miércoles, 19 de noviembre de 2014

Yiorgos Seferis – Γιώργος Σεφέρης: Myzistórima - Μυθιστόρημα, Poemas XIII-XXIV – Ποιήματα ΙΓ- ΚΔ´




G. Seferis. Γιάννη Ψυχοπαίδη



XIII Hydra - ΙΓ´ Ὕδρα
Δελφίνια φλάμπουρα καὶ κανονιές.

Delfines, banderolas, cañonazos. (*)
El mar, tan amargo para tu alma en otro tiempo,
lleva multicolores y resplandecientes barcos,
curvándose, los balancea, todo azul con alas blancas
tan amargo para tu alma en otro tiempo,
y ahora lleno de colores al sol.

Velas blancas, luz y remos mojados
golpean a ritmo de tambor una ola apaciguada.

Serían hermosos tus ojos si miraran
serían luminosas tus manos si se tendieran
estarían vivos como antes tus labios
frente a tal milagro
buscabas, qué buscabas frente a la ceniza
o entre la lluvia, en la niebla en el aire,
a la hora en la que se oscurecen las luces
y la ciudad se sumerge, y sobre los adoquines
te muestra su corazón el Nazareno,
¿qué buscabas? ¿por qué no vienes? ¿qué buscabas?
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(*) 



Seferis recuerda la isla de Hydra –Ύδρα, en fiestas, con banderolas en las calles y disparos de cañón, como anuncios festivos. Allí pasó algún tiempo, a finales de 1939, con el poeta Yiorgos Katsimbalis – Κατσίμπαλη, y con Henry Miller –en la fotografía que sigue,–, autor de El Coloso de Marussi, donde escribió:  Hydra se introdujo como una pausa en la partitura musical creada por un experto calígrafo. Y Yiorgos Seferis: Μερα με τη μερα ζουμε τη ζωη μας – δεν τη γραφουμε. –Día a día vivíamos la vida; no la escribíamos. La isla constituyó una fuente de inspiración inolvidable para el poeta.


Henry Miller. Fotografía de G. Seferis
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XIV - ΙΔ´
Τρία κόκκινα περιστέρια μέσα στὸ φῶς

Tres palomas rojas entre la luz
marcan nuestro destino entre la luz
con los colores y los gestos de aquellos
a los que hemos amado.


XV - ΙΕ´
Quid πλατανῶν opacissimus? (*)

Ὁ ὕπνος σὲ τύλιξε, σὰν ἕνα δέντρο, μὲ πράσινα φύλλα,

El sueño te envolvió, como un árbol de hojas verdes
respirabas como un árbol en la luz serena,
entre el diáfano manantial miré tu cara
con los párpados  cerrados y las pestañas rozando el agua.
Mis dedos en la hierba tierna, encontraron los tuyos
tomé tu pulso un instante
y sentí también la pena de tu corazón.

Bajo el plátano, cerca del agua, entre los laureles
el sueño te desplazó y te dispersó
en torno a mí, a mi lado, sin que pudiera tocarte entera
mezclada con tu silencio
viendo como tu sombra que crecía y menguaba
se perdía entre otras sombras, en algún otro
mundo que se aleja de ti y te retiene.

La vida que nos dieron para vivir, la vivimos.
Apiádate de aquellos que esperan con tanta paciencia
perdidos entre los negros laureles bajo los pesados plátanos,
y de esos solitarios que hablan a las cisternas y a los pozos
y se ahogan entre los remolinos de su voz.
Apiádate del compañero que compartió nuestras privaciones y sudores
y se sumerge en el sol como un cuervo más allá de los mármoles
sin esperanza de ganar nuestra recompensa.

Danos, además del sueño, la serenidad.
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(*) Cita de Plinio El Joven. Epistularum liber I. Gaius Plinius Caecilius Secundus. 3 C. Plinio el Joven: Epístolas, I–3:

Plinius Caninio Rufo suo s. 

Quid agit Comum, tuae meaeque deliciae? quid suburbanum amoenissimum, quid illa porticus verna semper, quid platanon opacissimus…

C. Plinio saluda a su estimado Caninio Rufo

¿Qué está pasando en Como, deleite tuyo y mío? ¿Qué en la amenísima residencia junto a la ciudad, en ese pórtico siempre en primavera y en el umbroso platanar? … Por qué no te dedicas, en ese profundo y fértil retiro al trabajo intelectual? Esta sea tu ocupación, este tu ocio, esta tu actividad, esto sea tu descanso, en esto se apoye tu vigilia, en esto también tu sueño. Construye algo que sea para siempre tuyo. En efecto, tus demás propiedades, después de ti, caerán en suerte a uno u otro dueño; pero esta no dejará nunca de ser tuyo una vez que has empezado. Sé a qué espíritu, a qué inteligencia estoy dando ánimo; esfuérzate sólo en valorarte tanto cuanto aparecerás ante los demás, si tú mismo te valoras. Vale.
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XVI - ΙΣΤ´
ὄνομα δ᾿ Ὀρέστης
su nombre es Orestes.
Sófocles, Electra, 694

Στὴ σφενδόνη, πάλι στὴ σφενδόνη, στὴ σφενδόνη,

En el fondo, otra vez en el fondo, en el fondo,
tantas vueltas, tantos ciclos de sangre, tantas negras
filas. Gente que me mira
que me mira cuando sobre el carro
levanto la mano radiante, y me aclaman.

La espuma de los caballos me golpea, cuándo llegarán?
los ejes chirrían, se calientan, cuándo arderán?
Cuándo se romperán las riendas, cuándo las botas
pisarán con toda su anchura sobre la tierra
sobre la suave hierba, entre las amapolas, allí donde
en primavera, cortabas una margarita.
Eran hermosos tus ojos pero no sabías dónde mirar
no sabía dónde mirar yo mismo, sin patria
yo, que lucho aquí mismo, cuántas vueltas;
y siento cómo las rodillas se doblan sobre el eje
sobre las ruedas, sobre la pista silvestre,
las rodillas se doblan mejor cuando lo quieren los dioses, 
nadie puede escapar, para qué quieres la fuerza? no puedes
escapar de ese mar que te meció y al que buscas
en esta hora de lucha, entre el resoplar de los caballos,
entre las cañas que cantaban en otoño al estilo de los lidios
al mar que no volverás a alcanzar aunque corras
ni aunque vuelvas ante las sombrías Euménides que se aburren
sin remisión.


XVII - ΙΖ´ Ἀστυάναξ - Astianacte
Τώρα ποὺ θὰ φύγεις πάρε μαζί σου καὶ τὸ παιδὶ

Ahora que te vas, lleva contigo también al niño
que vio la luz bajo aquel plátano
una día que resonaban las trompetas y relucían las armas
y los caballos sudorosos se inclinaban rozando
la verde superficie del agua
del estanque con sus húmedas narices.

Los olivos con las arrugas de nuestros mayores
las piedras con la sabidurías de nuestros mayores
y la sangre de nuestro hermano vivo en la tierra
era una alegría poderosa, una norma valiosa
para las almas que conocían su plegaria.
Ahora que te vas, ahora que el día del plazo
se cumple, ahora que nadie sabe
a quién matará ni cómo terminará,
lleva contigo al niño que vio la luz
bajo las hojas de aquel plátano

y enséñale a conocer los árboles.


XVIII - ΙΗ´
Λυποῦμαι γιατὶ ἄφησα νὰ περάσει ἕνα πλατὺ ποτάμι

Lamento haber dejado pasar un ancho río
entre mis dedos
sin haber bebido ni una gota.
Ahora me hundo en la piedra.
Un pino joven sobre la roja tierra
no tengo más compañía.
Lo que amé, se perdió con las casas
que aún eran nuevas el verano pasado
y se derrumbaron con el viento del otoño.


XIX - ΙΘ´
Κι ἂν ὁ ἀγέρας φυσᾶ δὲ μᾶς δροσίζει

Aunque el viento sopla no nos refresca
aunque la sombra se estreche bajo los cipreses
y alrededor todo es altas montañas

nos pesan
los amigos que ya no saben cómo morir.


Κ´ [ΑΝΔΡΟΜΕΔΑ] – XX [ANDRÓMEDA]
Στὸ στῆθος μου ἡ πληγὴ ἀνοίγει πάλι

Dentro de mí se vuelve a abrir la herida
cuando caen las estrellas y se confunden con mi cuerpo,
cuando cae el silencio sobre los pasos de los hombres

Estas piedras sumergidas en los siglos, hasta dónde me llevarán?
El mar, el mar, ¿quién podrá agotarlo?
Veo las manos cada mañana, haciendo señas al buitre y al halcón
atado a la roca que se ha hecho mía con la pena,
miro los árboles que respiran la sombría paz de los muertos
y también la sonrisa, inmutable, de las estatuas. 


ΚΑ´- XXI
Ἐμεῖς ποὺ ξεκινήσαμε γιὰ τὸ προσκύνημα τοῦτο

Nosotros, que empezamos esta peregrinación
contemplamos las estatuas destruidas
olvidamos y dijimos que no se pierde la vida tan fácilmente
que es la muerte un camino inexplorado
y tiene su propia justicia
que cuando morimos de pie
hermanados con la piedra
unidos por la dureza y la debilidad
los antiguos muertos superan su ciclo y renacen
y sonríen en una clama extraña.


ΚΒ´ - XXII
Γιατί περάσαν τόσα καὶ τόσα μπροστὰ στὰ μάτια μας

Porqué pasan tantas y tantas cosas ante nuestros ojos
que nuestros ojos no ven nada, sino más lejos
y detrás la memoria como esa vela blanca una noche, en un redil
donde vimos extrañas imágenes, aún más que tú,
llegar y desaparecer entre las inmóviles hojas de un pimentero
porque conocíamos muy bien este destino nuestro
errando entre las piedras rotas, tres o seis mil años
buscando entre los edificios destruidos que igual serían nuestras casas
intentando recordar cronologías y hechos heroicos
podremos?
porque estuvimos unidos y dispersos
y superamos dificultades que decían inexistentes,
y perdidos, volvimos a encontrar un camino lleno de ciegos batallones
hundiéndonos en los pantanos y en el lago de Maratón
¿podríamos morir normalmente?


ΚΓ´ -XXIII
Λίγο ἀκόμα

Un poco más
y veremos florecer los almendros
los mármoles brillar al sol
el mar en oleaje

un poco más,
elevémonos un poco más alto.


ΚΔ´ - XXIV
Ἐδῶ τελειώνουν τὰ ἔργα τῆς θάλασσας, τὰ ἔργα τῆς ἀγάπης.

Aquí terminan las obras del mar, las obras del amor.
Aquellos que algún día vivirán aquí donde nosotros terminamos
si llega a oscurecerse en su memoria la sangre y se desborda
que no nos olviden, almas débiles entre los asfódelos,
que vuelvan hacia el Erebo las cabezas de las víctimas (*):

Nosotros que nada tuvimos les enseñaremos la paz.



Δεκέμβρης 1933 - Δεκέμβρης 1934

Diciembre 1933 – Diciembre 1934
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(*) Odisea, Canto X, 527: …ofréndales un cordero y una oveja negra, que volverás hacia el Erebo, pero tú, vuélvete y mira a la corriente del río. Entonces vendrán en multitud las almas de los difuntos.
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