Anterior: La Guerra de Troya I: Aqueos
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Troya -Τροία Tría, Ίλιον Ilión o Ίλιος Ilios y, en turco, Truva, fue el escenario de la guerra que ha pasado a formar parte de la memoria de la humanidad con su nombre, descrita, en parte, por Homero y, más tarde, por Virgilio, en La Eneida. Los griegos son denominados genéricamente Aqueos, mientras que los troyanos son, en la época, llamados Teucros.
Ese escenario se encuentra en Turquía, en Çanakkale, cerca del estrecho de los Dardanelos, que da acceso al Mar Negro; en él se produce una corriente que va del Mar de Mármara al Mar Egeo durante el verano y el otoño; de forma que las antiguas naves a vela solían encontrar grandes dificultades para enfilar el Estrecho hacia el norte, o debían afrontar una larga espera en Troya. La ciudad se encuentra entre los ríos Escamandro o Janto, y el Simois y muy cerca del Monte Ida -Kaz Dagi-. Frente a su costa, se halla la isla de Ténedos.
El Escamandro
Los sedimentos arqueológicos de la llamada Troya Homérica fueron descubiertos en 1871 por Heinrich Schliemann.
De acuerdo con los antiguos relatos, Ilo, un hijo de Tros, fundó la ciudad y, tras pedir una señal del apoyo de Zeus, halló una estatua de Atenea, conocida como Paladion de la que un oráculo le aseguró que mientras la estatua se mantuviera en poder de la ciudad, esta sería inexpugnable. Así fue, un tiempo, pero una noche, al amparo de la oscuridad, el Paladion terminó en manos de Ulises.
Laomedonte se niega a pagar a Poseidón y Apolo.
Óleo sobre tabla atribuido a Joachim von Sandrart, y a Girolamo Troppa. 1637-1710.
Hunterian Museum and Art Gallery.
Poseidón y Apolo construyeron sus muros, pero como el trabajo no les fue pagado, Poseidón inundó la ciudad y envió a sus playas a un terrorífico monstruo. Herakles ofreció a Laomedonte –entonces rey de Troya y padre de Príamo–, matarlo. Para ello, lo esperó en la orilla y cuando el animal lo vio, abrió sus enormes fauces; Herakles se dejó devorar completamente armado. Pasó tres días en su interior, causándole heridas mortales, y después salió vivo, aunque sin pelo. Pero de nuevo, su trabajo quedó sin paga, así que, pasado un tiempo, volvió y mató a Laomedonte y a todos sus hijos, excepto a uno, llamado Podarkos, al que convirtió en esclavo, pero, rescatado posteriormente por su hermana Hesione, pasó a ser llamado Príamo; el Rescatado. Finalmente Hércules le dio el reino de Troya, y Príamo pasó a ser uno de los protagonistas del relato de la Guerra de Troya. De él hablaremos en breve.
Casi todos los héroes troyanos o Teucros murieron en la guerra contra los Aqueos o Griegos, excepto dos grupos que lograron abandonar la ciudad antes de su destrucción definitiva. Uno de ellos, encabezado por Eneas, se embarcó y logró alcanzar, primero Cartago, y después, la Península Itálica. El otro, dirigido por Antenor, llegó a la costa Norte del Mar Adriático.
Todavía en el siglo IV, en la década del 350, cuando Constantino ya había implantado el cristianismo como religión del Imperio, Juliano el Apóstata, que se mantuvo fiel a las antiguas creencias, viajó a Troya, donde visitó la tumba de Aquiles y aseguró que aún se celebraban ritos en honor de Atenea. Tales ritos fueron prohibidos definitivamente en 395.
Alrededor del año 500, un terremoto destruyó cuanto quedaba del tiempo de la Troya de la época de la guerra y, aunque al parecer, la zona siguió siendo poblada hasta el siglo XIII, no existen registros de ningún tipo acerca de este largo período. Por último, tras la caída de Constantinopla, la colina sobre la que se asentara la célebre ciudad, pasó a llamarse Hisarlik.
Allí fue donde se produjeron los hallazgos de Schliemann: restos de diez asentamientos de diferentes épocas entre 2920 aC. y los siglos XIII y XIV.
Sección del yacimiento arqueológico de Hissarlik
En la capa denominada Troya II, Schliemann halló el maravilloso tesoro, que atribuyó a Príamo.
Troya IV: 17.000 m2. Hacia 2.200. Construcciones con hornos en forma de cúpula y viviendas de cuatro salas.
Troya VI: Desde 1.700 ó 1.300/1250 aC., hasta la primera mitad el siglo XIII, cuando un terremoto destruyó la ciudad: Fortaleza con un bastión de 9 m. de altura sobre el curso del río Escamandro y una cisterna de 8 m. de profundidad, para abastecer de agua a la ciudad en caso de asedio. Con 350.000 m2 de superficie aproximadamente, se sitúa como una de las ciudades más grandes de la Edad del Bronce.
En función de los diferentes sedimentos hallados, el estrato VII se subdivide en: VII–A: Posibles restos del terremoto. Tanto la capa VII como esta, podrían corresponder a la época descrita por Homero. VII–B1: Restos de dos incendios, tras los cuales se deshabitó la ciudad. De la época denominada VII–B-2, datada entre 1.100 y 1.020 aC. apareció en 1995 un sello de bronce con palabras grabadas, como “escriba”, “mujer” o “bueno”, términos que lo convierten en en documento histórico.
Tetradracma de plata de 180–160 aC.
Anverso: Atenea con casco ático.
Reverso: Atenea con la lechuza a sus pies, a cuyos lados aparecen las palabras:
ΙΛΙΑΔΟΣ ΑΘΗΝΑΣ– Iliados Azinas.
Troya VII. Murallas.
Troya IX es ya la ciudad romana, Nueva Ilion: construida sobre restos y cimientos de Troya VIII. Julio César y Augusto hicieron construir varios templos y palacios, así como un Templo a Atenea, de 80 m. de lado con monumentales columnas y un enorme Propileo. La ciudad se extendió por la llanura, quedando la Acrópolis destinada al culto. Subsisten las termas, el bouleterion -lugar de reunión del Consejo-, un teatro, algunas casas y lienzos de muralla.
Reconstrucción de Troya IX. –De Arqueo RBA
Troya X, por último, contiene ya restos del período bizantino correspondiente a los siglo XIII y XIV.
Los Ejércitos de los Troyanos, aparecen enumerados al final del Canto II de la Ilíada, junto con sus capitanes y la procedencia de sus tropas.
–Son muy numerosos los aliados que se encuentran en la gran ciudad de Príamo –dijo Héctor–; hablan diferentes lenguas y son de distintas razas. Que cada jefe mande a sus propios hombres y los conduzca al combate después de haber ordenado sus líneas.
Inmediatamente todos corrieron a las armas; fueron abiertas las puertas de la ciudad y se pusieron en marcha las tropas de soldados y caballeros. Sobre ellos se elevó un gran tumulto.
Hay ante la ciudad una altura escarpada y aislada en la llanura, despejada por todos sus lados, que los hombres llaman Batiea; allí fue donde los troyanos se formaron en distintos cuerpos, igual que sus aliados.
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Los Troyanos tenían por capitán al gran Héctor de reluciente casco, hijo de Príamo.
A los Dárdanos los mandaba Eneas, el valiente hijo de Anquises y de la divina Afrodita. Compartían con él el mando los dos hijos de Antenor; Arquíloco y Acamante, hábiles en toda clase de lucha.
A los de Zelea, situados en el último contrafuerte del Monte Ida, troyanos ricos, los mandaba el brillante hijo de Lycaon, Pándaros, al que el mismo Apolo regaló su arco.
A los que tenían Adrestea y el cantón de Apesas, Pitiea y las escarpaciones del Monte Terea, los mandaban Adrasto y Anfios, hijos de Merope Percosio, que conocía el arte de profético mejor que nadie y no quería que sus hijos fueran a la guerra asesina de hombres, pero ellos no le obedecieron, porque la divinidad de la negra muerte los impulsaba.
Los que habitaban en la región de Perkote por el río Practios, y tenían Sestos y Abydos y la divina Arisbe, los mandaba Asios, hijo de Hytarcos, jefe de guerreros que habían traído caballos salvajes de las orillas del Selleis.
Hipothoos conducía tribus de Pelasgos que combatían con lanza, y que vivían en la fértil Larissa. Los mandaba también Pylaeos, vástago de Ares, ambos hijos de Pelasgo Lethos, venido de Teutamis.
Acamas y el héroe Piroos mandaban a los Tracios de la tierra que rodea el impetuoso curso del Helesponto -Dardanelos.
Eufemos hijo de Trezenos, criado por Zeus comandaba a los lanceros Cicones.
Pyrecmes dirigía a los Peonios de curvos arcos, llegados de lejos, de Amydon, del Axio de ancho curso, cuyas hermosas aguas se extienden sobre la tierra.
Los Paflagonios tenían por jefe a Pylemenes de corazón viril; venían de la región de Enetos, país de origen de mulas salvajes. Ellos eran quienes tenían Kytoros, poblaban la región de Sésamo y vivían en bellas moradas en la región del río Parthenios, del Cromna, de Egialos y de las altas montañas Erythines.
A los Halizones mandaban Odios y Epístrophos; venían de lejos, de Alybe, de donde se produce plata.
A los Mysios mandaban Chromis y Ennomos, Augur. Pero los pájaros no le ayudaron a evitar la negra divinidad y fue vencido por las manos del rápido descendiente de Eaco, en el río, donde aquel mató a tantos teucros.
Forcys conducía a los Frigios -con Ascanio, parecido a un dios-, venido de la lejana Ascania; ardían en deseos de intervenir en la lucha.
Los Meonios eran conducidos por Mesthles y Antiphos, hijos de Telamenes, y también mandaban a los Meonios nacidos al pie del Tmolos.
Nastes dirigía a los Carios de bárbaro idioma, que tenían Mileto y el monte Pthirion de oscuro follaje, el curso del Meandro y las cabezas escarpadas del monte Mycalo. Amphimajos y Nastés, brillantes hijos de Nomion, los conducían. Anfimajos iba al combate cubierto de oro como una mujer, el insensato, lo que no alejó de él a la triste muerte; que le llegó por las manos del veloz descendiente de Eaco, en el río, y su ornamento de oro, se lo quedó el violento Aquiles.
Sarpedón –con el irreprochable Glauco-, comandaba a los que vinieron de la lejana Lycia, hasta la orilla del agitado Janto –Escamandro.
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Príamo – Πρίαμος, rey de Troya. Hijo de Laomedonte y de la Ninfa Strymo, casado con Hécuba. De acuerdo con Homero, tenía la misma edad que Peleo.
–La edad los alejaba del combate, pero hablaban bien, semejantes a las cigarras, que en el bosque, posadas en un árbol, dejan oír una voz clara como los lirios. Tales eran los jefes troyanos, sentados en la muralla-. Ilíada, III, 150. Se llamaba, en realidad Podarkos – Ποδάρκης, pié ligero.
Tras la lucha de Laomedonte contra Hércules y la toma de Troya por este último, fue el único que sobrevivió al padre y a sus hermanos varones, cambiando su nombre por el de Príamo; Rescatado. La Ilíada recuerda la destrucción de Troya por Hércules cuando Príamo habla de ello con Elena en el Canto III.
De acuerdo con Homero, es hombre de inmensa bondad y justicia ejemplar; en contra del Consejo, se niega a hacer recaer sobre Elena la responsabilidad de la guerra – Para mí –le dijo-, tú no eres la responsable, sino los dioses, que han excitado contra mí esta deplorable guerra aquea.- Ilíada III, 164.
Dice Homero que tuvo cincuenta hijos y doce hijas, casadas y que vivían con él, además de Casandra y Polyxena, que no se casaron, pero ve morir a muchos de ellos, especialmente, a Héctor, cuyos maltratados restos, Aquiles se niega a entregar, por lo que Príamo mismo, sin dudarlo, acude a su tienda en el campo enemigo, para suplicarle que le entregue el cuerpo. El encuentro entre los dos hombres constituye un relato verdaderamente conmovedor. Ilíada. (Canto XXIV).
Príamo suplica a Aquiles que le devuelva el cuerpo de Héctor. Alexandre Ivanov.
Aquiles accede a devolvérselo entre lágrimas, después de lavarlo y perfumarlo.
J.Louis David. Héctor.
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Anquises - Ἀγχίσης, rey de los Dardanelos. Hijo de Temiste y Capys y padre de Eneas, al que tuvo con Afrodita.
Descubierto por la diosa cuando cuidaba un rebaño en el Monte Ida, esta se hizo pasar por una mortal para obtener su amor y no le reveló su identidad hasta que supo que iba a tener un hijo suyo, al que hizo criar por las Ninfas cinco años, después se lo entregó a su padre, ordenándole que guardara el secreto de su origen. Sin embargo, un día que Anquises estaba ebrio, presumió de su aventura olímpica, lo que provocó la ira de Zeus quien le lanzó un rayo que seguramente lo habría matado, si la propia Afrodita no lo hubiera desviado, a pesar de lo cual, sólo con su roce, Anquises quedó cojo.
Posteriormente aparecería en una de las escenas más conocidas de la caída de Troya, en la obra de Virgilio. Eneas huye de la ciudad, llevando a su padre sobre los hombros y a su hijo pequeño de la mano, mientras su esposa se pierde entre el tumulto.
Anquises se embarcó llevando consigo sus penates familiares y sus bienes más preciados, y vivió hasta los 80 años. Dice Homero que fue enterrado en el Monte Ida, mientras que Virgilio asegura que fue en Sicilia, donde Eneas le hizo construir un monumento fúnebre.
Federico Barocci, 1598. Eneas abandona Troya en llamas, con su padre y su hijo.
Otra de las bellas representaciones de Eneas y Anquises.
Pierre Lepautre. 1659. Louvre.
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Sarpedón –Σαρπηδών, rey de Licia. Hijo de Zeus y de Europa y hermano de Minos y Radamante.
En su juventud se peleó con sus hermanos por el amor de un muchacho que prefirió a Sarpedón, quien después fue vencido por Minos, viéndose obligado a exiliarse en Cilicia. Dominó la región del río Xantos, sobre la que llegó a reinar. Zeus le concedió vivir los años de tres generaciones humanas.
Al estallar la Guerra de Troya, acudió en ayuda de Príamo con sus tropas licias; allí resultó herido, pero Zeus le salvó la vida.
Fue él quien encontró a Patroclo cuando llevaba la armadura de Aquiles, y fue asimismo quien mató al conductor de su carro y a uno de los caballos. Zeus sabía que Patroclo podía matarlo y sintió piedad, pero al intentar salvarlo, fue retenido por los reproches de Hera, que le recordó que todos los Inmortales tenían algún descendiente en la batalla; Zeus decidió entonces abandonarlo a su suerte.
Patroclo mata a Sarpedón y arranca la lanza de su cuerpo, que retiene pisándolo, mientras Glauco acude en su ayuda. Hydra protucalense de figuras rojas. 400 aC.
Museo Arqueológico Nacional de Policoro.
Así pues, Sarpedón, murió de un lanzazo en pleno corazón, pero antes de morir, pidió a su compañero Glauko que no abandonara su cuerpo en manos de los Aqueos. Habiendo sido herido también Glauko, sólo tuvo fuerzas para pedir a los troyanos que defendieran el cadáver, pero estos fueron derrotados a su vez por Patroclo.
Sarpedón, entonces, fue despojado de sus armas, pero lo vio Apolo, y por orden de Zeus voló a recuperar el cuerpo; lo lavó en el Escamandro, lo perfumó con ambrosía y le concedió la inmortalidad, poniéndolo en manos de los gemelos Hypnos y Thánatos; el Sueño y la Muerte, hijos de la Noche, que lo devolvieron a Licia.
Johann Heinrich Füssli,1803:
El Sueño y la Muerte llevan el cuerpo de Sarpedón a Licia.
Sammlung Haus Rechberg, Zurich.
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Pentesilea – Πενθεσίλεια, reina de las Amazonas.
No resulta claro el motivo por el que, tras la desaparición de Héctor, Pentesilea acudió en ayuda de los troyanos, si bien se baraja la posibilidad de que lo hiciera por pura afición a la lucha. Llegó a Troya acompañada por doce Amazonas, que resultaron todas muertas; cinco de ellas, a manos de Aquiles.
Realizó numerosas hazañas ante la ciudad asediada, pero también fue derrotada por Aquiles, quien, sin embargo, se enamoró de ella al verla morir en plena belleza.
Al parecer, el burlador Tersites se ríe de aquel enamoramiento, que considera una debilidad; su risa también le costaría la vida a manos de Aquiles.
De acuerdo con algunas versiones, Diomedes, pariente de Tersites, arrojaría el cuerpo de la Amazona al Escamandro para vengarse, aunque otras aseguran que el mismo Aquiles la enterró en las proximidades del río.
La muerte de Pentesilea. Kylix ático de figuras rojas. Hacia 460 aC.
Staatliche Antikensammlungen.
Bertel Thorvaldsen. Nordisk skulptur. København 1964
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Resos - Ῥῆσος, rey de Tracia. Acudió, desde Eion en ayuda de Príamo, con sus caballos, más veloces que el viento y más blancos que la nieve, el último año del asedio. Se suponía que podría salvar la ciudad si sus caballos lograban beber en el Janto, pero Reso fue muerto por Diomedes, mientras dormía, junto con doce de sus hombres, la misma noche de su llegada. Ulises se quedó con sus valiosos caballos.
Ulises y Diomedes se apoderan de los caballos de Resos.
Jarrón griego de figuras rojas, de Lycurgo el Pintor. Hacia 360 aC.
La hazaña, no de las más gloriosas de los aqueos, posteriormente, constituiría el asunto de la tragedia Resos –Ῥῆσος, atribuida a Eurípides, quien hace resucitar al héroe, ya convertido en una divinidad subterránea dotada de inmortalidad.
Homero sitúa sus dominios en Tracia Occidental, en la desembocadura del Estrimón, y Eurípides afirma que era hijo de una de las Musas y de Estrimón, antes de transformarse en río. Se le atribuye asimismo el matrimonio con Argantonia, una cazadora de Bitinia.
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Memnón, Μέμνων, El que persevera. Considerado rey de Etiopía.
Hijo de Eos –la Aurora–, y de Tithon, hijo de Laomedonte, sobrino, por tanto, del rey Príamo. Fue muerto por Aquiles en combate singular.
Se atribuyó su nombre a la monumental estatua de un Coloso, cerca de Tebas, en Egipto, aunque en realidad representaba a Amenofis III. Habitualmente, él aparece representado en las cerámicas con rasgos griegos, mientras que sus compañeros muestran rasgos africanos, a los que tanto Ovidio como Virgilio mencionan con la piel muy oscura.
Cuando estalla la Guerra de Troya, Memnón se presentó espontáneamente ante los troyanos, aunque en versiones posteriores se dice que fue llamado por Príamo. Llegó desde Susa llevando una armadura forjada por Hefesto y luchó con algunos héroes griegos. También se enfrentó a Néstor, quien llamó en su ayuda a su hijo Antíloco, uno de los grandes amigos de Aquiles además de Patroclo. Antíloco salvó la vida a Néstor, pero murió en su lugar a manos de Memnón.
Aquiles, furioso, decide vengar a su amigo y se enfrenta con Memnón en un combate arbitrado por el mismísimo Zeus, que finalmente, concede a Aquiles la victoria y a Memnón, la inmortalidad.
Duelo entre Memnón y Aquiles. Ánfora ática de figuras negras. Hacia 520 aC. Staatliche Antikensammlungen.
El cadáver de Memnón, fue recogido por su madre, Eos; la Aurora, o quizás por los Vientos, y llevado a Etiopía, mientras que sus hombres eran transformados en aves; las Philomachus pugnax -conocidas como Combatientes-, que volaron hasta la tumba del héroe.
Desde entonces, su madre, llora todas las mañanas gotas de rocío.
La Pietá de Memnón. Medallón de un kylix del pintor Douris y el alfarero Kaliades.
490-480 aC. Louvre.
La mayor parte de los autores creen que la tumba de Memnón estaba en la desembocadura del Esopos, en las riberas del Helesponto, aunque otros creen que nunca existió.
Memnón no aparece en la Ilíada, pero es citado dos veces en la Odisea, en el Canto IV: Pisístrato, hijo de Néstor, con los ojos inundados en lágrimas recordaba vivamente a su hermano, el virtuoso Antíloco, inmolado por el renombrado hijo de la brillante Aurora –Memnón-.
En otro lugar, Néstor asegura: al igual que vosotros, he sufrido una funesta pérdida, la de un hermano y uno de los más valientes entre los Griegos.
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Epílogo.
Los Caballos de Aquiles en los versos de uno de los grandes poetas griegos del siglo XX, C. P. Kavafis.
Henri Retgnault. Automedon con los caballos de Aquiles.
Κωνσταντίνος Καβάφης. Τα άλογα του Αχιλλέως
Constantino Kavafis. Los caballos de Aquiles
Τον Πάτροκλο σαν είδαν σκοτωμένο…
Cuando vieron muerto a Patroclo,
que era tan valeroso, fuerte y joven,
empezaron a llorar los caballos de Aquiles;
sus naturalezas inmortales se indignaban
ante la obra de la muerte que contemplaban.
Sacudían la cabeza y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con las patas, y lloraban a Patroclo
al que sentían sin alma -destruido- una carne ahora mísera
-desaparecido su espíritu- indefenso -sin aliento-;
a la enorme Nada devuelto desde la vida.
Vio Zeus las lágrimas de los inmortales
caballos y se entristeció: -En las bodas de Peleo-,
dijo -no debí actuar tan irreflexivamente;
¡mejor que no les hubiera dado mis caballos
desdichados! Nada teníais que hacer ahí abajo
entre la mísera humanidad, juguete del destino.
Vosotros a quienes no acecha la muerte, ni la vejez,
efímeras desgracias os atormentan.
Los humanos os mezclaron en su infotunio-.
Pero sus lágrimas, por la desgracia sin fin de la muerte,
siguieron derramando los dos nobles animales
Los caballos de Aquiles –Jantos y Balios– Hijos del Viento, fueron, como dice el poema, el regalo de Zeus a Tetis y Peleo –padres de Aquiles–, por su boda. Tiraban del carro de Patroclo, el día que Héctor lo mató. Aquiles ataría después el cuerpo sin vida de Héctor al mismo carro, tirado por los mismos caballos, para vengar la muerte de su amigo.
Una vez puesto el casco, Aquiles subió al carro, resplandeciente bajo su armadura como el luminoso Hyperión, y, con voz terrible gritó a los caballos de su padre:
-¡Xantos y Bailos, famosos hijos de Podarga, pensad con todo vuestro corazón en devolver sano y salvo a vuestro conductor –Automedón- al campo de los Dánaos, cuando hayamos luchado lo suficiente; no lo dejéis allí, muerto, como a Patroclo!
Entonces, bajo el yugo, un caballo de brillantes patas, le contestó, –era Jantos–; inclinó la cabeza y sus crines caían a lo largo del yugo hasta el suelo. Le había dotado de palabra a la diosa Hera de los blancos brazos:
–Ciertamente, todavía hoy te salvaremos, extenuante Aquiles. Pero se aproxima el día de tu perdición y nosotros no seremos responsables de ella, sino un gran dios y el cruel Destino. Y no fue por causa de nuestra lentitud ni por nuestra indolencia por lo que los troyanos le quitaron la armadura a Patroclo, sino por causa del mejor de los dioses, el hijo de Latona la de los hermosos cabellos, que lo mató en primer lugar, y dio la gloria a Héctor. Nosotros seguiremos el soplo del Céfiro de todas formas; el más rápido de todos. Pero tu destino es ser vencido por un dios y por un hombre.
Cuando terminó de hablar, las Erinias le quitaron el don de la voz.
Indignado, Aquiles el de los Pies Ligeros, respondió:
–Jantos ¿Por qué tienes tú que anunciar mi muerte? No deberías. Sé muy bien por mí mismo que mi destino es morir aquí, lejos de mis padres, pero aún así, no abandonaré el combate hasta que los Troyanos no puedan más.- Dijo, y, con grandes voces, dirigió a los caballos a la primera línea.
Ilíada XIX: 399 ss.
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Como Héctor había predicho momentos antes de morir, su hermano Paris mataría más tarde a Aquiles con una flecha que, dirigida por Apolo, fue a clavarse en el vulnerable talón del héroe.
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Ruinas troyanas en la actual Truva –Turquía.
Γιώργος Σεφέρης Yorgos Seferis: Μυθιστόρημα –Mizistórima:
ΚΔ´-24
Ἐδῶ τελειώνουν τὰ ἔργα τῆς θάλασσας, τὰ ἔργα τῆς ἀγάπης.
Aquí terminan las obras del mar, las obras el amor.
Los que un día vivan aquí donde nosotros terminamos,
si oscurece su memoria la sangre y se desborda,
que no nos olviden, almas débiles, entre los asfódelos (*);
que vuelvan hacia el Erebo (*) la cara de las víctimas:
Nosotros, que no teníamos nada, les enseñaremos la paz.
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(*) Los Asfódelos es una parte del inframundo, a donde llegan las almas de los muertos. El Hades tiene dos partes o etapas: el Érebo y el Tártaro. El Érebo es lugar de llegada, desde donde el barquero Caronte ayuda las almas a cruzar la laguna Estigia hasta el Tártaro. En el Hades las almas pasan la eternidad.
De acuerdo con la actitud que los humanos hayan mostrado durante su existencia, terminarán en alguno de los dos lugares del Hades, después de la espera en los Asfódelos; a los Campos Eliseos van las almas de los buenos y los héroes; los malos, van al Tártaro.
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