Boccherini tocando el violoncello, Pompeo Batoni?, c. 1764–1767
National Gallery of Victoria, Melbourne, Australia.
Luigi Boccherini. Nacido en Lucca, Toscana, el 19 de febrero de 1743, a los 25 años -1768- viajó a la Corte de Madrid, presumiblemente, siguiendo a la Compañía de Ópera de Luigi Marescalchio, de la que formaba parte la soprano Clementina Pelliccia, de la que Luigi se habría enamorado y con la que pronto se casaría.
Programa de 1769; actuación en el Real Sitio de San Ildefonso.
Ya en Madrid entró al servicio del Infante don Luis, que sería su patrón y mecenas.
Al fallecer los dos hijos del matrimonio de Felipe V y María Luisa de Saboya, tras de haber ocupado ambos el trono sucesiva y brevemente, era coronado a su vez, Carlos III, hijo mayor del segundo matrimonio del monarca -con Isabel de Farnesio-. Don Luis Antonio de Borbón, fue el quinto hijo de este segundo matrimonio.
En 1769, al año de su llegada a Madrid, Boccherini fue nombrado Violonchelista y Compositor de la Capilla del Infante don Luis Antonio de Borbón y hacia 1770 empezó a componer música de cámara, cuartetos y quintetos para cuerda que escribía e interpretaba con técnicas completamente originales.
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La familia real española
Familia de Felipe V. Van Loo, 1743. Museo del Prado
Carlos III, anteriormente rey de Nápoles y Sicilia, como se sabe, se había casado en 1738 con María Amalia de Sajonia y tuvieron trece hijos entre 1740 y 1757, de los que sobrevivieron ocho, si bien, ninguno de ellos había nacido en España, un detalle que pesaría siempre sobre la vida del Infante don Luis a partir de 1759, año en que Carlos III se convirtió en rey de España.
Siete años después, en 1776, el Infante Luis Antonio de Borbón, fue obligado a contraer matrimonio morganático con María Teresa de Vallabriga, lo que conllevaría su salida de la Corte, así como la renuncia explícita a cualquier reclamación sobre la Corona. Con ello trataba Carlos III de evitar la posibilidad de que se reprodujera, una vez más, la lucha entre hermanos, por la herencia real, en perjuicio de su propia descendencia. El Infante, pues, abandonó el Palacio Real de Madrid, para instalarse definitivamente en Arenas de San Pedro; Ávila, donde transcurriría aquella especie de destierro encubierto de la capital y donde se trasladó asimismo su Capilla y, naturalmente, Boccherini.
El Infante don Luis entre sus padres. Van Loo. Prado. Fragmento
En 1785 fallecía Clementina Pelliccia en aquel dorado retiro, seguida unos meses después, por el propio Infante y Mecenas, don Luis. Bocherini, viudo y habiendo perdido su medio de subsistencia, volvió a Madrid, con sus seis hijos: Joaquina, Luis Marcos, José Mariano, María Teresa, Mariana e Isabel.
Su fortuna pareció tomar un rumbo mejor cuando recibió el nombramiento de Compositor de la Corte de Federico Guillermo II de Prusia, cargo que no le obligaba a residir en Berlín –ciudad que jamás visitó–, puesto que sólo debía enviar regularmente sus composiciones a aquella corte.
Recibió asimismo la protección de María Josefa Pimentel, Duquesa de Osuna y Condesa de Benavente (1752–1834), única hija superviviente y, por tanto, heredera de la inmensa fortuna familiar, casada con su primo Pedro Alcántara Téllez-Girón y Pachecho, en 1771.
Los Duques de Osuna y sus hijos. Goya, 1788. Museo del Prado
En 1783 la duquesa decidió construir en las afueras de Madrid –en la zona hoy conocida como Alameda de Osuna–, un sencillo palacio que sería decorado por pintores a los que, como a Goya, siempre brindó su protección. El palacete, al que llamó Mi Capricho, debía albergar su gran biblioteca –era muy aficionada a la lectura–, y que finalmente también se convertiría en depósito de numerosas e importantes pinturas del genial pintor. Años después, los herederos de la Casa pretendieron abrir la biblioteca al público, pero no se les permitió, porque había libros que aparecían en el Índice.
El Capricho
En 1798 el ya rey, Carlos IV nombró a Pedro de Alcántara, marido de la duquesa, embajador en Austria. Dos años después, volviendo de Viena, el matrimonio tuvo que detenerse en un París inmerso en la Revolución, durante más tiempo del esperado, hasta que el duque contrajo una grave enfermedad que los obligó a acelerar su retorno a España, donde, finalmente, fallecería en 1807.
Pero entre tanto, la obligada estancia en París había permitido a la duquesa familiarizarse con los más recientes autores, como Walter Scott o Fenimore Cooper, a los que ella mismo dio a conocer en España. También protegió a inventores y científicos, así como a escritores, como Tomás de Iriarte, don Ramón de la Cruz y Leandro Fernández de Moratín, con algunos de los cuales mantuvo correspondencia, que hoy se conserva.
La Condesa sobrevivió a su marido 27 años, durante los cuales, educó y preparó el futuro de sus hijos, el mayor de los cuales, Francisco de Borja, falleció muy pronto. Doña Josefa mantuvo su actividad de mecenazgo hasta el día de su fallecimiento, el 5 de octubre de 1835, en su casa de la Cuesta de la Vega, en Madrid, pasando su herencia a manos de su nieto Pedro Alcántara Téllez Girón.
La Duquesa de Osuna y Condesa de Benavente. María Josefa Pimentel. Mecenas de Boccherini. Goya, 1785. Fundación Bartolomé March, Palma de Mallorca
Por lo que respecta a Boccherini, perdió la protección de la duquesa, coincidiendo con el fallecimiento de Federico Guillermo II de Prusia, en 1797. Quedaba el compositor, no sólo sin medios para sostener su arte, sino, su propia vida, así como la de sus hijos y su segunda esposa, a quienes perdería sucesivamente. Durante aquel período pudo contar con la ayuda del Embajador francés, Luciano Bonaparte, lo que le permitió salir de las dificultades en que se encontraba, aunque siguió sumido en una terrible soledad y tristeza, como veremos, que no pudo superar. Falleció el 28 de mayo de 1805, a los 62 años.
Boccherini, c. 1768. Propiedad del Dr. Gerhard Christmann, Budenheim, Alemania
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EL MECENAS • El Infante don Luis
Jean Ranc, 1731: Retrato del infante-cardenal Luis Antonio de Borbón y Farnesio. Museo del Prado
Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio nació en el palacio del Retiro de Madrid.
El 27 de enero de 1729 la familia real se trasladaba a Sevilla en un intento de mejorar la salud mental del monarca, Felipe V, algo que parece que se logró, aunque sólo momentáneamente. Desde allí, en 1731 salió su hijo Carlos hacia Italia donde debía reinar sobre los ducados de Parma, Plasencia y Toscana. Don Luis tenía entonces 4 años, y sólo volvió a ver a su hermano cuando este regresó a España, 28 años después, ya como Carlos III.
En 1733 vuelven a Madrid y se instalan en el real Sitio de Aranjuez, donde transcurrió la infancia de don Luis. A los 7 años pasaba del cuidado de las mujeres a la tutoría del marqués Aníbal Scotti que se encargó de su formación, humanística esencialmente.
Más o menos incorporados los hermanos mayores a diversas tareas de gobierno, y casadas las hermanas, parece que a don Luis no le quedaba sino la carrera eclesiástica, de modo que, cuando en 1734 falleció el arzobispo de Toledo, Isabel de Farnesio pensó en aquel obispado para su pequeño don Luis.
El 10 de noviembre de 1735, Luis era nombrado administrador perpetuo de la diócesis toledana y el 9 de diciembre siguiente obtenía el capelo cardenalicio.
Louis Michael van Loo: Infante Don Luis, Arzobispo de Toledo, Primado de España. Museo del Prado
En 1737 Felipe V recaía en sus angustias y pérdidas mentales, por lo que la reina contrató al gran Farinelli, que logró serenar el ánimo del monarca en sus horas más difíciles, obteniendo una recuperación llamativa en el verano de aquel año. El cantante se convirtió en la sombra del rey.
En 1740 don Luis fue hecho arzobispo de Sevilla.
Isabel Farnesio se ocupaba de todo, como siempre había hecho, y don Luis, nada inclinado por la carrera religiosa –nunca fue ordenado–, se dedicaba a la caza, su entretenimiento favorito.
Felipe V falleció en 1746 y la viuda Farnesio hubo de retirarse de la corte, donde, de pronto, ya nadie quería que siguiera imponiendo sus personales criterios en todo cuanto sucedía. Se trasladó al Real Sitio de La Granja con don Luis, que tenía 29 años; María Antonia e Isabel de Francia, la esposa de su hijo Felipe. En 1749 María Antonia se casó con Víctor Amadeo de Saboya, heredero de Cerdeña y don Luis se quedó sólo con su madre.
En 1754 comunicó su deseo de casarse a su hermano, Fernando VI, entonces rey, asegurándole que aspiraba a una mayor tranquilidad de su espíritu y seguridad de su conciencia.
El rey accedió a la propuesta y el Papa aceptó su renuncia, por la cual se le permitió ese año abandonar la carrera eclesiástica. Años después escribía a su hermano Carlos III: Debo confesaros que el único motivo que tuve, en otros días para renunciar al gobierno de las mitras, fue la íntima convicción en que estaba de que no tenía vocación para el estado eclesiástico, y antes bien, de sentirme con inclinaciones incompatibles de aquel santo estado.
Infante Don Luis de Borbon. Anton Raphael Mengs, c. 1776.
Cleveland Museum of Art. Ohio
En 1756 moría Bárbara de Bragança, la esposa de Fernando VI, quien, igual que su padre, cayó en una profunda e inactiva melancolía que fue degenerando y que llegó a mezclarse con intentos de suicidio. Por aquel tiempo, ya sólo hablaba con don Luis.
Murió el 10 de agosto de 1759 habiendo declarado heredero a su hermano Carlos VII, rey de Nápoles y Sicilia, que reinaría en España como Carlos III. De momento la viuda Farnesio volvió a ocuparse de la regencia.
En cumplimiento del Tratado de Aquisgrán, Carlos debía abdicar en Italia para acceder al trono de España, y debía hacerlo en la persona de su hermano, Felipe I duque de Parma, pero él prefería siempre anteponer a sus hijos; aunque en este caso el correspondiente, era Felipe de Calabria, que sufría un retraso intelectual notorio. Pensó entonces en Fernando, aún menor. Entre Felipe y Fernando, Carlos IV ya estaba destinado a heredar la Corona de España.
Para el 19 de julio de 1579, Carlos III era ya rey de España y Carlos (IV) el heredero. Carlos III sabía que se podía alegar sus hijos no podían sucederle en base a la ley dictada por Felipe V, según la cual, para acceder al trono de España, era imprescindible ser nacido y criado en España, por lo tanto, habiendo nacido sus hijos en Italia, la Corona correspondería precisamente, a su hermano, el infante don Luis, él sí, nacido y criado en España.
Muerta María Amalia de Sajonia -en palabras de Carlos III, aquel fue el único disgusto que le causó en su vida-, el monarca viudo y don Luis volvieron a compartir cacerías y otros entretenimientos, pero el hermano, pronto observó que se le cerraban todas las puertas de un modo u otro, temiendo que reclamara sus derechos. Aunque era Maestre de las Órdenes Militares, entre otras cosas, no disponía de patrimonio, pero sí de fondos y empezó a reorganiar sus inversiones.
En 1761 compró el Señorío de Boadilla y otras tierras de Boadilla y Pozuelo de Alarcón. En 1761 compró el Condado de Chinchón a su hermano Felipe, que se había convertido en duque de Parma. El condado comprendía, además del castillo de Chinchón, diversas propiedades en Morata de Tajuña, San Martín de la Vega, Colmenar de Oreja, Villaconejos, Villaviciosa de Odón y Boadilla del Monte, donde encargó al arquitecto Ventura Rodríguez el famoso palacio de su nombre. Esta residencia le permitió mantener sus aficiones: caza, ornitología y el cultivo de las artes, las letras y las ciencias, patrocinando a músicos como Boccherini y pintores como Francisco de Goya, Luis Paret y Alcázar o Charles Joseph Flipart.
Don Luis. A.R. Mengs, 1769. Museo de Arte de San Diego
Así pues, contrató a Ventura Rodríguez, que le construyó el Palacio de Boadilla en 1765 y allí empezó su gran colección de pinturas, libros, muebles, etc. e hizo del lugar una pequeña corte ilustrada a la que acudían los artistas más famosos del momento.
Tras el famoso Motín de Esquilache -una anécdota que debía afirmar la negativa popular a cualquier tipo de reforma-, Carlos III se instaló en Aranjuez y allí fue donde falleció Isabel de Farnesio, la viuda de Felipe V, legando a don Luis muchos objetos valiosos además de su propia colección de pinturas, que aquel llevó a Boadilla.
Para entonces, don Luis, que tenía prohibido casarse, empezó a dar muestras de intensa actividad sexual, teniendo hijos con algunas mujeres del pueblo, a las que después alejaba sin contemplaciones.
Desde 1757 el pintor genovés Francesco Sasso que había sido maestro de don Luis en la Granja, se convirtió en su pintor de cámara.
A partir de 1774 Paret y Alcázar, consiguió también el mecenazgo y hasta la amistad de don Luis, a quien acompañaba y ayudaba en sus salidas amorosas, pero sólo hasta que lo supo Carlos III que, aconsejado por su confesor, llamado Eleta, pero apodado Alpargatilla, desterró al pintor a Puerto Rico en 1775
Paret y Alcázar 1780 autorretrato. Prado
El infante don Luis tiene una predilección muy violenta por las mujeres. Hace tres o cuatro años que el rey, su hermano, informado de estas citas secretas, trató d poner fin a ello sin escándalos; el infante se hizo de una cierta enfermedad muy común en España y todo pasó bien; pero este príncipe, impulsado por su temperamento, se había buscado los medios para disponer de tres muchachas a las que veía alternativamente durante los días de caza en el bosque, en los momentos en que estaba alejado del rey, a quien acompañaba siempre… en cuanto a las muchachas y sus parientes, han sido echados y perseguidos. (Carta del Embajador de Francia en Madrid).
Don Luis se disculpó apenas e insistió en que deseaba casarse.
En todo caso, Carlos III se vio obligado a pensar en que tal vez debía hacerlo, de modo que le propuso a su propia hija, la mayor, pero el proyecto fracasó y, ante la falta de alternativa, decretó que don Luis se casaría con una mujer que no fuera de sangre real y que su hermano renunciara a todos sus posibles derechos, precisamente por esa causa.
No permitiendo las circunstancias actuales proporcionar matrimonio al Infante don Luis mi hermano con persona igual a su alta esfera… Vengo a concederle permiso para que pueda contraer matrimonio de conciencia, esto es, con persona desigual, según él me lo ha pedido…
Las familias nobles corrieron a ofrecer a sus hijas, y la suerte recayó en una sobrina del Marqués de San Leonardo, quien la definió como de buena cara, buena índole, sino recogimiento, mucho entendimiento, mucha inocencia y gran educación.
La elegida, María Teresa de Vallabriga y Rozas, era aragonesa y huérfana, y había nacido el 6 de noviembre de 1659 -32 años más joven que don Luis-. Para sellar el compromiso, don Luis le regaló un collar de 1.114 diamantes.
Don Luis debió asimismo, abandonar la corte y aceptar que sus hijos fueran privados de cualquier honor o distinción, renunciando, incluso al apellido de su padre.
Se casaron en Olías del Rey –villa próxima a Toledo- el 27 de junio de 1776 con aquella María Teresa de Vallabriga y Rozas (1758–1820), hija de Luis de Vallabriga, mayordomo de Carlos III, y de María Josefa de Rozas y Melfort, III Condesa de Castelblanco.
Iniciaron así una vida itinerante fuera de la corte, residiendo en diversos lugares en torno a la capital del reino y, por último, en Arenas de San Pedro, donde se hizo construir un palacio, el mismo en el que Boccherini compondría su celebérrima Música nocturna de las calles de Madrid, inspirado, al parecer, por la similitud entre aquella tierra y la de su Toscana natal.
Goya, 1783. Don Luis y María Teresa. Museo del Prado
Ya instalados en el palacio de Villena, en Cadalso de los Vidrios, nació su primer hijo, Luis María, el 22 de mayo de 1777. El año siguiente fijaron su residencia en Arenas de San Pedro, donde el infante podía disfrutar de la caza -que era su segunda afición-, y allí nació un segundo hijo, Antonio, el 6 de marzo de 1779, pero falleció muy pronto.
En 1780 empezaron las obras del palacio de La Mosquera. El 26 de noviembre de 1780, nacía su hija María Teresa Josefa, y el 6dejunio de 1783, María Luisa Fernanda.
En 1783 se fueron a vivir al nuevo palacio de Boadilla del Monte. Don Luis iba frecuentemente a Madrid, y se veía con Carlos III, pero su mujer y sus hijos no eran recibidos en palacio.
Palacio de don Luis en Boadilla del Monte
No se sabe si fue Ventura Rodríguez o Floridablanca quien llevó a Goya a su casa, pero el pintor hizo amistad con el infante y a lo largo del año 1783 realizó varios retratos familiares, más 7 cuadros que el año siguiente pasaron a engrosar la colección de don Luis. A través de él, Goya empezó a recibir encargos en la corte.
Con el tiempo se deterioraron las relaciones entre el matrimonio, al parecer a causa de la amargura de ella por el rechazo del rey.
…es muy regular que a S. A. le haya precisado a hacer las vajezas que acostumbra, como pedir perdón de rodillas, con los demás, que con harto dolor mío, he presenciado otras veces. –Escribió a Floridablanca el confesor de don Luis, Fr. Urbano de Arcos.
La familia del Infante don Luis. Goya, 1784.
Fondazione Magnani-Rocca. Mamiano di Traversetolo, Parma
Tuvieron tres hijos.
Luis María de Borbón y Vallabriga (1777–1823), XIV conde de Chinchón, arzobispo de Toledo y cardenal. Fue el único miembro de la familia que se quedó en España durante la Guerra de la Independencia, siendo presidente de la Regencia instaurada por las Cortes de Cádiz en 1808, hasta la llegada de su primo Fernando VII. Fue enterrado en la catedral de Toledo.
Cardenal Vallabriga. Museo de Arte de Sao Paulo
María Teresa de Borbón y Vallabriga (1780–1828) XV Condesa de Chinchón, por renuncia de su hermano y I Marquesa de Boadilla del Monte. Andando el tiempo, esta hija recuperó para la familia el apellido Borbón y el tratamiento de Altezas Reales, al casarse con Manuel de Godoy, llamándose pues, su hija, Carlota Luisa de Godoy y Borbón.
María Teresa de Borbón y Vallabriga. Goya
María Teresa de Borbón y Vallabriga. Goya. Museo del Prado
María Luisa de Borbón y Vallabriga (1783–1846), que casó con Joaquín José de Melgarejo y Saurín, duque de San Fernando de Quiroga, pero no tuvieron hijos.
María Luisa de Borbón y Vallabriga.Goya. Uffizi
Don Luis vivió y murió en la infelicidad, a causa del permanente disgusto que causaba a su esposa el exilio de la Corte. Además, tal como él temía, a su muerte, el rey se apresuró a dispersar a su familia, recluyendo a la viuda en Zaragoza, a las hijas en un convento de Toledo y dejando al hijo varón a disposición del cardenal Lorenzana.
Aspecto del Palacio de La Mosquera, en Arenas de San Pedro
Falleció el Infante don Luis en Arenas de San Pedro el 7 de agosto de 1785 y no se cumplió su deseo explícito de ser enterrado en Boadilla, sino que, con el tiempo, sus restos mortales fueron depositados en el Panteón de Infantes del monasterio de El Escorial.
El destino de sus hijos cambiaría de orientación cuando Carlos IV y María Luisa de Parma, ascendieron al trono de España; de ellos nos ocuparemos en la entrada siguiente.
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EL COMPOSITOR • Al servicio de DON LUIS • 1770 - 1785
En 1770, durante la jornada real en Aranjuez, el infante don Luis había contratado a Boccherini como violonchelista de su orquesta privada y, más tarde, como su compositor de cámara, permaneciendo el compositor en esos puestos hasta la muerte del infante, en 1785, pero esos 15 años al servicio de este miembro singular de la familia real, no supusieron una rutina, dependiendo de la fortuna del Infante, antes y el después de su boda en 1776.
Desde 1770 hasta su matrimonio en 1776, don Luis llevó una vida dependiente de la Corte, acompañando a su hermano en las jornadas anuales por los Reales Sitios, seguido siempre por por su numerosa servidumbre, entre la que se contaba grupo de cámara.
Por entonces cuando Boccherini conoció y entabló amistad con la familia Font, intérpretes de cuerda procedentes de Barcelona que servían también al infante. De esta amistad y colaboración profesional saldría una gran composición, el Quinteto de cuerda con dos violoncelos, y todo parece indicar que fue el cuarteto formado por Francisco Font, violista y padre de Antonio, Pablo y Juan, que tañían diversos instrumentos de cuerda indistintamente, lo que sirvió de base a Boccherini, que solía unirse a ellos con su violoncello.
Por entonces, don Luis había encargado al arquitecto Ventura Rodríguez la restauración del palacio de Boadilla del Monte, construido años antes por Antonio Machuca, que se convertiría en la residencia habitual del infante y en la que llevó a cabo su mecenazgo en favor de pintores, escultores, músicos, bibliotecarios, etc., que pondrían su nombre en la Historia del Arte.
Se cree que el hombre que observa la partida de cartas del Infante don Luis, en la pintura de Goya, podría ser Boccherini
Aquel palacio fue testigo de una gran actividad musical, aunque también se dedicaba a la caza. Allí creó Boccherini, en 1771 uno de los quintetos con dos violoncellos, en el que se oyen trinos de pájaros y trompas de caza, en homenaje a los gustos de su mecenas; es el Quinteto en Re Mayor, Op. 11, nº 6, G. 276, que lleva el subtítulo de, La Pajarera -L'uccelleria.
Pero la dolce vita en Boadilla se acabó cuando el infante se vio forzado a buscar una esposa plebeya, y a alejarse de la Corte, todo ello como consecuencia de un injustificable recelo de Carlos III sobre la sucesión, al que don Luis, al parecer, nunca había dado pábulo.
Así pues, tras la boda de don Luis con María Teresa Vallabriga, en junio de 1776, empezó el destierro, y el matrimonio se instaló sucesivamente en Cadalso de los Vidrios, Talavera o Velada, asentándose finalmente en la villa de Arenas de San Pedro, en Ávila.
Para la celebración de la boda, Boccherini, que había decidido acompañar a su patrón al destierro, le obsequió con la Serenata en Re Mayor, G.501, como suite para orquesta.
Page de titre de l'édition La Chevardière des Quintettes avec flûte de L. Boccherini
En los 9 años que pasó lejos de la Corte, Boccherini compuso la mayoría de su personalísima colección de quintetos de cuerda con dos violoncelos, así como numerosos cuartetos, sinfonías, tríos, etc., y una primera versión de su Stabat Mater.
La placidez, la monotonía y, posiblemente, el tedioso ritmo de vida en Arenas habría de proporcionarle al compositor algunas compensaciones. Por un lado, su familia fue creciendo en un ambiente seguro, llegando a tener siete hijos, si bien uno de ellos murió siendo muy pequeño.
Esa seguridad, con un buen salario, y, quizá, las escasas oportunidades para gastarlo, permitieron al músico ahorrar lo suficiente, para invertir en acciones del Banco de San Carlos, recién creado en 1782, que proporcionaron al compositor notables ganancias, que le permitirían, más adelante, afrontar el cúmulo de desgracias que trastocaron toda su vida, a partir de la primavera de 1785.
Ese año, a primeros de abril se produjo la inesperada muerte de su esposa, Clementina, y en agosto, la del propio don Luis. Boccherini quedaba viudo, con seis hijos de corta edad y sin mecenas.
De vuelta en Madrid, sus rentas financieras, le permitieron vivir holgadamente con sus hijos durante más de dos años. A partir de entonces, la Casa Real le concedió una pensión que percibió hasta el final de su vida. Acto seguido, entró al servicio de los Condes-Duques de Benavente-Osuna, también con un notable sueldo, que, sin embargo, sólo percibió a lo largo de los dos años siguientes.
Pero fue entonces cuando el rey de Prusia, Federico Guillermo II, le nombró compositor de cámara en 1786, cargo que el músico mantuvo hasta el fallecimiento de aquel, en 1797.
En aquellas circunstancias, Boccherini decidió volver casarse, esta vez, con María Pilar Joaquina Porreti, hija de un famoso violonchelista. Con ella volvió la Musa; Boccherini pasó los siguientes diez años componiendo sin pausa, y convirtiendo aquella etapa, quizás, en la más productiva de su vida, que a la vez discurría por cauces serenos, sin sobresaltos ni dificultades. Su estilo se diversificó y compuso una notabilísima serie de doce Arie Accademiche para soprano y orquesta.
Entre tanto, seguía componiendo para Federico Guillermo II, pero vio afectada su creación y el envío de su obra, a causa de la Revolución desencadenada en 1789. Sin embargo, pronto se restablecieron las relaciones entre Francia y España, durante el ministerio del Conde de Aranda y la vida y la creación musical, volvieron a fluir.
En mayo de 1796, fallecía su hija mayor, Joaquina, y el año siguiente, el sucesor de Federico Guillermo II, suspendía los pagos que hasta entonces percibía el compositor, lo que supuso para él un importante trastorno.
Vino a salvar sus dificultades el Marqués de Benavent, un noble catalán, aficionado a la guitarra, que le encargó composicones originales, y las pagaba con rumbo, hasta que, al parecer, perdió una gran fortuna en relativamente poco tiempo, lo que, naturalmente, le obligó a suspender sus encargos.
Para Benavent compuso Boccherini la serie de Quintetos de cuerda con guitarra -G. 445 a 453-, y la Sinfonía Concertante -G.523-, que era transcripción del Quinteto Op.10, nº 4 -G.268-, de 1771, inspirado, a su vez, en el Concerto Grande, Op.7 (G.491), de 1768.
En el verano de 1796, recibió una carta del editor, compositor y fabricante de pianos, Ignaz Pleyel, quien, también le encargó nuevas partituras, que Boccherini creó para él durante tres años. Se conserva una carta fechada el 20 de junio de 1799, de acuerdo con la cual, además de la ruptura de sus acuerdos, se deja ver que las relaciones entre ambos personajes, eran muy tensas.
Lucien Bonaparte, fue nombrado por entonces embajador plenipotenciario en España, y aunque, no permaneció ni un año completo, el de 1801, en aquel cargo, encargó a Boccherini la organización y dirección de sus veladas musicales, tarea que le fue muy bien recompensada económicamente, además de que Bonaparte le facilitó el acceso a personas que podían encargarse de la publicación de sus obras, lo que explica que algunas de las creaciones de aquella época, lleven la dedicatoria À la Nation Française.
Tras la marcha de Bonaparte a finales de 1801, Boccherini, enfermo, vio cómo las dificultades se multiplicaban a su alrededor.
En julio de 1802, moría su hija Mariana. Puesto que, la mayor, Joaquina había muerto en 1796, y que los hijos varones ya no vivían en casa –Luis Marcos era sacerdote y Joseph Mariano, archivero en la casa de la condesa de la Oliva-, los Boccherini, con sus hijas María Teresa e Isabel, se mudaron a una casa en la calle del Prado, donde, antes de acabar el año, fallecía también la hija menor, Isabel. Sólo quedaba en casa María Teresa.
A principios de 1803, Boccherini recibió la visita de la pianista francesa Sophie Gail, a la que regaló una copia manuscrita de la partitura de la primera versión del Stabat Mater, G. 532, para soprano y orquesta. Sophie explicaría más tarde, que había encontrado a un Bocherini muy envejecido, y que parecía triste y enfermo.
Lo cierto es, que si bien los fragmentos del último Cuarteto, inacabado, que registró como Op. 64, nº 2, están llenos de vitalidad, Boccherini estaba en realidad muy cansado, y profundamente abatido por el fallecimiento, en julio de 1804, de María Teresa, la única hija que le quedaba. María Pilar Joaquina,su segunda esposa, falleció asimismo, en enero del año siguiente, quedando Boccherini completa y dolorosamente solo.
En tales circunstancias y, habiendo trasladado de nuevo su residencia a lo que hoy es el barrio de Lavapiés, en la calle Jesús y María, de Madrid, fallecía Luigi Boccherini, el 29 de mayo de 1805, a los 62 años.
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