miércoles, 19 de junio de 2019

Elizabeth Barrett Browning


Elisabeth Barrett Moulton-Barrett, de: Poetical Works”. 1890. 
Ed. SMITH, ELDER, & CO., 15 WATERLOO PLACE

Elizabeth Barrett Browning -Cochoe Hall, cerca de Durham, Inglaterra, 6 de marzo de 1806 – 29 de junio de 1861-, es una de las poetisas más conocidas de la época victoriana. Escribió mucha poesía, pero también prosa e hizo diversas traducciones.

Su padre, Edward Moulton-Barrett, vivía holgadamente, entre otros recursos, de la propiedad de unas plantaciones heredadas en Jamaica, y su madre, Mary Graham-Clarke, era descendiente de Eduardo III de Inglaterra, Plantagenet; (1312-1377).


Elizabeth recibió formación en su casa, junto a uno de sus hermanos, y muy pronto mostró una mente precoz y muy despierta; escribía poesía a los cuatro años, leía novelas, a los seis, a Homero, a los ocho; y aprendió griego a los diez, hasta que, a los doce, ya escribió una epopeya de carácter homérico, titulada: La batalla de Maratón, Poema, que se publicó en 1820.


En 1821, a los 15 años, leyó la Vindicación de los derechos de la mujer. de Mary Wollstonecraft (1792), -la madre de Mary Shelley-, y se descubrió a sí misma como una ferviente defensora de los derechos de las mujeres, especialmente, del derecho a la educación.

Su madre conservó todo lo que Elizabeth escribió a lo largo de su infancia, que se publicaría posteriormente con el título de "Poems by Elizabeth B. Barrett"; una colección de poemas de carácter infantil-juvenil, de la que, lógicamente, al tratarse de una edición muy reducida, existen muy pocos ejemplares.

Un intelecto que podríamos calificar de extraordinario, fue albergado siempre por un cuerpo enfermo, ya que, desde muy pronto, sufrió continuos dolores de cabeza y perdida de movilidad con terribles dolores también en la columna vertebral, de los que nunca pudo librarse, porque su origen nunca fue bien identificado, si bien se trató de disminuir a base de opiáceos, láudano o morfina, que crearon una fuerte dependencia en la escritora, sin contribuir nunca a una mejora de su estado.

En 1828 murió su madre y Elizabeth y sus once hermanos y hermanas, pasaron al cuidado de una tía. Entre tanto, la lucha abolicionista, provocó que su padre tuviera cuantiosas pérdidas en las rentas procedentes de Jamaica, aunque nunca llegó a la ruina, si bien, la familia tuvo que cambiar de domicilio, cambiando de casa, hasta que, en 1837, una nueva enfermedad, o quizás un agravamiento de los indefinidos y, seguramente, mal tratados síntomas de Elizabeth, los llevaron a instalarse, por prescripción facultativa, en la costa de Devonshire.

En febrero de 1840, su hermano Samuel moría de fiebre, en Jamaica y, sólo cinco meses después, otro hermano, Edward –en este caso, su preferido-, también moría, ahogado, en las proximidades de su casa. La salud de la escritora empeoró considerablemente; volvió a cambiar de domicilio y, a partir de entonces, optó por pasar la mayor parte del tiempo, sin salir de su habitación.

Durante aquella época, su perro Flush, constituyó su más preciada compañía, mientras que la posibilidad de escribir se convirtió en una razón de vivir, ya que no podía colaborar en las tareas domésticas, que, de otro modo, se hubieran convertido en su principal ocupación.

Flush. Pintura de Vanessa Bell (Sobrina de Virginia Woolf).

Virginia Woolf acertó a describir aquella época con brillante percepción y, acaso con gran empatía, en un relato, a través del cual, conocemos con bastante detalle, y, al parecer, con gran realismo, cómo era, y cómo iba a transformarse la vida de Elizabeth Barrett; todo ello, precisamente, a través de las observaciones de Flush.

A pesar de su encierro, Barrett colaboró en las campañas por la abolición de la esclavitud, así como en las organizadas en favor de la reforma del trabajo infantil, cuya pretensión era, por entonces, “reducir” la jornada laboral de los menores, a diez horas, en aquella Inglaterra industrializada. Su interés por colaborar en la nueva legislación, dio lugar a la creación del poema, “The cry of the Children”, El llanto de los niños, en 1842, en cuyo encabezamiento aparece una cita de la tragedia Medea” de Eurípides.

φεῦ φεῦ· τί προσδέρκεσθέ μ΄ ὄμμασιν͵ τέκνα; V, 1040
τί προσγελᾶτε τὸν πανύστατον γέλων;
Εὐριπίδης: Μήδεια

      ¡Ay! ¡Ay! ¿Por qué volvéis los ojos hacia mí, hijos míos?
      ¿Por qué me dirigís esa última sonrisa?
     
Eurípides: Medea (V: 1021-1053).

Medea, de Anselm Feuerbach. Neue Pinakothek. Múnich

¿Oís a los niños llorar, oh hermanos míos?
¿No venía la tristeza con los años?
Apoyan sus pequeñas cabezas en sus madres,
Pero eso no puede detener sus lágrimas.
Los corderos recientes balbucean en las praderas;
Las aves jóvenes cantan en el nido;
Los cervatillos juegan con las sombras;
Las flores nuevas se inclinan hacia el oeste.
Pero los niños pequeños, oh hermanos míos,
¡Lloran amargamente!
Y lloran, mientras los demás juegan
En el país de los libres.
• • •

En 1844 publicó dos ensayos críticos para The Athenaeum. Pero lo que más atrajo la atención sobre sus escritos, fue la aparición, el mismo año, de dos colecciones de poemas, entre los que se encontraban, "A Drama of Exile" – Un drama en el exilio; "A Vision of Poets" –Una Visión de Poetas, y "Courtship de lady Geraldine" –La Corte de lady Geraldine, que despertaron, no sólo la admiración de sus lectores, sino también el amor de otro escritor: Robert Browning

Se sabe, y así lo cuenta su perro “Flush” con cierto disgusto al principio, que, a partir de entonces, ambos iniciaron, en secreto, una correspondencia que duró dos años, hasta que decidieron, también en secreto, casarse y abandonar Inglaterra.

Elisabeth sabía que su padre no iba a aceptar su matrimonio; –consideraba a Browning un “cazafortunas” y, además no tenía intención de renunciar a la potestad sobre su hija, de modo que ellos, apenas salieron de la iglesia próxima de Marylebone, tras una breve estancia en París, emprendieron el camino hacia Florencia, donde se establecieron e iniciaron una vida de felicidad que, según relata Virginia Woolf, también compartieron con Flush, que, para entonces, ya había comprendido que el nuevo compañero de Elisabeth no iba a desplazarlo.

El hecho es, que la salud de Elisabeth Barrett -ahora, ya Barrett Browning-, al parecer, mejoró considerable y notoriamente.

Quizás la obra más conocida de Elizabeth Barrett sea, Los Sonetos del Portugués / The Sonnets from the Portuguese. Se trata de su propia historia, en vano disfrazada por el título. Empezó a escribirlos en 1845, y solo tres años después, en 1848, se decidió a que los leyera Robert Browning, su verdadero destinatario. Se publicaron en 1850.

Quizás el más famoso de ellos, sea el XLIII, que empieza con un verso muy familiar en el mundo de la poesía: "How do I love thee? Let me count the ways… / ¿Cómo te amo? Déjame contar de qué manera..."


Phoebe Anna Traquair: Copia de una miniatura del soneto XXX, de los Sonetos del Portugués.

Pero además de que sus Sonetos del portugués son poéticamente espléndidos, también escribió poesía quasi profética, e incluso quasi épica, como veremos, en: Las ventanas de la casa Guidi. el largo poema escrito en apoyo del Risorgimento italiano, tal como el gran Byron había hecho, en relación con la causa de la independencia de Grecia.

La estancia florentina de Robert y Elizabeth coincidió con el inicio de la lucha por la unificación de Italia -de la que nos ocuparemos más adelante, en tanto en cuanto afectó notablemente, al pensamiento de la autora-, dando lugar a la creación de: Las ventanas de la casa Guidi - Casa Guidi Windows, de 1851, considerada generalmente, como su trabajo más vigoroso y enérgico, inspirado, naturalmente, en la lucha toscana por la libertad, con sus avances y altibajos.

Publicada en 1851, el título procede de la casa en la que vivían los Browning en la ciudad de Florencia –un antiguo palacio-, en Via Romana. Entusiasmada por el movimiento revolucionario italiano, en principio, dirigido contra la permanencia de las casas reinantes de Habsburgo y Borbón –ambas consideradas extranjeras-, Browning se centró en las primeras etapas del Risorgimento

Elízabeth Browning llegó a apasionarse ante los cambios esperados en el devenir histórico italiano. Durante su primer año allí, escribió "Una meditación en la Toscana", que después envió a la editora Blackwood's, que rechazó y devolvió el manuscrito, que precisamente, se convertiría en la primera parte de Las Ventanas de Casa Guidi (1851), un poema que registra los acontecimientos políticos y su impacto, vivido por la escritora desde aquellas ventanas del antiguo palacio florentino de piedra, donde vivía. 

En 1846, el nuevo Papa Pío IX decretó una amnistía para los prisioneros que habían luchado por la libertad italiana, e inició un programa con vistas a implantar una forma de gobierno más democrática para el Estado papal, llevando a cabo diversas reformas para instaurar una Italia libre.

Pío IX. 1792-1878

El duque Leopoldo II también había implantado reformas progresistas en la Toscana, que ya disponía de un gobierno representativo, permitiendo una prensa libre y la formación de una guardia cívica ciudadana. 

Leopoldo II granduca di Toscana. 1797-1870

Cuando escribió la primera parte de Casa Guidi, Elizabeth estaba llena de entusiasmo y esperanza en los movimientos liberales recién nacidos, que veía avanzando firmemente hacia la unificación y hacia un futuro de libertad en los estados italianos.

Pero en la segunda parte del poema, ya trasluce su desilusión y su decepción, por el fracaso del liberalismo en casi toda la península. El papa había huido del Vaticano ante la formación del gobierno republicano -9.2.1849-, refugiándose en Gaeta bajo la protección del rey de Nápoles, Leopoldo, a quien Elizabeth admiraba al principio, pero que para entonces ya había mostrado su animadversión hacia la asamblea, reuniéndose en Gaeta con el papa, el día 19, un acto que la poeta consideró de cobardía, si bien, el pueblo lo seguía valorando positivamente, hasta el punto de que la propia asamblea lo invitó a volver, «para salvarnos, restaurando una monarquía constitucional rodeada por instituciones populares, de la vergüenza y la ruina de la invasión extranjera.» 

Leopoldo aceptó, pero no dijo nada sobre la invasión extranjera, y el 1 de mayo envió al Conde Luigi Serristori a Toscana con poderes absolutos. Poco después, Austria ocupaba Lucca y Livorno. Leopoldo se mostró sorprendido ante el pueblo, pero el general austriaco d'Aspre, afirmó rotundamente, que su intervención había sido solicitada oficialmente por él. De hecho, solo unos meses después, las tropas austriacas habían ocupado Florencia y Leopold volvió bajo su protección.

En el poema, Elizabeth Barrett expresa claramente su profunda decepción, hacia el papa y el gran duque; hacia el mismísimo gobierno inglés, por no haber intervenido en favor de los patriotas italianos, y hasta con los propios florentinos que no habían llevado a cabo los esfuerzos y sacrificios necesarios para la realización de sus planes. 

A mediados del mismo año; 1849, ya solo quedaban liberales en el Piamonte. Todos los estados italianos estaban bajo la dominación de Austria y del papado.

No hubo más levantamientos ni guerras en los diez años siguientes. La escritora abandonó literaria y moralmente el asunto que tanto le había ilusionado en sus comienzos.
● ● ●

En 1856 se publicó Aurora Leigh, para la autora, su obra más madura, "en la que figuran mis convicciones más elevadas sobre la vida y el arte". Empleó varios años en escribirla y, de hecho, ya la había concebido antes de conocer a Browning, con el que, finalmente, compartiría los principios que la obra defiende y representa.

Mi intención fundamental en este momento es escribir una especie de novela-poema... adentrándome en el centro de nuestras convenciones, e irrumpiendo en las salas de estar y sitios parecidos, "donde a los ángeles les da miedo pisar"; y abordando así, cara a cara y sin máscara, a la humanidad de esta época, diciendo claramente la verdad sobre ella. Esa es mi intención.

Elisabeth Barrett Browning, en Virginia Wolf

Aurora Leigh fue, además, una de las obras más valoradas por los lectores; en 1873, diecisiete años desde su aparición, se hicieron trece ediciones de la misma. De hecho, su interés por los temas relacionados con la mujer, y más concretamente por los problemas a los que debían enfrentarse las escritoras, le inspiró, por entonces, dos poemas en alabanza a George Sand, en 1844.

El poema de 1853 "A George Sand: un deseo" constituyó un homenaje de Elizabeth Barrett Browning a la escritora francesa Amantine-Lucile-Aurore Dupin, más conocida por su seudónimo, George Sand . Cuando se publicó este poema, Sand tenía casi 50 años (nacida en 1804), solo dos años mayor que Barrett Browning que, no obstante, la consideraba un modelo en la literatura y en la vida.

   Thou large-brained woman and large-hearted man,
   Self-called George Sand!

         Tú, gran cerebro de mujer y gran corazón e hombre,
         Auto denominada, George Sand!

El poema reconoce esa dualidad en Sand, y se muestra, admirada por el hecho de que acertara a emparejar intelecto y emoción en sus escritos, y aquí, Elizabeth Barrett atribuye intencionalmente lo femenino al cerebro y lo masculino al corazón, dejando descolocados los estereotipos de género. 

Por muy simple que pueda parecer semejante atribución, el hecho es que tanto en la época de Browning como después, la mujer es asociada con la emoción y el hombre con el intelecto. Browning refuta -no sin cierta ironía poética-, este concepto erróneo y proclama, sencillamente, que tanto los hombres como las mujeres pueden ser intelectuales y emocionales. 

El segundo verso de este poema llama la atención sobre la identidad de género de Sand con "Self-call George Sand" -Auto nombrada George Sand. Después de todo, George Sand era una invención de Aurore Dupin, una autora que se sintió obligada a publicar bajo el nombre de un hombre para ser aceptada por buena parte de los lectores. 

George Sand, de August Charpentier, 1838. Musée de la Vie Romantique, 
Montmartre, París.

"George Sand fue más destacada que otras autoras en su intento de romper las barreras de género que publicaron con nombre masculino. Entre ellas destacan: Currer, Ellis y Acton Bell, más conocidas ahora como las hermanas Brontë; Charlotte, Emily y Anne, que en la década de 1840 se esforzaban por encontrar editores de Londres para sus primeros trabajos. 

"A George Sand: A Desire" destaca, dentro de su brevedad, el valor que tuvo Sand para lograr lo que hizo, ya que no solo era extremadamente prolífica en la literatura, sino también en la vida y en el amor. Vivió diversos amores; tuvo hijos y nietos, viajó y cultivó un huerto.

Había también mucho drama y dificultades en la vida de Sand, pero una cosa es segura: nada le impedía escribir. Y Elizabeth Barrett Browning, prolífica y productiva por derecho propio, lo apreciaba inmensamente." 

Franz Liszt Fantasizing at the Piano (1840), realizado por Danhauser, por encargo de Conrad Graf. 

La imaginaria reunión muestra, sentados: Alfred de Musset o quizás Alexandre Dumas; George Sand, Franz Liszt, y Marie d'Agoult (en la alfombra). De pie: Héctor Berlioz o, quizás, Víctor Hugo; Niccolò Paganini y Gioachino Rossini. A la derecha, un busto de Beethoven; en la pared, un retrato de Lord Byron y, a la izquierda una estatuilla de Juana de Arco.
Alte Nationalgalerie, Berlín


● ● ●
El tema, como decíamos, centra el argumento de su -para buena parte de la crítica y los lectores-, “obra maestra”, Aurora Leigh, de 1857; narrativa poética, que cuenta la historia de una joven poeta Aurora Leigh, que, tras la muerte de su madre -italiana- y de su padre -inglés-, se va a vivir a Inglaterra con un tío, exento de toda empatía. 

La acción empieza cuando su primo Romney, adinerado filántropo y activista social, pide a Aurora que se case con él. Romney intenta convencerla a la fuerza, para que se una a su buena causa. Pero la protagonista de Barret Browning no acepta la proposición, que, inmerso en el papel de un Pigmalión. se plantea entonces casarse con Marian Earle, una costurera pobre. Tras una serie de incidentes muy melodramáticos, incluyendo la ceguera de Romney, Aurora y él se casarán, habiendo aprendido el rol más adecuado, frente al concepto establecido y separador, de sexo y poder. 

La despedida de Romney de Aurora Leigh ("The Tryst") de Arthur Hughes, c. 1860.

Aurora Leigh es una novela-poema. De acuerdo con Virginia Woolf, Barret Browning “estaba inspirada por el destello de un verdadero genio cuando se integraba en el salón y decía que ahí, donde vivimos y trabajamos es el mejor lugar para el poeta.” De los escasos intentos de otros escritores para crear una narrativa poética extensa, sólo Aurora Leigh encontró el éxito artístico y crítico. 

     El poema de Barret Browning utiliza el entorno social contemporáneo para examinar las posibilidades de crecimiento y desarrollo de una mujer poeta, Aurora Leigh, muestra que las mujeres se incapacitan a sí mismas interiorizando una concepción patriarcal y androcéntrica de la humanidad. Cuando Aurora Leigh rechaza por primera vez a su arrogante amado, este rechazo no la libera de la construcción masculina de la mujer, sino que simplemente desplaza a Romeo del centro del poder, y solo cuando ambos consiguen liberarse de la estructura conceptual que los oprime, puede Aurora/Elizabeth convertirse en una mujer, esposa completa y la poeta que quiere ser.

Está escrita en nueve libros -que representan el número de la mujer-, en los que Aurora es el alter ego de la propia Elizabeth. Transcurre en Florencia, Inglaterra y París, y Barrett muestra en ella los conocimientos adquiridos desde la infancia, empezando por la Biblia en hebreo, y pasando por Homero, Esquilo, Sófocles, Apuleyo, Dante, Langland, Madame de Stael, y George Sand. 

Virginia Woolf decía sobre esta obra, que su ligereza y energía, además de una franqueza y seguridad absolutas mantienen cautivadas a las personas que la leen. Resalta, asimismo, que una de las impresiones más penetrantes cuando se lee, es la sensación de la presencia de la autora, ya que "a través de la voz del personaje Aurora, resuenan en nuestros oídos el carácter, las circunstancias, las peculiaridades de Elisabeth Barrett".
● ● ●

Durante su estancia en Florencia, Elizabeth Barrett hizo amistad con las escritoras inglesas, Isabella Blagden y Theodosia Trollope Garrow.

 
Isa, o Isabella Jane Blagden (30.6.1816/17 – 20.1.1873). Era novelista y poeta, nacida en India, pero que pasó gran parte de su vida entre la comunidad británica de Florencia. Fue así gran amiga de las familias Browning, Bulwer-Lytton y Trollope.

Theodosia Trollope, nacida Theodosia Garrow (1816–1865) era también poeta, traductora y más conocida por su matrimonio con Thomas Adolphus Trollope. Su villa en Florencia, se convirtió en centro de encuentros entre los ingleses residentes. Sus escritos a favor de la unificación italiana, ayudaron a un mejor conocimiento de los hechos en Europa.

En 1848, nació el único hijo de Barrett Browning, Robert Wiedeman Barrett.

Elizabeth Barrett Browning with son Robert by Francesco Podesti, ca. 1850-55

 
Robert Wiedeman Barrett Browning, conocido como Pen, (9.3.1849 – 8.7.1912) nació cuando su madre tenía 43 años. Fue pintor y tuvo una carrera de éxito moderado, por lo que fue más conocido por sus padres, de los cuales reunió una gran colección de manuscritos. Animado por John Everett Millais, amigo de su padre, aprendió pintura y escultura en Amberes y París, teniendo como profesor a Auguste Rodin y como compañero a John Singer Sargent.

Robert Browning, de Michele Gordigiani, 1858. National Portrait Gallery, London.

Al igual que Tennyson, su marido, y otros contemporáneos, Barrett se convirtió en una admiradora de Shelley y, partiendo de un punto de vista literario inmerso en el romanticismo, derivó, con absoluta naturalidad, hacia una poesía de compromiso social, moral y político, que afrontó con gran sinceridad y valentía, desde su condición de mujer, doblemente dificultosa, dados los asuntos que trataba; la lucha contra la injusticia; la condena de la explotación infantil –El llanto de los niños, de 1843-, o la sumisión de unos países a otros más poderosos, con la constante y radical explotación de aquellos por estos.

Los mismos sentimientos la llevarían a asumir la causa italiana nacionalista con absoluta convicción y sinceridad, en –Casa Guidi Windows, de 1851-, recreando escenas reales de la vida durante la guerra de unificación, observadas desde las ventanas de su casa florentina.
• • •


El empleo del texto poético narrativo tuvo su continuación y confirmación en: Poems before Congress - Poemas ante el Congreso, que revela un conocimiento claro de los sucesos y una cordial y valerosa comprensión hacia sus protagonistas; algo que la autora logra comunicar con perfección, a pesar de la dificultad poético-literaria que ofrecía una situación de semejante calibre y consecuencias históricas, en cuyo relato no omitió la denuncia del imperialismo, ni la actitud de indiferencia de su propio país.

El conjunto de sus planteamientos al respecto quedó claramente reflejado en el prefacio de la obra, de 1860:

Si estos versos les parecen a los lectores ingleses demasiado intensos para su sentido patriótico, no me disculparé, ni tampoco lo haré por mi apego al pueblo italiano, ni por mi admiración hacia su heroica constancia y unidad.

Lo que he escrito, simplemente lo he hecho porque amo la verdad y la justicia, más que a Platón, más que a Dante y más, incluso que a Shakespeare. Y si patriotismo significa adulación de la propia nación, entonces el patriota, tómelo como le plazca.

Es hora de limitar el significado de ciertos términos o de ampliar el significado de ciertas cosas. La nacionalidad es excelente en su lugar; y el instinto de amor propio es la raíz de un hombre, que se convertirán en virtudes de sacrificio. Pero todas las virtudes son medios; si obstaculizamos su tendencia al crecimiento y la expansión, ambos los destruimos como virtudes, y los degradamos a la categoría más alta de corrupción reservada para las organizaciones más nobles. 


Por ejemplo, la no intervención en los asuntos de los estados vecinos es una alta virtud política; pero la no intervención no significa, mirar a otro lado cuando tu vecino cae entre ladrones, o entonces el cristianismo lo recuperaría el fariseísmo.

La libertad en sí misma es virtud, así como privilegio; pero la libertad de los mares no significa piratería, ni la libertad de la tierra, el símbolo; ni la libertad del senado, la libertad de abrazar a un miembro disidente; ni la libertad de prensa, es la libertad de calumniar y mentir. Por tanto, si el patriotismo es realmente una virtud, no puede significar una devoción exclusiva a los intereses de nuestro país, ya que esa es solo otra forma de devoción a los intereses personales, familiares o provinciales, todos los cuales, si no se alzan por encima de sí mismos, son objetos vulgares e inmorales. 

Dejemos a un lado el “Little Peddlingtonism” (De un personaje cómico-literario) que no merece una gran nación y que prevalece entre nosotros. Si el hombre que no ve más allá de esta vida natural tiene un horizonte algo estrecho, ¿qué es el hombre que no mira más allá de su propia frontera o su propio mar? 

Confieso que sueño con el día en que surja un estadista inglés con un corazón suficientemente grande para Inglaterra; que tenga el coraje suficiente, frente a sus compatriotas, para afirmar una política sugerida: "Esto es bueno para su comercio; esto es necesario para su dominación: pero molestará a las personas; dolerá a un pueblo más lejano; nada beneficiará a la humanidad en general; por lo tanto, ¡aléjense de ello! no es para ustedes ni para mí." Cuando un ministro británico se atreva a hablar así, y cuando el pueblo británico lo aplauda, entonces la nación será gloriosa, y digna de alabanza, en lugar de explotar hacía dentro, con ruidosos sonidos cívicos, le llegará desde afuera, como deberían hacerlo todos, con alabanzas dignas, por las alianzas que ha fomentado y las poblaciones que ha salvado. 

Y entonces, los poetas que escriban sobre los acontecimientos de ese tiempo no necesitarán justificarse en prefacios por una pequeña alteración del sentimiento nacional imputable a sus rimas. 
Roma: febrero de 1860.
● ● ●

Un duro golpe, que mermó considerablemente las esforzadas energías de la escritora, fue la muerte inesperada y prematura el 6 de junio de 1861 del Conde Cavour. el patriota y principal responsable de convertir los dispares estados italianos a un reino unificado e independiente.

Camillo Benso, conde de Cavour, por Antonio Ciseri

“Cuando en octubre se unieron los ejércitos piamonteses y los «camisas rojas» y estos tomaban Nápoles, Garibaldi entregó a Víctor Manuel II la autoridad política sobre el sur de Italia, con lo que se llegó a una reunificación parcial de la península, pero Garibaldi pidió también que Cavour fuera desposeído de su cargo, lo cual disgustó al monarca. Tras la derrota de los últimos bastiones borbónicos en el sur de Italia en febrero de 1861, el 17 de marzo del mismo año Víctor Manuel II fue proclamado Rey de Italia en Turín, logrando Cavour cumplir su más preciado proyecto político. 

Cavour se dedicó a una operación diplomática a gran escala para conseguir después de esto, un acuerdo con el Papado, dejando de lado temporalmente la cuestión de anexionar Venecia a Italia "por las armas o la diplomacia", pero antes de llegar a la conclusión de estos planes Cavour murió, probablemente de malaria, en el palacio de su familia en Turín el 6 de junio de 1861 a la edad de 50 años. Poco antes de expirar pronunció la frase: «Italia ya está hecha, todo está listo».“


Giuseppe Verdi uno de los compositores más favorables al Risorgimento, como demostró el éxito de Nabucco y, sobre todo, del coro, Va' Pensiero. “¡Viva Verdi!” se convirtió en un consigna clandestina que reunía las iniciales del grito: Viva Vittorio Emanuele Re D'Italia.


"Apenas puedo ordenar la voz o la mano para nombrar Cavour", escribió Elizabeth, "si las lágrimas o la sangre sirvieran para salvarnos, él debería haber tenido los míos"

Durante las dos semanas siguientes, permaneció recluida. Luego, el 20 de junio. se sintió afectada por un fuerte y doloroso resfriado, que la obligó a guardar cama.

Murió en brazos de Browning a primera hora de la mañana del 29 de junio -1861-. 

Un mes después, Browning abandonaba Florencia con su hijo, para establecerse en el que sería su hogar, ya definitivamente, en Londres. 

La tumba de Elizabeth Barrett Browning se encuentra en el cementerio inglés protestante de Florencia.

E+B+B.  en el Cementerio Inglés de Florencia.

Poco después, su marido publicó una colección de sus últimos poemas. 

Generalmente se considera a Elizabeth Barrett la más grande poetisa inglesa. Sus obras están llenas de ternura y delicadeza, pero también de fuerza y hondura de pensamiento. Sus propios sufrimientos, combinados con su fuerza moral e intelectual, hicieron de ella una defensora de los oprimidos allí donde se encontraran. Su talento era sobre todo lírico, aunque no toda su obra adoptó esa forma. 

El gobierno de Italia y la Comuna de Florencia celebraron su poesía con placas conmemorativas en la Casa Guidi, donde los Browning vivieron durante los quince años que duró su matrimonio, hasta el fallecimiento de la escritora. Lord Leighton diseñó su tumba en el cementerio inglés, siendo realizada su escultura en mármol de Carrara, por parte de Francesco Giovannozzo. 

En 2006 la Comuna de Florencia colocó, además, una corona de laurel sobre la tumba de la escritora, con motivo de la celebración del bicentenario de su nacimiento.
La Casa Museo Guidi

La creación literaria de Elizabeth Barrett Browning, ejerció gran influencia sobre algunos de los más notables escritores de su época, entre los que se cuentan, Edgar Allan Poe o la poetisa Emily Dickinson y también entre las mujeres poetas del mundo de habla inglesa en el siglo XIX; ninguna fue considerada con mayor estima por lectores y crítica ni fue más admirada por la independencia y el valor de su criterio. 

Durante los años de su matrimonio y convivencia con Robert Browning, su reputación y renombre literario superaron claramente los de su marido, sin que ello les causara la menor diferencia, ya que Elizabeth, sólo vivía para él, a pesar de que cuantos acudían a su casa en Florencia, lo hacían, indudablemente para conocerla a ella. 

Tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, tuvo muchos admiradores; la solitaria Emily Dickinson tenía un retrato de Elizabeth colgado en su estudio, mostrando la admiración y la positiva influencia que había ejercido sobre ella la "dama extranjera", a la que había admirado profundamente, como escritora y como mujer.

En 1850, el año de la muerte de Wordsworth, fue propuesta como posible candidata al premio al (mejor) poeta, por el punto de vista humano y liberal manifestado en sus poemas destinados a corregir muchas formas de injusticia social, como el comercio de esclavos en América, el trabajo de los niños en las minas y los molinos de Inglaterra, la opresión del pueblo italiano por parte de Los austriacos, y las restricciones impuestas a las mujeres en la sociedad del siglo XIX.
● ● ●

Elizabeth Barrett, en resumen, se había dado a conocer en los círculos literarios en 1838, con Los serafines y otros poemas. Además de La batalla de Maratón, que fue el primer trabajo con su nombre en la portada. Ella misma explicó que el volumen, a pesar de algunas deficiencias, era "la primera expresión de mi propia individualidad"

Las muchas críticas que aparecieron tanto en Inglaterra como en Estados Unidos casi todas coincidieron en considerarla como una joven poeta con una capacidad extraordinaria y como una gran promesa. Se trata de un largo drama poético de setenta y ocho páginas, que presenta la conversación de dos ángeles en los cielos contando partes del Antiguo y Nuevo Testamento, y hablando de la Crucifixión que entonces se estaba produciendo. 

Aunque algunos críticos consideraron que aquel poema era excesivamente místico para tener éxito; no dejaron de elogiar otros más cortos, como “Isobel”, que pronto se convirtió en un gran favorito entre los críticos profesionales y el público en general.

A pesar de su falta de salud, fue más afortunada que la mayoría de las escritoras de su tiempo. Gracias a las herencias de su abuela y su tío, ya que era la hija mayor, fue la única de los hermanos y hermanas que disfrutaba de independencia económica, y, dado que su salud no le permitía participar en las tareas domésticas, pudo dedicarse a aprender idiomas y a escribir cartas, ensayos y poesía.

Dado su desinterés por la vida social, aparte de su familia, solo dos personas tuvieron el privilegio de visitarla en su habitación: John Kenyon, poeta “protector” de Browning, a quien Elizabeth dedicó Aurora Leigh, y la más conocida dramaturga Mary Russell Mitford.

John Kenyon, 1853 y Mary Russell Mitford, de Benjamin Robert Haydon, 1824

Cuando sus Poemas aparecieron en dos volúmenes en 1844, Barrett ya no era simplemente aquella joven poeta prometedora, sino que, casi de un día para otro, se había convertido en una celebridad internacional. A ambos lados del Atlántico, las principales revistas publicaron y alabaron su trabajo, siendo aclamada como una de las grandes poetas vivas de Inglaterra.

Entre sus poemas más cortos, el que más alcanzó la atención pública fue "El cortejo de Lady Geraldine: Un romance de la época".

Otro poema muy aclamado por los lectores fue "Bertha in the Lane", en el que la heroína, aunque goza de buena salud, muere repentinamente al enterarse de que su amante la ha rechazado en favor de su hermana menor.

Sin embargo, el poema más reconocido de todos sus trabajos, fue el citado "El llanto de los niños". Después de leer los informes de los comisionados parlamentarios sobre las terribles condiciones de trabajo de los niños en las minas, comercios y fábricas, contó sus vidas sin esperanza, como víctimas de la industrialización cimentada en la explotación capitalista. Su pertenencia a una clase privilegiada no le impidió sentir y mostrar una sincera preocupación por los derechos humanos. Los críticos que hablaron de los Poemas, elogiaron su energía intelectual, su originalidad y la audacia de sus planteamientos.


Robert Browning, profundamente conmovido por la lectura de "El cortejo de Lady Geraldine", envió, el 10 de enero de 1845, una carta a la autora, que empezaba así: 

"Amo sus versos con todo mi corazón, querida señorita Barrett".

Robert Browning (1812–1889), First Honorary Fellow (1867), Poet, 
por su hijo, Robert Wiedemann Barrett Browning (1849–1912). 
Balliol College, University of Oxford
● ● ●



2 comentarios:

  1. Magnífica presentación de una escritora, seguramente la mejor poeta inglesa de todos los tiempos, injustamente desconocida en el ámbito hispánico (por falta de traducciones). Perfecta selección de textos e ilustraciones. Faltaría más información sobre "Aurora Leigh", su obra fundamental. Pero sólo ese gran poema ya habría requerido otra página.
    Gracias por el excelente trabajo, del que nos beneficiamos todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente, Rafael; AURORA LEIGH requiere una página exclusiva. Me alegra la admiración que compartimos y que hoy precisamente, constituye un homenaje al recuerdo de Robert Browning en su aniversario. Gracias.
      Of writing many books there is no end…

      Eliminar