este tratado prometía que, a cambio de dinero, Carlos promovería el catolicismo en Inglaterra, utilizando el apoyo militar francés si era necesario. No se sabe si el rey tuvo alguna vez la intención de cumplir esta promesa, lo cierto es que nunca se hizo realidad, pero los pagos regulares en efectivo le fueron útiles con frecuencia y le permitieron al rey evitar convocar al Parlamento más de lo absolutamente necesario. Sus acuerdos con Luis se repitieron en 1678 y 1681. Hubo otras consecuencias de los acuerdos, además de que la bolsa de Carlos ganara peso. 

En 1672, Carlos se vio obligado a prestar ayuda militar para el ataque de Luis XIV a los Países Bajos, pero un decepcionante empate naval frente a Southwold en junio fue seguido de fracasos en tierra, de modo que la guerra se abandonó en 1674.

De vuelta a Inglaterra, en la década de 1660, Carlos, el "monarca alegre", tenía fama de vivir a lo grande en su tan costosa corte y de practicar todo tipo de deportes -montaba a los ganadores en las carreras de caballos de Newmarket y celebró su coronación en Escocia con una partida de golf-. También era aficionado a pasear por sus magníficos jardines perseguido por sus ruidosos spaniels. 

Aunque el rey pudo eludir la realidad en el yate The Royal Escape (El escape real), hubo algunos desastres notables, como lo fue otra oleada devastadora de la peste negra en el verano particularmente caluroso de 1665. Además, en 1666 se produjo el Gran Incendio de Londres.

El Gran incendio de Londres, con Ludgate y la antigua catedral de San Pablo. Yale Center for British Art (Public Domain).

Este terrible incendio comenzó en una panadería de Pudding Lane, no muy lejos del Puente de Londres, el 2 de septiembre. Rápidamente se extendió por las estrechas calles hasta envolver una enorme franja de Londres, entonces compuesta en su mayoría por edificios de madera. El rey supervisó personalmente algunas de las actividades de lucha contra el fuego, que se prolongaron durante cuatro días. La catedral de San Pablo fue una de las víctimas arquitectónicas; el intenso calor del fuego fundió el plomo de su tejado y lo envió en un chorro fundido por las calles cercanas. 

Milagrosamente, menos de diez personas murieron en aquel infierno, que destruyó 87 iglesias y 13.000 edificios. Se esperaba que un programa de reconstrucción financiado por un impuesto sobre las importaciones de carbón pudiera librar a Londres de muchas de sus estrechas calles, pero los propietarios se resistían a reducir sus posibilidades de alquiler, por lo que solo una parte limitada del programa llegó a materializarse.

En medio de la devastación, la ilustración de la Literatura cobró nuevas fuerzas. El reinado de Carlos vio la publicación de la tan popular alegoría cristiana El progreso del peregrino, de John Bunyan -muerto en 1688-, y el poema épico, El paraíso perdido, de John Milton (1608-1674). El teatro, especialmente las comedias, fue otra parte radiante de una floreciente escena artística que resurgió tras los cierres impuestos por los puritanos durante el reinado de Cromwell. Fue tal la cantidad de obras nuevas que se acuñó la expresión "teatro de la Restauración". 

El rey fundó el famoso Hospital Real de Chelsea para los soldados retirados; su edificio fue diseñado por uno de los grandes arquitectos, Sir Christopher Wren (1632-1723). El mayor logro de Wren fue el nuevo San Pablo, que surgió de las cenizas de la catedral destruida en el Gran Incendio.

En este periodo también se fundó el Real Observatorio de Greenwich (1675), que reflejaba el gran interés del rey por la ciencia y los artilugios: tenía su propio laboratorio personal en el Palacio de Whitehall. En abril de 1662, otorgó una carta real al organismo de investigación que se conoció como la Royal Society, de la que Sir Isaac Newton (1642 - c. 1627) fue un miembro destacado.

El progreso del peregrino desde este mundo al venidero, mostrado como un sueño.


Es considerada una de las obras clásicas de ficción teológica más importantes del idioma inglés, habiendo sido traducida a más de doscientos idiomas. Consta de dos partes, la primera fue publicada en 1678 y ampliada en 1679, y la segunda fue publicada en 1684.

El protagonista se llama Cristiano, y la mayoría de los personajes son denominados por su característica más evidente. Relata el viaje de Cristiano por su vida, buscando la salvación.

El paraíso perdido

Paradise Lost, ha dado origen a un tópico literario muy difundido en la literatura universal. Está dividido en doce libros y tiene más de 10.000 versos escritos sin rima. Es una epopeya acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. La obra trata, fundamentalmente, sobre el problema del mal y el sufrimiento en el sentido de responder a la pregunta de por qué un Dios bueno y todopoderoso decide permitirlos cuando le sería fácil evitarlos. 

Milton comienza expresando el fin de “justificar los caminos de Dios” respondiendo a través de una descripción psicológica de los principales protagonistas del poema: Dios, Adán, Eva y el Diablo, cuyas actitudes acaban por revelar el mensaje esperanzador que se esconde tras la pérdida del paraíso original. En el poema, el cielo y el infierno representan estados de ánimo antes que espacios físicos.

La obra comienza en el infierno, descrito mediante referencias a la permanente insatisfacción y desesperación de sus habitantes, desde donde Satanás, definido por el sufrimiento, decide vengarse de Dios de forma indirecta, esto es, a través de los seres recién creados que viven en un estado de felicidad permanente.

En 1671 Milton publicó El paraíso recobrado, un poema en cuatro libros en el que continúa la épica satánica del primer poema, pero centrado esta vez en los fracasados esfuerzos del diablo por tentar a Jesús durante su estancia en el desierto.

Dibujo de Thomas Wyck (c. 1673) que muestra los restos de la catedral de San Pablo tras el incendio.

Grabado anterior a 1561 representando la catedral con su aguja intacta

Royal Observatory, Greenwich

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Carlos murió cuatro días después de sufrir una apoplejía en el Palacio de Whitehall de Londres, a la edad de 54 años, el 6 de febrero de 1685. Fue enterrado en la Abadía de Westminster. Sin heredero legítimo y a pesar del intento del duque de Monmouth de tomar el trono por la fuerza en julio de 1685, le sucedió su hermano menor Jacobo.

Jacobo II de Inglaterra -también Jacobo VII de Escocia-, era conocido como un destacado defensor del catolicismo, y muchos, que llegaron a ser conocidos como los "Whigs", habían querido que fuera excluido de la sucesión durante el reinado de su hermano. De hecho, el Parlamento lo apartó formalmente de la sucesión en 1679, pero Carlos hizo que se lo restituyera. El reino estaba dividido, había discusiones sobre quién debía ser el monarca si no era Jacobo, y los diputados "tories" estaban bastante contentos de mantener la línea real de los Estuardo en su camino natural. Al final, cuando Jacobo tuvo su oportunidad, solo reinó tres años antes de que su política pro-católica provocara la Revolución Gloriosa de noviembre de 1688, cuando fue depuesto. El siguiente rey fue un protestante, Guillermo de Orange, que se convirtió en Guillermo III de Inglaterra y reinó de 1689 a 1702. Reinó a partes iguales con su reina, María II de Inglaterra (1689-1694), que era hija de Jacobo II. Así, los Estuardo siguieron reinando en Gran Bretaña hasta 1714, cuando se produjo la sucesión de la Casa de Hannover.

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Casa de Windsor -Sajonia-Coburgo y Gotha-.

Como su padre, el príncipe Alberto, pertenecía a la casa de Sajonia-Coburgo y Gotha, el rey Eduardo VII se convirtió en el primer monarca británico de tal linaje tras la muerte en 1901 de su madre, la reina Victoria. En plena Primera Guerra Mundial, y dado el sentimiento antigermano existente en la sociedad británica, Jorge V decidió modificar el nombre familiar a Windsor, usando como referencia la denominación de la residencia real de Windsor. Del mismo modo, Battenberg, pasó a denominarse Mountbatten.



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