jueves, 8 de julio de 2021

JOHN KEATS y PERCY BYSSHE SHELLEY ● En el Agua y en el Viento

 


John Keats, Londres31.10.1795 Roma23.2.1821 (35 a.) de William Hilton, 1822. NPG. Londres.


Uno cuyo nombre fue escrito en el agua.

Percy B. Shelley; Epitafio, tomado de “La Tempestad”, de Shakespeare.

Su padre murió en accidente de equitación cuando él tenía 7 años, y su madre se volvió a casar, aunque se separó muy pronto, yendo a vivir junto a su madre, con John, su hermana y otros tres hermanos menores.

Fue un estudiante desordenado aunque buen aprendedor, perspicaz y selectivo, que, a los 15 años traducía a Virgilio, pero cuando falleció su madre, la abuela les puso tutores, que hicieron que John estudiara Cirugía, aunque después cambió de escuela, y terminó por titularse en Farmacia, si bien para entonces, ya estaba centrado plenamente en la creación poética, pues por aquellos mismos días, profundamente inspirado por la lectura de “La Reina de las Hadas” de Edmund Spencer -una loa a la Casa de Tudor, dedicada especialmente a la reina, Isabel I-, escribió: “A imitación de Spencer”.

 

E. Spencer. 1552-1599.

 Conoció entonces a Leigh Hunt, poeta, crítico, editor y, gran defensor del romanticismo, que le puso en contacto con Byron y Shelley, y le publicó el poema inspirado en Spencer, en 1816, en “The Examiner”, junto con el soneto, “Al examinar por primera vez la traducción de Homero por Chapman” -inspirado en este caso, como también lo aclara el título, en la lectura de la Ilíada y la Odisea traducidas por aquel, en el siglo XVII-.

George Chapman, 1559-1634; “Whole works of Homer".

Y en 1817, su primer libro, titulado, “Poemas”, encontró sonoros rechazos, se dice que, en buena parte, provocados por ácido carácter de su editor, el citado Leigh Hunt.

Leigh Hunt. 1784-1859, de Samuel Laurence, 1837. NPG. Londres

En 1817 se fue a vivir en la Isla de Wight, donde, apenas se disponía a empezar la redacción de una nueva obra, decidió volver para cuidar a su hermano Tom, víctima de la tuberculosis, igual que lo había sido su madre.

 

Panorama de la Isla de Wigth; Compton Chine

Una vez terminado su poema Endymion -en este caso, de carácter épico-, y creyendo advertir cierta mejoría en la salud de su hermano, inició un viaje por Escocia e Irlanda, con su amigo Charles Brown, en cuyo transcurso, él también empezó a mostrar síntomas inequívocos de la enfermedad, lo que le obligó a volver antes de lo previsto, para encontrar que, desgraciadamente, su hermano había empeorado de forma irreversible, falleciendo en 1818; una tragedia, cuyo trance no mejoró el hecho de que, tanto sus Poemas, como el Endymion, fueron muy mal tratados por la crítica.

Todo ello llevó a Keats a organizar un nuevo cambio en su vida, yendo a vivir en la casa que su amigo Charles Brown tenía en Londres, donde, al parecer, le esperaba el amor, en la persona de Fanny Brawne, de la que Keats se enamoró, prácticamente, a primera vista. La correspondencia mantenida entre ellos, sería después publicada, y, caso raro; escandalizó a la sociedad victoriana.

 

Charles A. Brown y John Keats, por Charles Brown. NPG

Fanny Brawne. Acuarela, 1833 y Placa fotográfica sobre vidrio, 1850

Con el tiempo ya contado, inexorablemente, durante la primavera y el verano de 1819 Keats escribió y publicó, en 1820, su tercer libro: Lamia, Isabella, la víspera de santa Inés y otros poemas”, con los que se consideran sus mejores creaciones: “Oda a Psique”, “Oda a una urna griega” y “Oda a un ruiseñor”, que, con el tiempo, se convertirían en clásicos de la literatura inglesa.

 

Pero la enfermedad avanzaba fatalmente, hasta el punto de que, Keats se vio obligado a abandonar su relación con Fanny Brawne. Los médicos le aconsejaron que se alejara del frío y la humedad londinense, y el poeta decidió viajar a Italia, en compañía de su buen amigo, el pintor Joseph Severn, respondiendo a una invitación de Shelley. Allí, en principio, su salud pareció recuperarse, pero solo fue una mejoría aparente; el poeta fallecía, en la casa romana junto a la escalinata de la Plaza España, en la que residía, el 23 de febrero de 1821.


 

La casa en la que se alojaba John Keats. Plaza España, en Roma.

 

Fue enterrado en el cementerio protestante de Roma -en realidad, “Acattolico”, pues en él se conservan los restos de personajes de otras religiones, o incluso, aconfesionales-.


En su lápida se inscribió el conocido el epitafio: “Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua”, que él mismo eligió, y que sus amigos completarían, con un profundo sentimiento de tristeza, a causa de la incomprensión de que había sido objeto la obra del joven poeta.



El epitafio, preparado por sus buenos amigos Joseph Severn y Charles Brown, dice: “This grave contains all that was mortal, of a YOUNG ENGLISH POET, Who on his Death Bed, in the Bitterness of his Heart, at the Malicious Power of his Enemies, Desired these Words to be engraven on his Tomb Stone: Here lies One Whose Name was writ in Water”.

“Esta tumba contiene todo lo que era mortal,

de un

JOVEN POETA INGLÉS,

que,

en su lecho de muerte,

en la amargura de su corazón,

ante el poder malicioso de sus enemigos,

decidió

que estas palabras fueran grabadas en su lápida:

Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua.

 

Shelley dedicaría a John Keats el poema “Adonaïs”, considerado como una de sus mejores creaciones.

 

Escribió M. Robertson, en su “Vida de Keats”, publicada en The Clarendon Press de Oxford, en 1909:


“De todos los grandes poetas de principios del siglo XIX —Wordsworth, Coleridge, Scott, Byron, Shelley, Keats— John Keats fue el último nacido y el primero en morir. La duración de su vida no fue ni un tercio de la de Wordsworth, que nació veinticinco años antes que él y le sobrevivió veintinueve. Sin embargo, antes de su trágica muerte a los veintiséis años Keats había producido un cuerpo de poesía de tal poder y promesa extraordinaria que el mundo a veces se ha visto tentado, en su pesar, por lo que podría haber hecho si hubiera vivido, ante el mérito superlativo de lo que realmente logró.


Los tres años de su carrera poética, durante los cuales publicó tres pequeños volúmenes de poesía, muestran un desarrollo al mismo tiempo rápido y constante, y un abandono gradual pero completo de casi todos los defectos y debilidades. Probablemente sería imposible, en la historia de la literatura, encontrar otro ejemplo semejante del “crecimiento de la mente de un poeta”.

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ODA A UNA URNA GRIEGA. JOHN KEATS

Vaso de Sosibios. Museo del Louvre

 “Belleza es verdad, verdad belleza; esto es todo

lo que sabes en la tierra, y todo lo que necesitas saber.”

El poeta describe las escenas, que, una vez talladas en la jarra, han pervivido a través de los siglos, considerando que han alcanzado una especie de eternidad.

 ODA A UNA URNA GRIEGA. JOHN KEATS

I

Tú, todavía libre prometida de la serenidad,

¡Tú, hija adoptiva de silencio y del tiempo lento,

historiadora silvestre, que puedes expresar

un cuento de flores más suave que nuestra rima!

¿Qué leyenda rodeada de hojas acecha tu imagen,

De divinos, de mortales, o de ambos,

en Tempe o en los valles de Arcadia?

¿Qué hombres o dioses son ésos? ¿Qué doncellas reacias?

¿Qué loco propósito? ¿Qué lucha por escapar?

¿Qué flautas y panderos? ¿Qué éxtasis campestre?


II

Las melodías ya oídas son dulces, pero las no escuchadas

son más dulces, así pues, sonad dulces flautas:

no para el oído sensible, sino, más entrañables,

cantad al espíritu cancioncillas sin tono:

Bello joven, bajo los árboles, no puede cesar

tu canción, y nunca esos árboles perder las hojas;

Audaz amante. nunca, nunca, podrás besarla,

Aunque estés ganando, cerca de lograrlo, pero no lo lamentes,

ella no puede desvanecerse, aunque no alcances tu alegría,

¡Siempre la amarás y ella será hermosa!

III

¡Oh, ramas felices, que no podéis dejar caer

vuestras hojas, ni decir adiós a la primavera;

Y tú, feliz compositor, incansable,

¡Siempre tocando canciones, siempre nuevas!

¡Amor más feliz! ¡Más feliz, feliz amor!

Siempre cálido y aún por disfrutar,

Siempre anhelante y siempre vivo:

Respirando mucho más que pasión humana,

Que deja el corazón muy triste y hastiado,

La frente febril y la lengua seca.

IV

¿Quiénes son esos que vienen al sacrificio?

¿A qué verde altar, oh misterioso sacerdote,

Conduces a esa novilla que muge a los cielos,

con sus sedosos flancos adornados de guirnaldas?

¿Qué pequeña ciudad junto al río o la orilla del mar,

o construida en la montaña, con pacífica ciudadela,

se ha vaciado de su gente, esta piadosa mañana?

Y, pequeña ciudad, tus calles para siempre

Quedarán en silencio sin un alma que diga

Por qué estás desolada, podrá volver nunca.

V

¡Oh forma ática! ¡Bella actitud! Con guirnaldas

De marmóreos hombres y doncellas muy bien tallados,

Con ramas de bosques y la hierba pisada;

Tú, silenciosa forma, nos escapa al pensamiento

Igual forma que la eternidad: ¡Helada Pastoral!

Cuando la edad destruya esta generación,

Tú permanecerás en medio de otra aflicción,

distinta de la nuestra, amiga del hombre, a quien dices:

“Belleza es verdad, verdad, belleza; esto es todo

lo que sabes en la tierra, y todo lo que necesitas saber.”

· · ·

Percy Bysshe Shelley

 

Percy Bisshe Shelley, de Alfred Clint. 1819. NPG. Londres

 

…Oh Viento,

Si el Invierno llega ¿puede la Primavera estar ya muy lejos?

“Oda al Viento del Oeste”.

 

IV

Ojalá fuera yo ahora una hoja marchita que tú animaras,

una nube agitada volando contigo,

una ola que latiera bajo tu poder,

y compartiera tu fuerza, aunque menos libre.

¡Oh, incontrolable!; si yo fuera

como fui en mi infancia y pudiera ser

compañero de tu errar por los cielos,

como entonces, cuando poder adelantarte,

era una ilusión. Nunca te hubiera retado.

Elévame como una ola, una hoja, o una nube.

Entonces me mostraba como tú.

Indomable, rápido y soberbio.

Percy Bysshe Shelley había nacido en Field Place, Horsham, Inglaterra, el 4 de agosto de 1792 y fue. Además de poeta, prosista y ensayista, próximo a la escuela “cockney”, como fue denominada aquella segunda generación de poetas románticos.

Estuvo casado con la escritora Mary Shelley. (1797-1851) y, como sabemos, fue amigo de John Keats, así como de lord Byron, y, como ellos, falleció en plena juventud, en Viareggio, de Toscana, el 8 de julio de 1822, es decir, apenas un mes antes de cumplir los treinta años.

 

Procedía de una familia adinerada y aristocrática de Sussex. En 1804, ingresó en el Colegio Eton, para pasar después a Oxford, donde apenas aguantó un curso completo, en 1810, el año que publicó su primera novela, titulada Zastrozzi, a la que siguió Poemas originales de Victor y Cazire en colaboración con su hermana Elizabeth, rematando, en esta ocasión, con Fragmentos póstumos de Margaret Nicholson, quizás también en colaboración con un amigo de la universidad, llamado Thomas Jefferson Hogg.

En 1811, publicó La necesidad del ateísmo, que le valió la expulsión de Oxford, junto con el citado Hogg y el distanciamiento con su padre, de por vida.

Sólo cuatro meses después de la expulsión, teniendo apenas 19 años, escapó a Escocia, con una muchacha de 16, llamada Harriet Westbrook, cuyo padre tenía una posada en Londres. Se casó con ella el día 28 de agosto de 1811, y, acto seguido, invitó a su amigo Hogg a compartir casa y esposa, en un proyecto acorde con su filosofía de aquel momento. El hecho es que Harriet se negó a aceptarlo y, finalmente, ambos volvieron a Inglaterra.

Tras pasar algún tiempo en Irlanda, asociado a un grupo de escritores rebeldes e independientes, volvió de nuevo a Londres, proponiéndose escribir en serio, propósito del que resultó la creación de, La reina Mab: un poema filosófico en el que la crítica apreció de inmediato, la influencia del filósofo William Godwin, al que Keats visitaba frecuentemente en su librería de Londres. Al parecer, para entonces se había distanciado de su esposa, a la que ya no amaba, así como a sus dos hijos.

Y fue entonces cuando conoció y se enamoró de Mary, de 16 años; hija de William Godwin y de la filósofa y escritora Mary Wollstonecraft, fallecida como consecuencia del alumbramiento de la propia Mary.

Retrato de Mary Shelley de Richard Rothwell. NPG

En julio de 1814, concibió y realizó el plan de fugarse, no solo con Mary, sino también con su hermanastra Clare Marie Jane Clairmont –Claire-. Juntos atravesaron el Canal y recorrieron Francia, para, finalmente, establecerse en Suiza. La aventura duró escasamente un mes y medio; no se sabe si por nostalgia, o por necesidad económica. Quedaría perplejo, cuando, al llegar a Inglaterra, el padre de Claire, su antiguo amigo, retiró radicalmente la palabra, tanto al poeta, como a su hija.

En el otoño de 1815, encontrándose la pareja en Londres, en medio de evidentes dificultades económicas, escribió la alegoría poética titulada Alastor, o el espíritu de la soledad, que, si bien, entonces fue ignorado por la crítica, hoy se califica una de sus mejores creaciones poéticas.

En el verano de 1816, Mary y Shelley volvieron a Suiza, a petición de la hermanastra de Mary, Claire Clairmont, que, poco antes, habría tenido una relación amorosa con lord Byron, quien, para entonces, parecía dispuesto a abandonarla. Al final, los cuatro alquilaron una casa; Villa Diodati, junto al lago Lemán, donde pasaron el verano.

Al parecer, las conversaciones literarias de Shelley y Byron reanimaron la creatividad del primero, hasta el punto de que un día, tras un paseo en barca, Shelly volvió con un proyecto, que muy pronto dio lugar a la creación del Himno a la belleza intelectual, que cobraría un importante valor literario, desde la publicación del Alastor.

Un nuevo viaje, a Chamonix, en los Alpes franceses, le inspiró el poema titulado Mont Blanc, una compleja obra en la que Shelley incluyó cuestiones como la inevitabilidad de la historia, o la relación entre la mente humana y la naturaleza. Mont Blanc fue incluida en Historia de una excursión de seis semanas, cuya creación compartió con Mary.

Conviene, tal vez, recordar el hecho de que Shelley también influyó en obras de Byron, como, por ejemplo, se evidencia en la tercera parte de Las peregrinaciones de Childe Harold o en Manfredo.

Fue por aquellas fechas, cuando Mary se inspiró para la creación de su obra más conocida y reconocida; nada más y nada menos que Frankenstein.

Al final de aquel verano, Shelley, Mary y Claire volvieron a Inglaterra; Claire volvía embarazada de Byron, algo que marcaría el futuro de Shelley, pues apenas llegados a la Isla, en el otoño, Fanny Imlay –medio hermana de Mary-, se suicidó, tragedia a la que siguió apenas dos meses después, la misma terrible decisión, por parte de Harriet Westbrook, la primera esposa de Shelley, quien, posiblemente embarazada, se ahogaría voluntariamente en el lago Serpentine, en Hide Park.

Antes de que terminara el año, y, después de que el cuerpo de Harriet fuera recuperado, Mary y Shelley decidieron casarse. Parece ser, que su principal objetivo con aquella decisión, era recuperar la custodia de los dos hijos de Shelley, que se le había retirado, pero los jueces no cedieron y los niños fueron entregados en adopción.

Tras su boda, los Shelley se instalaron en Marlow, Buckinghamshire, cerca de la vivienda de Thomas Love Peacock, amigo de Shelley, y se integró en el círculo de nuestro ya conocido Leigh Hunt, a través del cual, Percy conocería a John Keats.

 

Shelley escribió por entonces, su obra Laon y Cyntha, en la que ponía en duda diversos aspectos de las principales creencias religiosas, y que pronto fue retirado de las librerías, si bien reapareció bajo el título La revuelta del Islam, en 1818.

 

Aquel mismo año, los Shelley volvieron a abandonar Inglaterra, para dirigirse a Venecia, en compañía de Claire, con el proyecto de entregar a Byron, que entonces vivía allí, a Allegra, su hija, a la que Claire había dado a luz.

 

Claire Cairmont, de Amelia Curran y miniatura de su hija Allegra Byron

 

Durante algún tiempo, Shelley y Byron, dieron largos paseos en góndola, hablando siempre de sus proyectos literarios. En consecuencia, Shelley escribió Julian y Maddalo, que narraba, en forma literaria, precisamente, el contenido de las conversaciones mantenidas durante aquellos recorridos por los canales.

 

El dolor y la pérdida volvieron a caer sobre el alma del poeta, cuando, en 1818 fallecía su hijo Will, en Roma, seguido, un año después, de una niña recién nacida, más o menos cuando Shelley terminaba su tragedia Los Cenci, en Livorno; La máscara de Anarquía; Hombres de Inglaterra; La bruja del Atlas, y el ensayo titulado, La perspectiva filosófica de la reforma, que contiene su ideario político.

 

En 1821, conmovido por la muerte de John Keats, Shelley le dedico la elegía Adonaïs.

 

Por último, en 1822, convenció a James Henry Leigh Hunt, como editor, para que se trasladara a Italia con su familia, con el objetivo de crear, con la colaboración de Byron, un periódico -The Liberal-, cuyo objetivo sería contrarrestar las publicaciones más conservadoras, como Blackwood's Magazine, o Quarterly Review.

 

Pero el 8 de julio de 1822, poco antes de cumplir los 30 años, Shelley se ahogó en el curso de un inesperado temporal, cuando navegaba en su velero, el Don Juan -nombre que, de acuerdo con Mary, el poeta había cambiado por el “Ariel”-, cuando volvía de Pisa, con su amigo Edward Ellerker Williams, después de acordar los preparativos para el lanzamiento de El Liberal, con el recién llegado Hunt.

 

Ante las dificultades para trasladar sus restos, por decisión de Byron, el cuerpo de Shelley se incineró en una playa cerca de Viareggio. Su corazón -o quizás, algo que parecía serlo-, fue extraído durante la cremación, y Mary lo guardó, envuelto en seda, hasta su propia muerte, pero sus cenizas reposan en el ya citado cementerio romano. Descubierto tras la muerte de su madre, el corazón fue guardado por su hijo, que quiso enterrarlo consigo.

De sus ocho hijos, solo tres le sobrevivieron: Ianthe (1813-1876) y Charles (1814-1826), habidos con Harriet, que fueron dados en adopción a la muerte de ésta, y Percy Florence (1819-1889), uno de los que tuvo con Mary. Charles murió cuatro años después que su padre y Percy heredó el título de barón, de su abuelo, veintidós años después de la muerte del poeta.

A pesar de que Shelley no se había planteado su existencia, sino la imposibilidad de conocerlo, si no era por revelación, el Courier, un diario conservador londinense, publicó; “Shelley, el escritor de algunas poesías infieles, se ha ahogado: ahora sabe si hay Dios o no.” Pero, a pesar de todo, su influencia creció mucho más en los años posteriores a su muerte, que en vida; al contrario que Byron, que, en vida, ya fue muy popular entre la alta sociedad, a pesar de sus ideas.

Su memoria fue conservada y defendida por su esposa y por su hijo, y, fundamentalmente, fue recordado por poetas victorianos como Alfred Tennyson o Robert Browning, así como por los prerrafaelitas, y por algunos movimientos sociales. Por último, ya a finales siglo XIX, su obra más sencilla o inocua, se puso de moda entre la burguesía y la alta sociedad, popularizado, muy probablemente, por biografías como la de Henry Stephens Salt: Percy Bisshe Shelley: Poet and Pioneer, de 1896.

Entre sus obras imperecederas, se encuentran, Ozymandias, Oda al viento del Oeste, A una alondra y, La máscara de Anarquía.

 

El Epitafio de Shelley, en el cementerio de Roma. Versos de Ariel's Song, de “La tempestad”, de William Shakespeare.

 

Tu padre yace bajo cinco brazas de agua; [1]

se han vuelto corales sus huesos;

y los que eran ojos, ahora son perlas.

Nada de él se ha desvanecido,

sino que todo lo ha transformado el mar

en algo rico y extraño.

 

[1] Se consideraba que, con los medios disponibles entonces, un cuerpo sumergido a cinco brazas, algo menos de diez metros, era ya irrecuperable.

 

J. W. Waterhouse 1849-1917: “Miranda, en La Tempestad” 1916 (Col. Priv-)

El poema Adonais, de P. B. Shelley, es un canto que podemos leer hoy, pensando, tanto en el autor, como en aquel al que estaba dedicado; John Keats.

 

I

Lloro por Adonais -¡ha muerto!-

Llorad por Adonais, aunque vuestras lágrimas

no fundan la escarcha que cubre tan amada cabeza.

Y tú, triste hora, elegida en el tiempo,

para causar nuestra pérdida,

despierta a tus sombrías compañeras

y muéstrales tu propia tristeza. Di conmigo:

Murió Adonais, y hasta que el futuro no logre

olvidar el pasado, su destino y su fama serán

un eco y una luz de eternidad.




 













Adonais, Ejemplar de la Segunda Edición.

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