lunes, 18 de diciembre de 2023

MARÍA MAGDALENA • Fantasía y Verdad • LOS TEXTOS


María Magdalena figura, en el Nuevo Testamento canónico y en algunos evangelios apócrifos, como una distinguida discípula de Jesús de Nazaret. Su nombre procede de  Magdala, localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades y aldea cercana a Cafarnaúm. Pero las dudas y teorías sobre su persona no tienen fin.

Es considerada Santa por la Iglesia Católica, por la Iglesia Ortodoxa y por la Comunión Anglicana, que celebran su festividad el 22 de julio. Representa una especial importancia para las corrientes gnósticas del cristianismo. En 1988, el papa Juan Pablo II en la Carta Mulieris Dignitatem se refirió a ella como "apóstol de los apóstoles", y el 10 de junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, publicó un decreto por el cual se elevaba la celebración de Santa María Magdalena al grado de Fiesta, en el Calendario Romano General, por expreso deseo del papa Francisco. 

María Magdalena en el Nuevo Testamento

La información sobre María Magdalena en los evangelios canónicos es escasa, pero aparece relacionada con varios hechos sobresalientes:

-San Lucas, Dice que María Magdalena alojó y proveyó materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea. Añade que anteriormente había sido curada por Jesús, a pesar de las prisas: «Le acompañaban los doce y algunas mujeres que habían sido curadas de enfermedades y espíritus malignos o exorcizadas, como María, llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios. Lucas 8:1-2.

-Marcos, Mateo y Juan, dicen que estuvo presente con María, la madre de Jesús, otras mujeres y el discípulo amado durante la crucifixión de Jesús.

-Según Mateo 27:61 y Marcos 15:47 también estuvo presente en la sepultura y vio exactamente donde era puesto Jesús, Se la menciona junto a María, la madre de Santiago el menor.

-En compañía de otras mujeres, fue la primera testigo de la resurrección, según una tradición en la que concuerdan los cuatro evangelios. Después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles.

-Según un relato que solo aparece en el Evangelio de Juan, fue testigo ocular de una aparición de Jesús resucitado.

-También el Evangelio de Marcos, menciona brevemente la aparición de Jesús resucitado a la Magdalena.

Su identificación con otros personajes

La tradición católica, ha identificado con María Magdalena a otros personajes citados en el Nuevo Testamento:

-La mujer adúltera a la que Jesús salva de la lapidación, en un episodio que solo relata el Evangelio de Juan.

-La mujer que unge con perfumes los pies de Jesús y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según los evangelios sinópticos, cuyo nombre no se menciona. La unción tuvo lugar durante el ministerio en Galilea.

-María de Betania, hermana de Lázaro, a la que se atribuye en el Evangelio de Juan la iniciativa antes mencionada, y que aparece en otros conocidos pasajes del cuarto evangelio, como la resurrección de Lázaro. Se identifica también con la María del episodio de la disputa con Marta.

-La identidad de María Magdalena como María de Betania y «la mujer que fue una pecadora» fue establecida en la homilía 33 que el papa Gregorio I dio en el año 591, en el cual dijo: «Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual Juan llama María [de Betania], nosotros creemos que es María, de quien siete demonios fueron expulsados, según Marcos».

Difundida por los teólogos de los siglos III y IV, esta teoría gozó de mucha popularidad en el siglo XIX y constituyó un tema frecuente en la iconografía cristiana occidental, aunque no se extendió igual por todos los países católicos, ya que, por ejemplo, en Francia su conocimiento fue más extendido y son innumerables las mujeres llamadas Madeleine.

María Magdalena en los evangelios apócrifos

Así vio Tiziano la aparición de Jesús resucitado a María Magdalena, según Juan 20:11-18.

El Evangelio de Pedro solo menciona a María Magdalena en su papel de testigo de la resurrección de Jesús: A la mañana del domingo, María la de Magdala, discípula del Señor -atemorizada a causa de los judíos, pues estaban rabiosos de ira, no había hecho en el sepulcro del Señor lo que solían hacer las mujeres por sus muertos queridos-, tomó a sus amigas consigo y vino al sepulcro en que había sido depositado. Evangelio de Pedro, v.50. Santos Otero, de (1956, pp. 385-386)

En al menos dos de los textos gnósticos coptos encontrados en Nag Hammadi, el Evangelio de Tomás y el Evangelio de Felipe, María Magdalena aparece mencionada como discípula cercana de Jesús, en una relación tan cercana como la de los apóstoles. 

En el Evangelio de Tomás hay dos menciones de Mariham (logia 21 y 114), que, según los estudiosos, hacen referencia a María Magdalena. La segunda mención forma parte de un pasaje enigmático que ha sido objeto de muy variadas interpretaciones, la mayor parte, absurdas:

Sta. María Magdalena de Malambo.

Simón Pedro les dijo: «¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo».

En el Evangelio de Felipe (log. 32) es considerada la compañera (κοινωνος/ Kinomos) de Jesús:

Tres (eran las que) caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera [κοινωνος]. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera.

No todos los estudiosos, sin embargo, están de acuerdo en que los evangelios de Tomás y de Felipe se refieran a María Magdalena. Para Stephen J. Shoemaker se trataría más bien de una referencia a la madre de Jesús.

Por último, otra importante referencia al personaje se encuentra en el Evangelio de María Magdalena, texto del que se conservan solo dos fragmentos griegos del siglo  III y otro, más extenso, en copto, del siglo V. En el texto, tres apóstoles discuten acerca del testimonio de María Magdalena sobre Jesús. Andrés y Pedro desconfían de su testimonio, y es Leví (el apóstol Mateo) quien defiende a María.

Leyendas posteriores

María Magdalena en un icono griego.

Según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el apóstol Juan, y murió allí. En 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservan en la actualidad. Gregorio de Tours (De miraculis, I, XXX) corrobora la tradición de que se retiró a Éfeso, y no menciona ninguna relación con Francia.

Más adelante, sin embargo, surgió en el mundo católico una tradición diferente, según la cual María Magdalena (identificada aquí con María de Betania), su hermano Lázaro y Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros, viajaron en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa y desembarcaron finalmente en el lugar llamado Saintes Maries de la Mer, cerca de Arlés. Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza, para después retirarse a una cueva -La Sainte-Baume- en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años. Según esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence, al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático. Su cuerpo fue sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde entonces como St. Maximin.

La curiosa tradición del huevo de Pascua

Existe una antigua tradición de pintar huevos de Pascua. Estos huevos imbolizan la nueva vida y a Cristo emergiendo de la tumba, de hecho, los cristianos ortodoxos acompañan esta tradición con la consigna: «¡Cristo ha resucitado!».

Una tradición ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio. En presencia del emperador romano Tiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó: «¡Cristo ha resucitado!». El emperador se rio y le dijo que eso era tan probable como que el huevo se volviera rojo. Antes de que acabara de hablar el huevo se había vuelto rojo.

Otra tradición habla de que el corazón sagrado de Cristo quedaría encerrado en un recipiente con forma de huevo del que María Magdalena sería guardiana.

Reliquias de María Magdalena

Las reliquias de María Magdalena son varios huesos y fragmentos óseos de la santa custodiados en diversos templos cristianos, donde son objeto de veneración.

María Magdalena fue una de las más fieles seguidoras de Jesús de Nazaret, llegando a ser testigo de su crucifixión, muerte y resurrección. Tras estos acontecimientos, según la tradición ortodoxa, María Magdalena se retiró a Éfeso con la Virgen María y el Apóstol Juan, donde murió, si bien la tradición católica aporta una versión distinta: junto con su hermano Lázaro y Maximino, uno de los setenta y dos discípulos, así como algunos compañeros, María viajó en barca por el Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa, desembarcando finalmente en Saintes-Maries-de-la-Mer, cerca de Arlés, en Francia. 

Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza para después retirarse a una cueva (La Sainte-Baume) en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante treinta años. Según esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence, al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático, siendo su cuerpo sepultado en un oratorio construido por el propio Maximino en Villa Lata, el cual pasaría a ser conocido desde entonces como Saint Maximin.

Reliquias de María Magdalena, existen en varias localidades de Francia, en la cripta de la Basílica de Vezelay, en la Basílica de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume ciudad en Francia, que es en donde esta su cráneo. De todas las reliquias de María Magdalena, las más destacadas son su pie izquierdo, su mano izquierda y su calavera.

Pie izquierdo

De acuerdo con la tradición griega, tras la muerte de María en Éfeso su casa fue convertida inicialmente en su tumba y con posterioridad en su santuario. Sin embargo, en el año 886, León VI el Sabio, quien acababa de convertirse en emperador bizantino, ordenó que sus restos mortales fuesen trasladados a Constantinopla, entregando León VI el cuerpo tiempo después a Carlos II de Francia. 

Antes de que los restos llegasen a su destino, al pasar por Roma, al cadáver le fue retirado el pie izquierdo, el cual, según la tradición, fue el que pisó primero el Santo Sepulcro. La reliquia permaneció varios años en una capilla situada en la entrada del Puente Sant'Angelo, siendo este el último lugar que debían visitar los peregrinos antes de llegar a la tumba de San Pedro.

Tras caer en el olvido con el paso del tiempo, la reliquia volvió a ganar notoriedad tras ser llevada a la Basílica de San Juan Bautista de los Florentinos, donde se guardó en un relicario de plata obra de Benvenuto Cellini, en el que permanece actualmente.

Mano izquierda

Esta reliquia se encuentra en el Monasterio de Simonos Petra, en el Monte Athos, en Grecia, custodiada en el interior de un estuche ornamentado donde es venerada por parte de los peregrinos que acuden a verla. La reliquia consiste en la mano izquierda de una mujer la cual es portadora de mirra y que, según la tradición, perteneció a María Magdalena, existiendo la creencia de que es incorruptible y milagrosa. Del mismo modo, se afirma que la reliquia desprende un agradable aroma idéntico al descrito en el relato de la apertura de la tumba francesa de María Magdalena.

A lo largo del tiempo se han transmitido numerosas historias en relación con los supuestos milagros obrados por esta reliquia, a la que se considera protectora de los campos y cultivos así como encargada de eliminar las continuas plagas de langostas y gusanos devoradores de plantas a raíz de los milagros ocurridos en 1911 y 1912, cuando los aldeanos solicitaron su intercesión mediante esta reliquia. Igualmente, cuando se produjo un gran incendio en un bosque cercano al monasterio en 1945, se cree que María Magdalena, mediante la solicitud de intercesión por los monjes Neophytos y Panteleimon, quienes tras verse rodeados por las llamas salvaron su vida al llevar consigo la reliquia, ayudó a extinguir el fuego y salvar tanto el bosque como el templo, ocurriendo un hecho similar en 1947

Calavera

La más famosa de las reliquias de María Magdalena es su calavera, la cual se encuentra custodiada junto a su sarcófago de alabastro en la cripta de la Basílica de Saint Maximin la Sante Baume, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, una población ubicada al sur de Francia, donde su culto está estrechamente ligado a la leyenda del Santo Grial y al relato de su huida de Tierra Santa. 

El origen de esta reliquia resulta dudoso puesto que lo único que se conoce de ella es que ya se encontraba allí desde el inicio de la construcción de la iglesia gótica que la alberga en 1295. Por aquel entonces la región se encontraba bajo el dominio de Carlos II, rey de Nápoles, conde de Provenza y sobrino de Luis IX de Francia. Según la leyenda, María Magdalena fue enterrada por Maximino, quien fue primer obispo de Aix, siendo su sepulcro abierto siglos después (el 9 de septiembre o el 10 de diciembre de 1279) por orden del propio Carlos II, constatando los presentes en la exhumación haber sido testigos del maravilloso olor a perfume que desprendía el ataúd abierto. 

En el interior del mismo, cubierto de polvo, se encontraron sus restos prácticamente intactos, a excepción de la mandíbula y la parte inferior de una de sus piernas y una tablilla de madera recubierta de cera con una inscripción: «Hic requiescit corpus beatae Mariae Magdalenae» («Aquí reposa el cuerpo bendito de María Magdalena»). Junto a los restos se encontraba, además, un papiro con el siguiente texto:

El año del nacimiento del Señor 710, el seis de diciembre, por la noche y muy en secreto, bajo el reinado del muy piadoso Eudes, rey de los francos, durante el tiempo de los estragos de la nación traicionera de los sarracenos. El cuerpo de la querida y venerable Santa María Magdalena fue, por temor a dicha nación traicionera, trasladado desde su tumba de alabastro a la tumba de mármol, después de haber retirado el cuerpo de Sidonio, porque estaba más oculto.

Los huesos de su mandíbula habían sido exhumados antes de la invasión sarracena del año 710 y enviados a Roma. No obstante, en 1279, con motivo de la apertura del sepulcro, el papa Bonifacio VIII decidió devolver la mandíbula a Francia, siendo oficialmente el 6 de abril de 1296 unida de nuevo a la calavera. En la tumba también fueron halladas la Santa Ampolla -una esfera de vidrio la cual contenía tierra empapada con la sangre de Jesús, recogida a los pies de la cruz por María Magdalena-, y un diminuto trozo de piel pegado a la calavera, concretamente en la zona donde Jesús tocó a María tras su resurrección, por lo que el mismo fue llamado por los obispos presentes en la exhumación «noli me tangere» -«no me toques»-, en referencia a las palabras pronunciadas por Jesucristo tras aparecerse a María Magdalena. En el año 1600 las reliquias fueron colocadas en un sarcófago enviado por Clemente VIII, siendo la cabeza separada del cuerpo y colocada en una vasija.

Durante la Revolución Francesa, el sacristán Joseph Bastide retiró de la iglesia la calavera, la Santa Ampolla y el noli me tangere, siendo estas reliquias donadas posteriormente al arzobispo y guardadas, la calavera y el noli me tangere en un relicario de oro consistente en una máscara de cristal ataviada con una melena dorada y custodiada simbólicamente por las esculturas, también en oro, de cuatro ángeles, presumiblemente añadidas en 1860 debido a que en el dorso de las mismas figuran grabados los números romanos MDCCCLX, hallándose bajo la calavera un recipiente especialmente diseñado para albergar el vial de cristal con el noli me tangere. Respecto a la Santa Ampolla, la misma fue robada de la basílica, resultando desconocido su paradero actual. 

Esta y otras reliquias de la santa son sacadas en procesión cada 22 de julio, día de su festividad, colocándose una máscara dorada sobre la cápsula de cristal bajo la que se halla la calavera con el fin de protegerla.

Interior de la basílica de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume.

Vézelay

El primer lugar de Francia en el que se sabe que hubo culto a María Magdalena fue la ciudad de Vézelay, en Borgoña. Aunque, según parece, en sus inicios el templo de Vézelay estaba dedicado a la virgen María, y no a María Magdalena, por alguna razón los monjes decidieron que la abadía era el lugar de enterramiento de María Magdalena, y están atestiguadas las peregrinaciones al sepulcro de María Magdalena en Vézelay desde al menos 1030. El 27 de abril de 1050, una bula del papa León IX colocaba oficialmente la abadía de Vézelay bajo el patronazgo de María Magdalena. Santiago de la Vorágine refiere la versión oficial del traslado de las reliquias de la Santa desde su sepulcro en el oratorio de San Maximino en Aix-en-Provence hasta la recién fundada abadía de Vézelay, en 771. El San Maximino de esta leyenda es un personaje que combina rasgos del obispo histórico Maximino con el Maximino que según la leyenda acompañó a María Magdalena, Marta y Lázaro a Provenza.

Saint-Maximin

Un culto posterior que atrajo numerosos peregrinos se inició cuando el cuerpo de María Magdalena fue oficialmente descubierto, el 9 de septiembre de 1279, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, Provenza, por el entonces príncipe de Salerno, futuro rey Carlos II de Nápoles. En esa ubicación se construyó un gran monasterio dominico, de estilo gótico, uno de los más importantes del sur de Francia.

En 1600, las supuestas reliquias fueron depositadas en un sarcófago mandado realizar por el papa Clemente VIII, pero la cabeza se depositó aparte, en un relicario. Las reliquias fueron profanadas durante la Revolución francesa. En 1814 se restauró el templo y se recuperó la cabeza de la santa, que se venera actualmente en ese lugar.

Magdalena penitente

Mientras que el cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se desarrolló, basándose en su identificación con otras mujeres de los evangelios (véase más arriba) la idea de que antes de conocer a Jesús, había sido muy pecadora y de ahí viene el suponer, aunque la Iglesia católica no lo afirme, que se haya dedicado a la prostitución, lo cual no encaja en ningún texto.

Gregor Erhart (?): María Magdalena (Museo del Louvre).

Esta idea nace, en primer lugar, de la identificación de María con la pecadora de quien se dice únicamente que era pecadora y que amó mucho; en segundo lugar, de la referencia en donde se dice, esta vez refiriéndose claramente a María Magdalena, que de ella «habían salido siete demonios». Como puede verse, nada en estos pasajes evangélicos permite concluir que María Magdalena se dedicase a la prostitución, algo que en ocasiones, se ha mantenido a pesar de la absoluta  falta de datos al respecto.

No se sabe con exactitud cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con María de Betania y la mujer que entró en la casa de Simón el fariseo, pero ya en una homilía del papa Gregorio Magno (muerto en 591) se expresa inequívocamente la identidad de estas tres mujeres, y se muestra a María Magdalena como prostituta arrepentida. Por eso la leyenda posterior hace que pase el resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y mortificando su carne, y son frecuentes en el arte occidental las representaciones de «Magdalena penitente», aunque estas también son confundidas por la tradición, con María Egipcíaca, santa del siglo V, quien según La vida de los Santos de Jacobo de la Vorágine, se había dedicado a la prostitución y se retiró al desierto a expiar sus culpas. Es común ver representaciones de María Egipcíaca, con los cabellos largos que cubren su cuerpo o envuelta con carrizos, símbolos de su penitencia en el desierto. Estos atributos en ocasiones acompañan a la Magdalena, creando a veces la confusión de ambas santas.

En la tradición católica, por tanto, María Magdalena pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica. El relegamiento que sufrió María Magdalena ha sido relacionado por algunos autores con la situación subordinada de la mujer en la Iglesia. A esta opinión oponen algunos teólogos católicos la especial consideración que guarda la Iglesia para con Santa María, madre de Jesús, venerada con hiperdulía, en tanto que los apóstoles y los otros santos son venerados con dulía.

En 1969, el papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de «penitente» adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; asimismo, desde esa fecha dejaron de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena la lectura del Evangelio de Lucas acerca de la mujer pecadora. Desde entonces, la Iglesia católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta arrepentida. Sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para muchos católicos.

En 1988, el papa Juan Pablo II en la carta Mulieris Dignitatem se refirió a María Magdalena como la "apóstol de los apóstoles"  y señaló que en "la prueba más difícil de fe y fidelidad" de los cristianos, la Crucifixión, "las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles".

El 10 de junio de 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto por el cual se eleva la celebración de Santa María Magdalena al grado de fiesta en el Calendario romano general, por expreso deseo del papa Francisco. Arthur Roche señaló en su artículo en el L’Osservatore Romano titulado Apostolorum apostola que la decisión se enmarca en el contexto eclesial actual a favor de una reflexión más profunda sobre la dignidad de la mujer, la nueva evangelización y la grandeza de la misericordia divina. El propio Roche señaló que «es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de fiesta dado a la celebración de los apóstoles en el Calendario Romano General y que resalte la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo para toda mujer en la Iglesia».

María Magdalena y otras santas católicas

María Magdalena fue fuente de inspiración para dos de las místicas y doctoras de la Iglesia más importantes en el catolicismo: Santa Teresa de Ávila, quien refirió haber recibido ayuda espiritual de la Magdalena y santa Teresa del Niño Jesús, quién admiraba este amor tan profundo relatado en el Evangelio en el cual María Magdalena piensa en servir a quien ama; así, Teresa decidió dedicar su vida a quién más amaba: Jesús de Nazaret. En 1894 escribió: «Jesús nos ha defendido en la persona de María Magdalena».

Teorías contemporáneas acerca de María Magdalena

Sobre su relación con Jesús

Magdalena penitente, por Francesco Hayez.

Algunos autores recientes han puesto en circulación una hipótesis según la cual María Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental, de Jesús de Nazaret, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista que habría sido cuidadosamente ocultada por la Iglesia católica. Estas ideas fueron desarrolladas primero en algunos libros de pseudohistoria, como El enigma sagrado; «The Holy Blood and the Holy Grail», 1982, de Michael Baigent, Richard Leigh, Henry Lincoln; y La revelación de los templarios; «The Templar Revelation», 1997, de Lynn Picknett y Clive Princey. En estos libros se mencionaba además una hipotética dinastía fruto de la unión entre Jesús de Nazaret y María Magdalena. Posteriormente estas ideas han sido aprovechadas por varios autores de ficción como Peter Berlingen Los hijos del Grial  y Dan Brown en El código Da Vinci, 2003), entre otros.

Los partidarios de esta idea se apoyan en tres argumentos:

María Magdalena, de Giovanni Girolamo Savoldo.

1. En varios textos gnósticos, como el Evangelio de Felipe, se muestra que Jesús tenía con María Magdalena una relación de mayor cercanía que con el resto de sus discípulos, incluidos los apóstoles. En concreto, el Evangelio de Felipe habla de María Magdalena como «compañera» de Jesús. Sin embargo, su autor usa el término copto hotre, que puede servir tanto para una unión sexual como para una simple acompañante. También en el mismo Evangelio y en el Segundo Apocalipsis de Santiago se menciona que Jesús la besaba en la boca. Sin embargo, el ósculo o beso santo era para los gnósticos el inicio de un acto donde se recibía una revelación. 

2. En los evangelios canónicos María Magdalena es (excluyendo a la madre de Jesús) la mujer que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús. Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús podría sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales. Pero esta deducción es considerada por los estudiosos como fantasiosa. 

3. Otro argumento que esgrimen los defensores de la teoría del matrimonio entre Jesús y María Magdalena es que en la Palestina de la época era raro que un varón judío de la edad de Jesús -unos treinta años-, permaneciese soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino, ya que eso hubiese ido en contra del mandamiento divino «Creced y multiplicaos». No obstante, el judaísmo que profesó Jesús era muy distinto del actual, y el papel del rabino no estaba todavía bien definido. Solo después de la destrucción del Segundo Templo, en 70, el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades judías. 

Antes de Jesús, está atestiguada la existencia de maestros religiosos solteros, como el profeta Jeremías y, ya en el siglo I a. C., se dieron muchísimos casos entre los esenios. También Juan el Bautista fue soltero, según todos los indicios. Más adelante, algunos primeros cristianos, como Pablo de Tarso, serían también predicadores célibes.

Magdalena penitente.

Sin embargo, no existe ningún pasaje ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos, que permita afirmar que María de Magdala fue la esposa de Jesús de Nazaret. Para la mayoría de los estudiosos del Jesús histórico es una posibilidad que ni siquiera merece ser tomada en serio; entre ellos destaca Bart Ehrman quien concluye que la evidencia histórica no dice nada, «ciertamente nada que indique que Jesús y María (Magdalena) tuvieron una relación sexual de ninguna naturaleza». Ehrman señala que la pregunta que la gente le formula con mayor frecuencia es si María Magdalena y Jesús se casaron. Su respuesta es: «No es verdad que los rollos del Mar Muerto contengan Evangelios que hablen de María (Magdalena) y Jesús. [...] No es verdad que un casamiento de María (Magdalena) y Jesús se discuta repetidamente en los Evangelios que no entraron en el Nuevo Testamento (el canon). De hecho, no se discute nunca ni se menciona siquiera una vez. [...] No es verdad que el Evangelio de Felipe llame a María la esposa de Jesús». Regino Cortes también concluye la inexistencia de tal relación marital como un error desde el punto de vista bíblico y una irrealidad desde un punto de vista fáctico. Otro biblista contemporáneo de primer orden,  Raymond Edward Brown, ironizó al respecto:

A veces los biblistas que se dedican a buscar cualquiera de las obras que hasta el momento se dan por perdidas, o a publicarlas, no se ven libres del sensacionalismo; y, por supuesto, aunque no colaboren con ella, la prensa disfruta con el sensacionalismo. Si se me permite generalizar, con una cierta dosis de cinismo, los lectores que no tienen interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que ¡Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India a vivir tranquilamente!”

Sobre la autoría del Cuarto Evangelio

Ramón K. Jusino propuso la teoría de que María Magdalena pudo ser el «discípulo a quien amaba Jesús» que se presenta como autor del Evangelio de Juan y que es tradicionalmente identificado con el apóstol Juan. Jusino se basó en el hecho de que en varios textos apócrifos, como los citados más arriba, se dice que hubo una relación de especial cercanía entre Jesús y María Magdalena. Raymond E. Brown hipotetizó que el Evangelio de Juan recogería la tradición de una comunidad a la que él denominó comunidad joánica o juánica. Según Jusino, esa comunidad podría remontarse al testimonio de María Magdalena como testigo ocular de Jesús. Esta teoría de Jusino no cuenta con la aceptación de la mayor parte de los historiadores e investigadores bíblicos.

Evangelio según san Lucas (Lc 7, 36-50)

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, y entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:

«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que que lo está tocando, pues es una pecadora».

Jesús respondió y le dijo:

-Simón, tengo algo que decirte.

El contestó:

-Dímelo, maestro.

Jesús le dijo:

«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?»

Respondió Simón y dijo:

«Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Le dijo Jesús:

«Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Y a ella le dijo:

-Han quedado perdonados tus pecados.

Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:

-¿Quién es este, que hasta perdona pecados?.

Pero él dijo a la mujer:

-Tu fe te ha salvado, vete en paz.

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Scipione PULZONE

Resumiendo

Lo cierto es que María Magdalena es la mujer que más figura en los evangelios del Nuevo Testamento, después de la madre de Jesús, y a pesar de que muy poco se cuenta sobre ella, su figura es tal vez la única representación femenina que acompañará al hijo de dios de una manera más estrecha y cercana. Suele confundírse con la mujer adúltera a la que Jesús defiende instando a quienes pretendían lapidarla a que le arrojara una piedra quien estuviera libre de toda culpa; otros llegan, como hemos visto, se atreven a negar su existencia o a confundirla con el apóstol Juan, e incluso algunos sugieren que se trata de la misma María  de Betania que aparece en otros pasajes bíblicos del Antiguo Testamento. Sea como sea, no hay una prueba fehaciente de su existencia, y ningún historiador de la época documenta las vicisitudes y tribulaciones de una tal María Magdalena. Sabemos por la Biblia que se trataba de una distinguida discípula de Jesús de Nazareth, tan cercana a éste como sus apóstoles de confianza, y que fue ella quien lo alojó cuando éste predicaba por los territorios de Galilea, y que le recibió limpiándole los pies y según se dice, Él la exorcizó de siete demonios que ésta llevaba dentro. También que fue, al parecer, testigo de la crucifixión de Cristo, y que también estaba presente al momento de su sepultura. 

Los cuatro evangelistas coinciden en que fue ella junto con otro grupo de mujeres las primeras testigos de la resurrección, y que luego corrió a comunicar la buena nueva a Pedro y a los demás apóstoles. Juan relata otra aparición posterior en la que Jesús se revela a Magdalena, y de allí en adelante se tratará de engrandecer y adornar el mito y de darle distintos desenlaces a su historia. María huiría entonces de las persecuciones contra los cristianos. Una versión cuenta que viajaría con Juan y la madre de Jesús a la isla de Éfeso; otra sugiere que su periplo por el Mar Mediterráneo fue en compañía de su hermano y que desembarcaron al sur de Francia. Esta última leyenda dice que María recorrió Marsella en una labor de evangelización, antes de retirarse a una cueva donde cumpliría durante treinta años una penitencia de arrepentimiento. 

Se dice que sus reliquias se conservan en Constantinopla desde el año 886, y otra versión dice que sus restos fueron trasladados en un relicario a un sarcófago especialmente diseñado por el papa Clemente VIII, y otras historias narran que sus restos fueron trasladados y perdidos para luego volver a ser hallados, y que su supuesta tumba también sería profanada durante la Revolución Francesa. 

Pocas referencias se tienen sobre ella. Se relaciona con la tradición del Huevo de Pascua, símbolo del Jesús que regresa del mundo de ultratumba hacia el reino de los vivos. 

Se dice que después de la Ascensión, María Magdalena visitó Roma para entrevistarse con el emperador Tiberio y comunicarle sobre el Cristo resucitado. María llevaba un huevo en su mano y el emperador en burla le dijo que su relato era tan improbable como que ese huevo que sostenía se volviera rojo de repente. El milagro se manifestó en el acto, y de ahí la tradición del huevo. 

Otra leyenda cuenta que el sagrado corazón de Cristo sería conservado en un recipiente con forma de huevo que le sería encomendado a María Magdalena para que ella velara por él.

Magdalena  fue canonizada oficialmente. Existen varios templos y monumentos erigidos en su nombre. En los últimos tiempos la iglesia ha querido desmontar esa figura de la Magdalena penitente, desligándola del personaje de la prostituta que fue defendida por Jesús, y dándole la importancia que merece dentro del círculo privilegiado de los apóstoles. En este sentido María Magdalena no tendría nada de qué arrepentirse, y por lo mismo el papa Juan Pablo II en la carta Mulieris dignitatem se refiere a ella como la “apóstol de los apóstoles”, destacando la labor y el compromiso de las mujeres que formaron  parte de la historia de Jesús, y señaló que fueron ellas quienes no flaquearon durante “la prueba más difícil de fe y fidelidad”, enfatizando que “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”. Recordamos como Pedro, a quien Jesús había nombrado bastión de su iglesia, fue el primero en salir huyendo cuando María Magdalena se mantuvo en firme. 

Su vida inspiró a la mística Santa Teresa del Niño Jesús, quien se confesaba sugestionada por ese personaje que según la biblia eligió servir a quien amaba, y así mismo ella también se entregaría con devoción a Cristo. En 1894 escribe en su diario: “Jesús nos ha defendido en la persona de María Magdalena”. También santa Teresa de Ávila expresaba su devoción por María Magdalena, de quien confesaba recibir un constante consuelo espiritual. 

Su leyenda servirá también para inspirar las más alocadas tramas, en las que ella y Jesús habrían tenido un descendiente, y otras versiones en las que la feliz pareja se instaló en la India para gozar de una historia de amor que empezaría con un novio resucitado. 

Sea como fuere, María Magdalena adquiere relevancia toda vez que constituye la presencia femenina en una religión patriarcal, varonil, machista, que relega a la mujer a ocupar un puesto secundario y de subordinación, sirviendo como ese referente de la mujer compañera, sumisa y leal, y erigiéndose de esta manera como modelo de mujer para la fe católica. 

En los evangelios apócrifos del apóstol Felipe -quien asegura que María Magdalena y Jesús se besaban en la boca-, Jesús pronunciará unas palabras con las que dejará en claro la postura de la mujer en su naciente movimiento, y el puesto especial que quiere concederle a su fiel María Magdalena: “Dijo Jesús: Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo.”

Jennifer Ristine, una investigadora estadounidense, propone, en su libro, María Magdalena. Reflexiones desde la antigua Magdala, que Magdalena era una mujer pudiente y que además financiaba algunas de las actividades de Jesús.

La hipótesis de Ristine se apoya en las riquezas que los arqueólogos con los que lleva años trabajando, han encontrado en un pequeño pueblo a orillas del Mar de Galilea, lugar en el que nació la discípula. “Existen evidencias de riqueza, los arqueólogos han dicho que probablemente este asentamiento era uno de los más ricos a orillas del Mar de Galilea. Por los negocios que existían, los mosaicos que se han descubierto y las tinajas de purificación. Viendo este lugar, que es donde ella vivió, se puede confirmar que era una mujer con dinero, no era pobre”, explica la escritora para la agencia Notimex.

Su teoría encaja con las páginas del Evangelio de San Lucas en el cual aparecen los nombres de las mujeres que aportaban dinero al trabajo de Jesús y sus discípulos. Siguiendo este fragmento bíblico, María Magdalena era una de las primeras benefactoras. “En la cultura contemporánea asociamos a una prostituta con una mujer pobre en la calle, pero ya podemos descartar esa idea aplicada a María Magdalena, porque ella ayudaba a los discípulos con sus propios recursos y con otras mujeres también”, explica Ristine.

Pero no hay pistas

En los pasajes de la Biblia no hay referencia alguna de la profesión de esta incondicional de Jesús, pero sí de las veces que ofreció su apoyo económico para costear la misión del profeta. 

La hipótesis de la prostitución que profesaba surge de la homilía 33 del Papa Gregorio, que se llevó a cabo 600 años después de la muerte de Magdalena.

Esta conjetura caló hondamente y convenció a la cultura y al arte cristiano, tanto es así, que a día de hoy es un rumor reconocido por todos, a pesar de que la Iglesia Católica no la tenga recionocida en absaoluto como prostituta oficialmente.

Sobre la relación que une a María Magdalena con Jesucristo hay un eco aún más sonoro, gracias a los “evangelios apócrifos -manuales que la Iglesia decidió no incluir en su canon- cuentan un secreto oído alguna vez por todos, y es que los primeros cristianos hablaban de que entre ellos hubo un romance.

La autora ha preferido ser precavida y en su tomo únicamente ha tocado los temas que lleva años analizando y estudiando; el nivel económico de la discípula y el rechazo de la profesión que le habían otorgado, prefiriendo no entrar en asuntos amorosos -que son más difíciles de demostrar-. En todo caso, afirma rotundamente que María Magdalena lejos de ser una mendiga y una cualquiera, se dedicaba a costearle la vida a Jesús y sus doce apóstoles.

GALERÍA

Piero di Cosimo. Santa Magdalena. 1490-95 / Perugino, c. 1500

Caravaggio. 1594-96 / Rogier van der Weyden, 1450-52. Louvre

Luca Signorelli. 1498. Gemäldegalerie / Lucas Cranach. Wallraf Richartz-Museum

Jan van Scorel, c. 1530. Rijksmuseum

Bachiacca, 1450-55. Palacio Pitti / Ambrosius Benson. 1500-1550- Groeningemuseum

La Conversión de Magdalena, o una alegoría de la Modestia y la Vanidd. Bernardino Luini, Milán, c. 1520. Museo de Arte de San Diego.

Paolo Veronese. Cristo en casa de Simón. Dieric Bouts, 1440s.

Unción de Jesús; miniatura de las Horas de Étienne Chevalier, de Jean Fouquet.

Fiesta en casa de Simón el Fariseo. Rubens

Jan Vermeer van  Delft

Vermeer y Tintoretto

Magdalena, detalle de la Crucifixión / Grünewald

Luca Signorelli

Savoldo

Giotto

Fra Angelico

Correggio

Tiziano

A. Ivanov

José de Ribera

Honoré Daumier

Maestro della Maddalena di Capodimonte

El eremita Zosimus dando un manto a Magdalena, Capilla Baja, S Francesco, Assisi


Josefa de Óbidos: María Madalena confortada pelos Anjos

José de Ribera

Llevada por los ángeles, de Lanfranco.

El Greco

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