miércoles, 28 de febrero de 2024

“Las Lanzas” o “La rendición de Breda”, en la versión imaginada por Velázquez


La obra representa el momento en que Justino de Nassau rinde la ciudad de Breda, en 1625, a las tropas españolas, al mando del general Ambrosio Spínola, que aparece recibiendo las llaves de la ciudad de manos del derrotado.

Velázquez no estaba allí y no parece que intentara reflejar exactamente, la escena de la La rendición de Breda, sino captar una esencia; es decir, la de la España de los “Austrias”, como un imperio que vence pero que jamás humilla. Velázquez muestra un General victorioso al servicio de la Corona que posa su mano en el hombro del holandés vencido para impedir que se postre ante él durante la entrega de las llaves de la ciudad; algo que nunca ocurrió, sino en esencia.

Cuando Velázquez empezó su trabajo, entre 1634 y 1635, ya habían pasado unos diez años desde el suceso, cuando ya la leyenda popular y obras de ficción habían distorsionado ya. 

Entre 1634 y 1635, Velázquez se encargó de la decoración del Salón de Reinos, la pieza principal de la residencia de descanso que se estaba construyendo Felipe IV, conocida como Palacio del Buen Retiro. Para decorar las paredes del pabellón se encargaron doce pinturas que exaltaran las victorias militares de los Austrias.


Entre otros artistas coetáneos, Zurbarán ejecutó la Defensa de Cádiz contra los ingleses, mientras que Velázquez se reservó esta escena de La rendición de Breda, una obra de creación que no estaba concebido como lo conocemos hoy, de hecho, hay un visible “pentimento” en el caballo que aparece de espaldas, que demuestra que, en principio, estaba en el centro.

Zurbarán: Defensa de Cádiz contra los ingleses.

Breda. ¿Velázquez?

La historia real se produjo a partir de agosto de 1624, cuando el general Ambrosio Spínola, al mando de los Tercios de Flandes, cercó, por sorpresa, Breda. La ciudad estaba en aquel momento dentro de las fronteras de las Provincias Unidas (actual Holanda), la zona protestante de los Países Bajos que a finales del siglo XVI se libró del yugo de los Austrias y que se había convertido en la pesadilla de la monarquía española, pues los holandeses se alzaban como unos serios competidores navales y comerciales para el Imperio.

La acción de Spínola suponía tanto un correctivo a la insolencia flamenca como una acción para recuperar un punto fronterizo estratégico. Era, en cualquier caso, un hecho de armas más en el marco de las luchas entre católicos y protestantes –agrupadas bajo el nombre de Guerra de los Treinta Años– que se multiplicaban entonces en Europa.

Ambrosio Spínola // Justino de Nassau

El 2 de junio de 1625, tras nueve meses de agotador aislamiento, el gobernador de Breda, Justino de Nassau, se rendía. La noticia provocaba un intenso júbilo en toda España, siendo, además, un gran acontecimiento para el resto de Europa, pues caballeros de todas parten habían viajado en alguna ocasión para contemplar las entonces famosísimas tácticas militares de Spínola.

Tres días después se producía el acto formal de capitulación. La magnanimidad de Spínola se hizo legendaria, porque prohibió cualquier agresión a las tropas holandesas que abandonaban la ciudad; no impuso demasiadas presiones para que los habitantes de Breda renunciaran a su fe protestante e, incluso, alabó el valor de sus oponentes.

Pero ningún testigo de la época dejó escrito que Nassau le hiciese entrega de las llaves de la ciudad. Parece ser que esta escena procedió de la obra de teatro, de Pedro Calderón de la Barca: El Sitio de Bredá, escrita hacia 1626, resultando muy creíble que esta fuera la base para la escena central del cuadro de Velázquez.

JUSTINO.— Aquestas las llaves son

de la fuerza, y libremente

hago protesta en tus manos

que no hay amor que me fuerce

a entregarla, pues tuviera

por menos dolor la muerte.

Aquesto no ha sido trato,

sino fortuna, que vuelve

en polvo las monarquías

más altivas y excelentes.

ESPÍNOLA.— Justino, yo las recibo,

y conozco que valiente

sois; que el valor del vencido

hace famoso al que vence.

Y en el nombre de Filipo

Cuarto, que por siglos reine,

con más victorias que nunca,

tan dichoso como siempre,

tomo aquesta posesión.

DON GONZALO.— Dulces instrumentos  [suenan.

DON LUIS.— Ya el Sargento en la muralla

las armas de España tiende.

SARGENTO.— Oíd, soldados, oíd,

Españoles y otras gentes,

¡Bredá por el Rey de España!


Pedro Calderón de la Barca

El sitio de Bredá, I, 139

La Rendición de Breda también es conocida como Las Lanzas, a pesar de que las armas que aparecen son más propiamente picas -en el bando español- y alabardas -en el holandés-.

El pintor nunca escondió el origen teatral del lienzo: Spínola y Nassau parecen realmente estar representando una escena con un decorado de fondo. Basta con mirar a Spínola e imaginar las palabras que Calderón puso en su boca en aquel instante. Un gesto que ejemplifica el valor español más universal de la época: la hidalguía, la gran idea que subyace en el cuadro.

Sin embargo, no todo es ficción; el paisaje tras las figuras humanas es la verdadera Breda y sus alrededores, esbozado casi como un mapa, a la manera de los pintores flamencos: un paisaje holandés pintado a la holandesa, una de las apuestas más geniales de Velázquez. La atmósfera azulada es la propia de aquellas brumosas tierras del mar del Norte, captada, además, con una perfecta perspectiva aérea -es decir, que logra mediante la gradación de los colores y las pinceladas dar la sensación de lejanía, de que hay aire de por medio-.

También es verista la imagen de Spínola, a quien Velázquez conoció en una travesía entre Barcelona y Génova. El rostro de Nassau, en cambio, era ajeno al pintor y solo pudo verlo en algún retrato: por ello, quizá, Velázquez lo colocó en escorzo.

La Rendición de Breda es, así, un genial espectáculo de magia pictórica donde nada procede del azar. ¿Quiénes son los vencedores? El grupo con armas más abundantes y mejor ordenadas, el de la derecha, los españoles. ¿Quiénes los vencidos? Los que muestran menos armas y colocadas de manera desordenada; el de la izquierda, los holandeses. Y el toque supremo, un juego con dos momentos en el tiempo: detrás, las humaredas dan a entender que el sitio sigue en marcha; delante, se sella la paz.

La composición formal es una distribución de elementos y manchas de color que solo podría darse por pura casualidad, pero que jamás parece falsa. Esa es la cualidad que distingue a los pintores geniales de otros que no lo son tanto. Cada personaje adopta una postura y un ropaje que le permite destacar de los que le rodean por contraposición. La horizontalidad del cielo y el paisaje choca con la verticalidad de las armas españolas. Cuatro picas imperiales y su bandera se inclinan a la derecha, dos de las holandesas y su blasón lo hacen a la izquierda.

La entrega de llaves, símbolo del poderío español, es el centro del cuadro y el colofón de la pieza teatral de Calderón. Pero a ambos lados de Spínola y Nassau, en una imperfecta simetría, están los soldados. Podrían haber sido meros figurantes, pero Velázquez, que tampoco rehuyó inmortalizar en otras obras a los más escondidos protagonistas de la corte: como los enanos y bufones, los dotó de rasgos propios.

Curiosamente, casi ningún personaje está observando el solemne acto de las llaves; están ensimismados en sus pensamientos, son protagonistas de su propia historia. Pero todas las caras tienen un rasgo en común: cansancio, tanto las de los vencedores como las de los vencidos. Este es un detalle que se corresponde con la verdad: el sitio de Breda y las guerras holandesas en general, supusieron un esfuerzo enorme para los soldados y las arcas españolas, y Velázquez lo sabía.

Debilitado el imperio de los Austrias, la ciudad de Breda volvió a manos holandesas en 1639. Su sitio y rendición quizá habrían pasado a la posteridad como un episodio más del conflicto, pero Velázquez y su pintura le otorgaron la eternidad. Una escena recreada hizo inmortal un hecho histórico.

Que el lienzo haya llegado hasta nuestros días es casi un milagro, pues: se salvó del incendio del Buen Retiro de 1640 y después volvió a librarse de las llamas que destruyeron el Alcázar; la residencia real, en 1734. De ahí pasó al nuevo hogar de los monarcas españoles, el Palacio Real, hasta que Fernando VII, en 1819 lo donó como parte de la colección fundacional del Museo del Prado, donde sigue expuesto.

• Los personajes que Velázquez colocó en retaguardia en la parte española (a la derecha) se corresponden con la imagen arquetípica de los temidos tercios de Flandes: soldados bigotudos y patilludos.

• La figura situada más a la derecha del cuadro ha sido identificada por diversos estudiosos como la del propio Velázquez, que ya hizo lo mismo en dos lienzos más: La adoración de los Reyes Magos y, posteriormente, sin misterio alguno, en Las Meninas.


En los personajes representados en La Adoración de los Magos, se han buscado retratos de miembros de la familia del propio pintor, relacionando un autorretrato de Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, con la cabeza del rey Melchor, el de barba blanca. Conforme a esas interpretaciones, la Virgen sería la esposa de Velázquez, Juana Pacheco, con la que había casado un año antes, el Niño Jesús sería la propia hija mayor del pintor, y él mismo, o su hermano Juan, daría rostro a Gaspar.

• Los caballos y los dos únicos arcabuces de la obra aportan una curiosa simetría. Los equinos casi parecen el anverso y el reverso del mismo animal.

• En la esquina inferior derecha puede verse una hoja de papel en el suelo. ¿Se trata de un detalle puramente formal, una hoja blanca que destacara sobre el suelo oscuro? ¿O quería simbolizar quizá un documento en concreto, casi pisoteado? En aquel tiempo el papel no constituía un bien abundante y no era común encontrarlo tirado por el suelo.


• En el irreal espacio de luz que delimitan los personajes centrales, una especie de halo alrededor de la llave, se ve una fila de soldados. Sus uniformes son de colores inconcebibles en la vestimenta militar; rosa y amarillo pálido, azul celeste y verde pastel.

En definitiva, podría decirse que, si bien Velázquez, nunca vio esta escena, la recreó de tal manera, que todos diríamos que, de alguna manera, sí la vio y así podemos verla hoy nosotros. De lo contrario, seguramente, la batalla, habría pasado al olvido general y jamás ostentaría la celebridad que representa, como una escena caballeresca.

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sábado, 24 de febrero de 2024

La historia inconclusa de Antonio Pérez, Secretario de Felipe II ● “Me lo dijo Pérez”.


Antonio Pérez de Sánchez Coello. Hosp. Tavera, Toledo.

Antonio Pérez del Hierro

¿?, 1540-París, 7 de abril de 1611. Secretario de Cámara y del Consejo de Estado del rey de España Felipe II. Hijo de Gonzalo Pérez, secretario, a su vez, de Carlos I. 

Juzgado culpable en los cargos de traición a la Corona y del asesinato de Juan de Escobedo, adujo su ascendencia aragonesa -la familia procedía de Monreal de Ariza-, para acogerse a la protección del Justicia Mayor de Aragón, y así ganar tiempo y apoyos para evadir la Justicia Real y poder huir a Francia.

Su lugar de nacimiento es discutido. Se sabe que en 1542 fue legitimado por el Emperador como hijo de Gonzalo Pérez, uno de los más prestigiosos secretarios de Carlos I y primer traductor de Homero al castellano. 

Puesto que Gonzalo había sido ordenado sacerdote, sus enemigos le acusaron de haber engendrado a Antonio tras su ordenación, acusación siempre negada por Gonzalo pero que empañaría el origen de Antonio. 

Por otra parte, Gregorio Marañón considera que hay indicios de que Antonio podría haber sido hijo natural del príncipe de Éboli -Ruy Gómez de Silva-, en cuyas tierras se crió y cuya protección recibió en diversas ocasiones, prestándose Gonzalo Pérez a admitir su paternidad como favor al destacado aristócrata. En cualquier caso, fue educado en las más prestigiosas universidades de su tiempo, como las de Alcalá de Henares, Salamanca, Lovaina, Venecia y Padua.

Gonzalo Pérez, le inició en los asuntos de Estado. Antonio fue nombrado, en 1553, Secretario del Príncipe -luego Rey-, Felipe II. En 1556 el emperador Carlos abdicó y dejó a su hijo Castilla, incluyendo los territorios americanos, Aragón, con los reinos italianos de Cerdeña, Nápoles y Sicilia; Borgoña; Países Bajos, Luxemburgo y Franco Condado, y el Ducado de Milán. Proclamado Felipe II rey, Antonio Pérez continuó como su Secretario particular mientras su padre, Gonzalo Pérez, siguió como Secretario de Estado.

Gonzalo Pérez murió en 1566 y un año después, su hijo Antonio fue nombrado Secretario de Estado, aunque sus competencias fueron recortadas respecto a las de su padre, haciéndose cargo solamente de los asuntos atlánticos; Países Bajos, Francia, Inglaterra y Alemania. A través de su Secretaría en el Consejo de Castilla tenía acceso a la correspondencia interna o secreta. 

Los asuntos del Mediterráneo quedaron al cargo de Diego de Vargas, tras cuya muerte Antonio intentó por todos los medios conseguir asimismo esa Secretaría, lo que hizo que Felipe II empezara a desconfiar de él. 

Con el apoyo del Marqués de los Vélez y el Arzobispo Quiroga, Antonio Pérez pidió para sí la oficina vacante de Vargas en 1568, a lo cual se opusieron el Conde de Chinchón y todos los que temían el aumento de poder del Secretario. Felipe II concedió finalmente los asuntos mediterráneos e italianos a Gabriel de Zayas.

Durante sus primeros diez años de secretario, Antonio Pérez ejerció una gran influencia sobre Felipe II, el cual normalmente seguía sus consejos reconociendo su inteligencia, conocimiento en los asuntos del Estado e instinto infalible. Esta confianza real le sirvió para conseguir más poder y, como la mayoría de sus contemporáneos, enriquecerse en su cargo.

Ya desde la época de Carlos I existían dos facciones en la Corte española: La «liberal» encabezada por Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli, y su Secretario, Francisco de Eraso; y la parte «conservadora» encabezada por Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba de Tormes, con el inquisidor general Fernando de Valdés. 

 

Ruy Gómez de Silva

Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba

Inquisidor General Fernando de Valdés Salas.

Tras la muerte del Príncipe de Éboli, en 1573, Antonio Pérez pasó a encabezar la facción liberal y empezó su asociación con Ana de Mendoza de la Cerda, Princesa de Éboli, siendo provechosa para Antonio por mejorar su relación con la aristocracia, y porque benefició económicamente a ambos. Antonio Pérez reveló a la princesa de Éboli secretos de Estado y juntos traficaron con información gubernamental. En su contra estaban el duque de Alba, los Álvarez de Toledo y el Conde de Barajas.

Princesa de Éboli

Durante el gobierno de Juan de Austria en los Países Bajos, Antonio Pérez y sus aliados -el marqués de los Vélez y el cardenal Quiroga-, aconsejaban al rey una paz negociada con los rebeldes y la invasión de Inglaterra, consejo que el rey ignoró por el momento, pues no se consideraba preparado para llevarla a cabo. 

Por razones desconocidas, Antonio Pérez jugó con las ya tensas relaciones entre Felipe II y su hermano Juan de Austria e hizo aparecer a los ojos del rey como subversivas las pretensiones de este acerca de Inglaterra. Pero Felipe II ya desconfiaba de su secretario, por lo que, en 1578, Juan de Escobedo, el Secretario de Juan de Austria, llegó a la Corte para explicar la posición de su Señor, al rey, lo cual podía dejar al descubierto a Antonio. Por ello, Antonio culpó a Escobedo de las ambiciones de don Juan y aconsejó al rey eliminarlo.

Cuando el rey accedió a que Escobedo fuese eliminado, Antonio Pérez llevó a cabo un intento de envenenamiento, que no funcionó, por lo que decidió contratar a un grupo de asesinos que acabaron con la vida del Secretario Escobedo en Madrid el 31 de marzo de 1578.

Preparación de la muerte de Escobedo. Lorenzo Vallés. Museo del Prado.

El 31 de marzo de 1578 moría asesinado en Madrid Juan de Escobedo, después de una serie de intrigas en las que el propio rey estuvo involucrado.


Juan de Escobedo había conseguido entrar en la corte por encontrarse bajo la protección de Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli. A la muerte de su mentor, Antonio Pérez, Secretario de Felipe II, le encomendó la misión de ocupar el cargo de secretario personal de Don Juan de Austria para obtener de primera mano las posibles conspiraciones que éste pudiera estar gestando en los Países Bajos contra su hermano el rey. Pero resultó que Escobedo se convirtió en el hombre de confianza de Don Juan, a quien realmente estimaba, y los planes del secretario real no funcionaron.

Escobedo viajaba con frecuencia a Madrid para conseguir, por medio Pérez, más financiación y tropas para la guerra de Flandes, objetivos que con frecuencia eran rechazados. Ante estas negativas, en otoño de 1577 empezó a reunir pruebas de los negocios más que censurables que Antonio Pérez llevaba a espaldas del rey, así como de la relación sentimental que mantenía con la princesa de Éboli, viuda de Gómez de Silva y antigua amante de Felipe II.

En su último viaje en 1578, Escobedo chantajeó a Pérez: si no recibía los apoyos que había venido a buscar para Flandes revelaría al monarca cierta información que poseía y que no dejaba en buen lugar al secretario real. 

Pero Pérez no tenía intención de perder sus prebendas políticas, de modo que utilizó a Felipe II en su beneficio contándole que había descubierto un plan concebido por Escobedo y Don Juan de Austria para destronarle. El monarca, desconfiado como era y siempre teniendo bajo sospecha a su hermano, creyó a pies juntillas el relato de su secretario y se dispuso a ordenar la detención de Escobedo. Pero Pérez le disuadió de que aquello sólo podía conllevar un contraataque por parte de Juan de Austria y que era necesario proceder con una acción del todo definitiva, a la que el rey dio su aprobación, aunque sin querer conocer los detalles.


De este modo, Juan de Escobedo se convirtió en un blanco perfecto. Sufrió dos intentos de asesinato mediante envenenamiento en casa de Antonio Pérez que no consiguieron acabar con su vida, y para evitar un tercer fracaso, Pérez decidió reunir a un grupo de colaboradores que la noche acordada esperaron la salida de Escobedo de casa de la princesa de Éboli donde le asesinaron atravesándole el pecho con una espada, y huyeron.

A la muerte de Juan de Austria todos sus documentos llegaron a manos del rey, que se dio cuenta de que su hermano siempre había sido leal. Considerándose traicionado, Felipe II inició una investigación en la que descubrió la culpabilidad de su secretario, que fue entonces relevado de su cargo y detenido, y aunque tuvo libertad para moverse por Madrid, era vigilado por la Corona, pues el rey necesitaba los documentos en poder de Pérez que podían implicarle a él también en el asesinato de Escobedo.

El enigma del crimen perpetrado contra Escobedo sigue estando en quién fue realmente el responsable de su muerte, esto es, si Antonio Pérez fue el único instigador o si detrás existía una orden del mismísimo Felipe II, de quien se ha dicho sólo dio la aprobación para envenenarlo, pero no para llevar a cabo la emboscada que acabó con su vida y que para el monarca resultaba escandalosa. En el proceso de investigación del caso celebrado en 1589 el rey admitió su responsabilidad, pero solicitó a los jueces que interrogasen a Pérez sobre los falsos argumentos que le había expuesto y que le habían llevado a otorgar el consentimiento para dar muerte a Escobedo.

Pronto se esparció un rumor acerca de su implicación en el asesinato de Juan de Escobedo. Felipe II intentó en un principio proteger a Antonio Pérez, en parte por su propio sentimiento de culpabilidad y en parte por lo que podía revelar, pero cuando su hermano don Juan murió y sus documentos llegaron a Madrid, descubrió la trama y mentiras de Antonio Pérez, dándose cuenta de que don Juan siempre había sido leal. Considerándose traicionado, Felipe II empezó a desconfiar de la asociación de Antonio Pérez y la princesa de Éboli, y sospechaba de un tráfico de secretos de Estado.

En la noche del 28 de julio de 1579, Antonio Pérez fue detenido tras salir de su despacho. La Princesa de Éboli, asimismo, fue puesta bajo custodia, primero en la Torre de Pinto, luego en el Castillo de Santorcaz y, finalmente, fue recluida en su propio Palacio de Pastrana, donde pasó el resto de su vida. 

Poco después el puesto de Antonio Pérez fue ocupado por el Cardenal Granvela.

Granvela, de Franz Floris

Antonio Pérez tenía libertad para moverse por Madrid, aunque muy vigilado por la Corona, pues el rey necesitaba recuperar los documentos que le implicaban en el asesinato de Escobedo. Los Escobedo y sus aliados, tras presionar en la Corte, consiguieron que Antonio Pérez fuera detenido por segunda vez en 1585 bajo los cargos de tráfico de secretos y corrupción -sin mencionar el asesinato-; fue encontrado culpable y condenado a dos años de prisión y una enorme multa y ya en 1590 - bajo tortura- reconoció su implicación en el asesinato de Escobedo.

Frans Floris: Retrato de Antoine Perrenot de Granvelle (detalle de la mirada penetrante). Bemberg Fondation Toulouse.

Los hijos de Antonio Pérez ante Rodrigo Vázquez de Arce. De José Bermudo Mateos. 1892. Museo del Prado, Madrid.

En abril de 1590, ayudado por su esposa, Juana Coello, Antonio Pérez escapó de su prisión en Madrid y huyó a Zaragoza, donde consiguió la protección de los Fueros. En el Reino de Aragón, encontró el apoyo del Duque de Villahermosa, del Conde de Aranda y principalmente de Diego de Heredia, de la baja nobleza.

Diego de Heredia

Mientras tanto y en ausencia, Antonio Pérez fue condenado en Madrid a muerte sin ser informado. Felipe II hizo un alegato ante el Justicia de Aragón contra por los cargos de asesinato de Escobedo, tráfico de secretos de Estado y huida de prisión. Felipe II, desesperado por la lentitud de la justicia aragonesa y porque no esperaba una condena favorable, retiró los cargos y acudió a un tribunal contra el que los Fueros aragoneses y la Justicia aragonesa no podían oponerse: la Inquisición. Pérez no era un hereje, pero no fue difícil construir un caso contra él. En mayo de 1591, Antonio Pérez fue trasladado de la prisión del Justicia a la de la Inquisición, por lo que sus defensores organizaron una revuelta en Zaragoza, conocida como Revuelta de Antonio Pérez o Alteraciones de Aragón. Se le devolvió a la prisión de la Justicia aragonesa y desde allí llevó una campaña contra la Corona. 

En septiembre se le trasladó de nuevo a la prisión de la Inquisición. Heredia y sus seguidores lo volvieron a sacar y en esta ocasión le dejaron libre, con lo que la situación derivó en una crisis en Aragón por la defensa de los Fueros.

Antonio Pérez liberado de la prisión en 1591, de Manuel Ferrán, 1864. Museo del Prado, Madrid.

En octubre de 1591 Felipe II envió un ejército a Zaragoza. Al situarse Juan de Lanuza y Urrea, Justicia de Aragón, al frente de las protestas, fue detenido y ejecutado sin previo aviso, lo que puso fin a la sublevación. 

Juan de Lanuza y Urrea, llamado el Joven o el Mozo; ?, 1564 - Zaragoza, 1591. Justicia Mayor de Aragón, cargo que había ocupado su padre, Juan de Lanuza el Viejo, y muchos otros miembros de su familia -él fue el quinto con el mismo nombre en dicho cargo-. 

El Justicia Mayor era una especie de juez nobiliario de origen medieval, a quien correspondía el ejercicio de un cierto poder político en Aragón como máximo intérprete de los Fueros del Reino.

Ejecución de Juan de Lanuza el Mozo (Óleo de Victoriano Balasanz).

Era todavía Justicia Mayor, Juan de Lanuza el Viejo, cuando se produjo el conflicto entre Felipe II y Antonio Pérez; que escapó de la prisión de Madrid en 1590 y, acogiéndose a su condición de aragonés, se puso bajo la protección del Justicia de Aragón, con quien mantenía amistad. El rey intentó perseguir a Pérez por medio de la Inquisición, pero un motín popular en Zaragoza liberó al secretario, que recuperó la protección foral.

En tales circunstancias, murió el Justicia Mayor y le sucedió su hijo, Juan de Lanuza el Mozo (1591). Inmediatamente, un ejército real entró en Aragón para capturar a Pérez, acción que las autoridades aragonesas consideraron contraria a los Fueros; en consecuencia, el Justicia Mayor y la Diputación General de Aragón organizaron la resistencia armada contra la Corona.

Las fuerzas de los foralistas se dispersaron ante el avance de las tropas reales, que tomaron Zaragoza sin dificultad. Lanuza, tras facilitar la huida de Antonio Pérez a Francia, lanzó desde Épila un llamamiento a la resistencia que no fue seguido y, al volver a Zaragoza, fue detenido y condenado a muerte sin juicio por orden del rey. Así, quien había encarnado la defensa de las «libertades forales» murió decapitado, precisamente, en una plaza pública de Zaragoza.

Antonio Pérez huyó al Bearn, donde recibió el apoyo de Enrique de Navarra para intentar una invasión francesa, que fracasó. Después se fue a Inglaterra, donde, posiblemente, ofreció información, que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596. 

Antonio Pérez dejó diversos escritos, que tratan, si no de justificar, de explicar su conducta. Destacan las Relaciones, publicadas, bajo el seudónimo de “Rafael Peregrino”, en París, en 1598, y Cartas, cuyo valor literario ya fue reconocido en el siglo XVIII, al ser incluido en el Catálogo del Diccionario de Autoridades de la Lengua Castellana de la Real Academia Española. 

Sus escritos políticos influyeron significativamente en Spinoza, particularmente en su Tractatus Politicus, obra en la que el filósofo neerlandés menciona expresamente a Pérez y cita literalmente sus Obras y Relaciones, en algunos pasajes. Un ejemplar, impreso en Ginebra en 1644, figuraba en la biblioteca particular de Spinoza.

 

Antonio Pérez recibiendo a su familia después del tormento, de Vicente Borrás y Mompó. 1884. Museo del Prado, Madrid.

Habiendo intentado conseguir el perdón de la Corona, sin éxito, Antonio Pérez falleció en París en la más absoluta pobreza en 1611.

Visto todo lo dicho, no faltó tampoco quien hablara abiertamente de la supuesta homosexualidad del Secretario Pérez. Así lo refiere Bruquetas de Castro, en su libro “Reyes que amaron como reinas”, del que transcribo algunas citas:

“De hecho, la relación que mantuvo el joven Antonio Pérez con Ruy Gómez, por quien fue apadrinado, dio que hablar bastante en la época, sospechándose con motivos fundados que eran amantes y que se concedían favores mutuos en la cama.”

“Además de ser tildado de “mozo derramado”, “flojo y regalón”,,, Pérez era tan bonito y divertido, que llegó a ser conocido en todo Madrid por el mote de “el Pimpollo”.

“Haced lo que queráis, Escobedo, que más quiero el trasero de Antonio Pérez, que al rey”. La Princesa de Éboli, a Escobedo.

La Inquisición de Aragón, en el cargo 32 de su Proceso, acusó a Pérez de Sodomía.

(Cuando Felipe II, víctima de su propio desconocimiento y de la agudeza de Antonio Pérez, reconoció haber ordenado la muerte de Escobedo, en secreto, añadió, “Que diga el Secretario las razones que me dio para hacerlo”. Con ello, no sólo reconocía su responsabilidad, sino también su injusticia al pronunciar una sentencia de muerte, basándose en simples comentarios nunca demostrados De ahí, la base del título, convertida en fundamento, con el título de una canción festiva: “Me lo dijo Pérez”, de Alberto Cortez.)

Cronología del entorno vital de Antonio Pérez

1500 — Nace Carlos, futuro emperador Carlos V, en Gante.

La familia del emperador Maximiliano; en el centro, su nieto Carlos V (retrato de Bernhard Strigel)

1504 — Muere Isabel de Castilla.


Doña Isabel la Católica dictando su testamento, por Eduardo Rosales, 1864, Museo del Prado.

1506 — Nace Gonzalo Pérez en Segovia.


1516 — Muere Fernando de Aragón. Nace Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli.

 

Fernando Católico

Ruy Gómez

1527 — Nace Felipe II.


Domingo Valdivieso y Henarejos, Felipe II presidiendo un auto de fe, -a su espalda, su hijo, el Príncipe Carlos-, en una reconstrucción imaginaria característica de la pintura historicista decimonónica. Óleo sobre lienzo fechado en 1872. Fragmento. Museo del Prado, en depósito en la Universidad de Barcelona

1533 — Gonzalo Pérez, ciudadano de Zaragoza.

1536 — Gonzalo Pérez es hecho Caballero por el Emperador Carlos.

1540 — Nacen Antonio Pérez en Valdeconcha y Ana de Mendoza y de la Cerda (Princesa de Éboli tras su matrimonio con Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli) en Cifuentes.

Antonio Pérez

Princesa de Éboli

1543 — Gonzalo Pérez, secretario del príncipe Felipe.

1544 — En noviembre Felipe II se casa con María Manuela de Portugal, que muere de parto al nacer el príncipe Carlos un año después.

María Manuela 

1547 (¿o 1545? La fecha es dudosa) — Nace Don Juan de Austria.

Presentación de don Juan de Austria al Emperador Carlos V, en Yuste, por Eduardo Rosales, 1869. Museo del Prado.

1552 — Ana de Mendoza, por orden del emperador Carlos, casa a los 12 años con Ruy Gómez de Silva, Príncipe de Éboli, que ya contaba 36.


1555 — Muere Juana I de Castilla.

Francisco Pradilla: La reina doña Juana, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina, 1906. 

1556 — Abdica Carlos I (V) y su hijo Felipe hereda los reinos de Castilla (incluye las Indias), Aragón (incluye Nápoles), Países Bajos, etc.

Louis Gallait, Abdicación de Carlos V, 1841.

1559 — Felipe II reconoce a D. Juan de Austria como hermano suyo.

Juan de Austria (Fragmento) de Sánchez Coello. Descalzas Reales.

1560 — Felipe II casa con Isabel de Valois.

Felipe II e Isabel de Valois. Biblioteca Nacional de Francia.

1566 — Muere Gonzalo Pérez.

1567 — Antonio Pérez casa con Juana de Coello.

Juana Coello

1568 — Antonio Pérez es nombrado Secretario. Decae la estrella del Duque de Alba al decapitar a los cabecillas de Flandes y fracasar su política. Diciembre: Revuelta de los moriscos en Granada.

1569 — abril: Don Juan (22 años) se dirige hacia Granada para reprimir la revuelta. Junio: primera victoria sobre los moriscos. Continúan las campañas hasta finales de 1570 en que Don Juan vuelve a Madrid.

1571 — En mayo se constituye la Santa Alianza y Don Juan (24 años) es elegido capitán general. Junio: Don Juan sale de Madrid. 7 de octubre: Batalla de Lepanto.

Cervantes, herido en la Batalla de Lepanto.

1572–1573: Don Juan sigue al mando de la flota.

1573 — marzo: Venecia acepta un acuerdo desventajoso con los turcos y les entrega Chipre, razón de la constitución de la Santa Alianza. Julio: muere Ruy Gómez y su viuda se hace monja el mismo día. Dura 6 meses pero se queda en Pastrana. Octubre: D. Juan conquista Túnez y Goleta y luego inverna en Nápoles.

1574 — verano: los turcos reconquistan Túnez y Goleta sin que la flota de D. Juan pueda evitarlo. Don Juan regresa a Madrid a finales.

1575 — Antonio Pérez induce a Felipe II a nombrar a su amigo Juan de Escobedo secretario de Don Juan de Austria, con intención de que Escobedo espíe a Don Juan, que, en principio se opone, pero acaba dándole su confianza, lo que provoca que Antonio Pérez deje de confiar en él. Don Juan marcha a Nápoles.

1576 — primavera: Ana vuelve de Pastrana a Madrid por la muerte de su madre. Muere Requesens y D. Juan (29 años) es nombrado gobernador de los Países Bajos. En agosto vuelve por unos días a Madrid y se hospeda en la casa de Antonio Pérez, llamada La Casilla y situada en la calle de Santa Isabel. Llega en octubre a los Países Bajos.

1577 — Juan de Escobedo viene de Flandes a Madrid. Antonio Pérez desconfía de él y de D. Juan de Austria y piensa en matarle. Convence al rey de que D. Juan de Austria y Escobedo están conjurando contra él y de que es necesario matar a Escobedo sin proceso judicial por «razón de Estado». Felipe II asiente.

1578 — Intento fallido de envenenamiento de Escobedo. 31 de marzo: asesinato de Escobedo a la salida de casa de la Princesa de Éboli, detrás de la Iglesia de Santa María, en la que hoy se llama calle de la Almudena. Insausti le da la estocada fatal, Juan Rubio y Miguel Bosque le ayudan y Diego Martínez (mayordomo de Antonio Pérez), Antonio Enríquez (escolta de Antonio Pérez) y Juan de Mesa proveen apoyo. Al poco del asesinato ya corren rumores de que Antonio Pérez está detrás del crimen y la familia de Escobedo se encarga de mantener el asunto vivo. El rey se da cuenta de que ha sido engañado por Antonio Pérez y, gradualmente, le va retirando su confianza. 31 de septiembre: muere Don Juan en Flandes a los 31 años. Es enterrado, pero cinco meses después su cuerpo es cortado en tres para poder pasarlo por Francia y traerlo al Escorial.

1579 — 28 de julio: Detención de Antonio Pérez en su casa de la Plaza del Cordón, que es llevado a casa del alcalde, y de la Éboli, que es llevada a la Torre de Pinto por 6 meses.

1580 — Felipe rey de Portugal. Febrero: la Princesa de Éboli trasladada al  Castillo de Santorcaz (10 km de Alcalá de Henares). Noviembre: Antonio Pérez trasladado a su casa de la Plaza del Cordón, donde sigue preso. Nace Quevedo.


1581 — febrero: la Princesa de Éboli trasladada a Pastrana.

1582 — Felipe priva a la Princesa de Éboli de sus derechos civiles. Nace Alonso de Contreras.

Recreación de Alonso de Contreras realizada por Miguel Zorita para la revista Madrid Histórico.

1584 — Antonio Pérez en proceso de visita, acusado de corrupción y alterar mensajes. Alquila una casa en la Plaza del Cordón, frente a la iglesia de San Justo.

1585 — 31 de enero: ante el temor de que intente huir a Aragón donde estaba el rey, los alcaldes van a detenerle antes de comunicarle la sentencia del proceso de Visita. Antonio Pérez salta por la ventana y se refugia en la iglesia de San Justo. Los alcaldes fuerzan la puerta y le detienen. Tras unas horas en casa del alcalde es enviado con grillos a Turégano. La iglesia puso pleito al Estado por el allanamiento y reclamó la devolución de Antonio Pérez pero de nada sirvió. 2 de marzo: le comunican la sentencia: 2 años de reclusión, 10 de destierro (contados los de reclusión) y suspensión de cargos durante ese tiempo. Desde el pueblecito de Muñoveros, cercano a Turégano, sus secuaces organizan un intento de liberar a Antonio Pérez, que fracasa principalmente por la habilidad del alcaide del castillo de Turégano que engañó a los atacantes. Antonio Pérez es condenado a tres meses de grillos y calabozo, sus bienes embargados y su mujer e hijos llevados a Madrid y encerrados.

1586 — marzo: Felipe II vuelve a Madrid y ordena se traiga a Antonio Pérez. Estuvo en prisión atenuada. No se sabe dónde se hospedó. Quizá en la casa de Cisneros.

1587 — Fin del verano: Antonio Pérez trasladado a Torrejón de Velasco. Se abre el proceso por el asesinato de Escobedo. Nace el Conde-Duque de Olivares.

Olivares, de Velázquez, en el Hermitage.

1588 — marzo: Felipe II ordena que vuelva a Madrid. Se hospeda en Puerta Cerrada. Verano: Armada Invencible.

1589 — Antonio Pérez trasladado a Pinto durante dos meses. Agosto: traído a Madrid a la casa de Cisneros.

1590 — 4 de febrero: Pérez atormentado en Madrid. El juez Rodrigo Vázquez interroga a Antonio Pérez; le enseña un billete del rey ordenándole declare pero Antonio Pérez contesta vaguedades. Miedo a sentencia de muerte. 18 de marzo: Con la ayuda de su mujer, preñada de 8 meses, se fuga a las 9 p. m. Con Gil de Mesa y Gil González va por la posta hasta Aragón en condiciones precarias por su estado físico. Mayorín les siguió para cansar los caballos de la posta por segunda vez. A las 2:30 a. m. llegaron a Guadalajara. Pasada la raya de Aragón, que en aquella época estaba en Arcos de Jalón, descansaron en el Monasterio de Sta. Mª de Huerta (182 km de Madrid) que estaba cerca de Ariza y Monreal donde tenía amigos y desde donde le llevaron cabalgaduras frescas. En Bubierca se les unió una escolta y siguieron hasta Calatayud. Gil de Mesa fue a Zaragoza a pedir la manifestación que fue concedida inmediatamente. 

El 1 de mayo se le llevó a Zaragoza en paseo triunfal. El 23 de abril se trasladó el proceso criminal contra Antonio Pérez desde Castilla a Aragón. El 1 de julio, Rodrigo Vázquez de Arce (Presidente de Hacienda y juez de Antonio Pérez) dicta en Castilla sentencia de muerte. En la cárcel de manifestados tenía Antonio Pérez mucha libertad. Recibía visitas y mandaba hacer copias de sus alegaciones. El marqués de la Almenara, representante del rey en Aragón, puso un guardia frente a la cárcel con gran escándalo de los fueristas. Al sospecharse que Antonio Pérez sería absuelto presenta una denuncia privada por dos muertes y se retira la del rey. Los tribunales entorpecían la marcha del nuevo proceso. 5 de septiembre: incoación del proceso de enquesta que acusaba a Antonio Pérez de servir mal al rey de Aragón en asuntos de ese reino. El Justicia, supremo guardador de los fueros, la aceptó a trámite. Antonio Pérez se defendió alegando que no actuó como oficial de Aragón ni trató asuntos de ese reino. (Nota: Hay que entender que Castilla y Aragón eran Reinos completamente distintos e independientes, con leyes y fueros distintos, y que el rey era sencillamente rey de ambos reinos pero que éstos mantenían su separación e independencia. Una vez que Antonio Pérez entra en Aragón, está protegido por los fueros Aragoneses y él, muy hábilmente, supo hacer propaganda de que su persecución era un asalto a los Fueros y esto sirvió para que los aragoneses le protegieran).

1591 — En mayo todavía no había sentencia por el proceso de las muertes. Intento de fuga y varios proyectos de atentados contra Antonio Pérez. 5 de mayo: se le acusa de herejía lo que era una farsa. Se trataba de obviar la jurisdicción de Aragón y pasarle a la jurisdicción del Santo Oficio. 13 de mayo: se ordena el traslado al Palacio de la Aljafería Zaragoza, cárcel de la Inquisición, lo que se hace el 24 provocando motines. Ataque a la casa de Almenara. El viejo Justicia, Juan de Lanuza, intenta mediar pero Almenara es herido en el traslado a la cárcel y muere días después. Tras el ataque a la Aljafería Antonio Pérez es trasladado apoteósicamente a la cárcel de manifestados donde le vigilaría la Inquisición. Pérez hizo una campaña de opinión pública ligando su suerte a la de los fueros. Otro intento de fuga de Antonio Pérez. Juan de Lanuza muere y le sucede su hijo. 24 de septiembre: un nuevo intento de trasladar a Pérez a la Aljafería provoca motines, batalla en la plaza del mercado y desórdenes. 

Antonio Pérez liberado apoteósicamente rompe las cadenas de la puerta de Sta. Engracia y huye. Pensaba pasar a Francia pero estaba enfermo y estuvo tres días descansando en una cueva. El 2 de octubre vuelve a Zaragoza y se esconde en casa de Don Martín de Lanuza. Las autoridades huyen de Zaragoza y el 15 de octubre el rey da la orden de invadir Aragón, siempre para defender los fueros. El ejército fuerista se desmorona y el ejército real entra en Zaragoza el 12 de noviembre sin resistencia. 

10 de noviembre: Antonio Pérez había huido con la ayuda de Lanuza y la noche del 23 al 24, disfrazado de pastor y nevando, pasó a Francia hasta Pau, donde Catalina, hermana de Enrique IV, era gobernadora del Bearn. Los cabecillas del movimiento fuerista, en lugar de pasarse al bando del rey, persistieron en su actitud. 

El 20 de diciembre la cabeza del Justicia, Juan de Lanuza, era expuesta al público. 

Retrato imaginario del Justicia de Aragón, Juan de Lanuza y Urrea (1564-1591), que fue decapitado en Zaragoza, en 1591 por orden del rey Felipe II de España. De Valdivia y Aguilera. Zaragoza.

Villahermosa y Aranda fueron presos y murieron en circunstancias sospechosas en agosto y noviembre de 1592.

1592 — 12 de febrero: Muere la Princesa de Éboli con 52 años. En enero el rey publicó un perdón parcial, pero Antonio Pérez fue condenado en ausencia por la Inquisición y quemado en efigie. En Pau Antonio Pérez intenta organizar una invasión de Bearneses pero fracasa. Convoca el rey las cortes aragonesas en Tarazona. Se reúnen en diciembre modificando los fueros y preparando su abolición por Felipe II.

1593 — A principios de año Antonio Pérez viaja a Inglaterra.

1595 — En agosto Antonio Pérez regresa a Francia reclamado por Enrique IV.

1596 — En mayo Antonio Pérez hace un breve viaje a Inglaterra.

1598 — Muere Felipe II y la mujer e hijos de Pérez son puestos en libertad. Pérez da a la imprenta en París la versión definitiva de sus Relaciones.

1603 — En diciembre Antonio Pérez hace su tercer viaje a Inglaterra.

1611 — Muere Antonio Pérez en París y es enterrado en el convento de los celestinos que es destruido durante la Revolución Francesa y se pierden sus restos. 

Noviembre: Doña Juana y sus hijos abren proceso de rehabilitación ante la Inquisición.

1615 — Sentencia absolutoria. 

Muere Doña Juana de Coello.

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