viernes, 22 de septiembre de 2023

Guerra 80 años, 1568-1648; Empel • Una oportuna helada y la (futura) Inmaculada Concepción

Guerra 80 años, 1568-1648; Empel • el Tercio Viejo de Zamora • Una oportuna helada y la (futura) Inmaculada Concepción

El milagro de Empel: el Tercio Viejo de Zamora y la Inmaculada Concepción

¿Qué relación podríamos establecer a priori, entre el arma de Infantería y el dogma de la Inmaculada Concepción? Aparentemente, ninguna; máxime cuando el dogma no existió como tal, hasta trescientos años después de lo ocurrido. 

Una oportuna helada, vino a convertirse en un don procedente de esta acepción de María Virgen, como Inmaculada o Purísima Concepción; un dogma de la Iglesia católica, proclamado en 1854, que sostiene que la Virgen María no tuvo pecado original. Se celebra el 8 de diciembre, exactamente nueve meses antes de la celebración de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre. ¿Qué ocurrió exactamente?

Una “Inmaculada” de Murillo

La Batalla de Empel -en España, la del Milagro de Empel-, se dio los días 7 y 8 de diciembre de 1585, durante la Guerra de los Ochenta Años, en la que un Tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de cien barcos de los Estados Generales de los Países Bajos, al mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein.

Según las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesto por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueados por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los Tercios Españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, carecían prácticamente de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue negativa: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo

Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Virgen María.

El hallazgo

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.

Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».

Grabado de la Batalla de Empel, por Frans Hogenberg.

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

Sin embargo, este patronazgo no se definió hasta trescientos años después, cuando por la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. 38 años después, el 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por Real Orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se: Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.

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La Guerra, 1568-1648

Así pues, en 1585 el Tercio Viejo de Zamora, con la ayuda de la meteorología, pudo eludir una derrota segura y, tal vez su destrucción en el monte de Empel. El suceso, calificado de milagro por los que lo vivieron, es, pues, la causa y el origen del hecho de que la Inmaculada Concepción sea la patrona de la Infantería española.

El milagro de Empel: el Tercio Viejo de Zamora y la Inmaculada Concepción

En 1585 el Tercio Viejo de Zamora logró, con la ayuda de la meteorología, esquivar la derrota y tal vez su destrucción en el monte de Empel, un hecho que fue calificado de milagro por los que lo vivieron y que es el responsable de que la Inmaculada Concepción sea la patrona de la Infantería española.

La Guerra de los Ochenta Años es conocida en España como guerra de Flandes y en los Países Bajos como guerra de Independencia de los actuales Países Bajos, enfrentó a las Diecisiete Provincias de los Países Bajos contra su soberano, Felipe II, rey de España. La rebelión contra el monarca empezó en el año 1568, en tiempos de Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos, y finalizó en el 1648 con el reconocimiento de la independencia de las siete Provincias Unidas, hoy conocidas como Países Bajos. 

Como pretexto, las relaciones de Margarita con la nobleza neerlandesa protestante, nunca fueron del todo fluidas. Este hecho, sumado a su inoperancia y a la distancia existente entre ambos países, hizo que se fueran alejando cada vez más de la política española en busca de sus intereses económicos y políticos con un aire de independencia que comenzaba a gestarse en el ambiente. Los países que hoy se conocen como Bélgica y Luxemburgo formaban parte de las Diecisiete Provincias, pero permanecieron leales a la Corona -los territorios bajo el dominio del Obispado de Lieja, no formaban parte de las Diecisiete Provincias, sino que dependían directamente, del Sacro Imperio Romano Germánico-.

Kenau Hasselaar en las murallas de Haarlem

El resultado final de la Guerra de los Ochenta Años fue la independencia oficial de los Países Bajos tras la Paz de Westfalia; pero no está tan claro cual fuera la causa precisa de la guerra, si bien, fue el resultado final de las discrepancias entre la Monarquía Hispánica y la parte de los súbditos a los que tenían que gobernar en estas provincias.

En todo caso, las Provincias Unidas emergieron de la guerra como una potencia mundial gracias a su poderosa armada y flota mercante, y experimentaron un importante auge económico y cultural.

Para la Corona española, la independencia de las Provincias Unidas representó una gran pérdida de prestigio. El mantenimiento económico de la guerra durante un periodo tan prolongado contribuyó en gran parte a provocar las sucesivas bancarrotas de la Corona española a lo largo de los siglos XVI y XVII, y al hundimiento de la economía de España.

¿Por qué esta guerra? Los intereses españoles.

El emperador Carlos V, soberano de los Países Bajos con el ordinal de II en Borgoña, Brabante, Flandes, Holanda, Henao y Namur, III en Luxemburgo, Güeldres y Zutphen. que dictó la Pragmática Sanción de 1549.

El emperador Carlos V nació en Gante en 1500 y se crió en el Condado de Flandes, del cual era titular, por lo que era visto por sus súbditos neerlandeses como monarca de su tierra. Sin embargo, Carlos V abdicó en 1556 en favor de su hijo Felipe II, el cual, criado en España y con intereses siempre más en la línea de los de Castilla, era visto como un monarca extraño y extranjero. Esta impresión se puso de manifiesto el día de la abdicación de Carlos V en Bruselas, donde en contraposición al emperador, flamenco, cosmopolita y políglota por crianza, el nuevo rey era incapaz de dirigirse a sus súbditos flamencos en su lengua.

La situación de Flandes, a un paso de Inglaterra y fronterizo con Francia y con el Sacro Imperio Romano Germánico -del que nominalmente formaba parte-, tenía una gran importancia estratégica para la monarquía hispánica. Amenazaba a Inglaterra con una invasión; cerraba el cerco de Francia junto con España y las posesiones italianas de los Habsburgo, y era la puerta de entrada a Alemania desde el norte, sacudida por las guerras de religión.

La religión

Ya durante el reinado de Carlos V, el calvinismo había hecho acto de presencia en los Países Bajos y había sido reprimido, intentando incluso implantar un tribunal de la Inquisición para luchar contra la herejía. Su política fue continuada por su hijo Felipe II, que, en 1565 promulgó los Decretos Tridentinos, causando un gran malestar, ya que impedían la libertad de culto a la que aspiraban los nobles y los calvinistas.

Por otro lado, la reorganización de los cuatro grandes obispados existentes en los Países Bajos en catorce más pequeños, encontró la oposición de la gran nobleza, puesto que los segundones de las familias nobles solían aspirar al cargo de obispo, y no tenía el mismo prestigio, ni ingresos una gran diócesis, que una de las catorce pequeñas diócesis previstas.

La economía jugó un papel importante en el estallido de la rebelión en los Países Bajos. La guerra entre Suecia y Dinamarca cerró el comercio y las importaciones de trigo procedentes del mar Báltico, provocando una caída del comercio y de los salarios, una carestía de alimentos y la subida del precio de estos, lo que facilitaba la tarea de los calvinistas de criticar la riqueza y el lujo de la Iglesia cuando la población empezaba a sentir el hambre. Esta situación alcanzó su cenit en agosto de 1566 con una brusca subida del precio de los alimentos. Hay que hacer notar la coincidencia en el tiempo entre la subida de los precios y el estallido de los desórdenes iconoclastas de ese mismo mes, que provocaron el envío a los Países Bajos de Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba.

La pérdida de los subsidios enviados por la Corona en 1568 para pagar al ejército, a manos de corsarios ingleses -en concreto,William Hawkins, hermano de John Hawkins-, decidieron al duque de Alba a recaudar impuestos para sufragar al ejército estacionado en Flandes -la décima-. Esto fue demasiado para los neerlandeses, obligados a mantener a un ejército extranjero, utilizado para reprimirlos en época de recesión económica y en contra de los usos y costumbres de su tierra.

El rey Felipe II, soberano de los Países Bajos, con el ordinal V en Borgoña, Flandes y Namur, VII en Artois, IV en Brabante y Limburgo, III en Luxemburgo, Holanda y Henao, II en Güeldres. Retrato anónimo flamenco, Museo de Bellas Artes de Valencia.

Retrato de Guillermo de Orange-Nassau en sus años en la corte de Bruselas.

El 5 de abril de 1566, la pequeña nobleza presenta a Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos y hermana de Felipe II, el Compromiso de Breda, una reclamación formal en la que solicita la abolición de la Inquisición y el respeto a la libertad religiosa. Posteriormente, el 15 de agosto, día de la Asunción, un incidente derivó en disturbios provocados por los calvinistas, durante los cuales, asaltaron las iglesias para destruir imágenes de santos que ellos consideran heréticas, considerando que se adoraba a la imagen y no a la persona que representaba- 

Este incidente fue luego conocido como Beeldenstorm o “furia iconoclasta”. Ante la clara rebeldía de parte de la población y la nobleza, Felipe II decide enviar a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Tercer Duque de Alba, al frente de un ejército para reprimir a los rebeldes, como primera medida de un plan de pacificación, que preveía un viaje de Felipe II a aquellos Países. 

Durante el año que tardó el duque de Alba en llegar a los Países Bajos, la princesa Margarita consiguió hacerse con el control de la situación dominando la insurrección e informado a su hermano, por lo que la llegada del duque de Alba al frente de un ejército provoca su dimisión en desacuerdo con la política del rey. 

El duque llegó a Bruselas el 28 de agosto de 1567, y el 5 de septiembre ya había creado el Tribunal de los Tumultos, conocido por los neerlandeses como el “Tribunal de la Sangre”, que condenó a muerte a centenares de flamencos y confiscó sus propiedades.

El 8 de septiembre citó a los nobles neerlandeses con la excusa de informarles sobre las órdenes del rey. Era una trampa en la que fueron detenidos los condes de Egmont y Horn, dos de los principales nobles flamencos que habían prestado importantes servicios al rey, y que serían decapitados en la Gran Plaza de Bruselas, el 5 de junio del año siguiente (1568). 

El Príncipe Guillermo de Orange, otro de los principales nobles flamencos muy apreciado por el padre de Felipe II, se había refugiado en las propiedades de su familia materna en Alemania. Desde allí financió a los llamados “mendigos del mar” y levantó un ejército de mercenarios alemanes de su propio pecunio y lo puso al mando de sus hermanos. Con este ejército inició la rebelión en contra de Felipe II.

El Gran Duque de Alba por Willem Key (Rijksmuseum).

El inicio real de las operaciones bélicas se dio en la Batalla de Heiligerlee, el 23 de mayo de 1568, con la victoria de las tropas de Luis de Nassau, hermano de Guillermo de Orange, sobre las fuerzas locales de la Corona que intentaban evitar la confrontación, muriendo el Estatúder  Juan de Ligne. Las tropas de Luis serían derrotadas a su vez por los tercios dirigidos por el duque de Alba en la batalla de Jemmingen, quedando el ejército holandés destrozado -con apenas un centenar de muertos en el ejército real-.

Esta derrota obligó a Guillermo de Orange a refugiarse de nuevo en Alemania. Con Guillermo fuera de los Países Bajos, sin muchos apoyos y con los principales líderes decapitados parecía que el duque de Alba había terminado con la rebelión y urgió al rey a poner en práctica la segunda parte del plan: su viaje a Flandes ejerciendo el papel de soberano clemente con sus súbditos. Pero el monarca no pudo, o no quiso, viajar a Flandes, dejando al duque de Alba solo en su papel de represor. 

La falta de dinero para pagar a sus soldados llevó al duque a imponer un impuesto; la alcabala, del diez por ciento sobre todas las compraventas, medida que fue vista como un castigo colectivo, y que volvió a poner en su contra a la población.

En 1572 el duque de Alba debió hacer frente a varios intentos de invasión. Los Mendigos del Mar capturan en abril la ciudad portuaria de Brielle y desde allí los puertos de Flesinga y Enkhuizen, cerrando la salida al mar de las ciudades de Brabante y Holanda, las más ricas de los Países Bajos, con el fin de acabar con su comercio. 

El éxito de los Mendigos del Mar fue una mecha que volvió a encender la rebelión por la región. Las ciudades de las provincias de Holanda, Zelanda, Frisia, Güeldres y Utrecht reclamaban la presencia de Guillermo, el cual volvió por el norte al frente de un ejército, y su hermano Luis atacó desde el sur al mando de otro. 

El duque de Alba reaccionó y pacificó el sur venciendo a las tropas de los rebeldes que sitiaban Mons, mientras en el norte su hijo, Don Fadrique, asaltaba y saqueaba las ciudades de Malinas, Zutphen y Naarden. 

Tras el asedio de Haarlem, que finalizó el 11 de julio de 1573, sus habitantes pagaron 250.000 florines para eludir el saqueo. Posteriormente el duque ordenó poner sitio a la ciudad de Alkmaar, cuyos habitantes decidieron romper los diques que protegían sus campos del mar, provocando la ruina de la ciudad, pero obligando al duque de Alba a levantar el sitio. 

Mientras, Felipe II había optado por sustituir al duque de Alba como gobernador para intentar una solución negociada al conflicto.

Luis de Requesens.

Luis de Requesens fue nombrado gobernador de los Países bajos en 1573 con el objetivo de buscar una salida negociada al conflicto con los sectores más moderados de los rebeldes. Suprimió el Tribunal de los Tumultos e inició conversaciones con los rebeldes en Breda, sin ningún resultado, ya que Felipe II pretendía la vuelta a la situación anterior al estallido de la rebelión sin aceptar ningún tipo de libertad religiosa ni autonomía política en sus dominios, algo inaceptable para los rebeldes, como demostraba la resistencia de ciudades como Alkmaar y Leiden.

Paralelamente, la falta de recursos económicos hacía inviable la victoria militar pese a algunos éxitos conseguidos en este campo, como la Batalla de Mook en la que perdieron la vida dos hermanos de Guillermo de Orange. 

La falta de pagas indujo a los tercios a amotinarse, impidiendo que después de esta batalla, tras la cual no quedaba ningún ejército rebelde que pudiera oponerse a las tropas reales, Luis de Requesens pudiera aprovecharse de ello para ocupar el territorio rebelde.

La muerte de Luis de Requesens el 5 de mayo de 1576 fue aprovechada por Guillermo de Orange para que las provincias de Holanda y Zelanda formasen un Estado federal del que fue nombrado estatúder.

Don Juan de Austria.

A la muerte de Luis Requesens, Felipe II nombró a su medio hermano Don Juan de Austria Gobernador de los Países Bajos con el mismo objetivo de negociar un acuerdo. 

A su llegada, en noviembre de 1576 se produjo el famoso Saco de Amberes por parte de las tropas mercenarias al servicio de la Corona española, las cuales estaban formadas por alemanes, italianos y españoles -solo un 20 % de estos formaba parte del ejército amotinado durante el saqueo-, -4 y 5 de noviembre-. 

Este hecho puso a todas las provincias en contra de la Corona e hizo que se comprometieran, mediante la firma de la denominada Pacificación de Gante, 8 de noviembre de 1576, a luchar unidas para expulsar a los ejércitos afines a la misma.

A principios de 1577, Juan de Austria empieza a negociar con los Estados Generales, que se mostraban profundamente divididos; reclamaban que la Corona negociase con Guillermo de Orange y que las tropas españolas, especialmente los “tercios viejos”, abandonasen el territorio. Don Juan, por su parte, reclamaba su reconocimiento como gobernador de los Países Bajos y la restauración del catolicismo como religión oficial. Aceptadas las condiciones por ambas partes, 

Don Juan pudo entrar en Bruselas y firmó el 12 de febrero de 1577 el Edicto Perpetuo por el que se comprometía a retirar los tercios viejos de los Países Bajos en un plazo de veinte días, eliminaba a la Inquisición y reconocía las libertades flamencas a cambio del reconocimiento de la soberanía de la Corona española y la restauración de la fe católica en el país. Guillermo de Orange entró en Bruselas en el séquito de Don Juan de Austria.

Pero, aunque los tercios se retiraron a Italia, la situación se deterioró rápidamente. A pesar de que se tomaron medidas que aseguraban la tolerancia religiosa, se incrementaba la autonomía política y se reconocía a Guillermo de Orange como gobernador (estatúder) de Holanda y Zelanda, al tiempo que los Estados Generales reconocían a Don Juan como gobernador, las provincias rebeldes proseguían en su empeño de alejarse de la monarquía hispánica. Las provincias protestantes, Holanda y Zelanda, no aceptaron el retorno del catolicismo. 

Los calvinistas ofrecieron la soberanía de los Países Bajos a Francisco de Valois. Por otro lado, las provincias católicas ofrecieron la soberanía de los Países Bajos al archiduque Matías de Habsburgo, hermano del emperador Rodolfo y los Estados Generales le nombraron gobernador en julio de 1577. Brabante aceptaba a Guillermo de Orange como ruwaard o guardián, haciendo este su entrada en Bruselas  el 24 de septiembre de 1577.

Alejandro Farnesio.

Ante estos hechos, Don Juan se refugió en Namur, el 24 de julio de 1577, al tiempo que llamaba de regreso a los tercios, los cuales arribaron a finales de 1577 al mando de Alejandro Farnesio, Tercer Duque de Parma. Los rebeldes se vieron forzados a evacuar Bruselas y Amberes. 

A principios de año, las tropas realistas se enfrentaron al nuevo ejército rebelde en la Batalla de Gembloux, el 31 de enero de 1578, destruyéndolo completamente. 

Juan de Austria murió en Namur al contraer el tifus en octubre de 1578, nombrando como gobernador de los Países Bajos a Alejandro Farnesio, decisión posteriormente confirmada por Felipe II.

La Unión de Arras y la Unión de Utrecht

Con la mayor parte de los Países Bajos en manos de los rebeldes, los calvinistas se lanzaron a la persecución de los católicos, asesinando a religiosos y encarcelando a los católicos partidarios del rey. La independencia de los Países Bajos se identificaba cada vez más con el calvinismo, lo cual fue aprovechado por Alejandro Farnesio.

Así, las provincias católicas del sur se reconciliaron con el rey para contar con su protección contra la intolerancia que ahora mostraban los protestantes. El 6 de enero de 1579, Alejandro Farnesio firmaba con las provincias de Hainaut y Artois, y la ciudad de Douai, la Unión de Arras por la que reconocían la autoridad del rey. 

En respuesta, las provincias rebeldes de Holanda, Zelanda, Utrecht, Güeldres y Zutphen firmaban la Unión de Utrecht -23 de enero- por la que rechazaban cualquier intromisión extranjera en sus asuntos y creaban el Estado de las Provincias Unidas de los Países Bajos o también llamada República de los Siete Países Bajos Unidos:. La Unión de Arras reconoció la soberanía real sobre su territorio y declaró su confesión católica el 17 de mayo de 1579.

El 15 de marzo de 1580, Felipe II declaraba fuera de la ley a Guillermo de Orange y ponía precio a su cabeza. Este, libre ya de toda atadura, abjuró públicamente de su obediencia al rey y consiguió que los Estados Generales reunidos en La Haya, hiciesen lo mismo el 26 de julio de 1581, declarando destituido a su soberano. Mediante el acuerdo alcanzado, las provincias rebeldes proclamaban formalmente su independencia y nombraban gobernador a Francisco de Anjou, duque de Alenzón y heredero del trono de Francia. Sin embargo, el duque no era bien visto por una parte de los rebeldes y aunque este, con ayuda de tropas francesas, intentó tomar Amberes, fue rechazado; -Ataque a Amberes, el 17 de enero de 1583-. Negociaciones posteriores mantenidas en la ciudad de Colonia entre los católicos y protestantes no obtuvieron resultado alguno.

Alejandro Farnesio y la toma de Amberes

Mientras Alejandro Farnesio proseguía con la recuperación de las provincias rebeldes, se concluía el Asedio de Maastricht en julio de 1579; se toman las ciudades de, Tournai, en 1581, y en 1583 se reconquistan los puertos más importantes de la costa flamenca; Dunkerque y Nieuwpoort. En 1584 se centra en las ciudades del interior, ocupa Brujas y Gante, y coincidiendo con la muerte del duque de Anjou y el asesinato de Guillermo de Orange, en julio de 1584 pone sitio a la ciudad de Amberes. Este asedio, que mantuvo en vilo a toda Europa a la espera del vencedor, representó un derroche de medios e ingenio por ambas partes durante los trece meses que fueron necesarios para forzar la rendición de la que probablemente era la ciudad más rica y más populosa de Europa y cuya toma representaba la determinación de la corona española en recuperar los territorios perdidos y en el mantenimiento de la iglesia católica.

La razón clave y actualmente admitida del avance de Alejandro Farnesio está en el nuevo uso de “asientos” que permitía enviar dinero sin transportar el oro físicamente, sería pues la economía una pieza clave.

La intervención extranjera y la intervención en el extranjero

La ininterrumpida serie de éxitos militares del duque de Parma en los Países Bajos y la coincidencia de la muerte del duque de Anjou (junio de 1584) con la de Guillermo de Orange (julio de 1584) hizo pensar a Inglaterra que la rebelión, falta de líderes y de ayuda, estaba a punto de ser derrotada. Al mismo tiempo, con la formalización de una alianza entre el líder del partido católico francés —Enrique, duque de Guisa— y la Corona española para evitar la subida al trono francés del protestante Enrique de Navarra y apoyar a los católicos en caso de una guerra civil, Felipe II obtenía la seguridad de que no sería atacado por Francia y que esta no se inmiscuiría en los asuntos de los Países Bajos. El rey francés, Enrique III, tras llegar, a su vez, a un acuerdo con el duque de Guisa, rechazó asumir el papel del duque de Anjou como soberano de los Países Bajos y retiró la ayuda que les prestaba.

La Grande y Felicísima Armada española contra la inglesa.

Los éxitos españoles, tanto militares como diplomáticos, junto a la unión con Portugal en los inicios de la década de 1580, hicieron aumentar considerablemente la sensación de aislamiento de Inglaterra. 

Al tener noticia de los acuerdos de Felipe II con el duque de Guisa -en diciembre de 1584-, y de la caída de Amberes en manos de Alejandro Farnesio, en agosto de 1585, Isabel I de Inglaterra decidió intervenir directamente en favor de la rebelión. 

Con el objetivo de desgastar a España. Isabel I proporcionó a los rebeldes holandeses 6000 soldados de su ejército, al mando del conde de Leicester, quien, en contra de la voluntad de la reina, aceptó el nombramiento de gobernador y se comprometió a sufragar una cuarta parte de los gastos militares de las provincias rebeldes. 

Aunque el cuerpo expedicionario inglés fue totalmente derrotado, la ayuda prestada por Isabel I a los rebeldes neerlandeses y a la piratería, así como la destrucción y el saqueo de ciudades costeras, fueron los motivos que decidieron el intento de invasión de Inglaterra con la Gran Armada de 1588.

Durante 1586 y 1587, el duque de Parma dirigió sus esfuerzos a organizar el ejército y a los preparativos necesarios para embarcar al ejército de Flandes en los buques de la Armada que debían recogerlos en el Canal de la Mancha, tomando las ciudades de Ostende y Sluis. 

Tras el fracaso de la Armada, España intervino en Francia en 1589 en apoyo de la Liga Católica. Esta intervención en las Guerras de Religión de Francia, hasta el año 1598, fecha de la promulgación del Edicto de Nantes, mantuvo ocupado en Francia a gran parte del ejército de Flandes y obligó a seguir una estrategia defensiva en los Países Bajos.

Por su parte, los Estados Generales de las provincias del norte decidieron no nombrar ningún nuevo gobernador y asumir ellos mismos la soberanía, creando así la República de las Provincias Unidas, el 12 de abril de 1588.

La recuperación neerlandesa

A partir de 1590, tras la marcha del duque de Parma a Francia —donde morirá en 1592—, los rebeldes neerlandeses, liberados de la presión a la que les sometía el duque, pudieron tomar la iniciativa. Por otro lado, la crónica falta de dinero de la monarquía hispánica propició un periodo de continuos motines entre los años 1589 y 1607, que limitaron la capacidad del ejército

En 1590 los holandeses conquistaban Breda por sorpresa. Entre 1591 y 1592 consiguieron ocupar gran parte de las provincias de Güeldres y Overijssel, situadas al norte de los ríos Rin y Mosa, y en julio de 1594 completaban la conquista de la provincia de Groninga en el norte, con lo que se creaba un frente más corto, desde La Esclusa, en el mar, hasta el Ducado de Cléveris, al este de Nimega. 

Frisia pasó a manos neerlandesas. La división del ejército del Flandes en dos grupos para combatir a franceses y holandeses y la marcha a Francia de las mejores tropas le permitió al ejército de Mauricio de Nassau recobrar gran parte de las ciudades conquistadas en la década anterior por Alejandro Farnesio.

El archiduque Alberto y la infanta Isabel, soberanos de los Países Bajos, duques de Borgoña, Brabante, Luxemburgo, Condes Palatinos de Borgoña, de Flandes, Holanda, Zelanda...

En 1595 Felipe II nombró gobernador de los Países Bajos al Archiduque Alberto de Austria, el esposo de su hija Isabel Clara Eugenia, como es bien sabido; los cuales se convirtieron, a la muerte del rey en 1598, en soberanos de los Países Bajos, al heredar aquella la Corona. La defensa y la política exterior del país quedaron de todas formas en manos de la Corona española.

Tras la muerte de Guillermo de Orange, el mando del ejército de las provincias rebeldes pasó a su hijo Mauricio de Nassau-Orange, que lo reformó, haciendo de él un peligroso oponente al ejército de Flandes, como se demostró en la Batalla de Nieuwpoort, en 1600, donde por primera vez las tropas neerlandesas vencieron a la españolas en campo abierto, si bien, la victoria resultó pírrica, pues el ejército holandés no logró levantar en su favor a la población de la región como había esperado y, dadas las pérdidas que sufrió en el combate, hubo de retirarse. Paradójicamente, el revés de Nieuwpoort favoreció a los archiduques, que empezaron a recibir más ayuda y respaldo de sus súbditos flamencos. En 1601, emprendieron el largo asedio del padrasto —fortaleza enemiga en territorio propio— de Ostende, que se dilató hasta 1604.

Retrato de Mauricio de Nassau.

La estabilización de la frontera cambió la forma de hacer la guerra practicada en Flandes. De una continua e intensiva serie de escaramuzas, golpes de mano, asaltos, tomas de pueblos y ciudades, salpicados con alguna batalla a lo largo de una frontera irregular, se pasó a un pulso anual de resistencia en que cada ejército sitiaba una o varias ciudades enemigas, que usualmente contaban con modernas fortificaciones, durante largos asedios en los que era necesario emplear a todo un ejército para finalmente rendir por hambre a la ciudad. El intento de la parte contraria por levantar el sitio de una ciudad asediada, enviando a un ejército en su ayuda, llevó a un aumento de las batallas en campo abierto.

A partir de la década de los noventa y hasta el final de la guerra, la mayor parte de los enfrentamientos entre españoles y neerlandeses se dieron por el control de las ciudades ribereñas de los ríos IJssel, Mosa y Waal, donde muchas de las ciudades cambiaron de mano más de una vez.

Para evitar los intentos del ejército de Flandes de invadir el territorio y tomar las ciudades rebeldes, los neerlandeses construyeron un muro defensivo a lo largo de la orilla de los ríos Ijssel y Mosa que enlazaba con las fortificaciones de las ciudades y que consiguió evitar el intento de invasión realizado por los españoles en 1606.

Hablaremos de una importante Tregua de Doce Años, en la entrada siguiente.

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