miércoles, 19 de diciembre de 2018

PAUL ÉLUARD ● Morir de no morir


Paul-Eugène Grindel (Paul Éluard) hacia 1911. Photographe inconnu.

Eugène Grindel, el poeta conocido como Paul Éluard, nació en Saint-Denis el 14.12.1895 y falleció en Charenton-le-Pont el 18.11.1952, a los 56 años.

En 1916, eligió el nombre de Paul Éluard, del apellido de soltera de su abuela Félicie. 

Se adhirió al dadaísmo y se convirtió en uno de los más sonados representantes del surrealismo, que, a la vez, empleó como medio de expresión para su pensamiento político.


Su padre, Clément Eugène Grindel, era contable cuando nació el futuro poeta, pero en 1900, fundo una agencia inmobiliaria, en tanto que la madre, Jeanne-Marie Cousin, era costurera.

Asistió a la escuela primaria en Saint-Denis y, a partir de 1903, a la de Aulnay-sous-Bois. Pero cuando la familia se instaló en París, hacia 1908, ganó una bolsa de estudios para la escuela superior Colbert, en la que obtuvo el certificado correspondiente, en 1912. 

Después tuvo que ir a Davos, en Suiza, con su madre, a causa de su siempre delicada salud; su tratamiento resultó más prolongado de lo previsto, y tuvo que abandonar los estudios, pero conoció a una joven rusa exiliada, que también estaba enferma; –Helena Diakonova, más conocida después, como Gala-. El poeta se enamoró de ella de inmediato, y sin remedio. Para Gala escribió sus primeros poemas de amor y juntos pasaron el tiempo leyendo obras de Gérard de Nerval, Charles Baudelaire, Lautréamont y Guillaume Apollinaire, que constituyeron, en parte, los cimientos poéticos de Éluard.

Gérard de Nerval, Romántico 1808–55 /Charles Baudelaire, “Maldito” 1821-67

Lautréamont 1846/70, Surrealista/Guillaume Appollinaire, 1880-1918, Surrealista

En 1914, como es sabido, estalló “La Gran Guerra” y Éluard fue movilizado como enfermero militar, viviendo una terrible experiencia que, sin embargo, le inspiró Poèmes pour la Paix, que vería publicados en 1928.


Recién cumplidos los 21 años, se apresuró a casarse con Gala, el 21 de febrero de 1916, y el 11 de mayo de 1918, informaba a sus amigos: He asistido a la llegada al mundo, muy sencillamente, de una preciosa niña; Cécile, mi hija.


Terminada la guerra, en 1918, en medio de su gran amor por Gala, sufrió una importante crisis de valores que le hicieron poner en duda los recibidos hasta entonces. Su adhesión al movimiento Dada le ayudó en el intento de replantearse un mundo que considera absurdo, loco, y sin sentido. Poco después, su paso al surrealismo, le ayudó también a definir ciertos intentos, si no de comprensión definitiva, sí de otra forma de afrontar la existencia, en especial, frente a la locura de la guerra.

Fue su gran amigo, André Breton, quien le introdujo en los principios dadaístas, que asumió con naturalidad. Fundó la revista Proverbe, en la que se mostraba, obsesionado por los problemas del lenguaje. Al final, él y Jean Paulhan, reconstruyeron en buena parte una serie de principios válidos para hallar, definir, distinguir y separar los conceptos de belleza y fealdad, aun dentro del lenguaje poético existente, y se centraron más en el fondo, ya que disponían de las palabras. Pero, en 1920, Éluard se quedó solo, afirmando que el lenguaje podía ser un fin en sí mismo, mientras que los demás componentes del grupo poético, lo consideraban sólo un medio y quizás no muy completo.

En 1922 aseguró a Bretón, que iba a arruinar la literatura, y que ya no escribiría nunca más, pero el 24 de marzo de 1924, se embarcó en Marsella para llevar a cabo un viaje alrededor del mundo, y al día siguiente, aparecía su poemario Mourir de ne pas mourir / Morir de no morir, con una sorprendente dedicatoria:

Para simplificar,
dedico este libro a André Breton.

A principios de octubre del mismo año, estaba de vuelta en París, como si no hubiera pasado nada. Bretón escribiría posteriormente: -Me mandó una nota, diciendo que me esperaba en el café. Cyrano, ni más ni menos. Sigue siendo el mismo, sin duda. Sólo se fue de vacaciones. 

Y del mismo modo, como si nunca hubiera pensado en abandonar la creación literaria,  participó en la redacción de un panfleto titulado Un cadavre / Un cadáver, publicado por los surrealistas como reacción a los funerales oficiales que se hicieron en honor del escritor Anatole France, que había recibido el Premio Nobel de Literatura en 1921.

En adelante, todas las vivencias de Éluard parecen corresponderse plenamente con el surrealismo, si bien, se diría que él fue el único que no se vio incluido en la fama de violencia que pareció afectar al grupo, siendo asimismo, el mejor aceptado por la crítica tradicional. Se dice que adoptó como suya la idea del Conde de Lautréamont, según la cual: La poesía deber ser hecha pata todos, no para uno.

En colaboración con Benjamin Péret, escribió 150 proverbios al gusto de hoy; con André Breton, L’Inmaculée Conception, y con Breton y René Char: Ralentizar trabajos.

A partir de 1925 apoyó la revuelta marroquí, y en enero de 1927, se adhirió al partido comunista francés, al mismo tiempo que Aragón, Péret y Unik, que juntos, publicaron una especie de manifiesto, que titularon. Au grand jour. Es justamente en esta época cuando escribe y publica sus poemarios esenciales: Capitale de la douleur en 1926, y L’Amour la poésie, en 1929

Entre tanto, en 1928, su enfermedad, que no remitía, le obligó a volver al sanatorio, en esta ocasión, también en compañía de Gala, junto a la cual, pasó el invierno. Aunque para entonces, Gala, que ya era amante de Max Ernst, conoció a Salvador Dalí del que se enamoró de forma inmediata e implacable, abandonando, acto seguido a Éluard y a su hija Cécile, para irse a vivir con el pintor.


Tu cabello se desliza en el abismo que justifica nuestro alejamiento. 

Sin embargo, y a pesar del dolor que le causó el alejamiento de su musa, Éluard no tardó en conocer a una artista alsaciana del music-hall, llamada María Benz, más conocida como Nusch, con la que se casó en 1934.


A pesar de que, al parecer nunca supo, o no pudo, o no quiso, cerrar el vacío que le dejó la ausencia de Gala, el tiempo transcurrido entre 1931 y 1935, se convirtió en la época más feliz y serena de su vida. Nusch fue para él compañera y cómplice. Nusch es descrita como sensual, valerosa, sensible y fiel.

En 1931, Éluard firmó un manifiesto contra la Exposición Colonial organizada en París; y aunque, para entonces, ya había sido expulsado del partido comunista, mantuvo sus planteamientos revolucionarios de forma independiente, no sujeta a ninguna disciplina de partido.

Después viajó por la Europa sometida a regímenes no democráticos. En marzo de 1935, con André Breton, fue a Checoslovaquia, en cuya capital, Praga, le recibieron calurosamente. Hungría los saludó como los dos poetas más grandes de la Francia Contemporánea y el año siguiente, el bombardeo de Guernica, le inspiró el poema Victoire de Guernica. Durante el transcurso de la guerra en España, Éluard pasó mucho tiempo con Picasso:

Tienes fuego entre los dedos y pintas como un incendio.

Desacuerdos políticos y literarios, provocaron finalmente la ruptura entre Éluard y el grupo surrealista organizado en torno a Bretón, en 1938.

En septiembre de 1939, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, fue movilizado, de nuevo en la intendencia. Después se instaló con Nusch en París, y finalmente, ambos convivieron con unos amigos, cerca de Vézelay.

Los veintiún versos del poema Liberté, publicados en el primer número de la revista Choix, fueron lanzados en miles de hojas, sobre Francia, por la aviación inglesa y en 1944, Francis Polenc, puso música a aquellos versos.

En 1943, él, Pierre Seghers y Jean Lescure, reunieron textos de muchos poetas de la resistencia y publicaron un libro que provocó gran controversia, titulado, L’Honneur des poètes. Todos los poemas cantaban a la esperanza y a la libertad, constituyéndose en la primera antología en la que Éluard mostraba su voluntad de apertura y entendimiento. 

En noviembre de 1943, tuvo que refugiarse con Nusch, en el Hospital siquiátrico de Saint-Alban –hoy considerado como la cuna de la psicoterapia-, donde se ocultaban numerosos judíos y resistentes. Éluard quedó impresionado por las obras de algunos de los pacientes, singularmente, por las de Auguste Forestier, de las que llevó algunos modelos a París, para mostrárselos a Picasso, Queneau y Dubuffet, que dieron fama a aquel llamado Art brut.

Después de la liberación, fue celebrado, con Luis Aragón, como “gran poeta de la Resistencia”. A partir de entonces, realizó numerosas giras y conferencias, pero el 28 de noviembre de 1946, encontrándose en Suiza, recibió una terrible llamada telefónica, que le anunciaba la muerte súbita de Nusch:

Veintiocho de noviembre de mil novecientos cuarenta y seis
No velaremos juntos.
Llegó el día
Excesivo: el tiempo se desborda.
Mi amor, tan ligero, asume el peso de un suplicio.

Su íntima amistad con la pareja compuesta por Jacqueline y Alain Trutat, le devolvió poco a poco le dur désir de durer – el penoso deseo de permanecer, y le ayudó a crear su poemario De l’horizon de tous, Del horizonte de todos, con el que empezó a rehacer el camino que debía llevarle del sufrimiento, a la esperanza recuperada. Su lucha en compañía de Nusch, proseguía después de la desaparición de esta: 

Tú, a quien amo para siempre tú que me has inventado
Cantabas soñando con la felicidad en la tierra
Soñabas con ser libre y yo te perpetúo.

Desde abril de 1948 participó en diversos congresos en favor de la paz, en Polonia, París, Grecia, Budapest –donde conoció a Pablo Neruda-; y México, donde, finalmente, conoció, a Dominique Lemort, con la que volvió a Francia, y con la que se casó en 1951. Su poemario Le Phénix, canta la alegría recuperada.

A principios de 1952, pronunció en Ginebra una conferencia sobre La Poésie de circonstance. El 25 de febrero, celebró en Moscú el 150º aniversario de Víctor Hugo (1802-1855) y el 18 de noviembre, por la mañana, fallecía en su casa de Charenton-le-Pont. Su entierro tuvo lugar el día 22 en el cementerio parisino Père-Lachaise.
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CÉCILE ÉLUARD


Gala Ivanovna Diakonova, Gala, nunca parece haber valorado especialmente su condición de madre. 

De acuerdo con la información publicada por el diario “El País”, en agosto de 2017, cuando estaba a punto de morir, su hija, Cécile Éluard, fue a visitarla a Portlligat y el personal de servicio no la dejó pasar. La señora no quería verla, le advirtieron, así que Cécile tuvo que regresar a Francia sin despedirse de ella. Pese al paso de las décadas, a los 97 años Cécile aún tenía clara su opinión sobre su progenitora. “Gala era dura. Dura e inflexible. Nos chocamos contra un muro. Es eso. Estaba en ella. Era su naturaleza”, resumió con voz profunda y temblorosa Cécile.


Cécile, apenas concedió entrevistas a lo largo de su vida. En 2015 recibió algunas de las cartas de su padre, antes de ser publicadas por E. Bofill.

Cécile Éluard en una de sus últimas fotografías. Joan Bofill

“Fuimos trabando una amistad y descubrí que la vida de Cécile tenía que reivindicarse. Uno de sus tres hijos, Claire, me dijo: Tiene que ser cuanto antes porque mi madre está empezando a perder la memoria”, relata Bofill. El resultado es una grabación de cinco horas íntima y natural en la que los hijos de Cécile también ejercen de entrevistadores. La descendiente de Gala falleció meses después, el 10 de agosto de 2016.

El director tuvo acceso a fotografías y cartas inéditas, entre ellas las cariñosas misivas que Gala envió a su hija “prácticamente durante toda su vida”, remarca Bofill, lo que complicaría la teoría de que en verdad la repudió. Claire, hija de Cécile, opina que probablemente Gala ya estaba en coma y que fue su entorno quien ordenó no dejar a Cécile despedirse de su madre. “Es muy poco probable que Dalí hubiese dicho esto nunca. Ella siempre tuvo una muy buena relación con Dalí. Era simpático e intentaba agradar a Cécile, me explicó ella. Solo se llevaban 14 años”, opina Bofill.

Cécile creció en una casa en la que, además de sus padres, también vivía Max Ernst, con quien Gala y Paul Éluard mantenían un triángulo amoroso. De niña, Cécile correteaba alrededor del director de cine Luis Buñuel y los artistas y poetas Marcel Duchamp, André Breton o René Magritte. A finales de la década de 1920 Salvador Dalí invitó al matrimonio —y a Cécile— a Cadaqués junto a un grupo de amigos que había conocido en París. Tras ese verano Gala abandonó a su marido y a Cécile y se quedó en Portlligat con Dalí, su pareja para el resto de su vida. A partir de entonces la abuela paterna educó a la niña, que estudió en internados. “Al principio Dalí y Gala vivieron en una barraca de pescadores. La casa de entonces no tenía nada que ver con la que conocemos hoy día. En cambio, la familia de Éluard tenía recursos”, dice Bofill.

Gala la dejó fuera del testamento y Dominique, la última esposa Éluard, consiguió que renunciase a la herencia del poeta. Cuando murió Gala, Cécile llegó a un pacto con el Gobierno español. “Nunca le importó el dinero realmente, simplemente trató de reivindicarse. Cécile, por desgracia, siempre estorbó a su entorno. Ella solo quería vivir en paz”, reflexiona Bofill.

Cécile, que se casó cuatro veces, nunca entendió el interés que despertaba por haber vivido junto a los mejores artistas del siglo XX. “¿Mi vida? Mi vida es muy ordinaria”, le gustaba repetir.
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LAS CARTAS DE ÉLUARD

En 1982, tras la muerte de Gala, las personas encargadas del cuidado de un Dalí a punto de fallecer, trataron de llegar a un acuerdo con Cécile, absolutamente enfadada ante la idea de que su madre había querido desheredarla, pero llegaron a un acuerdo que pretendía evitar posteriores problemas de herencia, tras la muerte del pintor.

Cécile Éluard recibió un retrato que el pintor había hecho de Éluard; un dibujo original de Giorgio de Chirico y un grabado de Picasso. En el lote había 18 cartas de Gala, que se publicaron en 1986 -el poeta había destruido la mayoría de las de Gala a raíz de su separación-, que se publicaron dos años después. 

El conjunto cuenta con un total de 266 cartas íntimas y postales, escritas entre 1924 y 1948, cuatro años antes del fallecimiento del poeta, que en ellas aparece como el hombre enamorado que era, desde la primera, del 12 de mayo de 1924, hasta a la última.

Eres mi único amor, jamás he amado a otra. No puedo amar a ninguna otra.

En cuanto a la historia de Gala anterior a su encuentro con Éluard, es prácticamente desconocida. 

Sólo se sabe que perdió a su padre siendo muy pequeña, y que su madre se volvió a casar, siendo su padrastro quien la animó a estudiar.

La tuberculosis la llevó al sanatorio suizo de Clavadel, donde, como sabemos, conoció al entonces llamado Eugène Grindel, con el que muy pronto se casó en París, convirtiéndose en la madre de Cécile.

29 de mayo de 1927: Mi bella, mi adorada, tu ausencia me mata. Todo está vacío, solo tengo tus vestidos para besar. Echo de menos tu cuerpo, tus ojos, tu boca, toda tu presencia. Eres la única, te amo desde toda la eternidad. Todas las desdichas que he sufrido no son nada. Mi amor, nuestro amor las abrasa. 

En el verano de 1929, Gala viajó a España con Éluard y su hija, además de otros amigos y compañeros surrealistas: los esperaba Salvador Dalí en Cadaqués. Dalí se enamoró inmediatamente de Gala y ella lo dejó todo, por el pintor que se convertiría en su compañero hasta la muerte.

Al parecer, Éluard mantuvo algún tiempo la esperanza de que Gala volviera con él:

4 de febrero de 1930: Gala, si se me ocurre pensar que todo puede haber terminado entre nosotros, soy en verdad como un condenado a muerte, y a qué muerte. Mi niña pequeña, ¿cuándo volverás? Ahora estoy bien. Pero escríbeme. Te cubro de besos.

¡Me daban ganas de irte a buscar a Barcelona! Ten la seguridad de que te amo, de que te deseo todo cuanto tú desees. Pienso en ti incesantemente, cada minuto. (...) 

Las últimas cartas revelan los problemas financieros que tuvo Éluard, frente al éxito económico que Dalí: 

Febrero de 1948: Este invierno la vida ha vuelto a ponerse muy difícil. El billete de 1.000 F tiende a convertirse en unidad de moneda. Su marido [se refiere al de su hija Cécile] ya no gana nada, nadie compra. Yo le doy desde hace mucho 10.000 frs. al mes, pero eso no es ni mucho menos suficiente. La hija cuesta dinero. Todo es muy difícil. Ya nadie me paga, y vivo cada vez más solo. Y encima nieva y hace mucho frío. Para calentar mis 4 habitaciones no tengo más que una miserable estufa de leña, y hacerme la comida es un problema. Tus paquetes nos ayudaban mucho. Pero ya no recibimos. Entiéndeme bien. No quisiera que te preocuparas, pero sobre todo Cécile está angustiada. (...) Cree que ya no la quieres y que no volverá a verte. Aunque es una mujer bastante dura, llora cada vez que habla de ti».

Gala, mi hermana, mi amiga, mi amante

Jacques Lacan, Cécile Éluard, Reverdy, Louise Leiris, Zanie Aubier, Picasso, Valentine Hugo, Simone de Beauvoir, Sartre, Camus, y otros dos personajes.
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CAPITAL DEL DOLOR

Su título original, fue, L’Art d’être malhereux-El Arte de ser infeliz, pero cuando corregía las pruebas, Éluard pensó que el título Capital del dolor, resultaba mucho más expresivo, precisamente, a causa, precisamente, de su ambigüedad, capaz de referirse a la vez a muy diversos aspectos.

Se trata de un conjunto de unos cien poemas, dividido en cuatro apartados:

-Répétitions: 35 poemas.

-Mourir de ne pas mourir: un título inspirado en Santa Teresa de Ávila: que muero porque no muero.

-Les petits justes: 11 poemas.

-Nouveaux poèmes, de los cuales, algunos proceden de poemarios anteriores, con ligeras modificaciones.

De acuerdo con las explicaciones que Éluard dio a Jacques Doucet, el conjunto fue creado entre 1914 y 1926, reuniendo poemas antiguos con otros más recientes, que no presentan una unidad formal; hay versos muy regulares, juntos a otros muy libres, y buena parte del texto está escrito en prosa. Éluard describe dos períodos similares en dos fases diferentes de su vida, y la ambigüedad del título, le pareció que era, precisamente, lo que daba coherencia al contenido.

El gran actor Gérard Philipe lee poemas de Paul Eluard junto a Pierre Seghers. 
Paris 1955

La Capital podría ser París, donde vivía el poeta, pero donde también vivía Gala, que tanto le hacía sufrir por entonces, pero puede entenderse asimismo, capital, como un superlativo del sufrimiento, aunque, aun así, mantenga para el lector, cierto carácter enigmático, ya que también contiene cantos de alegría y amor en plenitud. Hay, por supuesto, días nostálgicos, incluso muy tristes; días de lluvia y malestar, pero nunca de pérdida del optimismo que pervive por encima y a pesar de la soledad y la tristeza.


Capital del dolor
Morir de no morir (1924)
Muero… 

Para simplificar,
Dedico este libro
a André Bretón 
P. E.
La igualdad de los sexos
Tus ojos han vuelto de un país arbitrario
Donde nunca nadie supo lo que era una mirada
Ni conoció la belleza de los ojos, belleza de piedras,
De gotas de agua, de perlas escondidas.

De piedras desnudas sin esqueleto, ¡’oh, estatua mía!
El sol cegar te sirve de espejo
Y si parece obedecer al poder de la tarde
Es que mi cabeza está cerrada, ¡oh, estatua abatida!

Por mi amor y mis trampas de salvaje.
Mi inmóvil deseo es tu último apoyo
Y te gano si lucha, ¡oh, imagen mía!
Rendida a mi debilidad y presa entre mis lazos.

Al corazón de mi amor
Un bello pájaro me muestra la luz
Ella está en sus ojos, muy a la vista.
Canta en una bolita de muérdago
En el centro del sol.

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Los ojos de animales cantores
Y su canto de cólera o aburrimiento
Me han prohibido salir de esta cama
Y aquí pasaré la vida.

El amanecer en los países sin gracia
Tiene la apariencia del olvido.
Y que una mujer emocionada se duerma al alba,
Primera cabeza, ilumina su caída.

Constelaciones.
Conocéis la forma de cabeza 
Aquí, todo se ha oscurecido:
El paisaje se completa, sangre en las mejillas 
Las masas disminuyen y fluyen en mi corazón
Con el sueño.
¿Quién, entonces, quiere cogerme el corazón?

• • •

Nunca había soñado una noche tan bella.
Las mujeres del jardín intentan besarme- 
Soportes del cielo, los árboles quietos
Abrazan la sombra que los mantiene. 

Una mujer de pálido corazón
Ha puesto la noche en su vestido.
El amor ha descubierto la noche
En sus senos impalpables.

¿Cómo obtener placer en todo?
O más bien borrarlo todo.
El hombre de todos los movimientos,
De todos los sacrificios y de todas las conquistas
Duerme, duerme, duerme, duerme.
Araña con sus suspiros la noche minúscula, invisible.

No tiene frío ni calor.
Su prisionero ha escapado -para dormir.
No está muerto, duerme.

Cuando se durmió
Todo le sorprendía,
Jugaba con audacia,
Miraba,
Oía.

Su última palabra:
«Si volviera a empezar, te encontraría sin buscarte.”
Duerme, duerme, duerme.
El alba tiene a bien levantar la cabeza,
Él duerme.

Para caer en la trampa
Es un restaurante como los demás. ¿Hay que creer que yo no me parezco a nadie? Una mujer alta, a mi lado, bate huevos con los dedos. Un viajero deja su ropa en una mesa y me mantiene la mirada. Se equivoca, no conozco ningún misterio, ni siquiera conozco el significado de la palabra: misterio, nunca he buscado nada, no he encontrado nada, se confunde insistiendo.

La tormenta que, por momentos, sale de la bruma me envuelve los ojos y los hombros. El espacio tiene entones puertas y ventanas. El viajero declara que ya no soy el mismo. ¡Ya no soy el mismo! Recojo los escombros de todas mis maravillas. Es la mujer alta la que me ha dicho que eran los restos de maravillas, estos escombros. Los tiro a los arroyos vivos y llenos de pájaros. El mar, el mar tranquilo está entre ellos como en cielo en la luz. Los colores también, si me hablan de colores, ya no miro. Háblenme de formas, necesito inquietud.

Mujer alta, háblame de formas, o me duermo y me entrego a la gran vida, con las manos sujetas a la cabeza y la cabeza en la boca, en la boca bien cerrada, lenguaje interior.

La enamorada
Está erguida en mis párpados
Su cabello entre los míos,
Tiene la forma de mis manos,
Tiene el color de mis ojos,
Se sumerge en mi sombra
Como una piedra en el cielo.

Ella siempre tiene los ojos abiertos
No me deja dormir.
Sus sueños a plena luz
Hacen evaporar los soles,
Me hacen reír, llorar y reír, 

Me hace hablar sin tener nada que decir.

El sordo y el ciego
Ganaremos el mar con campanas
En los bolsillos, con el sonido del mar
En el mar, o bien seremos los portadores
De un agua más pura y silenciosa.

Cuando el agua se frota las manos, afila cuchillos.
Los guerreros hallaron sus armas entre las olas
Y el sonido de sus golpes se parece
Al de las rocas destrozando barcos por la noche.

Es la tempestad y el trueno. Por qué no el silencio
Del diluvio, tenemos en nosotros todo el espacio soñado
Por el más grande silencio y respiraremos
Como el viento de terribles mares, como el viento

Que se desliza despacio en todos los horizontes.

La costumbre
Todas mis amiguitas son jorobadas:
Quieren a su madre.
Todos mis animales son obligatorios,
Tienen pies de mueble.
Y manos de ventana.
El viento se deforma
Necesita un traje a medida,
Desmesurado.
He aquí por qué
Digo la verdad sin decirla.

EN EL BAILE
Mesita infantil,
hay mujeres cuyos ojos son como trocitos de azúcar,
hay mujeres serias como actos de amor que no distinguimos,
hay mujeres de cara pálida,
otras como el cielo en la víspera del viento.
Mesita dorada de días de fiesta,
Hay mujeres de madera verde y oscura
Las que lloran,
De madera oscura y verde:
Las que ríen.
Vestidos secos
Mesita demasiado baja o demasiado alta.
hay mujeres gruesas
con sombras ligeras,
vestidos secos,
vestidos que se llevan en casa porque el amor nunca los hace salir.

Mesita,
No me gustan las mesas en las que bailo, 
No lo sospechaba.

El juego de la construcción
A Raymond Roussel.
El hombre huye, el caballo cae,
La puerta no se puede abrir,
El pájaro calla, cavad su tumba,
El silencio le hace morir.

Una mariposa en una rama
Espera, paciente, el invierno,
Su corazón es pesado, la rama se inclina,
La rama se pliega como un gusano.

¿Por qué llorar por la flor seca?
Y ¿Por qué llorar las lilas?
¿Por qué llorar la rosa ámbar?

¿Por qué llorar un pensamiento tierno?
¿Por qué buscar la flor escondida
 Si no hay recompensa?
Pues, por esto, éso y aquello.

Entre otras
A la sombra de los árboles
Como en el tiempo de los milagros,

En medio de los hombres
Como la mujer más bella

Sin lamentos, sin timidez,
He abandonado el mundo.

-¿Qué te pasa?

-Una mujer joven, alta y hermosa
Con un vestido negro muy escotado.

Giorgio de Chirico

Una pared delata a otra pared
Y la sombra me defiende de mi perezosa sombra.
¡Oh, torre de mi amor alrededor de mi amor!,
Todas las paredes se hacen blancas en torno a mi silencio.

Pero tú, ¿que defendías tú? Cielo puro e insensible
Me abrigabas temblando. La luz en relieve
Sobre un cielo que ya no es espejo del sol,
Estrellas del día entre las hojas verdes,
Recuerdo de los que hablaban sin saber,
Dueños de mi debilidad y ahora estoy en su sitio
Con ojos de amor y manos demasiado fieles
Para despoblar un mundo del que estoy ausente.

Boca gastada
La risa en su botella
En la boca reía la muerte
En todos los lechos en los que se duerme
El cielo se adormece bajo todos los cuerpos.

Un lazo verde claro en la oreja
Tres joyas una sortija de oro
Lss lleva sin esfuerzo
Una sombra parecida a las luces.

Estrellita de vapores
Ocaso de mares sin viajeros
Mares que revuelve un cielo cruel.

Delicias que se llevan en la mano
Polvo más suave finalmente
Ramas perdidas bajo el moho

En el cilindro de las tribulaciones
Aunque el mundo me lleve, tendré recuerdos.

Treinta muchachas de cuerpo opaco, treinta muchachas divinizadas por la imaginación, se acercan al hombre que descansa en el pequeño valle de la locura.

El hombre en cuestión, juega con fervor. Juega contra sí mismo y gana. Las treinta muchachas pronto tienen bastante. Las caricias del juego no son las del amor y el espectáculo no es tan encantador, seductor, agradable.

Hablo de treinta muchachas de cuerpo opaco y de un jugador feliz. También hay en la ciudad, lana y plumas, un pájaro en el lomo de un cordero. El cordero, en las fábulas, lleva al pájaro al paraíso.

Hay también siglos personificados, la grandeza de los siglos presentes, el vértigo de los añis prohibidos y los frutos perdidos.

Que me lleven los recuerdos y tendré los ojos tan abiertos como el mundo.

Denise disait aux merveilles
El ocaso recogía golondrina. Los búhos
Compartían el sol y pesaban en la tierra
Como los pasos que nunca dejó un solitario
Más pálido que la vida durmiendo de pie.

La tarde ponía armas blancas sobre nuestras cabezas.
El valor quemaba a las mujeres ante nosotros.
Lloraban, gritaban como los animales,
Los hombres, inquietos, se pusieron de rodillas.

Esa tarde, un nada, una golondrina que pasa,
Un poco de viento, hojas que ya no caen,
Un hermoso detalle, un sortilegio sin virtudes
Para una mirada que nunca envolvió el espacio.

La bendición
A la aventura, en barco, hacia el norte.
En la trompeta de los pájaros
Los peces en su elemento.

El hombre que talla su corona
Enciende un brasero en la campana,
Un buen brasero nido de hormigas.

Y el guerrero de hierro
El que hace girar el asador
Aprende amor y música.

La maldición
Un águila sobre una roca, contempla el horizonte feliz. Un águila defiende el movimiento de las esferas. Suaves colores de la caridad, tristeza, luces sobre árboles desnudos, lirio como estrella de araña, los hombres que bajo todos los cielos se reúnen son tan animales en la tierra como en el cielo. Y el que lleva un cuchillo por las hierbas altas. En los árboles de mis ojos, de mi pelo, tachonado de azur, sobre flores de cuatro colores.

Silencio del Evangelio
Dormimos con ángeles rojos que nos muestran el desierto sin minúsculas y sin suaves despertares desolados. Dormimos. Un ala nos rompe, evasión, tenemos las ruedas más viejas que las plumas que se vuelan, perdidas, para explorar los cementerios de la lentitud, la única lujuria.

La botella que envolvemos con vendas de nuestras heridas no resiste ningún deseo. Tomemos los corazones, los cerebros, los músculos de la furia, tomemos las flores invisibles de pálidas muchachas y de niños atados, tomemos la mano de la memoria, cerremos los ojos del recuerdo, una teoría de árboles liberados por los ladrones nos golpea y nos divide, todos los fragmentos son buenos. ¿Quién volverá a reunirlos: el terror, el sufrimiento, el desagrado?

Durmamos, hermanos. El inexplicable capítulo se ha vuelto ahora incomprensible. Pasan gigantes exhalando quejas terribles, lamentos de gigante, plantas como el alba quieren crecer, el alba que ya no puede quejarse, después del tiempo, hermanos, después del tiempo.

Sin rencor
Lágrimas en los ojos, desgracias de los desgraciados
Desgracias sin interés y lágrimas sin colores.
No pide nada, no es insensible,
Está triste preso y triste si está libre.

Hizo un tiempo triste, hay una noche negra
No dejar a un ciego fuera. Los fuertes
Están sentados, los débiles tienen el poder
Y el rey está de pie al lado de la reina sentada.

Sonrisas y suspiros, las injurias se pudren
En la boca de los mudos y en los ojos de los cobardes.
¡No toméis nada; eso quema, arde!
Vuestras manos están hechas para vuestros bolsillos y vuestras frentes.

Una sombra…
Todo el infortunio del mundo
Y mi amor encima
Como una animal desnudo.

La que no tiene la palabra
Las hojas de color en los árboles nocturnos
Y la verde y azul liana que une el cielo con los árboles,
El viento con su gran rostro
Les perdona. Avalancha, a través de su cabeza transparente
La luz, nublada de insectos, vibra y muere.

Milagro desnudo, desmoronamiento, ruptura
Por un solo ser.

La más bella desconocida
Agoniza eternamente.

Estrellas de su corazón en los ojos de todo el mundo.

Desnudez de la verdad
“Lo sé bien”
La desesperación no tiene alas,
El amor tampoco,
Ni cara,
No hablan,
Yo no me muevo,
No los miro,
No les hablo,
Pero estoy tan vivo como mi amor y mi desesperación.

Perspectiva
Un millar de salvajes
Se disponen a combatir,
Tienen armas,
Tienen su corazón, gran corazón,
Y se alinean con lentitud
Ante un millar de árboles verdes
Que, sin que lo parezca,
Todavía se aferran a su follaje.

Tu fe
¿Soy algo más que tu fuerza?
Tu fuerza en tus brazos,
Tu cabeza en tus brazos,
Tu fuerza en el cielo desordenado,
Tu cabeza lamentable,
Tu cabeza que llevo.
Ya no jugarás conmigo,
Heroína perdida,
Mi fuerza vive en tus brazos.

Mascha sonreía a los ángeles
La hora que tiembla en el fondo del tiempo confuso

Un bello pájaro ligero más vivo que una polvareda
Arrastra en un espejo un cadáver sin cabeza
Bolas de fuego del sol ablandan sus alas
Y el aire de su vuelo enloquece a la luz.

El mejor ha sido descubierto lejos de aquí.
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