lunes, 16 de marzo de 2020

Olimpo II a ● Ares ● Atenea




Relieve helenístico del siglo I aC. Walters Art Museum, Baltimore, Maryland

ORDEN ENTRADAS: 
                  I: 1/4 Zeus, Hera, Poseidón y Afrodita
                  IIa: 5/6 Ares y Atenea. 
                  IIb: 7/8 Hermes y Apolo.
                  III: 9/12 Artemisa, Hefesto, Démeter y Hestia
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II-5 ARES – Marte latino.

                                                                       Villa Hadriana, Tívoli (Copia)

Fresco: Consejo de dioses, Techo Galleria Borghese. Roma.

Detalle de Ares y Afrodita en la Galleria Borghese.

Venus y Marte [Afrodita – Ares], de Botticelli. Nat. Gal. Londres

Venus y Marte [Afrodita – Ares]. Pompeya, MAN Napoli.

Piero di Cosimo - Venus, Marte [Afrodita – Ares] y Amor. Gemäldegalerie. Berlín

Ares/Ἄρης, es el dios olímpico de la guerra. Hijo de Zeus y Hera. Su equivalente latino es Marte.

Por los himnos homéricos sabemos que tenía múltiples atributos, entre los que destacan: valentía, fuerza y virilidad inagotables. Era, asimismo, protector del Olimpo, de los ejércitos, de los justos y de los débiles, constituyendo, a la vez, el paradigma de la brutalidad, la violencia, y el horror de la batalla. 

Venus-Afrodita, diosa del amor y la belleza, fue su amante preferida, y su sanadora y aliada bélica, aunque era la esposa de otro olímpico; Hefesto.

A pesar de sus cualidades guerreras, Ares no siempre salía vencedor en los combates, pues fue herido, por ejemplo, por el semidios Heracles, si bien, la que más daños le infligió, fue su hermana Atenea, igual de guerrera que él, pero mejor estratega y más sabia.

Ares había nacido en la región de los tracios, al norte de la Hélade, lugar al que huyó cuando fue descubierto por Vulcano/Hefesto en brazos de su esposa, Venus/Afrodita, con la que Ares/Marte había hecho el amor en múltiples oportunidades.

Durante la Guerra de Troya, Ares apoyó indistintamente a los dos bandos, en virtud de sus simpatías temporales. Como ya sabemos, solía actuar de forma excesivamente brutal y era sanguinario, actitud que le atrajo la enemistad de otros olímpicos, incluidos sus padres, si bien no era el único que actuaba de forma implacable y despiadada, pues Atenea y Afrodita se comportaban igual que él, en ocasiones, y Apolo, incluso dio más muestras de crueldad e indiferencia ante el dolor, que Ares.

Ares, de Sergel, fragmento.

El culto a Ares se extendió desde Asia Central, hacia Europa Occidental y se convirtió en un ente de culto, especialmente para los soldados, cuando tenían que acudir a la guerra, sobre todo, entre los de Esparta y los de Macedonia. A través de la obra de Calístenes -Vida y Hazañas de Alejandro de Macedonia-, y la de Plutarco -Vida de Alejandro-, conocemos los ritos que le dedicaba Alejandro Magno antes de las batallas, con libaciones, y sacrificios de animales.

Ares aparece también en el mito de la fundación de Tebas, y, por Pausanias, sabemos que en Esparta había una estatua suya que significaba que el empeño en la lucha y el intento de alcanzar la victoria, nunca abandonarían a los espartanos, a cuyo efecto, se le sacrificaban numerosos animales.

De acuerdo con el mito de los Argonautas, relatado por Apolodoro, se creía que el Vellocino de Oro –la piel del carnero, referente del Toisón-, estaba colgada de un roble en una arboleda consagrada a Ares en la Cólquide.

En el Areópago, o Colina de Ares -donde un día predicaría el apóstol Pablo, ante el altar del “Dios Desconocido”-, estaba situado no lejos de la Acrópolis, se celebraban entonces juicios.

De acuerdo con Pausanias, en Olimpia también había un altar dedicado a Ares, y añade que, en la Descripción de Grecia, que, cerca de Tebas había también una fuente consagrada a Ares, y que en Gerontras -Laconia-, le dedicaron un templo rodeado de un bosque en el que anualmente se celebraba un festival sólo para hombres.
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Las principales representaciones del dios Ares -bustos, estatuas, monedas, relieves o joyas-, proceden de hallazgos arqueológicos modernos, en buena parte, a causa del intento de los emperadores romanos, en el siglo IV dC. de hacer desaparecer toda representación de las deidades griegas.

Normalmente Ares aparece como un hombre joven, con cabellera anastole -de ἀναστολή (anastolí), “dentro del espíritu”; un corte de cabello, tanto para hombres como para mujeres, como lo lleva Alejandro Magno en sus representaciones, en las que, parte del pelo cae sobre la frente, y el largo llega hasta los hombros, más o menos, conformando una melena o corona, que se supone propia de los guerreros helenos, que, por otra parte, aparecían con el rostro y el cuerpo sin vello. 

Alejandro Magno (356 a. C - 323 a. C.), con el estilo de pelo "anastole". 
Escultura del siglo III a. C. Museo Británico

Ares se distingue por su armadura de bronce, casco con penacho rojo, lanza, y espada. Tenía ciertas aves sagradas, como pájaros carpinteros y buitres, y dice Apolonio, en las Argonáuticas, que aquellos pájaros podían arrojar sus plumas como dardos contra los enemigos y que su animal favorito, era el perro.

Entre sus múltiples epítetos de Ares, podemos destacar los que siguen: 

Βροτολοιγός,”Brotoligós”; destructor de hombres.
Αφροδισιακος, “Afrodisiakos”; bajo la magia de Afrodita.
Ανδρειφοντης, “Andrifontes”; asesino de hombres.
Τειχεσιπλήτης, “Tijesiplítis”; asaltante de murallas, y, curiosamente, el de
Θηρίτας, “Zirítas”, o calmado, que era como le llamaba su niñera, Tero.
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Si bien la historia de amor de Ares con Afrodita, esposa de Hefesto, descubierta por este último, quedó contada en la primera parte, añadiremos algunos detalles curiosos, como es el de que Ares había encargado a su guardia Alectrión, que le avisara cuando apuntara el sol, pero el hombre se durmió, quedando los amantes presos en la trampa preparada por Hefesto. 

Cuando ambos fueron liberados, Afrodita volvió a Pafos, en su isla natal, Chipre, mientras Ares –de acuerdo con la mayoría de los autores-, se refugiaba en Tracia, donde había nacido, no sin antes transformar a su criado Alectrión en un gallo, que nunca más olvidaría anunciar el amanecer.

A pesar de las contrariedades, Afrodita y Ares volvieron a encontrarse en múltiples ocasiones, a consecuencia de las cuales, tuvieron, al menos, ocho hijos, entre ellos, el celebérrimo Eros/Cupido.
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Dice Homero en la Ilíada, que, durante la Guerra de Troya, Ares prometió a su hermana Atenea y a su madre Hera que lucharía junto a los aqueos, es decir, a favor de Aquiles, pero que Afrodita y Apolo lo convencieron para que se pasara al campo de Paris y apoyara a los troyanos.

Cuando Diomedes vio a Ares luchando en el bando troyano, ordenó a sus soldados la retirada. Ares, entonces, atacó a Diomedes con su lanza, pero Atenea la desvió y fue el propio Ares, quien resultó herido, bramó… con un alarido como el que profieren nieve mil o diez mil hombres en el combate, cuando traban marcial disputa, pero logró escapar hasta el monte Olimpo, donde pidió a Zeus, su padre, que le curara:

"Mirándolo torvamente, Zeus, el que reúne las nubes, le dijo: 
-No te sientes a mi lado para quejarte, veleidoso de doble cara. ¡Para mí eres el más odioso de todos los dioses del Olimpo! ¡Siempre peleando, porque es lo único que desea tu corazón, enfrentamientos, guerras y batallas! ¡Tienes el furor incontenible e irreprimible de tu madre! … No obstante, no toleraré que sufras más tiempo… pues por obra mía te engendró tu madre. -Y mandó a Peón que lo curara. 

También en la Ilíada, cuando Ares oye a Hera informando a Zeus de que ha muerto su hijo Ascálafo, este rompe a llorar desesperadamente. Acto seguido se propone unirse a los aqueos, a pesar de que Zeus había prohibido que los olímpicos intervinieran en la guerra. Más tarde, cuando Zeus levantó la prohibición, Ares intentó vengarse del lanzazo que le había provocado por Atenea, pero, una vez más fue herido por ella, en este caso, de una pedrada.

“¿Por qué otra vez, mosca de perro, enzarzas a los dioses? ¿Es que no te acuerdas de cuando desgarraste mi bella piel? 
Tras hablar así, le asestó un golpe con su larga lanza, en la égida que ni el rayo de Zeus doblega… la diosa retrocedió y cogió con su recia mano una piedra, negra, áspera y grande, y acertó en el cuello del impetuoso Ares, que cayó, doblando sus miembros. Palas Atenea se puso a reír y le dijo: -¡Necio!¡Aún no sabes que soy mejor que tú! Así habló, y Hera, la diosa de blancos brazos, sonrió.” 

Otro de los asuntos relacionados con Ares, es la fundación de Tebas- Θῆβαι
Cadmo debía sacrificar una vaca, por lo que mandó dos hombres a buscarla junto a un manantial. Como el tiempo pasaba y no volvían, mandó a otros dos, pero tampoco volvieron. Finalmente, envió a todos sus hombres, pero al ver que tampoco volvían, Cadmo decidió ir en persona a ver lo que pasaba. 

Cuando llegó al manantial, su sorpresa no tuvo límites, al comprobar que un dragón inmenso se los había comido a todos. En un arranque de furia, consiguió matar al monstruo, pero, no obstante, consciente de que se había quedado sin hombres, pidió ayuda a los dioses. Acudió en su auxilio Atenea, y le dijo que arrancara los dientes al dragón y los sembrara. Así lo hizo Cadmo, e inmediatamente empezaron a brotar del suelo feroces guerreros armados, peleando entre sí, hasta que solo quedaron cinco. Pues bien, aquellos cinco dientes-guerreros, llamados espartos, fueron los que ayudaron Cadmo a fundar Tebas. Después, para agradar a Ares -que, casualmente, era el padre del dragón-, Cadmo se casó con Harmonía -también hija de aquel y de Afrodita-. La boda terminó con la guerra, y el matrimonio reinó en la ciudad de Tebas.

Pilares decorados del Templo de Karnak, Tebas, en Egipto. 
Litografía coloreada de Louis Haghe a partir de David Roberts, 1846.

También “consta” que Ares mató a Halirrotio, hijo de Poseidón, cuando este intentaba abusar de su hija Alcipe. Poseidón exigió a Zeus que Ares fuese castigado, por lo que se le sometió a juicio: produciéndose –al menos en el campo mítico-literario-, el primer proceso por homicidio de la historia. Los olímpicos, no obstante, votaron la absolución de Ares. Es posible, no obstante, que la memoria de tal proceso, estuviera en el origen del nombre del “Areópago”.

El Areópago –Colina de Ares-, al Oeste de la Acrópolis de Atenas

A Ares se le conocen 39 amantes, de las que tendría, al menos, 58 hijos.

Actualmente la tradición de Ares se mantiene en Astrología; a los nacidos bajo el signo de Aries les corresponde la influencia del planeta que tiene su nombre latino; Marte.
La Tierra -Apolo XVII, (NASA)-, y Marte; tamaño comparativo. 
Constelación Aries
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II-6 ATENEA - Minerva latina.

       Atenea. Viena, Edificio del Parlamento.
       
Atenea - Ἀθήνα, Azína, también conocida como Palas Atenea -Παλλὰς Aθήνα, representa elementos, aparentemente contrapuestos, como la guerra, la civilización, la sabiduría, la estrategia en combate, las ciencias, la justicia y la habilidad.

Fue objeto de culto en toda la Grecia Antigua y su área de influencia, es decir,  desde las colonias griegas de Asia Menor hasta las de la Península Ibérica y el norte de África, e incluso, hasta las proximidades de la India. Por ello su culto tiene representaciones muy diversas.

La versión más tradicional la representa surgiendo/naciendo, con lanza y escudo, de la cabeza de Zeus, quien, previamente, se había tragado a su madre, Metis.

Atenea “nace”, armada, de la cabeza de Zeus, probablemente ante Ilitía (divinidad de los nacimientos) a la derecha. Detalle de la cara A de un ánfora ática de figuras negras, 550-525 aC. Louvre

Atenea no se casó, ni tuvo amantes, por lo que se trata de una diosa virgen, que, además, era imbatible, hasta tal punto que, como hemos visto, estaba acostumbrada a derrotar al mismísimo Ares, siendo este el dios de la guerra.

Era protectora de varias ciudades, pero especialmente, de Atenas y, por extensión, del Ática, y aparece contínuamente en la literatura antigua, por proteger a ciertos personajes, en detrimento de otros, lo que la convierte en protagonista de numerosos episodios mitológicos, si bien, fundamentalmente, ha representado y representa los conceptos de justicia, sabiduría, cultura y las artes en Occidente, hasta la actualidad.

Athena Giustiniani, copia romana del original griego atribuido a Fidias. Museos Vaticanos.

Atenea pensativa. Descansa apoyada en su lanza, y observa una estela rectangular, con gesto preocupado, quizá, ante una inscripción alusiva a la destrucción de Atenas durante las Guerras Médicas. Museo de la Acrópolis, Atenas, 460 aC.

Niké -la Victoria-, corona a Atenea. Detalle del Puteal de la Moncloa; un brocal de pozo de estilo neoático y época romana. Mármol del siglo II. MAN. Madrid.

Detalle del Brocal de la Moncloa

Atenea es la hija favorita de Zeus; Homero la llama así, sin aludir a su madre, ni a su sorprendente nacimiento: Mientras los demás dioses del Olimpo te acatan y estamos sometidos a ti sin excepción –se quejaba Ares-, a esta no la zahieres ni de palabra ni de obra, y la tienes consentida, porque tú solo alumbraste a esa hija destructora.

Como sabemos, la tradición más extendida –Hesíodo-, explica que tras yacer con Metis, Zeus temió la profecía de que de ella nacerían hijos más poderosos que él, por lo que “la encerró en su vientre”, pero, para entonces ella ya había concebido a Atenea, que, consecuentemente, nació de la cabeza del dios, si bien añade que Píndaro, el poeta, dice que Hefesto le abrió la cabeza a Zeus con un hacha, y fue entonces cuando Atenea saltó de la cabeza del dios, ya adulta y armada. En todo caso, las versiones al respecto son muy numerosas y variadas. La tradición la presenta siempre vestida, como aparece en todas sus representaciones. 

Atenea con casco llevando la serpiente Erictonio en una cista (cesta), detalle. 
Mármol romano de la época imperial, siglo I-II. Louvre.

El carácter de Atenea ocupaba un lugar intermedio entre el masculino y el femenino:

Belicosa –dice un Himno Órfico-, que hieres las almas de los mortales con desvaríos, doncella que practicas el ejercicio, y posees un ánimo que infunde espanto… que rehúyes el matrimonio, felicísima madre de las artes, excitante, inspirada en delirios alocados contra los malvados, y para los honrados, sana prudencia eres, varón y hembra por naturaleza, engendradora de guerras, prudente… (Himnos Órficos, XI).

Es, pues, una divinidad virgen, inaccesible a la pasión del amor, y que rechaza el matrimonio, por lo que es llamada, sobre todo Ατενέα Παρθένα/Atenea Virgen, denominación de la que procede el nombre del más que famoso templo, el Partenón de la Acrópolis de Atenas.
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Atenea y Poseidón querían ser protectores de la ciudad que, más tarde, sería Atenas, por lo que cada uno de ellos se propuso ofrecer un regalo a sus gentes. Poseidón/Neptuno, clavó su tridente en la tierra y surgió una fuente, pero el agua era salada. Atenea hizo lo mismo con su lanza, y en el lugar surgió un olivo. Naturalmente, ella fue la elegida, y la ciudad tomó su nombre.

El Erectéion, junto al cual se sitúa legendariamente el primer olivo.

De acuerdo con el relato de la Odisea, de Homero, Ulises se ganó la simpatía de Atenea gracias a su conocida astucia. Si bien la diosa, al principio solo le ayudaba de lejos, dotándole de pensamientos inteligentes durante su largo viaje de vuelta a Troya, más tarde, a partir del momento en que Ulises abandona la isla en la que amablemente le retiene Nausicaa le prestaría su apoyo personal, incondicional y tangible. 

Atenea, entonces se presenta sin trampas y le ayuda en cuanto necesita para recuperar su trono y su casa. Como es sabido, le hace disfrazarse de anciano para engañar a los pretendientes que arruinan su casa, con la excusa de casarse con Penélope, quien, a su vez, se niega a aceptar la muerte de Ulises, que, finalmente, acabará con todos ellos.

Atenea, con el casco, aparece en la Fábula de Aracne, representada en el tapiz de fondo de Las Hilanderas, de Velázquez.

La Fábula de Aracne es una adición romana al mito griego clásico. Aracne-αράχνηm, que significa, sencillamente, “araña”, era la hija de un famoso tintor en púrpura de Tiro de Hipaipa, en Lidia -Anatolia, en lo que hoy son las provincias turcas de Esmirna y Manisa-. 

Aracne se volvió vanidosa de sus habilidades como tejedora y empezó a alardear de hacer su trabajo mejor que la propia Atenea. 

Atenea se presentó ante ella con el aspecto de una anciana, para advertirle que se abstuviera de ofender a las divinidades. Aracne se lo tomó como una diversión, y pidió que se organizara una especie de concurso de tejedoras, para que cada una demostrara su habilidad. 

Atenea tejió la escena de su victoria sobre Poseidón, cuando plantó el olivo de Atenas, mientras que Aracne -dice la historia latina-, representó veintiuna escenas que mostraban las habituales infidelidades de los dioses. De hecho, en la representación del tapiz de Velázquez, a la derecha del espectador, Aracne muestra, casi en abstracción, el Rapto de Europa a manos de Zeus. 

Rapto de Europa; Velázquez: Hilanderas. (MNP) y Tiziano (I.S.G. Boston).

En principio, Atenea reconoció la perfección de la obra de su rival, pero no pudiendo admitir tamaño desacato a su persona, y hacia el propio Zeus, destruyó a lanzazos el tapiz y el telar, provocando con su ira el temor de Aracne, que, desesperada ante la posible venganza olímpica, decidió ahorcarse. Su decisión, finalmente, provocó la piedad de Atenea, que, para arreglarlo, convirtió a la joven en una araña, insecto cuyo cometido es tejer sus telas.
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En su diálogo Crátilo, el insigne filósofo, maestro, y transmisor del pensamiento de Sócrates; Platón, analiza y explica la posible etimología del nombre de Atenea Palas y, con ella, su significado.

Platón, (con la cara de Leonardo da Vinci) en plena charla, avanza llevando en la mano su Diálogo Timeo, y Aristóteles, a su izquierda, muestra su Ética
Escuela de Atenas. Rafael Sanzio. Vaticano.

HERMÓGENES. --Por otra parte, Sócrates, no irás a olvidarte de Atenea, ateniense como eres, ¡ni tampoco de Hefesto y Ares! 
SOCRATES.- No sería razonable. 
- Desde luego que no.
-Ahora que su segundo nombre no es difícil decir por qué fue puesto. 
- ¿Qué nombre?
- Solemos llamarla Pallas, no? 
- ¿Cómo no? 
- Si pensamos, pues, que este nombre le ha sido puesto, como yo imagino, a partir de la danza armada, pensaríamos con propiedad. Pues a la acción de elevarse uno mismo u otra cosa, ya sea desde el suelo o con las manos, la llamamos pállein y pállesthai, hace danzar y danzar. 
- Exactamente. 
- El nombre de Pállas, entonces, se explica de esta forma.
- Y muy exactamente. ¿Pero cómo interpretas el otro nombre? 
- El de Athéna? 
- Sí.
- Éste, amigo mío, tiene más peso. Ahora bien, parece que los antiguos tenían sobre Atenea la misma idea que los actuales entendidos en Homero. Y es que la mayoría de éstos, cuando comentan al poeta, dicen que Atenea es la responsable de la inteligencia misma y del pensamiento. De modo que, el que puso los nombres, pensaba, según parece, algo similar sobre ella; y, lo que es más importante, queriendo designar la inteligencia de dios: (theou nóësis), dice -más o menos- que ella es la inteligencia divina, sirviéndose de la de otros dialectos, en vez de la e, y eliminando tanto la i como la s. Y aun quizá ni siquiera por esta razón, sino que la llamó Theonóë en la idea de que ella, por encima de los demás, conoce, (nooúsës) las cosas divinas. Claro que tampoco es disparatado que quisiera también designar a la inteligencia ética. en la idea de que la diosa la representa. Y, ya sea él o algún otro, la llamaron después Athenáa transformándolo en un nombre más bello, según creían ellos.

Busto de Atenea, tipo Palas de Velletri (los ojos se han perdido). Copia del siglo II de una estatua votiva de Cresilas, en Atenas, c. 430-420 aC. Gliptoteca de Múnich.

Existen numerosos testimonios de que Atenea era considerada protectora de la agricultura, enseñando, además, a los mortales, el uso del arado y la crianza de caballos. También se le atribuye la valiosísima invención de los números, del carro, la navegación, o el arte de producir fuego, del mismo modo que se consideraba que había creado casi todos los trabajos específicos de las mujeres, como hilar y tejer, artes en los que ella era muy tan diestra, que, como hemos visto, no admitía rivales. Autores posteriores la hicieron diosa de la sabiduría, el conocimiento y el arte, y siempre la representaron sentada a la derecha de su padre Zeus. Es también protectora del crecimiento de los niños, y como diosa del cielo claro y el aire puro, aporta salud y aleja la enfermedad. 

En Atenas era, siempre con Zeus, protectora de las instituciones del Estado, protegiendo las asambleas, tanto populares como deliberativas. Homero la describe ayudando a Ulises frente a la conducta ilegítima y abusiva de los pretendientes de su esposa Penélope. 

Como diosa prudente, que sólo apoyaba la guerra justa, protegía a los héroes que se distinguían por su sensatez, aun sin dejar a un lado la fuerza y valor.
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Homero suele llamarla la diosa de “los ojos glaucos”; brillantes, o transparentes, con un término que se asocia con el del mochuelo, ya que esta ave, que ve bien por la noche, era relacionado con la sabiduría. Tal es la razón por la que Atenea suele ser representada con, o por un mochuelo, en la mayoría de los casos, adornado con una rama de olivo y una luna menguante.

Tetradracma.

Atenea fue representada en muchísimas obras de arte, entonces y hasta hoy, pero fue Fidias quien estableció su prototipo ideal con sus estatuas de la Acrópolis de Atenas. El propio Partenón-Παρθενώνας ostenta su nombre asociado a la diosa virgen, Atenea Párthena - Ατενέα Παρθένα






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