Cósima Liszt
24.12.1837-1.4.1930
24.12.1837-1.4.1930
Marie d’ Agoult y Franz Liszt, padres de Cósima
PRÓLOGO: Marie d’Agoult
En enero de 1833, el pianista y compositor húngaro de 21 años, Franz Liszt (1811-1886), conoció a una parisina, algo mayor que él, Marie, Comtesse d'Agoult, (1805-1876), cuya madre, que procedía de una familia de banqueros de Frankfurt, estaba casada con el francés Conde de Flavigny. Marie nació en Frankfurt am Main y pasó su infancia en Alemania, completando su educación en un convento francés tras la Restauración Borbónica.
En enero de 1833, el pianista y compositor húngaro de 21 años, Franz Liszt (1811-1886), conoció a una parisina, algo mayor que él, Marie, Comtesse d'Agoult, (1805-1876), cuya madre, que procedía de una familia de banqueros de Frankfurt, estaba casada con el francés Conde de Flavigny. Marie nació en Frankfurt am Main y pasó su infancia en Alemania, completando su educación en un convento francés tras la Restauración Borbónica.
A los 21 años se había resignado a aceptar el matrimonio –arreglado por su madre– con el Conde d’Agoult, con quien tuvo dos hijas; Louise en 1828 y Claire, en 1830. Fue en 1835 cuando, la imparable y creciente pasión surgida entre ella y Liszt, la indujo a abandonar París, dejando atrás el escándalo, para establecerse en Ginebra, donde, el 18 de diciembre de aquel mismo año, nacía la primera hija de ambos, Blandine–Rachel.
Francisca Gaetana Cósima, la segunda hija, nació en un hotel junto al lago Como, el 24 de diciembre de 1837 en el transcurso de uno de los múltiples viajes que Liszt debía hacer en función de sus conciertos. Un tercer hijo, Daniel, llegaba al mundo finalmente el 9 de mayo de 1839 en Venecia.
Hasta entonces, Marie y Liszt habían sido inseparables y compartieron los mismos amigos -entre ellos, Frédéric Chopin, quien dedicó a Marie sus 12 Estudios, Op. 25-, pero nunca pensaron en casarse.
Tras el nacimiento de Daniel, Marie volvió a París con sus hijas, pero encontró el rechazo frontal de su madre, la señora de Flavigny a aceptar a las niñas, que constituían un flagrante testimonio de su irregular comportamiento. Ante la situación creada, Liszt decidió poner a las niñas bajo la custodia de su propia madre, mientras que el pequeño, Daniel, permanecería en Venecia al cuidado de nurses y educadores ajenos a la familia.
Dos años después, la pareja se había distanciado y en 1845 ya apenas tenían comunicación, hasta el extremo de que Liszt llegó a prohibir todo contacto entre la madre y las hijas, aduciendo que sólo a él le correspondía el derecho a decidir sobre su educación y su futuro. En un principio, Marie luchó contra aquella imposición por todos los medios a su alcance, pero andando el tiempo se fue adaptando a su recuperada vida social en París, ciudad en la que también vivía Liszt, aunque nunca se veían, como tampoco volvió a ver a sus hijas hasta un breve período en 1850.
En 1847 Liszt conoció a Carolyne zu Sayn-Wittgenstein, una princesa rusa divorciada, con la que estableció una relación que mantuvo el resto de su vida.
La Princesa Carolyne zu Sayn-Wittgenstein, con su hija María
Cuando a principios de 1850 Liszt supo que Marie visitaba a Blandine y Cósima en el colegio, parece que, aconsejado por Carolyne, decidió ponerlas al cuidado de Mme. Patersi de Fossombroni, la antigua gobernanta de la propia Carolyne, que ya tenía 72 años, haciendo saber a Marie que, en adelante, sólo la señora Patersi decidiría lo que podían, o no, hacer sus dos hijas. La etapa Patersi se extendió a lo largo de cuatro años y dejó su influencia, como veremos en el futuro.
El 10 de octubre de 1853 –una fecha que Cósima no olvidaría-, Liszt se presentó en casa de la señora Patersi para visitar a sus hijas, a las que no veía desde hacía ocho años; le acompañaban Hector Berlioz y Richard Wagner. Marie –después Hohenlohe–, la hija de Carolyne, que también acompañaba a su padre, posteriormente describió a la Pobre Cósima, en la peor fase de su adolescencia, alta y angulosa, pálida, con su enorme boca y larga nariz, la imagen de su padre. Sólo su largo cabello dorado, de inusual brillo, era hermoso. Entonces, como después, sus finos labios se curvaban con aquel inicio de mueca burlona a la parisina.
Wagner, apenas consideró la presencia de las hermanas, de las que en su diario sólo anotó que le parecieron extraordinariamente tímidas.
LOS MATRIMONIOS DE CÓSIMA
Tres o cuatro años después, a pesar de las protestas de Marie, Liszt decidió llevar a sus hijas a Berlín. Allí vivía su mejor alumno, Hans von Bülow, que les enseñaría música, a la vez que su madre, Franzisca, se ocuparía del resto de su educación. Von Bülow había visto actuar a Liszt en el estreno de Lohengrin en 1850 y, a partir de entonces, se convirtió en su más ferviente admirador y aprendiz. Al parecer, pronto advirtió que Cósima poseía las cualidades artísticas y acaso, la imagen de su padre –como decía la hija de Carolyne-, factores que le animaron a pedir su mano y así, con las bendiciones del maestro, Cósima y Hans se casaron en Berlín el 18 de agosto de 1857.
Hans von Bülow
Después de la boda, el nuevo matrimonio fue a visitar a Wagner en Munich junto con Liszt y, en aquella ocasión todo transcurrió con mucha normalidad, sin embargo, al año siguiente, Cósima y Hans repitieron la visita y esta vez, Wagner sí que la recordó: en el momento de despedirse, Cósima se echó a mis pies y me cubrió las manos de lágrimas y besos… pensé en la causa por la que lo habría hecho, pero no conseguí comprenderlo.
Cósima no se adaptaba bien a la vida en Berlín; en opinión de Carolyne, a causa de su soberbia y su sarcasmo. Por entonces Hans viajaba mucho para dar conciertos mientras Cósima llenaba su tiempo escribiendo artículos y haciendo traducciones para la Revue Germanique.
A finales de 1859 Cósima atravesó un período de luto por el fallecimiento de su hermano Daniel, en cuyo recuerdo llamó Daniela a su primera hija nacida el 12 de octubre de 1860.
Para entonces Bülow estaba totalmente entregado a la obra de Wagner, llegando a crearse una relación amistosa entre ambos, por lo que, en el verano de 1862, volvió a visitarlo en su casa de Biebrich, acompañado por Cósima. Wagner reflejó en su diario que le había sorprendido mucho el modo en que Cósima se transfiguraba oyendo su interpretación del Adios de Wotan de las Walkirias.
En otoño de 1862, fallecía la otra hermana de Cósima y, como homenaje a su memoria llamó Blandine Elisabeth Verónica a la niña que nació en marzo de 1863.
Justo después del fallecimiento de Blandine, von Bülow compartió con Wagner la dirección de un concierto en Leipzig. En esta ocasión, Wagner también recordó que se había sentido transportado ante la atenta mirada de Cósima, que parecía hallarse en otra dimensión.
Era bien sabido que, a pesar de que el compositor aún estaba casado con Minna Planer, mantenía numerosos encuentros extramatrimoniales.
A finales de 1863 Wagner viajó a Berlín y, aprovechando que von Bülow se hallaba inmerso en la preparación de un concierto, Cósima le invitó a dar un largo paseo en coche por la ciudad, durante el cual, entre suspiros y lágrimas –se diría que al más puro estilo del entonces reciente modelo Bovary–, ambos fueron incapaces de ocultarse que no podían vivir el uno sin el otro.
El año siguiente, la fortuna se materializó para Wagner a través de la persona de Ludwig, el rey de Bohemia quien, además de pagar todas sus deudas, le dotó con un espléndido salario, y puso a su disposición una casa en el lago Starnberg y otra en Munich. El compositor había encontrado una mina, pero su felicidad no sería completa si Cósima no se encontraba a su lado. Así pues, solicitó y consiguió de Ludwig que nombrara pianista de la corte a von Bülow; un trabajo que le obligaría a trasladar su residencia a Munich, donde Wagner les buscó una casa muy cerca de la suya. Cósima empezaría asimismo a trabajar para el maestro, como una especie de secretaria, hecho que le obligaría a pasar muchas muchas horas con él.
Precisamente a causa de aquellas recientemente asumidas obligaciones, Cósima tuvo que desplazarse a la casa del lago Starnberg a finales de junio de 1864, donde von Bülow no llegaría hasta el siete de julio.
A primeros de abril del año siguiente nacía Isolde, a quien von Bülow registró como hija suya. Dos meses después von Bülow hacía realidad su sueño de dirigir Tristán e Isolda, de Wagner, en el Munich Hofoper.
Al parecer, de la lectura de los 598 documentos intercambiados entre Ludwig II y Wagner –cartas, telegramas, notas, poemas, etc.- se puede deducir que la actitud del maestro hacia su benefactor fue, en general, sincera, excepto en lo tocante a Cósima, cuya relación ocultó y disimuló de forma persistente a pesar de las preguntas del rey, con quien hablaba de todo menos de ella, quizás a causa de que tanto el maestro como la secretaria seguían casados con sus respectivos cónyuges y Wagner sabía que Ludwig, aunque en algunos aspectos pudiera parecer lo contrario, era completamente partidario del respeto a las apariencias.
Pero Wagner no era igualmente discreto en lo relativo a interferir en las tareas de gobierno del monarca, llenándole la cabeza con ideas, que más tarde Ludwig exponía ante sus ministros y consejeros, sin otra base o autoridad que el hecho de que procedían del compositor.
Wagner, que era un hombre formado intelectualmente, además de tener muy bien definidos sus objetivos artísticos, conocía a fondo –y aprovechaba en su beneficio–, las incertidumbres mentales y afectivas del monarca y la casi enfermiza dependencia que tenía con respecto a su música y, consecuentemente, hacia su persona. No contento con las ventajas que habitualmente obtenía de aquella admiración, se fue creciendo hasta erigirse en consejero privado, y un buen día exigió a Ludwig que hiciera dimitir a su primer ministro. Con ello atravesó la línea prohibida que con tanta frecuencia pisaba y, como resultado, fue él quien tuvo que abandonar la corte y el reino por imposición del gabinete.
Ludwig le comunicó la decisión en diciembre de 1865, asegurándole que, pasara lo que pasara, él seguiría patrocinando su trabajo y sosteniendo sus necesidades económicas.
En la primavera del año siguiente, Wagner encontró la casa ideal en Ginebra y en abril de 1866 se instalaba –a cargo de su mecenas-, en Villa Tribschen, donde viviría los seis años siguientes. Inmediatamente invitó a la familia Bülow para que se fuera a vivir con él. Ellos, en principio pasaron aquel verano en la villa, aunque después volvieron a Munich, pero pronto von Bülow tuvo que viajar a Basilea, y Cósima se apresuró a volver con Wagner.
Villa Tribschen, la casa de Wagner en Lucerna, Suiza.
Parece que sólo entonces von Bülow llegó a comprender que entre Wagner y su mujer se había creado una situación de naturaleza extremadamente peculiar. Wagner, por su parte, volvió a mentir al rey, a quien aseguró que la santidad del matrimonio Bülow era inquebrantable, permitiéndose añadir que el propio monarca debía ordenar que fuera castigado cualquiera que tuviera la osadía de decir lo contrario. Pero los rumores aumentaban y el trato especial, junto con las enormes sumas de dinero que recibía el músico a pesar de su expulsión de la Corte, empezaron a ser objeto de crítica.
“–… debe saber –escribió Wagner-, que yo, como artista, ni por asomo tengo la más mínima ambición, y que le he pedido encarecidamente al rey que me deje permanecer aquí, en Suiza, seis años más, tranquilo, para que finalmente pueda terminar los trabajos que tengo en proyecto y los que tengo ya empezados. Ahora bien, el punto de vista del rey, es diferente; él es joven e impaciente, quiere ver representadas de inmediato las obras que tengo en mente, y además, quiere tenerme a su lado. Esta ansiedad es tan fuerte, que aconsejo, que para el bien del Jefe del estado de Baviera –dejando completamente aparte mi interés personal– no pongan trabas a la realización de sus planes artísticos, que al fin y al cabo sólo redundan en beneficio de su reino; lo que deben hacer es favorecerlos ya que así el rey, más tranquilo, estará dispuesto a cumplir gustosamente los vitales y graves deberes del Estado. Tengo sus proyectos, tanto en lo que concierne a los sentimientos como a las ideas, por altamente valiosos, generosos, hermosos, dedicados al progreso de su pueblo y hasta –esto espero– al desarrollo y consolidación de Alemania. Pero esto será, siempre y cuando no crea ver en todos los que le hablan de política unos enemigos de su pasión por el arte. Si en Alemania quedara un resto de verdadero espíritu alemán que respeta todo lo grande y noble, no serían necesarias las solapadas maniobras que intentan situar, de manera tan declarada, a un hombre como yo, entre el príncipe y su pueblo.
Lucerna, 25 de octubre de 1866
Lucerna, 25 de octubre de 1866
En Tribschen, el 17 de febrero de 1867, nacía Eva, la segunda hija de Cósima y Wagner.
La admiración de von Bülow por Wagner y su obra no hacía sino aumentar de día en día, además, para entonces era Director Musical del Munich Hofoper y en su ejercicio, se dedicaba plenamente a la preparación de Die Meistersinger von Nürnberg que se estrenaría en junio de 1868 con enorme éxito. Cósima entre tanto, volvió con Wagner, que por aquella época, no dejaba de quejarse ante su rey de lo harto que estaba de los insultos que la gente le dirigía en Munich y de que necesitaba marcharse lejos de allí.
Cosima y Wagner, en 1872
En 1866 falleció la esposa de Wagner y en octubre de 1868 Cósima se decidió a pedir el divorcio a su marido, que, en principio se negó a concedérselo a pesar de ser consciente de la realidad, que solía encubrir, explicando a sus amigos que las largas ausencias de su esposa se debían al hecho de que iba a visitar a su hermana en Versalles.
Cuando en junio de 1869 nació Siegfried, el tercer y último hijo de Wagner y Cósima, esta escribió a von Bülow para intentar convencerle una vez más de que accediera a divorciarse. Has preferido –le respondió Hans-, consagrar los tesoros de tu corazón y de tu mente al más alto ser: lejos de censurarte por dar este paso, lo apruebo.
El 26 de junio de 1870, se estrenó La Walkiria en Munich. El divorcio se produjo en julio en Berlín y, finalmente, Wagner y Cósima se casaban un mes después. Sólo a partir de entonces von Bülow se distanció de ellos; nunca más dirigió la palabra a Wagner y pasaron once años antes de que volviera a ver a Cósima. Franz Liszt, por su parte, sólo supo de la boda de su hija a través de la prensa.
Aquel otoño Francia sufrió la derrota de Sedán frente el ejército prusiano y Napoleón III fue hecho prisonero. Poco después, Bismark pedía a Ludwig II que apoyara la pretensión de Guillermo I de convertirse en Emperador, tras lo cual Ludwig envió cartas a todos los príncipes alemanes solicitando su adhesión al proyecto. En enero de 1871 Guillermo era proclamado en Versalles. Ludwig no asistió a la ceremonia, pero cuando el 16 de julio las tropas prusianas mandadas por el príncipe heredero Federico Guillermo, desfilaron victoriosas en Munich, Ludwig tuvo que pasar revista a su lado: –es la primera vez –dijo–, que desfilo como vasallo.
A principios de septiembre Ludwig compraba la isla Herrenwörth sobre la que iba a construir el famoso Herrenchiemsee, castillo al que se referiría siempre como Meicost Ettal, lo que a primera vista parece alemán, pero no es sino el anagrama de L’Etat c’est moi, que todos conocemos como la emblemática autodefinición de Luis XIV: El Estado soy yo.
Domingo, 25 de diciembre de 1870. -Diario de Cósima-.
Sobre este día, hijos míos, no puedo decir nada –nada sobre mis sentimientos, nada sobre mi disposición, nada, nada, nada–. Sólo os diré, simple y llanamente, lo que ocurrió. Cuando me desperté oí un sonido que ascendía; no podía sino imaginar que me encontraba en un sueño; la música estaba sonando y ¡qué música! Después de eso ya podía morir. R. Vino entonces con vosotros y puso en mis manos la partitura de su “Felicitación sinfónica de cumpleaños”. Yo no podía dejar de llorar, como todos en la casa; R. había dispuesto su orquesta en las escaleras y aquello consagró Tribschen para siempre. El Idilio de Tribschen, se llamó la obra. -Ahora puedo morir, le dije a R.
El inevitable conocimiento de la verdad sobre las relaciones entre Wagner y Cósima, rebajó dramáticamente el valor de la imagen del compositor a los ojos de Ludwig II, que al mismo tiempo, empezó a sentirse cada vez más cualificado para tomar decisiones sobre las representaciones operísticas del maestro, algo que, ni a aquel ni a Cósima les parecía pertinente, por lo que poco a poco, empezaron a pensar en independizarse de su benefactor, al menos en los aspectos artísticos. En abril de 1871, Wagner y Cósima decidieron instalarse en Bayreuth, donde erigirían su propio teatro de la ópera.
El Bayreuth Festspielhaus
Wagner anunció el Primer Festival de Bayreuth para 1873, en el que presentaría el ciclo del Anillo, pero, en un principio, Ludwig se negó a financiar el proyecto, por lo que, llegada la fecha prevista para la inauguración, a pesar de haber recibido otras aportaciones, los Wagner no tenían ni un tercio del presupuesto necesario, por lo que las obras ni siquiera habían empezado. A principios de 1784, cuando ya todo parecía perdido, el monarca accedió una vez más a asumir los gastos y el 18 de abril, los Wagner se instalaban en Wahnfried, una hermosa villa cuyo proyecto iba unido al del Festival. Después de todo, las obras concluyeron en 1875 y se anunció el primer festival para el año siguiente.
Por entonces falleció Marie d’Agoult, la madre de Cósima, quien con el paso del tiempo se había adherido al naciente republicanismo que explicó en múltiples publicaciones periodísticas bajo el seudónimo de Daniel Stern. Publicó también una Histoire de la révolution de 1848, así como unas Memorias que contienen interesantes datos para el estudio de su época. Marie fue enterrada en el cementerio Père Lachaise de París.
Marie d'Agoult in 1861. Foto de Adam-Salomon
Cuando Cósima recibió la noticia, escribió a su hermana Daniela: No puedo hacer otra cosa que no sea lamentar la pérdida de la mujer que me trajo al mundo.
Entre tanto, el católico Franz Liszt, que para entonces había recibido órdenes menores, recibió una carta de Cósima en la que le comunicaba su conversión al credo protestante –seguramente, por complacer a Wagner–. Cuando Cósima participó en la primera celebración religiosa junto a su esposo, se sintió profundamente conmovida y escribió que la religión era una cosa maravillosa.
El Festival, que empezó el 13 y terminó el 30 de agosto de 1876, consistió en una integral del Anillo bajo la dirección de Hans Richter.
Las críticas se dividieron; mientras unos compartían la opinión del compositor noruego Edvard Grieg, que definió la obra como divinamente compuesta, otros, con el periódico francés Le Figaro, opinaban que aquella música no era más que el sueño de un lunático. Wagner y su ego sufrieron un duro revés y en una carta a Ludwig, el compositor se quejó amargamente de los culpables: los cantores eran unos parásitos teatrales y Richter no había respetado los tempos correctos.
Tras la clausura del festival, el maestro y Cósima se fueron a Venecia con los niños y se quedaron hasta diciembre. El enorme déficit resultante del festival y la insatisfacción artísitica de Wagner, le hicieron pensar en la posibilidad de abandonar el proyecto para siempre. Entre tanto, aceptó dar una serie de conciertos en Londres, ciudad en la que él y Cósima permanecieron dos meses, en esta ocasión, sin niños. Cósima tuvo la oportunidad de conocer a la novelista George Eliot, al poeta Robert Browning, o al pintor Edward Burne-Jones, entre otros, y el matrimonio fue recibido por la reina Victoria en el castillo de Windsor.
La reina escribió sobre Wagner: Envejecido y pesado… tiene un cierto brillo, pero su aspecto es desagradable.
Wagner dijo a Cósima de la reina: Una desagradable vieja empeñada en no abdicar, razón por la cual mantiene al Príncipe de Gales condenado a una vida absurda.
No obstante, la gira proporcionó a la pareja unos ingresos que durante algún tiempo hicieron mejorar el estado de ánimo del compositor, si bien el respiro sólo duró hasta que los acreedores empezaron a reclamar. Cósima escribió una doliente carta a Luis II, y logró de nuevo arrancarle los créditos necesarios, con los que finalmente pudieron poner en marcha un segundo festival.
Wagner estaba escribiendo Parsifal, que sería su última obra. Su salud decaía visiblemente, pero se sintió con fuerzas para anunciar el estreno en 1882. Además de aportar los fondos necesarios, en esta ocasión, el rey decidió que su Maestro de Capilla Herman Levi, dirigiría la obra. Los Wagner, declaradamente antisemitas, intentaron negarse basándose en el hecho de que Levi era de origen judío, mientras que Parsifal era una ópera muy representativa del cristianismo.
Sus biógrafos creen que Cósima había heredado de su padre la fuerte aversión hacia los judios que, más tarde se vería reforzada, primero por la opinión de Carolina zu Sayn-Wittgenstein, que también compartía la señora Patersi, cuya influencia en la formación de Cósima fue muy poderosa. Por último, el mismo von Bülow, era un conocido y ferviente antisemita. De un modo u otro, Cósima se refiere peyorativamente a los judíos en una de cada cuatro de las cinco mil páginas de su diario.
En cuanto a Wagner, el musicólogo Eric Werner cree que su antisemitismo procedía de su inical y revolucionaria filosofía como discípulo de Proudhon, pero que solía revisar sus puntos de vista en base a sus experiencias, al contrario que Cósima, que mantuvo más visceralmente los principios adquiridos en la infancia.
En todo caso, se impuso el criterio de Ludwig y Cósima escribió que Levi no podía salir de su asombro cuando fue informado de la elección.
En el segundo Festival, Parsifal fue representado dieciséis veces y en la última, el 29 de agosto, el mismo Wagner dirigió la escena final. Cósima –no podía ser de otra manera– escribió después sobre lo distinto que resultaba todo cuando Wagner tomaba la batuta. Al final, todos quedaron satisfechos con el resultado, puesto que además de los aspectos musicales, el festival, al contrario que la primera vez, produjo notables ingresos.
En el segundo Festival, Parsifal fue representado dieciséis veces y en la última, el 29 de agosto, el mismo Wagner dirigió la escena final. Cósima –no podía ser de otra manera– escribió después sobre lo distinto que resultaba todo cuando Wagner tomaba la batuta. Al final, todos quedaron satisfechos con el resultado, puesto que además de los aspectos musicales, el festival, al contrario que la primera vez, produjo notables ingresos.
Friedrich Nietzsche, antaño incondicional seguidor de Wagner, pero que para entonces se había transformado en su más ácido crítico, dijo que Parsifal era una abominación de la que Cósima era responsable; ella había corrompido a Wagner, porque como no alemana, no estaba capacitada intelectualmente para intervenir en los asuntos de la cultura alemana.
El Palazzo Vendramin Calergi, en la época.
Al terminar el festival, la familia Wagner se trasladó a Venecia donde alquilaron una espaciosa planta en el Palazzo Vendramin Calergi, con vistas al Gran Canal. Todo parecía ir bien entonces, pero a partir de aquel otoño, la salud de Wagner empezó a ser preocupante.
El doce de febrero de 1883, Cósima escribió en su diario que Wagner había estado leyendo Undine, una novela de F.H.K. de la Motte, Barón Fouqué –el primer autor que dramatizó El Cantar de los Nibelungos que tanto influiría en la tetralogía de Wagner. Precisamente, después del rato de lectura, el maestro había interpretado al piano el Lamento de El Anillo. Sólo a última hora, surgiría una discusión a causa de Carrie Pringle, la soprano inglesa del Parsifal, de la que se rumoreaba que tenía una affaire con el compositor.
Recordando la ocasión años después, Isolde declaró que los reproches de Cósima sobre la soprano, dieron lugar a una ruidosa y acalorada discusión del matrimonio y que al día siguiente, alrededor del mediodía, el compositor sufrió el ataque que acabaría son su vida en pocas horas.
Cósima se mantuvo junto al cuerpo de Wagner más de veinticuatro horas, negándose a comer o descansar y siguió a su lado durante el proceso de embalsamamiento, que duró dos días más. Después pidió a sus hijas que se cortaran el pelo para ponerlo en la tumba del compositor.
El 16 de febrero iniciaron el viaje de vuelta a Baireuth y el sábado 18 el cortejo entraba en Wahnfried, en cuyo jardín fue enterrado Wagner tras una breve ceremonia. Cósima permaneció en la casa hasta que todo hubo concluido; después, según su hija Daniela, fue hasta la tumba y durante mucho tiempo permaneció junto al féretro, hasta que “Fidi” –su hijo Siegfried- fue a recogerla.
Cósima pasó unos meses en soledad y silencio, sin apenas ver a sus hijos a los que solía mandar notitas por medio del servicio. Entre otros muchos, recibió un telegrama de von Bülow que sólo decía: Hermana, hay que vivir.
Wahnfried
Wagner no dejó instrucciones sobre la organización el Festival de Baireuth, porque, en su opinión prácticamente no hay nadie en cuyo juicio pueda confiar, pero, andando el tiempo, Cósima empezó a reaccionar pensando en la necesidad de preservar el legado artístico de su esposo, cuya propiedad registró a su nombre y al de su hijo Siegfried. En 1885 anunció que ella misma dirigiría el festival al año siguiente; tarea que, de hecho, realizó durante veintidós años -hasta 1907-, durante los cuales Baireuth se convirtió en un negocio bastante lucrativo.
En 1886, la primera vez que Cósima asumió la dirección, añadió Tristán e Isolda al repertorio y se entregó tan a fondo a su tarea, que no quiso detraer el tiempo necesario para ocuparse de la enfermedad de su padre, Liszt, que sufrió un colapso, del que murió a los pocos días. Aunque se ocupó cumplidamente del funeral y el entierro, se negó a organizar un concierto en su memoria. Felix Weingartner, un discípulo de Liszt aseguró que la desaparición de Liszt no había sido suficientemente importante como para ensombrecer la gloria del festival ni por un momento.
En 1888 añadió Die Meistersinger al canon Bayreuth; en 1891, Tannhäuser; en 1894, Lohengrin y, en 1901 Der fliegende Holländer. En 1894 Levi renunció a la dirección a causa del progresivo ambiente antisemita que respiraba el festival; Cósima, que respetaba y reconocía su calidad en los aspectos musicales, habitualmente se burlaba de su origen ante sus hijos. En el festival de 1896 Siegfried asumió la dirección de una de las partes del Anillo del Nibelungo y se mantuvo en el puesto mientras su madre continuó a cargo de la organización.
Siegfried Wagner.
El ocho de diciembre de 1906 Cósima sufrió una especie de ataque al corazón cuando visitaba al Príncipe Hohenlohe en Langenburg y, hacia mayo del año siguiente, comprendió que no podría seguir a cargo del Festival de Baireuth. Siegfried tomaba la alternativa y asumía en exclusiva unos derechos que, Beidler, uno de los yernos de Cósima, intentó disputarle en base a que era el único que tenía un heredero varón, pero todas sus reclamaciones fueron automáticamente rechazadas y después anuladas judicialmente, por Cósima y Siegfried.
Dando por concluida su tarea al entregar el testigo a Siegfried, Cósima se trasladó a las habitaciones traseras de Wahnfried, lejos de la actividad diaria de la casa, donde pasó el resto de sus días rodeada por las cosas de Wagner y todos sus retratos familiares. Aunque al principio discutía con Siegfried los planes sobre el Festpielhaus, paulatinamente fue abandonando su intervención. En todo caso, Siegfried trabajaba sin desviarse de los principios detalladamente asentados por Wagner y sostenidos por Cósima, a pesar de que se iban quedando ostensiblemente anticuados.
En diciembre de 1908, su hija Eva se casaba, a los 41 años con Houston Stewart Chamberlain, un historiador inglés, entusiasta defensor del nacionalismo germánico que simpatizó mucho con Cósima, quien llegó a confiar en él más que en su propio hijo. Bajo su influencia, Cósima desheredó a Isolda en 1913, cuando intentó legalizar sus derechos sobre la herencia de Wagner y nunca más volvió a verla.
La boda de Siegfried –ya a los 47 años- con Winifred Williams, de dieciocho, constituyó una gran alegría para Cósima, sólo superada por el nacimiento de Wieland, el primer hijo de la pareja, que Cósima celebró interpretando al piano fragmentos de su Idilio de Siegfried.
El 90 cumpleaños de Cósima fue celebrado por la ciudad de Baireuth poniendo su nombre a una calle; a partir de entonces vivió prácticamente en la cama; perdió la vista y sufrió episodios de falta de lucidez. Murió el primer día de abril de 1930, a los 92 años. Su restos se llevaron a incinerar a Coburgo, donde permanecieron durante 47 años, hasta que se depositaran en la tumba de Wagner.
EPÍLOGO
1882. Daniela von Bülow, a la izquierda y Blandine von Bülow, a la derecha.
Daniela Senta von Bülow, después Daniela Thode, nacida en Berlín en 1860 fue la primera hija de Hans von Bülow y Cósima Liszt. Tenía siete años cuando su madre se fue a vivir con Wagner. Fue pianista notable y diseñaba vestuarios para las producciones de Bayreuth. Se casó con el historiador americano Henry Thode, de quien se divorció en 1914. Se afilio al partido Nacional Socialista y publicó las cartas de su padre. Murió en Beirut el 28 de julio de 1940.
Blandine von Bülow, nacida en 1863, la segunda hija de Cósima y von Bülow, se casó con el Conde Gravina y tuvo dos hijas; Maria Cosima, Condesa Gravina y Blandine von Wenden que, en 1935 fue adoptada por Ludwig von Hofmann y Kekulé von Stradonitz, cuya madre había sido amiga íntima de Cósima Wagner. Murió en 1941
Isolde von Bülow –en realidad, hija de Wagner, aunque fue inscrita como von Bülow. Nació en 1865 y se casó con el director de orquesta Franz Beidler. Ella y su hermana Eva, aunque hijas de Wagner, fueron deslegitimadas por Cósima, que sólo quiso reconocer como heredero del compositor a su hijo Siegfried a pesar de las reclamaciones de Isolde en un ruidoso juicio en 1913. Su hijo Franz Wilhelm Beidler participó en la formación de un grupo de artistas e intelectuales censurados por el nazismo, que se proponían dirigir el festival de Bayreuth después de II Guerra Mundial, y del que formaban parte, Thomas Mann, Arnold Schoenberg, Paul Hindemith y Arthur Honegger. Isolde murió en 1919.
Wagner con su hija Eva en Triebschen, en 1867
Eva von Bülow, de casada, Eva Chamberlain nació en Tribschen, en 1867. Aunque también fue hija de Wagner, llevaba el apellido von Bülow, porque su madre no se divorció hasta dos años después de su nacimiento. Como sabemos, se casó con el británico Houston Stewart Chamberlain, un precursor teórico del nazismo, que propugnaba la idea de la preponderancia germánica, no sólo frente al judaísmo, sino también en contra del catolicismo, al que consideraba responsable del caos, ya desde San Ignacio de Loyola que, en su opinión, constituía el prototipo del antigermanismo. Defensor a ultranza del nazismo y amigo de Hitler, quien asistió a su entierro en 1927, aseguraba que sin el renacimiento moral que él propugnaba, volverían las hogueras de la Inquisición. Eva murió en Bayreuth en 1942.
Wagner con Siegfried en Nápoles, 1880.
Cuando Wagner murió, Siegfried tenía trece años. Estudió música con su abuelo materno, Franz Liszt y después con Engelbert Humperdinck. Aunque estudió arquitectura optó por dedicarse a la música después de hacer un viaje por Oriente con el compositor inglés Clement Harris en 1892. Compuso varias óperas algunas de las cuales fueron estrenadas en Viena por Gustav Mahler y dirigió la orquesta del festival de Bayreuth desde 1896 alternando con Hans Richter y Felix Mottl. En 1907 dirigió una serie de conciertos en el Liceo de Barcelona, con obras de Wagner, de Liszt y suyas.
Tras el escándalo Harden-Eulenberg -cuando el periodista Maximilian Harden acusó a importantes funcionarios de la corte de homosexualidad, con el fin de desacreditar al Kaiser Guillermo-, Cósima urgió a su hijo, conocido por su sexualidad, a que se casara con Winifred Williams, 23 años más joven que él. La boda se celebró en 1915 y tuvieron cuatro hijos entre 1917 y 1920: Wieland, Wolfgang, Friedelind Wagner y Verena.
En 1930, cuatro meses después del fallecimiento de su madre, Siegfried murió de un infarto cardíaco en Bayreuth. Su viuda asumió la dirección del festival que prácticamente puso a disposición de Hitler, quien solía alojarse en su casa –ella heredó Wahnfried-, cuando acudía a las representaciones.
La familia Wagner en Wahnfried en 1881.
Arriba, a la izquierda, Blandine. Abajo, Isolde, Daniela, Eva y Siegfried
Arriba, a la izquierda, Blandine. Abajo, Isolde, Daniela, Eva y Siegfried
En los buenos tiempos, Wagner y Cósima solían reunirse con todos sus hijos después de la cena para leer, preferentemente, a Cervantes o a Shakespeare.
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Leer más sobre: Luis II de Baviera
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