Entre el océano Ártico, el mar de Barents y el mar de Groenlandia.
Spitsbergen
Léonie d'Aunet – pintura de François-Auguste Biard, su marido-. Collection du Musée National des Châteaux de Versailles et de Trianon
Primera Carta: A M. León de Boynest, en Nueva York.
A bordo del Wilhem de Eerst.
Querido hermano,
Como todo el mundo, usted se ha sorprendido y me pregunta cómo he podido hacer el proyecto de emprender este inmenso y largo viaje, que me ve iniciar con temor.
El proyecto surgió muy sencillamente, al azar de una conversación. Le diré cómo.
Hace alrededor de un mes, algunos amigos se reunieron en mi casa; entre ellos, M. Gaimard, el famoso viajero que ha dado dos veces la vuelta al mundo y ha formado parte de no sé cuántas expediciones al polo; aquel día nos contó, con su verbo meridional y pintoresco, el naufragio del “Urania” en las islas Malvinas, complaciéndose en representar en su narración todas las pruebas de valor y de sangre fría mostradas en aquellas circunstancias, por la señora Freycinet, que acompañaba a su marido, comandante del “Urania”.
Cuando terminó, alguien dijo: -Pobre mujer, debió sufrir mucho.
-¿Le da pena? -dije yo, -a mí me da envidia.
Gaimard me miró: -¿Habla en serio, señora?
-Muy en serio.
-¿Le gustaría dar la vuelta al mundo?
-Es mi sueño.
-Y ¿algo más?
No comprendí bien y creí que Gaimard bromeaba.
-Sí, más -añadió-; se ha dado la vuelta al mundo varias veces, pero todavía no se ha avanzado lo bastante por las latitudes que rodean el polo, como para saber si por allí se podría pasar de Europa a América.
-¡Ah! ¿Conoce usted esa vía?
-No. Vamos a ir a buscarla. Salgo dentro de tres semanas con una comisión científica que presido, para explorar el Océano Glacial por los parajes del Spitzberg y de Groenlandia.
-¡Qué gran fortuna!
-Más afortunado sería si esta expedición tentara a su marido y quisiera ayudarnos con su talento.
-Pues yo creo que podría hacerle una proposición en ese sentido.
-¿Se encargaría usted, señora?
-Sí; con una condición.
-¿Cuál?
-Que yo le acompañe.
-¿Hasta el final?
-Hasta el final.
Eso presentará dificultades, porque las mujeres no se embarcan a bordo de los navíos estatales, y...
-Entonces, no diré una palabra en favor del viaje; al contrario.
-Háblelo de todos modos; trataremos de solucionar esa dificultad.
Aquella misma noche, el proyecto del gran viaje estaba sobre la mesa, entre mi marido y yo, y obtuvo ambos consentimientos por unanimidad.
Al día siguiente, anunciamos la salida a nuestros amigos. Hubo voces de desaprobación.
-¡Qué locura, me decían; -volverá muy estropeada.
-Pero ¿por qué?
-Aquello es horrible y usted es demasiado joven y delicada para semejantes fatigas; espere un poco, al menos.
-No. En primer lugar, la oportunidad no se repetiría, y, después, puede que tenga hijos y ya no dispondré de la posibilidad de exponer mi vida en aventuras.
-A su edad se va al baile; no al Polo.
-Lo uno no impide lo otro; si vuelvo, tendré todo el tiempo para ir al baile.
-¿Y si no vuelve?
-Usted se dará el gusto de decir: “Se lo advertí”.
Y ya no pensé más que en los preparativos.
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Léonie d'Aunet nació el 2 de julio de 1820. Hija de Auguste-François-Michel Thévenot d'Aunet, oficial de un escuadrón militar de Québec, y d'Henriette-Joséphine d'Orémieulx. Se formó en el Instituto Fauvel y, se casó con el pintor François-Auguste Biard (1798-1882) el 23 de julio de 1840 en París. Falleció el 3 de marzo de 1879. Fue una extraordinaria narradora; novelista, dramaturga y exploradora en el Ártico. Singularmente, es también conocida por su relación de varios años con Víctor Hugo.
En 1838 la corbeta La Recherche, al mando de José Paul Gaimard, emprendió una expedición científica a Spitzbergen, para explorar el Ártico, (1838-1839).
Corvette "La Recherche" cerca de la Isla del Oso, el 7 de agosto. François Auguste Biard
D'Aulnet ya compartía en aquel momento su vida con el pintor Biard, con el que pronto se casaría, y decidió persuadirle para que aceptara el puesto de pintor oficial de la expedición, siempre con la condición de que a ella se le permitiera participar. Así, viajó con él por Bélgica, Holanda y Noruega, y habiendo pasado por Hammerfest, la ciudad más al norte de Escandinavia, volvieron, después de haber pasado varias semanas en Spitzbergen. Fue así, la primera mujer que participó en una expedición científica a las regiones polares. A su vuelta, su correspondencia fue publicada por entregas, en la Revue de Paris, -creada y fundada en 1829, con carácter literario, por Louis-Désiré Véron, que la dejó dos años después, para dirigir la Ópera de París, pero la Revue siguió apareciendo regularmente hasta 1970.
En otoño de 1843 Leoni d’Aunet conoció a Víctor Hugo, probablemente en el salón de Fortunée Hamelin. Parece que su relación contribuyó a mejorar el ánimo de Víctor Hugo, y que le inspiró una extensa serie de poemas, de los que aparecen numerosas referencias en la obra Las contemplaciones, del gran escritor, pero se interrumpió, después de siete años, a causa del exilio de Víctor Hugo, como consecuencia del golpe de Estado de Napoleón III, el 2 de diciembre de 1851.
La relación entre ellos se había hecho pública, cuando, el 5 de julio de 1845, hallándose bajo vigilancia, d’Aunet fue sorprendida con Hugo, en un hotel del Pasaje Saint-Roch, en el distrito parisino de Palais-Royal.
El Passage Saint-Roch; a la izquierda, la iglesia que le da nombre.
Tras el arresto subsiguiente, el escritor invocó su inviolabilidad como Par de Francia, pero Leonie fue arrestada y conducida a la prisión de Saint-Lazare, sobradamente conocida durante el “Terror” por un sinnúmero de residente célebres, como, Saint-Simon, Beaumarchais, Chenier, etc., cuyo carácter histórico nos permite imaginar diversos pasajes históricos con suficiente veracidad y realismo.
Prisión para mujeres en Saint-Lazare
Hubert Robert - Corridor de la prison Saint-Lazare vers 1794. Musée Carnavalet
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Louis-Philippe d’Orléans, de Winterhalter, 1841. Palace de Versailles.
Por entonces, Francia se hallaba bajo Louis-Philippe; reinante entre Charles X y Napoleón III, desde 1830, hasta que, el 24 de febrero de 1848, firmó su abdicación; el mismo día se formó un gobierno provisional, que proclamó la II República. Los descendientes de Luis Felipe son, hasta hoy, los pretendientes orleanistas.
Durante el encierro de Léonie d’Aunet, Louis-Philippe I otorgó un cargo a su marido.
E. Ph. E. Philippoteaux - Lamartine ante el Ayuntamiento de París, rechaza la bandera Roja. Museo Petit Palais.
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Transcurridos dos meses de encierro en Saint-Lazare, Léonie d’Aunet fue trasladada al Convento de las Damas de San Miguel, donde, no sin un componente, en apariencia, paradójico, fue visitada y consolada por Adèle Foucher, la esposa de Víctor Hugo, que llevaba años soportando la relación del escritor con la famosa Juliette Drouet.
Adèle Foucher
Desde 1833, Víctor Hugo y Juliette Drouet, mantenían una relación amorosa, que duró hasta el fallecimiento de ella, en 1883. Ella le siguió durante el exilio, aunque viviendo en un apartamento separado; le acompañó en numerosos viajes por Francia y por toda Europa.
En diciembre de 1851, Juliette le presentó a un tal Lanvin, tipógrafo, que le hizo un pasaporte. Inmediatamente, Juliette le procuró diversos albergues en casa de algunos amigos.
En 1860, Hugo le dedicó las pruebas de La Légende des siècles, en las que le ofrecía un rendido homenaje:
”Si no he sido detenido y, consecuentemente, fusilado, y sigo vivo en esta hora, se lo debo a Mme. Juliette Drouet, que, poniendo en peligro su propia libertad y su vida, me ha preservado de todas las celadas, ha velado por mí sin descanso, me ha buscado asilos seguros y me ha salvado; con qué admirable inteligencia, con qué celo, con qué heroica valentía; Dios lo sabe y la recompensará por ello.” (En: Louis Barthou, Les amours d'un poète. Paris, Fayard, 1926).
Drouet le siguió en el exilio a Guernesey, donde Víctor Hugo le alquiló una casa; La Fallue, cerca de su propia residencia familiar. El 16 de junio de 1864, se trasladó a Hauteville Fairy, que Hugo se encargó de decorar, y el 22 de diciembre de aquel año, Juliette recibió una invitación de Adèle Hugo, para la fiesta de Navidad que la familia organizaba en favor de los niños indigentes, lo que pareció ser una especie de intento de oficializar su relación.
El 25 de septiembre de 1870, durante el asedio de París por parte de Prusia, Hugo dio instrucciones a sus hijos, con respecto a Juliette Drouet: “Ella me salvó la vida en diciembre de 1851. Sufrió por mí el exilio. Jamás su alma abandonó la mía. Que los que me han amado, la amen y la respeten; es mi viuda.” (En: Pierre Seghers; Victor Hugo visionnaire. Paris, Robert Laffont, 1983).
Ernest Meissonier: Le Siège de Paris/Asedio de París. 1870-1884, Musée d'Orsay.
“Memorial de muertos” y “Sinfonía heroica de Francia”, la tela representa alegóricamente, la ciudad de París, como una mujer rodeada de cadáveres y heridos, a los que sobrevuela un águila prusiana, encaramada sobre el espectro del hambre.
Juliette escribió a Hugo unas veinte mil cartas, en las que expresaba su inmenso amor... y sus celos. En Los Miserables, Víctor Hugo desliza una alusión muy íntima de su vida amorosa; la fecha del 16 de febrero de 1833, noche de bodas de Cosette y Marius (Quinta Parte, libro VI, Cap. I), fue la misma fecha en la que Juliette se unió a Víctor por primera vez. Sin embargo, el entorno del escritor, le persuadió de asistir al entierro de Juliette Druot.
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Como sabemos, Drouet no fue la única amante de Hugo, cuyas relaciones fuera del matrimonio, parecen haber sido bastante numerosas, y nos devuelven nuestro hilo narrativo, sabiendo que fue en marzo de 1843 cuando conoció a Léonie d’Aunet, con la que se unió de hecho, durante siete años, a partir del 1º de abril de 1844, aunque, como también sabemos, el 5 de junio de 1845, ella fue arrestada por adulterio; condena de la que se libró el escritor, amparado en su estatus de Par de Francia.
Una vez liberada, en marzo de 1846, Léonie visitó con frecuencia la casa de Hugo y Adèle, a cambio de asesoramiento sobre su indumentaria y la decoración de su residencia, Adèle la ayudó a lanzar su carrera literaria, aunque no falta quien opine que su verdadero protector en este sentido, fue el propio Víctor Hugo. Léonie no le siguió al exilio, por consejo de Adèle, pero nunca dejó de escribirle, y él, sintiendo cierta responsabilidad hacia los hijos de Léonie, desde su vuelta del exilio, no dejó de ayudarla económicamente, hasta su muerte.
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Léonie d’Aunet apareció en el mundo literario, tras la separación legal de su marido, en 1855, con su nombre de soltera, publicando con Hachette, precisamente, el relato de su viaje a Spitzbergen, titulado, Voyage d'une femme au Spitzberg, al que siguió, Un Mariage en province, en 1856, en esta ocasión, publicado en el periódico La Presse; La Venganza (1857); Étiennette, Silvère; Le Secret (1859), L’Heritage du Marquis d'Elsigny, para la Biblioteca de los Ferrocarriles de Hachette, que le proporcionó un lugar destacado en el mundo de las letras.
D'Aunet también se dedicó al teatro escribiendo el drama Jane Osborn, interpretado por Lucie Mabire, el 30 de enero de 1856 en el teatro Porte de Saint-Martin. También publicó seriales en Le Siècle, Le Courrier de Paris, Le Journal pour tous y L'Événement, e incluso ocupó la columna de moda en la revista Les Modes parisiennes bajo el seudónimo de "Thérèse de Blaru".
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Leonie d’Aunet estuvo casada -hasta 1845-, con el pintor François Biard.
François Biard, de Corot. Museo Arte Ginebra
Biard estudió en la École des Beaux-Arts de Lyon con Pierre Révoil. Sus numerosos viajes por Oriente, Laponia y Brasil, inspiraron sus obras, marcadas así con un notable sello de exotismo, que tuvo gran éxito.
Una de las obras más famosas de Biard, es La abolición de la esclavitud en las colonias francesas en 1848. Palacio de Versalles, París.
D’ Aunet y Biard tuvieron un hijo, Georges Biard d'Aunet, que se casó con Mlle. de Lestang-Parade, y una hija, Marie Biard, fallecida en 1897, que Léonie reflejó en su obra literaria con el seudónimo Étincelle; "Chispa", y se casó sucesivamente con el vizconde Peyronny y con el barón Double de Saint-Lambert.
Georges BIARD d'AUNET, hijo de Leoni, oficial de Marina y diplomático. Fotografía tomada en 1885
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EL VIAJE
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El archipiélago Spitzberg, hoy llamado Svalbard, por el nombre de su isla más grande, se encuentra en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo. Forma parte del Reino de Noruega. Se trata de un grupo de islas comprendido entre los paralelos 74º y 81º norte y los meridianos 10º a 35º este. Forman la parte más septentrional de Noruega y sólo tres de las islas están habitadas: Spitsbergen, la Isla del Oso y Hopen. El poblado más grande es Longyearbyen.
La isla de Spitsbergen (anteriormente conocida como Spitzberg Occidental) es la mayor de las islas del archipiélago de Svalbard, situada en la confluencia entre el océano Ártico, el mar de Barents y el mar de Groenlandia. La isla de Spitsbergen tiene una superficie aproximada de 39.044 km², aunque varias referencias citan pequeñas diferencias de tamaño. Este nombre, Spitzberg, ha sido aplicado también al archipiélago completo de Svalbard y todavía lo es ocasionalmente. La isla tiene 450 km de longitud y entre 40 y 225 km de ancho. Debido a que Spitsbergen se sitúa enteramente dentro del círculo polar ártico, es uno de los lugares donde el sol brilla durante las 24 horas del día en el mes de junio.
Itinerario del viaje de Léonie d'Aunet
…al cabo de las tres semanas de las que había hablado M. Gaimard, estábamos completamente dispuestos; vino a despedirse y se quedó maravillado con nuestros preparativos. Nos hemos dado cita en el Cabo Norte; la comisión científica llegará allí por mar; nosotros por tierra: excelente combinación que nos permitirá ver muchos países.
Este es nuestro recorrido:
A la ida: Holanda, Hamburgo, Dinamarca, Suecia occidental, Noruega, Cristianía, Drontheim, el Cabo Norte y, finalmente, el Spitzberg, si Dios quiere.
A la vuelta: Laponia, Tornio, Finlandia, Suecia Oriental, Estocolmo, Prusia, Sajonia y el Rin.
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Permanecí clavada más de un cuarto de hora ante la Ronda de Noche, de Rembrandt. Representa, sencillamente, una patrulla de burgueses en Gante; caras comunes, trajes oscuros, una actividad corriente; -un conjunto sublime, la naturalidad y el arte. Hay un aliento en cada pecho y el poderoso soplo de un gran genio en la obra.
Rembrandt: La Ronda de noche. Rijksmuseum, Ámsterdam
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Después fui a visitar la casa de Pedro I.
La Casa del Zar de Rusia Pedro I “El Grande”/Czaar Peterhuisje, en el barrio ruso de Zaandam, es una de las casas de madera más antiguas de Holanda. Se trata de una pequeña construcción para trabajadores, que se construyó en 1632 con madera vieja usada en la construcción de barcos. En ella se alojó el Zar de Rusia, Pedro I El Grande” cuando, en 1697 quiso aprender carpintería naval. La Czaar Peterhuisje forma parte del Zaans Museum y la casa alberga una pequeña exposición de carácter histórico.
La Casa de Pedro el Grande en Zaandam.
Se entra con un sentimiento de viva curiosidad y una especie de respeto, en esta humilde morada, en la que, durante tres años, un hombre que poseía casi la mitad de Europa, se dedicó a complejos estudios y a las penosas labores de un constructor de naves. Pedro I, en Saardam aparece en la historia como una rara y noble figura; hay verdadera grandeza en su exilio voluntario lejos de la patria, lejos del trono, en esta humildad del poderoso ante el trabajo, del déspota al medio salvaje ante la civilización, en este homenaje rendido por la fuerza a la inteligencia. Se siente que haciéndolo, este hombre aprendía a construir un navío, pero pensaba en edificar un imperio.
La casa en la que meditaba sus grandes proyectos y se entregaba a sus modestos estudios es pequeña, construida de madera, muy sencilla, una verdadera cabaña dividida en dos piezas; en la del fondo, se muestra la mesa en la que escribía y la cama de campaña, baja y dura, en la que descansaba. Todo en la habitación es de la más austera sencillez; los muros están desnudos, los muebles son toscos, hechos en madera natural; algunos mapas y útiles de carpintería, aparecen colgados en las paredes, es el refugio de un solitario, al mismo tiempo que el alojamiento de un trabajador. Nunca, un techo más humilde, cobijó un pensamiento más vasto.
Rijksmuseum
Firmas en la ventana. La mayor parte, son del siglo XIX
CARTA II CHRISTIANIA
¡Aquí estoy, en Noruega! ¡Por fin! He hecho un gran camino desde mi primera carta. He devorado cerca de trescientas leguas, dos mares: el del Norte y el Báltico; un estrecho, el Sund, una ciudad libre: Hamburgo; una capital: Copenhague, y una gran porción de mi tercer reino, sin contar una respetable cantidad de pequeñas ciudades cuya ortografía, erizada de consonantes, podría asustarle. He atravesado todo esto, tan rápidamente, que me he visto obligada a dejar muchas cosas interesantes, de las que me hubiera gustado hablarle. Conténtese, no obstante, por esta vez, con un adelanto muy superficial.
Cerca de Altona, [está] el jardín Boos, el más hermoso jardín botánico en el Norte... A una legua, aparece la pequeña villa de Ottenzen, donde descansa Klopstock.
Permanecí allí alrededor de media hora escuchando dentro de mí lo que decía esta tumba, disfrutando esta calma triste y suave que me invadía. Después corté una miosotis, la flor del recuerdo [nomeolvides] y abandoné Ottenzen, pensando que me gustaría una tumba como aquella, envuelta en sombra, aromas y silencio.
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Saliendo de Thorwaldsen, nuestro coche se detuvo ante una bonita y elegante construcción del siglo XVII; era el pequeño Castillo de Rosenbourg, construido por Christian IV.
Dotado de una infatigable actividad mental, estaba siempre ocupado con los proyectos más diversos. Fundó tres ciudades: Christiansand, Christianopel y Christianstad; una colonia, Trinquebar, en la costa del Coromandel; reconstruyó Oslo, la capital de Noruega, y le dio su nombre actual de Cristianía. Abrió en Copenhague sedes públicas para la instrucción del pueblo, creo una escuela de pilotos indispensable en las costas irregulares y peligrosas de Jutlandia; estableció la primera fundición de cañones que tuvo Dinamarca, y construyó manufacturas de seda e hilo por todo el reino. Moralista previsor, expulsó a los jesuitas de Dinamarca, sabio esclarecido, fue, como su padre, Federico II, protector de Ticho Brahe, ilustre astrónomo a quien debemos el descubrimiento del planeta Mercurio.
Sextante de Tycho Brahe
Desgraciadamente para Christian IV, durante la época en la que supo reinar tan bien, las miradas de Europa estaban absorbidas por Richelieu, y cuando este murió, deslumbradas por Luis XIV, pues todo esto ocurría entre 1613 y 1684.
Rosenbourg es uno de los numerosos castillos edificados por la activa mano de este gran fundador y este pequeño castillo es una de las más encantadoras fantasías del arquitecto real, que lo hizo construir con las proporciones delicadas y armoniosas de los monumentos de finales del siglo XVI; es una gema tallada en la fina veta roja de los ladrillos daneses.
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CARTA VI EL SPITZBERG
Las aves marinas viven en cantidades innumerables por estos parajes; gaviotas, petreles, eiders, guillemots, y tantos otros cuyos nombres ignoro, revolotean en bandas alrededor de la corbeta.
Guillemot negro y pingüino macróptero.
Le Spitzberg es una isla más al nordeste que el país de los Samoyedos y que Nueva Zembla; está verdaderamente colocada en los confines del mundo; es un lugar extraño y poco conocido, en realidad, pues, cuando yo estaba en Dinamarca y en Suecia, algunas personas, al oírme decir que iba al Spitzberg, me preguntaron si realmente pretendía subir hasta la cumbre. La palabra Spitzberg, que significa, monta puntiaguda, los inducía a error y ante esta circunstancia, actuaban como el mono de La Fontaine, tomando el nombre de un puerto, por el de un hombre.
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Franz Wilhelm Schiertz - Landskap fra Norskøyene på Spitsbergen – National Museum of Art, Architecture and Design. Noruega
Magdalena Bay; vista tomada desde la “casi-isla” de los Tombeaux, al Norte del Spitzberg. Louvre.
François Biard realizó esta obra tras el viaje de exploración realizado con su esposa, Leoni Thévenot d'Aunet.
Un oso polar saltando entre los témpanos de la isla de Spitzbergen
El glaciar Lilliehookbreen (2003).
Cliff con cientos de Guillemots
Detalle imagen anterior, tomada en 2013
Guillemot común; un círculo blanco alrededor del ojo con una extensión hacia atrás, crea la sensación de que lleva gafas.
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Hay mucho más que contar, y muy interesante, sobre este viaje de Léonie d’Aunet; de la obra pictórica de su marido, François Biard, y de su -no sabríamos decir si feliz o desventurada-, historia con Víctor Hugo, quien, por entonces, ya se debatía entre su esposa y su amante Juliette Drouet, además de llevar una vida aventurada al ritmo de los cambios políticos producidos en la Francia de la época, es decir, en lo que respecta a nuestro relato, durante el período comprendido entre 1820 y 1871, que es el que corresponde a la biografía de Léonie d’Aunet, por el que pasaron, desde la Revolución de 1830, con el derrocamiento y exilio de Carlos X:
Eugène Delacroix - La liberté guidant le peuple. Louvre
-La de 1848, con la caída de Luis Felipe y el establecimiento de la II República.
-La llegada de Napoleón III y el Segundo Imperio, en 1852.
-La guerra Franco-Prusiana, en 1870 y la derrota y abdicación de Napoleón III, dando paso a la III República.
El general Reille entrega a Guillermo I la carta de rendición de Napoleón III, obra de Karl Steffeck. Museo Ruhmeshalle, Berlín.
Príncipe Otto Von Bismarck-Schonhausen Prusia, con Jules Favre y Adolphe Thiers (sentado) Preparando la firma del Tratado de Versalles, 1871
Y, finalmente, la firma de Tratado de Versalles entre Prusia y Francia, coincidiendo con el fallecimiento de la escritora viajera que nos ocupa.
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Por el momento, abandonamos, con Léonie d’Aunet, ante un tema que se prolongaría excesivamente... pero no por falta de interés... quizás en otra ocasión.
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Saldré mañana. Creo que haré bien, querido hermano, deteniendo aquí esta narración de un viaje que habrá durado cerca de un año. Mi vuelta a Francia será por Dresde, Leipzig, Cassel, Mayence y Mulhouse; todas ellas, ciudades demasiado conocidas, como para que yo pueda despertar su interés describiéndolas. Un gran talento de escritor sólo puede realzar el mérito de las pinturas a las que les falta el encanto de la novedad. En cuanto a mí, sencilla y oscura viajera, mi tarea estará cumplida, si he podido darle una idea de las lejanas regiones de las que vuelvo tan felizmente. Adiós, pues, querido hermano, ¡hasta pronto, y hasta siempre!
FIN.
(Los textos en cursiva son traducciones del ejemplar publicado en línea, por Gallica, BNF, edición de 1854).
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Un estudio muy exhaustivo y claro sobre esta mujer y su obra. Gracias
ResponderEliminarGracias a ti . Saludos.
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