lunes, 20 de marzo de 2023

UTOPÍA

 

Al término, de origen helénico, se le atribuyeron dos posibilidades que no cambian del todo su sentido; EU-TOPOS, que sería "lugar bueno", y OU TOPOS, "no lugar", o que no existe, que es la interpretación que se ha impuesto. En todo caso, se refiere a una isla imaginaria, con un sistema político, social y legal perfecto, que imaginó y describió Tomás Moro, en 1516, en su obra: 

LIBELLUS VERE AUREUS, NEC MINUS SALUTARIS QUAM FESTIVUS, DE OPTIMO REIPUBLICAE STATU, DEQUE NOVA INSULA VTOPI

LIBRILLO VERDADERAMENTE DORADO, NO MENOS SALUDABLE QUE FESTIVO, SOBRE EL ESTADO ÓPTIMO DE LA REPÚBLICA Y DE LA NUEVA ÍNSULA, UTOPÍA

Ilustración de la Primera Edición. 1516 - Sir Thomas More, de Hans Holbein, “El Joven”. Frick Coll. NY

Desde la aparición de La República, de Platón, el año 370 a.C., ya considerada como utopía, podríamos hablar de más de cincuenta obras similares en su objetivo, escritas por muy notables autores, a lo largo de la Historia, antes y después de Tomás Moro, entre las cuales destacaríamos, sin otro criterio que el de su representación literaria más conocida, de un mundo ideal, soñado por los distintos autores, en ocasiones, opuestos entre sí, pero con un similar e imaginativo proyecto:


Thomas More, venerado por católicos y anglicanos como santo, nació en Londres, el 7 de febrero de 1478, ciudad en la que también fallecería, el 6 de julio de 1535. Fue pensador, teólogo, político, humanista y escritor, además de poeta, traductor, Lord Canciller de Enrique VIII, Profesor de Leyes, Juez de asuntos civiles y Abogado. 

Su obra más famosa es Utopía, en la que narra la organización de una sociedad ideal, asentada en una nación cuyo territorio es una isla, que lleva el mismo nombre. Además, Moro fue un importante detractor de la Reforma y, en especial, de Martín Lutero y de William Tyndale.

En 1535 fue procesado por orden del rey Enrique VIII, acusado de alta traición por no prestar juramento ante la Iglesia Anglicana; por oponerse al divorcio del monarca con la reina Catalina de Aragón y por no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de la nueva Iglesia. Fue declarado culpable y condenado a muerte, por lo que permaneció en prisión en la Torre de Londres hasta que fue decapitado el 6 de julio de ese mismo año. 

Beatificado en 1886 y canonizado en 1935, con John Fisher, por la Iglesia católica, que lo declara santo y mártir. Por su parte, la Iglesia anglicana lo considera mártir de la Reforma, y lo incluyó, en 1980, en su lista de santos y héroes cristianos.

Moro nació en el centro de Londres, en la casa familiar de Milk Street, como primogénito de Sir John More, mayordomo del Lincoln's Inn; uno de los cuatro colegios de abogados de la Ciudad de Londres, jurista, caballero y juez de la curia real y de su esposa Agnes More, de soltera, Graunger

En 1486, después de cinco años de enseñanza primaria en la antigua Escuela de San Antonio / Saint Anthony's School, en Londres -destacada en Gramática y la única gratuita en la ciudad-, fue introducido. según la costumbre entre las buenas familias, en el palacio de Lambeth, donde sirvió como paje del cardenal John Morton, arzobispo de Canterbury y Lord Canciller de Inglaterra, que era un ferviente defensor del nuevo humanismo renacentista y tuvo en gran estima al joven Moro.

Confiando en desarrollar y completar su formación intelectual, Morton decidió, en 1492, sugerir el ingreso de Tomás Moro, que por entonces tenía catorce años, en el Canterbury College de la Universidad de Oxford, donde pasó dos años estudiando Escolástica y perfeccionando Retórica, como alumno de los humanistas ingleses, Thomas Linacre y William Grocyn. Sin embargo, Moro abandonó Oxford sin graduarse y, por insistencia de su padre, en 1494 se dedicó a estudiar leyes en el New Inn de Londres y, posteriormente, en el Lincoln's Inn, institución en la que había trabajado su progenitor. En 1496 empezó a ejercer la abogacía ante los tribunales. Posiblemente durante esta época aprendió francés, necesario, tanto para las cortes de justicia inglesas como para el trabajo diplomático, y que perfeccionó como el latín aprendido durante sus estudios primarios.

En torno a 1497 -diecinueve años-, empezó a escribir poesía, con una ironía que le valió cierta fama y reconocimiento. En esta época tuvo sus primeros encuentros con los precursores del Renacimiento, y conoció a Erasmo de Róterdam, con quien hizo buena amistad, y a John Skelton.

Hacia 1501 ingresó en la Orden Tercera de San Francisco, y vivió como laico en un convento cartujo hasta 1504. Allí se dedicó a estudios de carácter religioso. Alrededor de 1501 tradujo epigramas griegos al latín y comentó De civitate Dei, de Agustín de Hipona

De Civitate Dei, Manuscrito de 1470.- San Agustín, de Botticelli, c. 1480. Ognissanti, Florencia.

Cuando hizo la traducción, publicada en 1510, de una biografía de Giovanni Pico della Mirandola escrita por su sobrino Gianfrancesco, quedó profundamente conmovido por el sentimiento de la obra, que adoptó para sí, y que definitivamente marcó el curso de su vida. Aunque abandonó el ascetismo para volver a su profesión jurídica y fue nombrado miembro del Parlamento en 1504, Moro nunca olvidó ciertos actos de penitencia; llevaba, por ejemplo, un cilicio en la pierna y con cierta frecuencia, practicaba la flagelación.


Arriba, boceto de un retrato familiar de Tomás Moro (ca. 1527), realizado por Hans Holbein el Joven. El astrónomo Nicolás Kratzer, amigo de Holbein y tutor de los hijos de Moro, añadió los nombres y edades de los miembros de la familia en tinta marrón. Abajo, Tomás Moro y su familia (1592), obra de Rowland Lockey sobre el boceto de Hans Holbein.

Al abandonar el convento de los cartujos, en 1505, contrajo matrimonio con Jane Colt y ese mismo año nació su hija Margaret, que fue su discípula. 

A partir de entonces, se tituló en leyes y ejerció la abogacía con éxito, en parte gracias a su preocupación por la justicia y la equidad; más tarde sería juez de pleitos civiles y profesor de Derecho.

En 1506 nació su segunda hija, Elizabeth. Ese año, con ayuda de Erasmo, tradujo al latín a Luciano de Samosata, el autor humorista griego, de la segunda fase de la Sofística

En 1507 nació Cecily, su tercera hija. 


Margaret Roper. Hija mayor de Sir Thomas More. Detalles del óleo del cuadro de familia, de Hans Holbein el Joven.- Elizabeth. Holbein.- Cicely o Cecily Heron (Moro) Estudio de Holbein, Royal Coll. Oxford

Margaret (Roper) 1505–1544, fue la hija mayor; seguida por Elizabeth 1506-1564 (Dauncey), Cecily y John (1509-1547). Poco después de la muerte de su primera esposa, Tomás Moro se casó con Alicia Middleton; tuvieron a Alice (1501-1563), y adoptaron otras dos hijas: Margaret Giggs, que finalmente se casó con John Clement, un tutor de la familia, y Anne Cresacre (1511-1577; que se casaría con John, el hermanastro.

Tomás Moro era pensionado y mayordomo en el Lincoln's Inn, donde pronunció conferencias entre 1511 y 1516. En 1509, cuando nació su hijo John. Moro; participó en gestiones entre grandes compañías de Londres y Amberes y escribió poemas para la coronación de Enrique VIII. En 1510 fue nombrado miembro del Parlamento y Vicesheriff de Londres.

En 1511 falleció su esposa Jane y se casó con Alice Middleton, viuda, siete años mayor que él, que ya tenía una hija, llamada Alice.

Miembro del Parlamento desde 1504, Tomás Moro fue elegido Juez y Subprefecto en la ciudad de Londres, y se opuso a algunas medidas de Enrique VII, pero con la llegada de Enrique VIII, protector del humanismo y de las ciencias, Moro integró el primer Parlamento convocado por él en 1510. 

Moro viajó por Europa y recibió formación en distintas universidades. Desde el extranjero escribió un poema dedicado al rey, que acababa de tomar posesión de su trono. La obra llegó a manos de Enrique, que lo mandó llamar, naciendo a partir de entonces la amistad entre ambos.

La obra de Moro Historia de Ricardo III - History of King Richard III, c. 1513-1518, escrita en latín e inglés, aunque inconclusa, fue impresa en inglés de forma imperfecta en la Crónica / Chronicle, de Richard Grafton (1543) y usada por otros cronistas de la época como John Stow, Edward Hall y Raphael Holinshed. A William Shakespeare le sirvió para su propia tragedia, Ricardo III

En 1515, Tomás Moro fue enviado con una embajada comercial en Flandes y allí escribió el libro segundo de Utopía, al que siguió el primero un año después; la obra completa fue publicada en Lovaina.

En 1517 entró al servicio directo de Enrique VIII: fue nombrado Master of Requests. y pasó a ser miembro del Consejo Real. Enrique VIII se sirvió de su buen hacer y tacto, confiándole algunas misiones diplomáticas en países europeos, como, por ejemplo, en Calais, donde entre agosto a septiembre del mismo año, se empleó en resolver complejos problemas mercantiles.

En 1520 ayudó a Enrique VIII a escribir su Assertio Septem Sacramentorum / Defensa de los siete sacramentos y, a partir de entonces, fue designado para desempeñar diversos cargos y condecorado con varios títulos honoríficos: en 1521 Knight / Caballero, y Vicecanciller del Tesoro. 

También en 1520, su hija Margaret se casó con William Roper, que sería el primer biógrafo de Tomás Moro. 

En 1524 fue nombrado High Steward - Censor y Administrador de la Universidad de Oxford, de la que había sido alumno y en 1525 de la de Cambridge, además de Canciller del Ducado de Lancaster. En 1526 fue juez de la Cámara de la Estrella. Entonces, pasó a residir en Chelsea y escribió una carta a Iohannis Bugenhagen defendiendo la supremacía papal. En 1528, el obispo de Londres le permitió leer libros heréticos para que pudiera refutarlos. Finalmente, en 1529, fue hecho Lord Canciller, siendo así el primer Canciller laico después de varios siglos.

En 1530 no firmó la carta por la que nobles y prelados solicitaban al papa la anulación del matrimonio de Enrique y Catalina y, en 1532 renunció a la Cancillería. 

En 1534 también se negó a firmar el Acta de Supremacía frente al papado, la cual establecía condena para quienes no la aceptaran, y así, el 17 de abril del mismo año, Moro fue encarcelado hasta su ajusticiamiento por decapitación, el 6 de julio de 1535.

Tomás Moro veía la Reforma como herejía y como una amenaza para la unidad de la iglesia y la sociedad. Las primeras acciones que se volvieron en su contra, incluyeron, ayudar al cardenal Wolsey a eliminar libros luteranos que se importaban clandestinamente en Inglaterra; espiar e investigar a presuntos protestantes, especialmente, editores, y detener a cualquiera que fuera hallado en posesión, transporte o venta de libros sobre el asunto.

Circularon rumores, durante y después de su vida, sobre malos tratos a los herejes durante su etapa como Ministro de Justicia. El popular polemista John Foxe, fue fundamental en la difusión de las acusaciones contra Moro en El libro de los mártires, alegando que utilizaba frecuente y personalmente, violencia y tortura al interrogar a los supuestos herejes. Autores como Brian Moynahan y Michael Farris, citaron a Foxe por estas acusaciones, pero él las negó; admitió que se encarcelaron herejes en su casa —“para mantenerlos seguros”— pero rechazó radicalmente las acusaciones de tortura.

De hecho, parece que fueron quemadas seis personas en la hoguera, por herejía, durante el período como Canciller, de Moro: Thomas Hitton, Thomas Bilney, Richard Bayfield, John Tewkesbery, Thomas Dusgate y James Bainham. Su participación en la quema de Tyndale es denunciada por B. Moynahan. 

El historiador R. W. Chambers señaló que “al mismo tiempo que Moro negaba con indignación las atrocidades atribuidas a él, quería que todo el mundo supiera lo contrario, a saber que creía necesario prohibir la siembra de herejías sediciosas, y que para castigarlas, en casos extremos, era necesario aplicar la pena de muerte a los que desafiaran tal prohibición” y continuó diciendo: “Fue en vista de lo que se presentó en todas las partes por igual, el desafío abierto a la autoridad en asuntos espirituales de tal naturaleza que inducía al tumulto y la guerra civil, lo que merecía, a sus ojos, el castigo y la muerte.” 

Los historiadores están muy divididos respecto de las actividades de Moro como Canciller. Mientras algunos biógrafos, como Peter Ackroyd, historiador católico inglés, le atribuyen una posición moderada y hasta relativamente tolerante en la lucha contra el protestantismo, al colocar sus acciones en el clima religioso turbulento de su tiempo, Richard Marius, estudioso estadounidense de la Reforma, fue más crítico, al creer que las persecuciones, incluyendo lo que percibió como “la promoción del exterminio de los protestantes”, eran una traición a las convicciones humanistas de Moro. Marius escribió en su biografía de Moro: “Estar delante de un hombre en una inquisición, sabiendo que él se regocijará cuando muramos, sabiendo que nos enviará a la hoguera y sus horrores en un momento, sin vacilación ni remordimiento, si no hacemos lo que le satisface, no es una experiencia menos cruel solo porque nuestro inquisidor no nos azote, no nos torture o no nos grite... Moro creía que los protestantes debían ser exterminados, y mientras estaba en el cargo hizo todo lo que pudo para su exterminio.” 

Pero el historiador y académico alemán Peter Berglar, autor del libro, La hora de Tomás Moro. Solo frente al poder, dice que durante los doce años comprendidos entre 1519 y 1531, tiempo de influencia ascendente de Tomás Moro, hasta su nombramiento como Lord Canciller el 26 de octubre de 1529, no se pronunció ninguna sentencia de muerte por herejía en la diócesis de Londres. En cambio, fue durante su caída en desgracia, previa a su renuncia como Lord Canciller cuando volvieron las ejecuciones de herejes, por influencia de John Stokesley, el nuevo obispo de Londres, y líder de la Iglesia de Inglaterra, cuyo carácter de perseguidor fue bien conocido:

Solamente cuando el clero inglés se hubo sometido al rey en febrero de 1531, y lo aceptó como cabeza de la Iglesia, “en cuanto sea compatible con la ley de Cristo”, las hogueras volvieron a arder, como coartada de una ortodoxia inalterable, provechosa o hasta necesaria por razones políticas, en opinión tanto de Enrique como de los obispos, aunque quizá por motivos diferentes. Las víctimas sufrían una muerte cruel por “necesidades” de la razón de Estado. Pero estas “necesidades” cambiarían varias veces en los siguientes cincuenta años. En aquel momento, febrero de 1531, Moro no disponía ya de ningún poder que pudiera resultar peligroso para los herejes. De las tres quemas conjuntas de herejes en los últimos seis meses de la cancillería de Moro fue responsable el nuevo obispo de Londres, el sucesor de Cuthbert Tunstall; Stokesley. En resumen: No se puede culpar a sir Thomas de persecuciones físicas de herejes. Sus manos no están manchadas de sangre. 

Como es bien sabido, lo cierto, es que Enrique VIII se enemistó con Tomás Moro, a causa de las desavenencias surgidas en torno a la validez de su matrimonio con Catalina de Aragón, que Tomás, como Canciller, apoyaba. Enrique VIII había pedido al papa la nulidad de aquel matrimonio y la negativa de este, supuso la ruptura de Inglaterra con la Iglesia de Roma, así como el nombramiento del rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra.

El monarca insistió en obtener la nulidad a fin de poder casarse nuevamente para conseguir su deseo de tener un hijo varón, que Catalina de Aragón ya no podía darle. La nulidad habría permitido un matrimonio válido a los ojos de la Iglesia católica, legitimando los hijos que pudiera tener de su matrimonio con Ana Bolena, y todo habría quedado en un asunto intrascendente. Pero las sucesivas negativas de Tomás Moro a aceptar aquellos planes del rey, acabaron por provocar el rencor de Enrique VIII. Después de la ruptura con Roma, y tras negarse Moro a pronunciar el juramento que reconocía a Enrique como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra, el rey lo encarceló en la torre de Londres, después ordenó que fuera juzgado sumariamente, resultando reo de alta traición y condenado a muerte. Dirigentes europeos como el papa o el emperador Carlos V, quien veía en él al mejor pensador del momento, presionaron para que se le perdonara la vida y se la conmutara por cadena perpetua o destierro, pero no sirvió de nada; fue decapitado en Tower Hill una semana después, el 6 de julio de 1535. 

Moro está enterrado en una bóveda subterránea anexa a la capilla de San Pedro ad Vincula, en la Torre de Londres.

I die being the King's good servant—but God's first

Muero siendo el buen servidor del rey, pero de Dios primero.

Encuentro de Sir Tomás Moro con su hija, tras su sentencia de muerte / The meeting of Sir Thomas More with his daughter after his sentence of death, de William Frederick Yeames, 1872. ARC

En la Utopía, de 1516, Moro aborda los problemas sociales de la humanidad, en una narración que le valió el reconocimiento de todos los eruditos de Europa. Uno de sus inspiradores fue su ilustre e íntimo amigo, Erasmo de Róterdam.

Th. More y Erasmo, de H. Holbein el Joven. Frick Coll. Y Nat. Gal. Londres.

En el resto de sus obras siempre ensalza el idealismo y condena la tiranía. Hay retratos de personajes públicos, como Life of Pico della Mirandola / Vida de Pico della Mirandola, que es una traducción de la autobiografía de este humanista italiano, reivindicador de la primacía de Platón frente a Aristóteles, o la Historia Richardi Tertii / Historia de Ricardo III, que presenta una crítica despiadada -con su estilo indirecto-, del tirano que asesinó a su hermano mayor y a los hijos pequeños de Eduardo IV, para asumir el poder. Este trabajo se publicó en inglés y en latín, aunque la versión latina es bastante más extensa que la inglesa y fue por ello fue atribuida erróneamente al cardenal John Morton. Inspiró, como hemos dicho, Ricardo III de Shakespeare, tragedia en la que el personaje resulta un triste antihéroe de la degeneración política, en tiranía.

Moro compuso también poemas, entre los cuales destacan sus sentidos epicedios, al fallecimiento de las reinas inglesas, y diversos epigramas de su juventud; Epigrammata, en los que resalta evidente su pensamiento antiabsolutista. 

¿Qué cosa es el buen príncipe? Es el can custodio del rebaño, que ladrando ahuyenta a los lobos. ¿Y qué cosa es el mal príncipe? Precisamente es el lobo. / Quid bonus est princeps? Canis est custos gregis... Quid malus? Ipse lupus (Epigramma IX).

De Tristia Christi / La Agonía de Cristo, es un manuscrito, redactado de puño y letra por Tomás Moro, en la Torre de Londres, mientras esperaba su ajusticiamiento. Se salvó de la confiscación decretada por Enrique VIII, y pasó, por voluntad de su hija Margaret, a manos españolas y a través de fray Pedro de Soto, confesor del emperador Carlos V, llegó a Valencia, patria de Luis Vives, amigo íntimo de Moro. Actualmente se conserva como parte de la colección del Museo del Real Colegio del Corpus Christi de Valencia.

Tradujo a Luciano de Samosata: El cínico, Menipo, La necromancia y El tiranicida, al que añade una Responsio, en que critica acerbamente a los tiranos.

Tomás Moro fue beatificado con a otros 52 mártires entre ellos, John Fisher, por el papa León XIII, en 1886, y, finalmente, fue proclamado santo el 19 de mayo de 1935, también con John Fisher, por el papa Pío XI.

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UTOPÍA

La primera parte, es un diálogo sobre temas de carácter político, económico y civil, siempre dentro de un planteamiento filosófico, que tiene lugar en Flandes durante los primeros años del siglo XVI, y se refiere a la situación en la Inglaterra contemporánea.

La segunda parte es la narración concreta que hace uno de los personajes acerca de la isla de Utopía, término que. con el paso del tiempo, ha pasado a ser una especie de sinónimo de perfección, aunque Moro, precisamente, no le atribuye ese sentido en su obra.

Tomás Moro imagina una comunidad basada en los ideales filosóficos y políticos del mundo clásico y el cristianismo, cuya descripción hace el explorador Raphael Hythlodaeus, en la que se ha establecido, por ejemplo, la propiedad común de todos los bienes, en contraste con el sistema siempre imperante, de propiedad privada, que crea la relación conflictiva entre las sociedades europeas contemporáneas del autor.

Las autoridades en Utopía, proceden ya del voto popular, pero no exactamente, en el sentido en que se entiende en las democracias del siglo XX y contiene muchas referencias a La República que, en su día ya había idealizado Platón, utilizando incluso términos de base griega, para definir elementos contradictorios en sí mismos, como el río “Anhidro”, es decir, “sin agua”, o el funcionario llamado “Ademos”, que significaría, “sin pueblo” o sin ciudadanos. De hecho, para Moro, ya el término “Utopía” -aunque después cambiara-, originariamente, significaría “No lugar”.

Libro Primero I: Preliminares.

Aunque sirve de introducción, fue escrita al mismo tiempo que el libro segundo, en Flandes, en 1500. Se trata de una carta -siempre dentro de la ficción-, enviada por Tomás Moro a su amigo Petrus Aegidius, en la cual Moro se disculpa por la tardanza en enviarle la obra, reconociendo que se trata sólo de una transcripción de lo que ambos habían oído contar a Hitlodeo sobre la isla de Utopía.

Ambos aconsejan a Hitlodeo que se ponga al servicio de algún rey, pero el explorador se niega, alegando que todos los reyes viven sumidos en el egoísmo, la envidia y los prejuicios. Moro argumenta acerca de la necesidad de relacionar la filosofía y la política, pero Hitlodeo responde que el juego político obliga al filósofo a actuar de manera innoble y que su participación es imposible en un régimen de propiedad privada, repartida injusta y desigualmente. Ante una nueva réplica de Moro, Hitlodeo afirma que la única respuesta es la isla de Utopía, y propone describirla; es aceptado y se da fin al libro primero.

Ciertamente, en aquel momento, Tomás Moro desempeñaba cargos políticos cada vez más cercanos a Enrique VIII de Inglaterra, lo que representa un momento histórico muy definido, que el autor aborda desde un punto de vista privilegiado, al efecto.

Libro Segundo II: La isla de Utopía

Moro lo redactó en 1500, en Flandes. Podría ser que se hubiera inspirado en narraciones fantásticas del Nuevo Mundo, realizadas por Américo Vespucio, ya que el citado narrador, Hitlodeo, declara haber formado parte de su tripulación, y sería él, quien, con cinco compañeros, viajara por América del Sur, más allá de la línea equinoccial hasta llegar a tierras, cuyo clima y población eran parecidos a los de Europa.

Geografía y urbanización

La isla fue creada, según proyecto, por sus habitantes, quienes por orden del rey Utopo, cortaron el istmo que la unía al continente. Resultó una isla, en forma de media luna, con una bahía en el centro. La república se compone de cincuenta y cuatro ciudades-estado, y su capital, Amaurota, en el centro de la isla y que, por cierto, presenta ciertas analogías con Londres. Las ciudades están orientadas de la misma forma, guardan distancias semejantes entre sí, tienen aproximadamente la misma extensión, y cuidan la iluminación, la ventilación, etc.

Las casas son todas iguales, con dos puertas; una a la calle y otra al huerto. No pertenecen a los ciudadanos, puesto que no hay propiedad privada, además, se intercambian cada diez años, mediante un sorteo.

Cada treinta familias o granjas, los ciudadanos eligen anualmente un patriarca, entre los de más edad y autoridad, al que llaman sifogrante, cuya etimología no está clara, pues podría referirse, tanto a anciano, como a sabio. A su vez, los sifograntes, se reúnen de diez en diez, y eligen al traniboro, rumboso y glotón, seguramente, porque preside la mesa. Finalmente, estos, que son doscientos, eligen, en votación secreta, al príncipe, cuyo cargo es vitalicio, pero puede ser depuesto si actúa de forma tiránica. Los traniboros se reúnen regularmente en el Senado con el príncipe, junto con dos sifograntes, que son distintos en cada reunión. El Senado reside en la capital.

Curiosamente, existe la esclavitud, pero como castigo por crímenes, y no por compra. Los utópicos tienen pocas leyes; entre ellas, la prohibición de cazar, o la de burlarse de personas lisiadas o con alguna deformidad.

Hay distintas religiones y todas son toleradas y respetadas, quedando prohibida la conversión forzosa.

Sus habitantes no comienzan su labor muy de mañana, ni trabajan continuamente, ni durante la noche, ni se fatigan con perpetua molestia como las bestias, porque es una infelicidad mayor que la de los esclavos la vida de los trabajadores que han de estar a su tarea sin descanso, como ocurre en todas partes, menos en Utopía

Dividen el día y la noche en veinticuatro horas, dedicando seis horas diarias al trabajo, tres por la mañana, al final de las cuales van a comer. Tienen una siesta de dos horas después de la comida, y una vez descansados vuelven al trabajo por otras tres horas, que se terminan con la cena. 

Las veinticuatro horas empiezan a contarse a partir del mediodía. A las ocho se retiran a dormir durante ocho horas. En los intervalos de comer, cenar y dormir, cada uno emplea su tiempo con lo que mejor cuadra con su libre albedrío; pero no de manera que se disipe en excesos y holgazanerías, sino que libre de su trabajo se ocupe en algún ejercicio honesto de su elección. La mayor parte de estas horas libres las dedican a los estudios literarios, ya que es costumbre que haya lecciones públicas antes del amanecer; a las que por obligación solamente asisten aquellos que están encargados y escogidos para cuidar del estudio. Además de éstos concurren voluntariamente gente de todo estado, tanto hombres como mujeres, a oír a los disertantes, cada uno según sus aficiones y según su profesión. 

Estos tiempos libres, si alguno lo quiere emplear en su profesión, lo que les ocurre a muchos a los que su temperamento no les inclina a cosas de estudio, no se les prohíbe, antes bien se les alaba por la utilidad que reportan a la República. Después de la cena tienen una hora de recreo, que en verano transcurre en los jardines, y en invierno en las grandes salas que se emplean como comedores colectivos, donde se oye música o se hace tertulia.

En ocasiones, Hythloday critica abiertamente, la sociedad de su tiempo:

Así, cuando miro esas repúblicas que hoy día florecen por todas partes, no veo en ellas - ¡Dios me perdone! - sino la conjura de los ricos para procurarse sus propias comodidades en nombre de la república. Imaginan e inventan toda suerte de artificios para conservar, sin miedo a perderlas, todas las cosas de que se han apropiado con malas artes, y también para abusar de los pobres pagándoles por su trabajo tan poco dinero como pueden. Y cuando los ricos han decretado que tales invenciones se lleven a efecto en beneficio de la comunidad, es decir, también de los pobres, enseguida se convierten en leyes.

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Recepción de la Utopía en España

De acuerdo con las más recientes investigaciones, la primera traducción completa de "Utopía", se hizo, precisamente, en lengua castellana y fue obra de Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán.

La opinión de QUEVEDO

Quevedo, de Van der Hamen. Valencia de Don Juan

Francisco de Quevedo, Caballero de Santiago y cristiano viejo de pro, escribió en el Prólogo de la Utopía de Moro:

La vida mortal de Tomás Moro escribió en nuestra lengua Fernando de Herrera: varón docto y de juicio severo; su segunda vida escribió con su sangre su muerte, coronada de virtuoso martirio; fue su ingenio admirable, su erudición rara, su constancia santa, su vida exemplar, su muerte gloriosa, docto en lengua latina y griega. Celebráronle en su tiempo Erasmo de Roterodamo y Guillelmo Budeo, escribió una obra a la que llamó Utopía, voz griega, cuyo significado es, no hay tal lugar. 

Yo me persuado, que fabricó aquella política contra la tiranía de Ynglaterra, y por eso hizo isla su idea, y juntamente reprehendió los desórdenes de los más de los Príncipes de su edad, fuérame fácil verificar esta opinión; empero no es difícil, que quien leyere este libro la verifique con esta advertencia mía: quien dice que se ha de hacer lo que nadie hace, a todos los reprehende.

No han faltado lectores de buen seso, que han leído con ceño algunas proposiciones de este libro, juzgando, que su libertad, no pisaba segura los umbrales de la religión, siendo así que ningunas son más vasallas de la Yglesia Católica, que aquellas, entendida su mente, que piadosa se encaminó á la contradicción de las novedades, que en su patria nacieron robustas, para tan llorosos fines. 

El libro es corto, mas para atenderle como merece, ninguna vida seré larga; escribió poco, y dixo mucho: si los que gobiernan le obedecen, y los que obedecen se gobiernan por él, ni a aquellos será carga ni a estos cuidado. 

Por esto viendo yo á Don Gerónimo Antonio de Medinilla y Potres, le importuné á que hiciese esta traducción. 

Quien fuere tan liberal, que en parte quiera pagar algo de lo que se debe á la buena memoria de Tomás Moro, lea la carta que escribió el Cardenal de Capua á Monseñor Marino, Cardenal y Gobernador de Milán y verá quantos méritos tuvo su muerte para canonizar las alabanzas de su vida, y de su doctrina. 

En la Torre de Juan Abad 28 de Septiembre de 1837. 

Don Francisco de Quevedo Villegas

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TESTIMONIO de Bartolomé Ximenez Patón Catedrático de eloqúencia de Villanueva de los Ynfantes, y sus Partidos, y Notario del Santo Oficio, por orden, y comisión del Tribunal de la Inquisición de Murcia:

El Maestro Bartolomé Ximenez Patón, Notarlo del Santo Oficio, y con especial comisión de los Señores Inquisidores, que residen en el Tribunal Apostólico de Murcia, para la expurgación de los libros, certifico, y hago fe, a los que el presente vieren, que el texto de la Utopía, que compuso Tomás Moro Inglés, y traduxo Don Gerónimo Antonio de Medinilla y Porres en Castellano no solo no está prohibido, pero si en algún tiempo tuvo alguna margen, que expurgar en otras impresiones, en la presente no la tiene, porque la he visto, y considerado una, y muchas veces, no solo por la expurgación del más moderno Catálogo, y Expurgatorio, más aun por la censura de los antiguos. Y por esto, y por las nuevas censuras que dicha traducción tiene, puede y debe imprimirse sin escrúpulo, ni sospecha de mala doctrina: antes su lección es de curiosidad christiana, y piadosa: y por ser así, en testimonio de esta verdad, lo firmé, y signé, en Villanueva de los Ynfantes, en 27 de Septiembre de 1637 años.

En testimonio de verdad vera fides, El Mtro. Bartolomé Ximenez Patón.

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