viernes, 7 de febrero de 2025

San Juan de la Cruz: Consecuencias reales de un "Sin vivir". POEMAS

 

Primera Parte: Precedentes teóricos de un SIN VIVIR

Segunda Parte: Consecuencias reales de un SIN VIVIR

 POEMAS

 Tercera Parte: Cervantes y el traslado secreto los restos de Fray Juan

 


Canciones entre el alma y el Esposo

 

Esposa

¿Adónde te escondiste,

Amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;

salí tras ti clamando, y eras ido.

 

Pastores, los que fuerdes

allá por las majadas al otero:

si por ventura vierdes

aquel que yo más quiero,

decidle que adolezco, peno y muero.

 

Buscando mis amores,

iré por esos montes y riberas;

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras,

y pasaré los fuertes y fronteras.

 

Pregunta a las criaturas

¡Oh bosques y espesuras,

plantadas por la mano del Amado!

¡Oh prado de verduras,

de flores esmaltado!

Decid si por vosotros ha pasado.

 

Respuesta de las criaturas

Mil gracias derramando

pasó por estos sotos con presura,

e, yéndolos mirando,

con sola su figura

vestidos los dejó de hermosura.




Esposa

¡Ay, quién podrá sanarme!

Acaba de entregarte ya de vero:

no quieras enviarme

de hoy más ya mensajero,

que no saben decirme lo que quiero.

 

Y todos cuantos vagan

de ti me van mil gracias refiriendo,

y todos más me llagan,

y déjame muriendo

un no sé qué que quedan balbuciendo.

 

Mas ¿cómo perseveras,

¡oh vida!, no viviendo donde vives,

y haciendo porque mueras

las flechas que recibes

de lo que del Amado en ti concibes?

 

¿Por qué, pues has llagado

aqueste corazón, no le sanaste?

Y, pues me le has robado,

¿por qué así le dejaste,

y no tomas el robo que robaste?

 

Apaga mis enojos,

pues que ninguno basta a deshacellos,

y véante mis ojos,

pues eres lumbre dellos,

y sólo para ti quiero tenellos.

 

¡Oh cristalina fuente,

si en esos tus semblantes plateados

formases de repente

los ojos deseados

que tengo en mis entrañas dibujados!

 

¡Apártalos, Amado,

que voy de vuelo!

 

El Esposo

Vuélvete, paloma,

que el ciervo vulnerado

por el otero asoma

al aire de tu vuelo, y fresco toma.

 

La Esposa

Mi Amado, las montañas,

los valles solitarios nemorosos,

las ínsulas extrañas,

los ríos sonorosos,

el silbo de los aires amorosos,

 

la noche sosegada

en par de los levantes del aurora,

la música callada,

la soledad sonora,

la cena que recrea y enamora.

 

Nuestro lecho florido,

de cuevas de leones enlazado,

en púrpura tendido,

de paz edificado,

de mil escudos de oro coronado.

 

A zaga de tu huella

las jóvenes discurren al camino,

al toque de centella,

al adobado vino,

emisiones de bálsamo divino.

 

En la interior bodega

de mi Amado bebí, y cuando salía

por toda aquesta vega,

ya cosa no sabía;

y el ganado perdí que antes seguía.

 

Allí me dio su pecho,

allí me enseñó ciencia muy sabrosa;

y yo le di de hecho

a mí, sin dejar cosa:

allí le prometí de ser su Esposa.

 

Mi alma se ha empleado,

y todo mi caudal en su servicio;

ya no guardo ganado,

ni ya tengo otro oficio,

que ya sólo en amar es mi ejercicio.

 

Pues ya si en el ejido

de hoy más no fuere vista ni hallada,

diréis que me he perdido;

que, andando enamorada,

me hice perdidiza, y fui ganada.



 

De flores y esmeraldas,

en las frescas mañanas escogidas,

haremos las guirnaldas

en tu amor florecidas

y en un cabello mío entretejidas.

 

En solo aquel cabello

que en mi cuello volar consideraste,

mirástele en mi cuello,

y en él preso quedaste,

y en uno de mis ojos te llagaste.

 

Cuando tú me mirabas

su gracia en mí tus ojos imprimían;

por eso me adamabas,

y en eso merecían

los míos adorar lo

que en ti vían.

 

No quieras despreciarme,

que, si color moreno en mi hallaste,

ya bien puedes mirarme

después que me miraste,

que gracia y hermosura en mi dejaste.

 

Cogednos las raposas,

que está ya florecida nuestra viña,

en tanto que de rosas

hacemos una piña,

y no parezca nadie en la montiña.

 

Detente, cierzo muerto;

ven, austro, que recuerdas los amores,

aspira por mi huerto,

y corran sus olores,

y pacerá el Amado entre las flores.

 

Esposo

Entrado se ha la esposa

en el ameno huerto deseado,

y a su sabor reposa,

el cuello reclinado

sobre los dulces brazos del Amado.

 

Debajo del manzano,

allí conmigo fuiste desposada.

allí te di la mano,

y fuiste reparada

donde tu madre fuera violada.

 

A las aves ligeras,

leones, ciervos, gamos saltadores,

montes, valles, riberas,

aguas, aires, ardores

y miedos de las noches veladores,

 

Por las amenas liras

y canto de serenas os conjuro

que cesen vuestras iras,

y no toquéis al muro,

porque la esposa duerma más seguro.

 

Esposa

Oh ninfas de Judea!,

en tanto que en las flores y rosales

el ámbar perfumea,

morá en los arrabales,

y no queráis tocar nuestros umbrales

 

Escóndete, Carillo,

y mira con tu haz a las montañas,

y no quieras decillo;

mas mira las compañas

de la que va por ínsulas extrañas

 

Esposo

La blanca palomita

al arca con el ramo se ha tornado

y ya la tortolica

al socio deseado

en las riberas verdes ha hallado.

 

En soledad vivía,

y en soledad ha puesto ya su nido,

y en soledad la guía

a solas su querido,

también en soledad de amor herido.

 

Esposa

Gocémonos, Amado,

y vámonos a ver en tu hermosura

al monte ó al collado

do mana el agua pura;

entremos más adentro en la espesura.

 

Y luego a las subidas

cavernas de la piedra nos iremos,

que están bien escondidas,

y allí nos entraremos,

y el mosto de granadas gustaremos

 

Allí me mostrarías

aquello que mi alma pretendía,

y luego me darías

allí, tú, vida mía,

aquello que me diste el otro día:

 

El aspirar del aire,

el canto de la dulce Filomena,

el soto y su donaire,

en la noche serena,

con llama que consume y no da pena

 

Que nadie lo miraba,

Aminadab tampoco parecía,

y el cerco sosegaba,

y la caballería

a vista de las aguas descendía.

 


Llama de amor viva.

Canciones del alma en la íntima comunicación de unión de amor de Dios.

 

           ¡Oh llama de amor viva,

que tiernamente hieres

de mi alma en el más profundo centro!, 

pues ya no eres esquiva,

acaba ya, si quieres;

rompe la tela de este dulce encuentro.

 

           ¡Oh cauterio suave!,

¡oh regalada llaga!,

¡oh mano blanda!, ¡oh toque delicado,

que a vida eterna sabe

y toda deuda paga!;

matando muerte, en vida la has trocado.

          ¡Oh lámparas de fuego,


en cuyos resplandores

las profundas cavernas del sentido,

que estaba oscuro y ciego,

con extraños primores

calor y luz dan junto a su querido!

 

          ¡Cuán manso y amoroso

recuerdas en mi seno,

donde secretamente solo moras!,

y en tu aspirar sabroso,

de bien y gloria lleno,

¡cuán delicadamente me enamoras!

 

 Noche oscura del alma

A este poema de San Juan de la Cruz se le ha asignado la fecha de 1578 como posible año de composición, lo cual significaría que el poeta lo habría escrito mientras estaba en prisión o quizás un poco después de salir.

 

En una noche oscura,

con ansias en amores inflamada

¡oh dichosa ventura!

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada.

 

A oscuras y segura,

por la secreta escala, disfrazada,

¡oh dichosa ventura!

a oscuras y en celada,

estando ya mi casa sosegada.

 

En la noche dichosa,

en secreto, que nadie me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz y guía

sino la que en el corazón ardía.

 

Aquesta me guiaba

más cierto que la luz del mediodía

a donde me esperaba

quien yo bien me sabía,

en parte donde nadie parecía.

 

¡Oh noche, que guiaste!

¡Oh noche amable más que la alborada!

¡Oh noche que juntaste

Amado con amada

amada en el Amado transformada!

 

En mi pecho florido,

que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba,

y el ventalle de cedros aire daba.

 

El aire de la almena,

cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serena

en mi cuello hería,

y todos mis sentidos suspendía.

 

Quedé y olvidéme,

el rostro recliné sobre el Amado;

cesó todo, y dejéme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado.

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