viernes, 31 de marzo de 2017

El Greco · San Mauricio y la Legión Tebana


Juan Fernández de Navarrete. Autorretrato

Logroño, 1526 - Toledo, 28 de marzo de 1579
Conocido como Navarrete el Mudo.

De él escribió Antonio Palomino:

Nació mudo y sordo, mas a esto le acompañaba una gran viveza e ingenio. Pasó a Roma, Florencia, Venecia, Milán y Nápoles. Estuvo en la Escuela del Ticiano mucho tiempo, y en la de otros eminentes hombres de aquella Era. hizo ocho Quadros grandes, que están ahora en el Claustro alto del Escorial, entre los quales hay uno, de la Degollación de Santiago, donde retrató á Santoyo, en la figura del Verdugo, con el cual estaba mal el Mudo: y como Santoyo era Secretario del Rey, quejóse, suplicandole mandase á el Mudo, que le borrasse; de lo qual se escusó el Rey; y asi se quedó. 


Visitábale su Magestad, en su Oficina en el Escorial frequentemente ; y dixo que los que venían de pintar de Italia, á el Escorial, no igualaban con las obras que dexó de su mano el Mudo. lo ultimo y lo mejor que hizo el Mudo, fué un Quadro, del Recibimiento de Abraham á los tres Angeles; que está en dicho Monasterio, en el primer Recibo de la Porteria, al salir al Claustro.


Lope de Vega Carpio, le hizo el siguiente Epigrama 

El Mudo insigne, muerto conocido, 
(Deschida [sic] que las Artes han tenido,) 
Y que oponer España á Italia pudo. 
Ningún rostro pintó, que fuesse mudo. 
Hasta la Embidia habló: mas era cierto,
Que también él habló, después de Muerto. 

Murió en el Escoria!, por los años 1572. de poco mas de 40 de su edad.

En realidad no era mudo de nacimiento y murió en 1579, a los 53 años.

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Como queda dicho, Felipe II admiraba el arte de Navarrete, pero el artista murió demasiado pronto, dejando su obra inacabada y un gran vacío en las expectativas pictóricas del monarca, que tenía previsto encargarle, para El Escorial, una pintura que representara a Mauricio, el santo legionario de Tebas, que era además, el patrón de la Orden del Toisón de Oro, y de su propia familia por la rama Habsburgo. Durante la Edad Media, San Mauricio fue hecho patrono del Sacro Imperio Romano-Germánico, de la Casa de Borgoña y de la Casa de Austria, de donde llegaba por varias vías su protección a Felipe II de España.

Sobre San Mauricio y la Legión Tebana existe documentación desde el siglo V hasta el siglo XIX, pero destacan las versiones: Passio Acaunensium martyrum del obispo Euquerio de Lyon de 440 y, por supuesto, de Jacobo de la Vorágine, en la Leyenda Aurea, del siglo XIII.

Según la leyenda cristiana, San Mauricio era uno de los oficiales que mandaban la Legión Tebana, del Alto Egipto, cuyos componentes serían todos cristianos. La Legión Tebana fue enviada a la Galia para combatir en apoyo del emperador Maximiano Hercúleo (285-305). 

Tras cruzar los Alpes, presumiblemente por el paso del Gran San Bernardo, acamparían en Acaunum o Agaune, hoy Saint-Maurice, en el cantón suizo de Valais. El emperador ordenaría la ejecución de todos sus componentes –entre 6600 y 6666-, después de diezmarlos dos veces; bien por negarse a ofrecer sacrificios a las divinidades romanas antes de la batalla, o bien, como relata Euquerio, por negarse a atacar a otros cristianos.

Era el año 303 y los oficiales al mando eran, Mauricio, Exuperio y Cándido.

La Columna de Trajano, en Roma, explica detalladamente la actividad de una Legión Romana, en este caso, destacada en Dacia, actual Rumanía.

Posteriormente –entre 381 y 393, el obispo de Octodurus de Martigny, Suiza, tuvo la revelación de que en Acaunum, yacían los restos de unos soldados cristianos de Tebas, ejecutados por el emperador Maximiano. Mandó excavar en el lugar y los encontró. Más tarde hizo construir una basílica en su honor.

Basílica de Agaune. Valais, Suiza

A España llegaron reliquias de san Mauricio en dos ocasiones. Felipe II tenía una parte, que depositó en el Monasterio de San Lorenzo, y Felipe III, otra, enviada por su hermana Isabel Clara Eugenia, cuando él residía en Valladolid, ya a principios del siglo XVII y para cuya grandiosa recepción se hizo confeccionar un enorme estandarte que fue restaurado en 2014, con ocasión del aniversario de la muerte de El Greco.

Estandarte de Valladolid. Anverso, San Mauricio
reverso: San Víctor y San Ursus

Aunque existen numerosas dudas acerca de la historicidad de estos hechos, no afectaron nunca a la celebridad del santo. Otto de Freissing, por ejemplo, un monje del siglo XI, escribió que la mayor parte de los legionarios pudieron escapar cuando empezaron las ejecuciones, y sorprende asimismo, la posibilidad de que toda una legión estuviera formada por cristianos, sin contar con el hecho de que no existe referencia histórica sobre una legión llamada “Tebana”, surgiendo, además, la pregunta de quienes fueron los encargados de ejecutar por decapitación a 6666 hombres, dado que todos los componentes de aquella legión serían cristianos y, por tanto, víctimas. 

En todo caso, la espada y las espuelas de Saint-Maurice formaban parte del ritual de la coronación de los emperadores austrohúngaros hasta 1916. 

Otón I estaba construyendo la catedral de Magdeburgo, donde tenía la intención de ubicar su propia tumba, a cuyo efecto: En el año 961 de la Encarnación y en el año 25 de su reinado, en presencia de toda la nobleza, en la vigilia de Navidad, el cuerpo de San Mauricio fue llevado a Ratisbona, junto con los cuerpos de algunos de sus compañeros. Estas reliquias fueron recibidas con gran honor por toda la población. 

Se crearon, bajo su protección, varias órdenes de caballería, como la citada, del Toisón de Oro.

San Mauricio es también patrón del Ducado de Saboya y en 1591 Carlos Manuel I de Saboya organizó el envío de una parte de las reliquias de Saint-Maurice desde el monasterio de Agaune.

Un problema importante surge ante el hecho de que, debido a su origen, Mauricio fue representado como un hombre de raza negra desde el siglo XII y, sin embargo, aparece como blanco a principios del siglo XVI. 

Es bien probable que, en pleno auge el tráfico de esclavos negros en la época, habiéndose reconocido su inferioridad con respecto a los indios americanos, por ejemplo, no pareciera lógico que un santo célebre fuera de aquella raza. Semejante tráfico no fue abolido hasta 1837.

Saint-Maurice de Lucas Cranach el Viejo (1472-1553).
 Museo Metropolitano de Nueva York.

Saint Erasme et Saint Maurice. Matthias Grünewald. Alte Pinakothek München

Jean Hey. Retrato de Francisco de Chateaubriand Presentado por San Mauricio. C. 1500. Museos y Galerías de Arte de Glasgow, Reino Unido.

Por ser patrón del Toisón y del Imperio –a pesar de que en España no era, ni mucho menos, tan popular como en Suiza, Francia y en general, en el centro de Europa, Felipe II se sentía especialmente atraído por San Mauricio, de modo que, a raíz de una visita a Toledo, con motivo de la celebración del Corpus Christi, conoció el Expolio de El Greco y decidió que el pintor cretense podría realizar, en el mismo estilo, el San Mauricio, que preveía colocar en el Monasterio de El Escorial cuando aún vivía Navarrete. 

El asunto elegido estaba destinado a formar parte de un grupo de lienzos del mismo estilo, es decir, igualmente dependientes, en gran parte de la leyenda, tales como El martirio de Santa Úrsula y las once mil vírgenes, y San Miguel luchando contra Lucifer, que, en principio realizaría Luca Cambiaso, y que después fueron sustituidos por obras de Pellegrino Tibaldi.
De la interpretación que el Greco dio al tema en su pintura, vamos a ocuparnos acto seguido.
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El Greco realizó una obra maestra, en la que introdujo una visión innovadora, que, sin llegar a ofender la ortodoxia, al parecer, defraudó las expectativas del monarca, que por alguna razón que desconocemos, no aprobó el resultado, al menos en apariencia, podríamos decir, ya que, no obstante, remunerar muy bien al artista, encargó la misma obra a Rómulo Cincinato

El Padre Sigüenza, cronista del Monasterio de San Lorenzo, sin presentar abiertamente una crítica escribió que aquella interpretación, No le contentó a Su Majestad… añadiendo que: contenta a pocos, aunque dicen que es de mucho arte y que su autor sabe mucho. 

En realidad, partiendo de la idea de que se trataba de una historia llena de detalles ficticios, o, cuando menos, no muy seguros, parecía complicado dogmatizar sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal interpretado en el lienzo. No obstante, resulta claro que El Greco era hombre controvertido.

De acuerdo con Palomino, lo que le pasaba al Greco, era que siendo Discípulo de Ticiano, á quien imitó, de suerte que sus Pinturas las equivocaban con las de su maestro. pero él viendo, que sus Pinturas se equivocaban con las de Ticiano, trató de mudar de manera, con tal extravagancia, que llegó á hazer despreciable y ridicula su Pintura, assí en lo descoyuntado del dibujo, como en lo desabrido del color

Palomino, de Juan Bautista Simó

En opinión de Palomino, tanto El Expolio, como El Entierro del Conde de Orgaz, pecaban del mismo defecto, es decir, que parecían ser obras de Tiziano.

Claro está, que si es cierto lo que dicen algunos críticos contemporáneos, nadie estaba muy predispuesto por entonces a encarecer la obra del Greco; ¿tal vez porque parecía algo soberbio, o simplemente, seguro de sí mismo y de su arte?

Pacheco? Velázquez, Museo del Prado

Por donde me maravillo mucho –escribió Pacheco–, [y perdóneseme este cuento traido, no por emulacion] que preguntando yo al Dominico Greco el año de 1611, cual era mas dificil, el Dibujo, o el colorido? me respondiese que el colorido. I no es esto tanto de maravillar, como oirle hablar con tan poco aprecio de Micael Angel (siendo el Padre de la pintura) diziendo que era un buen hombre, i que no supo pintar.

Pero añade, no obstante: Aunque escrivimos en algunas partes contra algunas opiniones; paradoxas suyas, no lo podemos excluir del número de los grandes Pintores, viendo algunas cosas de su mano tan elevadas, tan vivas (en aquella su manera) que igualan a las de los mayores ombres.

O quizá El Greco tenía una formación que le permitía discutir las opiniones de Vasari?

BDH–BNE

La realidad es que, como en su día se lamentó M. B. Cossío; no sabemos nada de Doméniko Theotokopoulos, y en lo que afecta a su obra, hemos de referirnos siempre  a lo que nos gusta o disgusta en ella, puesto que, pasando de largo sobre las reglas –si es que el arte ha de estar sometido a ellas–, de los maestros, el Greco fue un innovador, que ha despertado más admiradores en el futuro presente, que muchos de los artistas de su época; claro está, siempre con excepciones.

El Greco, 1580-82, 4,45 × 2,94 cm.
Monasterio de San Lorenzo, El Escorial


En primer lugar –que no en primer plano–, el Santo en cuestión, Mauricio.


A su izquierda, San Exuperio porta el estandarte rojo.





Santiago el Menor? (De frente). Se cree que convirtió a la legión Tebana al Cristianismo.

El hombre con armadura y pelo gris, es el Duque Emmanuel Filiberto de Saboya, comandante de las tropas españolas en San Quintín y Gran Maestre de la Orden Militar de San Mauricio. 


A su derecha, y más cerca del santo, se sitúa Alejandro Farnesio, duque de Parma, que estaba en aquellos momentos en los Países Bajos.


Entre los dos nobles y el santo, una cara asoma, pero claramente definida, que Cossío atribuyó al propio Greco.


En el plano del fondo, a la izquierda, donde se suceden las ejecuciones, aparece un rostro –bastante oscuro–, que ha sido identificado con don Juan de Austria.


Plano de fondo, parte superior: los legionarios que esperan su ejecución.


Fondo, parte media: El verdugo se dispone a ejecutar a un hombre, al que Mauricio parece ofrecer apoyo y consuelo.


Un cuarteto formado por ángeles, en el plano celestial.


Dos ángeles portan palmas de martirio y coronas de santidad


Junto al estandarte y bajo un cielo delirante, muy greco –luminoso y gris a la vez–, el brillo acerado de picas y lanzas


Flores silvestres bajo los pies del santo.


La firma inconfundible del Griego, sobre la piedra, y entre las fauces de una serpiente


¿Qué encontró Felipe II, o sus asesores, en esta pintura, que no le convenció? No lo sabemos en realidad, pero el monarca encomendó la tarea a otro pintor, aunque conservó la obra del Greco, que al parecer pagó muy bien, y sin pedir cuentas al artista. No obstante, como decimos, encargó otro San Mauricio, más clásico. Tal vez, esta definición ayuda a comprender el rechazo al San Mauricio de El Greco; era demasiado innovador –como, en realidad, lo sigue siendo–.

El martirio de San Mauricio, Rómulo Cincinato. Oleo sobre lienzo 540 x 288 cm.
1583-84. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Harto alegre y bien tratada. P. Sigüenza

Cincinnato colocó la ejecución en primer plano y en el cielo, al propio Jesucristo, en lugar de unos ángeles interpretando música. Cincinato había llegado a España en 1557, con Patricio Cajés, ambos con el patrocinio de Luis de Requeséns, embajador ante la Santa Sede, para trabajar en la obra cumbre de Felipe II.

Dice Palomino, que, cuando alguien le elogió su obra del Escorial, Cincinato respondió: Que valía más un Zancajo, que había pintado en los Jesuitas de Cuenca, que todo cuanto había hecho en El Escorial. ¿Habría que entender que en el Monasterio se había visto obligado a ejecutar pinturas con las que no estaba de acuerdo? ¿Se referiría a toda su obra?

En todo caso, hay quien cree que el único motivo para rechazar la pintura de El Greco y preferir la de Cincinato, fue la mejor adaptación del lienzo de este último, al altar al que estaba destinado, por tamaño y por formato; el lienzo de Cincinato es un metro más alto y remata en medio punto.

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El Greco empleó casi tres años en completar su obra en Toledo, y acudió a entregarla personalmente a finales de 1582, aunque el rey no la vio hasta que volvió de Portugal en 1583, y como sabemos, le hizo pagar 800 ducados; una cifra muy elevada, que contradice su supuesto disgusto ante el resultado obtenido. En todo caso, el San Mauricio acabó colgado en otra estancia  menos representativa del monasterio y El Greco no fue contratado para continuar la obra de Felipe II.

Ante la evidente falta de información al respecto, es posible que al rey sí le gustara la obra, o es posible que le disgustaran ciertos aspectos, no relacionados con la pintura, sino con los personajes representados, de los que ya hemos hablado.


También podría haber influido el característico alargamiento de las figuras o esos grupos de piernas desnudas, tan del Greco, que nadie más pintaba igual.


Pero quizás le sorprendieron sus extraordinarios y expresivos juegos de manos; unas manos que podemos escuchar; quizás con demasiada vida.


Recordemos que el cronista Sigüenza, cuando escribió que la pintura no gustó al rey –sin explicar, como decimos, las razones de su disgusto–, añadió: aunque dicen es de mucho arte y que su autor sabe mucho y se ven cosas excelentes de su mano. 
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martes, 21 de marzo de 2017

LONGFELLOW, H.W. UNA LUZ POR TIERRA, DOS POR MAR


Longfellow, c. 1909, cerca del Pont Circle en Washington, D.C.

Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) fue un poeta muy conocido, querido y admirado a lo largo de toda su existencia. Su obra forma parte fundamental de la literatura de los Estados Unidos y, en su tiempo, obtuvo una resonancia nacional e internacional sin parangón.

Algunos de sus poemas fueron aprendidos de memoria y queridos durante generaciones, convirtiéndose en un pilar de la cultura literaria norteamericana.

El busto de Longfellow, pese a no ser británico, fue unos de los primeros que se colocaron –en 1884-, en el celebérrimo Poet’s Corner – Rincón de los Poetas, de la Abadía de Westminster en Londres.


Sin embargo, a principios del siglo XX, ante un cambio político y social sin precedentes, que también influyó en los gustos literarios, su celebridad decayó hasta desaparecer en el silencio, como una estrella fugaz, pero había aportado una contribución pionera a la vida literaria americana, al vincular a su literatura, innumerables joyas de la tradición europea; destacando, en este sentido, el éxito de sus traducciones de importantes y complejas obras de la lírica española medieval y renacentista, realizadas con sorprendente acierto, dado que, en ocasiones se trata de un lenguaje que encierra dificultades para un hablante castellano nativo.

Maine

Longfellow nació el 27 de febrero de 1807, en Maine, al NE de los Estados Unidos, cuyos límites por el N. quedan definidos por las provincias canadienses de New Brunswick y Quebec, y cuyo proceso colonizador, fue llevado a cabo por franceses, a partir de 1604. A su infancia transcurrida allí, dedicó el poeta los versos de My Lost Youth, Mi juventud perdida, de 1856.

La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
Y los pensamientos de la juventud son largos, largos pensamientos.

Su padre, Stephen Longfellow, fue un abogado, licenciado en Harvard, que pasó buena parte de su vida dedicado a la gestión de los asuntos públicos. Su madre, Zilpa Wadsworth, quiso que el futuro poeta, el segundo de sus ocho hijos, se llamara Henry, en memoria de su hermano, caído en Trípoli, en 1804. La familia vivía en la que fue la primera casa de ladrillo de Portland, construida por el abuelo paterno, y que hoy se mantiene, convertida en una especie de santuario literario en memoria del poeta.

Su primera publicación, firmada Henry, apareció el 17 de noviembre de 1820 en la Portland Gazette; el poema llevaba por título The Battle of Lovell’s Pond, La Batalla del Lago Lovell, y estaba compuesta por cuatro cuartetos dedicados a los soldados caídos en aquel lugar. Longfellow tenía entonces 13 años.

Frío, frío es el viento del norte y brusca la explosión
que se extiende como un huracán rápido y poderoso,
mientras gime, entre los altos pinos ondulantes, tristes y solitarios,
suspirando, un afligido réquiem sobre el féretro del guerrero.

En 1822 Henry ingresó en el Bowdoin College, junto con su hermano Stephen, pero no le atrajeron tanto las clases o la biblioteca, como las Sociedades Literarias de la ciudad, entre las que eligió la Peucinian Society, al contrario que algunos de sus compañeros más significados posteriormente, que prefirieron la Athenean Society, como el escritor Nathaniel Hawthorne, -quien añadió la “w” a su apellido para no ser relacionado con su antepasado John Hathorne, juez responsable –y el único que posteriormente no reconoció su error-, del infame proceso contra las supuestas Brujas de Salem-; Hawthorne, fue autor de la biografía de Franklin Pierce, otro compañero, que sería el XIV Presidente de los Estados Unidos, o el oficial de Marina Horatio Bridge, a quien Longfellow dedicaría la colección The Snow-Image, and Other Twice-Told Tales, La Imagen en la Nieve y Otros Cuentos dos Veces Contados.


Las favorables reacciones a sus poemas, opiniones y ensayos, por parte de periódicos y revistas, como Portland Advertiser, American Monthly Magazine, y United States Literary Gazette, alimentaron sus esperanzas de dedicarse a escribir. En su discurso de graduación, propuso. con razonamientos firmes y convincentes, la revalorización de Our American Authors.

Poco interesado por la carrera de Derecho, a la que su padre se proponía orientarle, una feliz coincidencia vino a cambiar el rumbo de su vida. En 1825, la heredera Bowdoin, decidió dotar una cátedra de Lenguas Modernas –sería la cuarta en los Estados Unidos-, al mismo tiempo que se conoció con notable éxito y aplauso académico, la excelente traducción de una Oda de Horacio, realizada por él, lo que finalmente, llevó a las autoridades académicas a ofrecerle la cátedra, con la condición de que pasara un tiempo en Europa, con objeto de perfeccionar los idiomas francés, español e italiano, que ya poseía. Al mismo tiempo, siguiendo el consejo del insigne hispanista George Ticknor, decidió aprender también alemán.

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En noviembre de 1816 Harvard ofreció a Ticknor las cátedras de francés y español. En su preparación para enseñar francés antiguo, latín popular, portugués, provenzal y español, viajó a París en abril de 1817. Viajó por Suiza a Italia en el otoño, y en la primavera siguiente por España, devastada por la guerra, pasando casi cuatro meses en Madrid; compró libros para Harvard, para Jefferson y para él mismo. Perfeccionó su español bajo la tutela del ex-bibliotecario real José Antonio Conde y volvió a través de Portugal y Francia, al Reino Unido, en junio de 1819.

Seleccionó al personal para el departamento de lenguas modernas, especialmente en 1825 con el nombramiento de Charles Folien como primer instructor de alemán en la Universidad de Harvard. Los mejores estudiantes del departamento de Ticknor fueron después muy célebres, como Francis James Child, James Russell Lowell, John Lothrop Motley, Charles Eliot Norton, y Henry David Thoreau. Ticknor renunció a Harvard en 1835 y fue reemplazado por su amigo Henry W. Longfellow

En 1835 volvió a Europa, esta vez acompañado por su esposa y dos hijas, y fue recibido como un académico consumado. Amigo de August Wilhelm von Schlegel y Alexander von Humboldt. Revisó las obras españolas en la Biblioteca Imperial de Viena, y compró libros españoles.

George Ticknor, de Thomas Sully, 1831. Hood Museum of Art at Dartmouth College

En sus últimos años, Ticknor terminó un logro académico de primer nivel, la Historia de la Literatura Española, para la cual empleó los manuscritos de sus conferencias sobre la literatura española en la Universidad de Harvard y las obras de 14.000 autores españoles de su biblioteca personal, como base para su estudio pionero.  Se divide en tres "períodos": desde el material escrito más antiguo al principio del siglo XVI, con énfasis en las canciones antiguas y obras de teatro, crónicas, y  escuelas poéticas; desde el siglo XVI hasta finales del XVII, destacando Cervantes, Lope de Vega, Calderón, y la ficción romántica; y desde el principio del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX, con Felipe V, la Inquisición, y el teatro. Se publicó en tres vplúmenes en Nueva York y Londres en 1849. Pronto se tradujo al español, alemán y  francés. Es su  monumento más perdurable académicamente, junto con el papel que desempeñó en el establecimiento de la Biblioteca Pública de Boston.

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Longfellow se embarcó en Nueva York para Le Havre en mayo de 1826 y pasó los tres años siguientes absorbiendo las impresiones que le proporcionaban culturas y lugares de Europa, viviendo con familias en París, Madrid y Roma, a la vez que perfeccionaba su ya notable fluidez lingüística. 

Instalado en la ciudad universitaria de Gotinga, a la que también le había dirigido Ticknor, el aprendizaje de Longfellow fue menos sistemático que impresionista e incluso, algo inconexo. Su ideal era entonces Washington Irving, a quien conoció estando en España, y al que decidió seguir como modelo literario.

Washington Irving by John Wesley Jarvis in 1809

Washington Irving nació en la ciudad de Nueva York en 1783, siendo el menor de once hijos. Viajó a Madrid en 1826 e inició una extensa investigación para su Historia de la vida y viajes de Cristóbal Colón (1828), así como las obras que se convirtieron en la Crónica de la conquista de Granada (1829) y Cuentos de la Alhambra (1832). A continuación, fue nombrado secretario de la legación de Estados Unidos en Londres en 1829, puesto que ocupó hasta 1832. 

Alcanzó fama internacional por su trabajo sobre Colón, además de historias tales como Rip Van Winkle y La leyenda de Sleepy Hollow. Irving fue embajador de EEUU en España en la década de 1840.

Después de otra temporada en el extranjero, volvió a España como enviado de Estados Unidos entre 1842 y 1846. Pasó sus últimos años en su casa de Nueva York, Sunnyside, que sirvió como lugar de encuentro de los principales escritores, artistas y políticos de su época. Irving falleció en su finca el 28 de noviembre 1859.

Reunión en Sunnyside

Considerado quizás el primer verdadero escritor estadounidense, La leyenda de Sleepy Hollow, fue adaptado para el cine en 1999 bajo la dirección de Tim Burton.


Uno de los contertulios de Sunnyside, William H. Prescott, escribió, entre otras reconocidas obras, History of the Reign of Ferdinand and Isabella, the Catholic (1837) y la inacabada, aunque muy documentada History of the Reign of Philip II (1855-58)
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The Wondrous Tale of a Little Man in Gosling Green, El Maravilloso Cuento de un Hombrecito en Gosling Green, apareció en el 1 de noviembre de 1834 en The New Yorker. En Alemania, Longfellow se impuso una cierta disciplina de estudio, aunque, al parecer, dedicó casi toda su atención a las obras literarias españolas y alemanas.

De vuelta en Maine, en el verano de 1829, ya como profesor, pronto se encontró inmerso en las rutinas antipoéticas de la enseñanza. Más tarde, recordará algunas de sus andanzas europeas, mezcladas con el material preparatorio para sus clases en la universidad; escribe Outre-Mer; Pilgrimage beyond the Sea, Peregrinación más allá del Mar (1833, 1834) y las piezas de anticipación, Schoolmaster, que publicó entre 1831 y 1833 en la revista New-England Magazine.

En el Bowdoin, Longfellow se sintió estancado en un ambiente universitario muy diferente del que había experimentado en Göttingen y sofocado por la atmósfera provinciana de Brunswick. También se vio sobrecargado por la responsabilidad de iniciar a los estudiantes en los rudimentos de varios idiomas y el desarrollo de materiales de enseñanza que se proponía utilizar en las clases para reemplazar la recitación de memoria de la gramática, con el empleo de la conversación literaria y la traducción. La mayor parte de sus publicaciones durante los años siguientes, fueron libros de texto para los estudiantes de español, francés, e italiano. Escribió también ensayos, con frecuencia en estos tres idiomas, en la North American Review entre 1831 y 1833.

Aparte de los poemas Phi Beta Kappa, de 1832-33, la poesía que componía consistía principalmente en traducciones de las lenguas romances que utilizaba en sus clases y artículos. Sus continuas preocupaciones sobre el lugar de la poesía en la cultura estadounidense surgieron, sin embargo, en 1832 en un ensayo sobre una nueva edición de Sir Philip Sidney, La defensa de la poesía, The Defence of Poetry, en la que Longfellow argumentó que la verdadera gloria de una nación consiste, no en la extensión de su territorio, la grandeza de sus bosques, la majestuosidad de sus ríos, la altura de sus montañas, o la belleza de su cielo; sino en la medida del poder mental, -la grandiosidad del intelecto-, y la altura, la profundidad y la pureza de la naturaleza moral.

A pesar de las frustraciones que sufrió en su nueva profesión, experimentó la felicidad personal, ya que, poco después de su vuelta de Europa, conoció a Mary Potter, hija del juez Barrett Potter; también de Portland y amiga de su hermana Anne. Longfellow y Mary Potter se casaron en septiembre de 1831.

Mary Storer Potter

Tras pasar un tiempo en una pensión cerca de Bowdoin, se establecieron en Brunswick. El poeta exploraba todas las vías posibles para escapar de un ambiente demasiado familiar. Buscó empleos diplomáticos; consideró la posibilidad de abrir una escuela de niñas en Nueva York, o hacerse cargo de la de Northampton, además de prepararse para obtener una cátedra en Virginia y Nueva York, pero la solución se produjo al recibir una invitación para suceder a Ticknor como Smith Profesor of Modern Languages en Harvard. Con el fin de prepararse mejor para esta nueva oportunidad, Longfellow emprendió otro viaje europeo, esta vez acompañado por su esposa y dos amigas de esta.

El objetivo de Longfellow en este segundo viaje europeo era familiarizarse con los idiomas escandinavos, a la vez que reforzaba su dominio de la lengua y la literatura alemanas. El viaje comenzó felizmente con una visita a Londres y la oportunidad de conocer a Thomas Carlyle, cuyo entusiasmo por Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller aumentó el interés de Longfellow por el Romanticismo alemán. 

Thomas Carlyle

Desde Londres, Longfellow viajó a Suecia, Dinamarca y los Países Bajos. Una de las viajeras, Mary Goddard recibió la noticia del fallecimiento de su padre y emprendió el viaje de vuelta. Poco después, hallándose en Amsterdam, en octubre de 1835, Mary Potter sufrió un aborto. A pesar de que se recuperó lo suficiente como para seguir viaje con su marido y la otra amiga, Clara Crowninshield, hasta Rotterdam, su salud empeoró durante las siguientes semanas y murió el 29 de noviembre, quedando el poeta profundamente dolorido y, sobre todo, incrédulo.

En su dolor Longfellow se trasladó a Heidelberg y se sumergió en lecturas de Goethe, Schiller, Ludwig Uhland, Jean Paul Richter, E.T.A. Hoffmann, y Novalis -Friedrich von Hardenberg- -que despertaron en él un nuevo sentido de la poesía como expresión emocional. 

En aquella ciudad universitaria conoció a William Cullen Bryant, quién ejerció una gran influencia en su poesía temprana y fue un modelo inspirador para otros autores americanos. Inquieto y triste, Longfellow emprendió un viaje en solitario a través del Tirol y Suiza. Cerca de Interlaken conoció a Nathan Appleton, un rico comerciante de Boston, y continuó su viaje con él y su familia. 

Tras enamorarse de Frances Appleton, de 17 años de edad, Longfellow regresó a Heidelberg para acompañar a la amiga de Mary, Clara Crowninshield a los EE.UU. Allí, como profesor en Harvard, se liberó, en parte, de la monotonía de Bowdoin, pero aún se sentía oprimido por su responsabilidad de supervisar a los profesores de lenguas, aunque preparó algunas conferencias sobre las literaturas europeas.

Después de un breve período en Cambridge, Longfellow encontró alojamiento en la mansión Craigie en la calle Brattle, ocupando, precisamente, la habitación que había sido cuartel general de George Washington. Rechazada su propuesta de matrimonio a Fanny Appleton en 1837, buscó consuelo sumergiéndose en su trabajo y siguió escribiendo ensayos para la North American Review -esta vez concentrando su atención en idiomas teutónicos, incluyendo sueco e Inglés antiguo. 

Aún comprometido con los escritores nativos de los Estados Unidos, escribió en julio 1837 y en alabanza de Hawthorne: Twice-Told Tales (1837), y volvió a la creación con: Salmo de Vida - A Psalm of Life, (1838) que expresa tanto la confusión de sus sentimientos en aquel momento de desánimo, como su determinación de no sucumbir a la pasividad melancólica.

Su consejo de ¡Actúa, -actúa en el presente vivo! Act,—act in the living Present!, y su mandato de ser y hacer, / Con un corazón para cualquier destino, dio expresión poética al lema que había descubierto en un cementerio alemán, traducido bajo el título de Hyperion, un romance, Hyperion, A Romance (1839) como:

No mires tristemente al pasado. No vuelve. Mejora, con sabiduría, el presente. Es tuyo. Ve hacia adelante, a recibir al sombrío Futuro, sin miedo, y con un corazón valeroso.

Look not mournfully into the Past. It comes not back again. Wisely improve the Present. It is thine. Go forth to meet the shadowy Future, without fear, and with a manly heart.

En el esfuerzo más ambicioso de Longfellow en prosa, Hyperion, mezcló bocetos de Outre-Mer [prosa] con elementos que desarrolló en el personaje de ficción Paul Flemming para acabar con su persistente dolor por María, y por el rechazo de Fanny. 

El libro tuvo un éxito modesto, y el distanciamiento de Fanny, provocó chismes en Boston, y respuestas diversas, a menudo hostiles, de los críticos. Los eventuales lectores del libro; viajeros estadounidenses en Europa, probablemente descubrieron Hyperion debido a la reputación de su autor, pero no tanto por sus méritos asociados a aquella prosa de ficción. 

El más importante resultado de ese segundo viaje a Europa, fue que Longfellow volvió de nuevo a la poesía y encontró nuevos ánimos ante la cálida recepción de un grupo de poemas que clasificó en términos generales como salmos, a pesar de que nunca recibió remuneración de Knickerbocker, la editora donde aparecieron por primera vez algunos de estos poemas. Longfellow descubrió una respuesta pública agradecida a la sabiduría que había asumido a causa de sus desilusiones vitales; la tristeza le había facultado para hablar de forma reconfortante, con palabras de aliento a sus numerosos lectores. 

A Psalm of Life, Salmo de Vida
The Reaper and the Flowers, El Segador y las flores, 
The Light of Stars,  La luz de las estrellas, 
Footsteps of Angels,  Pasos de ángeles, y 
Midnight Mass for the Dying Year, Misa de medianoche por el Año que muere. 

Reunió estos y otros poemas tempranos en Voices of the Night, Voces de la noche, título con el que los publicó en 1839, dando continuidad a su éxito con Baladas y otros poemas (1842), que contó con poemas narrativos cortos como el The Skeleton in Armor, Esqueleto en la Armadura, y The Wreck of the Hesperus, El Naufragio del Hesperus; un boceto de personaje que él consideró como otro salmo titulado The Village Blacksmith, El Herrero del Pueblo, y un poema de inspiración romántica, Excelsior

Exploraba el tema de Estados Unidos en muchos de estos poemas -incluso en El Esqueleto en la armadura, en el que perfiló un inesperado vínculo entre las canciones de guerra medievales escandinavas y textos antiguos de Nueva Inglaterra. Este período también fue de experimentación en la escritura dramática, que, a pesar de la publicación de El Estudiante español, The Spanish Student, su edición se retrasó hasta 1843.

Un tercer viaje a Europa siguió en 1842. Longfellow tomó una breve licencia para viajar por motivos de salud. Aunque el soneto Mezzo Cammin, escrito hacia el final de esa estancia en Alemania, se lamenta de cómo:

Half of my life is gone, and I have let / The years slip from me and have not fulfilled / The aspiration of my youth, to build / Some tower of song.

Se ha ido la mitad de mi vida, y he dejado / que los años se aparten de mí sin cumplir / La aspiración de mi juventud, de construir / Alguna cumbre de la canción.

Estaba entrando en un período vigorosamente productivo de su carrera. En Alemania, asentó una estrecha amistad con el poeta Ferdinand Freiligrath, y en Inglaterra profundizó su anterior relación con Charles Dickens


Inspirado en los problemas sociales planteados por ambos escritores, Longfellow dedicó el viaje de vuelta a escribir siete de los ocho poemas, publicados a su llegada, como Poems on Slavery (1842). Poemas de la Esclavitud:

To William E. Channing
The Slave's Dream
The Good Part
The Slave in the Dismal Swamp
The Slave singing at Midnight
The Witnesses
The Quadroon Girl
The Warning

The Warning, escrito el último, pero diseñado en parte, sobre su poema de Harvard, Phi Beta Kappa, concluyó el pequeño volumen con la imagen de:

Un pobre, ciego Sansón en esta tierra / capaz de sacudir algún día los pilares de esta Commonweal, / Hasta el gran templo de nuestras libertades / Una informe masa de naufragios y sucias mentiras.

A poor, blind Samson in this land /capable someday of shaking the pillars of this Commonweal, / Till the vast Temple of our liberties / A shapeless mass of wreck and rubbish lies.

El libro agradó a los lectores abolicionistas, como su buen amigo Charles Sumner y a la Anti-Slavery Society de Nueva Inglaterra, a la que Longfellow cedió la reimpresión y distribución del libro, libre de derechos reales, que desconcertó a otros amigos, como Hawthorne, si bien llama la atención el vivo interés del poeta por asuntos de carácter público, algo que raramente encontró expresión directa en su poesía. Ahora que había descubierto su voz y su público como poeta, Longfellow logró también la felicidad personal. 

En julio de 1843 se casó con Frances Appleton; su padre ofreció a la pareja la Casa Craigie como regalo de bodas.

Craigie House en 1890

El matrimonio fue excepcionalmente feliz para ambos y aportó a Longfellow la estabilidad interna que había perdido. Tuvieron seis hijos: Charles, Ernest, Fanny, Alice, Edith, y Anne Allegra. Tanto la casa Craigie en Cambridge, como la de la playa de Nahant, en Massachusetts, donde los Longfellow veranearon desde la década de 1850, se convirtieron en centros de cálida hospitalidad para invitados, muchos americanos y europeos, entre ellos figuras literarias-y muchos admiradores de Longfellow.

Fanny Appleton

Fanny Longfellow se enorgullecía de la creciente reputación de su marido y le ayudó activamente. Cuando una lesión en el ojo, quizás, resultado de sus intensos esfuerzos para la traducción y edición de Poetas y poesía de Europa (1845) le impidió trabajar, ella le ayudó leyéndole en voz alta, ocupándose de copiar sus borradores de poemas, y despachando la mayor parte de su correspondencia.

Fanny es también considerada como la inspiradora directa de dos poemas que surgieron de su viaje de bodas: The Arsenal at Springfield, El Arsenal en Springfield, y The Old Clock on the Stairs , El viejo reloj en la escalera; ambos publicados en The Belfry of Bruges and Other Poems, El campanario de Brujas y otros poemas (1845).

Como el título sugiere, la colección incluye muchos poemas influidos por sus viajes de 1842 por el norte de Europa; entre ellos, Nuremberg, The Norman Baron, Walter Von Der Vogelweid, y varias traducciones. Otros poemas tenían retoques parciales, por ejemplo, The Bridge, El Puente, en el que contrasta la paz personal recién descubierta por Longfellow, con la melancolía de sus primeros años, en una reflexión acerca del el puente sobre el río Charles, cerca de su casa. En To a Child, Para un niño, uno de los poemas más populares del libro, Longfellow expresa la ternura paternal hacia su primer hijo, mientras que el soneto Dante, ya es de una etapa posterior de su creación literaria.

Longfellow alcanzó quizás su mayor éxito popular con Évangéline, A Tale of Acadie, Evengeline, Un cuento d Acadia. Un romance en verso cuyo recorrido geográfico, a través de la América francesa e inglesa en el siglo XVIII la convierte en una obra épica, aunque ahondando en el aspecto sentimental, al presentar a su heroína, notable por su sencillez, basada en la persistencia y no en la habilidad militar. 

El germen de la historia llegó a Longfellow a través del reverendo Horace L. Conolly, al desarrollar la leyenda de los amantes de Acadia separados el día de su boda, a causa de un edicto Inglés que ordenaba el desplazamiento de los colonos franceses de Canadá a Nueva Escocia. Aunque la historia original sólo afectaba a Nueva Inglaterra, Longfellow extendió su área de acción geográfica. 

Gran parte del encanto del poema reside en su evocación del lugar, el pastoril Grand-Pré, donde Benedict Bellefontaine, el padre de Evangeline, vivía en sus hermosos acres, entre los pantanos de Luisiana, donde el herrero acadio Basil Lajeunesse, padre de Gabriel, prospera al extender sus tierras a través de los bosques de la misión francesa, al pie de las montañas Ozark, donde Evangeline, en busca  de Gabriel, toma el camino a Filadelfia, ya envejecida, y encuentra a su amante moribundo en un hospital para víctimas de la peste, donde, finalmente, son enterrados juntos.

Hay poca acción en la historia como Longfellow dice: los acadios se sometieron en silencio a la tiranía británica; las Aventuras de Gabriel sólo son citadas; y la búsqueda de Evangeline implica una gran cantidad de viajes, ciertamente, aunque no hay conflicto. Ella sirve como un modelo de afecto que espera, perdura, y es paciente.

El acontecimiento crucial de la historia es el reencuentro que casi se produce, pero falla, cuando el barco de Gabriel, va hacia el norte, por la noche junto a otro, el que Evangeline descansa en su viaje a la nueva casa de su padre. 

A pesar de algunas críticas relativas al uso del hexámetro dactílico virgiliano, el poema resultó un enorme éxito. Longfellow lo terminó en su 40 cumpleaños y el libro apareció a finales de octubre, llegando, a mediados de enero siguiente a la sexta edición. Después siguieron cientos de ediciones, traducciones e imitaciones, por las cuales, Evangeline fue muy admirado en Europa, de donde Longfellow tomó algunas de sus fuentes, y en los Estados Unidos. Fue probablemente el poema más célebre de América en todo el siglo.

Longfellow dio las gracias a sus lectores en la dedicatoria de The Seaside and the Fireside, A la orilla del Mar y Junto al Fuego (1849), y aseguró a todos aquellos amigos distantes que responden a su poesía que: 

If any thought of mine, or sung or told,
Has ever given delight or consolation,
Ye have repaid me back a thousand-fold,
By every friendly sign and salutation.

         Si cualquier pensamiento mío– que se canta o se recita, 
         ha proporcionado algún placer o consuelo, 
         vosotros me lo habéis devuelto mil veces, 
         en cada gesto o amable saludo.

Como el título indica, este libro mantiene el equilibrio entre los poemas de la naturaleza, que invocan en diversas formas su infancia en Portland, y oceánicos viajes o el hogar del poeta, especialmente en Resignation, Renuncia, una elegía a su hija de un año, Fanny. Contiene además, poemas extraídos de los viajes de Longfellow y de sus lecturas de las literaturas europeas, pero el poema más célebre del libro estaba entre sus piezas más patrióticas.

The Building of the Ship, La Construcción de la Nave, combina un tributo al maestro constructor que diseñó la nave, con una historia de amor que une a la hija del maestro con la Ardiente Juventud empleada en su construcción, dejando claro que la Unión se creó alegóricamente para los Estados Unidos en vísperas de la secesión. La actriz Fanny Kemble presentó este poema en lecturas dramáticas, en las que ella misma y el público llegaban a las lágrimas en el crescendo emocional memorable de la última estrofa con su invocación a un país en peligro que es, sin embargo, la mejor esperanza para el mundo: 

Thou, too, sail on, O Ship of State! / Sail on, O UNION, strong and great!

Navega tú también, Oh Nave del Estado!/ Navega, Oh Unión, fuerte y grande!

Abraham Lincoln, al oír estos versos, recitados en medio de la guerra civil, se dice que lloró, comentando ¡Es un maravilloso don ser capaz de conmover así a los hombres!

La siguiente década no sólo fue de despedidas para Longfellow, sino también, un período de logros excepcionales. Su padre murió en 1849, su hermano Stephen en 1850, y su madre en 1851. En 1854 renunció a su cátedra de la Universidad de Harvard, en parte debido a su vista, en parte, para descansar de las presiones académicas a causa de la pugna entre la corporación universitaria y su departamento, pero sobre todo, probablemente, porque descubrió que podía mantener en su hogar toda su energía poética, y que ello le ofrecía una nueva oportunidad de escribir. 

Cada nuevo libro aumentó su fama, y fue bombardeado con invitaciones para colaboraciones literarias y autógrafos. Un hombre alegre, conocido por sus amables modales, Longfellow se complacía en asociarse con otras figuras literarias a través del Club de los Sábados, fundado hacia 1855 para reuniones mensuales con cena, y el Club Atlántico, que reunió a los colaboradores del Atlantic Monthly, desde de su lanzamiento en 1857.

Inició entonces el ambicioso proyecto de The Golden Legend, La leyenda Dorada (1851), ambientada en la Italia del siglo XIII, destinado a convertirse en la sección central de la obra que concibió como su obra maestra, Christus: A Mystery, Christus: Un Misterio (1872). Se ambienta en la fase medieval de la cristiandad y en la virtud de la fe (mezclada, inevitablemente, con la superstición) y con la dramatización de la historia de una campesina dispuesta a morir para que un príncipe pudiera ser curado de su enfermedad. Para este trabajo Longfellow se basó en fuentes europeas, principalmente en Der Arme Heinrich (circa 1191), de Hartmann von Aue

Poco después, sin embargo, volvió al más estadounidense de sus temas, con The Song of Hiawatha, La Canción de Hiawatha (1855) y a su interés por los indios americanos que ya había mostrado anteriormente en Bowdoin, en To the Driving Cloud (1845). Basada en la cultura y las tradiciones Chippewa (Ojibway), representada por Henry Rowe Schoolcraft y John Tanner, en defensa de la cultura de Delaware y en el conocimiento de Longfellow de un jefe Ojibway que se alojó en su casa. El poema también se basa en generalizaciones literarias y representaciones visuales del Oeste, para construir lo que Longfellow llamó su Edda Indio. El Edda refleja las influencias escandinavas también evidentes en este poema, más notablemente en el metro trocaico arrítmico, que tomó prestado del Kalevala, la epopeya popular finlandesa compuesta por Elias Lönrott

Esta elección métrica de Longfellow, que capta y refleja el ritmo de un tam-tam, expuso el poema a la parodia, al igual que sus insistentes repeticiones y el uso de palabras indias. Pero aquella parodia no logró socavar el éxito del libro; incluso más comercial que Evangeline y Hiawatha, vendiendo 50000 copias en 1860. 

El poema fue muy refundido, traducido al alemán en 1856, también puesto en música, e interpretado como un drama teatral. 

Aunque Longfellow presentó una historia de amor en su relato, con el cortejo de Minnehaha, su matrimonio, y la muerte de Hiawatha, en su mayor parte reunió leyendas que se encontraban en muchos libros escolares, para exaltar al héroe como líder del nacimiento sobrenatural -hijo del Viento del Oeste, West Wind, Mudjekeewis, y de Wenonah, cuya madre, Nokomis, había caído de los cielos-, que conduce a su pueblo por el camino de la paz. Hiawatha enseña a su tribu la agricultura a través de su encuentro con el dios del maíz Mondamin, el transporte, mediante la invención de la canoa de abedul, y la imagen-escritura. A través de su amistad con el músico Chibiabos, anima a las artes;  del mismo modo que, al casarse con una muchacha dacotah, fomenta la paz entre las tribus. 

Con una incoherencia que no deja de sorprender, aunque es propia de su época, el poema exalta al indio y su cultura, por una parte, pero a la vez asume la destrucción de las formas de vida indígenas.

Las tradiciones narrativas de Nueva Inglaterra también atrajeron la atención de Longfellow en estos años. Empezó a trabajar en un poema dramático sobre la persecución puritana de los cuáqueros, que finalmente fue incluida en una de las tres New England Tragedies

Para fines en 1857 compuso el poema titulado The Courtship of Miles Standish and Other Poems, El Cortejo de Miles Standish y otros poemas (1858); el más gracioso y encantador de sus poemas narrativos largos, que relata una historia ya conocida -especialmente en la familia de Longfellow- sobre la poca suerte de John Alden en su intento de conquistar a la doncella que ama, en nombre de su amigo, el capitán Miles Standish. El reproche de Priscilla representa, sin duda, el tono familiar de este poema en hexámetro dactílico, cuando le dice, con voz temblorosa: ¿Por qué no hablas por ti mismo, John? 

Del libro al que pertenece este poema, con un grupo de trabajos más cortos, se vendieron 25.000 copias en los dos primeros meses de su publicación, pero provocó menos comentarios que Evangeline o Hiawatha.

Longfellow compuso durante ese período, My Lost Youth, Mi juventud perdida; un ejemplo memorable de la reflexión del poeta sobre su pasado personal. Ese poema apareció en uno de esos conjuntos de poemas cortos, identificados como aves de paso, que Longfellow introdujo en el Cortejo de Miles Standish y otros poemas y al que volvió a menudo en volúmenes posteriores.

A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts.

La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
Y los pensamientos de la juventud son largos, largos pensamientos.

El mejor acogido de este tipo de poemas compuestos en la década de 1850, sin embargo, fue The Children’s Hour, La hora de los niños, que refleja la alegría del poeta por sus hijas, aún pequeñas.

Sin embargo, la felicidad familiar estaba a punto de ser bruscamente destruida. El 9 de julio de 1861, Fanny Longfellow sufrió quemaduras graves cuando rizaba el pelo a su hija. Se le prendió el vestido, y murió al día siguiente, a causa de las quemaduras.

Longfellow, también sufrió graves quemaduras en manos, y brazos, y heridas faciales que le impidieron afeitarse en adelante, lo que le obligó a dejarse crecer la patriarcal barba blanca, tan familiar en los retratos posteriores. Esto aumentó considerablemente sus responsabilidades familiares que tuvo que afrontar con intenso dolor.

Al mismo tiempo hubo de hacer frente a la tragedia del país, que sufrió el trauma adicional de la Guerra Civil, que le afectó directamente a finales de 1862, cuando Charles Longfellow fue herido cuando combatía en el ejército de la Unión; su padre y su hermano viajaron a Washington para llevar a casa al herido.

Una vez más, Longfellow hizo frente a la tristeza sumergiéndose en la creación literaria, en esta ocasión con una especie de energía intensa y desafiante, escribió Tales of a Wayside Inn, cuya primera parte apareció en 1863. Consta de poemas narrativos compuestos en una gran variedad de patrones métricos. Aunque muchos de los poemas habían sido escritos e incluso publicados por separado anteriormente, con su versión de Los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer y el Decamerón de Giovanni Boccaccio. 

Aunque La Cabalgada de Paul Revere y Los Pájaros de Killingworth, son los más conocidos de estos poemas, y tienen todos el enfoque vital de Nueva Inglaterra, aunque la mayoría proceden de fuentes europeas. Algunos de ellos, especialmente, Torquemada y La saga del rey Olaf, sorprenden por su violencia, procediendo de un poeta, siempre de tono tan suave. 

El marco en que los encuadró Longfellow, permitió que entre sus seis narradores -el arrendador, el estudiante, el judío español, el italiano, el músico, y el teólogo-, cada uno criticara las aseveraciones de los otros, extrayendo enseñanzas de tolerancia, perdón y buena fe.

El proyecto más sostenido y más desafiante que Longfellow llevó a cabo en este periodo de dolor, fue su traducción en verso blanco, de La Divina Comedia. La traducción de esta obra había sido uno de sus objetivos cuando estudió a Dante en Harvard, y ya había traducido pequeños fragmentos en la década de 1840. Pero entonces se sumergió en el trabajo, a ritmo de un canto al día. La traducción, de reconocido mérito lingüístico y literario, apareció en una edición 1865-1867 en tres volúmenes. 

Entre los poemas cortos de su carrera tardía, sus sonetos son especialmente apreciadas; en la Divina Comedia hay seis, escritos entre 1864 y 1866 en honor de Dante, con su imagen del poeta estadounidense doliente dejando:

...my burden at this minster gate, / Kneeling in prayer, and not ashamed to pray.

...mi carga en la puerta de este monasterio,/ De rodillas en oración, y no avergonzado de hacerlo,

en una búsqueda de la paz espiritual.

De los muchos esfuerzos que Longfellow hizo entonces, de forma dramática, ninguno resultó adecuado; después de serenar su alma con Dante, volvió a la tarea que se había propuesto desde siempre: las tres partes de la Crónica del Cristianismo, iniciada con La leyenda dorada y The New England Tragedies; Longfellow intentó presentar una historia de tiempos relativamente modernos -posteriores a la Reforma- y en el nuevo mundo, como las persecuciones de Quáqueros y el frenesí de la brujería en Salem, aunque pudieran parecer improbables ilustraciones de la caridad cristiana.

A pesar de la respuesta del público, relativamente tibia, Longfellow perseveró con La divina Tragedia (1871), en la que representaba la esperanza cristiana a través de la dramatización de la pasión de Cristo y sus efectos sobre muchos personajes extraídos de la Biblia. Las ventas de este libro fueron mejores que las del anterior, sin embargo, Longfellow quedó decepcionado por la indiferencia hacia la obra que había definido en una carta de 1849 como la canción más sublime, cuya desgarrada melodía, durante tantos años ha respirado mi alma.

Cuando las tres partes, finalmente se reunieron en Christus: Un misterio, las ventas fueron escasas -sólo se imprimieron seis mil copias-, y la respuesta de la crítica aún fue menos alentadora. Longfellow mismo reconoció que las secciones no eran coherentes y que la secuencia histórica terminaba en decepción, por lo que pensó en añadir otro drama sobre los moravos de Belén, para mostrar con ello la influencia positiva del Evangelio, pero nunca llevó a cabo su intención.

Logró terminar nuevos poemas dramáticos, especialmente Judas Macabeo en Tres libros de Canto (1872) y La máscara de Pandora (1875). Michael Angelo, su último poema importante, apareció póstumamente, en 1833, pero inacabado.

Flower-de-Luce, un pequeño libro de doce poemas cortos, salió en 1867 con su Elegía por Hawthorne y Sonetos de Dante. Una edición revisada de Hyperion siguió en 1869. En 1872 Tres libros de Canto presenta la segunda parte de Tales of a Wayside Inn, junto con Judas Macabeo y algunas traducciones. 

El año siguiente, se publicó Secuelas, con el poema que le da título, y la última entrega de Tales of a Wayside Inn. La máscara de Pandora y otros poemas (1875), incluyó Morituri Salutamus (1874), uno de sus pocos poemas ocasionales. Escrito para la reunión 15ª de su clase Bowdoin College, es una reflexión memorable sobre el envejecimiento y es la oda más admirada de Longfellow. Ese libro también contenía The Hanging of the Crane (1874), que fue el poema mejor remunerado de Longfellow, ya que The New York Ledger le pagó 3000 dólares por su publicación en serie a principios de ese mismo año. Al igual que varios otros poemas, esta celebración de la felicidad familiar desde el momento de la boda de una pareja hasta sus bodas de oro apareció en una edición ilustrada por separado antes de que se publicara en libro.

Keramos y otros Poemas, apareció en 1878 con el título de un poema que unía el interés de la infancia de Longfellow en Portland por la cerámica con sus viajes y lecturas posteriores, que presenten un estado particularmente eficaz en su poética. 

Ultima Thule (1880), cuyo título mostraba su expectativa de que sería su última colección, contó con poemas como The Tide Rises, The Tide Falls, Marea Alta, Marea Baja, (1879) y L’Envoi. The Poet and His Song, El Poeta y su Canción (1880). In the Harbor, Ultima Thule—Part 2 salió justo después de su muerte en 1882 e incluyó su composición final, Las campanas de San Blas (1882).

H. W. Longfellow. Fairfax County Public Schools

Finalmente un gran proyecto de edición y traducción emprendido por su editor, James T. Fields, Poemas de Lugares, salió en 31 volúmenes entre 1876 y 1879.

Aunque las ventas de los últimos volúmenes no se correspondían con el éxito de su obra, mediada su carrera, Longfellow vivió para experimentar un reconocimiento y unas recompensas que rara vez han gozado otros escritores. Homenajes de muchos tipos lo atestiguaban, por visitas públicas a la casa Craigie por prominentes figuras literarias y políticas -como el emperador de Brasil-, tributos públicos, y una escalada de peticiones de autógrafos. 

En su última visita a Europa, en 1868-1869, contó con la participación de una gran parte de la familia y se produjo una sucesión de triunfos. La reina Victoria le recibió en el castillo de Windsor; el Príncipe de Gales lo invitó como huésped; y le visitó con William Gladstone y John Russell, así como Alfred Tennyson. Fue recibido y honrado en Suiza, Francia, Italia, Austria y Alemania. 

Su imagen apareció entre Nuestros Poetas Americanos en las aulas de los Estados Unidos y sus versos se convirtieron en lectura canónica durante muchas décadas. Las recompensas financieras confirmaron la esperanza juvenil de Longfellow de que un estadounidense podría hacerse una vida por medio de la literatura.

Cuando murió, menos de un mes después de su 75 cumpleaños, unos pocos días después de completar Las campanas de San Blas, Longfellow dejó un notable patrimonio de 356.320 dólares a sus hijos y nietos, con la venta de libros semanales. También dejó lectores agradecidos que han seguido erigiendo estatuas en su honor y poniendo de nombre a parques y escuelas, Evangeline y Hiawatha.

La celebridad de Longfellow como el poeta por excelencia, de América, le aseguró el respeto crítico en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, sin embargo, los comentaristas incluso desde entonces reconocen sus limitaciones. Longfellow carecía de una originalidad, evidente, por ejemplo, en Whitman, Emerson, e incluso Poe. Él mismo reconocía que la mayor parte de sus poemas pertenecían al estilo imitativo más que a la escuela imaginativa.

Recibió el homenaje de otras artes: varios compositores pusieron muchos de sus poemas en música, y varios artistas ilustraron muchas de sus escenas, y del mismo modo que él había honrado a poetas europeos mediante la traducción de su trabajo al inglés, vivió para ver sus propios poemas traducidos a veinticuatro idiomas. 

En muchos sentidos, Longfellow se puede entender como un amigo del multiculturalismo estadounidense incluso si Hiawatha falla las pruebas actuales de exactitud antropológica. Su reputación también podría beneficiarse de un renovado respeto crítico por el sentimentalismo.

En la actualidad, sin embargo, Longfellow ha sido relegado a la condición de un poeta de menor interés histórico cuyos poemas ocupan sólo unas pocas páginas en antologías, de manera que se oscurecen las razones de su popularidad inicial. Dos sonetos particularmente son admirados hoy en día por sus revelaciones valientes aunque artísticamente están controlados por el dolor personal; Mezzo Cammin y La Cruz de Nieve (compuesto en 1879), ambos aparecidos póstumamente. 

En su propio tiempo una de las principales contribuciones de Longfellow a la literatura estadounidense fue el aliento que ofreció a los aspirantes a escritores, ya fuera a aquellos literatos de Boston-Cambridge-Concord con los que interactuó a través de sus diversos clubes, u otros, que como Emily Dickinson, o poetas del siglo XX, como Robert Frost, Robert Lowell, y Howard Nemerov han sido más sensibles con Longfellow, que algunos críticos literarios e historiadores. 


El mundo -dijo Longfellow con su característica serenidad-, pertenece a aquellos que vienen detrás / Ellos encontrarán esperanza y energía como nosotros lo hemos hecho.
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Fuente de la traducción resumida y adaptada:
  

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La atención prestada por Longfellow a la lírica española, a la tragedia provocada por destierro forzoso de los Acadianos católicos de origen francés, por el gobierno británico –Evangeline-, y los inicios de la Guerra de la Independencia –La Cabalgada de Paul Revere; -Una luz si es por tierra y dos si es por mar, es un verso de este poema, que serviría de aviso de la llegada de las tropas inglesas-, son asuntos que el autor popularizó durante años a través de su obra, y exigen quizás, una segunda entrada. 
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