jueves, 13 de octubre de 2022

Uffizi 3 ● Correggio y Mantegna

 

23 Correggio y Mantegna (*)- 24 Gabinete de miniaturas.

 

Correggio es el menos documentado de los grandes artistas de su tiempo, y además hay muchas leyendas sobre su vida. En este sentido, se ha mantenido el testimonio de Giorgio Vasari, en especial, en lo que se refiere a su muerte, sobrevenida a causa de un agotador viaje a pie desde Parma, hasta su localidad familiar, llevando un enorme saco de monedas pequeñas de un quattrino, por un total de 60 scudi. La leyenda que no resiste el análisis de hechos y fuentes, pero se impuso a pesar de las dificultades de una reconstrucción verídica de la biografía del artista

Antonio Allegri, que es el verdadero nombre de Correggio, fue así apodado por la localidad en la que nació, en las proximidades de Reggio Emilia, en agosto de 1489, y en la que también falleció, el 5 de marzo de 1534.

Está clasificado para su estudio, como componente del Renacimiento, dentro de la Escuela de Parma, desarrollada en la corte de los Farnesio durante el apogeo del Manierismo.

Pudo empezar a pintar en su localidad natal, con su tío, también pintor, pero su arte empezó a darse a conocer y adquirir fama en Mantua. En la corte de los Gonzaga se hizo maestro, con la atenta observación de Andrea Mantegna -que había fallecido allí en 1506-. Prueba de la relación artística y mental con este genio del Renacimiento son los frescos en la capilla funeraria de Mantegna en San Andrés de Mantua, y su Escena alegórica, de 1508, en la que la influencia de Mantegna se hace evidente. Pero en esta obra también se percibe la influencia de Lorenzo Costa el Viejo, en lo que afecta al color; la de Leonardo da Vinci, en los rostros risueños, y la de Melozzo da Forlì en la ingravidez y la luz.

La capilla funeraria de Andrea Mantegna se encuentra en la Basílica de Sant’andrea en Mantua. Sus frescos fueron creados alrededor de 1507 por el joven Correggio, y también cuenta con dos obras de Mantegna: el Bautismo de Cristo (1506) y la Sagrada Familia y familia del Bautista (1504 – 1506).

Mantegna: Bautismo de Cristo

Mantegna: Sagrada Familia y Familia del Bautista (1504 – 1506).

Mantegna, el pintor de la corte de la familia Gonzaga durante más de cuarenta años, había preparado una capilla funeraria en la Basílica de Sant’andrea. Fue decorada por los hijos del artista, Ludovico y Francesco, y, tal vez, por un joven pintor que estaba en la ciudad. Se eligió la primera capilla a la izquierda de la nave albertiana y se colocaron las dos pinturas iniciadas por el artista en su última fase de creación. El bautismo en particular, destinado al altar mayor, probablemente fue completado por el hijo de Mantegna, Francesco. En general, la capilla debía inspirarse en el esquema de la capilla perdida de Inocencio VIII en el Belvedere del Vaticano, pintada en 1488-1490 y destruida en el siglo XVIII. Las descripciones antiguas recuerdan, entre otras cosas, las historias de San Juan Bautista, los mármoles falsos y el marco arquitectónico falso, con cúpula, festones, putti, querubines, etc.

La falta de datos sobre Correggio también alimentó la creencia de que fue un genio “hecho a sí mismo” y la de que nunca tuvo contacto directo con la pintura de Rafael o Miguel Ángel; un mito fomentado por sus contemporáneos, que hoy está descartado, pues se sabe que Correggio habría estado en Roma entre 1517 y 1518; poco tiempo, pero exactamente el que necesitó para aprender lo máximo posible y volver luego a Parma donde, exceptuando un breve período pasado en Mantua, trabajó el resto de su vida. 

Es muy probable que su viaje a Roma fuera patrocinado por su amiga, la humanista Giovanna da Piacenza, abadesa del convento de Benedictinas San Paolo, en Parma, que también estaba en contacto con Rafael y su entorno. En los frescos que realizó Correggio en los techos de una sala del convento, en 1519, aparecen decoraciones con hojas de laurel y viñetas de estilo clásico con ángeles, sátiros e imágenes de Juno y las Tres Gracias, que muestran claramente, la huella del estilo de Rafael.

La Camera di San Paolo – o Camera della Badessa, es una habitación del antiguo Monasterio de San Paolo, en Parma, en el norte de Italia. Está pintada con frescos. De Correggio son los de la bóveda (697x645 cm) y los que hay sobre la chimenea.

La Abadesa Giovanna Piacenza encargó a Correggio que decorara el techo abovedado de su habitación privada, que ahora conocemos como Camera di San Paolo o della Badessa, de febrero a septiembre de 1519. El artista pintó entre las nervaduras para simular una pérgola, perforada por óvalos, como pequeñas ventanas, con caritas sonrientes y representaciones de caza. Debajo de los óculos hay lunetas con escenas monocromáticas pintadas simulando mármol. La chimenea tiene frescos con una representación de la diosa Diana.

De hecho, Giovanna Piacenza, en su primera década como abadesa del monasterio, ordenó mejoras y decoraciones. En 1514, la bóveda de su apartamento privado había sido decorada por Alessandro Araldi, con temas bíblicos y mitológicos. Esto, unos años más tarde, condujo a un proyecto similar pero más “moderno” para la cámara adyacente, esta vez asignada a Correggio, que se encontraba en Parma desde alrededor de 1519. No se sabe cómo el pintor y Giovanna entraron en contacto, aunque Correggio en ese momento estaba familiarizado con otro monasterio benedictino, el de San Benedetto Po, en lo que ahora es la provincia de Mantua. 

La obra muestra influencia de las Estancias de Rafael en el Palacio del Vaticano. También hay algunas afinidades con el estilo de Leonardo da Vinci, como muestra la de la Sala delle Asse, que se explica por un viaje -no documentado-, del artista a Milán. 

La decoración, completada en 1520, hizo de Correggio uno de los pintores más célebres de Italia, influyendo en artistas locales como Parmigianino, en particular en su trabajo en la Rocca de Fontanellato

En 1524 se impuso la regla de clausura en el convento, que impedía la entrada de visitantes masculinos, y durante cerca de dos siglos se desconoció la existencia de la decoración de la cámara, pero en 1774, el pintor e historiador del arte, Anton Raphael Mengs analizó la obra, que a partir de entonces se convirtió en un importante ejemplo de la pintura del Renacimiento tardío en Italia. La iconografía de los frescos ha sido objeto de debate, y en la actualidad aún no se ha explicado de manera concluyente. 

Escudo de armas de la abadesa Giovanna.

El fresco de Diana en la chimenea.

Hacia 1530 Correggio volvió a Mantua y pintó la Allegoria del Vizio y la Allegoria della Virtù, para el Studiolo de Isabel de Este, esposa de Federico II Gonzaga, duque de Mantua. En el Palazzo Tè hay cuatro lienzos con la representación de Los amores de Zeus (1532-1534) pintados para enviárselos al emperador Carlos V. 

La experiencia romana de Correggio se refleja en el erotismo de las situaciones íntimas de los dioses, protagonistas de estas pinturas. Como es sabido, este tipo de representaciones, solo se admitía si era referido a personajes de la antigua religión griega, es decir, pagana. La serie de cuatro obras: El rapto de Ganímedes. Leda y el cisne, Danae y Zeus, e Ío, se encuentra entre las más celebradas del pintor, y, según Vasari, fue un encargo de Federico Gonzaga, que era el que quería regalárselas a Carlos V, recién coronado emperador. Las mismas características resultan evidentes en la obra, Venus y Cupido durmiendo espiados por un sátiro, y la Educación de Cupido.


Definitivamente de vuelta a Parma, Correggio pintó el Retrato de Dama, que se conserva en el Ermitage, y que muestra, casi con toda seguridad, a Verónica Gambara, Señora de Correggio, viuda, que se consuela con el mítico Nepente homérico, detalle que muestra a Correggio como un buen conocedor de la Odisea de Homero.


El Nepente; que aleja el dolor, aparece en la Odisea, y es una poción “mágica” que Polydamna le da a Elena, para calmar su ánimo y traer el olvido de todos los males. Este detalle refleja la interacción de la pintura con la literatura clásica, reflejada en aspectos que muestran un renacimiento de sus principios en la Italia de principios del siglo XVI. 

Para terminar, escribió Vasari que da Correggio, vivía prácticamente en la miseria y que deseaba, por encima de todo, subvenir a las necesidades de su familia. Tal fue la razón citada, por la que, cuando en Parma le hicieron un pago de sesenta escudos de a cuatro, los quiso llevar de inmediato a su familia, en Correggio, a donde se dirigió con rapidez, haciendo el camino a pie, soportando un intenso calor.

Al llegar, cayó enfermo con una gran fiebre y, no volvió a levantarse del lecho.

Tendría aproximadamente 40 años.

En 1834, el artista francés Octave Tassaert, pintó La Mort du Correggio. El cuadro fue expuesto el mismo año en el Salón de París, donde lo adquirió el Duque de Orleans. Hoy se conserva en el Hermitage de San Petersburgo.

La muerte de Correggio, de Octave Tassaert. Hermitage de San Petersburgo.

Correggio murió, pues, casi repentinamente, el 5 de marzo de 1534. Al día siguiente fue enterrado en San Francesco in Correggio cerca de su obra maestra juvenil, Nuestra Señora de San Francisco, hoy en Dresde.

Correggio: Nuestra Señora de San Francisco. Gemäldegalerie Alte Meister. Dresden

Antonio Allegri, detto il Correggio, possibile autoritratto.

“Si de Lombardía hubiese surgido el ingenio de Antonio y hubiera vivido en Roma, habría obrado milagros y creado problemas a muchos de quienes entonces fueron considerados grandes”, -escribió Vasari, en sus Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1542-1550). 

Antonio il Correggio en “Las vidas” de Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

Se fuerza a menudo la benigna naturaleza en inspirar tanta gracia a nuestros artistas, y con tanta divinidad en manejar los colores, que si se acompaña de un estudio recto muy profundo en el dibujo, conseguirían asombrar el cielo, como llenar la tierra de maravillas. Pero siempre se ha podido ver en nuestros pintores, que aquéllos que dibujaron bien, tuvieron imperfecciones al colorear; y que muchos que hacen perfecto un algo en particular, dejan a continuación la mayoría las cosas más imperfectas que perfectas. Que para decir la verdad nace esto de la dificultad del arte, el cual tiene que imitar tantas cosas importantes, que un autor no puede el solo hacerlas muy perfectas. Donde bien se puede decir que es lo que se dice maravilla, o aún más un gran milagro que los espíritus listos hagan lo que hacen. Y los Toscanos por ventura en mayor número que otros. La proverbial madre del infinito universo parecía tener una deuda en este reparto, e hizo digna a Lombardía del hermoso talento de Antonio de Correggio pintor singularísimo. El cuál lo hizo a la manera moderna con gran perfección, que en pocos años dotado de la naturaleza y ejercicio del arte alrededor en un insigne y maravilloso artista. Tenía un espíritu tímido, y con incomodidad hacia sí mismo en constante trabajo y ejercicio en el arte, y que su familia no reconocía empeorándole, por su bondad natural, se afligía más de lo que debía, en llevar los pesos de estas pasiones, que a los hombres generalmente oprimen.

Las “cosas” de Correggio

Era en el arte muy melancólico, atado al trabajo sabía resolver cualquier dificultad de las cosas, como da fe de ello la Cúpula de Parma en una gran multitud de figuras, trabajadas al fresco y bien terminadas, que están en la gran tribuna de la iglesia: en los cuáles escorza las vistas de abajo a arriba magníficamente, una maravilla. Y fue el primero que en Lombardía comenzó cosas a la manera moderna. Porque se juzga que, si el talento de Antonio hubiera salido de Lombardía y hubiera venido a Roma, habría hecho milagros, y hubiera creado muchos problemas, a quienes se tuvieron por grandes en su tiempo. Con eso viendo las cosas suyas, sin haber visto las cosas antiguas o las buenas modernas, necesariamente en seguida que las hubiera visto, habría mejorado infinitamente las obras suyas, y creciendo a mejor, habría venido al sumo grado.

Que se tenga también por determinado que ninguno trató mejor los colores, ni con tanta suavidad o con más relieve ningún autor pintó mejor que él, mucha era la “morbidezza” de las carnes que hacía, y la gracia con que terminaba sus trabajos.


Hizo aún en dicho lugar dos grandes cuadros trabajados al óleo, entre los cuales, se ve un Cristo muerto, que fue alabadísimo.

Y en San Juan en esta ciudad hizo un ábside al fresco, en el cual pintó la asunción de la virgen, entre multitud de ángeles y otros santos alrededor, que parece imposible que pudiera ser hecho con la mano, y menos ser imaginado, por la bella caída de tejidos y los aires que les da a estas figuras.

En San Antonio de esta ciudad pintó una tabla, en la cual está la virgen y Santa Catalina con San Jerónimo, coloreado de manera tan maravillosa y magnífica, que los pintores se quedan admirados de su color cuando lo miran, y que casi no se puede pintar mejor. 

Virgen con el Niño y Santos o Virgen de San Jerónimo. (1523)

Hizo del mismo modo cuadros y otras pinturas en Lombardía a muchos señores; y entre otros, dos cuadros en Mantua al duque Federico II, para enviar al emperador, -La serie los amores de Júpiter- realmente dignas de tal príncipe.

El rapto de Ganímedes, de Correggio, en la serie Los amores de Zeus.

Giulio Romano al ver las obras dijo que nunca había visto colorear a nadie así que se le pudiera comparar. Uno era Leda desnuda, y otro de Venus, coloreado con morbideza y trabajadas las sombras de la carne, que no parecían colores, sino carnes

En una tiene un paisaje admirable, que no ha nacido nunca lombardo que lo hiciera mejor que él; y en otra unos cabellos elegantes de color y terminados con pulcritud que mejor que estos no pueden verse. Están algunos amorcillos, que probaban las saetas sobre una piedra (le adjudican la Danae de la Bhorghese, pero no cuadra la descripción, hay que sopesar que no las vio, tomando la descripción de recuerdos de Giulio), las de oro y plomo, trabajados con mucho arte. Y lo que más gracia da Venus es un agua muy clara y limpia, que corre entre algunas piedras donde baña los pies ella, sin quedar estos escondidos. Se percibe esta candidez con esa delicadeza, que da a los ojos compasión verla. Porque ciertamente Antonio mereció cada grado y cada honor mientras vivó, y con voces y escritos toda gloria después de muerto.

Deseaba Antonio, por las necesidades de su familia, continuamente ahorrar, y se había vuelto pues muy pobre, que más no podía ser. Por lo que se dice que una vez en Parma al hacerle un pago de sesenta escudos de a cuatro, él queriéndolos llevar a Correggio, para socorrer a los suyos, cargado de aquéllos, se puso en camino a pie; y por el gran calor, estando entonces el sol abrasando, bebiendo agua para restaurarse, cayó en cama con gran fiebre, no volviéndose a levantar terminó su vida alrededor de los 40 años.

Dejó a su discípulo Francesco Mazzola parmesano, que lo imitó en gran parte. Hizo alrededor de 1512 las pinturas. Le dejó a la pintura su enorme don en los colores manejados por él como verdadero maestro, y fue causa de que Lombardía abriera los ojos, dando tantos talentos que se han vistos en la pintura, siguiéndolo haciendo obras dignas de memoria. Porque al mostrarnos sus cabellos hechos con tanta facilidad habiendo tanta dificultad en hacerlo, enseñó como se deben hacer. Por lo que le deben consideración eternamente todos los pintores. A instancia de los cuáles se le hizo este epigrama:

ANTONIO A COREGIO. HVIVS CVM REGERET MORTALES SPIRITVS ARTVS PICTORIS, CHARITES SVPPLICVERE IOVI: “NO ALIA PINGI DEXTRA, PADRENUESTRO ALME, ROGAMVS;” HVNC PRAETER, NVLLI PINGERE NUESTROS LICEAT “.” ANNVIT HIS VOTIS SVMMI REGNATOR OLYMPI ET IVVENEM SVBITO SYDERA À HAUT TVLIT, VT POSSET MELIVS CHARITVM SIMVLACRA REFERRE PRAESENS ET NVDAS CERNERET INDIENNE DEAS.

Antonio da Correggio cuando el espíritu recorría los mortales miembros, de este pintor, las gracias suplicaron le a Júpiter “te rogamos padre nuestro que ninguna mano nos pinte, excepto él” Concedió el soberano del gran Olimpo el ruego y se lo llevó siendo joven a las altas estrellas cerca las imágenes de las gracias para contemplarlas y dibujarlas desnudas.

Y este otro al lado:

DISTINCTOS HOMINI QVANTVM NATVRA CAPILLOS EFFICIT, ANTONI DEXTRA LEVIS DOCVIT. EFFIGIES ILLI VARIAS TERRAEQVE MARISQVE NOBLE À ORNANDAS INGENIVM FVERAT. COREGIVM PATRIA, ERIDANVS MIRANTVR Y ALPES, MOESTAQVE PICTORVM TVRBA DOLET TVMVLO.

Con distintos cabellos creó al hombre la naturaleza, separando los cabellos la destreza de Antonio supo reproducirlos. Las formas de la tierra y el mar con notable talento adornó. A Correggio lo admiran su patria el rio Eridano y los Alpes, y lo lloran pintores en su tumba.

Por estos tiempos estaba también Andrea del Gobbo (Andrea Solario) milanés, pintor de coloridos muy hermosos, cuyas obras se extienden por muchas casas de Milán su patria; y en la Cartuja de Pavía una gran tabla con la ascensión de la virgen, pero inacabada por sobrevenirle la muerte; la cual tabla muestra cuan excelente y amante de los trabajos del arte era.

El descanso en la huida a Egipto con San Francisco. 1517. Galería de los Uffizi.

Adoración del niño. 1518-20. Galería de los Uffizi. 

Pintado en 1524/6. En 1617 Francesco I de Módena se lo regaló a Cosimo II de Medici.

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Andrea Mantegna. Nacido en Isola di Carturo, actual Piazzola sul Brenta, hacia 1431, falleció en Mantua, el 13 de septiembre de 1506. Por sus características, se encuadra en el Quattrocento italiano.

Presentación. A la derecha, el posible autorretrato de Mantegna. Gemäldegalerie, Berlín.

De niño, apacentaba ganados, pero consiguió ser, por sus propios méritos, caballero. A los 10 años empezó su aprendizaje en Padua, en el taller de pintura de Francesco Squarcione, quien, al descubrir su talento, lo adoptó. Aun siendo consciente Squarcione de que su aprendiz no era todavía el más hábil de los pintores, con el propósito de que Andrea aprendiera más de lo que él sabía, le hizo estudiar copias de yeso de estatuas antiguas y algunas pinturas sobre tela, principalmente originarias de Toscana y Roma. De este modo, Andrea aprendió mucho en su juventud. Asimismo, la rivalidad con otros discípulos de su maestro, como Marco Zoppo de Bolonia, Dario de Treviso, o Niccolò Pizzolo de Padua, le sirvió de estímulo. De hecho, ya con solo diecisiete años hizo la pintura para el altar mayor de Santa Sofía, en Padua, obra que parece de un artista experto. 

Más tarde, cuando le encargaron a Squarcione la decoración de la Capilla de San Cristóbal, en la iglesia de los frailes Ermitaños de San Agustín y este confió el trabajo a Niccolò Pizzolo y a Andrea. Niccolò, que hizo el Padre Eterno, sentado en majestad entre los Doctores de la Iglesia, de gran calidad artística, mientras que Andrea pintó los cuatro Evangelistas.

A los 17 años se independizó, cansado de que su talento artístico se lo apropiara su maestro. 

En 1453 se casó con Nicolosia Bellini hermana de los también reconocidos artistas, Giovanni y Gentile Bellini, hijos de Jacopo Bellini, rival de Squarcione. Esto desembocó en el distanciamiento y la enemistad con el que había sido su maestro. A partir de ese episodio entre maestro y discípulo, Squarcione fue muy duro criticando a su antiguo alumno, pero, a pesar de que, al principio, sus críticas hirieron a Mantegna, también le hicieron progresar.

En aquellos momentos, Padua era un lugar especialmente propicio para el arte de Mantegna, quien frecuentaba los anticuarios de la ciudad, prestando especial atención a la pintura y el arte de la antigua Roma a partir del cual perfiló su propio estilo.

En 1459, Luis III Gonzaga convenció al artista para que se instalara en Mantua; Mantegna aceptó la propuesta y, a partir de entonces dedicó el resto de su vida artística a los Gonzaga, concretamente, bajo el mecenazgo de Isabel de Este, marquesa de Mantua, casada con Francisco II Gonzaga. De este período, que duró casi cincuenta años, son las dos obras más importantes que se conservan de Mantegna: la decoración mural de la Cámara de los esposos, en el Palacio Ducal de los Gonzaga, y Los triunfos del César, una serie de grandes lienzos que hoy se conserva en el palacio de Hampton Court, en Gran Bretaña. También destaca El Parnaso, de 1497, que hizo para Isabel de Este, ahora en el Louvre.

Cámara de los Esposos

Cámara de los Esposos, detalle.

Parnassus -Marte y Venus-, de Mantegna para el Studiolo de Isabel d’Este. 1496-97. Louvre.

Realizó además, para la capilla del castillo ducal mantuano, un retablo del que forma parte el Tránsito de la Virgen, que se conserva en el Museo del Prado.

La muerte de la Virgen, Museo del Prado, Madrid.
“El Tránsito de la Virgen es una obra maestra por su perfecta composición, resuelta mediante una habilísima contraposición de horizontales (ventana y lecho de la Virgen) y verticales (apóstoles y pilastras); su dominio de la perspectiva; la individualización de las fisonomías de los apóstoles, y el tratamiento del paisaje, una de las primeras vistas topográficas de la pintura italiana, al mostrar el lago en torno a Mantua, el puente que lo cruza, y el Borgo di San Giorgio al fondo.

Ingresó en la Colección Real a la muerte de Carlos I de Inglaterra, quien había adquirido la obra a los Gonzaga, y se encuentra en el Museo del Prado desde 1829.” (MNP).



Anteriormente, Mantegna pintó un San Sebastián, hoy conservado en el Kunsthistorisches Museum de Viena, que hizo correr su fama por toda Italia. Probablemente, el santo constituyó un tema de su preferencia -como lo fue de otros artistas-, o de la de sus patrocinadores. Tenemos tres versiones.

Kunsthistorisches 1456-59 – Louvre 1480 – Ca’ d’Oro, Venecia 1490

Lamentación sobre Cristo muerto, 1470-1474, Pinacoteca de Brera, Milán.

Con esta obra, Mantegna marcó la pauta que seguiría la pintura de los años siguientes. Tiene cierta semejanza con el mismo tema, de su contemporáneo Melozzo da Forli, seguidor de Ansuino, si bien, la original perspectiva utilizada por Mantegna, no existía propiamente, en la pintura renacentista.

Andrea Mantegna mejoró el método para dibujar las figuras en escorzo, vistas desde abajo, lo cual fue un invento difícil y admirable.

Andrea Mantegna construyó y pintó para su uso personal una hermosa casa en Mantua, en la que residió toda su vida. Pasó sus últimos años en la Corte de Mantua, bajo la protección de Isabel de Este; donde ya casi anciano, cultivó la mitología, dejando obras como El Parnaso, (arriba) El Triunfo de la Virtud, o Isabel de Este en el Reino de Armonía, todas ellas hoy conservadas en el Louvre.

Isabel de Este en el Reino de Armonía. Louvre.

Andrea Mantegna moriría un día de septiembre de 1506, contando 75 años de edad y acuciado por varias deudas ya que, las nuevas modas pictóricas propuestas por artistas de la nueva generación habían hecho que sus encargos se resintiesen.

A Mantegna le gustaba grabar en cobre. 

Durante mucho tiempo fue considerado el autor de una serie de 50 grabados particulares, el Tarot -llamado- de Mantegna, enigmática obra maestra del arte del grabado. Pero, como fue demostrado por Giordano Berti en el catálogo de la exposición A casa di Andrea Mantegna. Cultura Artística a Mantova nel Quattrocento (Mantua, 2006), no se trata propiamente de un Tarot, ni tampoco de una creación del célebre pintor. Esta baraja, de la que se conservan una decena de ejemplares en diversas bibliotecas y museos, se realizó en Italia, en Ferrara o en una ciudad del Véneto, hacia 1465. Se trataba claramente de un juego educativo que representa una concepción del mundo típica de la Edad Media, es decir un cosmos en miniatura expresado por cinco grupos: condiciones humanas, Apolo y las Musas, Artes liberales, principios cósmicos y virtudes, cuerpos celestes, etc.



Oración del Huerto. BBAA Tours
Monte de los Olivos. National Gallery. London
En el Monte de los Olivos.

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Andrea Mantegna mantuano

Giorgio Vasari, 1550

Cuanto puede el premio de la virtud. Quien es impulsado virtuosamente lo sabe; no siente el frío, ni incómodos, ni malestar, sin disgustos, sino solo pensando en el llegar, y tiene tanta fuerza la ambición en verse honrado y querido, que la virtud lo hace cada dia mejor, mas lúcido, mas claro y mas divino. Por lo que quien no se mueve a lograr fama entre los hombres, se consume y cansa vanamente y se llena de amargor el espíritu sin lograr meta alguna. Porque viendo como recompensan mas a quien no lo merece, la mente y el espíritu caen en pensamientos malos, que olvida en una hora lo que en muchos años y con mucho trabajo había logrado del cielo y alcanzado de la naturaleza. Quedando el valor prisionero de la desesperación, de manera que se desvían de su primer ser y abandonan los buenos comienzos, y los espíritus excelentes se vuelven toscos, y no producen los frutos que sostienen vivos los nombres después muertos. Así podemos ver lo que produjo la remuneración y la suerte de Andrea Mantegna, el cual siendo considerado, honrado y recompensado, no es maravilla si en él la virtud tenía que estar siempre creciendo. Enorme oportunidad suya que, cuando siendo de muy humilde cuna, nacido en el campo, familia de pastores, mucho se elevó con el valor de la suerte y la virtud, tanto que mereció venir a ser honrado caballero.

Nació Andrea, según la opinión de muchos, en una casa cerca de Mantua, y con el tiempo se trasladó a esta ciudad, enterándose del arte de la pintura. Hizo muchas obras en su juventud que le hicieron ganar nombre y darse a conocer; teniendo sus obras en gran aprecio, los máximos en Lombardía y los señores de muchas ciudades fuera de esta provincia. Y porque era muy amigo del marqués Lodovico de Mantua, en su juventud obtuvo de este favores infinitos, renombre y gran gracia. Y este por muchas cosas, demostró considerar mucho su virtud, y de tenerlo en gran aprecio. Porque Andrea le pintó en el castillo de Mantua en la capilla una tabla, en la cual con no muy grandes figuras en la historia puso de manifiesto que merecía los honores que le eran hechos, porque esta obra es muy considerada hasta el presente, muy elogiada de los talentos. En este mismo lugar en una habitación trabajó al fresco, (#) donde están muchas figuras escorzadas de “sotto in su” (término aplicado a las perspectivas y escorzos de Mantegna, aproximadamente de abajo a arriba), ciertamente muy elogiadas, y muy bien consideradas. Y aún que tenía un modo crudo de pintar las ropas, y sutil, y en las maneras de pintar, bastante seco, tiene sin embargo, cosas de mucho ingenio muy buenas, trabajadas, y bien conducidas.

Tríptico de la Adoración de los Magos

Hizo en Verona en la iglesia de Santa María in Organo para los monjes de Monte Oliveto la tabla del altar mayor, que incluso hoy es digna de alabanza, y otras pinturas de su mano en esta ciudad. En la Abadía de Fiesole fuera de Florencia, en el monasterio de los canónicos regulares, hay un marco con la virgen de medio cuerpo sobre la puerta de la biblioteca, trabajado por él con diligencia.


Hizo en Venecia algunas cosas que son admirables; y para el dicho marqués, en memoria del uno y del otro, en el palacio de San Sebastián en Mantua pintó el Triunfo de César en torno a una sala, de las mejores cosas suyas que hizo.

Triunfos de César. Hampton Court

Aquí situó a la hermosura en el triunfo la belleza y lo adorno con el carro; y a aquellos que vituperan al triunfador, los parientes, los perfumes, el incienso, los sacrificios y los sacerdotes, los prisioneros y el botín hecho por los soldados formados en escuadrones y todos los despojos de las victorias; Las ciudades y castillos tomadas por él en distintos carros, con una infinidad de trofeos sobre las picas y las lanzas, y distintas armas a las espaldas, cascos ornamentados y muchísimas vasijas de barro; y entre la multitud de los espectadores, una mujer que tiene de la mano un niño, que siente una gruesa espina en un pie, y la expone a la madre llorando, cosa muy bonita y natural. Y queda determinado que en toda esta obra Mantegna puso gran diligencia, y no menos esfuerzos, no escatimando tiempo ni trabajo. Continuamente mostró tener a este príncipe un afecto muy grande, que hacía cortesías extraordinarias a su virtud.

Terminada esta obra, hizo en San Zenón en Verona la tabla del altar mayor, de la que dicen que hizo para prueba una figura muy bonita, poniendo gran voluntad de realizar el trabajo. Las cosas que hizo en Mantua, y la que más esta sala, fueron causa de un gran renombre por Italia, que no se oía otro grito que Mantegna en pintura.

Siendo que en él, la virtud la acompañaba de hábitos y buenas maneras, oyó de sus maravillas el Papa Inocencio VIII, quien acababa de construir en Roma la muralla del Belvedere, y deseaba adornarla con pinturas muy bonitas, envió a Mantua por el Mantegna; y él rápidamente se vino a Roma, con grandes referencias del marqués, que por principal título, lo hizo entonces caballero de la espuela de oro.

El papa, le hizo grandes favores a la llegada, luego le pidió hacer una capilla pequeña en dicho lugar; quién con diligencia y con trabajo minucioso, de tal manera, que la bóveda y las paredes casi parecen más cosa de miniatura que de pintura, (Pío VI, de 1775 a 1779 derribó la capilla) y las principales figuras, están sobre el altar, las cuales hizo al fresco como lo demás, el Bautismo de Cristo por San Juan Bautista, que lo acompañó con ángeles y con otras figuras; e hizo aún el pueblo, quien al desnudarse están dispuestos a querer bautizarse. Y entre otros acabó el capricho de hacer una figura, que se descalza con una parte pegada a la pierna por el sudor, y la extrae volviéndola al revés, apoyándose en la otra, con tanta fuerza y malestar como lo uno y lo otro se ven en la cara; cosa que se tuvo mucho tiempo en maravilla y venerable.

Se dice que el Papa Inocencio por los empleos que tenía, no daba a menudo dineros al Mantegna, frecuentemente como hubiera querido él; Por esto quiso pintar en tal trabajo a alguna virtud en “terretta”, y entre otras hizo la Prudencia, por lo que el papa un día llegando a ver la obra, le preguntó por la figura aquélla; y le respondió que era la Prudencia. Entonces dijo al Papa: “si quieres que esté mejor, pinta al lado la Paciencia”. Y por estas cosas Andrea esperó el final de la obra; el cuál a continuación que se terminó, el papa con honorables premios lo devolvió a su duque.

Hizo a continuación en Padua, sobre la puerta del Santo, un arco, donde se ve escrito su nombre; y en los Servi de la misma ciudad, pintó la capilla de San Cristobal, con hermosa gracia. (en 1944 destruida por un bombardeo. Y vuelto de nuevo en Mantua, construyó y pintó para si, una bella casa, de la que gozó mientras que vivió.

Se deleitó también en la arquitectura, invitando a muchos de sus amigos. Porque teniendo ya lleno el mundo de renombre y obras, con muy gran pena de a todos los que gustaba, murió a la edad de 66 años en el 1517 (1506). Y con honrado sepelio en San Andrés fue sepultado, y se le hizo este epitafio:

ESSE PAREM HVNC NORIS, SI NON PRAEPONIS, APELLI, AENEA MANTINEAE QVI SIMVLACRA VIDES. = Pensarás que este es igual, incluso mejor que Apeles cuando ves en Mantua su bronce.

Se tiene aún gran memoria de su muy honrado vivir, y de las costumbres que tenía, y con las cuales enseñaba al arte a otros pintores. Dejó a la pintura como resolver la dificultad de los escorzos de las figuras en “sotto in su”: invención difícil y caprichosa; y el método de tallar en cobre los grabados de las figuras, algo muy útil; por lo cuál pudo ver el mundo, no solamente la bacanal, la batalla de los monstruos marinos, la Deposición de la cruz, el Entierro de Cristo, la Resurrección con Longinos y con San Andrés, obras de Mantegna, y aún más, las maneras y estilos de todos los artistas.

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24 – Gabinetto delle miniature

El Gabinte alberga unos cuatrocientos retratos de pequeño tamaño de distintas épocas y escuelas, procedentes de las obras coleccionadas por la dinastía de los Medici. Muchos de ellos pertenecieron al Cardenal Leopoldo de Medici (siglo XVII).


Al final del segundo corredor del segundo piso de la galería, se encuentra una pequeña sala, la 24; Gabinete de las Miniaturas. Su planta elipsoidal, se puede apreciar mejor mirando desde la entrada.

El gran duque Ferdinando I de’ Medici hizo configurar la sala después de la boda – en la segunda mitad del siglo XVI – con Cristina di Lorena, que llevó a Florencia, desde Francia, una colección de gemas y piedras preciosas.

En el pasado, ha sido sede de varias colecciones – muchas de las cuales hoy están en el Museo de la Plata de Palazzo Pitti – de bronces, joyería, gemas, piedras preciosas, objetos mexicanos. Hoy en día hay unas cuatrocientas miniaturas de varios períodos y escuelas. Son retratos de los representantes de la familia Medici, reunidos, sobre todo, por el cardenal Leopoldo.

El aspecto actual y la forma oval de la sala se proceden de una serie de trabajos realizados en el siglo XVIII por el arquitecto florentino Zanobi del Rosso, por encargo de Pietro Leopoldo.

Es una pequeña joya en el recorrido de la galería: una sala ricamente decorada; techos con grutescos, y suelos cubiertos de mármoles de colores que crean un luminoso marco para las pequeñas -en tamaño-, obras expuestas en las paredes.

Entre los retratos, es fácil reconocer los de las hijas de Felipe II e Isabel de Valois; Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, de autor desconocido, aunque suelen atribuirse a Sánchez Coello.

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(*) Como es sabido, la distribución de los artistas en las diferentes salas, es temporal; casi siempre cambian de una temporada a otra, aunque las obras, son siempre las mismas; es excepcional una nueva adquisición o una retirada y suelen ser ampliamente anunciadas.


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