John Keats, Londres, 31.10.1795 - Roma, 23.2.1821 (35 a.) de William Hilton, 1822. NPG. Londres.
Uno cuyo
nombre fue escrito en el agua.
Percy B. Shelley; Epitafio, tomado de “La
Tempestad”, de Shakespeare.
Su padre murió en accidente de equitación cuando él tenía 7 años, y su madre se volvió a casar, aunque se separó muy pronto, yendo a vivir junto a su madre, con John, su hermana y otros tres hermanos menores.
Fue un estudiante desordenado aunque buen aprendedor,
perspicaz y selectivo, que, a los 15 años traducía a Virgilio, pero cuando falleció su madre, la abuela les puso tutores, que hicieron que John estudiara
Cirugía, aunque después cambió de escuela, y terminó por titularse en Farmacia,
si bien para entonces, ya estaba centrado plenamente en la creación poética, pues
por aquellos mismos días, profundamente inspirado por la lectura de “La
Reina de las Hadas” de Edmund Spencer -una loa a la Casa de
Tudor, dedicada especialmente a la reina, Isabel I-, escribió: “A
imitación de Spencer”.
E. Spencer. 1552-1599.
George Chapman, 1559-1634; “Whole works of Homer".
Y en 1817, su primer libro, titulado, “Poemas”, encontró sonoros rechazos, se dice que, en buena parte, provocados por ácido carácter de su editor, el citado Leigh Hunt.
Leigh Hunt. 1784-1859, de Samuel Laurence, 1837. NPG. Londres
En 1817 se fue a vivir en la Isla de Wight, donde, apenas se disponía a empezar la redacción de una nueva obra, decidió volver para cuidar a su hermano Tom, víctima de la tuberculosis, igual que lo había sido su madre.
Panorama de la Isla de Wigth; Compton Chine
Una vez terminado su poema Endymion -en este caso, de carácter épico-, y creyendo advertir cierta mejoría en la salud de su hermano, inició un viaje por Escocia e Irlanda, con su amigo Charles Brown, en cuyo transcurso, él también empezó a mostrar síntomas inequívocos de la enfermedad, lo que le obligó a volver antes de lo previsto, para encontrar que, desgraciadamente, su hermano había empeorado de forma irreversible, falleciendo en 1818; una tragedia, cuyo trance no mejoró el hecho de que, tanto sus Poemas, como el Endymion, fueron muy mal tratados por la crítica.
Todo ello llevó a Keats a organizar un nuevo cambio en su vida, yendo a
vivir en la casa que su amigo Charles Brown tenía en Londres, donde, al
parecer, le esperaba el amor, en la persona de Fanny Brawne, de la que
Keats se enamoró, prácticamente, a primera vista. La correspondencia
mantenida entre ellos, sería después publicada, y, caso raro;
escandalizó a la sociedad victoriana.
Charles A. Brown y John Keats, por Charles Brown. NPG
Fanny Brawne. Acuarela, 1833 y Placa fotográfica sobre vidrio, 1850
Con el tiempo ya contado, inexorablemente, durante la primavera y el verano de 1819 Keats escribió y publicó, en 1820, su tercer libro: “Lamia, Isabella, la víspera de santa Inés y otros poemas”, con los que se consideran sus mejores creaciones: “Oda a Psique”, “Oda a una urna griega” y “Oda a un ruiseñor”, que, con el tiempo, se convertirían en clásicos de la literatura inglesa.
Pero la
enfermedad avanzaba fatalmente, hasta el punto de que, Keats se vio obligado a
abandonar su relación con Fanny Brawne. Los médicos le aconsejaron que
se alejara del frío y la humedad londinense, y el poeta decidió viajar a
Italia, en compañía de su buen amigo, el pintor Joseph Severn,
respondiendo a una invitación de Shelley. Allí, en principio, su salud
pareció recuperarse, pero solo fue una mejoría aparente; el poeta fallecía, en
la casa romana junto a la escalinata de la Plaza España, en la que residía, el 23
de febrero de 1821.
La casa
en la que se alojaba John Keats. Plaza España, en Roma.
Fue enterrado
en el cementerio protestante de Roma -en realidad, “Acattolico”, pues en
él se conservan los restos de personajes de otras religiones, o incluso,
aconfesionales-.
En su
lápida se inscribió el conocido el epitafio: “Aquí yace alguien cuyo
nombre fue escrito en el agua”, que él mismo eligió, y que sus amigos
completarían, con un profundo sentimiento de tristeza, a causa de la
incomprensión de que había sido objeto la obra del joven poeta.
“Esta tumba contiene todo lo que era mortal,
de un
JOVEN POETA INGLÉS,
que,
en su lecho de muerte,
en la amargura de su corazón,
ante el poder malicioso de sus enemigos,
decidió
que estas palabras fueran grabadas en su lápida:
Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en
el agua.”
Shelley
dedicaría a John Keats el poema “Adonaïs”, considerado como una de sus
mejores creaciones.
Escribió M. Robertson, en su “Vida
de Keats”, publicada en The Clarendon Press de Oxford, en 1909:
“De todos los grandes poetas de principios
del siglo XIX —Wordsworth, Coleridge, Scott, Byron, Shelley, Keats— John
Keats fue el último nacido y el primero en morir. La duración de su vida no fue
ni un tercio de la de Wordsworth, que nació veinticinco años antes que él y le
sobrevivió veintinueve. Sin embargo, antes de su trágica muerte a los veintiséis
años Keats había producido un cuerpo de poesía de tal poder y promesa
extraordinaria que el mundo a veces se ha visto tentado, en su pesar, por lo
que podría haber hecho si hubiera vivido, ante el mérito superlativo de lo que
realmente logró.
Los tres años de su carrera poética, durante los cuales publicó tres pequeños volúmenes de poesía, muestran un desarrollo al mismo tiempo rápido y constante, y un abandono gradual pero completo de casi todos los defectos y debilidades. Probablemente sería imposible, en la historia de la literatura, encontrar otro ejemplo semejante del “crecimiento de la mente de un poeta”.
● ● ●
ODA A UNA URNA GRIEGA. JOHN KEATS
Vaso de Sosibios. Museo del Louvre
lo que sabes en la tierra, y todo lo que
necesitas saber.”
El poeta describe las escenas, que, una vez talladas en la jarra, han pervivido a través de los siglos, considerando que han alcanzado una especie de eternidad.
I
Tú, todavía libre
prometida de la serenidad,
¡Tú, hija adoptiva de silencio y del
tiempo lento,
historiadora silvestre, que puedes
expresar
un cuento de flores más suave que
nuestra rima!
¿Qué leyenda rodeada de hojas acecha tu
imagen,
De divinos, de mortales, o de ambos,
en Tempe o en los valles de Arcadia?
¿Qué hombres o dioses son ésos? ¿Qué
doncellas reacias?
¿Qué loco propósito? ¿Qué lucha por
escapar?
¿Qué flautas y panderos? ¿Qué éxtasis
campestre?
Las melodías ya oídas son dulces, pero
las no escuchadas
son más dulces, así pues, sonad dulces
flautas:
no para el oído sensible, sino, más
entrañables,
cantad al espíritu cancioncillas sin
tono:
Bello joven, bajo los árboles, no puede
cesar
tu canción, y nunca esos árboles perder
las hojas;
Audaz amante. nunca, nunca, podrás
besarla,
Aunque estés ganando, cerca de lograrlo,
pero no lo lamentes,
ella no puede desvanecerse, aunque no alcances
tu alegría,
¡Siempre la amarás y ella será hermosa!
III
¡Oh, ramas felices, que no podéis dejar
caer
vuestras hojas, ni decir adiós a la
primavera;
Y tú, feliz compositor, incansable,
¡Siempre tocando canciones, siempre
nuevas!
¡Amor más feliz! ¡Más feliz, feliz amor!
Siempre cálido y aún por disfrutar,
Siempre anhelante y siempre vivo:
Respirando mucho más que pasión humana,
Que deja el corazón muy triste y
hastiado,
La frente febril y la lengua seca.
¿Quiénes son esos que vienen al sacrificio?
¿A qué verde altar, oh misterioso sacerdote,
Conduces a esa novilla que muge a los
cielos,
con sus sedosos flancos adornados de
guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad junto al río o la
orilla del mar,
o construida en la montaña, con pacífica
ciudadela,
se ha vaciado de su gente, esta piadosa
mañana?
Y, pequeña ciudad, tus calles para
siempre
Quedarán en silencio sin un alma que
diga
Por qué estás desolada, podrá volver
nunca.
V
¡Oh forma ática! ¡Bella actitud! Con
guirnaldas
De marmóreos hombres y doncellas muy
bien tallados,
Con ramas de bosques y la hierba pisada;
Tú, silenciosa forma, nos escapa al
pensamiento
Igual forma que la eternidad: ¡Helada
Pastoral!
Cuando la edad destruya esta generación,
Tú permanecerás en medio de otra
aflicción,
distinta de la nuestra, amiga del
hombre, a quien dices:
“Belleza es verdad, verdad, belleza; esto es todo
lo que sabes en la tierra, y todo lo que necesitas saber.”
· · ·
Percy Bysshe Shelley
Percy Bisshe Shelley, de Alfred
Clint. 1819.
NPG. Londres
…Oh Viento,
Si el Invierno llega
¿puede la Primavera estar ya muy lejos?
“Oda al Viento del Oeste”.
IV
Ojalá fuera yo ahora
una hoja marchita que tú animaras,
una nube agitada
volando contigo,
una ola que latiera bajo tu poder,
y compartiera tu fuerza, aunque menos libre.
¡Oh, incontrolable!;
si yo fuera
como fui en mi
infancia y pudiera ser
compañero de tu errar
por los cielos,
como entonces, cuando poder adelantarte,
era una ilusión. Nunca
te hubiera retado.
Elévame como una ola, una hoja, o una nube.
Entonces me mostraba como tú.
Indomable, rápido y soberbio.
Percy Bysshe Shelley había nacido en Field Place, Horsham, Inglaterra, el 4 de agosto de 1792 y fue. Además de poeta, prosista y ensayista, próximo a la escuela “cockney”, como fue denominada aquella segunda generación de poetas románticos.
Estuvo casado con la escritora Mary Shelley. (1797-1851) y, como sabemos, fue amigo de John Keats, así como de lord Byron, y, como ellos, falleció en plena juventud, en Viareggio, de Toscana, el 8 de julio de 1822, es decir, apenas un mes antes de cumplir los treinta años.
Procedía de una familia adinerada
y aristocrática de Sussex. En 1804, ingresó en el Colegio Eton, para
pasar después a Oxford, donde apenas aguantó un curso completo, en 1810, el año que
publicó su primera novela, titulada Zastrozzi,
a la que siguió Poemas
originales de Victor y Cazire en colaboración con su hermana
Elizabeth, rematando, en esta ocasión, con Fragmentos póstumos de Margaret Nicholson, quizás también
en colaboración con un amigo de la universidad, llamado Thomas Jefferson Hogg.
En 1811, publicó
La
necesidad del ateísmo, que le valió la expulsión de Oxford, junto con el citado Hogg y el distanciamiento con su
padre, de por vida.
Sólo cuatro meses después de la
expulsión, teniendo apenas 19 años, escapó a Escocia,
con
una muchacha de 16, llamada Harriet Westbrook, cuyo padre tenía una posada en Londres.
Se casó con ella el día 28 de agosto de 1811, y, acto seguido, invitó a su amigo Hogg a compartir casa y
esposa, en un proyecto acorde con su filosofía de aquel momento. El hecho es
que Harriet se negó a aceptarlo y, finalmente, ambos volvieron a Inglaterra.
Tras pasar algún tiempo en
Irlanda, asociado a un grupo de escritores rebeldes e independientes, volvió de
nuevo a Londres, proponiéndose escribir en
serio, propósito del que
resultó la creación de, La reina Mab: un poema filosófico en el
que la crítica apreció de inmediato, la influencia del filósofo William Godwin, al que Keats
visitaba frecuentemente en su librería de Londres. Al parecer, para entonces se
había distanciado de su esposa, a la que ya no amaba, así como a sus dos hijos.
Y fue entonces cuando conoció y
se enamoró de Mary, de 16 años; hija de William Godwin y de la filósofa y escritora Mary Wollstonecraft, fallecida
como consecuencia del alumbramiento de la propia Mary.
Retrato de Mary Shelley de Richard Rothwell. NPG
En julio de 1814, concibió y realizó el plan de fugarse, no solo con Mary, sino también con su hermanastra Clare Marie Jane Clairmont –Claire-. Juntos atravesaron el Canal y recorrieron Francia, para, finalmente, establecerse en Suiza. La aventura duró escasamente un mes y medio; no se sabe si por nostalgia, o por necesidad económica. Quedaría perplejo, cuando, al llegar a Inglaterra, el padre de Claire, su antiguo amigo, retiró radicalmente la palabra, tanto al poeta, como a su hija.
En el otoño de 1815, encontrándose
la pareja en Londres, en medio de evidentes dificultades económicas, escribió
la alegoría poética titulada Alastor,
o el espíritu de la soledad, que, si bien, entonces fue ignorado por la
crítica, hoy se califica una de sus mejores creaciones poéticas.
En el verano de 1816, Mary y Shelley volvieron a Suiza, a petición de la hermanastra de Mary, Claire Clairmont, que, poco antes, habría tenido una relación
amorosa con lord Byron,
quien, para entonces, parecía dispuesto a abandonarla. Al final, los cuatro alquilaron
una casa; Villa
Diodati, junto al lago Lemán, donde
pasaron el verano.
Al parecer, las conversaciones
literarias de Shelley y Byron reanimaron la creatividad del primero, hasta el
punto de que un día, tras un paseo en barca, Shelly volvió con un proyecto, que
muy pronto dio lugar a la creación del Himno a la belleza intelectual, que
cobraría un importante valor literario, desde la publicación del Alastor.
Un nuevo viaje, a Chamonix, en los Alpes franceses, le inspiró el poema
titulado Mont Blanc, una compleja obra en la que Shelley incluyó
cuestiones como la inevitabilidad de la historia, o la relación entre la mente
humana y la naturaleza. Mont Blanc fue incluida en Historia
de una excursión de seis semanas, cuya creación compartió con
Mary.
Conviene, tal vez, recordar el
hecho de que Shelley también influyó en obras de Byron, como, por ejemplo, se
evidencia en la tercera parte de Las peregrinaciones de Childe Harold o en Manfredo.
Fue por
aquellas fechas, cuando Mary se
inspiró para la creación de su obra más conocida y reconocida; nada más y nada
menos que Frankenstein.
Al final de aquel verano, Shelley,
Mary y Claire volvieron a Inglaterra; Claire volvía embarazada de Byron, algo
que marcaría el futuro de Shelley, pues apenas llegados a la Isla, en el otoño,
Fanny Imlay –medio hermana de Mary-,
se suicidó, tragedia a la que siguió apenas dos meses después, la misma
terrible decisión, por parte de Harriet
Westbrook, la primera esposa de Shelley, quien, posiblemente embarazada, se ahogaría voluntariamente en el
lago Serpentine, en Hide Park.
Antes de que terminara el año, y,
después de que el cuerpo de Harriet fuera recuperado, Mary y Shelley decidieron
casarse. Parece ser, que su principal objetivo con aquella decisión, era
recuperar la custodia de los dos hijos de Shelley, que se le había retirado,
pero los jueces no cedieron y los niños fueron entregados en adopción.
Tras su
boda, los Shelley se instalaron en Marlow, Buckinghamshire, cerca de la
vivienda de Thomas Love Peacock, amigo de
Shelley, y se integró en el círculo de nuestro ya conocido Leigh Hunt, a través del cual, Percy conocería a John Keats.
Shelley
escribió por entonces, su obra Laon y
Cyntha, en la que ponía en
duda diversos aspectos de las principales creencias religiosas, y que pronto
fue retirado de las librerías, si bien reapareció bajo el título La revuelta del Islam, en 1818.
Aquel
mismo año, los Shelley volvieron a abandonar Inglaterra, para dirigirse a
Venecia, en compañía de Claire, con el proyecto de entregar a Byron, que
entonces vivía allí, a Allegra, su hija, a la que Claire había dado a luz.
Claire Cairmont, de Amelia Curran y miniatura de su hija Allegra
Byron
Durante
algún tiempo, Shelley y Byron, dieron largos paseos en góndola, hablando
siempre de sus proyectos literarios. En consecuencia, Shelley escribió Julian
y Maddalo, que narraba, en forma literaria, precisamente, el contenido
de las conversaciones mantenidas durante aquellos recorridos por los canales.
El dolor
y la pérdida volvieron a caer sobre el alma del poeta, cuando, en 1818 fallecía
su hijo Will, en Roma, seguido, un año después, de una niña recién
nacida, más o menos cuando Shelley terminaba su tragedia Los Cenci, en Livorno; La máscara de Anarquía; Hombres de Inglaterra; La bruja del Atlas, y el
ensayo titulado, La perspectiva filosófica de la reforma, que contiene
su ideario político.
En 1821, conmovido por la muerte de John Keats, Shelley
le dedico la elegía Adonaïs.
Por
último, en 1822, convenció a James Henry Leigh Hunt, como
editor, para que se trasladara a Italia con su familia, con el objetivo de crear,
con la colaboración de Byron, un periódico -The Liberal-, cuyo
objetivo sería contrarrestar las publicaciones más conservadoras, como Blackwood's
Magazine, o Quarterly Review.
Pero el 8 de julio de 1822, poco antes de cumplir los 30
años, Shelley se ahogó en el curso de un inesperado temporal, cuando navegaba
en su velero, el Don Juan -nombre que, de acuerdo con Mary, el poeta
había cambiado por el “Ariel”-, cuando volvía de Pisa, con su
amigo Edward Ellerker Williams, después
de acordar los preparativos para el lanzamiento de El Liberal, con el
recién llegado Hunt.
Ante las
dificultades para trasladar sus restos, por decisión de Byron, el cuerpo de
Shelley se incineró en una playa cerca de Viareggio. Su corazón -o quizás, algo
que parecía serlo-, fue extraído durante la cremación, y Mary lo guardó,
envuelto en seda, hasta su propia muerte, pero sus cenizas reposan en el ya
citado cementerio romano.
Descubierto tras la muerte de su madre, el corazón fue guardado por su hijo,
que quiso enterrarlo consigo.
De sus ocho hijos, solo tres le
sobrevivieron: Ianthe (1813-1876) y Charles (1814-1826), habidos con
Harriet, que fueron dados en adopción a la muerte de ésta, y Percy Florence (1819-1889),
uno de los que tuvo con Mary. Charles murió cuatro años después que su padre y
Percy heredó el título de barón, de su abuelo, veintidós años después de la
muerte del poeta.
A pesar de que Shelley no se
había planteado su existencia, sino la imposibilidad de conocerlo, si no era
por revelación, el Courier, un diario conservador
londinense, publicó; “Shelley, el escritor de algunas poesías infieles, se
ha ahogado: ahora sabe si hay Dios o no.” Pero, a pesar de todo, su influencia
creció mucho más en los años posteriores a su muerte, que en vida; al contrario
que Byron, que, en vida, ya fue muy popular entre la alta sociedad, a pesar de
sus ideas.
Su memoria fue conservada y
defendida por su esposa y por su hijo, y, fundamentalmente, fue recordado por poetas victorianos como Alfred
Tennyson o Robert Browning, así
como por los prerrafaelitas, y por algunos movimientos sociales. Por último, ya a finales siglo XIX, su obra más sencilla o inocua, se puso de moda entre la
burguesía y la alta sociedad, popularizado, muy probablemente, por biografías
como la de Henry Stephens Salt: Percy Bisshe
Shelley: Poet and Pioneer, de 1896.
Entre sus obras imperecederas, se
encuentran, Ozymandias, Oda al viento del Oeste, A
una alondra y, La máscara de Anarquía.
El
Epitafio de Shelley, en el cementerio
de Roma. Versos
de Ariel's Song, de “La tempestad”,
de William Shakespeare.
Tu padre yace bajo cinco brazas de agua; [1]
se han vuelto corales sus huesos;
y los que eran ojos, ahora son perlas.
Nada de él se ha desvanecido,
sino que todo lo ha
transformado el mar
en algo rico y
extraño.
[1] Se consideraba que, con los medios disponibles
entonces, un cuerpo sumergido a cinco brazas, algo menos de diez metros, era ya
irrecuperable.
J. W. Waterhouse
1849-1917: “Miranda, en La Tempestad” 1916 (Col. Priv-)
●
El poema Adonais, de P. B. Shelley, es un canto
que podemos leer hoy, pensando, tanto en el autor, como en aquel al que estaba
dedicado; John Keats.
I
Lloro
por Adonais -¡ha muerto!-
Llorad
por Adonais, aunque vuestras lágrimas
no
fundan la escarcha que cubre tan amada cabeza.
Y
tú, triste hora, elegida en el tiempo,
para
causar nuestra pérdida,
despierta
a tus sombrías compañeras
y
muéstrales tu propia tristeza. Di conmigo:
Murió
Adonais, y hasta que el futuro no logre
olvidar
el pasado, su destino y su fama serán
un eco y una luz de eternidad.
Adonais, Ejemplar de la Segunda Edición.
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