viernes, 7 de mayo de 2021

Herman Hesse ● Literatura, y Color ● Duelo y Terapia

 


Herman Hesse nació Calw/Württemberg el 2 de julio de 1877. Era hijo de Johannes Hesse (1847-1916) –de origen báltico alemán-, misionero evangélico, escritor, lingüista y editor, y de Marie Hesse, (1842-1902), cuyo apellido familiar era Gundert –suavo suiza-, y que, para entonces, era ya viuda, y cuyo padre dirigía la Asociación de editores de Calw, en la que colaboraba el padre de Herman; ciudadano suizo de adopción.

La casa natal de Hesse en Calw.

Hermann a los tres años, 1880.

Familia Hesse; a la izquierda, Hermann. Suhrkamp Verlag, Berlin

Entre los cuatro y los diez años, Herman hizo los estudios primarios entre Suiza y Alemania, hasta que, en 1886, sus padres volvieron a Calw y se matriculó en el Reallyzeum, una escuela pública, a la que asistió hasta los trece años, momento en que cambió a la Escuela de Latín de Göpingen, donde debía superar un examen obligatorio que le permitiría el acceso gratuito a los estudios de Teología, en la Fundación Evangélica "Tübinger Stift", que por entonces, era el objetivo que se le había marcado.

Monasterio de Maulbronn

Y así fue como Herman Hesse se convirtió en seminarista en Maulbronn, entre 1891-1892, en principio, para seguir los pasos de su padre, un fin hacia el que, probablemente, no se sentía inclinado, ya que lo abandonó a los siete meses, al parecer, a escondidas, y declarando después, que su destino era, ser "poeta o nada". Obligado a terminar el curso, bajo custodia, en Bad Boll, sufrió una profunda depresión, que le llevó a un intento de suicidio, en junio de 1892; “quisiera partir como el sol en el ocaso”. Pasando, como consecuencia, dos meses en un centro siquiátrico en Stetten. La realidad, es que solo tenía quince años, por lo que, finalmente, se le permitió ingresar en un centro, en Cannstatt, donde pudo realizar el examen de bachillerato. 


Alrededor de los 21 años, ya trabajando, bien junto a su padre, bien como librero, empezó a escribir, publicando, en 1899, sus primeros libros: Romantische Lieder / Poesías románticas y Eine Stunde hinter Mitternacht / Una hora después de medianoche. Muy pronto compartió la creación poética con diversos artículos para la prensa.

Fotografía familiar, 1899. Herman a la derecha

Compaginando trabajo temporal, creación literaria y viajes, en 1901, inaugura el siglo visitando las ciudades de Florencia, Génova y Venecia y publica Hinterlassene Schriften und Gedichte von Hermann Lauscher / Escritos y poemas legados por Hermann Lauscher y Gedichte / Poemas, en Basilea y Berlín, respectivamente, justo antes de que se produjera el fallecimiento de su madre, cuando estaba escribiendo una de sus obras más importantes: Untern Rad / Bajo la rueda.

En mayo de 1903, tras realizar con ella un nuevo recorrido por Italia, se promete con María Bernouilli, con la que se casará el año siguiente, tras la aparición de su primer gran éxito editorial, Peter Camenzind, en Berlín.

María Bernouilli

En 1904, ya casados, se van a vivir cerca del lago Constanza. Hesse colabora por entonces en muchas publicaciones de prensa, pero lleva una vida tranquila, muy cercana a la naturaleza.

La Casa junto al lago.

Un año después, nace su primer hijo, Bruno, un evento familiar que precede a la publicación de otra de sus obras más conocidas; Utern Road / Bajo la Rueda.

Bruno Hesse

En 1907, después de la publicación de su obra, Diesseits / A este lado, la familia cambia de residencia, instalándose en una casa en Gaienhofen, en cuya construcción el autor participa, llamada, Am Erlenloh, en la que nacerá su segundo hijo, Heiner, en 1909, al que seguirá, -mediando la aparición de sus obras, Gertrud y De camino-, Martin, el tercero, en 1911. 

Bruno, Heiner y Martin, con su padre

Martin Hesse, 1939

Solo un año después, el autor y su familia, abandonan Alemania para siempre, y se van a vivir a Berna, donde Hesse iniciará su amistad con el escritor francés, Romain Rolland.

Cuando estalla la Primera Guerra, 1914-18, Herman Hesse se presentó como voluntario, y, aunque fue declarado no apto para el servicio de las armas, creó y promovió una campaña desde Suiza, para acercar y facilitar la lectura a los prisioneros de guerra en Francia, hasta que, dos años después y coincidiendo con el fallecimiento de su padre, aparecieron los primeros síntomas de esquizofrenia en su mujer, junto con preocupantes síntomas de enfermedad en su hijo pequeño, Martin, todo lo cual le provocó una fuerte crisis de ansiedad, que le obligó a buscar tratamiento, poniéndose en manos de un colaborador de C.G. Yungcerca de Lucerna.

La Casa de Montagnola, hoy, Museo Hesse

Desgraciadamente, nada pudo impedir la separación familiar, cuya situación le resultaba imposible de superar. Su esposa y sus hijos se furon a vivir con a unos buenos amigos, al tiempo que él se asentaba en Montagnola/Tessino, en la llamada Casa Camuzzi, en la que vivirá hasta 1931, año en que aparece su novela Demian, bajo el seudónimo de Emil Sinclair.


Montagnola, acceso principal.

Montagnola, interior

Al parecer, y, como consecuencia de su tratamiento, Herman Hesse, descubre entonces las posibilidades que encierra la pintura como ocupación terapéutica.

Hesse pintando en el campo

Tal es, posiblemente, la razón por la que, en 1920, aparecieron los titulados, Poemas del Pintor, seguidos por la edición de El último verano de Klingsor, a pesar de lo cual, las cosas no funcionaban como sería deseable, y el escritor decide someterse al psicoanálisis con el propio C. Gustave Jung. Le prescriben una estancia en el balneario de Baden, en Zurich, al que, en adelante acudirá todos los años, al menos, hasta 1951.

En 1924 Hesse se casa por segunda vez, en esta ocasión, con Ruth Wenger, de la que se divorciará solo tres años después. Al parecer, el matrimonio no fue consumado.

Ruth Wenger

En 1925, publica, Kurgast / Huésped de balneario, seguida por Bilderbuch / Libro ilustrado; ambos en Berlín, y, dos años después, Die Nürnberger Reise / El viaje a Nuremberg y el famoso Der Steppenwolf / El lobo estepario, con lo que, todo parece ir bien en el terreno literario, aunque no así en su vida privada, ya que, coincidiendo con esta última obra, y su 50 cumpleaños, Ruth Wenger, su segunda esposa, pide y obtiene el divorcio.

No tardará mucho, apenas cuatro años, en casarse de nuevo -tras la publicación de Narziss und Goldmund / Narciso y Goldmundo-, con Ninon Dolbin, una historiadora del arte, con la que vivirá en la llamada Casa Hesse, en Montagnola.

Ninon Dolbin

Die Morgenlandfahrt / Viaje a Oriente, 1932; y Stunden im Garten / Horas en el jardín, 1936, aparecen justo antes de sus obran sean declaras “non gratas” en Alemania, produciéndose la prohibición expresa de Das Glasperlenspiel / El juego de abalorios, en 1942, seguida del arresto de su editor en 1944.

Afortunadamente, la segunda Guerra se da por terminada en 1945 y el año siguiente, Hesse recibe el Premio Goethe de la ciudad de Frankfurt am Main, al que seguirá la concesión del Nobel de la Academia sueca, además de otros honores y condecoraciones.

En el año 52, con motivo de su 75 cumpleaños, aparece una gran recopilación de su obra poética, recogida en seis tomos.

Hermann y Ninon Hesse ante la Casa Rossa 1931. Foto: Deutsches Literaturarchiv Marbach

Finalmente, tras recibir, en 1954 el Premio de la Paz, concedido por los libreros alemanes, al que seguirá en el 61 una edición de su poesía, bajo el título Stufen, Alte und Neue Geidchte in Auswahl / Etapas, selección de viejos y nuevos poemas, Herman Hesse fallecía en Montagnola, el 9 de agosto de 1962.

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Con los grandes escritores, Thomas Mann y Stefan Zweig, ha sido el autor más leído de lengua alemana, hasta hoy, en todo el mundo; con ambos mantuvo una cálida amistad, que hoy podemos seguir a través de su numerosa correspondencia.

Thomas Mann y Stephan Zweig

Por otra parte, y, curiosamente, sólo Hesse y Carl Spitteler, obtuvieron el premio Nobel como autores de nacionalidad suiza, pero, a pesar de su reconocimiento mundial, e incluso a pesar de que vivió cuarenta años en Tesino, al sur de Suiza, -donde, además, escribió 'El lobo estepario', 'Siddhartha', 'Narciso y Goldmundo' y 'El juego de los abalorios'-, sus compatriotas de elección parecieron mostrar cierto desapego hacia un autor al que, quizás, siguieron viendo como alemán. Sin embargo, en su ciudad natal, Calw, en Bade-Wurtemberg -denominada 'la cuna de Herman Hesse', pese a que el escritor solo vivió allí unos diecisiete años, en diferentes períodos-, varias calles y plazas llevan su nombre como homenaje y, además, con ocasión del 50º aniversario de su fallecimiento -2012-, también se inscribieron en muchos bancos de jardines públicos, conocidas frases suyas, como:

"La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla", o:

"Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia".

Aún así, hay en Calw un 'Café Montagnola' en recuerdo del amor que Hesse tuvo por el que fue su hogar y lugar de inspiración en Suiza.

Por otra parte, en Tesino hay un olvido casi total del escritor, hasta el punto de que el jardín de la Casa Rossa, lugar que le inspiró para crear 'El juego de los abalorios', estaba amenazado, el año del aniversario, por un proyecto inmobiliario, frente al que no se pudo hacer nada legalmente, aunque han seguido en pie las peticiones ciudadanas.

En realidad, Hesse era un 'zucchino', -el apelativo que los habitantes locales dan a los que llegan del norte- y, además, le costó mucho tiempo ser aceptado, si bien, unas semanas antes de su muerte y 15 años después de recibir el Nobel de Literatura -que no fue a recoger-, Hesse recibió allí el reconocimiento de "ciudadano de honor".

Tampoco hay mucha huella de su existencia en Basilea, al norte de Suiza, lugar al que su familia se trasladó cuando él tenía cuatro años, para que su padre desarrollara su labor de misionero evangélico.

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Como hemos visto, a los 26 años -1903-, Hermann Hesse había conocido en Basilea a María Bernoulli, nueve años mayor que él, que era fotógrafa independiente -curiosamente, la primera mujer que lo fue en Suiza- y dirigía un estudio de fotografía en la ciudad vieja, además de que tenía dotes para la música. Juntos hicieron varios viajes y participaron en los círculos artísticos de Basilea. Poco antes de la boda, que se celebraría en 1904, Hesse escribió a un amigo sobre Mia: "al menos es mi par en cuanto a formación, experiencia de la vida e inteligencia, es mayor que yo y en todos los sentidos es una personalidad independiente y activa".

Ya casados, viajaron a Gaienhofen, cerca del lago Constanza y, a partir de entonces, nacieron sus hijos, los ya citados, Bruno, en 1905; Heiner, en 1909 y Martin, en 1911, pero Mia, que siempre había tenido un carácter retraído, se fue encerrando cada vez más en sí misma, al tiempo que Hesse se alejaba, alegando viajes por motivos de trabajo.


Es difícil valorar lo que sucedió entre ellos, y que, desde muy pronto, provocó, de manera gradual, pero evidente, el alejamiento del escritor y las depresiones de Mia. Heiner, el segundo hijo, que en 2002 tenía 93 años y vivía en Tessino, recordaba a su madre, en la época de Berna, como una persona amante de la vida, que iba con frecuencia al campo con sus hijos, hacía excursiones por la montaña con ellos y también iba a nadar, de todo lo cual, existen numerosos documentos gráficos. Lo único que se sabe es que Mia sufría de ciática, pero su dolencia psíquica no se manifestó hasta 1918.

Mia en una caminata en el Gasterntal cerca de Kandersteg

Lo cierto es, que el traslado a Berna en 1912, no pudo salvar el matrimonio, de modo que en 1918 Hesse tomó la decisión de vivir separados, justo en un momento en que la salud de Mia empeoraba drásticamente, lo que obligó a llevar a cabo su ingreso en un hospital psiquiátrico. En principio, Hesse mantuvo una postura de respeto y siguió considerando a Mia como una persona fuerte. En febrero de 1919 escribía a una amiga diciéndole que muchas veces había sido injusto con Mia y que ella tenía un carácter mejor que él, además de una constitución buena y fuerte. En el cuento "Iris", que Hesse escribió después de la separación y que dedicó a Mia, escribió: "Sobre todo prefería vivir con flores y música a su alrededor, y quizá un libro, en solitario silencio... a veces era tan tierna y sensible que todo lo ajeno le hacía daño y fácilmente le provocaba el llanto... Después volvía a estar radiante, con tranquilidad y delicadeza en una felicidad solitaria, y quien la veía se daba cuenta de lo difícil que es darle algo a esta hermosa y extraña mujer que significase algo para ella." 

Mia Hesse-Bernoulli en 1962, a los 94 años

Cuando Mia superó aquella crisis psíquica, Hesse organizó el traslado familiar de Berna a Ascona. Con una edad ya avanzada, Mia vivió con su hijo Martin en Berna, pero, finalmente, ingresó en un asilo de ancianos, donde falleció a los 95 años. 

Hasta el final de su vida, se interesó por numerosas actividades y se dedicó a tocar el piano, su entretenimiento preferido.

Martin Hesse llevó a su madre a la celebración del 75 aniversario de la Asociación Suiza de Fotógrafos, en 1962, y la presentó como la primera fotógrafa suiza.

Martin Hesse, fotógrafo de riesgo. Münsterturm, Berna, 1944

Hesse reconoció, por su parte, que la vida casera le resultaba opresiva y realizó varios viajes al extranjero para alejarse de la familia, con la que volvió en 1912 a Suiza para instalarse en Berna. Allí trabajó para la embajada alemana, desde la que, años después, prestaría ayuda a prisioneros de la I Guerra Mundial. 

Tras la separación de Mia Bernoulli, Hesse volvería a casarse dos veces, la última de ellas con Nina Dolbin, con la que vivió en la Casa Rossa sus últimos años, cuando ya declinaba su capacidad de creación literaria. Fue por aquellos años cuando se refugió en la pintura, en principio, como terapia, pero, poco a poco, aquella actividad se convirtió en una auténtica pasión, que le llevó a crear una importante obra pictórica compuesta por más de 3.000 acuarelas plenas de luz y color.

Albogasio, 1925. Calw y Baum und Dörfchen. 1928 Calw

Blauer Kugelbaumm. 1927 Calw


Kirche Carona. 1923. Calw

“Kirche am Hügel” (1922) y “Dorf” 1922

"Yo no dedico gran afán a la posesión; me separo fácilmente de las cosas y las doy con facilidad. Pero ahora me abruma un afán por querer retener, sobre el cual a veces debo sonreír. En el jardín, sobre la terraza, junto a la torrecilla bajo la veleta, me siento día tras día y permanezco quieto durante horas, y de pronto me lleno de actividad y con lápiz y pluma, con pincel y pinturas, trato de reproducir esto y aquello de la floreciente y efímera riqueza que hay.

Dibujo con esfuerzo las sombras de la mañana en la escalera del jardín y las revueltas de las gruesas serpientes de glicinias, y trato de reproducir los lejanos y vidriosos colores de las montañas al atardecer, que son tan delgadas como un hálito y tan radiantes como joyas. Después vuelvo a casa cansado, muy cansado, y cuando por la noche coloco mis hojas en la carpeta, casi me entristezco al ver lo poco que pude anotar y conservar de todo ello".

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Hermann Hesse y Thomas Mann, en febrero de 1932, retratados en Chantarella, cerca de la localidad suiza de Saint Moritz. (Deutsches Literaturarchiv).

Hermann Hesse y Thomas Mann; "el ermitaño y el hombre de mundo" llegaron a construir una sólida amistad. La numerosa correspondencia intercambiada entre ambos autores, muestra su rechazo al nazismo y es un fiel reflejo de un tiempo convulso, ya desde la época de entreguerras.

Mann y Hesse se conocieron en 1904 a través de su editor, Samuel Fischer, por cuya indefensión ante el nazismo, años después, Hesse mostró una constante preocupación en sus cartas.

Su correspondencia empezó, en buena medida, por los intentos infructuosos de Mann de que Hesse volviera a la Academia Prusiana de las Artes. Pero fue el Tercer Reich el que pronto acaparó el protagonismo. Nada más llegar Hitler al poder, Mann empezó a percibir "golpes cargados de odio y hostilidad" desde la patria. De hecho, en Múnich le fueron confiscados sus "activos líquidos". Por su parte, Hesse, en julio de 1933, observó también "un ambiente de guerra y de pogromo", asimilable a los estados anímicos, decía, de 1914, pero sin la ingenuidad de entonces: "Costará sangre y muchas cosas más: hiede ya bastante a maldad".

El carácter profético de sus observaciones, no impidió que, tras la Segunda Guerra Mundial se reprochara a Hesse, haber vivido en la comodidad de su retiro suizo.

 

“San Francisco de Asís”

Fue una obra escrita en 1904 y ha sido la menos leída de todas las creadas por Hermann Hesse, siendo, además, inédita durante mucho tiempo en español. Se refiere, evidentemente, a su santo predilecto, por el modelo de conducta que este sigue para llegar a la excelencia humana. Representa, a la vez, tres claves del pensamiento existencial del autor: la mística, su idealismo y, la reivindicación de la libertad individual, que algunos le reprochan al interpretarla como una actitud antisocial.

En esta obra hay un relato biográfico y cinco leyendas sobre San Francisco de Asís, a través de una edición de las Fioretti di San Francesco y su infancia: “era Giovanni Bernardone, llamado San Francisco de Asís, un soñador, héroe y poeta”, empieza el autor, para pasar a hacer un extraordinario retrato del mismo.

“Ocurrió entonces que en el primer día de viaje el joven oyó la voz de dios, de tal modo que su corazón tembló y en su interior se desvanecieron las deliciosas imágenes del placer y la vanidad. nadie sabe lo que se le comunicó en esta hora, ni qué tipo de voces desgarraron y doblegaron su alma. Sobre el instante en que se decide el destino interior de un hombre siempre se expande una oscuridad, como sobre un misterio sagrado. De cuáles fueron los pensamientos de Francisco o de sus rostros interiores, de eso nunca habló. Pero debe ser que de pronto los enigmas de la vida y de la muerte se le presentaron con claridad ante los ojos y una fuerza sagrada lo obligó de manera ineluctable a hacer una elección y a buscarle una meta a su camino. En Spoleto fue presa de una fiebre, y poco después regresó solo a Asís, en silencio y afligido. Su magnífica armadura se la había regalado a un hidalgo empobrecido”.

La importancia de la obra, a pesar de no ser de las más leídas, es que pone de manifiesto la sensibilidad del autor, ya que desde niño se sintió muy fascinado por aquella figura, que adoptó como pariente y amigo desde la distancia de los siglos; su conducta era similar a su enseñanza, Hesse admiraba su ética, que también vemos definida en obras como: Demian, El lobo estepario y Narciso y Goldmundo.

San Francisco de Asís fue para él, un intento de “hacer hablar de nuevo a un testigo largamente enmudecido desde tiempos antiguos”. Por otra parte, está escrito con la auténtica devoción y admiración, que el autor llegó a sentir por el personaje, resultando un relato conmovedor y maravilloso.

La novela titulada, La Ruta Interior, es la historia de un hombre ligado a una secta religiosa llamada “La Liga”, en la que aparecen personajes como Platón, Pitágoras, Mozart y Don Quijote de la Mancha, entre otros; un grupo de los cuales se dirige al Oriente para encontrar la “verdad definitiva”.

De su obra, formada por cuarenta volúmenes —entre novelas, relatos, poemarios y meditaciones— se han vendido más de 30 millones de ejemplares, de los cuales sólo una quinta parte corresponde a ediciones en alemán. Además, publicó títulos de autores, antiguos y modernos, así como monografías, antologías y varias revistas. Editó también casi 3000 recensiones. A todo esto hay que añadir una copiosa correspondencia; al menos 35.000 respuestas a cartas de lectores, y su actividad pictórica: centenares de acuarelas de carácter expresionista, con un vivo cromatismo. 

Hasta el año en que se produjo el centenario de su nacimiento, se habían escrito más de 200 tesis doctorales, unos 5000 artículos y 50 libros sobre su vida. Para entonces, era también el europeo más leído en Estados Unidos y Japón, y sus libros traducidos a más de 40 idiomas.

El Premio Nobel de Literatura en 1946, fue, en realidad, un reconocimiento a toda su trayectoria literaria.

«[...] con los libros tenía más y mejores relaciones»—.

El 3 de noviembre de 1914 -ya en guerra-, publicó en el Neue Zürcher Zeitung, el artículo "O Freunde, nicht diese Töne", traducido literalmente como: ¡Oh, amigos, no con esos acentos! O más sencillamente, Amigos, dejemos nuestras disputas; por el primer verso de la Oda a la Alegría, del poeta alemán Friedrich von Schiller en el que llamaba a los intelectuales alemanes a no caer en polémicas nacionalistas. Por primera vez, Hesse se encontró en medio de un violento enfrentamiento político, y la prensa alemana lo atacó —en la prensa de mi patria fui declarado traidor—, recibió anónimos amenazantes y cartas de amigos que no le apoyaban, aunque sí lo hicieron algunos como su amigo Theodor Heuss y el escritor francés Romain Rolland.

Cuando pudo reanudar su vida habitual, su matrimonio ya estaba arruinado. Debido a la grave psicosis que afectó a su esposa, y a pesar de su mejoría, Hesse ya no podía, o no sabía, cómo plantearse el porvenir con ella. La casa de Berna fue vendida, y él se trasladó a la villa de Montagnola, en el distrito de Collina D'Oro, en el cantón del Tesino, en Suiza, donde alquiló un edificio que parecía un pequeño castillo: la «Casa Camuzzi». Allí no solo volvió a escribir, sino que también empezó a pintar, lo que aparece en su gran relato posterior, Klingsors letzter Sommer / El último verano de Klingsor. 

Después de la Segunda Guerra Mundial escribió algunos relatos cortos y poemas, pero ninguna novela más. Murió a los ochenta y cinco años, como hemos dicho, en Montagnola, mientras dormía. Fue el día 9 de agosto de 1962.

Hermann Hesse y Ninon Hesse-Dolbin en el 85 cumpleaños del escritor.

En la década de 1950, la popularidad de Hesse había empezado a declinar, y en 1955, las ventas de sus libros alcanzaron un mínimo histórico, pero, después de su muerte, en 1962, los escritos publicados póstumamente, incluidas cartas y piezas de prosa, hasta entonces, desconocidas, contribuyeron a elevar de nuevo, la apreciación de sus obras.

Hermann Hesse en 1955

En el momento de la muerte de Hesse, sus obras aún eran relativamente poco leídas en los Estados Unidos, a pesar del premio Nobel. En un artículo publicado en The New York Times, se afirmó que sus obras eran "inaccesibles" para los lectores estadounidenses. Pero la situación cambió con la mentalidad, a mediados de la década de 1960, en cuyo transcurso, sus libros pasaron a ser los más vendidos en los Estados Unidos. 

El renacimiento de la popularidad de la obra de Hesse se ha atribuido a su relación con algunos de los temas populares del movimiento de la contracultura de los años sesenta. En particular, el tema de la búsqueda de la iluminación de Siddhartha, Viaje al Oriente, y Narciso y Goldmundo resurgió con esos ideales. 

Desde Estados Unidos, el renacimiento de Hesse se extendió a otras partes del mundo e incluso a Alemania: se vendieron más de 800.000 copias en el mundo de habla alemana de 1972 a 1973 y en el transcurso de muy pocos años, Hesse se convirtió en el autor europeo más leído y traducido del siglo XX, siendo especialmente popular entre los lectores jóvenes. En Alemania, muchas escuelas llevan hoy su nombre. 

Casa Rossa. H. Hesse


Hans Sturzenegger - Hermann Hesse mit Panamahut, /con sombrero “Panamá”, 1912


La pintura constituyó para Hesse, si no un remedio, un impagable consuelo. Recordemos que en la época en que empezó a pintar, hacia los 39 años, Europa estaba inmersa en la gran guerra -un tremendo choque para su mentalidad pacifista-; se presentaron los primeros síntomas de enfermedad de su primera esposa y se produjo el fallecimiento de su padre.

Hermann Hesse con su hijo Heiner y su nieto Silver. Suhrkamp Verlag, Berlin

El segundo hijo de Hesse, Hans Heinrich –Heiner-, nacido el 1 de marzo de 1909 en Basilea, fue, desde 1966 el administrador del legado literario de su padre hasta su propio  fallecimiento, en 2003.



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2 comentarios:

  1. Descubrirlo a mis 17 años fue un cambio total a mi vision de la vida,de la religion,del amor y la amistad.Llegue a leer casi todos sus libros y los sigo releyendo con los años.Amo a Herman Hesse siempre sera mi preferido entre los escritores

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  2. No me sorprende, Hesse tiene esa cualidad. A mi me sucedió algo parecido y no lo he olvidado a pesar de los años. Gracias y un cordial saludo.

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