miércoles, 1 de diciembre de 2021

ESOPO Y MENIPO ● Del mundo clásico, al moderno, a través de la Literatura.

Crónicas de Núremberg. 1493

Esopo-Αἴσωπος, el fabulista, nació en Mesembria, de Tracia, -Bulgaria-, hacia el año 600 aC., y murió en Delfos, Grecia, en el 564, a la edad de 36 años.

En la antigüedad ya fue muy popular, pero su figura aparece hoy tan envuelta en la leyenda, que resulta casi imposible discernir lo que hay de cierto en la misma, o, al menos, creíble, hasta el punto que algunos críticos consideran que se trata de una figura completamente inventada, a pesar de lo cual, se conserva una cílica o copa muy plana, de figuras rojas, datada hacia el año 470 a. C.; en la que se identifica al fabulista, conversando con una zorra, lo que otorga credibilidad a su existencia real. 


En todo caso, era frecuentemente citado por algunos de los grandes pensadores de la Grecia Clásica, como son, Heródoto, Aristófanes, Aristóteles, o Platón, quien asegura que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo y que los versificaba. 

Hubo, al parecer, una biografía novelada y anónima del siglo I, que ya no se conserva, pero ya de la Edad Media, disponemos de una edición de sus Fábulas, llevada a cabo por el monje griego Máximo Planudis, -Μάξιμος Πλανούδης, 1260-1330, nacido en Nicomedia, Anatolia y fallecido en Constantinopla, que fue gramático, teólogo y traductor bizantino muy reconocido-, y Avianus, Alfonsi Petrus, que vivió entre 1062 y 1110; se publicó en 1489, y la Real Academia Española posee un facsímil fechado en 1929. Además de hacerse eco de su obra, Planudis también escribió una biografía de Esopo, al parecer con exceso de imaginación, o quizás, excesivamente fiado en la leyenda.

Del mismo modo, las fechas correspondientes a su existencia, varían mucho, de acuerdo con diversas fuentes, que podrían resumirse en el amplio margen comprendido entre los siglos VII y VI aC., si bien la Suda, nombre con el que se conoce la gran “enciclopedia” bizantina, escrita en griego, en el siglo X, sitúa al fabulista entre los años 620 y 564 aC. y asegura que podía proceder, no sólo de Tracia, sino de Sardes, Samos o Frigia.

Parece más seguro el hecho de que nació en la esclavitud, período durante el cual, conocería a Rodopis -a la que conoceremos enseguida-, antes de convertirse en liberto, con Yadmon, momento a partir del cual, entró al servicio del rey Creso, en Lidia, quien lo enviaría a Delfos, como una especie de embajador, con ofrendas para Apolo y riqueza para repartir entre la gente. Al parecer no se entendió bien con los mandatorios y, tras hacer la ofrenda a Apolo, devolvió el resto del oro a Creso, acción que hizo que, tras ser acusado de sacrilegio, fuera arrojado por las rocas de los montes Fedríades que borden el santuario de Apolo en Delfos.

Delfos.

Al comprobarse que había sido condenado y ejecutado bajo acusaciones falsas, los delfios, temiendo la cólera de Apolo, en cuyo templo había quedado la ofrenda de Creso, ofrecieron una recompensa a quien mostrara una relación próxima con el fabulista, y, al parecer, fue Yadmon, su liberador quien la percibió.

Sobre su aspecto físico, se cree que hubo una estatua tallada por Lisipo, de la que se copiaría el busto de época romana, que se mostró durante años en Villa Albani.

Busto de Villa Albani que podría representar a Esopo. Museo Pushkin

Jardines de Villa Albani (antes de 1870) de Hercule Louis Catenacci en: Rome, Churches, Monuments, Art, and Antiquities, de Francis Wey – 1903.

Jardines de Villa Albani, en 2018

Ya en el siglo IV aC., el peripatético Demetrio de Falero - Δημήτριος ὁ Φαληρεύς, (Falero o Faliro, hoy forma parte de Atenas) hizo una recopilación d la Fábulas de Esopo, que se ha perdido, por lo que la mayor parte de las que se han seguido editando, se basan en la anónima edición Augustana, del siglo I o II, que suele complementarse con textos procedentes de otras dos colecciones, también anónimas, conocidas como la Vindobonense, del siglo VI, y la Accursiana, más o menos del siglo IX. Más recientemente, son célebres las adaptaciones del francés Jean de La Fontaine, del siglo XVII; y muy populares, las de los españoles Iriarte y Félix María Samaniego, en el XVIII, sin olvidar que, durante el período que conocemos como Renacimiento, tanto las fábulas orinales de Esopo como las versificadas por Fedro, eran de lectura obligada en las universidades.

Johann Michael Wittmer, 1879 – Esopo recitando sus Fábulas. Col. Priv.

RODOPE

Como dijimos arriba, Esopo conoció a Rodope o Rodopis- Ῥοδῶπις en su etapa de esclavitud, un personaje que significaría mucho en su vida y en su obra.

La Bella Rodope, el amor de Esopo. Grabado de Francesco Bartolozzi, de una pintura original de Angelica Kauffman, 1782. S. Petersburgo. Col. Priv.

Como dato curioso complementario, adelantemos que la citada Rodopis, que compartiría esclavitud y amor con Esopo, constituyó la fuente inspiradora del personaje de “Cenicienta”, la conocidísima historia infantil de Perrault. Veamos el recorrido de su historia.

El historiador y Geógrafo Estrabón (c. 64-19 dC.), que habla de Ródope; "mejillas rosadas", en su obra Geographica, (libro 17, 33), dice que era una griega que vivía en la colonia egipcia de Náucratis; que un águila cogió su sandalia y la llevó hasta Menfis, y que allí, en el momento en que el rey administraba justicia, acto que solía llevar a cabo al aire libre, el águila, dejó caer la sandalia en su regazo. El monarca, que era de los que creían que todo accidente, por extraño o natural que fuera, debía tener una explicación y, quizá encerraba un mensaje, mandó buscar por todo el reino, a la dueña de la sandalia. Naturalmente, encontraron a Rodopis en Náucratis y, por supuesto, la llevaron a Menfis, donde se convirtió en la esposa del monarca.

Siglos antes, Heródoto (484-425 aC), también Historiador y Geógrafo, decía que Ródope procedía de Tracia y que era esclava de Yadmo / Ἰάδμον de Samos, en cuya casa convivió con Esopo, siendo liberada de la esclavitud por Caraxo, un hermano de Safo, previo pago de su valoración por el anterior amo, que, al parecer, fue muy alta. Heródoto sostiene que se enriqueció vendiendo su cuerpo, pero, sin embargo, añade que es muy posible que una de las pirámides de Giza fue construida por su decisión, o alguien la mandó construir para ella para ella.

Por último, la historia de Ródope sería retomada por el orador romano Claudio Eliano, c. 175 – c. 235, en su obra, Historias, escrita en griego, en la que nos informa del nombre del faraón, que sería Psamético, añadiendo que la historia de Ródope siguió siendo muy popular durante toda la época antigua.

Así pues, para concluir con el curioso asunto de la creación y pervivencia literaria del mito de Cenicienta, completamos la breve versión de Claudio Eliano, y -aun a riesgo de alejarnos un poco de nuestro objetivo, recordaremos también la creada por Marie de France.

El personaje de Claudio Eliano podría ser la Aspasia de Focea, que aparece en su Varia Historia. Huérfana desde muy niña, sería criada por su padre en la pobreza. En cierta ocasión, y en sueños, una paloma le enseñó cómo convertirse en la mujer más bella, de modo que, cuando, poco después, asistió a una fiesta organizada por Ciro el Joven, este quedó completamente prendado de ella.

Maríe de France. Pocos son los detalles que se conocen de su biografía; nació en Isla de Francia, vivió en Inglaterra a finales del siglo XII, y escribió en anglo-normando, una variante de la langue d’oïl hablada entre las élites de Inglaterra. Incluso su nombre procede de una de sus obras: “Marie ai nun, si sui de France...”, “Mi nombre es María, y soy de Francia...”. Se considera que fue la primera poeta del amor cortés en lengua francesa. En ocasiones ha sido identificada con María, la abadesa de Shaftesbury, medio hermana de Enrique II Plantagenet; con la también abadesa de Reading, y, finalmente, con la de BarkingMaría de Boulogne.

Tradujo obras del latín, y se le atribuyen dos obras originales: Doce Lais, basados en relatos populares bretones o ingleses, y, la obra que aquí no interesa, el Ysopet, que es una adaptación de las fábulas de Esopo, la primera que se hizo en francés.

Debió componerlo entre 1170 y 1205, una datación que se deduce de su referencia a Enrique II de Inglaterra, Plantagenet, en apoyo del dominio normando, razón por la cual, también ha sido considerada como autora de los Lais , Leonor de Aquitania, la esposa de Enrique II, conocida por su apoyo a los trovadores de la época.

Marie de France. BNF

El relato Le Fresne/El fresno, uno de sus Lais, es una variante novedosa de la historia de Rodope/Cenicienta, y es, en cierto sentido, algo más rocambolesca. 

Una rica mujer de la nobleza tiene gemelas, lo que le hace temer la acusación de infidelidad -en la época, se creía que tal fenómeno evidenciaba dos padres diferentes-, abandona a una de ellas al pie de un fresno, junto a un convento de monjas, no sin antes colocarle un anillo y un brocado, que mostrarían su verdadera identidad.

Jacob Gerritsz Cuyp: Las gemelas, hijas del artista. Hacia 1630-40. Bayerische Staatsgemälde Sammlung, Alte Pinakothek, Múnich.

Una vez descubierta, la niña recibe el nombre de Fresne y es criada por las monjas, alcanzando la madurez, momento en que un joven noble la ve y se enamora de ella. Pero en contra de sus deseos, es obligado a casarse con una mujer de su clase. Fresne, acepta los hechos, si bien antes de que se celebre la obligada boda, se produce el azar; su madre visita el convento y reconoce el brocado con el que se cubre, que no es sino el mismo con el que ella la había abrigado antaño. Una vez reconocida su nobleza de origen, se permite que celebre la boda con su pretendiente.

Cenicienta/Cendrillon. Ilustración de Otto Kubel. 1930

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Crónicas de Núremberg. 1493

Menipo de Gadara / Μένιππος. Situado entre los siglos IV y III a. C. fue un escritor y filósofo de la Escuela Cínica. Fue muy popular, pero su historia también aparece envuelta en la leyenda, por lo que resulta muy imprecisa, hasta el punto que algunos críticos llegaron a creer que nunca existió en realidad.

En todo caso, el muy posible creador literario al que conocemos con su nombre, sería el que impuso el estilo que, por él conocemos como Sátira Menipea, en la que alterna verso y prosa. A pesar de que fue encuadrado en la Escuela Cínica, sus planteamientos se acercan más al Hedonismo

Pudo nacer en Gadara; fue esclavo, y después de convertirse en liberto, se naturalizó en Tebas; se enriqueció con la usura, y, finalmente, lo perdió todo, razón por la cual, Diógenes Laercio, dice que se suicidó. 

Con respecto a su obra, el mismo Diógenes Laercio cita como suyas –aunque con dudas-, las obras que conocemos con los títulos de: Funerarias, Testamentos, Cartas elegantes, En persona de los dioses, A los físicos, matemáticos y gramáticos, La generación de Epicuro, y La supersticiosa celebración epicúrea del día vigésimo del mes, de todas las cuales no se han conservado ni fragmentos, pero servirían de inspiración para las Sátiras Menipeas del romano Marco Terencio Varrón (116-27 aC.), del mismo modo que constituyó la base  empleada por Luciano de Samosata (121-181) en sus Diálogos de los muertos, y el Icaromenipo entre otras obras.

Erasmo de Róterdam (1466-1536) lo presentó como un personaje literario, al igual que lo hizo el español Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631) en su diálogo Menipo litigante, en el que hace una crítica de los abogados.

Aunque la obra de Menipo se perdió, disponemos de múltiples descripciones, muy precisas, acerca de su privilegiada personalidad y brillante ingenio crítico, al contrario de los numerosos autores que en general, alaban sin restricciones, la fuerza, la belleza, la riqueza y el poder, distanciándose de todos ellos y obligando al lector a reflexionar acerca de los mitos que, no obstante, siguen imperando en buena parte de la humanidad. 

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MENIPO EN DIÓGENES LAERCIO

Diógenes Laercio

Dionysiou Monastery Codex. Diogenes Laertius. Ministerio Griego de Cultura

Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres/Βίοι καὶ γνῶμαι τῶν ἐν φιλοσοφίᾳ εὐδοκιμησάντων


BVMC

MENIPO EN LOS DIÁLOGOS DE LUCIANO DE SAMOSATA

Luciano el Satírico. Grabado de William Faithorne (1616/1691). Washington D.C., The Library of Congress

Luciano de Samósata / Λουκιανὸς ὁ Σαμοσατεύς. (Siria,125- c.181) que escribió en griego, fue uno de los primeros humoristas de la corriente conocida como Segunda Sofística.

Con una biografía tan insegura como sus antecesores, en su obra titulada El sueño o La vida de Luciano, dice que fue aprendiz de escultor en el taller de un tío suyo, pero con resultados nulos, debido, como él mismo confiesa, a su propia incapacidad. Sin embargo, a pesar de ser de Siria, cuyo idioma era un dialecto arameo, aprendió pronto y muy bien el griego ático, hasta el punto de que podía imitar a Platón y al mismísimo Homero.

Trabajó en Antioquía como abogado, motivo por el cual conocía bien la profesión, pero su alma inquieta le llevó a recorrer el Mediterráneo en la época Marco Aurelio (121-180), dando conferencias por Grecia, Italia y la Galia, y llegando, incluso a ejercer, dadas sus facultades, como maestro de Retórica.

Finalmente, abandonó Roma, y el año 165, decidió instalarse en Atenas, donde compró una casa en la que vivió junto a sus padres diez años, durante los cuales se cree que compuso la mayor parte de su obra, que posteriormente leyó en público en diversas ciudades griegas, como Éfeso o Corinto.

Es posible que se casara, pues en alguna ocasión se refiere a la existencia de un hijo.

Odio a los impostores –escribió sobre su propia personalidad, en “El Pescador”-, pícaros, embusteros y soberbios y a toda la raza de los malvados, que son innumerables, como sabes... Pero conozco también a la perfección el arte contrario a éste, o sea, el que tiene por móvil el amor: amo la belleza, la verdad, la sencillez y cuanto merece ser amado. Sin embargo, hacia muy pocos debo poner en práctica tal arte, mientras que debo ejercer para con muchos el opuesto. Corro así el riesgo de ir olvidando uno por falta de ejercicio y de ir conociendo demasiado bien el otro.

Hacia el año 175 volvió de nuevo a dar conferencias, pero pronto decidió asentarse en un trabajo fijo, a cuyo efecto, se convirtió en funcionario de la administración romana de Egipto. Es posible que muriera en Alejandría.

Aunque profundamente humanista, el hecho de que no recurriera a los principios religiosos establecidos, pues sólo se regía por principios que consideraba moralmente justos, sin esperar premios ni castigos, provocó que la “Suda” Bizantina, de la que ya hemos hablado, lo definiera como “blasfemo o maledicente, o por mejor decir ateo”. De hecho, odiaba a los supuestos y, a veces muy admirados “adivinos”, y es uno de los pocos que hacen mención del rechazo que provocaban los primeros cristianos.

Practicó, fundamentalmente, una especie de autocrítica, reivindicando que mentía, igual que todos, pero que así lo declaraba abiertamente, a diferencia de los demás:

Me he dedicado a la ficción de un modo mucho más descarado que los demás. –escribió en su “Historia Verdadera”-, y en una sola cosa seré veraz: en decir que miento. Me parece que así escaparé a la acusación de los demás, al reconocer yo mismo que no cuento nada verdadero. Escribo, por tanto, acerca de lo que ni vi, ni comprobé, ni supe por otros y, es más, acerca de lo que no existe en absoluto ni tiene fundamento para existir. Por lo tanto, los que me lean no deben creerme en absoluto.

Menipo de Gadara, es un objetivo habitual de sus sátiras, pero, sobre todo, admiró a Epicuro (341-270 aC.), una de cuyas obras alabó abiertamente:

Qué bendiciones crea ese libro para sus lectores y qué paz, tranquilidad y libertad engendra en ellos, liberándolos como lo hace de los terrores, apariciones y portentos, de vanas esperanzas y ansias extravagantes, desarrollando en ellos inteligencia y verdad, y verdaderamente purificando su comprensión, no con antorchas, cebollas albarranas y demás tonterías, sino con pensamiento directo, veracidad y franqueza.

En todo caso, es considerado como uno de los principales genios satíricos de la literatura universal, y su ironía ha sido imitada durante siglos. En su celebérrima Historia verdadera, parodia y satiriza, por ejemplo, al historiador Heródoto, al que acusa de escribir lo maravilloso en perjuicio de lo verdadero. Pero quizá, entre su obra habría que destacar sus divertidos diálogos satíricos y morales, como los de los Dioses, los Muertos, o de las Cortesanas, considerando que numerosos embaucadores triunfan sólo porque sus seguidores se prestan demasiado fácilmente a ser engañados por ellos. 

A pesar de su negatividad, ya en su época fue imitado, pero su mayor valoración llegó con el Renacimiento, con autores como León Battista Alberti, Erasmo de Róterdam, François Rabelais, Maquiavelo, el griego Roïdis, con autores castellanos, como los hermanos Valdés, Cristóbal de Villalón, y, ya en el siglo  XVII, se advierte su influencia en Mateo Alemán, e incluso, Cervantes, que sigue su modelo en el Coloquio de los perros; Quevedo, en cuyas actitudes podemos discernir un singular parecido con las de Luciano, pues  adopta su línea en los Sueños; como lo hace Diego Saavedra Fajardo. También sería imitado por Jonathan Swift, el creador de Gulliver; por Giacomo Leopardi y, por Voltaire, otro espíritu muy parecido al suyo.

En definitiva, tanto ESOPO como MENIPO; este, a través de Luciano, han gozado de fervientes y célebres seguidores en la historia de la Literatura, entre los que aún podemos añadir a Fedro, nacido poco antes del inicio de la era cristiana; al francés del siglo XVII, Lafontaine y a los célebres Ilustrados españoles del XVIII, Iriarte y Samaniego.

Alberti, Uffizi.- Erasmo, de Holbein, Nat. Gal. – Rabelais, Versalles

E. Roydis, 1866 – Machiavelli, Di Tito. Palazzo Vecchio- Alfonso de Valdés, c. 1531, Taller de Jan Cornelisz. Vermeyen.

Mateo Alemán, de Perret, 1599.- ¿Cervantes?, de Jáuregui. RAH.- Quevedo, van der Hammen copia de Velázquez. Itto. Valencia don Juan

Saavedra Fajardo, F. Selma, 1791. “Españoles Ilustres”.- Jonathan Swift, de Jerbas, NPG.- C. de Bergerac, de Heinze, Gallica.-

 

B.B. de Fontenelle, de Largillière, BBAA Chartres.- G. Leopardi, de Ferrazzi, Casa Racanardi.- Voltaire, Atelier Largillière, Carnavalet, París.

Lafontaine, de Rigaud, Carnavalet.- Iriarte, de Inza y Ainsa. MNP.- Samaniego, enmarcado con temas de sus fábulas.

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Los Diálogos de los muertos-Νεκρικοί Διάλογοι, son conversaciones entre dioses o figuras de la mitología griega y algunos personajes y héroes reales o ficticios de la Grecia Clásica y Helenística, incluso algún romano, compuestos en el siglo II d. C., entre los años 166 y 167, por Luciano de Samosata. Estos diálogos, treinta en total, transcurren en el inframundo griego, el Hades, por lo que la mayoría de los personajes ya han muerto. La colección forma parte de un grupo formado por otros tres diálogos suyos: Diálogos de los dioses, Diálogos marinos y Diálogos de las cortesanas. 

A pesar de haber muerto, Menipo de Gadara nunca deja de fustigar las debilidades humanas, aunque se encuentre en el mismísimo Hades. Así se burla de la terrible desgracia de las almas que no han podido llevar consigo sus riquezas y a los que han sido demasiado orgullosos. 

Entre ellos, aparece, naturalmente el rey Midas, quien, a petición propia, convertía en oro todo lo que tocaba, por lo que no podía, por ejemplo, ni comer, ni acariciar a un ser humano. También aparecen Sardanápalo y Creso -Diálogo II-; con las mujeres del primero y la codicia del segundo. 

Como Menipo no se callaba, las almas convocan un consejo con Hades, el hermano de Zeus, y gobernante del inframundo. Por una vez, el mismo Plutón se muestra compasivo, y ordena a Menipo que deje a las almas en paz, pero este se mantiene inflexible alegando que era consciente de que él mismo tenía que morir, aunque era muy rico. En cambio, las otras almas, que sólo pensaron en pasar sus últimos momentos en la codicia y la lujuria desenfrenada, ahora encuentran dolor y desolación en la cueva oscura.

A los ricos dales de mi parte el siguiente recado: "¿Por qué guardáis, necios, el oro? ¿A cuenta de qué os torturáis calculando los intereses y apilando talentos si al cabo de poco tiempo tendréis que venir aquí con el óbolo mondo y lirondo?" Ah, diles también a los guapos y a los macizos, a Megilo el corintio y Damoxeno el luchador que entre nosotros no hay rubia cabellera ni ojos claros u oscuros, ni tez sonrosada del rostro, ni músculos tensos ni espaldas fornidas, sino que aquí tanto es para nosotros, como dice el proverbio, polvo y solo polvo, calaveras despojadas de belleza [...] Y a los pobres, laconio (que son numerosos y están agobiados con su situación lamentando su pobreza) diles que no lloren ni se aflijan luego de explicarles la igualdad que hay aquí. Y diles que van a ver que los ricos de allí no son mejores que ellos. (Trad. J.L. Navarro).


Diálogo II: Plutón, Menipo, Midas, Sardanápalo y Creso

Tras su muerte, Menipo de Gadara sigue fustigando las debilidades de los que ya residen en el Hades. Se burla, sobre todo, de aquellas almas que no han podido llevarse sus riquezas consigo. Entre estos están el emblemático rey Midas: el soberano que le pidió al sátiro Sileno el poder de convertir en oro todo lo que tocara. Como ya sabemos, gracias a ese don, no podía ni comer una vez que tocaba cualquier alimento. Después la emprende con Sardanápalo y sus mujeres, y con la desmedida codicia de Creso. Las almas de los aludidos convocan un consejo, al que asiste el propio Hades, hermano de Zeus y gobernante del inframundo. En esta ocasión, incluso Plutón, llegando a sentir por primera vez un atisbo de compasión, ordena a Menipo que los deje tranquilos con sus penas, pero él alega que, aunque también fue muy rico, era consciente de que debía morir y así lo aceptó, mientras que los otros no pensaron sino en su codicia y su lujuria, por cuya pérdida, ahora sólo sienten dolor y desolación.

Midas convierte a su hija en oro

Diálogo XVIII: Menipo y Hermes

Menipo y el dios mensajero Hermes ven varias almas horrorosas en las cuevas del inframundo: son las mujeres que causaron desgracias a sus maridos. Menipo, cansado de héroes y hombres, se propone conocer el espíritu de alguna mujer hermosa, como, por ejemplo, Helena de Troya, considerada la causante de la Guerra de Troya. Ella aparece entonces, como un cráneo demacrado y podrido, tan espantoso, que Menipo casi se desmaya a pesar de que él también ya estaba muerto. Mercurio le asegura que los responsables de tan grandes desastres en la Tierra, se han convertido, por sus méritos, en todo lo contrario a la belleza.

Diálogo XX: Menipo, Éaco y algunos filósofos

Menipo y Éaco están cerca del Infierno y mientras caminan ven las almas de muchos que eran verdaderos gigantes en el mundo de los vivos. Entre los héroes, aparecen, Aquiles, Agamenón, Menelao, Ulises y Diomedes, con ataques alternativos de ira y lágrimas, al verse indefensos, cuando habían sido tan valientes guerreros. Más adelante, se encuentran con los capitanes más celebrados entre griegos y persas, así, Alejandro Magno y Jerjes I. 

Menipo lanza una invectiva contra el gobernante persa que, durante la campaña militar contra Grecia, hizo construir un enorme puente entre la ciudad de Abidos y el Monte Athos. Como al principio una tormenta impidió la construcción, el soberano persa para hacer comprender a todos su poder, ordenó azotar al río Helesponto, con látigos y antorchas por desobedecer sus planes frente a Jerjes.

Entre los filósofos, aparecen, Pitágoras, Tales de Mileto, Empédocles, Solón y Sócrates. Pitágoras reclama unas habas porque se muere de hambre. Empédocles está deprimido por su presunto suicidio, y Sócrates, por último, parece el más pacífico de todos y pide noticias de Atenas, la ciudad donde residió y enseñó. Le dicen que sus estudiantes predican sus teorías, pero su comportamiento no obedece a los cánones establecidos por Sócrates. El filósofo contesta que lo había predicho así, y como sabio, se muestra humilde al reconocer que no se pueden conocer en una vida todos los secretos de las cosas materiales y espirituales. De hecho, él anduvo por las calles de Atenas tratando de que la gente recordara este principio, ya que había muchos ciudadanos que creían saberlo todo, cuando, en realidad, no sabían nada. 

Sócrates instruye a un joven- Óleo del pintor José Aparicio

La huella de este diálogo estará muy presente en las conversaciones de Dante Alighieri y Virgilio con las almas del Infierno.

Diálogo XXI: Menipo y Cerbero

Menipo, habla con el perro, o Can Cerbero, guardián de una de las puertas del Inframundo, para contarle cómo Sócrates había sido condenado por sus propios conciudadanos a beber cicuta, acusado de corromper a los jóvenes con ideas falsas y de no creer en los dioses. Aunque Sócrates se había defendido en la plaza en el 399 a.C. desmantelando brillantemente todas las acusaciones y haciéndolas parecer tontas y hechas contra él por gente envidiosa e ignorante, no había nada que hacer, salvo que él mismo como un gran estoico afrontó su destino sin intentar escapar de Atenas ni permitirse formas patéticas de arrepentimiento rogando al jurado.

Sin embargo, Cerbero afirma que una vez que Sócrates murió, realmente se dio cuenta de lo que iba a encontrar y que, especialmente una vez que se acercó al borde del abismo del inframundo, comenzó a llorar como un niño cuando el guardián canino lo mordió en el pie para arrastrarlo al interior en medio de las almas. Pero añadió que, aunque al principio se mostró asustado, Sócrates finalmente se acostumbró al clima sombrío del infierno, o al menos lo fingió, mostrando gran fuerza de espíritu. En cambio, Menipo, admite que en vida solo pensó en las ganancias y ahora, aunque acepta estar muerto, se burla de los que se sienten más intimidados.

Diálogo XXV: Nireo, Tersites y Menipo

Pentesilea se distinguió por sus numerosas hazañas ante la ciudad de Troya antes de ser abatida por Aquiles, que atravesó su pecho con la lanza. Al verla morir, Aquiles quedó sobrecogido por su belleza y cuando Tersites, uno de los soldados griegos, se burló de él por esta pasión, Aquiles lo mató. 

Aquiles lleva a Pentesilea moribunda. Relieve de época romana. Museo Arqueológico de Afrodisias.

Tersites y Nireo ya llevan mucho tiempo en el infierno y conocen el alma alborotadora del imparable Menipo. Ambos se encontraban entre los combatientes de la Guerra de Troya, Nireo, de los que deseaban casarse con Helena, que, sin embargo, fue asignada a Menelao por sorteo. Cuando Helena es secuestrada por Paris, este se une a la flota aquea con la ayuda de solo tres barcos. Nireo fue asesinado la noche de la caída de Troya por Eurípilo, hijo de Télefo, que había acudido en ayuda de Príamo. Los griegos lo enterraron con honores. 

Tersites es todo lo contrario a Nireo, no guapo, sino muy feo y deforme, además usaba la astucia en lugar de la audacia y la honestidad, pero, sobre todo, no gustaba porque disfrutaba denunciando las acciones más viles y escandalosas cometidas por los héroes griegos a los que todos glorificaban de antemano como dioses, como el propio Aquiles. 

Supuesta máscara de Agamenón, descubierta por Schliemann en Micenas, 1876

Recuerda, por ejemplo, que Agamenón, después de nueve años desde el comienzo del asedio de Troya, aún no había logrado conquistarla y entonces planeó volver a Grecia fingiendo que no había pasado nada. Tersites aprovecha la oportunidad para acusar a los supuestos héroes de todas las penurias, que soportaron los soldados mientras el rey estaba en su tienda disfrutando de las riquezas del botín de guerra y sobre todo, por haber ofendido a Aquiles. Tersites será golpeado por Ulises para hacerlo callar, pero Aquiles lo matará después de recibir otro insulto.

En el diálogo, Tersites y Nireo aparecen como dos esqueletos horrendos, pero uno más feo que el otro, y preguntan a Menipo cuál de los dos es más guapo; Tersites incluso afirma que el poeta Homero, que cantó la Guerra de Troya, como era ciego, se equivocó al describirlo como un ser repugnante. Menipo asegura que nadie en el infierno es feo o hermoso de cara, ya que allí, las almas sí son fieles al principio de igualdad.

Diálogo XXVI: Menipo y Quirón

Menipo se encuentra con Quirón, el sabio centauro inmortal, maestro de héroes. Menipo se muestra sorprendido por el hecho de que un divino haya elegido morir, pero Quirón le dice que estaba cansado de vivir tantos cientos de años, viendo morir a sus seres más queridos y amigos más cercanos. Menipo le responde que, incluso en el infierno, una vez que supiera todo, se aburriría, igual que en el mundo, y concluye aseverando que es preciso aceptar la propia suerte, cualquiera que sea.

Diálogo XXVIII: Menipo y Tiresias

Menipo reconoce de inmediato el alma del Adivino ciego Tiresias y le pregunta cómo se sintió cuando fue transformado en mujer, ya que, siendo muy joven, Tiresias había sufrido una curiosa metamorfosis a causa de la ira de los dioses. Cuando era pastor en el monte Cillene, vio dos serpientes copulando y disgustado por la escena, Tiresias mató a la hembra. 

Grabado de Johann Ulrich Krauß (1655-1719): Tiresias golpeando a las serpientes, en Las metamorfosis de Ovidio. 1660. Yale Manuscripts.

Su castigo consistió en ser transformado en mujer, para que comprendiera su arbitrariedad y, como tal, vivió, hasta que, cuando volvió a encontrar dos serpientes copulando, mató al macho, por lo que recuperó su antiguo sexo. 

Posteriormente, Juno y Júpiter discutirían en el Olimpo; Júpiter decía que la mujer disfrutaba más en las relaciones sexuales, y Juno que el varón simulaba los orgasmos. Preguntado Tiresias, dijo que Júpiter tenía razón, y Juno, enfadada, le privó de la vista, aunque le compensó dotándole de siete vidas. Al final, Tiresias admitía que no fue tan deshonrosa su metamorfosis, porque, al ser conocida su esterilidad, no había sufrido vergüenza.

Henry Singleton (1766-1839). Manto y Tiresias, su padre. National Gallery

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