TRES TRISTES MATRIMONIOS Y DOS TRÁGICAS TENTATIVAS.
TERCERA PARTE:
Mary Stuart y James Hepburn, I Duke of Orkney, IV Earl of Bothwell
Mary Stuart y James Hepburn, I Duke of Orkney, IV Earl of Bothwell
JAMES HEPBURN, CONDE DE BOTHWELL
(1534-14.04.1578)
(1534-14.04.1578)
Antes de conocer a Mary Stuart, Bothwell había navegado con frecuencia por el Mar del Norte. En uno de sus viajes, en 1559 desembarcó en Copenhague, donde conoció y se enamoró de Anne RUSTUNG, o Throndsen, una noble noruega, hija de un cónsul de Dinamarca. Tenía entonces Bothwell 25 años y ambos se instalaron en Flandes, hasta que se acabó el dinero.
Después de hacer que Anna vendiera todos sus bienes, Bothwell la envió de vuelta a su casa para pedir más fondos. Sea como fuere, al año siguiente, el escocés ya había abandonado a Anne en Flandes y ese mismo otoño, lo encontramos en París, donde la reina María Estuardo, le recibe y recompensa -mucho mejor de lo que merecía, en palabras del mismo Bothwell, que era partidario incondcional de los Guise-. Tan excelente trato, le llevó a París en distintas ocasiones, hasta que, tras el fallecimiento de Francisco II, se ocupó de la vuelta de Mary a Escocia, ofreciendo para ello sus propias naves.
Sin embargo, una vez instalada la reina en Escocia, Bothwell protagonizó diversos enfrentamientos con los condes de Arran y Hamilton, a causa de los cuales resultó encerrado en el castillo de Edimburgo, en 1562 sin que consten las causas de la reclusión, a la que no precedió proceso alguno. Bothwell, sin embargo, quedó libre muy pronto.
En febrero de 1566, Bothwell se casaba con Jean Gordon, una hija del Conde de Huntly. Mary asistió como invitaba a la ceremonia de aquel matrimonio que, de hecho, no duró más de un año.
Jean Gordon, Condesa Bothwell
A pesar de su encierro y de la boda con Jean Gordon, la reina viuda y Bothwell cimentaron una buena relación; de hecho, no mucho después del nacimiento del hijo de Mary, (19.06.66) cuando la reina supo en Jedburgh que Bothwell estaba gravemente herido, no dudó en cabalgar de inmediato hasta Hermitage Castle para visitarlo, viaje que provocó que ella misma cayera enferma.
Hermitage Castle (Panoramio)
El 20 de Abril anterior se había pactado el llamado Ainslie Tavern Bond, por el que Bothwell, no sólo resultaba inocente del asesinato de Darnley, sino que era propuesto como el esposo ideal para Mary Stuart, esencialmente, por ser escocés de nacimiento. La declaración fue firmada por algunos de los principales representantes de la nobleza y el clero, al parecer, con autorización de Mary. De acuerdo con la lista de Lord Cecil, quien investigó el escrito por orden de la reina de Inglaterra, entre ellos aparecían algunos señores a los que ya conocemos bien:
James Stuart, Conde de Moray - Conde de Argyll - Conde de Huntly - Conde de Cassilis - Conde de Morton - Conde de Southerland - Conde de Rothes - Conde de Glencairn - Conde de Caithness - Lord Boyd - Lord Seton - Lord Sinclair - Lord Sempil - Lord Oliphant - Lord Ogilvie - Rosse-Hacat, Carleile of Torthorwald - Lord Herries - Lord Home - Lord Innermeath y el Obispo de Ross.
Otras copias existentes completan la lista con algunos personajes más, como el Conde de Erroll - Lord Glamis - Lord Fleming - Arzobispo de Saint Andrews, - los Obispos de: Aberdeen, Whithorn, Dumblane, Brechin, Ross y el de Orkney, llamado Adam Bothwell.
Cuatro días después (24.04.67), cuando volvía de visitar a su hijo James en Linlithgow, Mary era raptada por Bothwell, quien apareció acompañado por un pequeño ejército de entre 400 y 800 hombres y aseguró a la reina que la retenía por su propia seguridad, puesto que correría un grave riesgo si volvía a Edimburgo.
Se casaron el 15 de mayo y, exactamente un mes más tarde (15.06.1567), Mary era derrotada y capturada por la fección enemiga de la nobleza en la Batalla de Carberry Hill. Bothwell logró escapar y, al despedirse de su esposa, le prometió que iría a buscar refuerzos para ayudarla a recuperar el trono, pero nunca más volvieron a verse. En diciembre, Borthwell fue acusado de alta traición por el Parlamento escocés.
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Carberry Hill se encuentra al este de Edimburgo, a muy poca distancia de la ciudad. En junio de 1567, la reina Mary pasó allí sus últimas horas de libertad.
A pesar de ser declarado no culpable del asesinato de Darnley, graves sospechas seguían pesando sobre la persona de Bothwell, además de atribuírsele un carácter inestable y cruel. Su boda con Mary, fue generalmente desaprobada por el pueblo escocés y por buena parte de la nobleza, como Maitland, Morton, Balfour y Murray de Tullibardine, quienes se confederaron en su contra y, consecuentemente, se enfrentaron también a Mary.
En la madrugada del domingo 15 de junio, los rebeldes se dirigieron a Edimburgo a la cabeza de un ejército y tomaron pisiciones entre Carberry Tower y Carberry Hill, mostrando un guión en el que se leía: “Oh, Señor, Juzga y venga mi causa”.
Fragmento de un dibujo contemporáneo de la Batalla de Carberry Hill:
El guión con la divisa aparece en el ángulo superior izquierdo. En el centro, Mary; un hombre lleva las riendas de su caballo y se dirige al campo enemigo escoltada por dos jinetes. Bothwell, a caballo, a la derecha, junto a cuatro cañones.
Cuando los dos ejércitos tomaron posiciones, se cruzaron mensajes de desafío al estilo de la vieja caballería. Monsieur du Croc, el embajador francés, llegó de Edimburgo para rogar a Mary que abandonara a Bothwell, prometiéndole en nombre de los confederados, que si lo hacía, ellos se darían la vuelta sin combatir y se someterían a ella. Mary se negó resueltamente a hacerlo.
Hubo algunos encuentros personales, pero no se combatió propiamente. Al anochecer, los hombres de Mary empezaron a retirarse del campo, persuadidos de que su causa no podía triunfar. Finalmente, la reina pidió un salvoconducto para Bothwell, ofreciéndose ella misma como rehén. Acto seguido se despidió de él y Bothwell se retiró a Dumbar.
Cuando Mary entró en el campamento rebelde, comprobó la enorme pérdida de popularidad que había sufrido su imagen, al ser abucheada por los soldados. Posteriormente, fue conducida a Edimburgo donde quedó, bajo custodia militar, en la casa del preboste de Craighmillar.
Aquel día y en aquel lugar empezó un largo cautiverio que sólo terminaría con la ejecución de Mary Stuart veinte años después.
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Se diría que los acontecimientos se desarrollaban con más velocidad de la que Mary era capaz de controlar, o que tal vez todo ocurría a sus espaldas, o cuando menos, sin su participación directa, como en tantas otras ocasiones había sucedido.
En su huída, Bothwell navegó hacia el norte, yendo a parar a las costas de Noruega –en aquel momento, bajo soberanía danesa-. Habiendo desembarcado sin solicitar las autorizaciones pertinentes, fue detenido y conducido al puerto de Bergen.
La mala fortuna ¿afectaba sólo a Mary, o tal vez también a todos aquellos que de un modo u otro se relacionaban con ella, en especial, a sus maridos? No hablamos de responsabilidades ahora, sino del cúmulo de aparentes casualidades que torcieron su destino, siempre hacia el lado más trágico.
Y, casualmente, Bergen formaba parte de unas tierras que se hallaban bajo dominio de la familia de Anna Throndsen, la primera esposa de Bothwell, aquella a la que había abandonado en Flandes. Bothwell pasó de ser retenido a convertirse en prisionero en tanto los jueces estudiaban las demandas de su ya olvidada esposa; una por abandono y otra para reclamar la devolución de la dote.
Parece que los antaño amantes llegaron a un acuerdo, por el cual, a modo de compensación, Bothwell entregaba a Anna la propiedad de las naves en las que había llegado hasta aquellas tierras. Tal vez las cosas hubieran podido solucionarse entonces, pero Federico II, el rey de Dinamarca, supo que, a pesar de que la corte escocesa había absuelto a Bothwell, la reina Isabel de Inglaterra, seguía buscándolo para procesarlo por el asesinato de Lord Darnley.
No sabemos qué esperaba Federico II de su captura: podía entregárselo a la reina Isabel o devolverlo a Escocia, dependiendo de que las circunstancias fueran más o menos favorables para él, según la opción que tomara. Pero finalmente, ante la evidencia de que las opciones futuro de Mary Stuart eran cada cada vez más reducidas, Federico II decidió abandonar a Bothwell a su suerte en Dragsholm Castle, Dinamarca. Allí permaneció Bothwell, sujeto por una cadena a un pilar que, a su vez, estaba adosado a la pared, lo que sólo permitía al prisionero moverse de un lado a otro, en el semicírculo que alcanzaba el largo de la cadena, dejando, según parece, un marcado desgaste en el suelo en forma de media luna, en un interminable ir y venir sin esperanza, hasta que falleció al cabo de cinco años, sin que nadie diera respuesta a la menor reclamación, ni a favor de su entrega, ni a favor de su libertad.
La acción no parece aportar mucha dignidad a la figura del monarca danés, ya que mantuvo a Bothwell en prisión, como un as en la manga, esperando obtener los mejores beneficios de un sufrimiento, que sólo terminó con la muerte, cuando hacía ya tiempo que Bothwell había perdido la cabeza.
Dragsholm en 1896
*A pesar de que este antiguo castillo no se encuentra en Escocia, en su patio, en ocasiones se ve a Bothwell cabalgando, aunque la mayoría de las veces, los asombrados visitantes sólo oyen un sonido de cascos cuando no hay nadie al alcance de la vista.
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En Edimburgo, en 1829, editado por el Bannatyne Club, cuyo presidente era Sir Walter Scott, se publicó un librito titulado LES AFFAIRES DU CONTE DE BODUEL. L’an MDLXVIII.
“En las discusiones relativas al asesinato de Lord Darnley –se dice en el Prólogo-, una Declaración de Confesión del moribundo Conde de Bothwell de muy dudosa autenticidad, ha sido considerada por algunos escritores como una posible evidencia concluyente de su propia culpabilidad, así como de la inocencia de Mary – mientras que otros, consideran este documento como una fraude manifiesto y mantienen que si Bothwell murió loco, era incapaz de hacer una confesión genuina a su muerte. Gilbert Stuart, considera que la necesidad de una confesión verdadera, supone todavía una deficiencia en nuestra historia.
-Si se probara su autenticidad, la que tenemos, sería muy esclarecedora y es, de todas formas, una lectura muy interesante-.
La oscuridad -continúa el Prólogo- que envuelve los últimos años de Bothwell, excluye la esperanza de resolver este discutido punto con algún grado de certidumbre.
Que fue confinado en la prisión de Dinamarca desde 1567 hasta 1576, cuando murió en cautividad en el castillo de Malmoe, en la provincia de Estocolmo, en Suecia, que en aquel momento pertenecía a Dinamarca, son hechos sobre los cuales los historiadores están generalmente de acuerdo; pero con excepción de los vanos esfuerzos de Elizabeth y James, y de los Regentes Lennox y Murray, para inducir a Federico II a liberar al prisionero, muy poco más se sabe de su historia personal durante ese período, ni de las circunstancias relativas a su fallecimiento. […]"
En todo caso, el texto supuestamente escrito por Bothwell, empieza con las siguientes palabras:
A fin de que el Rey de Dinamarca y el Consejo de su Reino pueda mejor y más claramente conocer las maldades y traiciones de mis acusadores más abajo nombrados: Lo más brevemente que he podido, he resumido y declarado con verdad las causas de los los males que he recibido, de los cuales, sólo ellos son los autores principales y empezaron desde el año 1559 hasta hoy mismo. He declarado las calumnias y el gran daño que me han hecho y quiero y puedo mantener que todo es verdadero, como, con ayuda de Dios, cada cual podrá ver y conocer claramente.
Copenhagen, la víspera de Reyes. MDLXVIII
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