martes, 26 de agosto de 2014

La Guerra de Troya II: Los Troyanos


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Troya -Τροία Tría, Ίλιον Ilión o Ίλιος Ilios y, en turco, Truva, fue el escenario de la guerra que ha pasado a formar parte de la memoria de la humanidad con su nombre, descrita, en parte, por Homero y, más tarde, por Virgilio, en La Eneida. Los griegos son denominados genéricamente Aqueos, mientras que los troyanos son,  en la época, llamados Teucros.


Ese escenario se encuentra en Turquía, en Çanakkale, cerca del estrecho de los Dardanelos, que da acceso al Mar Negro; en él se produce una corriente que va del Mar de Mármara al Mar Egeo durante el verano y el otoño; de forma que las antiguas naves a vela solían encontrar grandes dificultades para enfilar el Estrecho hacia el norte, o debían afrontar una larga espera en Troya. La ciudad se encuentra entre los ríos Escamandro o Janto, y el Simois y muy cerca del Monte Ida -Kaz Dagi-. Frente a su costa, se halla la isla de Ténedos.
El Escamandro

Los sedimentos arqueológicos de la llamada Troya Homérica fueron descubiertos en 1871 por Heinrich Schliemann.

De acuerdo con los antiguos relatos, Ilo, un hijo de Tros, fundó la ciudad y, tras pedir una señal del apoyo de Zeus, halló una estatua de Atenea, conocida como Paladion de la que un oráculo le aseguró que mientras la estatua se mantuviera en poder de la ciudad, esta sería inexpugnable. Así fue, un tiempo, pero una noche, al amparo de la oscuridad, el Paladion terminó en manos de Ulises. 

Laomedonte se niega a pagar a Poseidón y Apolo. 
Óleo sobre tabla atribuido a Joachim von Sandrart, y a Girolamo Troppa. 1637-1710. 
Hunterian Museum and Art Gallery.

Poseidón y Apolo construyeron sus muros, pero como el trabajo no les fue pagado, Poseidón inundó la ciudad y envió a sus playas a un terrorífico monstruo. Herakles ofreció a Laomedonte –entonces rey de Troya y padre de Príamo–, matarlo. Para ello, lo esperó en la orilla y cuando el animal lo vio, abrió sus enormes fauces; Herakles se dejó devorar completamente armado. Pasó tres días en su interior, causándole heridas mortales, y después salió vivo, aunque sin pelo. Pero de nuevo, su trabajo quedó sin paga, así que, pasado un tiempo, volvió y mató a Laomedonte y a todos sus hijos, excepto a uno, llamado Podarkos, al que convirtió en esclavo, pero, rescatado posteriormente por su hermana Hesione, pasó a ser llamado Príamo; el Rescatado. Finalmente Hércules le dio el reino de Troya, y Príamo pasó a ser uno de los protagonistas del relato de la Guerra de Troya. De él hablaremos en breve.

Casi todos los héroes troyanos o Teucros murieron en la guerra contra los Aqueos o Griegos, excepto dos grupos que lograron abandonar la ciudad antes de su destrucción definitiva. Uno de ellos, encabezado por Eneas, se embarcó y logró alcanzar, primero Cartago, y después, la Península Itálica. El otro, dirigido por Antenor, llegó a la costa Norte del Mar Adriático.

Todavía en el siglo IV, en la década del 350, cuando Constantino ya había implantado el cristianismo como religión del Imperio, Juliano el Apóstata, que se mantuvo fiel a las antiguas creencias, viajó a Troya, donde visitó la tumba de Aquiles y aseguró que aún se celebraban ritos en honor de Atenea. Tales ritos fueron prohibidos definitivamente en 395. 

Alrededor del año 500, un terremoto destruyó cuanto quedaba del tiempo de la Troya de la época de la guerra y, aunque al parecer, la zona siguió siendo poblada hasta el siglo XIII, no existen registros de ningún tipo acerca de este largo período. Por último, tras la caída de Constantinopla, la colina sobre la que se asentara la célebre ciudad, pasó a llamarse Hisarlik

Allí fue donde se produjeron los hallazgos de Schliemann: restos de diez asentamientos de diferentes épocas entre 2920 aC. y los siglos XIII y XIV.

Sección del yacimiento arqueológico de Hissarlik

En la capa denominada Troya II, Schliemann halló el maravilloso tesoro, que atribuyó a Príamo.

Troya IV: 17.000 m2. Hacia 2.200. Construcciones con hornos en forma de cúpula y viviendas de cuatro salas.

Troya VI: Desde 1.700 ó 1.300/1250 aC., hasta la primera mitad el siglo XIII, cuando un terremoto destruyó la ciudad: Fortaleza con un bastión de 9 m. de altura sobre el curso del río Escamandro y una cisterna de 8 m. de profundidad, para abastecer de agua a la ciudad en caso de asedio. Con 350.000 m2 de superficie aproximadamente, se sitúa como una de las ciudades más grandes de la Edad del Bronce

En función de los diferentes sedimentos hallados, el estrato VII se subdivide en: VII–A: Posibles restos del terremoto. Tanto la capa VII como esta, podrían corresponder a la época descrita por Homero. VII–B1: Restos de dos incendios, tras los cuales se deshabitó la ciudad. De la época denominada VII–B-2, datada entre 1.100 y 1.020 aC. apareció en 1995 un sello de bronce con palabras grabadas, como “escriba”, “mujer” o “bueno”, términos que lo convierten en en documento histórico.

Tetradracma de plata de 180–160 aC.
Anverso: Atenea con casco ático.
Reverso: Atenea con la lechuza a sus pies, a cuyos lados aparecen las palabras:
ΙΛΙΑΔΟΣ ΑΘΗΝΑΣ– Iliados Azinas.

Troya VII. Murallas.

Troya IX es ya la ciudad romana, Nueva Ilion: construida sobre restos y cimientos de Troya VIII. Julio César y Augusto hicieron construir varios templos y palacios, así como un Templo a Atenea, de 80 m. de lado con monumentales columnas y un enorme Propileo. La ciudad se extendió por la llanura, quedando la Acrópolis destinada al culto. Subsisten las termas, el bouleterion -lugar de reunión del Consejo-, un teatro, algunas casas y lienzos de muralla.

Reconstrucción de Troya IX. –De Arqueo RBA

Troya X, por último, contiene ya restos del período bizantino correspondiente a los siglo XIII y XIV.

Los Ejércitos de los Troyanos, aparecen enumerados al final del Canto II de la Ilíada, junto con sus capitanes y la procedencia de sus tropas.

–Son muy numerosos los aliados que se encuentran en la gran ciudad de Príamo –dijo Héctor–; hablan diferentes lenguas y son de distintas razas. Que cada jefe mande a sus propios hombres y los conduzca al combate después de haber ordenado sus líneas. 

Inmediatamente todos corrieron a las armas; fueron abiertas las puertas de la ciudad y se pusieron en marcha las tropas de soldados y caballeros. Sobre ellos se elevó un gran tumulto.

Hay ante la ciudad una altura escarpada y aislada en la llanura, despejada por todos sus lados, que los hombres llaman Batiea; allí fue donde los troyanos se formaron en distintos cuerpos, igual que sus aliados. 
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Los Troyanos tenían por capitán al gran Héctor de reluciente casco, hijo de Príamo.

A los Dárdanos los mandaba Eneas, el valiente hijo de Anquises y de la divina Afrodita. Compartían con él el mando los dos hijos de Antenor; Arquíloco y Acamante, hábiles en toda clase de lucha.

A los de Zelea, situados en el último contrafuerte del Monte Ida, troyanos ricos, los mandaba el brillante hijo de Lycaon, Pándaros, al que el mismo Apolo regaló su arco.

A los que tenían Adrestea y el cantón de Apesas, Pitiea y las escarpaciones del Monte Terea, los mandaban Adrasto y Anfios, hijos de Merope Percosio, que conocía el arte de profético mejor que nadie y no quería que sus hijos fueran a la guerra asesina de hombres, pero ellos no le obedecieron, porque la divinidad de la negra muerte los impulsaba.

Los que habitaban en la región de Perkote por el río Practios, y tenían Sestos y Abydos y la divina Arisbe, los mandaba Asios, hijo de Hytarcos, jefe de guerreros que habían traído caballos salvajes de las orillas del Selleis.

Hipothoos conducía tribus de Pelasgos que combatían con lanza, y que vivían en la fértil Larissa. Los mandaba también Pylaeos, vástago de Ares, ambos hijos de Pelasgo Lethos, venido de Teutamis.

Acamas y el héroe Piroos mandaban a los Tracios de la tierra que rodea el impetuoso curso del Helesponto -Dardanelos.

Eufemos hijo de Trezenos, criado por Zeus comandaba a los lanceros Cicones.

Pyrecmes dirigía a los Peonios de curvos arcos, llegados de lejos, de Amydon, del Axio de ancho curso, cuyas hermosas aguas se extienden sobre la tierra.

Los Paflagonios tenían por jefe a Pylemenes de corazón viril; venían de la región de Enetos, país de origen de mulas salvajes. Ellos eran quienes tenían Kytoros, poblaban la región de Sésamo y vivían en bellas moradas en la región del río Parthenios, del Cromna, de Egialos y de las altas montañas Erythines.

A los Halizones mandaban Odios y Epístrophos; venían de lejos, de Alybe, de donde se produce plata.

A los Mysios mandaban Chromis y Ennomos, Augur. Pero los pájaros no le ayudaron a evitar la negra divinidad y fue vencido por las manos del rápido descendiente de Eaco, en el río, donde aquel mató a tantos teucros.

Forcys conducía a los Frigios -con Ascanio, parecido a un dios-, venido de la lejana Ascania; ardían en deseos de intervenir en la lucha. 

Los Meonios eran conducidos por Mesthles y Antiphos, hijos de Telamenes, y también mandaban a los Meonios nacidos al pie del Tmolos.

Nastes dirigía a los Carios de bárbaro idioma, que tenían Mileto y el monte Pthirion de oscuro follaje, el curso del Meandro y las cabezas escarpadas del monte Mycalo. Amphimajos y Nastés, brillantes hijos de Nomion, los conducían. Anfimajos iba al combate cubierto de oro como una mujer, el insensato, lo que no alejó de él a la triste muerte; que le llegó por las manos del veloz descendiente de Eaco, en el río, y su ornamento de oro, se lo quedó el violento Aquiles.

Sarpedón –con el irreprochable Glauco-, comandaba a los que vinieron de la lejana Lycia, hasta la orilla del agitado Janto –Escamandro.
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Príamo – Πρίαμος, rey de Troya. Hijo de Laomedonte y de la Ninfa Strymo, casado con Hécuba. De acuerdo con Homero, tenía la misma edad que Peleo.

–La edad los alejaba del combate, pero hablaban bien, semejantes a las cigarras, que en el bosque, posadas en un árbol, dejan oír una voz clara como los lirios. Tales eran los jefes troyanos, sentados en la muralla-. Ilíada, III, 150. Se llamaba, en realidad Podarkos – Ποδάρκης, pié ligero.

Tras la lucha de Laomedonte contra Hércules y la toma de Troya por este último, fue el único que sobrevivió al padre y a sus hermanos varones, cambiando su nombre por el de Príamo; Rescatado. La Ilíada recuerda la destrucción de Troya por Hércules cuando Príamo habla de ello con Elena en el Canto III.

De acuerdo con Homero, es hombre de inmensa bondad y justicia ejemplar; en contra del Consejo, se niega a hacer recaer sobre Elena la responsabilidad de la guerra – Para mí –le dijo-, tú no eres la responsable, sino los dioses, que han excitado contra mí esta deplorable guerra aquea.- Ilíada III, 164. 

Dice Homero que tuvo cincuenta hijos y doce hijas, casadas y que vivían con él, además de Casandra y Polyxena, que no se casaron, pero ve morir a muchos de ellos, especialmente, a Héctor, cuyos maltratados restos, Aquiles se niega a entregar, por lo que Príamo mismo, sin dudarlo, acude a su tienda en el campo enemigo, para suplicarle que le entregue el cuerpo. El encuentro entre los dos hombres constituye un relato verdaderamente conmovedor. Ilíada. (Canto XXIV).

Príamo suplica a Aquiles que le devuelva el cuerpo de Héctor. Alexandre Ivanov.

Aquiles accede a devolvérselo entre lágrimas, después de lavarlo y perfumarlo.

J.Louis David. Héctor.

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Anquises - Ἀγχίσης, rey de los Dardanelos. Hijo de Temiste y Capys y padre de Eneas, al que tuvo con Afrodita. 

Descubierto por la diosa cuando cuidaba un rebaño en el Monte Ida, esta se hizo pasar por una mortal para obtener su amor y no le reveló su identidad hasta que supo que iba a tener un hijo suyo, al que hizo criar por las Ninfas cinco años, después se lo entregó a su padre, ordenándole que guardara el secreto de su origen. Sin embargo, un día que Anquises estaba ebrio, presumió de su aventura olímpica, lo que provocó la ira de Zeus quien le lanzó un rayo que seguramente lo habría matado, si la propia Afrodita no lo hubiera desviado, a pesar de lo cual, sólo con su roce, Anquises quedó cojo.

Posteriormente aparecería en una de las escenas más conocidas de la caída de Troya, en la obra de Virgilio. Eneas huye de la ciudad, llevando a su padre sobre los hombros y a su hijo pequeño de la mano, mientras su esposa se pierde entre el tumulto. 

Anquises se embarcó llevando consigo sus penates familiares y sus bienes más preciados, y vivió hasta los 80 años. Dice Homero que fue enterrado en el Monte Ida, mientras que Virgilio asegura que fue en Sicilia, donde Eneas le hizo construir un monumento fúnebre. 

Federico Barocci, 1598. Eneas abandona Troya en llamas, con su padre y su hijo. 

Otra de las bellas representaciones de Eneas y Anquises.
Pierre Lepautre. 1659.  Louvre.

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Sarpedón –Σαρπηδών, rey de Licia. Hijo de Zeus y de Europa y hermano de Minos y Radamante.

En su juventud se peleó con sus hermanos por el amor de un muchacho que prefirió a Sarpedón, quien después fue vencido por Minos, viéndose obligado a exiliarse en Cilicia. Dominó la región del río Xantos, sobre la que llegó a reinar. Zeus le concedió vivir los años de tres generaciones humanas.

Al estallar la Guerra de Troya, acudió en ayuda de Príamo con sus tropas licias; allí resultó herido, pero Zeus le salvó la vida.

Fue él quien encontró a Patroclo cuando llevaba la armadura de Aquiles, y fue asimismo quien mató al conductor de su carro y a uno de los caballos. Zeus sabía que Patroclo podía matarlo y sintió piedad, pero al intentar salvarlo, fue retenido por los reproches de Hera, que le recordó que todos los Inmortales tenían algún descendiente en la batalla; Zeus decidió entonces abandonarlo a su suerte.

Patroclo mata a Sarpedón y arranca la lanza de su cuerpo, que retiene pisándolo, mientras Glauco acude en su ayuda. Hydra protucalense de figuras rojas. 400 aC.
Museo Arqueológico Nacional  de Policoro.

Así pues, Sarpedón, murió de un lanzazo en pleno corazón, pero antes de morir, pidió a su compañero Glauko que no abandonara su cuerpo en manos de los Aqueos. Habiendo sido herido también Glauko, sólo tuvo fuerzas para pedir a los troyanos que defendieran el cadáver, pero estos fueron derrotados a su vez por Patroclo. 

Sarpedón, entonces, fue despojado de sus armas, pero lo vio Apolo, y  por orden de Zeus voló a recuperar el cuerpo; lo lavó en el Escamandro, lo perfumó con ambrosía y le concedió la inmortalidad, poniéndolo en manos de los gemelos Hypnos y Thánatos; el Sueño y la Muerte, hijos de la Noche, que lo devolvieron a Licia.

Johann Heinrich Füssli,1803: 
El Sueño y la Muerte llevan el cuerpo de Sarpedón a Licia.
Sammlung Haus Rechberg, Zurich.

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Pentesilea – Πενθεσίλεια, reina de las Amazonas.

No resulta claro el motivo por el que, tras la desaparición de Héctor, Pentesilea acudió en ayuda de los troyanos, si bien se baraja la posibilidad de que lo hiciera por pura afición a la lucha. Llegó a Troya acompañada por doce Amazonas, que resultaron todas muertas; cinco de ellas, a manos de Aquiles.

Realizó numerosas hazañas ante la ciudad asediada, pero también fue derrotada por Aquiles, quien, sin embargo, se enamoró de ella al verla morir en plena belleza. 

Al parecer, el burlador Tersites se ríe de aquel enamoramiento, que considera una debilidad; su risa también le costaría la vida a manos de Aquiles. 

De acuerdo con algunas versiones, Diomedes, pariente de Tersites, arrojaría el cuerpo de la Amazona al Escamandro para vengarse, aunque otras aseguran que el mismo Aquiles la enterró en las proximidades del río.

La muerte de Pentesilea. Kylix ático de figuras rojas. Hacia 460 aC. 
Staatliche Antikensammlungen.

Bertel Thorvaldsen. Nordisk skulptur. København 1964

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Resos - Ῥῆσος, rey de Tracia. Acudió, desde Eion en ayuda de Príamo, con sus caballos, más veloces que el viento y más blancos que la nieve, el último año del asedio. Se suponía que podría salvar la ciudad si sus caballos lograban beber en el Janto, pero Reso fue muerto por Diomedes, mientras dormía, junto con doce de sus hombres, la misma noche de su llegada. Ulises se quedó con sus valiosos caballos.

Ulises y Diomedes se apoderan de los caballos de Resos.
Jarrón griego de figuras rojas, de Lycurgo el Pintor. Hacia 360 aC.

La hazaña, no de las más gloriosas de los aqueos, posteriormente, constituiría el asunto de la tragedia Resos –Ῥῆσος, atribuida a Eurípides, quien hace resucitar al héroe, ya convertido en una divinidad subterránea dotada de inmortalidad.

Homero sitúa sus dominios en Tracia Occidental, en la desembocadura del Estrimón, y Eurípides afirma que era hijo de una de las Musas y de Estrimón, antes de transformarse en río. Se le atribuye asimismo el matrimonio con Argantonia, una cazadora de Bitinia.

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Memnón, Μέμνων, El que persevera. Considerado rey de Etiopía.

Hijo de Eos –la Aurora–, y de Tithon, hijo de Laomedonte, sobrino, por tanto, del rey Príamo. Fue muerto por Aquiles en combate singular. 

Se atribuyó su nombre a la monumental estatua de un Coloso, cerca de Tebas, en Egipto, aunque en realidad representaba a Amenofis III. Habitualmente, él aparece representado en las cerámicas con rasgos griegos, mientras que sus compañeros muestran rasgos africanos, a los que tanto Ovidio como Virgilio mencionan con la piel muy oscura.

Cuando estalla la Guerra de Troya, Memnón se presentó espontáneamente ante los troyanos, aunque en versiones posteriores se dice que fue llamado por Príamo. Llegó desde Susa llevando una armadura forjada por Hefesto y luchó con algunos héroes griegos. También se enfrentó a Néstor, quien llamó en su ayuda a su hijo Antíloco, uno de los grandes amigos de Aquiles además de Patroclo. Antíloco salvó la vida a Néstor, pero murió en su lugar a manos de Memnón. 

Aquiles, furioso, decide vengar a su amigo y se enfrenta con Memnón en un combate arbitrado por el mismísimo Zeus, que finalmente, concede a Aquiles la victoria y a Memnón, la inmortalidad.

Duelo entre Memnón y Aquiles. Ánfora ática de figuras negras. Hacia 520 aC. Staatliche Antikensammlungen.

El cadáver de Memnón, fue recogido por su madre, Eos; la Aurora, o quizás por los Vientos, y llevado a Etiopía, mientras que sus hombres eran transformados en aves; las Philomachus pugnax -conocidas como Combatientes-, que volaron hasta la tumba del héroe. 

Desde entonces, su madre, llora todas las mañanas gotas de rocío.

La Pietá de Memnón. Medallón de un kylix del pintor Douris y el alfarero Kaliades. 
490-480 aC. Louvre.

La mayor parte de los autores creen que la tumba de Memnón estaba en la desembocadura del Esopos, en las riberas del Helesponto, aunque otros creen que nunca existió.

Memnón no aparece en la Ilíada, pero es citado dos veces en la Odisea, en el Canto IV: Pisístrato, hijo de Néstor, con los ojos inundados en lágrimas recordaba vivamente a su hermano, el virtuoso Antíloco, inmolado por el renombrado hijo de la brillante Aurora –Memnón-.

En otro lugar, Néstor asegura: al igual que vosotros, he sufrido una funesta pérdida, la de un hermano y uno de los más valientes entre los Griegos.

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Epílogo. 

Los Caballos de Aquiles en los versos de uno de los grandes poetas griegos del siglo XX, C. P. Kavafis.

Henri Retgnault. Automedon con los caballos de Aquiles.

Κωνσταντίνος Καβάφης. Τα άλογα του Αχιλλέως
Constantino Kavafis. Los caballos de Aquiles

      Τον Πάτροκλο σαν είδαν σκοτωμένο…

      Cuando vieron muerto a Patroclo,
      que era tan valeroso, fuerte y joven,
      empezaron a llorar los caballos de Aquiles;
      sus naturalezas inmortales se indignaban
      ante la obra de la muerte que contemplaban.

      Sacudían la cabeza y agitaban sus largas crines,
      golpeaban la tierra con las patas, y lloraban a Patroclo 
      al que sentían sin alma -destruido- una carne ahora mísera 
      -desaparecido su espíritu- indefenso -sin aliento-;
      a la enorme Nada devuelto desde la vida.

      Vio Zeus las lágrimas de los inmortales
      caballos y se entristeció: -En las bodas de Peleo-,
      dijo -no debí actuar tan irreflexivamente;
      ¡mejor que no les hubiera dado mis caballos
      desdichados! Nada teníais que hacer ahí abajo
      entre la mísera humanidad, juguete del destino.
      Vosotros a quienes no acecha la muerte, ni la vejez, 
      efímeras desgracias os atormentan. 
      Los humanos os mezclaron en su infotunio-. 

      Pero sus lágrimas, por la desgracia sin fin de la muerte,
      siguieron derramando los dos nobles animales

Los caballos de Aquiles –Jantos y Balios– Hijos del Viento, fueron, como dice el poema, el regalo de Zeus a Tetis y Peleo –padres de Aquiles–, por su boda. Tiraban del carro de Patroclo, el día que Héctor lo mató. Aquiles ataría después el cuerpo sin vida de Héctor al mismo carro, tirado por los mismos caballos, para vengar la muerte de su amigo.

Una vez puesto el casco, Aquiles subió al carro, resplandeciente bajo su armadura como el luminoso Hyperión, y, con voz terrible gritó a los caballos de su padre:

-¡Xantos y Bailos, famosos hijos de Podarga, pensad con todo vuestro corazón en devolver sano y salvo a vuestro conductor –Automedón- al campo de los Dánaos, cuando hayamos luchado lo suficiente; no lo dejéis allí, muerto, como a Patroclo!

Entonces, bajo el yugo, un caballo de brillantes patas, le contestó, –era Jantos–; inclinó la cabeza y sus crines caían a lo largo del yugo hasta el suelo. Le había dotado de palabra a la diosa Hera de los blancos brazos:

–Ciertamente, todavía hoy te salvaremos, extenuante Aquiles. Pero se aproxima el día de tu perdición y nosotros no seremos responsables de ella, sino un gran dios y el cruel Destino. Y no fue por causa de nuestra lentitud ni por nuestra indolencia por lo que los troyanos le quitaron la armadura a Patroclo, sino por causa del mejor de los dioses, el hijo de Latona la de los hermosos cabellos, que lo mató en primer lugar, y dio la gloria a Héctor. Nosotros seguiremos el soplo del Céfiro de todas formas; el más rápido de todos. Pero tu destino es ser vencido por un dios y por un hombre.

Cuando terminó de hablar, las Erinias le quitaron el don de la voz.

Indignado, Aquiles el de los Pies Ligeros, respondió:

–Jantos ¿Por qué tienes tú que anunciar mi muerte? No deberías. Sé muy bien por mí mismo que mi destino es morir aquí, lejos de mis padres, pero aún así, no abandonaré el combate hasta que los Troyanos no puedan más.- Dijo, y, con grandes voces, dirigió a los caballos a la primera línea.
Ilíada XIX: 399 ss.
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Como Héctor había predicho momentos antes de morir, su hermano Paris mataría más tarde a Aquiles con una flecha que, dirigida por Apolo, fue a clavarse en el vulnerable talón del héroe.

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Ruinas troyanas en la actual Truva –Turquía.

Γιώργος Σεφέρης Yorgos Seferis: Μυθιστόρημα –Mizistórima:

ΚΔ´-24
Ἐδῶ τελειώνουν τὰ ἔργα τῆς θάλασσας, τὰ ἔργα τῆς ἀγάπης.

      Aquí terminan las obras del mar, las obras el amor.
      Los que un día vivan aquí donde nosotros terminamos,
      si oscurece su memoria la sangre y se desborda,
      que no nos olviden, almas débiles, entre los asfódelos (*);
      que vuelvan hacia el Erebo (*) la cara de las víctimas:

      Nosotros, que no teníamos nada, les enseñaremos la paz.

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(*) Los Asfódelos es una parte del inframundo, a donde llegan las almas de los muertos. El Hades tiene dos partes o etapas:  el Érebo y el Tártaro. El Érebo es lugar de llegada, desde donde el barquero Caronte ayuda las almas a cruzar la laguna Estigia hasta el Tártaro. En el Hades las almas pasan la eternidad. 

De acuerdo con la actitud que los humanos hayan mostrado durante su existencia, terminarán en alguno de los dos lugares del Hades, después de la espera en los Asfódelos; a los Campos Eliseos van las almas de los buenos y los héroes; los malos, van al Tártaro.

miércoles, 20 de agosto de 2014

La Guerra de Troya I: Los Aqueos


La Guerra de Troya –de acuerdo con la tradición-, se desencadenaría a causa del secuestro de Elena, la esposa de Menelao, rey de Esparta, por parte de Paris, hijo de Príamo, rey de Troya.

Una sugestiva imagen de las ruinas de Troya en la actualidad.

La narración del conflicto entre Grecia y Troya, o, mejor, entre griegos y troyanos, formaba parte del llamado Ciclo Troyano; un conjunto de relatos de los que hoy sólo queda completo el de Homero; la Ilíada, título que procede del nombre griego de la ciudad de Troya, Ίλιον–Ílion, aunque también era, y es conocida como Τροία– o Tría.

Menelao, el marido robado y su hermano Agamenón, levantaron un ejército en el que se integraron casi todos los reyes griegos con el objetivo de castigar a la ciudad de Troya mediante un asedio; recuperar, tal vez, a Elena y volver con el mejor botín posible.
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Los personajes que conocemos como Griegos son llamados, Aqueos -Ἀχαιοί-, procedentes de la región de Acaya –Αχαΐα-, en la zona central del norte del Peloponeso, también son citados como Dánaos–Δαναοί- o Argivos-Ἀργεῖοι-; nunca griegos y los nombres de los principales héroes de esta guerra, siguen siendo muy familiares, especialmente, los de los griegos: Agamenón, Menelao, Aquiles, Ulises, etc. a pesar de los cuales y de otros guerreros, aún no mencionados, los verdaderos protagonistas mudos de la Guerra de Troya, son dos tipos muy diferentes; la primera, es Elena, a la que se considera causante de la guerra, pero que, ciertamente pasa por el relato como un espíritu o una sombra. El segundo no es siquiera un personaje, sino una cosa; es decir, un Caballo de madera.
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En realidad, podría decirse que todo empezó en el Olimpo. Por mucho que sus divinos habitantes solían quejarse de que los humanos los hacían responsables de sus desgracias, lo cierto es, que en este caso, los humanos tendrían algo de razón, a pesar, o además, de ciertos errores sólo imputables a ellos mismos.

El hecho es que Zeus había arrebatado el trono a su padre, Cronos, que, a su vez, se lo usurpó al suyo, Urano. Pues bien, una profecía advirtió a Zeus que él también sería destronado por un hijo que tendría con la ninfa Tetis, de modo que Zeus, intentando eludir el destino, hizo casar a Tetis con el mortal Peleo, los cuales serían padres de Aquiles.

Así pues, todos los dioses fueron invitados a las bodas de Peleo y Tetis, excepto Eris Ερις, la Discordia, quien decidió acudir de todas formas, llevando una manzana de oro, que depositó en la mesa, y en la que se podía leer: καλλίστη –kalistí; Para la más bella. 

Eris ofrece la manzana de la discordia en la boda de Tetis y Peleo. 
Óleo en lienzo de Jacob Jordaens. 1633. Museo del Prado.

Tanto Atenea, como Hera y Afrodita, que se consideraban destinatarias de la manzana –tal como esperaba Eris–, solicitaron el juicio de Zeus, quien dejó la elección a Paris, hijo de Príamo, el rey de Troya. Atenea le ofreció el poder militar si resultaba elegida; Hera, la realeza y Afrodita, el amor de la mujer más bella del mundo, es decir, Elena, la esposa de Menelao, rey de Esparta. Paris la eligió.

Creyéndose en su derecho, Paris secuestró a Elena en casa de su esposo, Menelao, quien después de pedir consejo y ayuda a su hermano Agamenón, reunió una fuerza griega con la que sitiar y tomar Troya. 

Aquiles, pues, militaría en el campo aqueo, o griego, y Paris en el troyano; ambos se covertirían en protagonistas de la tragedia. 

En cuanto a Ulises, el gran héroe griego de Homero, aunque parezca lo contrario, participó en la guerra, en cierto modo, a la fuerza. 

Acompañado por su hermano Agamenón y por Palamedes, Menelao fue a buscarlo a su casa, ya que se resistía a prestar su colaboración tras haber recibido información de un oráculo, que sólo veía malos augurios para aquella guerra. Ulises ideó recibirlos haciéndose pasar por loco. Para ello se vistió como un campesino y se puso a trabajar con un arado del que tiraban un buey y un asno, a la vez que iba arrojando sal sobre los surcos abiertos a su espalda. Pero Palamedes sospechó de su actitud y colocó a Telémaco, el hijo único de Ulises, delante del arado. Naturalmente, en cuanto el padre vio al niño, tiró de las riendas y frenó el carro, mostrando así su cordura.

Los griegos asentaron el campamento en la playa que se extiende ante Troya y los troyanos se hicieron fuertes detrás de sus murallas. Desde el principio, Aquiles se empleó en evitar la entrada de víveres a la ciudad. 

El relato de La Ilíada de Homero, se inicia cuando la peste se extiende por el campamento griego. Calcas o Calcante –Κάλχας– el augur, revela que Apolo está castigando a Agamenón por haberse negado a devolver a Criseida, tomada como botín de guerra, a su padre, el sacerdote troyano Crises.

Obligado a ceder, Agamenón reclama una parte equivalente del botín; la doncella entregada a Aquiles, quien, naturalmente, se niega a entregarla. Agamenón secuestra a Briseida, y Aquiles, cegado por la cólera, decide encerrarse en su tienda, jurando que no volverá a luchar, a la vez que obtiene de Zeus que los troyanos triunfen mientras él no intervenga en la batalla. 

Su ausencia, efectivamente, lleva a los griegos a sufrir una derrota tras otra, viéndose obligados a retroceder hasta el punto de que los troyanos llegaron a amenazar con quemar sus naves.

A pesar de los ruegos del anciano Néstor, de Fénix y de Ulises, Aquiles no vacila en su decisión, pero su amigo Patroclo, conmovido, le pide su armadura para ayudar a los compatriotas. Aquiles accede, pero Patroclo muere a manos de Héctor, hermano de Paris, que toma las armas de Aquiles como botín, despertando los deseos de venganza de este, quien, a pesar de las advertencias de su madre, decide enfrentarse a Héctor con las nuevas armas que para él forja Hefesto.

Aquiles, pues, vuelve al combate y termina con la vida de tantos troyanos, que los cadáveres oscurecieron el agua del río Escamandro, que, furioso, intenta también ahogar a Aquiles, pero de nuevo se salva gracias a la intervención de Hefesto

Finalmente, Aquiles encuentra a Héctor a quien mata con ayuda de Atenea; después ata el cadáver a su carro y lo arrastra en torno a la ciudad para que los troyanos puedan verlo desde las murallas, aunque más tarde, siguiendo entonces el consejo de su madre, permite que Príamo recupere el cuerpo de su hijo para poder ofrecerle honras fúnebres.

Aquiles arrastra el cuerpo de Héctor atado a su carro. 
Peine de hueso, hallado de Oria, en la segunda mitad de siglo I aC. Museo Arqueológico Nal. de Tarento.

El asedio duró diez años y, durante los nueve primeros, los griegos fracasaron en todos los intentos de tomar la ciudad. Hasta que alguien, tal vez Ulises, tuvo una idea, aunque este importante dato no fue transmitido por Homero, ni en la Ilíada, ni en La Odisea, sino por el gran Virgilio en La Eneida, a la que es preciso recurrir frecuentemente para completar los datos ofrecidos por Homero.

La estrategia consistía en que los griegos construyeran un enorme caballo de madera; después prenderían fuego al campamento y se embarcarían, simulando retirarse del combate. Pero las naves sólo debían ocultarse tras la isla de Ténedos, mientras que un gran número de soldados se ocultarían en el interior del caballo, que, aparentemente, dejarían abandonado a la vista de las murallas de Troya, como una ofrenda.

G. Tiépolo. El Caballo es conducido junto a los muros de Troya

Cuando los troyanos ven el caballo, al amanecer, las opiniones se dividen; unos creen que se trata de un regalo para Atenea, mientras que otros sospechan que puede ser alguna trampa, entre ellos, Laoconte, quien advierte del peligro a sus conciudadanos, de acuerdo con el relato de Virgilio, en la Eneida:

Quidquid id est, timeo danaos et dona ferentes —, les dijo: –Sea lo que sea, desconfío de los griegos, incluso cuando hacen regalos.

Después, para confirmar sus sospechas, lanzó una jabalina al flanco del caballo, e inmediatamente, se oyó un gemido de dolor que debería haber alertado a los troyanos, pero, tal como relata Virgilio, un griego llamado Sinon, haciéndose pasar por desertor, les dijo que si tocaban el caballo sería su ruina, pero que si lo introducían en la ciudad, obtendrían la victoria. 

En aquel momento, dos enormes serpientes salieron del mar y atacaron a Laoconte y a sus hijos, lo que se interpretó como una señal de la furibunda reprobación de Atenea contra ellos. 

El Greco. Laoconte. 1609. Oleo/lienzo 137x172 cm. Gal. Nal de Arte, Washington.

El temor, en fin, decide a los troyanos a introducir el caballo en la ciudad, a cuyo efecto, incluso se ven obligados a derribar parte de la muralla.

Creyéndose ya triunfadores, celebran la victoria hasta la caída de la noche, pero cuando, finalmente, todos duermen, los griegos salen del caballo y corren a abrir las puertas de la ciudad al resto del ejército invasor, que finalmente tomará posesión de Troya.

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Agamenón, Ἀγαμέμνων, El Obstinado, Rey de Micenas. 

Máscara funeraria de Agamenón hallada en Micenas. Museo Arqueológico de Atenas.

Era hijo de Atreo y Erope, reyes de Micenas, o de Argos, y hermano de Menelao. Asumió el mando del ejército aqueo en la guerra que se aproximaba. Durante el asedio, su negativa a devolver a la prisionera Criseida a su padre, Crises, sacerdote de Apolo, desencadenó la peste en el campamento aqueo. Obligado a devolverla, secuestró a Briseida, que formaba parte del botín de Aquiles, lo que provocó la decisión de este, de abandonar el campo y aislarse en su tienda.

De acuerdo con la Ilíada, tras la caída de Troya, al volver a su casa, fue asesinado por Egisto, amante de su esposa Clitemnestra, quien, a su vez, mató a Casandra, concubina de su marido. Tenía tres hijas: Ifigenia, Krisozémis y Electra, y un hijo, Orestes.

 
Agamenón, con su cetro. Tapadera de lekanis ático con figuras rojas. c.410-400 aC. Museo Arqueológico Nacional de Tarento.
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Menealo, - Μενέλαος- El que Sostiene al Pueblo. Rey de Esparta. Marido de Elena y hermano de Agamenón.
Menelao sostiene el cuerpo de Patroclo. 
Loggia dei Lanci. Piazza della Segnoria. Florencia

Elena era hija de Leda y Zeus, aunque estos adjudicaron su paternidad a Tíndaro, el rey de Esparta. Cuando Elena tuvo edad para casarse, fue solicitada por todos los dirigentes de Grecia. Tíndaro temió que si se la entregaba a uno de ellos, todos los demás se rebelarían contra su decisión, pero Ulises le ofreció una solución a cambio de que Tíndaro le ayudara a obtener la mano de Penélope. La idea de Ulises consistía en hacer jurar a todos los pretendientes que se defenderían mutuamente en caso de que alguno de ellos se hallara en peligro, lo que les impediría, en todo caso, luchar entre sí.

Tíndaro aceptó; obtuvo la mano de Penélope para Ulises, hizo jurar a los pretendientes y eligió como marido de Elena –según Hesíodo, porque era el más rico de todos–, a Menelao, a quien más tarde, confiaría también el trono de Esparta. Elena y Manelao tuvieron dos hijos, Hermione y Nicostrato.

Pero como Afrodita había prometido a Paris que le daría a Elena, este viajó a Grecia, concretamente a Esparta, para tomar posesión de su regalo. Fue muy bien recibido por Menelao en su palacio y allí vio a Elena por primera vez. Unos días después de la llegada de Paris, Menelao se vio obligado a viajar a Creta, así que, antes de embarcarse, ordenó a su mujer que fuera amable con el invitado troyano. Afrodita unió a los dos jóvenes la misma noche de la partida de Menelao, tras lo cual, ambos decidieron huir al día siguiente, robando casi todas las riquezas de su anfitrión, quien fue informado del desastre por Eris.

Menelao entonces consulta con su hermano Agamenón y con el sabio Néstor, decidiendo, entre los tres, reunir a todos los jefes aqueos, para que, cumpliendo el juramento que habían hecho ante Tíndaro, se unieran para lanzar un ataque sobre Troya.

Menelao recorrió la tierra para reunir el mayor número posible de guerreros griegos en su alianza. Algunos, como Ulises, o Ciniras, de Chipre, intentaron, sin resultados, eludir su participación recurriendo a diferentes argucias. Aun así, Menelao llega a reunir 60 bajeles que llenó de guerreros procedentes de Esparta y otras ciudades, con las cuales se presentó ante Troya. 

Antes de desembarcar a las tropas, Ulises y Menelao entraron en Troya para intentar recuperar a Elena sin necesidad de recurrir a la guerra, pero los troyanos se negaron a entregarla, e incluso intentaron matar a los emisarios.

La Ilíada cuenta que cuando Menelao vio a Paris entre la multitud, se lanzó hacia él como un león, pero Paris huyó, haciéndose acreedor de los reproches de su padre, Héctor, que lo acusó de ser un cobarde, después de haber provocado la guerra él mismo. Paris aceptó entonces, para evitarla, enfrentarse a Menelao en un duelo singular, cuyo premio sería Elena.

Desde el principio, Menelao superó a Paris, pero cuando su lanza se quedó clavada en el escudo de este, intentó retenerlo aferrándose a su casco, pero, he aquí que intervino Afrodita y liberó a Paris de las manos de su oponente. Otros guerreros se enfrentaron entonces a Manelao, quien, protegido a su vez, por Hera y Atenea, logró reducir a ocho troyanos más.

En el terreno literario, Menelao alcanza la gloria en el Canto XVII de la Ilíada, aunque mató menos guerreros que los principales héroes de la obra, ya que el número de bajas que produjo, fue menor que las que causaron Aquiles, Ayax, Agamenón o Ulises. Más adelante, la muerte de Patroclo le conmovió especialmente y fue el primero de los griegos que intentó recuperar su cuerpo, siendo asimismo uno de los que se metieron dentro del caballo de madera.

Al comenzar el ataque desde el Caballo, Menelao, seguido por Ulises, entró en el palacio de Deifobo –el nuevo esposo de Elena tras la muerte de Paris- y allí encontró a su esposa, cuya visión hizo desaparecer sus deseos de venganza sobre ella. Finalmente Elena volvería con él. Pero antes de abandonar el campo de batalla, los griegos sacrificaron a Polixena, hija de Príamo, sobre la tumba de Aquiles, para calmar la ira del espíritu del guerrero.

Después del saqueo de Troya, Menelao discutió con su hermano, pues mandó a los aqueos volver inmediatamente a Grecia, mientras que Agamenón, consideraba que era preciso hacer sacrificios a los dioses antes de embarcar. Así, Menelao fué también uno de los primeros en iniciar el retorno, junto con Elena, aunque distintas circunstancias le obligaron a detenerse continuamente: en el Cabo Sunión, porque tenía que enterrar a su piloto; después, porque Zeus provocó una tempestad que desvió algunas de sus naves hacia Creta, y la suya hacia las costas de Egipto, etc., todo lo cual hizo que su viaje de vuelta durara ocho años. Aun así, su retorno, a pesar de las múltiples contrariedades, fue menos complejo y largo que el de Ulises, y además llegó con una nave repleta de oro y otros ricos objetos, con los que pasó holgadamente el resto de su vida junto a Elena.

Una tradición dice que al llegar a casa, Menelao encontró a la verdadera Elena, que se había mantenido al margen del conflicto durante todos aquellos años, porque solo su espíritu o fantasma había huido con Paris; –una túnica vacía, de acuerdo con los incomparables versos de Yorgos Seferis-.

Detalle de la cabeza de Menelao en la Loggia dei Lanci de Florencia.
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Aquiles –Ἀχιλλεύς, también llamado Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος– Aquiles El Pelida-, por su padre, Peleo.

Hijo de Tetis y, como hemos dicho, y de Peleo, rey de los Mirmidones, nació en Ftía, Tesalia. Su madre lo sumergió en la corriente del Estigia, un río del inframundo, para hacerlo invulnerable, a cuyo efecto, tuvo que sujetarlo por un talón, que, como consecuencia, no fue bañado por las aguas y se convirtió en su único punto débil. Más tarde, para evitar que marchara a la Guerra de Troya, Tetis lo escondió, pero fue descubierto por Ulises y, finalmente, reclutado junto con su mejor amigo, Patroclo. Guapo, valiente y orgulloso de sí y de su estirpe, constituye el prototipo del héroe griego.

En el décimo año de la guerra, su altercado con Agamenón –la cólera del Pelida, con que comienzan los versos de la Ilíada–, le induce a abandonar el combate, pero la posterior muerte de Patroclo le hace volver para enfrentarse al troyano Héctor, a quien mata, tomando una cruel venganza sobre su cadáver. Poco después moría él mismo, al ser alcanzado en el talón por una flecha lanzada por París y guiada por Apolo.

Aquiles, bajorrelieve de un sarcófago ateniense. c.240. Louvre.
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Ayax, hijo de Oileo - Αἴας Ὀϊλῆος, rey de Locrida, también llamado Ayax El Pequeño, a causa de la gran diferencia entre su estatura y la del otro Ayax, hijo de Telamón. Fue uno más de los pretendientes frustrados de Elena. Dice de él Homero, que a pesar de su estatura, no tenía rival en el lanzamiento de la javalina. 

Arctinos de Mileto, por su parte, dice que forzó a Casandra, sacerdotisa de Apolo, en el Templo de Atenea, quien, a la vuelta de Troya, permitió que Ayax se ahogara en el mar, cerca de Mikonos o de Eubea. Fue enterrado en Micenas. 
Ayax, el Menor, ataca a Casandra, que pide ayuda a Atenea. Louvre.

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Ayax, Αἴας Τελαμώνιος. Hijo de Telamón, rey de Salamina, y de Peribea. ArgonautaConocido también como Ayax El Grande a causa de su gran estatura. 

Acudió a la guerra de Troya contribuyendo con doce naves.  Cuando Príamo lo vio desde las murallas de Troya, lo describió como un guerrero aqueo, noble y grande, que supera a los argivos por la cabeza y sus nobles hombros. Se dice que sólo Aquiles era más valeroso y fuerte que él.

De acuerdo con la Ilíada, es el único personaje que nunca resultó herido, a pesar de ser igualmente, el único que no recibía ayuda de los dioses, lo que le valió el sobrenombre de Fortaleza de los Aqueos. La lanza –escribe Quintus de Esmirna, en la Réplica a Homero–,  no le hería a pesar de golpear su delicada piel con todo su impulso… el destino no quiso que ningún arma enemiga pudiera teñirse con su sangre en el campo de batalla. Dice también la Ilíada que mató a diez troyanos, lo que le situaría en cuarto lugar, después de Aquiles, Diomedes y Agamenón. 

Cuando Héctor pidió que los griegos designaran a un hombre para batirse con él en duelo singular, la suerte recayó en Ayax; ambos lucharon hasta que cayó la noche, por lo que hubieron de abandonar, declarándose pares. 

El gran Héctor de casco reluciente, dijo:

-Ayax, puesto que un dios te ha dado la talla, la fuerza y la sabiduría, y que con la lanza sobrepasas a todos los aqueos, dejemos por ahora la pelea y la muerte; ya lucharemos más tarde, hasta que una divinidad decida y dé la victoria a uno de nuestros pueblos. La noche ha llegado y es bueno obedecer a la noche. Así, tú disfrutarás con los aqueos, junto a las naves y, sobre todo, de tus parientes y compañeros y yo, en la gran ciudad del rey Príamo, disfrutaré con los troyanos y las troyanas de largo velo. Pero démonos gloriosos presentes el uno al otro, para que de nosotros digan, tanto los aqueos, como los troyanos: Ciertamente han luchado a causa de la discordia que devora el corazón, pero se han separado de acuerdo y como amigos.

Dicho esto, entregó a Ayax su espada claveteada de plata, con su funda y su correa bien cortadas, y este le entregó su brillante cinturón de púrpura. 

Ilíada, Rapsodia VII, vv. 286-304.

Una actitud sorprendente si la comparamos con la brutal crueldad que más tarde se produciría en el encuentro entre Héctor y Aquiles.

Cuando, finalmente, Héctor mató a Patroclo, los troyanos se propusieron lanzar el cadáver a los perros, pero Áyax logró recuperarlo, luchando incansablemente hasta devolverlo a su campamento. Del mismo modo, cuando Aquiles resultó herido de muerte por la flecha de Paris, Ayax también logró recuperar el cadáver, en esta ocasión, con la ayuda de Ulises.

Locamente enfurecido cuando se le negó la herencia de la armadura de Aquiles, Atenea le ofuscó la mente, llevándolo a vengarse contra un rebaño de ovejas, a las que confundió con los responsables aqueos. Al recuperar la lucidez y contemplar la absurda masacre que había llevado a cabo, decidió acabar con su propia vida, que consideraba ya deshonrada. Para ello empleó, precisamente, la espada que le regalara Héctor.


El suicidio de Ayax. Crátera etrusca, c. 400-350 aC. British Museum.
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Diomedes, Διομήδης, rey de Argos, hijo de Tideo y Deípile. Se hallaba ausente, en la guerra, cuando Agamenón invadió su reino, que después le devolvió como recompensa por su participación en Troya. Sucedió a su padre en el trono de Argólida. 

Acudió a Troya con 80 naves, siendo el más joven y uno de los más valerosos guerreros griegos; según la Ilíada, 16 vidas de troyanos lo colocaron en segunda posición detrás de Aquiles.

Su gloria se canta en la Rapsodia V de la Ilíada. Atenea, que siempre le protegió, hizo surgir de su casco y de su escudo un fuego inextinguible, parecido al astro del otoño, que resplandece y brilla más cuando se baña en el océano.

Curiosamente, jamás cruzó una palabra con Aquiles, ni durante el combate, ni en los consejos, y después de los funerales de Patroclo, fue su escudero quien recibió su recompensa de manos del héroe. Llevó su audacia hasta atacar a los dioses, hiriendo a Ares y a Afrodita, por lo que Apolo se vio obligado a recordarle cual era el lugar de los dioses y cual el de los hombres. En el Canto V, se compara su energía con las fuerzas de la naturaleza. Ayudó a Ulises cuando este entró una noche en Troya para robar el Paladion; una efigie de Atenea, que un adivino había dicho que era indispensable para que los griegos tomaran la ciudad.

Para vengarse de las heridas que Diomedes le había infligido, Afrodita empujó a su esposa a la infidelidad mientras él luchaba en Troya. Al volver a su casa fue atacado por el amante; precisamente, el hombre a quien había confiado el cuidado de su casa. Obligado a huir, abandonó Grecia y fundó Argyripa –Arpi-, en la Magna Grecia, donde murió durante una cacería. Atenea le concedió la inmortalidad y transformó a sus compañeros en garzas, dando su nombre a la Calonectris Diomedea, conocida como pardela cenicienta.

Cuenta Virgilio que Eneas encontró a Diomedes muchos años después de la Guerra de Troya.
Diomedes. Copia romana de un original griego atribuido a Cresilao. c. 440-430 aC. Gliptoteca de Munich.
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Néstor Νέστωρ. Hijo de Neleo y Cloris y rey de Pilos, como único superviviente de la matanza llevada a cabo por Hércules en su familia, en la que murieron su padre y sus once hermanos, tras el intento de aquellos por robarle los bueyes de Gerion. Apolo le concedió vivir durante más de tres generaciones.

Era el de más edad y más sabio de los héroes de Troya y en la Ilíada y la Odisea aparece como un anciano, todavía intrépido en el campo de batalla, escuchado y respetado por todos. Fue a él a quien Menelao pidió consejo tras el secuestro de Elena y Néstor le acompañó en la asamblea que convocó para recabar la ayuda de los griegos para la guerra de Troya, a la que aportó un contingente de noventa naves e intentó poner paz entre Aquiles y Agamenón cuando disputaron agriamente a causa de Briseida. Su hijo Antíloco fue el mejor amigo de Aquiles después de Patroclo. En la Odisea, Telémaco, el hijo de Ulises, también acude a él en busca de consejo.

Néstor ofreciendo un sacrificio con sus hijos. Museo Arqueológico, Madrid.
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Ulises - Ὀδυσσεύς-, rey de Ítaca.
Casado con Penélope, y padre de Telémaco, fue célebre por su astucia. su retorno al hogar familiar después de la Guerra de Troya, es el objeto de La Odisea. Su muerte marcó el fin de la época de los héroes.

Cuando Homero se refiere a su reino, habla siempre de un archipiélago de cuatro islas, que se corresponderían con las actuales Jónicas; Ítaka, Levkada, Kefalonia y Zakyntos -Ιθάκη Λευκάδα Κεφαλλήνια –a la que Homero denomina Samos, Σάμης-, y Ζάκυνθος- aunque su poder se extendería sobre un gran número de islas e islotes, como las que hoy se denominan Arkoudi, Meganisi, Oxia y las Equinades. Αρκούδι, Μεγανήσι, Οξεία, αἱ Ἐχῖναι νῆσοι, según Homero, hoy, EquinadesΕχινάδες y Curzolari durante el dominio veneciano; casi todas productoras de diferentes recursos, que permitieron a Ulises llevar una vida muy holgada, así sus rebaños, formados por millares de animales; cabras y cerdos, de los que se ocupaba Eumeo, el anciano que le reconoció a pesar de su disfraz cuando volvió de Ítaka veinte años después de su partida.


Ulises, en el Canto IX, verso 21 de la Odisea, afirmaba: Vivo en Ítaka, la que se ve desde lejos y donde se eleva un monte, el Neriton -Νηρίτο Όρος-, cuya ramas agita el viento y cuya cima se advierte en la distancia; a su alrededor hay otras islas muy próximas entre sí, Dulikion, Δουλίχιον Samos y, Zakyntos, cubierta de bosque.., indicando así que aquella isla era la sede de su gobierno.

En la Ilíada es representado como un rey sabio favorecido por Atenea y un hábil orador. Acudió a la guerra con once naves que formaron el centro de la línea que se situó en la playa de Troya, y ocupaba un lugar de honor en el Consejo de Reyes

Su carácter afable hizo que Agamenón le encargara recuperar a Briseida, en posesión de Aquiles, tras haberle pedido en vano que la devolviera. También se ocupó de la embajada de paz, acudiendo a Troya con Menelao, para negociar la entrega de Elena. 

Tras la muerte de Aquiles, Ulises venció en duelo a Ayax Telamonio y recuperó las armas del Pelida. Finalmente, ideó la estratagema del caballo de madera y fue uno de los primeros en esconderse en su interior y salir al ataque.

Su historia es relatada en La Odisea, y esta termina con su retorno a Ítaca, pero nada dice de su muerte, aunque en el Canto XI, vv 134–36, un adivino le predice: la muerte te alcanzará “fuera del mar”, muy dulcemente, en el descanso de una vejez espléndida, rodeado de tu próspero pueblo

Homero habla de una partida relacionada con el mar, aunque el término empleado –ἐξ, ex; no deja claro si le llegaría exactamente desde, o fuera del mar. 

Otro texto del Ciclo Troyano, cuenta que, hallándose Ulises en Ítaka, salió a combatir a unos hombres que habían desembarcado en sus playas y se proponían saquear la ciudad. Uno de aquellos extranjeros, llamado Telégon, le hirió con una lanza envenenada y, mortalmente herido, Ulises recordó la profecía de Tiresias, en la que le advertía que desconfiara de la mano de su hijo. Ulises preguntó el nombre del que le había herido y recordó que Telégon era, precisamente, el hijo que había tenido con Circe durante su singular secuestro. 

Atenea consoló a ambos, asegurándoles que el destino es inevitable. Después aconsejó a Telégon que se casara con Penélope y que llevara el cuerpo de Ulises a Circe -Κίρκη, quien tanto le había amado, para que esta celebrara las debidas honras fúnebres.

Ulises

Supuestos vestigios del palacio de Ulises en Stavros, Ítaka.

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Continuación:

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