Marie Laurencin. NPG
París, 1885 – 1956. Fue pintora, grabadora e ilustradora, muy próxima al inicio del arte moderno y de la Escuela de París. También fue decoradora de ballets neoclásicos. Como su admirado Max Jacob, se propuso traspasar las fronteras de los géneros artísticos que desarrolló.
Autora de numerosa correspondencia, poseía, además, una fantasía desconcertante. Escribió poesía en versos libres, muy similares, en cierto sentido, a la inspiración que alentaba su creación artística. Sobrevoló, los límites del fauvismo, y del cubismo.
Junto a otros artistas de la época, entre los que destacan por su aceptación y el éxito de sus valores originales, como Georges Braque, Pablo Picasso, André Derain y Henri Matisse, fue una de las pioneras, tanto del cubismo que superaría, como del dadaísmo. En ocasiones, su estilo fue tachado de sentimental, pues creaba temas de princesas, animales fabulosos, flores y figuras de adolescentes de palidez irreal.
Después de vivir seis años en compañía del poeta Guillaume Apollinaire, Flap, como la había apodado su incondicional amigo Henri-Pierre Roché, se casó, finalmente, en 1914, con el pintor alemán Otto de Waetjen, un pacifista que no quiso alzarse en armas contra Francia, lo que le supuso, una vez desencadenada la Gran Guerra, perder su nacionalidad, sus bienes, y obligado al exilio, que pasó en España.
Después de divorciarse, tras una serie de contrariedades, durante el período de entreguerras, recuperó su relación con Marie Groult, discreta pero no ocultada, que duraría alrededor de cuarenta años.
Después, convertida ya en una figura de reconocimiento internacional, retrató a muchos personajes del “tout Paris”.
Durante la ocupación, continuó su vida mundana y mantuvo a sus amigos alemanes, colaborando con Max Jacob, una especie de cómplice, al que, desgraciadamente, no logró liberar, cuando fue internado en un campo de trabajo.
Más de treinta años después, en 1975, tanto su vida, como su pintura, volvieron a despertar gran interés, el ser rescatada del olvido, cuando el cantante Joe Dassin, la evocó en la letra de una de sus más grandes éxitos; L’Été Indien / El Verano Indio. Aunque el mismo cantante y su productor, consideraron, en principio, poco comercial la alusión a la pintora, Claude Lemesle los convenció de mantenerla, precisamente como un aspecto lo suficientemente misterioso como para hacer reaccionar al público. El éxito de la canción y el “despertar” de la artista, no se hicieron esperar.
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L'été indien. Joe Dassin
Lo sabes, nunca fui tan feliz como aquella mañana
Caminábamos por una playa parecida a esta
Era otoño, pero un otoño cálido
Una estación que solo existe al Norte de América
Allí la llaman verano indio
Pero entonces era, simplemente, el nuestro
Con aquel vestido largo
Parecías una acuarela de Marie Laurencin
[...]
(Letra de Vito Pallavicini, Graham Stuart Johnson. Música de Salvatore Cutugno, Pasquale Losito y adaptación de Claude Lemesle y Pierre Dellanoe).
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Una biografía escrita por Bertrand Meyer-Stabley, publicada en 2011, seguida de una exposición de su obra, en París, en 2013, contribuyeron a recuperar su personalidad y su obra, en un mundo del que parecía haberse desvanecido.
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Madame Vigée-Lebrun y su hija, autorretrato, 1789. Paris, Louvre.
Desde los quince años, cuando Marie Laurencin comprendió lo que significaba el arte, y el gran espacio que podría llenar en su vida, sintió una predilección especial y observó incansable esta emotiva pintura de Vigée-Lebrun, que le emocionaba, a pesar de que, en el fondo, la consideraba representativa de un arte demasiado sentimental.
Marie Mélanie Laurencin, "hija natural, no reconocida", del diputado de la Unión republicana, Alfred Toulet (1839-1905) y de la bordadora Pauline Mélanie Laurencin, creció en París, donde su padre visitaba regularmente a la madre -veintidós años más joven que él-, y atendía a sus gastos básicos. Marie, que no fue informada de su origen hasta años después, tuvo una escolarización intermitente en colegios religiosos y después pasó al Lycée Lamartine, donde, además de descubrir la existencia del Museo del Louvre, terminó el bachillerato en 1901.
En contra del deseo de su madre que quería que se hiciera institutriz, ella prefirió el arte, y a pesar de la falta de medios, se inscribió en la Escuela de Sèvres, para aprender decoración de porcelanas, asistiendo, al mismo tiempo, con Eugène Quignolot (1858-1918) a las clases de dibujo, organizadas por las tardes, por el ayuntamiento de Batignolles, donde Louis Jouas-Poutrel le descubrió el grabado. También recibió formación artística de Madeleine Lemaire, una pintora independiente, que le enseñó la técnica de la pintura floral a pincel. Muy pronto, estuvo preparada para crear motivos y figuras decorativas, que su madre reproducía sobre seda para bordarlos.
Al empezar el curso de 1902, se inscribió en las sesiones de tarde, abiertas gratuitamente para mujeres, en la Académie Humbert, en el boulevard Clichy, de Paris, donde las clases eran supervisadas oficialmente, por Eugène Carrière. Allí fue compañera de Francis Picabia, Georges Lepape y Georges Braque, convirtiéndose estos dos últimos, en admiradores, que la animaron para que abandonara la pintura artesanal y emprendiera la vía estrictamente artística, a la que se oponía su madre.
En la Académie Humbert, flirteó con Georges Braque sin que su relación sobrepasara la línea de los sobreentendidos . Sí trabó una relación con otra alumna, Yvonne Chastel, que mantuvo mucho tiempo, sin que ello le impidiera mantener otras relaciones.
Su último curso en la escuela de Sèvres terminó en junio de 1904, con un proyecto de plato, al parecer, no muy notable, en relación con lo que se esperaba de su aprendizaje, pero sí muy original e imaginativo.
La lectura de las Fleurs du mal, de Baudelaire, animó también sus primeros intentos de escribir poesía y, tras una primera colaboración con Pierre Louÿs, dibujó la que sería su primera aguatinta. Dos años después, Pierre Louÿs, la incluiría en una reedición de las Chansons de Bilitis.
Laurencin: Autorretrato, 1905. BBAA de Grenoble
Cuando alcanzó la mayoría de edad, su madre le reveló la identidad del padre, al que apenas le quedaban siete meses de vida, y, poco después del fallecimiento de este, en marzo de 1906, Georges Braque le presentó a Pierre Roché, que era quien había llevado a cabo, el otoño anterior, la primera venta importante de Pablo Picasso. Él mismo, especializado en "arte femenino", se convirtió en su primer coleccionista, y adquirió, con el tiempo, 140 obras de Marie, a la vez que se convertía en su amante, aunque muy pronto, la traicionó secretamente, con Pansy Lamb, la esposa del pintor inglés Henry Lamb.
Roché Mantuvo una correspondencia larga y regular con Marie Laurencin, a la que, como dijimos, llamaba "Flap". Apoyado por su patrocinador Jacques Doucet, se encargó de la promoción de la obra de Marie; la introdujo en el círculo de la revista simbolista Vers et prose-Verso y Prosa, fundada por Paul Fort, grupo al que Jean Moréas, sucesor de André Salmon, reunía todos los martes en La Closerie des Lilas para celebrar la poesía de Mallarmé. Marie conoció allí a Pierre Mac Orlan y a Roland Dorgelès.
En 1907, Clovis Sagot, que se había fijado en Marie Laurencin tres años antes en la Académie Humbert, le ofreció una primera exposición en su galería de París y allí fue donde la descubrió Pablo Picasso, que le mostró la obra de sus períodos azul y rosa, cuya influencia se hizo patente en los estudios de Marie en aquel momento.
En el Bateau-Lavoir y en la galería Berthe Weill, Marie mostró su pintura "Coco" a André Salmon, André Derain, Robert Delaunay, Kees van Dongen, y el Douanier Rousseau, a los que frecuentaba desde hacía seis años, y también a Max Jacob, Maurice de Vlaminck, un ferviente admirador; Charles Dullin y Harry Baur, todos los cuales eran habituales en los cafés de Montmartre.
Laurencin: Coco Chanel. L’Orangerie. / Fotografía de Chanel en 1912
A Chanel no le gustó el retrato y se negó a pagarlo, por lo que Marie lo conservó, y se negó rotundamente a hacerle otro.
Aquella primavera, participó por primera vez en el Salon des Indépendants. Animada por Paul Fort, y allí presentó Fleurs dans un vase, a sus colegas masculinos, de los cuales, en realidad, se sentía poco cercana.
Laurencin: Fleurs dans un vase. c. 1907
Obtuvo el reconocimiento de sus colegas por su tratamiento fauviste de la línea oscura y las sombras órficas, en grises, azules y ocres. Su primera manera, considerada cubista, cuando el cubismo se estaba gestando, fue considerada, con justicia, como la más exigente. A pesar del tratamiento despectivo reservado a las mujeres artistas en la época, incluso en los medios más abiertos, Laurencin participó plenamente, en aquel período tan fértil de renovación y modernidad.
La Muse inspirant le poète / La Musa inspirando al poeta. Fondation Louis Vuitton, Paris.
La pareja Laurencin-Apollinaire fue así retratada por el Douanier Rousseau en 1909 –hay una 2ª versión, en el Museo de Bâle-. El pintor explicó su diseño caricaturesco, alegando que hacía falta una musa corpulenta para un gran poeta.
Al llegar la primavera de 1907, Marie Laurencin dejó a Pierre Roché por Franz Hessel. Ni con él, ni con ninguno de sus futuros amantes, se despojó nunca de una frialdad que no disimulaba.
En mayo, Pablo Picasso le presentó a Guillaume Apollinaire, y con él, que también era hijo natural, Marie Laurencin mantuvo una especie de falsa unión a partir de julio de 1907, aunque, los dos siguieron viviendo con sus respectivas madres, ya que Apollinaire era un aspirante a escritor, que, a los 27 años, seguía siendo más dependiente de su madre, que de cualquier pequeño empleo temporal. Gracias a Marie Laurencin, alimentó y mantuvo su pasión por un arte transgresor; y su relación con Picasso y el medio ambiente en el que encontró financiación para escribir L'Enchanteur pourrissant y Le Bestiaire. De hecho, Marie Laurencin le inspiró muchos poemas, entre los cuales, aparece el poema, Marie, en el que la compara sentimentalmente con un cordero, a causa de su pelo, y Le Pont Mirabeau en el que evoca la infidelidad del deseo y la inevitable separación.
Hacia finales de año, Marie escenificó su pareja, así como la de Picasso y Olivier, en su primer cuadro grande; Groupe d'artistes, en el que también aparece Fricka, la perrita de Picasso. Se trataba de un homenaje al Douanier Rousseau y un manifiesto de la nueva vanguardia. La obra, que da el mismo valor a los accesorios que a los personajes, inauguró una inquietante singularidad surrealista.
Grupo de Artistas. París, 1908: Picasso, Laurencin, Apollinaire y Fernande Olivier, modelo de Picasso. Baltimore.
Marie Laurencin, 1909, Réunion à la campagne, Apollinaire et ses amis, o Grupo de Artistas; 2ª versión. Ó/l, 130 x 194 cm. Musée Picasso, Paris.
Izq.: Gertrude Stein, Fernande Olivier, una musa, Fricka, la perrita de Picasso, Guillaume Apollinaire, Pablo Picasso, Marguerite Gillot, Maurice Cremnitz y Marie Laurencin.
La madre de Apollinaire, del mismo modo que lo hizo Pauline Laurencin, desaprobó la relación entre los artistas e impidió su proyecto de boda. Las Laurencin, madre e hija, se instalaron unos meses después en Passy, y “Wilhelm”-Guillaume, abandonó en octubre de 1909, su garçonnière de la calle Léonie, para instalarse cerca de ellas, en la rue Gros. En enero de 1910, a causa de las inundaciones provocadas por la “gran crecida” del Sena, volvió a cambiar de casa, pero permaneciendo siempre en la misma zona.
La “gran crecida” en el Quai [Muelle] de Passy
En noviembre de 1908, Marie Laurencin asiste al celebrado banquete ofrecido en el Bateau-Lavoir en honor del Douanier Rousseau. Gertrude Stein, que también participó, compró el mencionado Groupe d'artistes, que Marie había pintado el año anterior. Fue su primera venta, pero la coleccionista americana juzgaría después su pintura como insuficientemente modernista y en exceso decorativa.
Le Bateau Lavoir, en Montmartre
En 1909, Eugène Montfort publicó, en el apartado de “autores femeninos” de su revista literaria, dos poemas de juventud de Marie Laurencin: Le Présent, y, Hier, c'est ce chapeau fané / El Presente, y Ayer es ese sombrero gastado, bajo el seudónimo, Louise Lalanne. Ambos serían puestos en música en 1931 por Francis Poulenc.
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El regalo
Si quieres, te daré
Mi mañana, mi alegre mañana
Con mis claros cabellos
Que tú amas
Mis ojos verdes
Y dorados
Si quieres.
Te daré todo el ruido
Que surge
Al despertar la mañana
Al sol
Y el agua que corre
En la fuente
Tan cerca;
Y aún la noche que llegará pronto.
La noche de mi alma triste
Hasta el llanto
Y mis manos, tan pequeñas
Con mi corazón que habrás de mantener
Cerca del tuyo.
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Francis Poulenc: Le présent (Trois poèmes de Louise Lalanne).
Ayer es ese sombrero gastado
Que he usado tanto tiempo.
Ayer, es un pobre vestido
Que ya no está de moda.
Ayer era el más bello convento,
Tan vacío ahora,
Y la rosa melancolía
De las clases de niña.
Ayer mi corazón se encontraba mal.
Otro, ¡otro año!
Ayer ya no es esta noche más que una sombra
Cerca de mí en mi cuarto.
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Mientras Apollinaire asumía, poco a poco, el papel de promotor del cubismo, Marie Laurencin estudiaba la misma técnica en el taller que Picasso -para entonces, muy acaudalado-, mantenía, en un enorme apartamento, en la Place Clichy.
Pierre Roché se la presentó por entonces a Wilhelm Uhde, al crítico Jos Hessel, que estaba en París; a marchantes, como Paul Cassirer, y a coleccionistas, entre los que estaba el costurero Paul Poiret. Este último fue, quizás, quien la introdujo en el círculo, mundano y libertino, de los escritores de la generación anterior, que reunía Natalie Barney, círculo en el que Marie conoció a Pierre Louÿs. A partir de 1911, mientras su inestable relación con Apollinaire se desmoronaba, Marie inició otra, que duraría el resto de su vida, con Nicole Groult, hermana del famoso costurero.
Mujer con paloma, 1919 o, Marie et Nicole [Groult] de Marie Laurencin. Musée des Arts Décoratifs. Centre Pompidou.
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En 1914 Marie se casó con el barón Otto von Wätjen, pintor, al que había conocido el año anterior por medio de unos marchantes de arte alemanes. Después de la declaración de la Primera Guerra Mundial, la pareja se exilió en España, donde vivieron, primero en Madrid y, después en Barcelona.
Marie Laurencin, Cecilia de Madrazo y Nicole Groult, hacia 1915, con Toledo de fondo.
Aparece entonces en su vida, la figura de Cecilia Madrazo, de la bien conocida saga artística de los Madrazo, a la que Marie pintaría en más de una ocasión.
Marie Laurencin, Cecilia de Madrazo y el perro Coco. De M. Laurencin, Tate Gal.
El retrato que precede fue pintado en Madrid en 1915, representa de nuevo a Cecilia de Madrazo, con la artista autorretratada, a la izquierda.
Durante su estancia en Madrid, Marie, que se alojaba, al parecer, en una casa próxima al Museo del Prado, cedida por Cecilia Madrazo, pudo conocer con calma las obras de El Greco, Velázquez, y Goya, y declaró que, este último, marcó profundamente su apreciación del arte.
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Después de vivir una segunda aventura con Pierre Roché -de acuerdo con fuentes francesas-, fue cuando Marie Laurencin se casó, el 21 de junio de 1914 con el barón Otto von Wätgen, al que había conocido el año anterior, en el ambiente artístico de Montparnasse, entre el Dôme y La Rotonde. Por aquel matrimonio asumía la nacionalidad alemana y se convertía en baronesa, beneficiaria de una renta anual de 40.000 marcos. Pero la guerra estalló durante su viaje de bodas; el anunciado desastre sorprendió al nuevo matrimonio en el sur de Francia, y optaron por seguir viaje a España, puesto que, en aquel momento, no podían volver a Francia, ya que Marie había sido despojada de su nacionalidad francesa, mientras que su marido, que no quiso tomar las armas contra Francia, se negó también a volver a Alemania, de modo que improvisaron una estancia en Madrid, en el hotel Sevilla. Durante este exilio, Otto cayó en el alcoholismo, renunció al arte, engañó a María y se volvió violento. María, por su parte, siguió manteniendo correspondencia con Apollinaire, que la apodó “Tristouse Ballerinette”, y también con Pierre Roché, Jean Émile Laboureur, Louise Faure-Favier, Yvonne Crotti y, sobre todo, con Nicole Groult.
Cecilia de Madrazo, titulada marquesa, por las mismas fuentes, introdujo a los Wätjen en el mundillo madrileño, donde conocieron, en noviembre de 1914, a Diego Rivera, en torno al cual se reunía, en el Café de Pombo, la tertulia de Ramón Gómez de la Serna. El círculo creció con diversos exiliados que se unían a medida que iban llegando, así, Alfonso Reyes -el gran estudioso de Góngora-, y Jesús Acevedo, a los que siguieron, Tsugouharu Foujita y Kawashima Rüchiro, Jacques Lipchitz, Marie Blanchard, y finalmente, Sonia y Robert Delaunay.
Sería a primeros de marzo de 1918, cuando el matrimonio respondió a la invitación de alojarse en una casa de Cecilia de Madrazo, frente al Museo del Prado. Cecilia le inspiró tres obras, aunque entonces, Marie pintaba poco y, más bien, lo hacía para sí misma; -de hecho, sólo recibió cuatro encargos en cinco años, para Léonce Rosenberg-.
Como hemos dicho, estudió largamente en el Museo del Prado, a Velázquez, el Greco y Goya, a quien reconocería como su verdadero modelo y siguió escribiendo poemas cargados de una persistente melancolía, que publicaría con sus recuerdos durante la segunda guerra.
Laurencin en su estudio de Madrid
Fue en aquella casa, en la que organizó su taller, donde recibió la noticia del fallecimiento de Guillaume Apollinaire, producido el día 9 de noviembre de 1918, junto al cuadro que ella pintó en 1911 para él, Apollinaire et ses amis, y que sus amigos habían colgado sobre la cama del escritor en el hospital, en Val de Grâce.
Fichada como “esposa de boche”, no fue autorizada a volver a Francia después de la guerra, y permaneció a la espera de los decretos de aplicación de los tratados de paz. Para entonces, su casa de la rue La Fontaine, había sido requisada y, posteriormente, vendida por el Estado.
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La relación de Marie con Apollinaire, marcada por el exceso de alcohol y la violencia del poeta, se había mantenido hasta junio de 1912, pero ya se había terminado el otoño del año anterior, a pesar de lo cual, cuando el poeta fue expulsado de su alojamiento, después de pasar cinco días en prisión, a causa de la desaparición de la Gioconda, Marie y su madre le habían acogido en su casa.
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Como es sabido, el 21 de agosto de 1911, Vincenzo Peruggia, un antiguo empleado del museo, se presentó en el Louvre a las 7 de la mañana, vestido con un blusón de trabajo blanco como los utilizados por el personal de mantenimiento; descolgó el cuadro y, después, en una escalera, separó el marco, que abandonó allí mismo y salió del museo con el lienzoenrollado bajo la ropa. Cuando el pintor Louis Béroud entró en la sala para contemplar la pintura, avisó de inmediato a la policía.
El museo permaneció cerrado durante una semana para proceder a la investigación, en cuyo transcurso, se recordó que, unos años antes, había sufrido el robo de otras piezas, lo que hizo deducir a la policía que ambos acontecimientos estaban relacionados. Guillaume Apollinaire y Pablo Picasso se convirtieron en sospechosos, puesto que se les había relacionado con aquella anterior desaparición de varias piezas de escultura antigua. Pronto se demostró que ambos eran inocentes.
Durante el período en que la Gioconda estuvo desparecida, se produjo una afluencia récord de visitantes al museo, ya que la posibilidad de contemplar el llamativo hueco que, hasta entonces había ocupado la mundialmente famosa obra, se convirtió en un asunto de interés general.
El “resonante” vacío de Gioconda en el Louvre
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El mismo año de su ruptura, Wilhelm Uhde, había organizado una segunda exposición para María, en la que la acuarela titulada Les Jeunes Filles, se vendió por 4.000 francos; una cifra récord. que atrajo el interés y el reconocimiento de la entonces llamada la “Nymphe d'Auteuil” en el ambiente del “Tout-Paris”.
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El 11 de mayo de 1913, Pauline Laurencin, la madre de Marie, moría, a los 52 años, en “una bruma de locura y desesperación”, y fue entonces cuando María se alejó definitivamente de Apollinaire, que tenía “un vino demasiado malo” y que, para entonces, ya se alojaba en el taller de Robert Delaunay: “La pintura es, propiamente, un lenguaje luminoso...”
La madre de la artista [Pauline]. Marie Laurencin (1883–1956). The Ashmolean Museum of Art and Archaeology. Oxford, RU
Fue también en 1913 cuando Pierre Roché, inscribió a Marie en el catálogo de Paul Rosenberg, en París. El contrato negociado con el heredero de un propietario de grandes silos, que tenía una galería en Dusseldorff, hizo la fortuna de la pintora. Revalorizadas por su presentación junto a obras de Picasso y Braque, las obras de algunos artistas, considerados como de segundo orden, fueron vendidas en Alemania con una nueva valoración, y, además. después de la guerra, triplicaron el valor marcado en París.
Marie Laurencin fue presentada junto a los expresionistas en el Sturm, por Herwarth Walden, que publicó paralelamente unos poemas de Apollinaire, elegidos para ilustrar el número de diciembre de 1913, de las Soirées de Paris / Veladas de París, una revista mundana que dirigía el poeta.
Cuando en la primavera de 1915, la pareja se instaló en Málaga. Apollinaire, ilustró Le Médaillon toujours fermé / El medallón cerrado, con siete poemas de Marie, que constituyen otras tantas referencias a su pintura y su amor, entre los cuales aparecía el famoso e irónico caligrama contra la guerra, El adiós del caballero, al que Marie Tailleferre -compositora del Grupo de “Les Six”- puso música y dedicó a F. Poulenc.
En abril de 1916, la pareja se reunió en Barcelona, donde Josep Dalmau los acogió en el grupo Dada. En julio, llegaron, Gabrielle Buffet y su marido, Francis Picabia, y en agosto, Nicole Groult, procedente de Paris, cuyo marido se encontraba en el frente. Marie Laurencin entregó dos poemas a la revista “dada 391”, animada por ella:
Más que aburrida
Triste.
Más que triste
Desgraciada.
Más que desgraciada
Sufriendo.
Más que sufriendo
Abandonada.
Más que abandonada
Sola en el mundo.
Exilada.
Más que exilada
Muerta.
Más que muerta
Olvidada.
Marie Laurencin, Le Calmant, in 391, n°4, Barcelone, 1917.
A principios de 1917, llegaban también, Moïse Kisling y los Delaunay y, en julio, Gertrude Stein con Alice B. Toklas, la pintora de la escuela "rayonniste"; Nathalie Gontcharova, con su marido, Michel Larionov, así como Pablo Picasso, que asistió en el Liceo a la representación del ballet Parade, de Satie, del que había hecho los decorados, aunque, para entonces, el pintor ya no hablaba con Marie Laurencin, a la que, por un lado, consideraba como una desertora, desde su ruptura con Apollinaire y por otro, porque su trato podría hacerle sospechoso de “germanofilia”. Aquel mismo año, Pierre Roché, siempre fiel amigo de Marie, que se encontraba en Nueva York, en misión diplomática, vendió la pintura titulada el “Zèbre” por la fortuna de cinco mil francos.
No creas, Nicole / Que Zèbre es un animal / Como el caballo / El Zèbre es un bailarín español / Que me vuelve loca
(Marie Laurencin a Nicole Groult).
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Marie Laurencin mantuvo el taller de Madrid, en la casa de Cecilia Madrazo, entre marzo de 1918 y octubre de 1919. A finales de este último año y, tras un mes de viaje de Génova a Basilea, vía Milán y Zúrich, en cuyo transcurso conoció a Rainer Maria Rilke, Marie Laurencin se alojó en Düsseldorf, en la casa de su suegra, Clara Vautier. Su familia política, que no le mostraba la menor simpatía, estaba arruinada a causa de las huelgas empezadas desde el día siguiente del armisticio y que siguieron después de la sublevación del Ruhr. En París, cuando volvió la paz, su fiel amigo Pierre Roché retomó su actividad promocional y vendió uno de sus cuadros a André Gide.
En diciembre conoció, en el museo de arte de Düsseldorf a Max Ernst, para el cual, intentó, en vano, obtener un visado. Para corresponder al fallido intento, Ernst le hizo, a la que, tras haber sido "Notre Dame du cubisme" y la "Dame Dada", una especie de retrato, como un metrónomo, montado sobre ruedas dentadas, titulado: Adieu mon beau pays de Marie Laurencin, que debía ser la cubierta de la revista de Tristan Tzara, Dadaglobe, aunque, finalmente no llegó a publicarse.
Adieu mon beau pays de Marie Laurencin. Max Ernst. MoMA
Con el fin de regularizar su situación, pasó el mes de abril de 1920 en París, acogida en casa de los Groult. El día 15, Georges Auric le presentó al joven diplomático Paul Morand, que había sido su vecino en Madrid en 1918, con el fin de iniciar los trámites para recuperar su nacionalidad francesa, recurriendo a los contactos del secretario de la embajada, Jean Giraudoux, quien, durante la guerra, le enviaba lienzos.
Con su matrimonio totalmente deshecho, María se fue a Múnich, desde donde realizó varios viajes con su amante de antes de la guerra, Thankmar de Münchhausen; después, con Yvonne Chastel, que había vuelto de Buenos Aires, y con los Fernet. Fue entonces cuando vendió, siempre por intermedio de Pierre Roché, al millonario de Nueva York, John Quinn, otras seis obras, entre las cuales estaba La Femme cheval, gracias a lo cual, pudo formalizar su divorcio, el 25 de julio de 1921, renunciado a toda pensión.
Le femme cheval
Durante el período de entreguerras, Marie buscó a su exmarido, que había vuelto a París, sabiendo que se encontraba en la miseria, y lo ayudó económicamente.
A los 38 años, económicamente autónoma, “Mademoiselle” Marie Laurencin, volvió definitivamente a París, donde, entre 1921 y 1927, cambió tres veces de dirección. entre las calles de Penthièvre, José María de Heredia y Vaugirard, en Montparnasse.
Emprendió entonces una carrera de pintora independiente. Dejó a su marchante, Paul Guillaume, y renovó el contrato con Paul Rosenberg, que se ocupó de presentar su obra junto a la de Picasso, Braque, Léger, Matisse, etc. La exposición que el galerista organizó a partir del 4 de marzo de 1921, fue un acontecimiento mundano, esperado y muy mediático. Jean Cocteau presentaba ya en 1918 a Marie Laurencin como la promesa patriótica del triunfo del «buen tono». Entre tanto, Marie Laurencin se negó a ser involucrada en los movimientos de propaganda que tanto alimentaban los intelectuales en aquel momento.
Afirmó su relación con Nicole Groult, que la eligió como madrina de su primera hija. El escritor Ramón [Gómez de la Serna] denominó a esta relación, en tanto que acto artístico, “nymphisme».
En la primavera de 1922, Marie Laurencin fue hospitalizada por un cáncer de estómago e intervenida al efecto, al tiempo que se le hizo una histerectomía. Durante la convalecencia fue acogida por su exmarido en el dominio familiar de los Waetjen en Altenrode, Alemania. En septiembre, conoció allí al pianista Carl Friedberg y a su mujer, la cantante Gerda Friedberg. Seguía ligada por contrato, para el mercado alemán, por la galería Flechteim, que, en adelante, tuvo sucursales en Colonia, Franckfurt, Viena y Berlín.
René Gimpel también le presentó por entonces a su sobrino, el marchante de arte de Armand Lowengard, quien se convirtió en un amigo cercano, que velaría por sus asuntos hasta 1939. Gracias a la venta de su "Pyrame", en 1925, Marie compró una casa de campo en Champrosay.
En 1923, convaleciente, Marie Laurencin creó los papeles pintados por André Groult, que vivía a la sombra del éxito de la casa de costura de su esposa. A mediados de diciembre, acompañada por Jean Giraudoux y de Gaston Gallimard, se reencontró con Pablo Picasso en el entierro de Raymond Radiguet.
Retratista del Tout-Paris de los años locos, Marie Laurencin llevó en este período una vida de lujo y mundanidad. Si bien el retrato era para ella un medio lucrativo y para sus modelos, un artículo de moda, no hizo de este ejercicio el medio para hacerse una posición social. Bien al contrario, obviando los planteamientos de sus clientes y amigos, ella pintaba, no tanto la ilusión social y la apariencia física, como una especie de la máscara que ellos deseaban aparentar en sus relaciones mundanas, prolongando en el cuadro, algo de lo que escondía la fiesta permanente, hasta el punto que ella misma se disfrazó del personaje que aparentaba ser Laurencin.
Dentro de una búsqueda modernista, de una superación de la pintura por la pintura, se iba alejando voluntariamente de la comunidad de pintores a medida que creaba lazos más profundos y fecundos con poetas y escritores, de cuyas ediciones, sería ilustradora: André Gide, Paul Morand, Jacques de Lacretelle, Max Jacob, Saint-John Perse, Marcel Jouhandeau, su protegido, Jean Cocteau, además de Raymond Radiguet, Jean Paulhan, René Crevel, Valery Larbaud, Albert Flament, o amigos más o menos próximos: Jean Giraudoux, Julien Green, Léon Bailby, Francis Jammes, Antoine de Morceuf, Philip de László, Reynaldo Hahn, Marcelle Auclair, Jean Prévost y James Joyce, los tres presentados por Adrienne Monnier y Sylvia Beach, entre otros.
También ilustró 80 ediciones literarias, entre las cuales, algunas de Somerset Maugham, su vecino de vacaciones en Biot, y Lewis Carroll.
En la misma línea modernista, tratando de conjugar la pintura con la música y la danza, trabajó igualmente como diseñadora de decorados para escenarios y trajes para los ballets rusos, Les Soirées de Paris de Étienne de Beaumont, la Ópéra-Comique, o la Comédie-Française. En la temporada de 1924, intervino en la puesta en escena del ballet Les Biches, directamente inspirado en Francis Poulenc, por el erotismo de su universo poético y, en gran parte elaborado por Bronislava Nijinska, autora de su propuesta de decorado, que fue recibido como un manifiesto de la modernidad.
Marie Laurencin a los cincuenta años, 1932.
Marie Laurencin con unas alumnas, el mismo año.
Les Déguisés (1926) / Las Disfrazadas, de Marie Laurencin, Haggin Museum, Stockton, CA
1913, Le Bal élégant, La Danse à la champagne. / Baile elegante, Danza en el campo. Laurencin.
Jean Cocteau, 1921. De M. Laurencin
Las dos españolas, 1915. Laurencin
Baronesa Gorgaud con abrigo rosa. Laurencin
Laurencin: Autorretrato
Laurencin con su gato, en el estudio de Madrazo, en Madrid
En 1931 inauguró el Salón de las Mujeres Artistas Modernas, al que la crítica masculina dio poca importancia, pero convenció a muchas otras pintoras, como Suzanne Valadon, para que se unieran, consciente de las dificultades que tenían las mujeres para acceder a los territorios del arte.
Después de la derrota de Francia en 1940, Marie Laurencin y Nicole Groult siguieron con su vida mundana en casa de esta última, o de otra amiga, donde recibían a escritores políticamente ambiguos como Marcel Jouhandeau y Paul Léautaud; oficiales e intelectuales alemanes, reencontrándose con conocidos de la época de su primer matrimonio.
Como sabemos, Laurencin había firmado una petición para que liberasen a su viejo amigo Max Jacob del campo de internamiento de Drancy, donde el escritor murió poco después. Cosas del destino; el 8 de septiembre de 1944, día de la Liberación, Marie fue detenida y llevada al mismo campo, en el marco del proceso de depuración cívica. Liberada una semana después, sin cargos, fue recogida por Marguerite Duras, en cuya casa halló refugio y compañía, pues no pudo recuperar la suya, requisada durante la ocupación, hasta el año 1955.
Desde 1945 a 1956, año de su muerte, Marie siguió pintando en su taller de la calle Vaneau y asistió a tres retiros espirituales en conventos.
En 1954 adoptó legalmente a la hija de su antigua criada, para entonces, de 49 años y que ya ocupaba el lugar de su madre.
Marie Laurencin fotografiada por Carl van Vechten. 1949.
En la primavera de 1953, le conmovió hasta las lágrimas la exactitud del relato que Henri-Pierre Roché, hizo de su juventud intemporal, en la novela “Jules et Jim”, que le dedicó: “hemos envejecido, pero los sentimientos permanecen.”
Carta de Marie Laurencin a Henri-Pierre Roché.
Jules et Jim sería llevada al cine, con gran éxito, de la mano de François Truffaut, en 1962, protagonizada por Jeanne Moreau.
La noche del 8 de junio de 1956, a los 72 años, Marie Laurencin fallecía en su casa. De acuerdo con su voluntad, sus funerales se celebraron con los coros del Dies Irae, que le cantaba su madre.
Descansa en el “Père Lachaise”, con un vestido blanco, una rosa en la mano y, sobre su corazón, las cartas de Guillaume Apollinaire:
Recuerda que el otoño ha muerto
No nos veremos más en la tierra
En el tiempo del aroma de las ramas de brezo
Recuerda que te espero.
Adieu, escrito por Guillaume Apollinaire, con ocasión de su ruptura, en 1912.
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Carta de Marie Laurencin al doctor Arnaud Tzank, coleccionista, al que había conocido en la Costa Azul, en 1912:
[..] sintiéndome cada vez más, parte del viento, del cielo, del árbol. Todavía evito el polvo, pero vendrá.»
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