El Auriga, fragmento. Museo Arqueológico de Delfos.
Στερεά Ελλάδα –Stereá Elláda, hoy, Grecia Central o Κεντρική Ελλάδα –Kendrikí Elláda; también se conoce como Ρούμελη –Rúmeli.
Grecia Central (verde) se divide actualmente en tres regiones o περιφέρειες –periferias:
Grecia Occidental, compende hoy. administrativamente el Norte del Peloponeso y en Ática, al Este, se encuentra Atenas, pero la parte que verdaderamente nos interesa ahora, es Grecia Central, en concreto, Φωκίδα –Fócida, porque en su territorio se encuentra Delfos –Δελφοί.
Fócida se encuentra a unos 95 km. del Golfo de Corinto, que separa –o une– Grecia Central con el Peloponeso. Está atravesada por el gran macizo del monte Parnaso –Παρνασσός. Una parte de esta región, situada al pie del Monte, era la llamada Pyto –Πυθω, posteriormente, Delfos –Δελφοί, en cuyas proximidades, entre montañas, se hallaba el santuario dedicado a Apolo –Ἀπόλλων y las Musas.
Monte Parnaso. Edward Dodwell, 1821.
Por el valle del Monte Parnaso y hasta el golfo de Corinto, se extiende un inmenso olivar, quizás el más grande de Grecia.
El Monte Parnaso –2.457 metros de altura; 700 sobre el nivel del mar– está formado de piedra caliza y sus laderas están muy pobladas de abetos y prados silvestres que se cubren de flores en primavera y verano. En su ladera Sur se encuentra el yacimiento arqueológico del Santuario de Delfos, donde se consultaba el Oráculo.
Además del espectacular campo de olivos, que ocupa la parte oriental de Stereá Elláda, habitan la zona numerosos buitres y águilas reales. Entre las rocas del monte Parnaso brotaban varios manantiales y fuentes, de las cuales la más conocida en la antigüedad fue la de Castalia, en el barranco de las Fedríades, rodeada por un bosque de laureles, el árbol de Apolo.
La Fuente de Castalia. Grabado de William Miller sobre un modelo de H W Williams.
Allí se reunían las Musas, con Ninfas y Náyades y Apolo tocaba la lira. Sus aguas otorgaban el don de la premonición, hasta que se construyó el Templo de Apolo, aunque el agua mantuvo sus cualidades purificadoras y allí procedían a su limpieza los viajeros que acudían a consultar al Oráculo.
Fedríades –Resplandecientes. Al pie, las gradas superiores del teatro de Delfos
La Fedríades se extienden en forma de semicírculo y alcanzan una notable altura. Sus nombres, Flemboukos –Flameante– y Rhodini –Roja–, proceden de los luminosos reflejos que la luz del sol arranca a la piedra. Antes del 369 aC. una avalancha de rocas desprendidas de estas montañas a causa de un terremoto, destruyeron parte del Templo de Apolo, que se elevaba entre estas dos rocas gemelas.
Hoy quedan restos de dos fuentes; la más arcaica, del siglo VI aC., tiene una pila cubierta de mármol y está bordeada por gradas. La segunda, de época helenística, muestra hornacinas cavadas en la roca.
Fuente arcaica
Fuente romana
Zeus soltó dos águilas desde dos puntos opuestos y alejados del Universo y ambas confluyeron en Delfos. La piedra llamada Ónfalos señalaba el lugar donde se posaron. Representa el ombligo del mundo, es decir, el centro original de la creación. Apareció siglos después, en las excavaciones, tras un terremoto, varias guerras y otras causas, y hoy se encuentra en el Museo Arqueológico de Delfos. Antiguamente se representaba esquemáticamente por medio de un círculo con un punto en su centro.
Ónfalos. Museo Arqueológio de Delfos
Restos del templo de Apolo, a los pies del teatro.
El templo se alzaba junto a otras construcciones sacras o conmemorativas. El recinto estaba cerrado por una muralla y a él se accedía por la Vía Sacra –unos 400 metros en línea ondulada, de 4 a 5 metros de ancho-, a cuyos lados se hallaban los Tesoros –θεσαυρυς; ofrendas a Apolo de las ciudades asociadas. Por esta Vía Sacra se llegaba hasta un ámbito subterráneo, en el templo, donde, ante el ónfalos, la Pitia pronunciaba los augurios.
En 1881 se iniciaron excavaciones sistemáticas en el yacimiento de Delfos y se restauraron algunas de sus antiguas construcciones. Había 9 de los llamados Tesoros: de Siracusa, Cirene, Cnido, Syfnos, Sición, Tebas, Corinto, de los Etruscos y de los Atenienses, el único que ha sido restaurado.
Esparta hizo construir uno, para celebrar su victoria sobre los griegos en Egospótamos –405 aC.-, justo frente al que los griegos habían levantado para conmemorar su victoria sobre los persas en Maratón –490 aC.
El Tesoro de Syfnos –de la isla del mismo nombre, en el Mar Egeo-, era, tal vez el más rico. Construido en mármol de Paros, tenía Cariátides como columnas.
Reconstrucción del pórtico del Tesoro de Syfnos y Fragmento de una Cariátide.
Datado alrededor de 525 aC., tenía un friso de 20 metros. En las excavaciones se ha encontrado buena parte de uno de los frontones, que representa la guerra entre Apolo y Hércules, por la posesión del trípode sagrado, así como fragmentos de unos diez metros de friso con escenas relacionadas con la Guerra de Troya y con la Gigantomaquia, que aún conservan restos de los colores rojo y azul.
Friso del Tesoro de Syfnos
El Tesoro de los Atenienses, su base es un rectángulo de -6,60 X 9,70 m.- y ofrecido por Atenas a la ciudad de Delfos, fue el primero que se encontró en las excavaciones a finales del siglo XIX. Se reconstruyó a principios del siglo XX. Construido también en mármol de Paros y, de acuerdo con Pausanias, con fondos procedentes del botín obtenido por los griegos en la batalla de Maratón, si bien algunos investigadores opinan que Atenas ofreció los fondos, como donación, sin que mediara la celebración de ninguna victoria. Se conserva un buen número de sus 30 metopas, en el Museo de la ciudad.
Tesoro de los Atenienses. Pórtico in antis; dos columnas –antas- situadas entre los extremos de los muros laterales, prolongados hasta los ángulos de la base del frontón.
En torno al templo de Apolo se construyó también, un estadio; el mejor de los que se conservan de la época, con capacidad para 7.000 espectadores, un teatro para 5.000 asistentes y un hipódromo del cual no se han hallado restos.
Estadio
Teatro
Construido, como era habitual, sobre una ladera cuyo desnivel favorecía la colocación ascendente de las gradas en semicírculo, y en cuya base se situaba la escena –perfectamente visible y audible desde todo el recinto–, dejando un espacio para la orquesta. Muy bien conservado, ocupa un lugar de privilegio dentro del conjunto délfico; al lado del Templo de Apolo, del que se ven las columnas reconstruidas, y la base del recinto, –a la derecha en la fotografía. Aquí se celebraron desde el 585 aC. los Juegos Píticos, en cuyo transcurso se cantaban los Himnos a Apolo.
Del Templo de Apolo, apenas quedan estos fragmentos de columnas y parte de los cimientos.
El templo de Apolo está situado en el centro del conjunto del santuario. Construido entre los siglos VII y V aC., conserva, aunque pocos, evocadores restos. Fue reconstruido en varias ocasiones, a causa de los terremotos, frecuentes en la zona, hasta su definitiva destrucción en el año 390. Las columnas que se ven hoy, datan del siglo IV aC., pero ya entonces fueron levantadas sobre restos del siglo VI aC.
Tenía planta rectangular, dividida en tres espacios: -Pronaos: entrada anterior al recinto sagrado. -Naos: el espacio sagrado propiamente dicho, donde aparecía una gran estatua de Apolo, y -Opistódomos: cámara posterior, en la que en ocasiones se custodiaba el tesoro del templo.
Tenía dos filas de columnas en torno a la naos, de la que asimismo, arrancaban las escaleras que llevaban al recinto subterráneo o manteion, donde se planteaban y respondían las consultas.
El culto sobrevivió hasta que Teodosio, Emperador Romano de Oriente, nacido en Hispania –no es seguro si en Cauca o Itálica; Segovia o Sevilla–, en 390 ordenó la destrucción del templo. Convertido al cristianismo tras su bautismo durante una grave enfermedad, más tarde, lo impuso como religión oficial: los seguidores de esta ley asuman el título de católicos cristianos… los otros, locos insensatos, decretamos que sean señalados con el ignominioso nombre de herejes y sufran el castigo que nuestra autoridad, de acuerdo con el deseo que el cielo decidirá infligir.
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Tal vez la imagen más simbólica, representativa y, me atrevería a decir, más bella, del conjunto sea la de los restos del Zolos de Atenea Pronea -Θόλος της Αθηνάς Προναίας; un templo circular, que sería muy similar a esta reconstrucción.
Levantado entre el 370-60 aC., los restos que conocemos son sólo parte de un grupo de tres edificios dedicados a Atenea Pronea, cerca de la Fuente de Castalia. De planta circular, nada común en la época; veinte columnas dóricas en el exterior, con piedra de distintos colores y diez corintias, increíblemente finas, en el interior. Sólo quedan tres columnas sobre las que se mantiene una parte del arquitrabe.
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El Museo de Delfos es uno de los más completos para la Grecia Antigua. En él se encuentra, la celebérrima y bellísimo estatua de bronce del Auriga.
De tamaño natural, mide 1,80 m. Su serena y bella expresión, hace difícil imaginar que dirigía una fogosa cuadriga de caballos lanzados a la carrera. Conserva igualmente unos ojos que parecen mirar todavía, con increíble espíritu, gravedad y sosiego.
Su cabeza, que al principio aparecía de espaldas, implica, en cierto sentido, que apenas hemos hecho otra cosa que situarnos en unas coordenadas históricas y geográficas, desde las cuales podamos emprender con paso más seguro, el camino de los Misterios de Delfos.
En el frontispicio del Templo de Apolo aparecían talladas dos de las 147 máximas délficas conocidas, todas las cuales mantienen absolutamente la vigencia por su calidad humana y su valor intrínseco, o lo que es lo mismo, por la sabiduría o la filosofía que contienen.
Posición en que aparecían las inscripciones del frontispicio del Templo de Apolo
Después de la expresión ΕΝ ΔΕΛΦΟΙΣ -En Delfos, aparece la letra “E” o “EI”, aparentemente indescifrable.
En opinión de Plutarco –sacerdote del templo durante 29 años–: no es verosímil que la suerte, o unas letras lanzadas al azar, hayan colocado esta inscripción en el lugar más visible del templo, a pesar de lo cual, todavía hoy constituyen el misterioso objeto de innumerables estudios. De esta EI en Delfos nos ocuparemos próximamente.
Muchas gracias por este post y el de EI. Sólo señalar este lapsus: que la batalla de Maratón la ganaron los atenienses sobre los persas, no sobre los espartanos.
ResponderEliminarGracias. Queda corregido. Es un placer tener lectores tan atentos. (Entre nosotros; quizás estaba yo algo enfadada por la negativa de Esparta a colaborar con Atenas en aquella ocasión).Es broma. Gracias de nuevo. Clara.
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