jueves, 10 de mayo de 2012

MARÍA ESTUARDO -STUART- SEGUNDA PARTE: LORD DARNLEY

Cuando Mary llegó a Escocia halló un reino distinto; en 1560 el Parlamento había aprobado el Acta de Reforma, por la que el país se declaraba oficialmente desligado de Roma. James Stuart, I Conde de Moray, medio hermano de Mary, era el líder de los protestantes escoceses, a pesar de lo cual, una Mary conciliadora, lo mantuvo a su servicio en el Consejo, quizás en un vano intento por mantener el equilibrio entre dos  bloques de adversarios irreductibles.

<James Stuart I, Conde de Moray

En 1561, Mary invitó a la reina de Inglaterra, a visitar Escocia, pero Isabel, aunque aparentaba acceder, siempre encontraba excusas, cada vez menos convincentes para evitar el encuentro. Se diría que aquella dama que decía tener el corazón y el estómago de un rey, algo que ciertamente demostró a lo largo de su reinado, temía, en cierto modo, encontrarse cara a cara con Mary. De hecho, la reina de Escocia era más culta, pero tal vez, la de Inglaterra, o bien, era más inteligente, o, tal vez fue mejor aconsejada. En todo caso, Isabel logró esquivar cualquier posibilidad de encuentro con Mary, incluso cuando esta se lo volvió a pedir después de conocer su sentencia de muerte.

Se dice, sin embargo, que Elizabeth sintió siempre una gran curiosidad hacia Mary y su apariencia  y que frecuentemente preguntaba por ella. Así, en cierta ocasión planteó –al más puro estilo bruja de cuento-, quién era más bella de las dos. Le contestaron evasivamente, que cada una lo era a su estilo, pero al inquirir cuál era la más alta, evidentemente tuvieron que responderle con la verdad –Mary media alrededor de un metro ochenta-. Elizabeth respondería: -Entonces es demasiado alta.


A pesar de su curiosidad, Isabel mostraba una clara predisposición en contra de Mary, y se diría que no deseaba exponerse a la eventualidad de que el conocimiento personal pudiera hacerle pensar en un cambio de actitud hacia ella; estaba decidida a hacerle la vida lo más difícil posible, tarea a la que –hay que decirlo–, Mary contribuyó una vez tras otra, tomando extrañas y contradictorias decisiones, con las que logró, no sólo facilitar la tarea a la reina de Inglaterra, sino que, en ocasiones, despertó la desconfianza de sus propios partidarios.

Ante la imposibilidad de conversar frente a frente, ambas reinas intercambiaron embajadores durante varios años a través de los cuales, cada una intentaba discernir las intenciones de la otra. En 1563, pensando en Robert Dudley, conde de Leicester, un protestante de su confianza, Isabel propuso a Mary a través de su embajador, que si accedía a casarse con la persona que ella designara –en la proposición no aparecía el nombre del elegido-, la designaría como sucesora junto con aquel esposo. Mary declinó la oferta. Rumores no desmostrados hablaban de que Dudley había hecho arrojar por la escalera a su primera esposa y que era amante de la reina Isabel.

Contra todo pronóstico, el 29 de julio de 1565 y en el palacio de Holyrood, Mary se casó con su primo hermano Henry Stuart, Lord Darnley, duque de Albany, descendiente, como ella del rey Enrique VII de Inglaterra y uno de los principales líderes católicos. Al efecto, parece que solicitó una dispensa papal en razón de su parentesco, pero no la había recibido cuando se casó.

James Darnley y Mary Stuart

La boda sorprendió y disgustó al conde de Moray, el medio-hermano de Mary, que vio en aquella unión un obstáculo para su propia carrera, por lo que no dudó en unirse a los principales enemigos de su hermana, los protestantes escoceses, y proclamarse rebelde contra ella. Mary tuvo que refugiarse temporalmente en el castillo de Stirling (26.08.1565) hasta que pudo regresar a Edimburgo y reunir sus tropas con las cuales derrotó a Moray y sus nobles amigos, en la llamada Incursión, o Raid de Chaseabout. Moray y sus amigos se vieron obligados a abandonar el reino.

Tampoco gustó la elección a la reina Isabel, en parte porque Mary eludió su obligación de pedirle permiso y, en parte, porque Darnley tenía suficiente sangre inglesa, como para que un hijo de ambos pudiera reclamar en el futuro el trono de Inglaterra junto con el de Escocia.

Precisamente, ante la cercanía de tal eventualidad, en cuanto Mary quedó embarazada, Darnley decidió adelantarse a su futuro hijo y reclamó para sí el reconocimiento como rey, pero al recibir una negativa rotunda, se propuso vengarse de su real esposa y, si era posible, también del hijo que esta esperaba, si de alguna manera podía evitar que naciera.


Urdió así el asesinato de David Rizzio, secretario y hombre de confianza de Mary, y lo hizo de la manera más brutal posible, intentando causar el mayor dolor a su esposa. Para ello acudió de nuevo a sus amigos del Chaseabout Raid a quienes prometió, a cambio, apoyar y promover el credo reformado; ellos aceptaron y, entre todos asesinaron al secretario, hallándose este indefenso y en presencia de Mary, con quien charlaba en el palacio de Holyrood, donde fue sorprendido por aquel grupo de valerosos nobles, que le apuñalaron más de cincuenta veces. (09.03.1566).


Holyrood Palace

Parece que el espíritu de David Rizzio decidió permanecer vagando por los pasadizos de Holyrood donde, hasta la actualidad, provoca ruidos extraños y hace sonar sus pasos, causando gran temor y serios dolores de cabeza a los visitantes, del mismo modo que hace bajar bruscamente la temperatura en la sala donde fue asesinado, precisamente, cuando los vigilantes pasan por allí en medio de la noche.

Al día siguiente, prevaliéndose de la soledad de María, evidentemente atemorizada y bajo el shock del terrible asesinato llevado a cabo en su presencia, el grupito del Raid, encabezado por el propio Darnley –al que necesitaban y parece que manejaban como un cómplice necesario– obligaron a Mary a perdonar a toda la banda.

Mary perdonó el raid, pero no el asesinato de Rizzio y, sólo veinticuatro horas después, logró convencer a Darnley para que abandonara al grupo y saliera en secreto de Edimburgo con ella. Darnley accedió y ambos viajaron durante la noche, hasta llegar a Dumbar, donde la mayoría de la población era leal a la reina, que allí pudo levantar un ejército con el que ambos volvieron otra vez a Edimburgo.

Darnley no dejaba de gritar a los cuatro vientos que él no tenía nada que ver con aquellos traidores protestantes y, mucho menos, con el asesinato de Rizzio, pero Mary jamás volvió a confiar en él, a pesar de lo cual prefirió no tomar media alguna de inmediato, al menos, hasta que su hijo estuviera en el mundo; por el momento impidió gradualmente a Darnley toda posibilidad de intervenir en los asuntos del reino.

Finalmente, el 19 de Junio de 1566, tras casi un día de parto, nacía el futuro Jacobo VI que, seis meses después era bautizado en la capilla del castillo de Stirling sin la asistencia de su padre. El matrimonio vivía una separación de hecho, hasta el momento en que Darnley, informado, no se sabe con qué grado de certidumbre, de que Mary se proponía hacerlo prisionero, decidió retirarse a Glasgow, donde se sentiría más seguro en el hogar paterno, pero estando allí, cayó gravemente enfermo, no se sabe si de viruela, sífilis, o cualquier otra cosa.

En enero de 1567, repentinamente, Mary decide hacerle una visita y, como ya había ocurrido en otras ocasiones, supo convencerle para que volviera a Edimburgo, donde ella le cuidaría y atendería en todas sus necesidades.

Darnley, dejando de lado sus temores, aceptó, si bien terminó siendo conducido a Kirk o’Field, muy cerca de Holyrood, donde Mary residía entonces con su hijo, con objeto –se dijo- de evitar cualquier posibilidad de contagio al niño, cuya vida aún no alcanzaba los siete meses.

Sorprendentemente, aunque no recuperaron la convivencia, Mary le cuidó amorosamente y pasaba muchas horas con él, quedándose en ocasiones, a pasar la noche en Kirk o’Field, … hasta la madrugada del día 10 de febrero de 1567.

Los hechos que siguen han sido estudiados hasta la saciedad, pero nunca explicados suficientemente.

Después del asesinato de Rizzio, Mary había hallado un nuevo confidente, o tal vez sólo un apoyo que precisaba con urgencia, en la persona de James Hepburn, conde de Bothwell, quien, con llamativa frecuencia la acompañaba a todas partes durante la enfermedad de Darnley, incluso la escoltó en la primera visita que ella le hizo en Glasgow.

El día nueve de febrero, Mary lo pasó casi íntegramente en compañía de Darnley, quien, al parecer no guardaba ningún recuerdo de sus anteriores diferencias. De pronto Mary recordó que había prometido su asistencia al baile de máscaras que sería el colofón de la boda de un servidor suyo. Se despidió amorosamente de un confiado Darnley, y salió de Kirk o’Field entre las diez y las once de la noche.

Todo quedó en silencio en la residencia Old Provost's Lodging, donde descansaba Lord Darnley, el malhadado esposo de la reina Mary.

Hacia las dos de la madrugada, una terrible explosión –según las crónicas, pudo oírse en Edimburgo-, hizo volar el edificio por los aires, no dejando, al parecer, ni una piedra sobre otra.

No lejos de allí, en un huerto próximo, aparecieron dos cadáveres casi desnudos, pero que no presentaban huellas de haber muerto a causa de la explosión; ninguna herida, ni quemaduras ni golpes… ambos habían sido estrangulados. Uno de ellos era Henry Stuart, Lord Darnley.

Cuando amaneció, pocas horas después de la explosión, se realizó este esquema, del que nos interesa especialmente el cuarto superior derecho.

Las hipótesis más lógicas sugieren que Darnley y su ayuda de cámara debieron sospechar algo a causa de ruidos extraños, o que descubrieron una presencia inesperada y que, alertados por una u otra causa, intentaron abandonar la casa en plena oscuridad y a toda prisa, sin pensar en buscar siquiera algo con que cubrirse, o quizás sí, porque junto a los cadáveres se halló una casaca, que tal vez no tuvieron tiempo de ponerse antes de ser alcanzados por su asesino.

Otra posibilidad sería la de que lograron salir antes de la explosión, pero que fueron rápidamente interceptados por el asesino o los asesinos.

Por último, también pudo ocurrir que los dos hombres hubieran sido proyectados por la honda expansiva, conservando la vida, hasta que fueron encontrados por sus perseguidores.

Junto a los cadáveres aparecía también una silla, un puñal y un fragmento de tela, para los que no se encuentra explicación alguna.

Mary se trasladó a Seton Castle durante el período de luto; un luto que muchos no creyeron sincero.
El Conde de Lennox, padre de Darnley, acusó abiertamente del crimen a Bothwell, quien sometido a una parodia de juicio, fue declarado inocente, por lo que quedaba libre y con un importante objetivo en su mente; en pocos días redactó el llamado Ainslie Tavern Bond a través del cual se proponía reclamar la mano de la reina; un proyecto que avalaron las firmas de unos treinta Condes, Lores y Obispos.
Mary viajó una vez más a Stirling para visitar a su hijo, era el día 24 de abril y aquella fue la última vez que lo vio en su vida. Cuando volvía a Edimburgo fue secuestrada por Bothwell y sus hombres, que la condujeron a Dumbar Castle, donde, acto seguido, Bothwell la violó.
Esto es lo que Mary sostuvo durante toda su vida, y esta es una de las ocasiones en que hay que esforzarse para aceptar su credibilidad, porque, tres semanas después, no sólo se casaba con su secuestrador y violador, sino que además, lo hacía por una ceremonia de rito protestante. Recordemos que apenas habían pasado tres meses desde el asesinato de Lord Darnley y que, a pesar de todas las apariencias, Mary aseguró que se casaba para preservar la seguridad de su hijo y su propia honra.

Esta boda de Mary Stuart con Henry Bothwell constituirá su TERCER TRISTE MATRIMONIO.



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