Jean-Baptiste Poquelin Molière. De Charles-Antoine Coypel.
Durante años se ha hablado de la lengua francesa, como la lengua de Molière; un actor–autor que, en 1673 moriría en escena, vestido de amarillo, pasando esta circunstancia a convertirse en un tópico de la vida teatral, a la vez que el escritor, alcanzaba un lugar de honor en el Olimpo de la posteridad.
Sin embargo, el hombre al que nos referimos, en realidad, no se llamaba Molière, ni murió repentinamente en el curso de una representación de El enfermo imaginario –Le Malade Imaginaire. Si durante su última actuación, vestía, o no, un disfraz de color amarillo, parece ya difícil de comprobar, pero es cierto que, terminada la representación, tuvo que ser trasladado a su casa, donde falleció poco después.
Firmó como Molière por primer vez teniendo ya 21 años, en un contrato, añadiendo este nombre al suyo: Jean Baptiste Poquelin, como si se tratara de un segundo apellido, al que, misteriosamente siempre siguen los signos ./. indescifrables hasta la fecha.
En todo caso, sufrió una muerte casi repentina, que causó gran consternación y sorpresa. El corresponsal en París de la Gaceta de Amsterdam - Gazette d'Amsterdam- escribio: Ha muerto, pero tan súbitamente, que apenas ha tenido oportunidad de estar enfermo.
Molière constituye uno más de los casos en que, por alguna razón, sabemos mucho más de su época –gracias precisamente a su obra teatral–, que de su persona, que permanece discretamente relegada a un plano mucho más oscuro e indefinido de lo que parece a primera vista, dada su extraordinaria relevancia literaria.
Aunque nació en el seno de una familia católica –sabemos de su llegada al mundo, precisamente por el registro de su bautizo en la iglesia de Saint Eustache, en Les Halles de París, donde figura como Jean Pouguelin–; y aunque nunca abandonó su religión, las normas prohibían su inhumación en tierra consagrada, a causa de su oficio de comediante.
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Lagrange. Estampa de Jean Sauvé sobre un dibujo de P. Brifart
Desde que entró a formar parte de la troupe de Molière, en la primavera de 1659, Charles Varlet, sieur de La Grange escribió cuidadosamente, junto con los libros de cuentas, un diario de la Compañía –de la troupe–, que contiene interesantísimos datos sobre sus actividades profesionales y, en ocasiones, personales, a lo largo de quince temporadas de éxito producidas por el genio de Molière.
El Registre de La Grange, una de las piezas más valiosas de la Comedie Française.
Su Extraict Des Receptes Et Des Affaires De La Comedie Depuis Pasques De L'annee 1659 Apartenant Au Sr De La Grange. L'un des Comediens de La Troupe Du Sr De Moliere, registra, en primer lugar, la historia de la troupe, desde que llegó a París en octubre de 1658 y continúa después, en apuntes sistemáticos y muy ordenados, con la relación de los hechos más sobresalientes del grupo; composición, obras estrenadas, número de representaciones, patrocinadores, etc., aunque, en ocasiones refleja otros eventos importantes, pero de distinta índole, como bodas, nacimientos o defunciones, añadiendo en el margen, símbolos que varían de forma y color, de acuerdo con el hecho al que acompañan: rombos, círculos, cruces o rectángulos; un disco azul siempre anuncia una buena noticia, pero el rombo negro precede a un acontecimiento triste.
Apunte del Registro La Grange el día del fallecimiento de Molière
–Rombo negro–.
17 de febrero de 1673:
Este mismo día, después de la comedia, sobre las 10 de la noche, M. de Molière murió en su casa de la Calle Richelieu, después de representar el papel del Enfermo Imaginario.
Aquel día, un Molière agotado, concluyó su papel protagonista en la cuarta representación del Enfermo Imaginario. Antes de esta pérdida irreparable, la compañía había alcanzado la cumbre del éxito y todos sus mejores sueños, cuando, tras las sucesivas prohibiciones del Tartufo –Tartuffe, y el Don Juan –Dom Juan, el rey le otorgaba el título de Compañía del Palacio Real –Troupe du Palais Royal en agosto de 1665, con 6.000 libras de pensión.
La última entrada del registro está fechada el 31 de agosto de 1685. La Grange murió en Marzo de 1692 y el Diario permaneció en poder de la familia, sin que se supiera de su existencia, hasta casi un siglo después.
Lo que sí sabemos del gran actor-autor, Molière, es que tuvo una brillante carrera artística, y que gustaba muchísimo al rey de Francia, Louis XIV, con el cual, si no llegó a comer, sería a causa del protocolo, pero no por falta de interés del monarca.
Louis XIV invita a Molière a compartir su mesa. Jean-Léon Gérôme (1862).
Oleo lienzo, 75 x 42 cm. Col. Privada.
El día siguiente del fallecimiento de Molière, su viuda, Armande Béjart, rogaba al arzobispo de París que le permitiera dar sepultura cristiana a los restos de su marido -que, al igual que ella estaba bajo excomunión por no haber renunciado a su condición de cómico-. Armande aseguraba que su marido había muerto como un buen cristiano, algo que el arzobispo se negó a aceptar hasta averiguar la veracidad de la declaración.
De acuerdo con los testimonios, el Viernes, 17 del presente mes de febrero, sobre las 9 de la noche, el fallecido señor Molière, encontrándose mal por la enfermedad de la que murió alrededor de una hora después, quiso dar muestra de arrepentimiento de sus faltas y morir como buen cristiano.
Mandó llamar a un sacerdote, pero dos se negaron a acudir y, en estas idas y venidas se pasó más de una hora y media. Un tercero llegó demasiado tarde. Así pues, como el dicho señor Moliére murió sin haber recibido el sacramento de confesión, justo cuando acababa de representar una comedia, el cura de Saint-Eustache, le negó la sepultura. Armande aseguraba que la intención de confesar de su marido, la podían atestiguar dos señoras religiosas que vivían en la casa y un gentilhombre llamado Couton, entre cuyos brazos había fallecido el cómico.
Según La Grange: aquel día, después de la comedia, sobre las diez de la noche, M. Molière murió; un fuerte dolor en el pecho le había provocado una gran tos y al esforzarse para toser, se le rompió una vena en el cuerpo. En cuanto se sintió en aquel estado, volvió los ojos al cielo y murió media hora o tres cuartos de hora después. Fue enterrado en la Parroquia de Saint-Joseph, en una tumba elevada a un pie de la tierra.
De acuerdo con el relato de Grimarest, biógrafo de Molière, que aseguraba haberse informado por medio de Baron, actor de la compañía y por la propia hija del autor, pero que tenía pocas simpatías hacia la viuda, Armande, la representación empezó a las cuatro. Tras la ceremonia final, Molière tuvo una convulsión de la que los espectadores se dieron cuenta, aunque él trató de ocultarla con una risa forzada. Cuando la representación terminó se fue con Baron, y le preguntó lo qué se comentaba de la obra. Baron se inquietó al notar que tenía las manos muy frías y le preparó algo caliente, pero Molière no lo quiso.
-Deme, mejor, un poco de queso parmesano –le dijo, pero un momento después, tuvo una fuerte crisis de tos y pidió a Baron que hiciera venir a su mujer.
Molière se quedó allí, asistido por dos hermanas religiosas que habían llegado por la Cuaresma y que se hospedaban en casa de Baron. Ellas le dieron, en aquellos últimos momentos toda la ayuda edificante que se podía esperar de su caridad y murió en sus brazos. Cuando Baron y la esposa de Molière volvieron, el escritor ya había fallecido. Inmediatamente, Baron fue a Saint-Germain a informar al rey y dijo que su Majestad se había conmovido mucho y que se dignó a hacer unas declaraciones que Grimarest no refleja.
Baron. Retrato de Des Rochers
Ante la celebridad del fallecido, el cura de Saint-Eustache dudó; no podía enterrarlo como si no hubiera sido un cómico, pero, negarle la sepultura cristiana a un hombre tan conocido, también podía escandalizar a la gente, por lo que dejó la decisión al arzobispo, asegurando que Molière había muerto como buen cristiano y que no había podido confesar debido a una serie de contratiempos. El arzobispo, después de informarse y, a la vista de los testimonios, permitió que el cura de Saint-Eustache oficiara el entierro a condición de que lo hiciera sin ceremonial y de noche.
Y así, Molière fue enterrado el 21 de febrero en Saint-Joseph y, aunque no hay relatos contemporáneos del evento, asegura Grimarest, que se reunió una multitud increíble ante su puerta y que el cortejo avanzó en silencio a la luz de un centenar de antorchas.
El acontecimiento provocó una avalancha de notas de prensa, a menudo muy hostiles, como no podía ser menos, tratándose de un hombre que había obtenido tan ampliamente el favor real, pero en todo caso, no se referían generalmente a su oficio de actor o escritor, sino a su condición de excomulgado, farsante e inmoral, por consecuencia.
En 1792, los revolucionarios exhumaron sus restos, así como los de La Fontaine, pero después pasaron unos años en el olvido, hasta que, en 1817, fueron depositados en el cementerio Pére-Lachaise, de París, donde permanecen actualmente.
Desde Las Preciosas ridículas -Les Précieuses ridicules, en 1659, hasta El Burgués Gentilhombre -Le Bourgeois gentilhomme, en 1670 -con música de Lully-, o El enfermo imaginario -Le malade imaginaire, con partituras de Marc-Antoine Charpentier-, en 1673, pasando por obras de crítica social, como Tartuffe o Le Misanthrope, entre 1664 y 69; Las mujeres sabias -Les Femmes savantes, de 1672, o el Dom Juan, de 1665, Molière retrata las costumbres de su tiempo de forma inimitable y extremadamente divertida, creando a la vez, una serie muy bien definida de personajes emblemáticos, representativos de los caracteres sociales de su época.
Cuando el ministro de Luis XIV, Colbert, pidió a Jean Chapelain una relación de comediantes, de la que debía extraer algunos nombres para que fueran condecorados por el rey, Molière era descrito como gran conocedor de lo cómico, que ejecutaba con naturalidad. Lo mejor de su obra es inventado, pero juicioso; sólo tiene que evitar caer en la bufonería. Más adelante, como veremos, será tachado de bufón al servicio del rey por los admiradores de Pierre Corneille.
Si la persona de Molière está envuelta en una bruma de dudas, todo lo relacionado con su formación intelectual, permanece en la más absoluta oscuridad. Él nunca dijo nada al respecto y tampoco hay documentación. La Grange apuntó que había asistido al famoso Colegio jesuíta de Clermont, después llamado Lycée Louis-le-Grand, pero tampoco hay constancia de esto, ni de que obtuviera el título de abogado, como se decía una comedia satírica contra él:
En el cuarenta o poco antes, salió del colegio igual de asno,
pero su padre, sabiendo que por dinero en Orleans
se obtenía el título, le compró el doctorado con su pecunio,
y creyendo que en un despacho haría fortuna,
lo convirtió en abogado, tal como os lo digo.
Grimarest, por su parte, niega esta posibilidad, asegurando haber sido informado por la propia familia del comediante. Es cierto, que el propio Molière jamás mencionó que poseyera algún título, y tampoco aparece en ningún registro académico, a pesar de lo cual, resulta inverosímil que escribiera sus obras sin tener ninguna formación, del mismo modo que no parece posible que pudiera confundir a todos en su entorno, empezando por el monarca, sus asesores y sus propios rivales. Parece más seguro que, como mínimo terminara los estudios secundarios, que se completaban con dos cursos de Filosofía, del mismo modo que lo había hecho, por ejemplo, Racine. Pero hay más teorías al respecto, como veremos.
En todo caso, a los 21 años, Moliére inició su carrera teatral al asociarse con los Béjart; Joseph y sus hermanas Madeleine y Geneviéve, formando un grupo de seis hombres y cuatro mujeres, que constituyeron el Illustre Théâtre, yendo a instalarse en el Faubourg Saint-Germain en 1643.
30 de junio de 1643. Firmas de los comediantes de “L’Illustre Théâtre”.
Original desaparecido.
Parece que Madeleine Béjart era la estrella de la troupe. En 1658, antes del estreno de las Preciosas Ridículas, Tallemant des Réaux escribió: Yo no la he visto actuar, pero se dice que es la mejor de todas. Y terminaba añadiendo: Un muchacho llamado Molière, abandonó los bancos de La Sorbonne para seguirla; estuvo mucho tiempo enamorado y al final, se casó con ella.
En junio de 1644 firmó el contrato de un bailarín como De Moliere –así, sin acento– por primera vez, pero se desconoce la razón por la que eligió este nombre, cuyo origen, al parecer, nunca quiso explicar, ni a los más íntimos. En todo caso, su firma muestra que ya ejercía como director del grupo en el que, a pesar de los buenos resultados, los gastos fueron en principio superiores a los ingresos, así que, muy pronto se vio Molière acosado por numerosas deudas que, finalmente, lo llevaron a la prisión de Châtelet en 1645, aunque se libró muy pronto, gracias al auxilio económico de su padre. Acto seguido, abandonó París y decidió instalarse en Nantes, junto con los actores que permanecieron en la compañía.
Según Marie de Croisy, actriz de la compañía, Molière era más alto que bajo; aspecto noble; piernas bien formadas. Se movía con gravedad y tenía un aspecto muy serio; la nariz gruesa, la boca grande, los labios gruesos, el color moreno, las pestañas negras y fuertes y con el movimiento que les daba se dotaba de una fisonomía muy cómica. En cuanto al carácter, era suave, complaciente, generoso y le gustaba mucho arengarnos.
Desde 1645 a 1658 el grupo recorre diversas provincias. Para entonces, la vida de los actores ambulantes era bastante precaria, además de que, en algunas ciudades, la iglesia había hecho prohibir las representaciones, a pesar de los intentos de rehabilitación llevados a cabo por Richelieu y Mazarino. Aun así, las compañías podían sobrevivir holgadamente si conseguían la protección de algún noble suficientemente aficionado.
Así, Molière y su grupo, tras el decepción de París, se unieron a la troupe de Dufresne, protegida por el Duque d’Épernon, gobernador de Guyenne. Frente al rechazo oficial, también apoyaba el teatro el Conde de Aubijoux, Lugarteniente General del Rey en Languedoc que introdujo la compañía en sus estados, o el Príncipe Conti, hermano del Gran Condé, casado con una sobrina de Mazarino. Los comediantes pudieron representar privadamente en las casa de estos grandes señores; en el Languedoc –tres veces en Pezenas; cuatro en Montpellier; dos en Carcasona y una en Béziers–, obteniendo notables recompensas económicas, que les permitieron vivir con cierto confort.
El decorado y los vestuarios se transportaban en carreta o por el río, pero Molière y los Béjart viajaban en carroza. Era una troupe capaz de montar espectáculos con partes habladas, musicales y baile, además de improvisar cuando lo consideraban apropiado para agradar a sus protectores, a la vez que preparaban piezas más sencillas para la gente.
En un documento de 23 de abril de 1648, en el que Molière aparece firmando como sieur Molière; se presenta a las autoridades de la ciudad pidiendo autorización para representar comedias, aunque todavía no es el director. El músico y poeta d’Assoucy, que pasó una temporada con la compañía en 1655, habla de una troupe muy acogedora y próspera en la que se siente bien apreciado.
El Atolondrado o Los Contratiempos. Ed. 1658 – El despecho de Amor. Ed. 1673
Molière escribe en 1655 su primera obra de gran formato; una comedia en cinco actos y en verso: El Atolondrado o Los Contratiempos –L’Étourdi ou les contretemps. De acuerdo con Duchêne, si no es ya director, sí tiene una consideración de privilegio en la troupe, de la que ya es actor vedette y escritor.
En Bèziers, a finales de 1656, escribe El despecho de Amor –Le Dépit amoureux, pero ese año cambian las cosas; el príncipe de Condé cae enfermo y, creyendo próxima la muerte, se convierte a una vida beata y se vuelve muy hostil al teatro que envenena las almas, por lo que, a finales de ese año, consigue que se retiren las subvenciones concedidas a los comediantes, haciendo saber a la troupe –que desde hacía dos años se llamaba Troupe de son Altesse le Prince de Conti — que debía dejar de llevar su nombre. A finales de 1567 o principios del 68, la troupe, considerada ya como la mejor en provincias, decide probar suerte de nuevo en París.
Los amigos de Molière le aconsejaron que se instalara primero en alguna ciudad en las proximidades de la capital, en espera de que alguno de los nobles que ya conocían sus cualidades, se interesara por él y lo introdujera en la corte. Así, primero se estableció en Rouen efectuando algunos viajes a París en secreto, hasta hacerse conocer por Monsieur, el hermano del rey, quien otorgándole su apoyo, presentó la troupe al monarca y a la reina madre. Los seis meses de estancia en Rouen pudieron dar a Molière la oportunidad de conocer a Pierre y Thomas Corneille; una relación que, con el tiempo, utilizaría Pierre Louÿs en contra, del primero, como veremos en detalle.
Philippe-d'Orléans –Monsieur–hermano menor de Luis XIV y nieto de Felipe III de España. Henri Gascard, Musée des Beaux-arts, Orléans, France.
El 19 de mayo de 1658, Thomas Corneille escribía a uno de sus amigos parisinos, el cortesano abad de Pure, autor de una novela famosa titulada La Précieuse: … he notado en Mlle. Béjart, mucho interés por actuar en París y no me sorprendería que al salir de aquí, la troupe fuera a París a pasar el resto del año.
Monsieur tenía entonces 18 años y un espléndido y llamativo tren de vida, como único hermano del rey, quien adquirió para él el castillo de Saint Cloud, para que cumpliera su capricho de disponer de una troupe a su servicio; y esa será la de Molière, a quien se ofrece gratuitamente el teatro del Petit Bourbon, con una sala amplia y bien equipada, donde alternará sus actuaciones con la compañía italiana de Scaramouche.
Les farsantes franceses e italianos a partir de los años 60, pintados en 1670.
A la izquierda, Molière, Jodelet y Poisson.
Copia de un cuadro de la Comédie Française atribuido a Vério. Pintura y fotografía de Vincent Parot. Coll. Part.
Moliére actuó durante dos años en el teatro junto al Palais Royal, con la troupe compuesta por los hermanos Béjart y los matrimonios de Brie, du Parc y Dufresne; diez actores en total, pero Dufresne se retiró en 1569, convirtiéndose entonces Molière en director. Después se añadieron otros dos actores cómicos, Jodelet y su hermano, al que llaman L’Epi, así como La Grange, que fue el hombre de confianza de Molière y el autor del ya citado Registro, cuyos cuadernos han permitido seguir al detalle las actividades de Molière a partir de 1659.
Durante diez meses alternaron obras anteriores –tragedias de Corneille, sobre todo, pero también de Rotrou, de Tristan l’Hermite y comedias de Scarron- con las dos primeras comedias citadas de Molière: L'Étourdi y Le Dépit amoureux, que hasta entonces sólo habían representado en provincias. De acuerdo con las anotaciones de La Grange, los ingresos por estas dos obras fueron excelentes entre noviembre y abril, pero al volver tras el descanso de Pascua, los ingresos bajaron notablemente, a pesar de la llegada del famoso Jodelet.
Jean Rotrou (1609–1650)
Aunque contratado por Richelieu, cuyas ideas tenía que dramatizar, Rotrou escribió mucho a la manera española, siendo muy elogiado por Ana de Austria. Se mantuvo neutral en la Querelle du Cid, contra Corneille, a pesar de que durante un tiempo pareció ponerse a su lado.
La Querella del Cid, en 1637 supuso un giro en la carrera de Corneille, ya que lo consagró como dramaturgo y le dio gran celebridad. El amor de Rodrigo y Jimena constituyó un gran éxito, pero también dio lugar a una sonada controversia, en parte atizada por las envidias del mundillo ante el clamoroso éxito de Corneille, pero que vista con distancia, en realidad puso en marcha un debate muy esclarecedor sobre la estética contemporánea del teatro. Se acusó al autor, no de haber tomado simplemente el modelo de Guillén de Castro, sino de haber copiado la obra. También se le reprochó no respetar las reglas de oro del teatro, en cuanto a verosimilitud y coherencia temporal, además de saltarse las tres clásicas unidades de acción. En una sola jornada, por ejemplo; un día y una noche, se desarrollaban dos duelos, una batalla contra los moros y un proceso.
En 1646, Rotrou hace representar la primera de sus cuatro obras maestras, Le Véritable Saint Genest, de 1646, basada en Lo Fingido verdadero de Lope de Vega; Don Bertrand de Cabrère, de 1647, que es una tragicomedia de mérito; Venceslas, tomada de No hay ser padre siendo rey, de Rojas Zorrilla, estrenada en 1647 y la que obtuvo más éxito. Cosroès, la última, de 1649, de tema oriental, es, tal vez, la única obra estrictamente original de Rotrou.
Tristan L’Hermite (1601–1655)
Muy aplaudido en su tiempo. Su primera obra, la tragedia Mariane, en la primavera de 1636 superó el éxito de Médée y se adelantó al Cid de Corneille.
L’Hermite procedía de una familia de la que 26 miembros habían pasado por las manos del verdugo, lo que hace suponer a la crítica que pudo heredar la sangre caliente y un carácter violento sin control. Después de varios ataques y duelos fue obligado a exiliarse a Inglaterra. En 1620 participó en las campañas de Louis XIII contra los hugonotes en el sudeste de Francia y el año siguiente entró al servicio de Gaston d’Orléans, el hermano del monarca, participando en la creación de los ballets de corte.
Fue elegido para la Académie Française en 1649, pero su vida desordenada, propia del entorno de Gaston d’Orléans y su gusto inmoderado por el vino y el juego terminaron con la poca salud que le dejó la tuberculosis. Fue rápidamente olvidado después de su muerte.
Paul Scarron (1610–1660)
Contemporáneo de Luis XIII, su obra más conocida es Le Roman Comique. Scarron provenía de la nobleza de toga –su padre era Consejero del Parlamento de París–, fue séptimo hijo y nació con marcadas dificultades físicas, qué él mismo definía con minuciosa ironía. Recibió órdenes en 1629.
Aunque soy cojo,
que no muevo ni pie ni pierna
y yo que nunca he dado un paso,
tendré que alcanzar a la muerte.
Su cuerpo parecía representar la forma de la letra Z, con las rodillas dobladas hacia el estómago, la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, que no la podía enderezar y los brazos inmovilizados hasta el puño. Se desplazaba con un sillón rodante y tomaba grandes cantidades de opio que apenas suavizaban su tortura. Empezó a escribir a partir de 1643. En París y en 1652, a los 42 años se casó con una huérfana pobre de poco más de 16 años, Françoise d’Aubigné, sobrina de Agrippa d’Aubigné y futura Mme. de Maintenon –amante, primero, y después, esposa secreta de Louis XIV–, quien decía que ella le había aportado dos grandes ojos muy alegres, un hermoso busto, un par de manos bonitas y mucho ingenio. Al saber de su matrimonio, la reina Ana dijo: –¿Una mujer? Será el mueble más inútil de su casa.
Scarron abrió un salón en el Quartier du Marais, que pronto fue visitado por todos los habituales del Louvre. como Racine o Mme. de Sevigné, sobre todo gracias a su matrimonio, que lo convirtió en una fábula parisina.
Él mismo redactó su epitafio:
El que aquí yace causó más pena que envidia
y sufrió mil veces la muerte antes de perder la vida.
Caminante, no hagas ruido cuídate de despertarlo
pues es la primera vez que descansa el pobre Scarron.
Representante del ingenio burlesco en la comedia del siglo XVII, escribió el Virgile Travesti, una parodia de La Eneida; Jodelet ou le Maître valet; L’Héritier ridicule y Don Jafet d’Arménie, además de Le Roman Comique, del que publicó dos partes, dejando la tercera inacabada. Fue el inspirador del célebre Capitán Fracasse de Th. Gautier. También son de interés, L’Écolier de Salamanque; Le Marquis ridicule ou la comtesse faite à la hâte; La fausse Apparence y Le prince Corsaire, pero lo cierto es que casi toda su obra fue imitación de modelos españoles, especialmente, de Tirso de Molina y Francisco de Rojas.
Viuda ya su esposa, convertida en marquesa, se hizo católica y pasó de ser Mme. Scarron a ser la celebérrima Mme. de Maintenon, amante del rey sobre el que se dice ejerció enorme influencia, marcando asimismo la vida de la corte con su personal rigor y austeridad. Se decía que fue ella la causa de la revocación del Edicto de Nantes en 1685, el cual, provocando el éxodo masivo de los protestantes y su capital, tuvo por efecto la ruina de las finanzas y la economía francesas y el desencadenamiento de la Guerra de Sucesión Española en 1701.
Julien Bedeau, Jodelet (1591–1660)
También comediante, Jodelet desarrolló su carrera en la troupe de Molière. Desde 1620 formaba parte del Théâtre du Marais, pero, por orden del rey, pasó, en 1634 al Hôtel de Bourgogne, aunque finalmente volvió al Marais. Se convirtió en una gloria de la escena parisina. Según Henry Lyonnet era: alto, delgado, feo, con ojos pequeños y vivos, párpados gruesos, boca grande, nariz larga y cóncava y sólo tenía que aparecer en escena para despertar la risa, además de que su voz, muy nasal, lo hacía más burlesco. Se especializó en papeles de criado y terminó por crear y representar un tipo original. Trivial, glotón, poltrón, lascivo, hábilmente malvado, se reía de todo y de todos.
Se hizo tan famoso que los autores escribían obras para él, que además, fue el primero que pensó aparecer en escena bajo su propio nombre; así, hizo Jodelet ou le Maître Valet en 1645 y Jodelet duelista en 1646. D’Ouville escribió Jodelet Astrologue y Thomas Corneille, Jodelet Prince, que él también interpretó.
En la Pascua de 1659, cuando Molière se estableció en París, se propuso atraerse al excepcional cómico y lo logró, contratando también a su hermano L’Espy, del Theâtre du Marais. Pronto Molière preparó Jodelet Maître y Jodelet Prince, con el fin de atraerse también la clientela al Petit Bourbon.
Debutaron juntos en Les Précieuses ridicules, Jodelet en el personaje de Vizconde de Jodelet, que Molière creó para él. Fue la única obra que representó con la troupe del autor. Como era su costumbre, Jodelet actuó con la cara pintada de blanco, lo que suscitó –no se sabe si estaba preparado–, un parlamento de Molière en escena:
–Molière, como Mascarille–: No se sorprendan de ver al Vizconde de esta suerte; acaba de salir de una enfermedad que lo ha dejado pálido como lo veis.
–Es por las vigilias de la Corte y por las fatigas de la guerra –respondió Jodelet–, causando gran risa entre los espectadores, pues tenía fama de no soportar ni la vista de una espada.
El personaje al que Jodelet dio lugar, también interviene en el acto I del Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand.
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El 18 de noviembre de 1659, Molière presentó su primera obra parisina, Les Précieuses Ridicules, en la que él mismo hizo el papel de Mascarille. Esta pieza en un acto, destinada en principio a ser interpretada después de una tragedia y que satiriza el esnobismo y las jergas de la época, logró un enorme éxito y creó escuela, llegando a ser muy copiado. Molière la hizo imprimir a toda prisa, para que no se la robaran y le añadió un prólogo más bien provocador. Fue la primera vez que publicó.
Las Preciosas Ridículas. Grabado de Boucher
Algunos personajes de importancia, como ministros e incluso Monsieur le Prince de Condé, invitaron a Molière a representar la obra en sus casas.
Louis XIV volvía por entonces de la frontera española, a donde había ido para casarse con la Infanta María Teresa y, mientras esperaba en el castillo de Vincennes para hacer su entrada solemne en París con la joven reina, Louis XIV vio las Précieuses el 29 de julio de 1660, y el 31, la nueva obra, Sganarelle ou le cocu imaginaire –la cuarta de Molière; una pequeña comedia en un acto, basada en quidproquos. Los ingresos no alcanzaron las cifras de la obra anterior, porque toda la corte se encontraba en San Juan de Luz a causa de la boda, en el momento del estreno, pero se representó 123 veces; más que ninguna otra de sus piezas, mientras que Les Précieuses, fue representada 55 veces y después fue olvidada por la troupe.
Molière triunfaba gracias a sus propias obras, porque las tragedias que ofrecía, incluidas las de Corneille no tuvieron mucho éxito. Thomas Corneille reprochó siempre a Molière que no sabía representar tragedia y el tema se convirtió en una constante entre sus enemigos. En 1660, sus comedias ya constituían más de la mitad de las piezas de su repertorio –110, de 183– y la troupe recibió por ellas numerosas gratificaciones del rey.
El 6 de abril moría el hermano pequeño de Molière, por lo que el autor heredó el cargo de tapicero real, que mantuvo hasta su muerte, ya que solo le obligaba a asistir por las mañanas al pomposo lever du roi, durante un trimestre al año y así, en su certificado de entierro, solo se escribió Jean Baptiste Poquelin, tapicero, valet de chambre del rey; para entonces, aquel cargo daba prestigio, al contrario que el oficio de comediante.
El 11 de octubre de 1660, la troupe se encontró repentinamente sin sede, porque el teatro Petit-Bourbon iba a ser demolido para dejar espacio a la columnata del Louvre, pero unos días después, el rey le invitó a representar l’Etourdi y las Précieuses y a la semana volvió a repetir las mismas obras en casa del cardenal Mazarino, enfermo, con la asistencia del rey, que en aquella ocasión le cedió una nueva sala en el Palais-Royal.
Voltaire, en su Vida de Molière dice que tenía una volubilidad en la voz y una especie de hueco que no podía convenir al género serio, pero que hacía su juego cómico más agradable. Se sabe que su expresión no era muy fluida y sus experiencias en el género serio a menudo le resultaron negativas. En 1661, continuó representando comedia y tragedia con su grupo, formado entonces por siete actores y 5 actrices.
El 24 de junio de 1661 estrenaba La Escuela de los Maridos - L'École des maris, la sexta de su creación, de la que resultó un enorme éxito que trajo consigo un encargo de Fouquet: Molière debía escribir una obra para el rey; sería la primera que crearía para la corte. Sabiendo que Louis XIV adoraba el ballet, Molière montó una con danza y música intercaladas entre las escenas; Les Facheux, que constituyó también un gran éxito, haciendo de la temporada, una de las mejores para la troupe.
Armande Béjart, (1642-1700) de Israël Silvestre
Contrato de matrimono entre Molière y Armande Béjart. Archivos Nacionales de Francia. París.
En 1662, Moliére, en la intimidad y con los testigos imprescindibles, se casaba con Armande Béjart en St. Germain L’Auxerrois de París. Según el contrato, Armande era hermana de Madeleine, antigua amante de Molière. Un comediante rival le acusó ante el rey de tener relaciones con la hija y con la madre, pero su denuncia no prosperó, aunque quedaron dudas sobre el origen de Armande, ya que nunca se mostró su registro de bautismo. De acuerdo con los rumores, Molière no tenía necesidad de casarse, para tener relaciones con una u otra, lo que hace pensar que tal vez trató de legalizar la herencia de los posibles hijos Poquelin–Béjart.
Sobre las relaciones sentimentales de Molière y de Armande se han contado muchas cosas, pero no se sabe nada. Tuvieron tres hijos: Louis, del que el rey fue padrino, y que murió a los pocos meses; Esprit–Madeleine, que vivió hasta 1723, pero no tuvo hijos, y Pierre, que no vivió más de un mes.
Con todo y, a pesar de la prpotección real, Molière jamás se libró de las críticas más acerbas, que en la mayoría de los casos, no se ceñían a cuestiones teatrales, sino que dependían de las diferencias ideológicas que de forma contemporánea se producían en la sociedad. Molière, evidentemente, no era partidario de las prohibiciones, pues pensaba que era mejor tratar de corregir los posibles excesos en las costumbres, al modo de la antigua catarsis, que intentar arrancarlas, o proscribirlas, en la sociedad que las había producido.
En L’École des femmes, Molière ponía en tela de juicio las ideas imperantes sobre la condición de la mujer y su papel en el matrimonio cristiano. Fue un éxito inmediato y general, pero también le valió las acusaciones de inmoralidad, de impiedad y de infectar los oidos cristianos -según Bossuet-, además de que parodiaba, o lo parecía, los sermones cristianos. Se aprovechó asimismo para intentar intervenir en la vida privada del cómico, hacia la que siempre había algún reproche disponible, además de los dirigidos contra su propia condición de comediante.
Moliére sólo respondió en junio de 1663: Que digan todos los males del mundo de mis obras, estoy de acuerdo. Les dejo de todo corazón mis obras, mi imagen, mis gestos, mis palabras, mi tono de voz y mi manera de recitar […] pero ellos deben hacerme gracia de dejarme el resto […] Esta es toda la respuesta que tendrán de mi.
Tartuffe, después L'Imposteur, portada de la edición –corregida- de 1862, por Pierre Brissart.
Un marido devoto acoge en su casa a un hombre –Tartuffe–, que parece la imagen de la más perfecta devoción. El hombre se enamora de la joven esposa del devoto e intenta seducirla, pero ella le rechaza y le amenaza con decírselo a su marido, que informado por un testigo de la escena, se niega a creerla.
La ciega confianza del marido hacia el santo hombre obliga entonces a la mujer a demostrarle la hipocresía del devoto, haciéndole asistir escondido a una segunda tentativa de seducción; en consecuencia, el culpable es expulsado de la casa.
Se comprende que semejante sátira de la devoción contraria a la realidad que se esconde bajo su velo, le gustara al rey, cansado de las amonestaciones de los religiosos por su conducta y, sobre todo, por sus adulterios, pero tuvo que renunciar a permitir que Molière montara el Tartuffe. El autor no se dejó vencer; supo emplear a su favor el violento ataque de un devoto extremista y apeló al rey adoptando la postura de la víctima frente a los hipócritas a los que llamaba falsos devotos, diciendo que, lejos de haber satirizado la religión, había cumplido su función de plantear la comedia con fines morales:
El deber de la comedia es corregir a los hombres divirtiéndolos; yo he creído que en el empleo que tengo, no encuentro nada mejor que hacer que atacar por cuadros ridículos los vicios de mi siglo, como la hipocresía, sin duda, que es uno de los más comunes, de los más incómodos y de los más peligrosos…
Al final, Molière tuvo que transformar la obra, cambiando el subtítulo de L’Hypocrite, por el de L’Imposteur con el que pretendía demostrar que no había atacado a los devotos verdaderos, sino a los impostores que se hacían pasar por tales. De todas formas, la versión arreglada de 1667 también fue prohibida hasta 1669, a pesar de lo cual resultó ser su obra más representada y la que proporcionó más ingresos a la compañía.
Madeleine Béjart murió el 17 de diciembre de 1671 y fue enterrada sin objeciones, porque antes de recibir los últimos sacramentos firmó una declaración: La abajo firmante promete renunciar y renuncia desde este momento a la profesión de comediante. Para entonces disponía de una notable fortuna que legó a su hermana/hija, Armande.
Los músicos, J. B. Lully, de Mignard, del Musée Condé y Marc-Antoine Charpentier
A lo largo de nueve años, Molière y el compositor Lully –el preferido del rey-, colaboraron en el montaje de grandes fiestas reales. Previendo las posibilidades de la música en escena, Molière decidió crear óperas dentro de un estilo propio. Cuando supo que Lully había obtenido por orden real el derecho de exclusividad para la música en el teatro, Molière protestó, porque para entonces, gran parte de sus obras contenían música y ballet. Consiguió permiso para emplear seis cantores y doce instrumentistas que interpretaron nuevas piezas, en este caso, de Charpentier, pero Lully logró retener los derechos sobre toda obra teatral en la que interviniera la música.
Jean Baptiste Poquelin nunca se vio libre de ataques a lo largo de su vida artística, pero afrontó las contrariedades, incluidos los ataques dirigidos contra su persona, con el coraje y el entusiasmo que le aportaba su carácter y que volcaba en las geniales creaciones que tanta celebridad le aportaron, pero nunca sabremos como le habría afectado el hecho de verse castigado después de su trágica e inesperada desaparición y, mucho menos, cómo habría recibido los ataques que iban a producirse 246 años después, a causa de ciertas deducciones del escritor Pierre Louÿs.
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