lunes, 27 de noviembre de 2023

EL ARTE ARISTOCRÁTICO DE WINTERHALTER


WINTERHALTER: Retratista de la realeza centroeuropea. Autorretrato con su hermano,en 1840

Franz Xaver Winterhalter. Menzenschwand, en la Selva Negra, 20 de abril de 1805 - Fráncfort del Meno, 8 de julio de 1873, fue un pintor y litógrafo alemán especialmente conocido por sus retratos de la realeza realizados a mediados del siglo XIX. Entre sus obras más conocidas se cuentan La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía (1855) y el retrato hecho a la emperatriz Isabel de Baviera, popularmente llamada Sissí (1864).

La Emperatriz Eugenia de Montijo, rodeada de sus damas de compañía (1855)

Franz Xaver Winterhalter nació en la pequeña aldea de Menzenschwand -que actualmente forma parte de St. Blasien-, en la Selva Negra, en el Gran Ducado de Baden, el 20 de abril de 1805. Era el sexto hijo de Fidel Winterhalter, granjero y productor de resina de la aldea y de su esposa, Eva Meyer. Su padre era de origen campesino y tuvo mucha influencia en su vida. De sus ocho hijos e hijas, solo cuatro sobrevivieron a la infancia. A lo largo de su vida Franz Xaver permaneció en estrecho contacto con su familia, y en especial con su hermano Hermann (1808-1891), que también era pintor.

Después de asistir a la escuela en el monasterio benedictino de St. Blasien, Winterhalter dejó la aldea de Menzenschwand en 1818 a los 13 años para estudiar dibujo y grabado. Fue aprendiz de delineante y litógrafo en el taller de Karl Ludwig Schüler (1785-1852) en Friburgo. En 1823, a los 18 años, marchó a Múnich, con el mecenazgo del industrial Barón von Eichtal. En 1825, se le asignó un estipendio del gran duque de Baden y comenzó a estudiar en la Academia de Artes de Múnich con Peter Cornelius, cuyos métodos académicos le hacían sentirse incómodo. Winterhalter congenió mejor con el retratista de moda Joseph Stieler. Durante esta época se ganaba la vida trabajando como litógrafo.

Winterhalter entró en los círculos cortesanos en 1828, cuando se convirtió en maestro de dibujo de Sofía Guillermina de Suecia, en Karlsruhe. La oportunidad para establecerse más allá del sur de Alemania llegó en 1832, cuando pudo viajar a Italia entre 1833 y 1834, con el apoyo de Leopoldo, gran duque de Baden. En Roma realizó cuadros románticos al estilo de Louis-Leopold Robert y comenzó a frecuentar el círculo del director de la Academia Francesa, Horace Vernet. A su regreso a Karlsruhe pintó los retratos del gran duque Leopoldo de Baden y de su esposa, y fue nombrado pintor de la corte archiducal.

Leopoldo de Baden

Sofía Guillermina de Holstein-Gottorp, esposa de Leopoldo, 1831, pintura por Franz Xaver Winterhalter.

A pesar de su estabilidad económica, dejó Baden y se trasladó a Francia donde su escena pictórica de influencia italiana, Il dolce Farniente, destacó en los salones artísticos de 1836. Un año después Il Decameron también recibió numerosos elogios; ambas pinturas eran composiciones académicas al estilo de Rafael

Il dolce Farniente

Decamerón

En el salón de 1838 exhibió un retrato del Príncipe de Wagram con su joven hija. Su carrera como pintor de retratos se consolidó cuando, en el mismo año, retrató a Luisa María de Orleans, reina de Bélgica, y su hijo. Probablemente fue gracias a esta pintura por lo que Winterhalter atrajo la atención de María Amalia de las Dos Sicilias, reina de Francia, madre de Luisa María de Orleans.

Luisa María de Bélgica y su marido, Felipe de Sajonia-Coburgo-Koháry, y su hijo, el Príncipe Leopold Clement de Sajonia-Coburgo Gotha con uniforme de Húsar.

María Amelia de Nápoles y Sicilia y Luisa de Orléans (Queen of the Belgians) por Winterhalter, 1841

En París, Winterhalter se convirtió pronto en un pintor de moda. Fue nombrado pintor de la corte del rey Luis Felipe de Francia, que le encargó pintar retratos de los miembros de su gran familia. Winterhalter realizaría más de treinta encargos para él. Su éxito también le permitió ganarse reputación de especialista en retratos dinásticos y aristocráticos, hábil combinando el retrato y la lisonja e intensificando la ostentación oficial con la moda moderna.

Sin embargo, la reputación de Winterhalter en los círculos artísticos sufrió las consecuencias de este giro en su carrera. Los críticos, que habían elogiado su debut en el salón artístico de 1836, lo rechazaron y consideraron que no se le podía tomar en serio. Esta actitud de la crítica continuó a lo largo de la carrera de Winterhalter, condenando su obra a una categoría propia en la jerarquía de la pintura. El propio Winterhalter consideraba sus primeros encargos reales un interludio antes de regresar a la pintura artísticamente respetable desde un punto de vista académico, pero fue víctima de su propio éxito y, durante el resto de su vida, trabajaría casi exclusivamente como pintor de retratos. No solo se hizo especialmente popular en este ámbito, sino que además se enriqueció. Winterhalter se convirtió en una celebridad internacional que disfrutaba del mecenazgo de la realeza.

Entre sus muchos clientes reales también se encontraba la reina Victoria. Winterhalter visitó por primera vez Inglaterra en 1842, y regresó varias veces para pintar a Victoria, su esposo el príncipe consorte Alberto y su numerosa familia, efectuando al menos unos 120 retratos para ellos, gran número de los cuales todavía se conservan en la colección real inglesa y se muestran al público en el Palacio de Buckingham y otros edificios. 

El príncipe Alberto, la reina Victoria y sus nueve hijos, 1857.

Izq.-dcha: Alice, Arthur (después Duke of Connaught), El  Ppe. Consort, Albert, El Ppe. de Gales, después, Edward VII, Leopold, después, Duke of Albany, frente al Ppe de Gales, Louise, Rein Victoria con Beatrice, Alfred, después Duke of Edinburgh, La Princesa Real, Victoria, y Helena.

Aparte de los monarcas ingleses, Winterhalter también pintó varios retratos para la aristocracia de Inglaterra, en su mayor parte nobles de la corte. La caída del rey Luis Felipe de Francia en la revolución de 1848 no afectó a la reputación del pintor. Winterhalter viajó a Suiza y continuó realizando encargos para Bélgica e Inglaterra.

Winterhalter fue testigo de las caídas de unas dinastías y el ascenso de otras pero, gracias a su constancia, ello no le afectó profesionalmente. París se convirtió en su hogar hasta dos años antes de su muerte. Tras la caída de la monarquía francesa, el cese de encargos de retratos le permitió dedicarse de nuevo a la pintura de cuadros artísticos como Florinda (1852), del Museo Metropolitano de Arte, Nueva York, una gozosa celebración de la belleza femenina inspirada por la leyenda española de la relación entre la hija del conde don Julián y Rodrigo, el último rey visigodo. 

El mismo año realizó una propuesta de matrimonio pero fue rechazado, por lo que Winterhalter continuó siendo un solterón dedicado a su trabajo.

Florinda de Franz Xaver Winterhalter 

Su popularidad aumentó después del ascenso al poder en Francia de Napoleón III. Durante el Segundo Imperio francés se convirtió en el retratista principal de la corte y de la familia imperial. La hermosa emperatriz Eugenia llegó a ser una de sus modelos favoritas y ella le trató con generosidad. En 1856 Winterhalter pintó la que sería su obra maestra, La Emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía, en la que aparece la emperatriz de Francia —la española nacida Eugenia de Montijo— en un escenario pastoral recogiendo flores en un círculo armonioso con sus damas de compañía. La pintura fue aclamada por el público y expuesta en la Exposición Universal de 1853, y sigue siendo la obra más famosa de Winterhalter.

Eugenia de Montijo. La familia imperial fotografiada hacia 1858. De pie, a la izquierda, el emperador Napoleón III; sentada, a la derecha, la emperatriz Eugenia, y a su lado, su hijo, el príncipe Napoleón Eugenio Luis.

En 1852 Winterhalter viajó a España, acompañado por su compatriota Eduardo Magnus, también un destacado retratista, para pintar a la reina Isabel II y asimismo trabajó para la familia real portuguesa. A los aristócratas rusos que visitaban París les gustaban también los retratos realizados por el famoso maestro y a menudo contrataban sus servicios. Como el “pintor de príncipes”, Winterhalter era muy solicitado en la mayoría de las cortes europeas: en Inglaterra (desde 1841), España, Bélgica, Rusia México, los diversos estados alemanes y Francia. En los años siguientes la fama de Winterhalter se mantuvo y sus servicios fueron objeto de gran demanda. En 1856 viajó a Polonia para pintar a los aristócratas locales y en 1857 pintó en Baviera a la Zarina —de origen alemán— María Alejandrovna. Durante la década de 1860 recibiría muchos encargos de Rusia.

María Alejandrovna

Durante el Segundo Imperio Mexicano, bajo el gobierno del emperador Maximiliano I de México, Winterhalter recibió el encargo de pintar los retratos de la pareja imperial. La emperatriz consorte de México, Carlota de Bélgica, que era la hija de Luisa María de Orleans, reina de Bélgica, que había contratado los servicios de Winterhalter en los comienzos de su carrera. Algunas de las pinturas de Winterhalter de los monarcas mexicanos todavía se conservan en su palacio en México, D. F., que actualmente es el Museo Nacional de Historia.

Carlota de Bélgica; FX Winterhalter, 1842 y por Hermann Winterhalter, 1850


Para hacer frente a los numerosos encargos de retratos, muchos de los cuales incluían el realizar múltiples copias de los mismos, Winterhalter contrató muchos ayudantes. Ningún pintor de retratos disfrutó jamás de tanto patronazgo real como Winterhalter, solo Rubens y Van Dyck trabajaron en cierta medida como él a nivel internacional.

A menudo Winterhalter se relajaba de la presión de su trabajo con vacaciones en Italia, Suiza y, sobre todo, Alemania. Pese a haber vivido durante muchos años en Francia, mantuvo un estrecho contacto con su país nativo. A pesar de su éxito y popularidad, continuó llevando una vida sencilla y sin excesos, siendo además abstemio. En 1859 adquirió una villa en Baden-Baden, su lugar favorito de vacaciones.

En 1864 Winterhalter hizo su última visita a Inglaterra. En otoño de ese año viajó a Viena para pintar los retratos del emperador Francisco José I de Austria y de su esposa Isabel de Baviera, que se encuentran entre sus obras más conocidas. A medida que envejecía, sus vínculos con Francia se debilitaron, y comenzó a sentir añoranza por Alemania. Se encontraba descansando en Suiza durante el estallido de la Guerra franco-prusiana, que terminó con el Segundo Imperio francés en septiembre de 1870. Después de la guerra, el pintor no regresó a Francia, sino que se fue a Baden. Sin mayores complicaciones decidió retirarse de forma permanente a Alemania. Todavía estaba oficialmente acreditado en la corte de Baden y se asentó en Karlsruhe. Sin embargo, en los dos años siguientes pintó muy poco. Durante una visita a Fráncfort del Meno en el verano de 1873, contrajo el tifus y murió el 8 de julio de 1873. Tenía 68 años.

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Isabel de Baviera, con 11 años, retratada con su hermano, Carlos Teodoro en el Palacio de Possenhofen, 1848- De Carl Zaag, 1849. Viena

Retrato de Isabel II con su hija la infanta Isabel, en 1852, Palacio Real de Madrid.

La familia de la Reina Victoria, por Franz Xaver Winterhalter, en 1846.

Winterhalter consolidó su estilo como pintor de retratos durante el Segundo Imperio francés, y sus mejores obras fueron realizadas en las últimas dos décadas de su vida. Adaptó su estilo al lujo y la atmósfera relajada de la época, su hedonismo y animación. Sus modelos femeninos de las décadas de 1850 y 1860 vivían en un clima social y fisiológico diferente de las que había pintado antes, y no mostraban una actitud reticente o reservada. Sus modelos masculinos le inspiraron pocas composiciones originales o memorables.

Winterhalter nunca recibió elogios de la obra que lo había hecho famoso por parte de los críticos artísticos, que lo acusaron constantemente de caer en la superficialidad y afectación con el objetivo de ganar popularidad. Sin embargo, sus mecenas aristocráticos le tenían en gran estima. Las familias reales de Inglaterra, Francia, España, Rusia, Portugal, México y Bélgica le encargaron retratos. Sus monumentales lienzos le proporcionaron una gran reputación y las copias litográficas de sus retratos le ayudaron a extender su fama.

Los retratos de Winterhalter eran apreciados por su sutil intimismo. La naturaleza de su atractivo no es difícil de explicar. La imagen de sus modelos da al observador una impresión de deseo o de una necesidad de protección. No solo disponía de una gran habilidad para crear composiciones casi teatrales con sus modelos, sino que también fue un experto en el arte de combinar la textura de los tejidos, pieles y joyas, para los que dedicaba tanto esmero como para los rostros. Pintaba con rapidez y continuidad, diseñando la mayoría de sus composiciones directamente en el lienzo. Sus retratos son elegantes, refinados y agradablemente idealizados.

Respecto al método de trabajo de Winterhalter, se cree que —debido a la práctica que había adquirido dibujando y representando figuras— pintaba directamente en el lienzo sin hacer estudios preliminares. Él mismo decidía el vestido y la postura de la modelo. Pintaba delicadamente, utilizando pinceladas rápidas pero impersonales. Su estilo era suave, cosmopolita y creíble. Muchos de los retratos fueron copiados o reproducidos en su taller como litografías.

Como artista Winterhalter es difícil de clasificar, pues existen pocos pintores con los que pueda compararse y no encaja en ninguna escuela específica. Sus primeras influencias son neoclásicas pero su estilo posterior puede ser descrito como neo-rococó. A su muerte su obra cayó en desgracia, siendo considerada demasiado romántica, brillante y superficial. Poco se sabe sobre él a nivel personal, y su arte no fue revalorizado hasta finales del siglo XX, cuando una gran exhibición de su obra en la National Portrait Gallery de Londres y en el Petit Palais en París en 1987 recuperaron su popularidad. Sus pinturas se exhiben actualmente en los principales museos europeos y americanos. El Palacio de Liria de Madrid alberga al menos dos obras suyas, entre ellas el destacable Retrato de Eugenia de Montijo y el Palacio Real un Retrato de Isabel II con su hija la infanta Isabel.

Carmen, la duquesa de Montmorency. Fragmento, Winterhalter

Victoria y Alberto, 1842

Leonila princesa de Sayn Wittgenstein Sayn, 1843 Museo J. Paul Getty Los Ángeles. Winterhalter contrastaba las telas suntuosas y colores vivos contra los cremosos para aumentar la sensualidad de la pose, el modelo y la configuración exuberante.

Charlotte de Bélgica, 1844. Futura Emperatriz de México

Leopoldo de Bélgica 1846

La emperatriz Isabel de Austria con estrellas de diamantes en su cabello (1864).

Hofburg, Viena. Este retrato presenta a la emperatriz de una manera romántica mejorando su reputación como una de las grandes bellezas de su tiempo. La emperatriz aparece en una pose sensual con los hombros desnudos y volviendo la cabeza hacia el espectador. Lleva un vestido de satén y tul blanco salpicado de estrellas de plata y con estrellas de diamante en el pelo. Este retrato es una de las representaciones más emblemáticas de la emperatriz Isabel y una de las obras más conocidas de Winterhalter.

Eugenia de Montijo, Emperatriz de los franceses y sus damas de compañía, en 1855

Palacio de Compiègne. Tomando como inspiración las escenas bucólicas del siglo XVIII, esta composición monumental establece a la soberana y su séquito en el contexto de un claro en un bosque sombrío. Sin embargo, la composición es muy artificial y formal. La emperatriz, ligeramente a la izquierda del centro, está rodeada por el grupo y lo domina.

Retrato de Isabel II con su hija la infanta Isabel, en 1852, Palacio Real de Madrid.

Victoria, Princesa Real. 1842

Esta imagen muestra al duque de Wellington ofreciendo un regalo a la reina Victoria, al príncipe Alberto y al príncipe Arturo, en una escena que recuerda a la Adoración de los Magos. La pintura fue encargada por la Reina Victoria para conmemorar el 1 de mayo de 1851, que tenía un triple significado: era el PRIMER CUMPLEAÑOS DEL PRÍNCIPE ARTURO, el OCTOGÉSIMO SEGUNDO CUMPLEAÑOS DEL PADRINO DEL PRÍNCIPE, EL DUQUE DE WELLINGTON, y el día de la inauguración de la Gran Exhibición. El Príncipe Arturo sostiene el lirio de los valles, un regalo tradicional del 1 de mayo que se dice que trae buena suerte. Al fondo se puede ver el Palacio de Cristal.

Alberto, de John Partridge, 1840

La reina Victoria y el príncipe Alberto, 1854.

Victoria, de niña con su padre, el príncipe Alberto, en 1841

Victoria junto a su madre, la reina Victoria, hacia 1844

Boda de la princesa Victoria y del príncipe Federico, el 25 de enero de 1858. Pintura de John Phillip.

Proclamación del Imperio alemán en la sala de los Espejos de Versalles, obra de Anton von Werner (1885). Bismarck está en el centro de la imagen con uniforme blanco; a la izquierda de Guillermo I se encuentra su yerno Federico I de Baden y a su derecha está su hijo, Federico.

La emperatriz viuda con sus hijos en 1900, un año antes de su muerte

Ppe. Sigismund de Prusia. Sobrino del Káiser Guillermo II y de la zarina Alejandra Fiódorovna.

Ppe. Waldemar de Prusia. Sexto hijo de Federico III y de Victoria, Princesa Real del Reino Unido, hija de la reina Victoria de Gran Bretaña e Irlanda y de Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha.

Fin

domingo, 19 de noviembre de 2023

Ana de Bretaña • Bio-Galería

 Ana de Bretaña • Bio-Galería

Ana de Bretaña rodeada por las santas, Ana, Úrsula y Helena, sus patronas, f. 3r, miniatura de las Grandes Horas de Ana de Bretaña

Maximilian. I - Charles VIII - Louis XII. Los Maridos de Ana de Bretaña


1154
BNF - Latin 9474 - Jean Bourdichon - Grandes Heures d'Anne de Bretagne - f. 3r - Anne de Bretagne entre trois Saintes (détail). 1503-1508.

Ana de Bretaña. Nantes, 25 de enero de 1477 – 9 de enero de 1514. -36 años-. Fue duquesa titular de Bretaña, y dos veces reina consorte de Francia. Durante las guerras italianas, también fue reina consorte de Nápoles y duquesa consorte de Milán (1499-1500).

Nació en Nantes, en el ducado de Bretaña, como hija y única heredera del duque Francisco II de Bretaña y de la infanta navarra Margarita de Foix. A los 11 años ya era una heredera codiciada debido a la posición estratégica de Bretaña. Su padre fue el último varón titular de la casa de Montfort. En este período, la ley de sucesión no estaba clara, pero antes de la Guerra de Sucesión Bretona, operaba principalmente de acuerdo con la ley semisálica; es decir, las mujeres podrían heredar, pero solo si la línea masculina se hubiera extinguido. La falta de un heredero masculino dio lugar a la amenaza de una crisis dinástica en el ducado, o su paso directamente al dominio real. Para evitar esto, Francisco II hizo que Ana fuera reconocida oficialmente como su heredera por los Estados de Bretaña el 10 de febrero de 1486. En tales circunstancias, la cuestión de su matrimonio era una cuestión diplomática.

Es probable que recibiese la educación de una joven noble de su tiempo. Aprendió a leer y escribir en francés, y tal vez un poco de latín. Contrariamente a lo que se cree, es poco probable que aprendiese griego y hebreo. Su institutriz fue Françoise de Dinan, condesa de Laval y su mayordomo, el poeta Jean Meschinot, desde 1488 hasta su muerte, en 1491, pudo haberle enseñado baile, canto y música. 

La reina Ana recibe un ejemplar del libro en Alabanza de Mujeres Famosas, de Jean Perréal. Musée Dobrée, Nantes.

Ana era una mujer muy inteligente, que pasó gran parte de su tiempo atendiendo la administración de Bretaña, aunque fue descrita como astuta, orgullosa y altiva en sus modales. Salvaguardó la autonomía de Bretaña, y preservó el ducado fuera del alcance de la corona francesa, obra de su vida, y objetivo que murió con ella.

También fue mecenas de las artes que disfrutaba de la música y gran creadora de tapices; es muy probable que los tapices unicornio, hoy en el Museo Cloisters, de Nueva York fueran encargados por ella con motivo de la celebración de su boda con Luis XII. Encargó la creación del libro conocido como Grandes horas de Ana de Bretaña.

Tenía una pierna un poco más corta que la otra, por lo que cojeaba, pero normalmente, llevaba un tacón más alto que el otro y lograba disimularlo. 

Fue una madre entregada; pasaba el tiempo tanto como le era posible con sus hijos. Para su hijo, Carlos Orlando, encargó un libro de oraciones, con el que le enseñó a orar, y para que le sirviera de guía como futuro rey de Francia; un objetivo frustrado, `pues Carlos Orlando murió en 1495, y su otro hijo no vivió más de dos semanas.

Durante su matrimonio con Carlos VIII, desde los 14 años, es descrita como una chica joven, de mejillas sonrosadas, pero a los 22 años, después de siete embarazos, sin hijos sobrevivientes, fue descrita como de cara pálida. Al final de su vida, a los 36, había estado embarazada 14 veces, tuvo siete hijos muertos y de los siete sobrevivientes, solo dos superaron la infancia.

Firma de Ana de Bretaña al pie de un poder dado a su Canciller Philippe de Montauban, para que concluyera un tratado de alianza con el rey de Inglaterra, firmado en Reims, el 15 de febrero de 1490. Sellado con cera roja sobre el lazo del pergamino.

Eduardo V de Inglaterra

En 1481 Ana fue prometida oficialmente en matrimonio a Eduardo V de Inglaterra, hijo de Eduardo IV. Pero en 1483, el joven desapareció, presuntamente asesinado en la Torre de Londres, y, de hecho, fue dado por muerto poco después de la muerte de su padre.

Como es sabido, Eduardo V y su hermano menor, Ricardo, duque de York, son los llamados “Príncipes de la Torre”, que desaparecieron después de ser enviados a los alojamientos reales fuertemente custodiados en la Torre de Londres. La responsabilidad de su muerte se atribuye al rey Ricardo III, pero las explicaciones de este triste hecho son muy controvertidas; a veces contradictorias, y además, arrojan la posibilidad de la existencia de otros cuatro sospechosos.

Los Niños de la Torre, de John Everett Millais. 1848. Royal Holloway collection

Francisco II, temiendo la presencia de enemigos cerca de sus territorios, a causa de la soltería de la duquesa, optó por defender su posición por medio de la guerra. Mientras el padre de Ana barajaba aliarse con los diferentes candidatos entre los cuales había varios príncipes de Europa y reyes:

-Enrique VII de Inglaterra, (1457-1485-1509), entonces detenido en Gran Bretaña, aunque el matrimonio no le interesaba.

-Maximiliano I de Austria, rey de Germania y archiduque de Austria, futuro emperador romano germánico (1449-1508-1519), viudo de María de Borgoña, heredera de Carlos el Temerario. 

-Alano de Albret, señor de Gascón (1440-1522), hijo de Catalina de Rohan, el esposo de Francisca de Blois-Penthièvre (por lo tanto, posible heredero), primo y aliado de Francisco II.

-Luis, duque de Orleans, primo hermano del rey Carlos VIII y el futuro rey, como Luis XII (1462-1498-1515), aunque ya estaba casado con Juana de Francia.

-Juan de Chalons, príncipe de Orange (1443-1502), sobrino de Francisco II -nieto de Richard d'Etampes- y heredero del ducado después de Ana e Isabel.

-Vizconde Juan II de Rohan, otro heredero, propuso, con el apoyo del mariscal Rieux el doble matrimonio de sus hijos Francisco y Juan, con Ana y su hermana Isabel, pero Francisco II se opuso.

En 1488, sin embargo, los ejércitos de Francisco II de Bretaña fueron derrotados en la batalla de Saint-Aubin-du-Cormier, intentando poner fin a la guerra entre Bretaña y Francia. En el Tratado de Sablé, que concluyó un acuerdo de paz, el duque se vio obligado a aceptar cláusulas que estipulaban que sus hijas no se casarían sin la aprobación del rey de Francia. Francisco murió poco después, el 9 de septiembre 1488, a causa de una caída del caballo y Ana se convirtió en duquesa. Bretaña se hundió en una nueva crisis, que llevaría a la última guerra franco-bretona.

Primer matrimonio: Maximiliano I de Austria

Albrecht Dürer - Portrait of Maximilian I. Kunsthistorisches Museum, Viena

Tras el accidente que provocó la muerte de su padre, producida sin haber tenido descendientes varones, Ana tuvo que asumir el título de duquesa de Bretaña. Su primer paso fue asegurarse un marido; este debía ser preferentemente contrario a la unión con Francia y lo suficientemente poderoso como para mantener la independencia bretona. Maximiliano I de Austria fue considerado el candidato más adecuado para sus planes. El matrimonio por poderes, se celebró en Rennes, el 19 de diciembre de 1490; Ana asumía el título de Reina de Romanos, pero no sin consecuencias.

Francia se lo tomó como una provocación: que no sólo violaba el tratado de Sablé, puesto que el rey de Francia no había dado su consentimiento, sino que además ponía el gobierno de Bretaña en manos de un enemigo de Francia. Por otra parte, el enlace se llevó a cabo en una mala época: los Habsburgo estaban demasiado ocupados luchando en dos frentes, Hungría por el este y Granada por el oeste, como para dedicarle la atención debida a Bretaña. Aunque tanto Castilla como Inglaterra enviaron algunas tropas de refuerzo al ducado, ninguno deseaba verdaderamente entrar en guerra abierta con Francia. Consecuentemente, en la primavera de 1491 se produjo una nueva victoria para Carlos VIII, a través del general francés La Trémoille, en el sitio de Rennes.

Maximiliano no asistió a su esposa por poderes, y Rennes cayó en poder francés. Ana fue entonces prometida a Carlos VIII el 15 de noviembre. La duquesa salió, escoltada por su propio ejército para dar a entender que consentía en el enlace, en dirección a Langeais. donde arreglarían legalmente la situación de ambos esposos. El matrimonio de Ana con Maximiliano se anuló, puesto que no había sido consumado, mientras que Carlos VIII tuvo que anular su compromiso con Margarita de Austria, hija de Maximiliano y María de Borgoña. Finalmente, la ceremonia de matrimonio tuvo lugar en Langeais el 6 de diciembre de 1491.

María de Borgoña, de Michel Pacher. Heinz Kisters, Col. Priv. En Kreuzlingen, Germany. Y Margarita de Austria, de Van Orley (hermana de Felipe El Hermoso) Reales Museos de BBAA, Bélgica.

Segundo matrimonio con Carlos VIII de Francia

Carlos VIII. Par Jean Bourdichon

La boda de Ana de Bretaña con Carlos VIII se celebró en el castillo de Langeais el 6 de diciembre de 1491

Castillo de Langeais, Indre y Loira, Centro, Francia. Matrimonio de la duquesa Ana de Bretaña con el rey Carlos VIII de Francia, el 6 de diciembre de 1491. Este carísimo Tableau fue creado, con una considerable ayuda financiera y administrativa del Departamento de Cultura, para el Instituto de Francia. La ropa históricamente fiel fue creada a partir de reportajes contemporáneos del famoso modisto Daniel Druet. Efigies del célebre escultor Daniel Ogier a partir de evidencia contemporánea: retratos, bustos de tumbas y, en algunos casos, reconstrucciones forenses basadas en investigaciones de tumbas autorizadas por el gobierno. 

De izquierda a derecha: 

Princesa y ex regente Ana de Francia, única hija del rey Luis XI; 

su marido Pierre de Bourbon, señor de Beaujeu; 

el rey Carlos VIII, de 21 años; 

la duquesa Ana de Bretaña, de 14 años; 

La dama arrodillada es Francoise de Dinan, dama de Chateaubriant y compañera de institutriz de la joven duquesa, de 55 años. 

A la mesa: sentados, 

el notario de Tours, Pierre Bourreau, que redactó apresuradamente el contrato matrimonial; de pie: 

Philippe de Montauban, de 51 años, fiel y veterano canciller de Bretaña y soldado veterano que había comandado una Compañía de Lanzas para el duque Francisco II; 

sentados de nuevo, 

el Canciller de Francia Guillaume de Rochefort, de 61 años; y, por último, 

de pie, otro de los fieles seguidores de la duquesa, 

el príncipe de Orange, 

Juan IV de Châlons-Arlay. 

En la parte trasera, contra la chimenea y fuera de la vista en esta obra, hay efigies de los dos obispos que oficiaron: Jean de Rèly, obispo de Angers, y Louis d'Amboise, obispo de Albi, quien finalmente fue creado cardenal. Ambos Clérigos enviaron Informes detallados a su Maestro Espiritual el Papa – así es como sabemos quiénes estuvieron presentes en esta apresurada y secreta ceremonia; y qué ropa llevaban.

Descendencia

Ana y Carlos tuvieron cuatro niños, pero todos ellos murieron a temprana edad:

Carlos Orlando de Valois (1492-1495); Delfín.

Carlos de Valois (1496); Delfín.

Francisco de Valois (1497-1498); Delfín.

Ana de Valois (1498).

LA MUERTE DE CARLOS VIII

El 7 de abril de 1498, la reina se recuperaba en el Castillo de Amboise de su último parto del 20 de marzo: otro niño que nació muerto. Para distraerla, Carlos la llevó a ver un jeu de paume -antecedente de un partido de tenis- en el foso del castillo. Para llegar al lugar pasaron por la nauseabunda galería Hacquelebac. Acelerando el paso, el rey se golpeó violentamente la cabeza contra el dintel de piedra de una puerta baja. Se tambaleó pero no perdió el conocimiento, yendo a acomodarse para el espectáculo del juego que observó largo tiempo, comentándolo con sus vecinos. Pero alrededor de las dos de la tarde, de repente se derrumbó en el suelo. Ya no podía hablar. Se tumbó en un colchón esperando a los médicos... y permaneció allí durante nueve horas hasta su muerte, lo cual es cuando menos curioso, dada la proximidad de las cómodas camas de sus propios apartamentos. 

Durante esas nueve horas, sus médicos intentaron salvarlo, en vano. Según las memorias de Philippe de Commines, recuperó el habla tres veces durante ese período y sus allegados creyeron oírle decir más o menos claramente: «Dios mío y la gloriosa Virgen María, monseñor san Claude y Monseñor San Blas socórreme». («Mon Dieu et la glorieuse Vierge Marie, Monseigneur Saint Claude et Monseigneur Saint Blaise me soient en aide») El rey Carlos VIII finalmente respiró por última vez la noche del 7 de abril al final de quince años de reinado, a la edad de 27 años sin haberle sobrevivido ningún descendiente masculino con Ana. Su primo segundo Luis de Orleans, de treinta y seis años, lo sucedió y se convirtió en el rey Luis XII. 

Hay muchas hipótesis sobre la causa de su muerte. El obispo de Angers, presente, habla de «catarro [término usado a veces en la época como sinónimo de apoplejía, que le cayó en la garganta». Ese «... que le cayó en su garganta» puede significar trastornos de la deglución, trastornos respiratorios, pero también la pérdida del habla.

En la semana anterior al accidente del dintel, Carlos se había quejado de síntomas que claramente sugerían una hipertensión arterial, lo que causa accidentes cerebrovasculares. Sin embargo, el cuadro clínico recuerda al de un accidente vascular cerebral, ya sea por trombosis, o por hemorragia o hematoma intracraneal. Un accidente cerebrovascular puede causar pérdida de conciencia, afasia si afecta el área temporal izquierda y luego se caracteriza por una parálisis más o menos completa del lado derecho. Dicha hemorragia (hematoma subdural) a menudo se debe a un traumatismo craneoencefálico, generalmente seguido de un período de latencia y luego de afectación neurológica, cuyos síntomas dependen de la ubicación del hematoma.

Tumba de Carlos VIII. Col. François Roger de Gaignières)

Tercer matrimonio, con Luis XII

Luis XII de Francia. Taller de J. Perreal. Castillo de Windsor.

Tras la muerte de Carlos el 7 de abril de 1498, Ana se casó con su sucesor Luis XII, garantizando así los reyes franceses de manera permanente la anexión de Bretaña. Carlos VIII de Francia era hermano de Juana de Francia, primera esposa de Luis XII de Francia. Luis XII hizo un pedido de anulación de su boda con Juana de Francia al papa Alejandro VI para poder conseguir que la poderosa Bretaña continuase unida a Francia mediante el matrimonio con Ana. Se casó con Ana de Bretaña, viuda de su antecesor y primo. Hasta ese momento él era Luis de Orleans y se convirtió en rey bajo el nombre de Luis XII.

Cuando Carlos VIII murió en 1498, Ana tenía 21 años y ningún hijo. Legalmente, se vio obligada a casarse con el ahora nuevo rey, Luis XII, que tenía 36 años, que, sin embargo, ya estaba casado con Juana, hija de Luis XI y la hermana de Carlos VIII. 

El 19 de agosto de 1498, en Étampes, accedió a casarse con Luis si obtuviera la anulación de Juana en un año. Fue una apuesta que perdió: el primer matrimonio de Luis fue disuelto por el papa antes de finalizar el año.

En octubre de 1498, Ana regresó al gobierno de Bretaña. Restituyó al fiel Philippe de Montauban la Cancillería de Bretaña, nombró teniente general de la Bretaña a su heredero el príncipe de Orange (tras sus hijas), convocó a los Estados de Bretaña, y acuñó una moneda con su nombre. Aprovechó la oportunidad para visitar el ducado, recorriendo muchos lugares que nunca había podido visitar siendo niña. Hizo entradas triunfales en las ciudades del ducado, donde sus vasallos la recibieron con esplendor.

Anunciación (panel central) Louis XII of France (panel izq.) and Anne of Brittany (panel dcho), Limoges.

La ceremonia del tercer matrimonio de Ana tuvo lugar el 8 de enero de 1499 -vistiendo de blanco y sentando un precedente para futuras novias-, se celebró bajo condiciones radicalmente diferentes de las de la segunda. Ya era una reina viuda, y estaba decidida a asegurar el reconocimiento de sus derechos como duquesa soberana en adelante. A pesar de que su nuevo marido ejercía los poderes de soberano de Bretaña, reconoció formalmente su derecho al título de duquesa de Bretaña y a emitir decisiones en su propio nombre.

Antes de la boda, ambos firmaron un contrato en Nantes -mucho menos interesante para Francia que el de Langeais-, pues con Luis, Ana ya había recuperado la situación de la que disfrutaba, antes de la derrota de su padre frente a Carlos VIII.

Este nuevo contrato estipulaba:

-ella conservaría personalmente el gobierno del ducado;

-si tenían hijos, el ducado sería para el segundo, fuera hombre o mujer, y si solo tenían un heredero, para el segundo hijo del mismo;

-si la duquesa fallecía sin tener hijos con Luis XII, este conservaría la Bretaña durante su vida, pero después, este volvería a los herederos directos de la familia de Ana.

Ana defendió ferozmente la independencia de su ducado. Se arregló el matrimonio de su hija Claudia con Carlos de Luxemburgo en 1501, para reforzar la alianza franco-española y asegurar el éxito de Francia en las guerras de Italia, sin embargo, Luis rompió el compromiso cuando se hizo probable que Ana no daría a luz a un heredero varón. En su lugar, arregló un matrimonio entre Claudia y el heredero al trono de Francia, Francisco de Angulema. Ana, decidida a mantener la independencia bretona, se negó hasta la muerte a sancionar ese matrimonio y, en su lugar presionó para casarla con Carlos, o para que el ducado fuese heredado por su otra hija, Renata. El matrimonio de Claudia y Francisco finalmente se llevó a cabo en el año después de la muerte de Ana. 

A su alrededor, había un famoso círculo de poetas de la corte: entre ellos el poeta italiano Publio Fausto Andrelini, originario de Forlì, difusor del humanismo renacentista en Francia. (c. 1462 – 25 February 1518) íntimo amigo de Erasmus, en los años 1490s, extendió el New Learning  en Francia. Enseñó en la Universidad de París como Profesor de Humanidades, desde 1489 y se convirtió en un poeta cortesano del círculo de Ana de Bretaña, “la reina de los dos reyes”. 

Descendencia

Claudia y Renata de Francia

El matrimonio tuvo varios hijos, de los que solo sobrevivieron dos.

1 Claudia de Francia (14 de octubre de 1499-20 de julio de 1524). Se casó con Francisco I de Francia el 18 de mayo de 1514. Tuvieron siete hijos.

2 Hijo sin nombre (1500-1500) nacido muerto.

3 Hijo sin nombre (21 de enero de 1503).

4 Aborto involuntario a finales de 1503.

5 Aborto involuntario.

6 Hijo sin nombre (21 de enero de 1508). Algunas fuentes dicen que se trataba de un aborto involuntario.

7 Aborto involuntario, 1509.

8 Renata de Francia (25 de octubre de 1510–12 de junio de 1574). Se casó con Hércules II de Este en abril de 1528 y se convirtió en duquesa de Chartres. Tuvieron cinco hijos.

9 Hijo sin nombre (21 de enero de 1512).

Luis XII también tuvo un hijo ilegítimo Michel de Bucy, arzobispo de Bourges en 1505, que murió en 1511 y fue enterrado en Bourges.

Muerte


Ana no pudo sobrevivir al invierno de 1513-1514 y murió en el castillo de Blois a los 36 años, siendo enterrada en la necrópolis de Saint Denis. Su funeral fue de excepcional longitud, con una duración de 40 días, e inspiró a todos los funerales futuros de la realeza francesa hasta el siglo XVIII. El Réquiem de Ana fue compuesto probablemente por el famoso compositor Johannes Prioris; (c. 1460 - c. 1514) compositor holandés del Renacimiento, uno de los primeros que escribió una versión polifónica de la Misa de Réquiem.

Relicario de Ana de Bretaña

De acuerdo con la voluntad de Ana, su corazón fue colocado en un relicario de esmalte fabricado en oro que luego se transportó a Nantes para ser depositado, el 19 de marzo de 1514, en la bóveda de los Carmelitas, en la tumba hecha por sus padres, después de ser trasladado a la catedral de Saint-Pierre. El relicario del corazón de Ana, duquesa de Bretaña es un óvalo de caja bivalva, hecho de una lámina de oro repujado y guilloché, articulada por una bisagra, rodeada por un cordón de oro y rematada por una corona de lirios y trébol. Se inscribe como sigue:

Sobre una de las caras exteriores:

En este pequeño bajel

De fino oro puro y mundano

Reposa el más grande corazón

Que ninguna dama tuvo en el mundo

Anne fue su nombre

En Francia dos veces reina

Duquesa de Bretaña

Real y Soberana.

C

M V XIII

Sobre la otra:

Este corazón fue tan alto

Que de la tierra a los cielos

Su virtud liberal

Se acrecentó

Pero Dios retomó

su parte mejor

Y esta, la terrestre

En gran duelo nos dejó.

En el revestimiento interior en esmalte blanco, hay grabado a un lado:

¡Oh corazón casto y púdico!

¡Oh justo y bendito corazón,

Magnánimo y franco.

Vencedor de todo vivió.

Y en el otro:

Corazón digno entre todos

De corona celestial

Ahora está tu claro espíritu

lejos de dolores y problemas.

Fue hecha por un orfebre anónimo de la corte de Blois, debida quizás a Jean Perréal. En 1792, por orden de la Convención Nacional, el relicario fue exhumado, vaciado, y se apoderaron de él como parte de una colección de metales preciosos pertenecientes a las iglesias, y enviado a Nantes para ser fundido. Sin embargo, se mantuvo en su lugar en la Biblioteca Nacional, y fue devuelto a Nantes en 1819, donde estuvo en varios museos, y definitivamente en el Museo Dobrée desde el 18 de abril de 1896. El Museo Dobrée lo prestó al castillo de los duques de Bretaña en 2007, durante una exposición sobre Ana.

Ana también le otorga la sucesión de Bretaña a su segunda hija, Renata. Esto fue ignorado por su marido, quien confirmó a Claudia como duquesa y la casó con Francisco.

Ana de Bretaña, de nuevo rodeada por las santas, Ana, Úrsula y Helena, sus patronas, f. 3r, miniatura de las Grandes Horas de Ana de Bretaña

Legado

Jean Bourdichon creó para Ana un LIBRO DE HORAS, conocido como 

Grandes horas de Ana de Bretaña.

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña, el libro de horas contiene verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. De entre sus miniaturas, son obra de Jean Bourdichon casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Por el uso de la perspectiva, la técnica pictórica y el realismo de los retratos, estas miniaturas pueden compararse con pinturas en lienzo.

La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. 

Natividad

El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la Huida a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. 

Huida a Egipto

El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el Beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio.

El Beso de Judas

Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos y las alas de los ángeles.

El calendario no se limita a pequeñas escenas marginales sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos.

El herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en todo un tratado de botánica con más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este herbario está además poblado de insectos y pequeños animales. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica.

El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis XI, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento.

Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Después el manuscrito pasó a manos de Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872.

Justando en Vannes (Bretaña). El Conde de Buckingham (Thomas of Woodstock) y el Duque de Bretagne (John IV/V "The Conqueror", d.1399)). En las Crónicas de Froissart.

Cartas Patentes confirmando al Delfín Francisco, hijo de Francisco I, como Duque de Bretaña y proclamando la reunión perpetua del ducado de Bretaña con la Corona de Francia. Acte dada en Nantes en agosto de 1532

Anne, duquesa de Bretaña, promete reembolsar a sus tíos, rey y reina de Castilla y Atragón las sumas que ellos adelantaron para la defensa de Bretaña contra el rey de Francia. Rennes, 7 septiembre de 1490. Charte scellée. Archives nationales.

El Editor, Antoine Vérard, dando su obra Le Trésor de l'Âme a Anne de Bretagne, BNF, Vélins350 f6r.

Anne de Bretagne recibiendo de su confesor Antoine Dufour el manuscrito de las «Vidas de las mujeres célebres». / Vies des femmes célèbres.
El autor Claude de Seyssel dando su obra a su commanditaire Anne de Bretagne

Jean Marot entrega su obra à Anne de Bretagne. Gallica

Anne de Bretagne escribiendo a Louis XII (1508). Epístolas en Verso François. Librería Nal. Rusia

Ana de Bretaña entrega la carta para Luis XII al mensajero. Librería Nal. Rusia

Sigue escribiendo a Louis XII. 1508. LNR
La tour Anne-de-Bretagne à Montfort-l'Amaury.

Portrait of Anne of Brittany – Mostaert

Anne de Bretagne reine de France 1836 par Luigi Rubio
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