martes, 27 de noviembre de 2018

Humboldt • El sueño del conocimiento Universal • Kosmos


Humboldt • Bonpland • Montúfar • Caldas

Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt

Humboldt Joven, de Charles Wilson Peale. 1805

Peale, pintor y también naturalista, fundó el primer gran museo de Estados Unidos, el Peale Museum, en Baltimore. Como gran aficionado, puso a sus hijos nombres de los más célebres pintores flamencos: así, Rembrandt (1778-1860) y Rubens (1784-1864).

El artista en su Museo, Autorretrato, 1822. Philadelphia Museum of Art

En 1834, en una carta dirigida a Karl August Varnhagen von Ense, Humboldt escribió: Tengo la disparatada idea de plasmar en una sola obra todo el universo material, todo lo que hoy en día sabemos de los fenómenos de los espacios celestes y de la vida terrestre, desde las nebulosas estelares hasta la geografía de los musgos en las rocas de granito, con un estilo vivo que causará deleite y cautivará la sensibilidad […] Ahora mi título es, Cosmos.

Humboldt con el manuscrito de Kosmos (1843), Joseph Karl Stieler. Postdam.

Kosmos representaba el gran sueño del sabio: describir todos los conocimientos de su época y su relación entre sí y con el ser humano. Por otra parte, el proyecto no era, ni estricta, ni exclusivamente científico, sino también filosófico, y con un objetivo globalizador, pues Humboldt entendía el conocimiento como un vehículo para mejorar la vida humana en el planeta. Así, la obra ofrece valores como la universalidad del conocimiento, el respeto entre las diferentes culturas y razas, la libertad, los derechos humanos o la democracia. 

Kosmos se publicó en alemán a partir de 1845, pero el cuarto volumen, que quedó inacabado por el fallecimiento de Humboldt en 1859; se publicó en Alemania en 1862.

Kosmos. Edición de 1845

...desde las nebulosas estelares 

...hasta la geografía de los musgos en las rocas de granito.

Alexander von Humboldt, 1806. Friedrich Georg Weitsch (1758–1828).
Alte Nationalgalerie. Berlín

Nacido en Berlín, el 14 de septiembre de 1769, Humboldt fue geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador y, finalmente, reconocido como padre de la geografía moderna universal.

Durante sus viajes de estudio, llevó a cabo observaciones relativas a etnografía, antropología, física, zoología —con especial atención a la ornitología—; climatología, oceanografía, astronomía, geografía, geología, mineralogía, botánica, vulcanología y, por supuesto, prestó la máxima atención al factor humano presente en cada uno de los territorios visitados.

Su padre, Alexander Georg von Humboldt, era oficial del ejército de Federico II el Grande de Prusia, y su madre, Marie Elizabeth von Hollwege, heredó una notable fortuna, de su primer marido, de la que posteriormente pudo disponer Humboldt para financiar sus expediciones.

Tras un primer viaje de carácter formativo durante la primavera de 1790, siguiendo el curso del Rin, hasta Holanda, se dirigió a Inglaterra. Entre tanto, la Revolución Francesa, contribuyó a asentar su ideología sobre la base liberal, que tanta influencia ejercería aún, a lo largo del siglo XIX.

Después de estudiar algún tiempo en la Escuela de Minas de Freiberg, trabajó para el gobierno, pero sólo hasta que falleció su madre, en 1796, momento en que abandonó el empleo para dedicarse, ya exclusivamente, a los viajes científicos, en los que se proponía emplear toda la formación, e incluso, todos los fondos heredados, como, efectivamente, lo hizo.

Friedrich Schiller (1759) y Johann Wolfgang von Goethe (1749) se contaban entonces entre sus mejores amigos. 

Friedrich Schiller ,de Johann Friedrich August Tischbein, 1805/06 
Goethe Joven. de Angelika Kauffmann

En 1799 –a los 30 años-, en compañía de Aimé Bonpland, y a partir de 1802, también con el ecuatoriano Carlos de Montúfar, llevó a cabo exploraciones por América del Sur y Centroamérica.

Bonpland y Montúfar

En Sudamérica recorrieron diez mil kilómetros en tres etapas:

En la primera, salieron de Cumaná y Caracas, hasta el Alto Orinoco, y el río Casiquiare.

En la segunda, fueron desde Bogotá a Quito por los Andes.

En la tercera, recorrieron Nueva España.

Para llevar a cabo su proyecto, Humboldt obtuvo del gobierno de España las autorizaciones necesarias, si bien, con la estricta condición de que no revelara al gobierno de Estados Unidos las informaciones que obtuviera durante la expedición.

Los expedicionarios reunieron numerosos datos sobre clima, recursos naturales, orografía, flora y fauna de la región. Humboldt, impresionado por la riqueza de aquel territorio, se refirió a él como el cuerno de la abundancia.

El primer censo nacional llevado a cabo en Nueva España, se hizo bajo su dirección.

Humboldt visitó Santa Fe de Bogotá con el principal objetivo de entrevistarse con el botánico José Celestino Mutis. Para ello, tuvo que remontar el río Magdalena y ascender por los pasos de los Andes. Realizó, además, muchas y valiosísimas observaciones sobre los volcanes del Ecuador, y en Quito fue recibido por la aristocracia local.

Humboldt remató su periplo americano con una visita a los Estados Unidos. En Filadelfia fue huésped del presidente Thomas Jefferson, gran aficionado a los estudios geográficos, y, en especial, a los relacionados con Nueva España, territorio que, poco después, se llamaría México.

Como resultado de aquella visita, los Estados Unidos pudieron disponer de importante información estratégica, no sólo relativa a la enorme riqueza natural del país, sino también, acerca de su débil o inexistente protección. Los informes de Humboldt, al parecer, aportados ingenuamente -a pesar de la prohibición expresa de hacerlo-, sirvieron de estímulo al plan norteamericano para apoderarse de los territorios mexicanos próximos a su frontera; algo que no tardaría en suceder.

De hecho, el Mapa de la Nueva España, publicado por Humboldt, en su Ensayo político de la Nueva España, en 1811, sirvió al ejército de Estados Unidos en los preliminares de la guerra contra México.

Atlas geográfico y físico de la Nueva España por el barón A. de Humboldt. BDH-BNE

Carta geográfica general del reino de Nueva España (1804).

Título tomado de otra copia manuscrita del original de Humboldt: "Carta geográfica general del reino de Nueva España, sacada de la original hecha en 1803 por el Señor. Barón de Humboldt y dedicada al señor conde de la Valenciana. Es una de las copias manuscritas coetáneas que se hicieron del original de Humboldt en la Ciudad de México en 1804. Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.

Humboldt, Bonpland y Montúfar volvieron a Europa desde Filadelfia, llegando a Francia, el 30 de junio de 1804. En París, Humboldt conoció a Simón Bolívar –posiblemente, por mediación de Montúfar-, Bolívar declaró que el explorador era el descubridor científico del Nuevo Mundo, cuyo estudio ha dado a América algo mejor que todos los conquistadores juntos.

También conocería en París, ya en 1818 al joven científico peruano, estudiante en la École Royal de Mines de París, Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, (Arequipa 1798-París 1857); -científico, ingeniero de minas, geólogo, mineralogista, naturalista, diplomático y anticuario, popularmente conocido como El Sabio Rivero-, de quien se convertiría en mentor, además de gran amigo, como ocurrió con Montúfar, quien finalmente, volvería al Ecuador para luchar por su independencia. 
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Expedición en América

Los viajes de Alexander von Humboldt a América (1799-1804)

Humboldt y Bonpland en Venezuela

Tras obtener en España los citados salvoconductos, uno otorgado por Mariano Luis de Urquijo - Secretario de Estado y Despacho de Carlos IV (1798-1800)- y el otro, por el Consejo de Indias, el 5 de junio de 1799 zarpaban de La Coruña a bordo de la corbeta de guerra Pizarro. Catorce días después hicieron escala en las islas Canarias donde organizaron una expedición para observar el cráter del volcán Teide y celebraron reuniones con científicos de Tenerife.

De vuelta al mar, pusieron rumbo hacia las Indias Españolas, concretamente, a La Habana y México, pero, al producirse una epidemia de fiebre tifoidea en la nave, se vieron obligados a desviarse, desembarcando en Cumaná al Este de Venezuela, el 16 de julio. 

Tras recorrer algunos lugares del Este de la actual Venezuela, siguieron hacia al puerto de La Guaira, haciendo escala en Higuerote, desde donde Bonpland continuó viaje por tierra. El 20 de noviembre llegaba Humboldt a La Guaira y emprendía la marcha hacia Caracas, donde volvió a encontrarse con Bonpland, siendo ambos recibidos por el gobernador y capitán general Manuel de Guevara Vasconcelos, que proveyó atentamente de todas sus necesidades.

Una vez instalados, Humboldt y Bonpland se dedicaron, primero, a explorar los alrededores de la ciudad. El 2 de enero de 1800 ascendían a la Silla de Caracas, que, con el Pico Naiguatá y el Cerro el Ávila, conforman la cadena montañosa que los aborígenes llamaban Guaraira Repano. A ellos se unió entonces Andrés Bello, quien pronto se convertiría en el Patriarca de las Letras Americanas.

Andrés Bello, 1781-1865, de Raymond Monvoisin, Univ. De Chile

Después salieron hacia los valles del Tuy y Aragua, visitando Antímano, La Victoria, Turmero, Maracay, Valencia, Guacara, Las Trincheras y Puerto Cabello y desde allí se dirigieron a los llanos centrales pasando por Calabozo y San Fernando de Atabapo. Después, la Guayana venezolana y los pueblos de misiones, hasta San Carlos de Río Negro. 

Exploraron el río Orinoco, sus afluentes y, sobre todo, el Casiquiare, un peculiar afluente que comunica las cuencas del Orinoco y del Amazonas. Visitaron Angostura -hoy, Ciudad Bolívar- y desde allí, por El Pao hasta Barcelona y Cumaná, terminando así el recorrido por territorio de Venezuela. 

El brazo Casiquiare, o Canal del Casiquiare.

El Casiquiare es un río de Venezuela, tributario del Amazonas a través del río Negro. Tiene 326 km de largo, sobre una cuenca de 42.300 km². Aquí se produce un fenómeno hidrológico similar a lo que se conoce como captura fluvial, pues conecta el río Orinoco con el río Negro, lo que convierte al Casiquiare en el mayor río conector entre la cuenca del Orinoco -tercera en tamaño, de Sudamérica-, y la del Amazonas -la más grande del mundo-.

Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland en la selva amazónica del río Casiquiare. Óleo de Eduard Ender, hacia 1850. Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften

Bonpland se encargó de recolectar las plantas, casi todas desconocidas hasta entonces, y después colaboró con el propio Humboldt, en la redacción de algunos de sus trabajos. 

El Nuevo Reino de Granada

En marzo de 1801 Humboldt y Bonpland volvieron a Sudamérica y, tras haber pasado algún tiempo en La Habana, Batabanó y Trinidad, fueron a parar a Cartagena de Indias, a causa de una tormenta que desvió la nave.

Allí conocieron al comerciante, economista y político José Ignacio de Pombo (Colombia, 1761–1812.) quien les habló del trabajo de José Celestino Mutis, en Santa Fe de Bogotá, al frente de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. El interés por conocer a este personaje, hizo que los expedicionarios se decidieran a cambiar de planes.

José Celestino Mutis, de R. Cristóbal.

José Celestino Mutis y Bosio -Cádiz, 1732 – Santa Fe de Bogotá, Virreinato de Nueva Granada, 1808-. Sacerdote. Botánico, geógrafo, matemático, médico y profesor de la Universidad del Rosario, en Santa Fe -actual Bogotá-. Es uno de los principales autores de la Escuela Universalista Española del siglo XVIII.

Santafé de Bogotá

"Nuestra entrada en Santafé constituyó una especie de marcha triunfal. El arzobispo nos había enviado su carroza, y con ella vinieron los notables de la ciudad, por lo cual entramos con un séquito de más de sesenta personas montadas a caballo. Como se sabía que íbamos a visitar a Mutis, quien, por su avanzada edad, su prestigio en la Corte y su carácter personal es tenido en extraordinario respeto, se procuró, por consideración a él, dar a nuestra llegada cierta solemnidad, honrándolo a él en nuestras personas. Por exigencias de la etiqueta, el Virrey no puede comer en la Capital en compañía de nadie, y así nos invitó a su residencia campestre de Fucha. Mutis había mandado habilitar para nosotros una casa cerca de la suya, y nos trató con extrema afabilidad. Es un anciano y venerable sacerdote de unos 72 años, muy rico, además: el Rey paga 10.000 duros anuales por la Expedición. Desde hace quince años trabajan a sus órdenes treinta pintores; él tiene de 2000 a 3000 dibujos en folio, parecidos a miniaturas. Excepto la de Banks, de Londres, nunca he visto una biblioteca más nutrida que la de Mutis". 

Humboldt: Del Orinoco al Amazonas. 

Mutis y la Expedición Botánica.

El barón de Humboldt venía a la Nueva Granada... con el propósito de trazar el mapa de la región norte del Amazonas y comparar sus colecciones con las del botánico José Celestino Mutis. Lo que no esperaba encontrar era un equipo tan organizado de herbolarios y pintores trabajando en tan magna empresa. Con la generosidad propia de su espíritu, elogió ampliamente la obra de Mutis y enfatizó su admiración por los trabajos pictóricos. Así lo manifestó también más tarde en la correspondencia que sostuvo con Don José Celestino Mutis. 

Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, Banco de la República de Colombia: Los pintores de la Real Expedición Botánica. Humboldt, Caldas y la Geografía de las plantas. 

Humboldt en Cuba

Las dos estancias de Alexander von Humboldt en Cuba suman en total unos tres meses: del 19 de diciembre de 1800 hasta el 15 de marzo de 1801, y del 19 de marzo hasta el 29 de abril de 1804, aunque en ambas ocasiones, estuvo de paso, ya que la primera vez, se dirigía desde Venezuela a Colombia, y la segunda, de México a Estados Unidos. 

Su estancia en la isla fue muy productiva en observaciones, tal como se aprecia en su libro: Ensayo político sobre la isla de Cuba, en el que describe de manera sistemática las características de la isla finalizando con el relato de su viaje hacia Batabanó y Trinidad, sin olvidar, finalmente, la introducción de un importante alegato contra la esclavitud, de enorme valor ético. 

Desde que el perfeccionamiento del arte de la navegación y la creciente actividad comercial de los pueblos ha acercado las costas de ambos continentes, desde que La Habana, Río de Janeiro y Senegal casi no nos parecen sitios más lejanos que Cádiz, Esmirna o los puertos del Báltico, uno duda al querer atraer la atención del lector hacia una travesía desde las costas de Caracas hasta la isla de Cuba. El Mar de las Antillas es hoy tan conocido como el Mediterráneo. 

A la vista de sus lúcidas observaciones, Humboldt ha sido considerado como una especie de segundo descubridor de la isla de Cuba -después de Colón, se entiende-. 

Nueva Granada, Quito y Perú. Caldas y Montúfar

Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland al pie del volcán Chimborazo, 
De Friedrich Georg Weitsch (1810).

Desde Bogotá, cruzando el altiplano andino, Humboldt llegó a Quito, capital de la Real Audiencia de Quito, donde fue recibido en 1802 por los nobles locales, entre ellos, Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, que lo recibió junto con su hija Rosa y su hijo, Carlos. 

Humboldt realizó varias ascensiones a los Andes ecuatorianos, entre ellos, al Chimborazo, el pico nevado más alto del Ecuador. También subió al volcán Cayambe y recorrió prácticamente toda la Sierra del Ecuador, realizando mediciones de las montañas y recolectando plantas. 

El volcán Chimborazo, la montaña más alta en el Ecuador, es el punto más alejado del centro de la Tierra, o bien, el más cercano al Sol.

El atractivo que ejerce la majestuosidad del Chimborazo sobre la imaginación, inspiró a Simón Bolívar el poema titulado Mi delirio sobre el Chimborazo, en 1822, siendo asimismo citado por poetas como Walt Whitman, Emily Dickinson o Ralph Waldo Emerson.

Humboldt también se interesó mucho por el estudio de las ruinas incaicas existentes en el actual Ecuador, como el castillo de Ingapirca, en la provincia del Cañar. También subió al volcán Pichincha, monte tutelar de Quito, en compañía de Montúfar. Durante su estancia, se alojó en la residencia palaciega de los marqueses de Selva Alegre, padres de su colaborador.

Erupción del Pichincha en 1999

Su presencia en Quito suscitó acres comentarios del naturalista Francisco José de Caldas, quien -poniendo en marcha una faceta gratuita y maledicente, que sonaría, más que nada, a orgullo herido, si no a venganza simple-, escribió que, en Quito, a diferencia de Bogotá, el alemán se había hecho amigo de jóvenes obscenos y disolutos, que practicaban amores impuros y añadió que antes del ascenso al Pichincha, Humboldt había pasado una noche de fiesta con Montúfar. 

Caldas, que había conocido a Humboldt en Quito, se unió a algunos de sus recorridos con la esperanza de participar en el resto de la expedición. Pero Humboldt —que, como sabemos, no dependía de ninguna voluntad ajena a la suya, pues se autofinanciaba las expediciones— no quiso que Caldas continuara hacia Perú y México, lo que, evidentemente, molestó a aquel, que, como venganza, le acusó de visitar casas en Quito en donde el amor impuro rige, y de poner sus pasiones por encima de los nobles propósitos de la ciencia: se apodera esta pasión vergonzosa de su corazón y ciega a este joven sabio hasta un punto que no se puede creer -decía en una carta dirigida a José Celestino Mutis-. Además, calificó a Montúfar de Adonis ignorante, sin principios y disipado. Finalmente, para colmo de su propio descrédito, terminó por insinuar que hubo relación sexual entre Humboldt y Montúfar, afirmando: Venus se ha mudado de Chipre a Quito.

El señor barón de Humboldt partió de aquí -Quito- el ocho del corriente -junio de 1802- con Mr. Bonpland y su adonis, que no le estorba para viajar como [le estorba] Caldas. –Terminaba diciendo Caldas, de quien resulta evidente que no supo nada al respecto, o si lo supo, no le dio importancia, hasta que fue rechazado en la expedición.

Humboldt, Bonpland y Montúfar, al pie del volcán Cayambe

Carlos de Montúfar redactó un diario del viaje, que empieza en Quito y termina en Cajamarca, en Perú (1802), en el que hizo importantes anotaciones, como la relativa a la ascensión del Chimborazo. Mencionó también la visita a la fortaleza incaica de Ingapirca, y las costumbres de la población indígena de Cuenca.

Montúfar permaneció con la expedición durante todo el trayecto por los actuales Ecuador, Perú, México y Estados Unidos. y finalmente, viajó con Humboldt a París, donde se separaron, ya que Montufar se proponía estudiar en España, a donde, de acuerdo con sus proyectos, viajó en 1805, llevando consigo varias cartas de recomendación de Humboldt, y durante algún tiempo, también recibió ayuda económica de este, a causa de las dificultades para cobrar los fondos enviados por su padre, pues no pudo cobrar en Madrid una carta de crédito de 5000 pesetas que traía de Quito. Así pues, antes de separarse de Humboldt en París, el barón le entregó 8000 pesetas para gastos y más tarde, ya desde Berlín, le envió otras cantidades. 

Más adelante retomaremos la biografía de Montúfar, para continuar ahora con el curso de la expedición.

Desde Loja -Ecuador-, los expedicionarios se dirigieron a Cajamarca -Perú-, y luego a Lima para instalarse en el cercano puerto de El Callao, donde realizaron mediciones de la temperatura en el Pacífico, que permitieron descubrir la corriente fría que, en honor de Humboldt lleva su nombre, aunque su existencia ya había sido intuida por José de Acosta. Estudió Humboldt, además, las propiedades fertilizantes del guano para la agricultura. 

Por último, se embarcaron rumbo a Guayaquil, para preparar su viaje a México.

Nueva España -México-.

Prismas basálticos de Santa María Regla, por Alexander von Humboldt, publicado en el libro: Vue des Cordillères et monuments des peuples indigènes de l'Amérique.

El 22 de marzo de 1803 llegaba, con una fragata española, desde Guayaquil -Ecuador- a Acapulco, el puerto mexicano del Pacífico. Visitó las cercanías y las describió en su diario, antes de proseguir su viaje el 29 de marzo por Chilpancingo y Taxco hasta la Ciudad de México, donde llegó el 12 de abril. 

En aquel México construido con las piedras de la capital de los aztecas, Humboldt descifró el calendario azteca o Piedra del Sol que fue desenterrado en la Plaza Mayor, e hizo varias excursiones por los alrededores.

Monolito de la Piedra del Sol, también llamado Calendario azteca. Museo Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México. Mide 3,60 m. de diámetro, 1,22 de grosor y pesa más de 24 toneladas.

Así, por ejemplo, visitó las minas de Pachuca, Real del Monte, Morán y Guanajuato y los impresionantes alcantarillados de la ciudad en Huehuetoca. Además, el 19 de septiembre de 1803 ascendió a la cumbre del Jorullo, emergido de las entrañas de la Tierra, cuarenta y cuatro años antes, en el estado de Michoacán. Sus historias sobre el volcán se difundieron rápidamente por Europa y atrajeron numerosos aventureros que deseaban experimentar lo que había descrito Humboldt. El Jorullo se convirtió en el volcán muy popular entre los científicos.

En enero de 1804 Humboldt volvió a la alcantarilla de Huehuetoca y escribió sobre su penosa construcción, lamentando, sobre todo, las inhumanas condiciones de trabajo de los indios. Le preocuparon las condiciones de explotación en las minas coloniales, sobre las que escribió un amplio informe, especialmente, de la mina de Guanajuato, con el intento de favorecer las condiciones de los trabajadores allí esclavizados.

En la ciudad de México presidió exámenes del Colegio de Minería y visitó a algunos eruditos e instituciones, que describió, destacando el hecho de que, en aquellas, trabajaban juntos colonizadores y nativos.

El 20 de enero de 1804 Humboldt salía en dirección a Veracruz. Durante el viaje midió el Popocatépetl, cumpliendo una de sus prioridades, la de medir, con la mayor exactitud posible, las montañas más importantes de su itinerario.

Terminada su estancia en Veracruz, entre el 18 de febrero y el 7 de marzo, Humboldt continuó viaje hacia los Estados Unidos, y, finalmente, en agosto, —después de cinco años de viaje— volvió a París llevando consigo todo el material científico que había reunido. Allí fue recibido y celebrado por miles de personas, entusiasmadas y atraídas por el relato de su extraordinaria aventura. 

Permaneció en París hasta 1807, dedicándose al análisis y clasificación de sus observaciones, sin descuidar nunca su atención a las tareas científicas y artísticas; durante aquella estancia, apoyó y promovió el trabajo de personajes, como el matemático Karl-Friedrich Gauss o el músico Félix Mendelssohn Bartholdy.

Carl Friedrich Gauss. (Brunswick; 1777 - Gotinga; 1855) Matemático, Astrónomo, Geobotánico y Físico, por Christian Albrecht Jensen.
Félix Mendelssohn en 1846, por Eduard Magnus.

Humboldt y Bonpland publicaron conjuntamente varias obras, de las que quizás la más importante fue el Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, aparecida en francés, en 13 volúmenes, entre 1816 y 1831.
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Humboldt, Berlin, 1807. Frédéric Christophe de Houdetot (1778–1856)
Bibliothek des Conseil d’État, Paris

Estados Unidos

La última etapa de la gran expedición americana, fue, pues, una visita a los Estados Unidos, donde Humboldt, ya considerado un gran investigador y científico, fue recibido y acogido por el presidente Thomas Jefferson, junto al cual permaneció tres semanas en Washington DC y en Filadelfia. 

Después de sondear las ideas del científico, entre otras cosas, acerca de los límites estadounidenses con respecto a los ríos Sabinas y Grande, Jefferson ordenó al Secretario del Tesoro, Albert Gallatin, que hiciera copias de los mapas, dibujos y observaciones de Humboldt, cuyo trabajo retuvo, hasta que aquel se vio obligado a reclamarlo:

La zona estratégica de Río Grande

«... Siento que volveré a este hermoso país, en unos pocos años -escribió Humboldt-. El camino desde el Missouri hasta el Océano Pacífico será abierto... A través del mismo correo, le ruego que recuerde al Sr. Gallatin mis mapas de México».

El último retrato de Alexander von Humboldt de Julius Schrader, (1859). Al pie del Chimborazo.

En 1827, cuando volvió a Berlín, Humboldt fue nombrado chambelán de Federico Guillermo III de Prusia y se convirtió en uno de sus principales consejeros, llevando a cabo algunas misiones diplomáticas.

Hacia el otoño de 1829, por encargo del Zar Nicolás I, realizó un viaje a los Urales, donde esperaba encontrar nuevos yacimientos de platino, oro y otros minerales. En la primavera siguiente, no sólo encontró aquellos minerales, sino, también, diamantes. Después se dirigió a Tobolsk hasta el río Obi, Tras viajar hasta el macizo del Altai y hasta la frontera con China, en noviembre de 1829 llegaba a San Petersburgo, donde fue recibido con honores por la nobleza, y pronunció un discurso en la Academia Imperial de Ciencias, en el que resaltó la importancia de la colaboración científica internacional.

Von Humboldt en la biblioteca de su casa en Berlín, donde vivió definitivamente desde 1827.

Durante los últimos veinticinco años de su vida, Humboldt se concentró en la redacción de so obra global, Cosmos.

Habiendo gastado toda su fortuna, el gran investigador fallecía en 1859 en Berlín, sin dejar descendientes. Sus restos fueron sepultados en el panteón de Tegel.

En 1827, Humboldt recibió la nacionalidad mexicana como reconocimiento a sus trabajos, y en 1859, como homenaje, el presidente mexicano Benito Juárez lo declaró Benemérito de la Patria.

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Bonpland, Montúfar y Caldas

Aimé Jacques Alexandre Bonpland

La Rochelle, Francia, 1773- Santa Ana, actual poblado argentino de Bonpland, en la provincia de Corrientes, Argentina, 1858. 

Fue naturalista, médico y botánico, pero célebre, sobre todo, por su participación en la expedición de Alexander von Humboldt.

Solía firmar como Amadeo o Amado en los países hispanohablantes y su verdadero apellido era Goujaud, ya que Bonpland-Buena Planta, fue un apodo que puso su abuelo a su padre, pero que, en la segunda generación, ya había sustituido definitivamente al apellido original.

En París obtuvo el doctorado y siguió estudios de ciencias naturales con los más eminentes naturalistas y botánicos e la época, entre los cuales, Antonio Jussieu, que fue quien lo recomendó, igual que a Humboldt, para las expediciones científicas que organizaba el gobierno francés para América del Sur y África, y aunque finalmente, estas no se realizaron, Humboldt y Bonpland no abandonaron nunca la idea, hasta que decidieron realizar el viaje por su cuenta.

En España, Carlos IV los autorizó a recorrer sus dominios americanos, y así, entre 1799 y 1804, Humboldt y Bonpland viajaron por España, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, México y los Estados Unidos.

Bonpland reunió y depositó en el Jardin des Plantes de París un herbario de 60.000 plantas, 6.000 de las cuales eran entonces desconocidas en Europa y publicó cuatro volúmenes sobre plantas en su obra Voyage aux régions equinocciales du noveau continent fait en 1799 – 1804, y, en colaboración con Humboldt, redactó los siete volúmenes de Nova genera et spacies plantarum.

Bonpland también reunió una notable colección de insectos, que, tras ser estudiados y catalogados por el entomólogo francés Latreille, aparecerían en la Colección de Observaciones de Zoología y Anatomía Comparada, en 1811.

En 1805, la Emperatriz Josefina Bonaparte lo nombró Intendente de la Malmaison, la famosa residencia de campo, rodeada de numerosas plantas exóticas. Bonpland estuvo al servicio de la Malmaison hasta el fallecimiento de la emperatriz, en 1814, momento en que se planteó volver a América.

Bonpland y Humboldt conocieron a Simón Bolívar, el Libertador, a su paso por París, probablemente, por mediación de Montúfar.

Contratado por el dirigente de la revolución del Río de la Plata, Bernardino Rivadavia, Bonpland decidió viajar con su familia a Buenos Aires en 1816, para impartir clases en la Facultad de Medicina y en el Museo de Historia Natural. Bonpland llevó consigo todo lo necesario para fundar un Jardín Botánico y un museo de Ciencias Naturales, pero como la guerra de la Independencia impidió la realización del proyecto, en Buenos Aires, ejerció la medicina durante tres años, hasta que, en 1820 se estableció en Corrientes, como punto de partida de múltiples expediciones científicas.

En 1821 fundó una colonia en Santa Ana -hoy en la provincia de Corrientes, Argentina-, para cultivar y elaborar yerba mate. Sin embargo, aquel cultivo era monopolio de Paraguay, y la colonia se estableció sin permiso de aquel gobierno, lo que provocó que el Dictador Supremo José Gaspar Rodríguez de Francia, ordenara su destrucción, así como el arresto y detención de Bonpland a quien ordenó vivir en Santa María -hoy, en el Departamento de Misiones, Paraguay-, con la prohibición de salir de allí durante diez años, período en el cual Bonpland volvió a ejercer la medicina, además de ocuparse en agricultura, ganadería y otras industrias menores.

Durante su cautiverio, muchas personalidades e instituciones reclamaron su libertad, entre ellos el propio Simón Bolívar, quien incluso amenazó con invadir el Paraguay en caso de que el dictador siguiera reteniendo al científico, que, finalmente, quedó libre en 1829.

Una vez en libertad, Bonpland recorrió las misiones brasileñas y se estableció algún tiempo en Buenos Aires y en San Borja, donde continuó sus investigaciones botánicas. Tras permanecer un tiempo en un estancia en Corrientes, siguió recorriendo el territorio fronterizo entre Argentina, Uruguay y Brasil.

En Argentina conoció a Maréi - María, hija de un cacique guaraní, con la que se casó y tuvo un hijo y una hija. 

En 1831 volvió a Corrientes, hasta 1838, año en que se instaló en Santa Ana, en la provincia argentina de Entre Ríos. Reanudó allí sus actividades científicas y colonizadoras y realizó viajes a Buenos Aires, Montevideo, Brasil, y a Paraguay, en 1857, pero volviendo siempre a su residencia de Corrientes. 

En 1854, ya octogenario, fue nombrado director del Museo de la Provincia de Corrientes.

Los últimos años de su vida los pasó en El Recreo, en Santa Ana -actualmente, Bonpland-, falleciendo el 11 de mayo de 1858, acompañado por su hija Carmen. Sus archivos quedaron en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires.
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Carlos Montúfar y Larrea, de Manuel Salas Alzamora

Carlos de Montúfar y Larrea-Zurbano. Quito, 1780 - Buga, 1816. 

Fue un noble y militar criollo considerado uno de los libertadores del actual Ecuador. Luchó junto a Simón Bolívar y fue llamado El Caudillo. 

Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre. -Padre de Carlos-.
Quito, 1758 - Alcalá de Guadaíra, 1819

Carlos fue el tercer hijo del matrimonio de la nobleza criolla, formado por Juan Pío de Montúfar y Larrea, II marqués de Selva Alegre, y Teresa de Larrea y Villavicencio. Su padre fue una figura clave en el movimiento independentista desarrollado en Quito entre 1809 y 1812, y un precursor de la independencia del Ecuador.
Los abuelos de Carlos: Juan Pío de Montúfar y Frasso con sus hijos, Juan Pío (padre de Carlos) y Pedro y su esposa, Rosa de Larrea-Zurbano y Santa Coloma con sus hijos Joaquín e Ignacio.

Estudió Filosofía y Humanidades en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, hasta 1800. En 1802 conoció a los geógrafos Humboldt y Bonpland, que llegaron a Quito en su célebre expedición científica. Carlos, de veintiún años, hizo una especial amistad desde el primer momento con Humboldt, a quien acompañó durante el resto de la expedición por los actuales Ecuador, Perú, México, Estados Unidos y Cuba, e incluso durante su vuelta a Europa. 

Estando en París, asistieron a la coronación de Napoleón I como emperador de Francia, después, Carlos se fue a España y Humboldt volvió a Berlín.

En 1805, Montúfar llegó a España, llevando consigo varias cartas de recomendación de Humboldt y recibió ayuda económica del alemán, pues, al parecer, no podía cobrar las órdenes de pago firmadas por su padre en Quito. Así, antes de separarse de Humboldt en París, el barón le dio 8.000 pesetas para sus gastos y después le hizo llegar otras cantidades desde Berlín.

Los rumores que sobre la homosexualidad de Humboldt se han debatido desde el siglo XIX en Alemania, también afectaron a Montúfar, a causa de las insinuaciones de Caldas

Montúfar murió soltero, aunque se le atribuye un romance con la noble quiteña Antonia Vela Bustamante, hacia 1811.

En 1805 se instaló en España, para recibir formación militar en la Real Academia de Nobles. Luchó contra el ejército napoleónico en la Guerra de la Independencia, como Ayudante de Campo del General Castaños, en la Batalla de Bailén, en 1808, considerada la primera derrota militar de Napoleón. Combatió también en el sitio de Zaragoza y en la batalla de Somosierra y por todo ello, fue condecorado por la Junta Suprema Central. 

En una carta encontrada entre los papeles de Humboldt en Berlín, Montúfar revela que otro de los motivos de su viaje fue la introducción comercial de la quinua en España, que estaba prohibida por las autoridades coloniales y en la que estaba muy interesado su padre, el marqués de Selva Alegre. En la carta también habla de sus dificultades económicas y de cómo la crisis y la guerra le impedían recibir los giros despachados en Quito, razón por la que se veía obligado a recurrir a la ayuda económica de Humboldt.

1. Montúfar como Coronel, Comisionado Regio de Quito.
2. Retrato hecho por de Rafael Salas, en 1926. Museo Casa de Sucre, Quito

En Cádiz fue nombrado Comisionado regio para la Audiencia de Quito, por la Junta Suprema Central, con amplia autonomía frente a los virreyes del Perú y de Nueva Granada, con el fin de acabar con los levantamientos rebeldes.

El 1 de marzo de 1810 se embarcó en la goleta Carmen, y navegó hasta La Guaira, donde llegó el 18 de abril, dirigiéndose a una Caracas inmersa en la revolución que desembocó en la declaración de independencia del 19 de abril. En aquel momento, trató de intervenir ante la Junta de Gobierno para que no se produjera la independencia total de España. 

Después se dirigió a Cartagena y Quito, luchando en favor de los derechos de Fernando VII, por entonces, en manos de Napoleón.

Al comprobar que su padre participaba en los movimientos independentistas, decidió unirse a la causa y combatir contra la Corona de España. Así promovió la formación del Estado de Quito, que se declaró independiente y promulgó su propia Constitución, bajo la presidencia del obispo José Cuero y Caicedo. Montúfar se puso al frente de la defensa militar del nuevo Estado.

Los quiteños mandados por Montúfar se enfrentaron al ejército del general español Toribio Montes, en la Batalla de El Panecillo, el 7 de noviembre de 1812, pero el 8 de noviembre la ciudad cayó en manos de los realistas, y Montúfar, junto con todo el gobierno del Estado de Quito, tuvo que huir a Ibarra. 

El 1 de diciembre, los patriotas fueron derrotados definitivamente en la Batalla de Ibarra. Montúfar logró huir, y se escondió en distintas haciendas cerca a Quito, pero fue detenido, juzgado por traición y deportado a España, viajando desde Guayaquil a Panamá, en 1814.

Al llegar a Panamá consiguió huir, uniéndose al Ejército Libertador en la Nueva Granada, donde obtuvo el grado de coronel, y combatió en la zona sur de la actual Colombia, en la que las fuerzas realistas sembraban muerte y destrucción en su intento de aplastar la revuelta patriota.

Después fue coronel del ejército de Simón Bolívar quien lo nombro ayudante general. Acto seguido, pasó a las órdenes del General Serviez y acudió con mil doscientos fusileros a la campaña de Pasto, que terminó con la completa derrota de las armas patriotas. Allí perdió su caballo y tuvo que seguir a pie, defendiéndose y atacando con la bayoneta. 

El 29 de junio de 1816 participó en la Batalla de la Cuchilla del Tambo, donde los independentistas también fueron derrotados por las fuerzas españolas; cientos de ellos fueron capturados y ejecutados en los días siguientes. Montúfar también fue capturado, y condenado a muerte por el general español Juan de Sámano, siendo fusilado por la espalda, como traidor, en la ciudad de Buga el 31 de julio de 1816.
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En 1808 estallaba el motín de Aranjuez y Napoleón entraba en guerra con España y sus colonias. Montúfar combatió a las órdenes del General Castaños durante la Guerra de la Independencia española. El 19 de julio de 1808 se enfrentó a los franceses en la Batalla de Bailén , en la que sería la primera derrota napoleónica, como ayudante de campo

Sobrevivió también a la derrota de los españoles en Somosierra, en noviembre de 1808, y en Zaragoza, en febrero de 1809, por lo que fue condecorado por la Junta Suprema y ascendido a coronel. En 1810, el gobierno de Cádiz consideró que Montúfar sería útil en América, contra los levantamientos independentistas.

Se embarca en Cádiz en marzo de 1810 rumbo a Quito, con instrucciones de promover una junta de gobierno provincial que apoyase a Fernando VII. Pero la situación que encontró en Caracas y Bogotá, sorprendentemente para él, nada tenía que ver con las explicaciones que se le habían dado a entender en la metrópolis. 

Aun así, en principio trató de convencer a la población de que el gobierno de Cádiz podía ser esperanzador, pero al observar la actitud de sus paisanos, comprendió que su planteamiento ya no era viable.

De hecho, cuando llegó a Quito, se acababa de producir la matanza del 2 de agosto que segó la vida de cientos de personas que pretendían liberar a unos presos rebeldes contra el gobierno español. Al parecer, aquel desastre causó un terrible impacto entre la población y también a Montúfar, ante una forma tan ruda de conocer una realidad tan diferente de la que le dijeron en España, como dijo en una carta a su hermana.

De hecho, la vuelta de Montúfar fue vista con esperanza por sus paisanos patriotas, y, en consecuencia, con gran recelo por los realistas. Para entonces, su padre se había convertido en un gran defensor de la independencia, y su actitud determinó a Carlos a seguir el mismo camino.

Es evidente, que si ya el movimiento liberal y afrancesado en España, siempre se debatió entre dos extremos igualmente indeseables, mucho más lo sufrieron los que vivían en las colonias, sufriendo el intento sistemático de España de aplastar la disidencia. Para Montúfar resultaba del todo incoherente, tras afrontar la lucha contra el imperialismo napoleónico, contribuir a la la represión imperialista en las colonias.

Quito se proclamó como Estado en 1811 y creó su propia Constitución. Montúfar luchó por la defensa de la nueva nación, que, a toda costa, pretendían frustrar las tropas realistas, cuya victoria en la batalla de Ibarra, o de la Ribera de Tahuando, el 17 de julio de 1823, -que para algunos historiadores fue más una masacre que una batalla, vista la inmensa diferencia de muertos en cada bando-, acabó con aquel nuevo Estado. 
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Cabe recordar aquí, la hoy sorprendente idea de que el padre de Carlos, Juan Pío de Quito fue el primer rey de Quito desde su proclamación el 22 de mayo de 1810, con el apoyo de Gran Bretaña y Brasil, hasta su muerte en 1819. Ya antes de su coronación había sido presidente de la Junta de Gobierno Autónoma que se instaló en la Real Audiencia de Quito el 10 de agosto de 1809, y posteriormente fue nombrado gobernador del Estado de Quito hasta 1810. 


Desde 1761 ostentaba el título nobiliario español de II Marqués de Selva Alegre, que le fue revocado tras la revolución quiteña; aunque posteriormente y como rey, él mismo se confirió el más elevado, de Duque de Selva Alegre. Fue así el fundador de la Casa de Montúfar como dinastía real, que llegaría a emparentar con las casas reales de Reino Unido, Portugal y Prusia, antes de ser reemplazada por la de Hohenzollern-Montúfar, en 1869.

La coronación tuvo lugar el 1 de febrero de 1811.


Los organizadores del gran ceremonial fueron, el obispo Cuero y Caicedo, su hija la princesa Rosa - casada en 1815 con el príncipe Enrique de Prusia-, y el delegado británico Taylor; que encargaron una elegante corona de diademas cerradas, un bastón y un orbe, en la ciudad de Cuenca, cuyos orfebres eran famosos, y el ropaje real, al monasterio de la Limpia Concepción, de la capital. 

A finales del reinado de Juan Pío, Quito había alcanzado un resurgir económico sin precedentes, que convirtió al Estado en la cuarta potencia del continente, solo por detrás de Brasil, Estados Unidos y el virreinato de Nueva España, México. Se había creado un poderoso ejército que empezaba a prescindir del apoyo británico; una creciente industria textil, y se desarrolló la capacidad de auto abastecimiento de productos agrícolas, además de que, socios comerciales estratégicos como Brasil, Reino Unido y Prusia, lograron que el Gobierno quiteño se estabilizara hacia 1818, con un amplio margen de aceptación entre todas las clases sociales.

El monarca de facto, falleció, de muerte natural, el 3 de octubre de 1819, a los 61 años de edad.
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Entre tanto, delatado Carlos Montúfar –tal vez, por otra facción independentista-, fue capturado por los españoles y encarcelado en Panamá. Logró escapar y se unió al ejército de Simón Bolívar, participando en las campañas en Nueva Granada. Participó entre otras, en la batalla de la Cuchilla de Tambo, en el verano de 1816. En la que, muerto su caballo, siguió peleando a pie, aunque al final fue capturado por segunda vez. 

La derrota de las provincias unidas de Nueva Granada acabó con los sueños independentistas por un tiempo, hasta que. tres años después, Bolívar inició la campaña libertadora que, en aquella ocasión sí alcanzó la independencia de la Gran Colombia. 

Pero para entonces, Carlos de Montúfar, ya había sido condenado a muerte y, unas semanas después de su arresto fue fusilado por la espalda, como traidor a España, cuando tenía 36 años.
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Francisco José de Caldas y Tenorio


Popayán, 1768-Santafé, 1816. Científico, ingeniero militar, geógrafo, botánico, astrónomo, naturalista y periodista neogranadino y prócer de la independencia de Colombia. Por su erudición y amplios y diversos conocimientos fue apodado El Sabio, epíteto con el que pasó a la historia de Colombia.

Caldas también procedía de la clase privilegiada de criollos ilustrados, que rechazaban la presencia del Virrey Amar y Borbón. representante de la Corona española, debilitada entonces por la invasión napoleónica, y que pronto iniciaría su propia lucha por la independencia.
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Antonio José Amar y Borbón Arguedas 

Zaragoza, 1742-1818. Hijo del médico de Fernando VI y Carlos III. Militar, Virrey de Nueva Granada desde 1802 a 1810 y presidente de la Real Audiencia de Santafé. Fue depuesto y arrestado tras el episodio conocido como el Florero de Llorente, suceso revolucionario que marcó el fin del régimen colonial de España en la Nueva Granada.
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Con el objetivo de establecer un nuevo gobierno, los criollos habían empezado a celebrar reuniones para organizarse, en la casa de José Acevedo y Gómez, pero cuando observaron que estaban siendo vigilados, Caldas, como director del Observatorio Astronómico de Bogotá, ofreció que las reuniones se trasladaran a dicha institución.

En 1811 la presidencia de la Nueva Granada era asumida por Antonio Nariño, y Caldas fue nombrado capitán del Cuerpo militar de Ingenieros. En 1812 ascendió a teniente coronel.

En 1813 se le relacionó con la rebelión contra Nariño, y tras ser derrotados sus autores, Caldas, por temor a represalias se fue a Antioquia, donde se le confirió el grado de coronel y fue nombrado director de fábricas e ingeniero de armamentos.

Entre 1813 y 1814 se ocupó de las fortificaciones del río Cauca; de la instalación de una fábrica de fusiles y pólvora y de otros encargos de carácter táctico.

Tras la sucesión de victorias del ejército realista, Caldas marchó al sur con la intención de embarcarse en el puerto de Buenaventura, en el Pacífico, pero tras la victoria del español Juan Sámano en la batalla de la Cuchilla del Tambo, Caldas fue sorprendido, apresado y, acto seguido, condenado a muerte. 

Al oír su sentencia, una tradición afirma que pidió clemencia a Pablo Morillo, cuya respuesta habría sido: España no necesita de sabios, pero, en realidad, esto no está documentado. 

Del mismo modo, cuando bajaba las escalinatas de la Universidad del Rosario hacia el patíbulo, dibujó en una pared algo parecido la letra griega θ, Zeta, cuyo significado sigue siendo un enigma.

Caldas, fue fusilado, también por la espalda, el 29 de octubre de 1816, en la plazuela de San Francisco -hoy Parque Santander- de Bogotá. Su cadáver, junto con los de otros ajusticiados, fue enterrado en la iglesia de la Veracruz, donde permaneció hasta 1904, cuando fue encontrado con los demás. Entonces, Guillermo Valencia, representante de la Cámara, solicitó a la Academia Colombiana de Historia el traslado de los restos de aquellos próceres a Popayán, donde llegaron en febrero de 1905, pasando después a la iglesia de San José, de allí, a la Catedral y, finalmente, en 1940, al llamado Panteón de los Próceres de Popayán. 
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