Liszt. Llitografía de Gérard René Villain o François le Villain, de Roehn.
Doborján, o Raiding, Hungría, Imperio Austríaco, 22 de octubre de 1811-
Bayreuth, Baviera, Imperio Alemán, 31 de julio de 1886.
Se conserva la inscripción del bautizo de Franz Liszt, llevado a cabo en Unterfrauenhaid –Raiding no tenía parroquia autónoma-, redactada en latín, como se hacía habitualmente en Hungría en la época, única lengua con carácter oficial. En la misma aparece como Franciscus –probablemente, a causa de las simpatías franciscanas de su padre, o quizás porque el padrino también se llamaba Franciscus.
Adam y Anna Liszt, los padres de Ferenc
El recién nacido mostró muy pronto una salud delicada; de hecho, su padre, anotó en su diario, que Ferenc sufría dolores de cabeza y fiebres intermitentes, que, en varias ocasiones le pusieron en riesgo de perder la vida. En 1814, a los tres años, sufrió una crisis tan grave, que su padre llegó a encargar un féretro al carpintero local, pero Ferenc logró superarla, si bien, durante toda su vida sufrió sucesivos accesos de fiebres. Algunos estudiosos consideran la influencia del entorno insalubre de la localidad de Raiding, emplazada sobre los pantanos del Neusiedlersee, donde hoy se encuentra el Lisztzentrum Raiding.
Budapest
Liszt aprendió a leer y a escribir con Johann Rohrer, amigo de sus padres, de cuya boda había sido testigo, pero las condiciones del aprendizaje del futuro genio, fueron muy limitadas y su resultado muy exiguo; Rohrer atendía a sesenta niños en una sala de 20 metros cuadrados. Nada de Historia, Geografía o Ciencias Naturales acompañaron al aprendizaje de la lengua alemana, ya que la húngara no entraría en vigor, hasta 1835. Liszt sería muy pronto consciente de sus grandes carencias intelectuales; un vacío que no tardó en abordar con gran interés, a través de numerosas lecturas. Bonaparte, Byron, Goethe y Chateaubriand se convertirían en sus ídolos.
Podríamos definir la infancia de Liszt, como el período transcurrido desde su nacimiento, hasta la muerte de su padre, Adam Liszt, el 28 de agosto de 1827, es decir, durante el período de 16 años, transcurrido en Dorborján, el nombre húngaro de la ciudad que también se llamó Raiding. Su ambiente familiar era preferentemente musical, puesto que su padre había sido segundo violoncello de la Orquesta Esterházy, entre 1804 y 1809 y frecuentemente organizaba veladas musicales con diversos intérpretes locales.
A pesar de su inestable salud, a los seis años, es decir, en 1817, Ferenc ya mostraba su capacidad como aprendiz e intérprete, motivo por el que su padre decidió enseñarle piano, con excelentes resultados, de acuerdo con sus biógrafos, puesto que, en menos de dos años, en 1819, y cuando él niño contaba ocho, ya estaba familiarizado con las principales obras de Bach, Mozart y Beethoven, mostrando una capacidad que hizo que su padre, el gran aficionado, pensara en convertirlo en un niño prodigio, al estilo de Mozart.
De hecho, en 1817, a los 6 años, su padre se sorprendió al oírle cantar, de memoria, el tema del Concierto en do sostenido menor, que le había oído interpretar pocas horas antes. Ferenc también repetía que quería aprender piano, pero su estado de salud preocupaba a su padre, impidiéndole tomar una decisión al respecto, a pesar de lo cual, viendo sus brillantes progresos en tan poco tiempo, y siendo aún tan pequeño, decidió enseñarle él mismo, fundamentos de solfeo, improvisación, transposición, etc., terminando por familiarizarlo con un importante repertorio.
En una carta dirigida al príncipe Esterházy, fechada el 13 de abril de 1820 -Franz, 8 años-, Adam Liszt le aseguraba que había adquirido ya 8.800 páginas de música de los más grandes maestros y que en los dos últimos años, su hijo había trabajado la mayor parte da las obras de Bach, Mozart, Beethoven y otros.
Franz Liszt en 1820, (9 años) en uniforme húngaro que recibió del príncipe Esterházy. Grabado de un retrato de Ferdinand de Luttgendorf-Leinburg
Singularmente, Liszt se interesó sobre todo en Beethoven, declarando en varias ocasiones, que le gustaría ser como él. Su actitud y aptitud emocionaban a su padre, que le consideraba un predestinado, soñando que en Ferenc se harían realidad sus propios sueños, frustrados por diversas circunstancias, sin que ello llegara a disminuir jamás su amor por la música.
Franz Liszt en 1824 (13 años) François Le Villain de un retrato de A. X. Leprince
En octubre de 1820, Ferenc ofreció su primer concierto público en el Casino Viejo de Ödenburg, como actuación complementaria, dedicada a un antiguo niño prodigio ya en declive; el barón von Braun: Liszt ofreció una improvisación personal de algunas melodías populares, que encontraron un eco favorable entre la crítica y, ya en noviembre, su padre lo llevó a Pressbourg, donde debía reunirse la Dieta tras varios años de inactividad. El día 26 el muchacho actuó en el Palacio de Pauli de Pressbourg, ante una audiencia de aristócratas, que quedaron favorablemente impresionados, por lo que decidieron dotarle de fondos para que pudiera estudiar en el extranjero.
Viena
En 1822 –Ferenc, tenía apenas once años-, gracias a la aportación económica de aquellos nobles húngaros, la familia pudo instalarse en Viena, donde Ferenc estudió piano con Carl Czerny, y después, composición, con Antonio Salieri, en París, lo que le permitió ofrecer su primer concierto público en la Landständer Saal, de Viena, el 1º de diciembre de 1822 y, unos meses después, otro en la Redoutenssal, del cual surgió la leyenda de la consagración del jovencísimo intérprete, después de recibir un emotivo beso de Beethoven en la frente.
Carl Czerny no confiaba en la técnica adquirida por su alumno hasta entonces, obligándole a realizar continuamente arduos ejercicios, sin permitirle la interpretación de los grandes maestros. Su sistema pedagógico provocó cierta tensión entre profesor y alumno. Más adelante, empleó otro sistema, consistente en ejercitar su memoria musical, permitiéndole apenas echar un vistazo a las partituras, antes de interpretarlas de memoria. El sistema aumentó la ya notable reputación del alumno, pues inmediatamente mostró su enorme rapidez para leer y su admirable capacidad para recordar e interpretar lo leído.
Ya reconocido como pianista con cierto renombre, en 1823 -once años-, Liszt realizó una gira por Europa, pasando algunos meses en París, con el intento frustrado de ingresar en la l'École royale de musique et de déclamation, tras lo cual, continuó su programa, ofreciendo conciertos privados y públicos. Así, el 7 de marzo de 1824 actuaría en el Teatro Italiano, logrando un éxito muy bien recibido por la prensa parisina.
Desde julio del mismo año, Liszt también seguía las clases de composición de Antonio Salieri, tres días por semana y todo indica que el maestro estaba satisfecho de los avances del aprendiz, pues, a finales de agosto, escribió al príncipe Esterházy: El joven Liszt, al que descubrí por casualidad, me impresionó hasta el punto de que creí estar soñando.
Bajo su dirección, Liszt compuso su primera obra, un “Tantum ergo” que se ha perdido, pero, además, colaboró en otras composiciones: en las “Variaciones Diabelli”, todavía bajo la influencia de Czerny, su parte figura con la anotación: “Liszt, Franz (de once años de edad), nacido en Hungría”.
Desde entonces, fue reconocido como El pequeño Liszt, que compatibilizó sus presentaciones con los estudios de Composición con Anton Reicha y Fernando Paër, escribiendo, además, una ópera, que tituló, Don Sancho o el Castillo del Amor –estrenada sin éxito, pero que tampoco fue vista como un fracaso. Creador incansable, escribió, asimismo, una serie de doce estudios que constituirían el bosquejo de los futuros Estudios de Ejecución Transcendente.
El 13 de abril de 1823 interpretó el Concierto en si menor de Hummel y las Variaciones de Moscheler en el Kleiner Redoutensaal. Al final del programa se mencionaba una "Fantasía libre al piano por el concertista, sobre un tema escrito muy humildemente solicitado a Alguien entre el público". Aquel “Alguien”, escrito con mayúscula, no sería otro que Beethoven.
La víspera del concierto, el compositor humildemente solicitado, no mostró la menor intención de asistir al concierto, pero su evidente ausencia, no impidió la aparición de la mencionada leyenda -aunque no del todo fantástica-, del Weihekuss, o beso de consagración: dio un gran concierto al que asistió Beethoven. La presencia del ilustre compositor, lejos de intimidar al joven, exaltó su creatividad. Beethoven le dio ánimos, siempre en el tono reservado que mantuvo durante los últimos años de su vida. Después de los ánimos, se produciría una especie de proclamación, una mirada llena de orgullo, y finalmente, el famoso beso.
Tal es la repetida leyenda, que, como decimos, tiene su parte de realidad. Liszt y Beethoven se encontraron, pero no en aquella ocasión. En una entrevista, en 1875, Liszt contó: Yo tenía unos once años cuando mi venerado maestro Czerny me llevó a conocer a Beethoven, quien, sin embargo, sentía tanta antipatía hacia los niños prodigio, que siempre se había negado a verme. En un concierto, tras una Fuga de Bach, Liszt interpretó la Obertura del Concierto en do mayor de Beethoven.
–Cuando terminé, Beethoven me tomó con las dos manos, me besó en la frente y me dijo en voz muy baja: ¡Adelante! eres un bienaventurado, porque aportarás alegría y felicidad a muchos; no hay nada mejor, ni más hermoso.
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París
Después de ofrecer numerosos conciertos, en Múnich, Augsburgo, Stuttgart o Estrasburgo, con el fin de recolectar los fondos necesarios, la familia Liszt abandonó Viena el 20 de septiembre de 1823, llegando a París el 11 de diciembre.
Adam Liszt alquiló una suite en el Hôtel d’Angleterre, frente a la fábrica pianos de Sébastien Érard, que inmediatamente se mostró encantado con la habilidad del joven Liszt, proponiéndose dedicarle un ejemplar de uno de sus pianos exclusivos.
Al día siguiente, padre e hijo se presentaron en la École Royale de Musique et de Déclamation -hoy Conservatoire National Supérieur de Musique et de Danse de París-, donde la solicitud de ingreso del jovencísimo intérprete, fue rechazada por el entonces director, Cherubini, de acuerdo con una reciente ley que impedía que los extranjeros recibieran clases de piano.
Liszt hablaría de su terrible decepción en una serie de artículos publicados en 1835:
"Nos habían advertido de que mi admisión en el Conservatorio ofrecía algunas dificultades, pero, hasta entonces, el reglamento que se oponía de manera absoluta a que los extranjeros participaran en las lecciones, era desconocido para nosotros. Fue lo primero que nos dijo M. Cherubini. La noticia me cayó encima como un rayo y, de hecho, empecé a temblar (...) me parecía que todo estaba perdido, hasta el honor, y además, no teníamos más recursos. No podía parar de quejarme y de sollozar, aunque mi padre y mi familia adoptiva intentaban consolarme, en vano. La herida fue demasiado profunda y se mantuvo abierta mucho tiempo."
Así pues, Adam Liszt volvió a ser el único maestro de su hijo, al que, un día tras otro, le hacía ejecutar gamas y estudios, acompañado por un metrónomo, debiendo igualmente, trasponer en diferentes tonos algunas de las “Fugas” de Bach.
A pesar de todo, Ferenc se familiarizó rápida y fácilmente con el idioma francés, que se convertiría en su lengua principal.
Liszt ofreció sus primeros conciertos en París, en 1823, si bien estos se produjeron en salones secundarios o privados, como el de la Duquesa de Berry, pero tal circunstancia no impidió que empezaran a aparecer menciones en la presa, que le apodaba Le Petit Liszt, convirtiéndolo en una cita recurrente en el ambiente musical de París.
1832 (21) Achille Devéria (1800–1857)
Entre tanto, y con el fin de aprovechar la creciente notoriedad, Adam Liszt se decidió a alquilar el Théâtre-Italien, consiguiendo, al efecto, unas condiciones muy favorables por parte de su director, Habeneck. Y allí, el 7 de marzo de 1824, ofreció Ferenc un concierto que marcó un hito en su carrera, ya que el público parisino acogió muy favorablemente al joven virtuoso, al que ya presentaban como un Segundo Mozart.
A partir de entonces, estudió composición con el praguense Anton Reicha y el italiano Ferdinando Paer.
De acuerdo con las cartas de su padre, Liszt componía ya conciertos, sonatas y música de cámara, aunque todo ello se perdió, exceptuando algunas piezas para piano, escritas en estilo vienés, mostrando la influencia de Czerny. Con el apoyo de Paer se decidió a componer, la que sería su única ópera: Don Sancho o el Castillo del Amor, que Rodolphe Kreutzer dirigió en la Acedémie Royale de Musique, el 17 de octubre de 1825, pero que no alcanzó, en absoluto, el éxito esperado, provocando un profundo desencanto en el joven creador, que, a partir de entonces, buscó refugio en la religión, aunque su padre le obligó a continuar su carrera de virtuoso:
Su única lectura era los “Padres del Desierto”; confesaba con gran frecuencia y creyó sentirse llamado al estado sacerdotal. La música le disgustaba y solo siguió trabajando a causa de la voluntad inflexible de su padre.
En una carta fechada en 1880, Liszt escribió que sus composiciones de juventud apenas tenían valor y que se alegraba de que hubieran desaparecido en su mayor parte.
Hasta 1827 –a los 16 años-, continuó sus giras por Inglaterra -la prensa ya se refería a él como Master Liszt-, obteniendo saneados ingresos, que su padre depositó acertadamente, de modo que la madre de Liszt pudo percibir sus intereses durante el resto de su vida, hasta 1866.
Pero el último verano, Liszt cayó enfermo, y se vio obligado a permanecer en el balneario de Boulogne-sur-Mer, obteniendo un rápido restablecimiento, al que, desgraciadamente, a causa del tifus, sucedería la muerte de su padre -el 28 de agosto de 1827-, quien, hasta entonces, había organizado su aprendizaje y sus actividades públicas. El Pequeño Liszt, dejaría de serlo abruptamente, a la vez que terminaba su carrera de niño prodigio.
Sólo entonces, fue consciente de su carencia formativa en todo aquello que no fuera música, por lo que inmediata y decididamente, se propuso suplir tan inmensas lagunas y, a partir de 1830 empezó a leer vorazmente, dejando, al final de su vida, una biblioteca con varios miles de libros.
Liszt en 1832 c. (29). Ingres
En París conoció a los compositores Héctor Berlioz, Frédéric Chopin y Niccolò Paganini, que ejercería una notable influencia en la evolución de su arte; a los escritores, Honoré de Balzac George Sand y Alfred de Musset, y fue buen amigo, además, del pintor Eugène Delacroix.
Berlioz por Signol, 1832. Villa Médici.
Chopin -inacabado-, 1838. Delacroix. Louvre
Niccolò Paganini joven (¿?)
Balzac, daguerrotipo de Louis-Auguste Bisson, 1842
George Sand, de A. Charpentier, 1838. Musée de la Vie Romantique.
Alfred de Musset ,de Charles Landelle, 1854. Orsay.
Delacroix, autorretrato, c, 1837. Louvre
Niccolò Paganini (¿?)
Franz Liszt Fantasizing at the Piano, de Josef Danhauser (c. 1840)
Alte Nationalgallerie, part of the Museumsinsel, Berlin.
Juana de Arco, Lord Byron y Beethoven
A. Dumas, V. Hugo y G. Sand
N. Paganini, Rossini y Franz Liszt
Marie d’Agoult
En 1833, Liszt empezó su relación con la condesa Marie d’Agoult, conocida como escritora, especialmente por su novela Nélida, bajo el seudónimo de Daniel Stern, con la que tuvo tres hijos: Blandine (1835-1862); Cosima, (1837-1930) y Daniel (1839-1859).
Liszt en 1839 y Marie d’Agoult, de Henri Lehmann. Carnavalet.
Blandine. Cósima y Daniel Liszt
En 1836, [25 años] Liszt emprendió una tournée por Europa, ofreciendo conciertos en la mayor parte de las grandes ciudades de Suiza, Italia, Rusia, etc. Además de su propia obra, como las Rapsodias, compuestas por entonces, solía interpretar obras de Chopin y música alemana. Inmediatamente se convirtió en un ídolo que despertaba veneración en todas partes, llegando incluso sus admiradores, no solo a rogarle que les permitiera besar sus dedos, sino que guardaban en frascos los restos de sus copas.
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