lunes, 13 de julio de 2015

El hombre de la Máscara de Hierro - L’homme au masque de fer


El Hombre de la Máscara de Hierro - L’homme au masque de fer fue un misterioso prisionero real, muy célebre en la Francia de Louis XIV, que murió en la Bastille el 19 de noviembre de 1703, tras un largo cautiverio. Aquellos que sabían de su existencia, no conocían su nombre, ni el motivo de su encarcelación, ni la razón por la que se ocultaba su rostro, excepto algunos que, al parecer, se llevaron el secreto consigo.

Luis XIV a los cinco años. Ph. de Champaigne

Se cree que el hombre de la máscara fue enterrado en el cementerio de Saint-Paul, bajo el nombre de Marchiali, aunque aparece con diversas variantes, y con una edad falsificada; aun así, a partir de entonces, su historia empezó a expandirse, adaptándose a las diferentes interpretaciones o a las opciones políticas de los investigadores. 

Hoy suena a leyenda, pero la Francia de Luis XIV, produjo realidades no muy alejadas de hechos similares; en ocasiones, a causa de la necesaria ocultación de hijos ilegítimos, o, a veces, por extrañas venganzas o castigos que, ni siquiera en aquella época, podían ocultarse bajo el velo de la justicia.

La existencia de la Máscara, así como las causas de su encierro, se convirtieron para Voltaire en un ejemplo del absolutismo sin limitaciones practicado por el Rey Sol y algunos de sus colaboradores más cercanos y eficaces, algunos de los cuales, se vieron abocados a sufrir la suerte que ellos mismos habían reservado a otros, por enemigos del Estado u otras acusaciones similares. Sabiendo quién era el Estado durante el reinado de Luis XIV, cualquier enemigo suyo, era automáticamente, enemigo del Estado y, por tanto, condenable a penas máximas, excepto si el supuesto enemigo era aristócrata, el cual no podía ser tratado como un villano.

Sin entrar en otros análisis, algunos críticos que admiten la evidencia de diversos encarcelamientos secretos, discuten el hecho de que aquel legendario prisionero pudiera llevar una máscara de hierro permanentemente, porque si bien, en ocasiones se ocultaba el rostro de aquellos que podían revelar secretos de Estado, solía emplearse una capucha, pero nunca una máscara de hierro, con la que, por otra parte, nadie podría sobrevivir mucho tiempo.

El 4 de septiembre de 1687, ya en pleno reinado de Louis XIV, una gacetilla Jansenista –enfrentada a los Jesuitas-, escrita a mano, y que se leía a escondidas, publicó que el oficial, M. de Saint-Mars, había llevado –por orden del rey-, un prisionero de Estado al fuerte de la Isla de Sainte-Marguerite, en Provenza. 


Ste. Marguerite

Nadie sabía quién era y, en todo caso, para aquellos que lo sabían, estaba prohibido desvelar su nombre bajo amenaza de pena de muerte. El prisionero llevaba el rostro cubierto por una máscara de acero y todo lo que Saint-Mars dijo de él, fue que llevaba tantos años preso en Pignerol, que todo el mundo lo había dado ya por muerto.

Fortaleza de Pignerol

El 29 de septiembre de 1698, otra gacetilla anunciaba que M. de Saint-Mars –que había sido antes gobernador de las islas de Saint-Honorat y Sainte-Marguerite– ha llegado aquí hace algunos días para tomar posesión del gobierno de la Bastilla, del que le ha provisto Su Majestad. Añadía el 3 de octubre siguiente, que Saint-Mars había tomado posesión de la Bastilla, en la que ingresó un prisionero que llegó con él.

La Bastille

En otro librito anónimo, publicado en Amsterdam en 1745, titulado Memorias Secretas para servir a la historia de Persia aparecía otra mención. Se trataba de una sátira de las intrigas políticas y amorosas de la Corte de Louis XIV, cuyos personajes aparecían encubiertos, aunque reconocibles, bajo nombres persas.

Louis de Bourbon, Conde de Vermandois
En el libro se hablaba de una visita del Regente a un prisionero de Estado, que vivía enmascarado. Aquel prisionero, transferido de la ciudadela de “Ormus” –Sainte Marguerite-, a la de “Ispahan” –la Bastilla-, era el Conde de Vermandois, un hijo de Louis XIV y de su amante Louise de La Vallière –al que su madre llamaba Belle maman, por lo guapo que era, y que fue encarcelado por haber dado una bofetada al Delfín.

Louis de Bourbon, Conde de Vermandois. Pierre Mignard

El Comandante de la ciudadela de Ormus, decían las Memorias, trataba a su prisionero con el más profundo respeto; le servía él mismo, y recibílos platos en la puerta de la celda, de mano de los cocineros, de los que ninguno había visto jamás el rostro de “Giafer” –el supuesto Conde de Vermandois.

Al preso –fuera quien fuera–, se le ocurrió un día la idea de grabar su nombre, a punta de cuchillo, en el dorso de un plato que arrojó por la ventana. Un esclavo que lo encontró, creyó hacer un buen negocio si se lo entregaba al comandante, soñando ya con su recompensa. El desgraciado no imaginaba que la suerte sería bien contraria, puesto que se deshicieron de él en secreto, junto con su descubrimiento.

Vermandois permaneció algunos años más en Ormus/Sainte Marguerite, que sólo abandonó, para ser trasladado a Ispahan/La Bastilla, cuando Cha-Abbas, es decir, Louis XIV, como reconocimiento a la fidelidad del gobernador, le concedió el mando de esta última prisión. En ambos sitios se tomaba siempre la precaución de enmascarar al preso, cuando, a causa de una enfermedad u otro evento, era necesario exponerlo a la vista de la gente. Testigos creíbles, afirmaban haber visto más de una vez a un prisionero que tuteaba al gobernador, quien, por su parte, le trataba con gran respeto.

Luis XIV en 1661 -23 años-. Charles Le Brun. Palacio de Versalles

Esto era todo lo que se decía, hasta que Voltaire dedicó al Hombre de la Máscara de Hierro, una parte del capítulo XXV de su obra, El Siglo de Luis XIV, publicado en 1751, en la que afirmaba que el personaje había sido detenido en 1661, año de la muerte de Mazarino, resaltando el detalle de que el mentón de la máscara tenía un resorte que permitía al prisionero comer sin mostrar el rostro, y que había orden de matarlo si se identificaba. Afirmaba también el autor, que el prisionero era tratado con muchos miramientos; que se interpretaba música en su celda y que su mayor placer lo constituían, una ropa interior muy refinada y los encajes.

En 1752, la reedición del Siècle de Louis XIV, añadía la anécdota del plato que, por cierto, era de plata y fue hallado por un pescador que no sabía leer; que se lo llevaría al gobernador, quien, tras asegurarse de que verdaderamente, el hombre ignoraba lo que el prisionero había grabado en él, le dejó marchar, diciéndole que podía considerarse agraciado por su desconocimiento.

Según datos contrastados, el 19 de noviembre de 1703, murió en la Bastille un prisionero cuyo informe aparecía como sigue, en el registro de detenciones de la prisión que tenía a su cargo el Lugarteniente Étienne du Junca. 

…el cual, habiéndose encontrado enfermo al salir de misa, murió hoy sobre las diez de la noche […] el prisionero, desconocido, encerrado desde hacía mucho tiempo, ha sido enterrado el martes a las cuatro de la tarde, el 20 de noviembre en el cementerio Saint-Paul, de nuestra Parroquia, en cuyo registro se le ha dado un nombre también desconocido y M. de Rosarges, Mayor, y M. Reil, cirujano, firmaron el registro.

Añadido al margen: Más tarde supe que en el registro habían escrito el nombre de M. de Marchiel y que se pagaron 40 libras para el entierro. 

El registro parroquial menciona lo siguiente: Marchioly, de 45 años, más o menos, murió en la Bastilla y su cuerpo fue inhumado en el cementerio de Saint-Paul, su parroquia, el 20 del presente, en presencia de M. Rosage, Mayor de la Bastilla y de M. Reghle, cirujano mayor de la Bastilla, que firmaron.

En 1769 en su Traité des différentes sortes de preuves qui servent à établir la vérité dans l'histoire –Tratado de los distintos tipos de pruebas destinadas a establecer la verdad en la Historia, el Père Griffet, ofrecía las siguientes precisiones:

El recuerdo del prisionero enmascarado se conservó entre los oficiales, soldados y servidores de la prisión y muchos testigos oculares que lo habían visto pasar por el patio para acudir a misa. Cuando murió, fue quemado todo lo que usó, como ropa interior, trajes, colchones y mantas; se rasparon y blanquearon las paredes de su habitación, se cambiaron las baldosas y se hicieron desaparecer las huellas de su estancia, temiendo que hubiera escondido algún papel o alguna marca que diera a conocer su nombre.

Más de cincuenta hipótesis fueron formuladas pretendiendo descubrir la identidad del misterioso detenido. 

François de Bourbon-Vendôme, Duque de Beaufort

Es uno de los candidatos más sonados. Nieto de Enrique IV y primo hermano de Louis XIV, fue hombre muy inquieto que participó en varias conspiraciones contra Richelieu y Mazarino, y en la revuelta de la Fronde, contra la regencia de Ana de Austria, madre del rey. El cardenal de Retz dijo de él –no sin ironía y cierto menosprecio-: Habla y piensa como el pueblo del que durante un tiempo fue el ídolo.

François de Bourbon-Vendôme, Duque de Beaufort

Podría ser, sin embargo, que Beaufort hubiera muerto cuando acudió al auxilio de la Candía veneciana, actual Creta, asediada por los turcos y rendida en 1669, aunque también es posible que no fuera así, ya que su cadáver no apareció nunca. En todo caso habiendo nacido en 1616, tendría 87 años en 1703 y no los 45 que menciona el registro de Saint-Paul. 

El prisionero habría llegado con su carcelero, Bénigne Dauvergne de Saint-Mars -antiguo mosquetero fiel al ministro Louvois, el implacable exterminador de protestantes-, cuando fue nombrado gobernador de la Bastilla, en 1698.

El jueves 18 de septiembre a las tres de la tarde, el señor de Saint-Mars, gobernador del castillo, hizo su primera entrada viniendo de su gobierno de las islas de Sainte-Marguerite y Honnorat, llevando consigo en su litera a un antiguo prisionero que tenía en Pignerol, al que hace mantener enmascarado y cuyo nombre no se dice […] el cual prisionero será servido por M. de Rosargues, y a quien alimentará el Gobernador.

Destaca el dato de que, cuando se trasladó a Exilles, Saint-Mars iba acompañado, no por uno, sino por dos prisioneros especiales: 

Carta de Louvois a Saint–Mars del 12 de mayo de 1681:

Su Majestad ha tenido a bien acordaros el gobierno de Exilles, a donde llevaréis los dos prisioneros que están bajo vuestra custodia, y que tiene a bien no poner en otras manos que en las vuestras. 

Saint–Mars a D’Estrades, en 25 de junio de 1681:

Líneas 4-6: 
J’aurai en garde [à Exilles] deux merles que j’ai ici [à Pignerol] lesquels n’ont point d’autres noms que MM. de la tour d’en bas.

Me encargaré de los dos “mirlos” que tengo aquí, los cuales no tienen otro nombre que “señores de la torre de abajo”. 

Aquellos prisioneros eran considerados suficientemente importantes, como para que se les construyera en Exilles una celda especial, cuya preparación, por otra parte, retrasó varios meses su traslado. 

Exilles

Justo antes de que Saint-Mars fuera trasladado a Sainte-Marguerite el 30 de abril de 1687, uno de los dos prisioneros murió, a finales de 1686 o principios de 1687, mientras que el otro fue conducido en un coche de manos herméticamente cerrado con tela encerada. Se le dispuso una celda especial, que daba al mar y a la cual se accedía después de atravesar tres puertas.

Louvois había escrito a Saint–Mars a propósito de aquel prisionero: Es de importancia decisiva que sea vigilado con gran seguridad y que no pueda dar noticias suyas de ninguna manera ni por algún escrito… de modo que en cualquier lugar que se encuentre no haya ocasión de que sea abordado por nadie y que haya bastantes puertas, cada una cerrada sobre la otra, para que los centinelas no puedan oír nada. Es imprescindible que vos mismo llevéis a ese miserable, una vez al día, con qué mantenerse, y que no escuchéis jamás, bajo ningún pretexto, nada que él quiera deciros, amenazándole siempre con la muerte si se atreve a abrir la boca para hablaros de algo que no sean sus necesidades.

En 1691, cuando murió Louvois, su hijo y sucesor Barbizieux, escribió a Saint–Mars para confirmar sus instrucciones. Cuando tengáis algo que mandarme del prisionero, que está bajo vuestra custodia hace veinte años, os ruego que guardéis las mismas precauciones que guardabais cuando servíais a M. Louvois.

El secreto prisionero conmovió la imaginación popular. Ciertamente, nada permite pensar que estuviera constantemente enmascarado. Parece más probable que, efectivamente, tuviera que llevar la máscara durante los traslados para evitar que alguien pudiera reconocerlo. Los científicos, incluso, han explicado suficientemente que no pudo llevar la máscara constantemente, por la sencilla razón de que ello le habría provocado enfermedades. De hecho, no tiene sentido en un hombre al que nadie puede ver normalmente; la verdadera condena sería, en realidad, la anulación del personaje y la absoluta falta de información sobre el mismo, cuyo objetivo sería que fuera dado por muerto en vida.

De todos modos, el asunto no se reveló del todo, hasta 1698, cuando el preso fue llevado a la Bastille, donde aparece mencionado en el registro de prisioneros y en un relato, publicado en L’Année Litteraire, el 30 de junio de 1778, sobre la etapa de Saint–Mars en su castillo de Palteau, escrito por su sobrino–nieto.

Bénigne Dauvergne de Saint-Mars

En 1698 -escribe M. de Palteau-, M. de Saint–Mars pasó del gobierno de las Islas Sainte-Marguerite al de La Bastille. Cuando llegó a tomar posesión, permaneció con su prisionero en su tierra de Palteau. El hombre de la máscara llegó en una litera especial que precedía a la de Saint–Mars e iban acompañados por varios hombres a caballo. Los campesinos iban delante de su Señor, y M. de Saint–Mars comió con su prisionero, sentado de espaldas a las ventanas del comedor que daban al patio. Los campesinos a los que he preguntado, no pudieron ver si comía con la máscara, pero observaron muy bien, que M. de Saint–Mars, que estaba sentado a la mesa frente a él, tenía dos pistolas al lado del plato. Sólo les servía un valet–de–chambre, que iba a recoger los platos que le traían de la antecámara, cerrando cuidadosamente tras de sí la puerta del comedor. Cuando el prisionero atravesaba el patio, llevaba siempre su máscara negra sobre el rostro; los campesinos notaron que se le veían los dientes y los labios, que era alto y que tenía el pelo blanco. M. de Saint–Mars se acostó en una cama que se hizo disponer, cerca de la del hombre de la máscara.

***

Según Émile Laloy, autor del libro Le Masque de fer y otros, Louis XV fue el último rey que conoció el secreto del prisionero enmascarado:

Louis XIV fue el último rey al que se atribuye el conocimiento del gran secreto. Louis XV lo ignoraba completamente, pero su Primer Ministro, Malesherbes, en 1775 mandó a Chevalier, Mayor de la prisión, investigar en los archivos de La Bastille, el cual comunicó al Ministro, a finales de aquel año, que no había encontrado nada más de lo que ya se sabía.

De acuerdo con una tradición comunicada por Mme. d’Abrantés a Paul Lacroix, Napoleón también habría intentado desvelar el enigma, a cuyo efecto, ordenó una investigación que tampoco dio resultado. El secretario de M. de Talleyrand y el Duque de Basano intentaron asimismo esclarecer el misterio, sin lograrlo.

Michel Chamillart, Ministro de Guerra en 1703, también conocía el secreto. Su yerno, el Duque de La Feuillade trató de descubrirlo, como explica Voltaire.

M. de Chamillart fue el último ministro que guardó este extraño secreto. El segundo Mariscal de La Feuillade, su yerno, me ha dicho que, a la muerte de su suegro, le conjuró de rodillas que le dijera lo que había acerca de aquel hombre, al que jamás conoció, sino bajo el nombre de “El Hombre de la Máscara de Hierro”. Chamillart le contestó que era Secreto de Estado y que había jurado no revelarlo jamás.

Según el historiador Emmanuel Pénicaut, autor de una biografía de Michel Chamillart, una tradición familiar sostiene que el secreto habría sido transmitido de padre a hijo, dentro de la familia Chamillart, hasta la muerte del último que llevó este nombre; Michel Chamillart, en 1926.

***
Él hermano gemelo de Louis XIV

Voltaire, de Largillière. 1718

Es, pues, la tesis de Voltaire, sucesivamente completada en las ediciones de Le Siècle de Louis XIV, en un Supplement; en la Suite de l’Essai sur l’Histoire Générale - Continuación del Ensayo sobre la Historia General, de 1763 y en las Questions sur l’Encyclopédie - Cuestiones sobre la Enciclopedia, de 1770 y 71. 

Sostiene Voltaire que el Hombre de la Máscara de Hierro, habría sido el hermano gemelo de Louis XIV y, lo que añadiría interés a la historia, se trataría del primogénito, a quien Ana de Austria y Mazarino habrían apartado del trono y criado en un lugar secreto hasta la muerte del cardenal. Louis XIV descubriría el asunto y tomaría sus medidas para que el asunto nunca pudiera ser descubierto.

Marcel Pagnol, apoyándose fundamentalmente en las circunstancias del nacimiento de Louis XIV, afirma que el enmascarado sería un gemelo, pero nacido en segundo lugar, y que habría sido ocultado para evitar cualquier reclamación al trono. 

Los historiadores que rechazan esta tesis, entre ellos Jean–Christian–Petitfils, aducen que el alumbramiento de la Reina debía producirse en público y ante los principales personajes de la corte. Pero según Marcel Pagnol, justo después del nacimiento de Louis XIV, Louis XIII llevó a toda la Corte a la capilla del Castillo de Saint–Germain, para celebrar con gran pompa un Te Deum, acto relatado por Dumont, testigo de la escena, en el Supplément au Corps Universel Diplomatique. El asunto del rápido Te Deum, era contrario a los usos, que exigían que esta ceremonia se celebrara algunos días después del parto, pero en aquellas circunstancias, habría permitido a la reina quedarse sola con su ama, y traer al mundo al segundo niño.

Hay que recordar que en la época no estaba claro quién era el primogénito entre dos gemelos; si el que nacía el primero, o el que habiendo nacido en segundo lugar, habría sido concebido antes que el otro. Si tal fue el caso, Luis XIV tendría pesadas razones para ocultar a su gemelo.

En apoyo de esta tesis, un examen de la genealogía de los reyes de Francia, demuestra que se produjeron múltiples nacimientos gemelares, tanto entre los Capeto, como entre los Valois, los Borbón y, en fin, entre los Orleans

Un último detalle, como veremos, el más injurioso para el reino y para el rey, no se referiría a los gemelos en sí mismos, sino al hecho de quien pudo haber sido su padre.

Nicolás Fouquet

De acuerdo con Pierre-Jacques Arrèse, retomando una tesis de Paul Lacroix –1836–, la Máscara, no sería otro que Nicolás Fouquet, el superintendente de Finanzas de Luis XIV, encarcelado en Pignerol a perpetuidad, por orden del mismo monarca, tras un proceso denigrante, arbitrario y cargado de falsedades, en 1665. Allí moriría, oficialmente de un ataque de apoplejía, a los 65 años, el 23 de marzo de 1680, es decir, 23 años antes que la Máscara de Hierro. Pero, según los que mantienen esta tesis, la fecha de su defunción sería falsa, y el cuerpo inhumado, el de otro detenido, Dauger/Danger, quien le servía de falso Valet, para controlarlo. En todo caso, no hay ningún documento que certifique su defunción en aquella prisión de los Alpes y algunos autores han hablado de veneno, pero también de que fue liberado.

Nicolás Fouquet. Charles Le Brun

El teatral proceso habría sido organizada por Colbert y Louvois, para impedir la liberación de Fouquet, que estaba a punto de obtener gracia, y cuya habilidad e influencia, temían considerablemente. Fouquet habría sobrevivido hasta 1703, viviendo 88 años, lo que resulta excesivo para la época, incluso para un preso que se beneficiara de un trato de favor.

Por lo demás. nunca un miembro de su familia puso su muerte en duda. De todas formas, la carta Jansenista que nos informa de las bajas maniobras de la época y en la que se escribe que no todos los hombres que creemos muertos, lo están, fue escrita por Louis Fouquet, hermano de Nicolás. Y si su familia no puso su muerte en duda, también pudo deberse a que se hallaban bajo vigilancia y, en cualquier caso, sería más seguro guardar silencio, comprobada la imposibilidad de acudir a la Justicia. 

En todo caso, ¿qué hacía necesario enmascarar a Fouquet? Hay quien pretende que sería para evitar que sus fieles intentaran liberarlo, como se intentó en 1669. 

El caso Bulonde

En 1890, un comandante que estudiaba las campañas de Nicolás Catinat –un militar al servicio de Louis XIV durante la Guerra de Sucesión Española-, confió al comandante Étienne Bazeries, experto en criptoanálisis para la armada francesa, un conjunto de documentos cifrados. Después de tres años de esfuerzo, la cifra se reveló particularmente complejrespecto a las técnicas modernas de descifrado, pero Bazeries afirmó haber roto el código y encontrado, en una carta de Louvois a Catinat, fechada el 8 de julio de 1691, la clave del enigma de la Máscara. La cifra en cuestión es llamada a veces Gran Cifra de Louis XIV, o más sencillamente, Gran Cifra.

Se refería a un general llamado Vivien de Bulonde, y decía así:

No es preciso que yo os explique con qué disgusto S.M. ha conocido el desorden con el cual, contra vuestra orden y sin necesidad, Mr. de Bulonde ha tomado la decisión de levantar el asedio de Coni, puesto que S.M. conociendo mejor que nadie las consecuencias, sabe también que grande será el perjuicio con que se recibirá la noticia de no haber tomado esta plaza, de la que será preciso intentar adueñarse durante el invierno. S.M. desea que hagáis detener Mr. Bulonde y le hagáis conducir a la ciudadela de Pignerol, donde S.M. quiere que sea encerrado durante la noche en una habitación de dicha ciudadela y que de día tenga la libertad de pasear por las murallas con un 330 309.

Bazeries entendió que la secuencia 330 309, que no se encontraban en ninguna parte en los papeles de Catinat, significaba máscara, y publicó en 1893 un libro detallando las razones de su hipótesis.

Los hechos relatados sobre Vivien l’Abbé de Bulonde, lugarteniente general de la armada francesa, se refieren a su insubordinación en Coni –Cuneo en italiano-, y son completamente verídicos. Falta saber la causa por la que se haría necesario cifrar tal orden, cuando Bulonde era culpable de insubordinación, es decir, había incurrido en un delito demostrado y el arresto era legítimo. 

Los historiadores demostraron, además, que Bulonde estaba todavía vivo en 1708, cinco años después de la muerte de la Máscara y, en todo caso, si en 1691 Bulonde era prisionero en Pignerol, hacía tiempo que Saint-Mars y la Máscara, ya no estaban allí.


Henri II de Guise

Es la propuesta de Camille Bartoli. Henri II era conocido conquistador y aventurero, que no dudaba ante un duelo o una expedición militar, pero que pecaba rivalizando con el Rey Sol en lujo, esplendor y ostentación.

Henri II de Lorraine, Duc de Guise, de Anthony van Dyck, 1634

Molière 

En su libro Molière à Bordeaux, de alrededor de 1647 y en 1656 con las Considérations Nouvelles sur ses fins dernières à Paris, de 1673, el escritor Anatole Loquin, emitió la inverosímil hipótesis de que el hombre de la máscara, era en realidad Molière, quien, como bien se sabe, murió tras la representación del Malade Imaginaire. Sostiene Loquin que habría sido detenido a petición de los jesuitas que nunca le perdonaron el Tartuffe.

Molière, de Mignard Chantilly

El principal argumento del autor, es que la primera biografía de Molière, es de 1705, es decir, dos años después de la muerte de la Máscara. Se trata de La Vie de M. de Molière, de Grimarest. Luis XIV habría autorizado la publicación de esta biografía, conociendo ya su muerte, producida en 1703. Pero Molière había muerto en 1673, lo que hace que la tesis sea poco probable, ya que las circunstancias de la defunción del dramaturgo nunca fueron puestas en duda. 

D’Artagnan

Para el historiador inglés Roger MacDonald –The Man in the Iron Mask, de 2005, el castigado sería el Mosquetero D’Artagnan. Herido en Maastricht en 1673, habría sido enviado a Pignerol y la máscara de hierro le permitiría no ser reconocido por otros mosqueteros que custodiaban las prisiones. La prueba sería el libro Mémoires de M. d’Artagnan, escrito por Gatien de Courtilz de Sandras, que pasó nueve años en la Bastilla entre 1702 y 1711 donde, según MacDonald, conoció  d’Artagnan, que habría inspirado su libro.

La reina María Teresa de Austria

P.–M. Dijol emitió en 1978 la tesis siguiente. María Teresa de Austria, 1638-1683, habría tenido una hija adulterina con un esclavo africano. Esta hija sería la Mauresse de Moret, una monja benedictina que siempre supo de su origen, por las muchas visitas que recibía de miembros de la familia real. Saint-Simon habla en sus memorias, de la Mauresse de Moret, pero dice que aquellas visitas eran frecuentes en la época, a los conventos próximos al Louvre. El esclavo africano desapareció muy pronto de la Corte, y Dijol asegura que él era la Máscara. No es verosímil. 

La pista inglesa: La Princesa Palatina, Isabel Carlota, cuñada de Louis XIV, en carta escrita el 22 de octubre de 1711 a su tía Sofía de Hannover, publicada en 1896, afirma: Acabo de saber quién era el hombre enmascarado que murió en la Bastilla. Si llevaba una máscara no fue por barbarie; era un mylord inglés que se había mezclado en el asunto del Duque de Berwick contra el rey Guillermo III –de Orange–. Murió así, a fin de que el rey nunca supiera qué había sido de él.

La princesa Palatina se refería sin duda a la conspiración de Fenwick, urdida para asesinar a Guillermo III en 1696 –Guillermo, protestante, combatió en numerosas ocasiones contra el poderoso y cristianísimo rey católico Luis XIV– pero no se conoce ningún complot que implique al duque de Berwick contra este monarca. La hipótesis es poco creíble, pero aportaba la novedad de orientar sospechas hacia Inglaterra.

Barnes afirmó en 1908 que la Máscara de Hierro era James de la Cloche, hijo ilegítimo, pero reconocido, de Charles de Inglaterra, quien habría servido de intermediario secreto entre su padre y la corte de Francia, cuando aquel se propuso convertirse al catolicismo en secreto, y a quien Louis XIV habría hecho encarcelar por contarlo. 

Algunos más han evocado a un hijo natural de Cromwell y aún, del Duque de Monmouth.

El Conde Ercole Mattioli, o Antoine-Hercule Matthioli. 

Cuando Mme. de Pompadour preguntó a Louis XV sobre las revelaciones de Voltaire, este le respondió que la Máscara de Hierro, era el ministro de un príncipe de Italia.

A su vez, Louis XVI, interrogado por  Marie Antoinette, preguntó al más antiguo de sus ministros, Maurepas, quien le dijo que se trataba de un prisionero muy peligroso por su espíritu de intriga y súbdito del duque de Mantua.

El Duque de Mantua, atribuido a Jacob Denys

Esta indicación originó la tesis que identificaba a la Máscara como el Conde Ercole Mattioli, o Antoine-Hercule Matthioli, antiguo Secretario de Estado del Duque de Mantua, Charles II. El nombre del prisionero registrado en la Bastille y en la parroquia de Saint-Paul habría sido el mismo, aunque ligeramente deformado como Marchiali. Esta tesis, convertida en clásica, ha sido defendida por Marius Topin y por el historiador Frantz Funck-Brentano.

Carlos IV, duque de Mantua, como marqués de Monferrato, poseía la fortaleza estratégica de Casale Monferrato. Luis XIV quería la fortaleza y estaba dispuesto a comprarla por 100.000 coronas, ya que una ocupación sería impopular, pero para ello necesitaba el máximo secreto hasta que se finalizara el acuerdo.

Mattioli negoció con éxito la venta y Luis XIV le recompensó generosamente, pero cuando los franceses estaban a punto de ocupar el castillo, Mattioli reveló el secreto a los gobiernos de Austria, Saboya, España y Venecia, posiblemente para recibir nuevas recompensas. Luis XIV tuvo que cancelar el acuerdo y retirarse entonces, aunque finalmente tomó el control del Casale, sólo dos años después.

En 1679, Luis XIV ordena secuestrar a Mattioli y llevarlo a Francia, donde fue encarcelado, en Pignerol, en confinamiento solitario. Hacia 1680 se dijo que se había vuelto prácticamente loco. Murió en 1694 durante su encarcelamiento en la isla de Sainte-Marguerite.

La teoría de que Mattioli fue el prisionero enmascarado fue muy popular durante gran parte del siglo XIX, al saberse que había sido enterrado bajo el nombre Marchioly. Pero las cartas de Saint-Mars indican que sólo estuvo en Pignerol y Sainte-Marguerite, pero nunca la Bastille, por lo que se podría descartar su candidatura.

Matthioli estuvo detenido efectivamente a Pignerol, bajo la custodia de Saint-Mars. Su encarcelación resultaba, además, de una orden personal de Louis XIV. En efecto, convencido por el abbé d’Estrades, embajador de Francia en Venecia, Matthioli había persuadido al duque de Mantua de vender secretamente a Francia, la plaza fuerte de Casal, a quince leguas de Turín. El dato es plenamente histórico.

El doble juego de este personaje, puso en evidencia a Louis XIV quien le había escrito en persona, el 12 de enero de 1678 para agradecerle su intermediación. El abad d’Estrades, nombrado embajador en Turín, atrajo a Matthioli a una casita en los alrededores, donde un comando lo arrestó el 2 de mayo de 1679, para llevarlo a la fortaleza vecina de Pignerol

El Secretario de Estado de asuntos Extranjeros, Pomponne, con la aprobación de Louis XIV a la operación, había tenido cuidado de advertir: Es preciso que nadie sepa qué ha pasado con este hombre. Era, en efecto, poco conforme con los usos diplomáticos, retener así y aprisionar al ministro de un príncipe extranjero, pero respondería al deseo de Luis XIV de no aparecer como engañado o, lo que sería peor, traicionado. Esta sería la razón del secreto al que se condenó al prisionero. Sin embargo, varios elementos parecen desmentir esta identificación:

La correspondencia entre Louvois y Saint-Mars conservada en los archivos del Ministerio de la Guerra, en la que Matthioli es al principio designado bajo el nombre de Lestang –muestra que no fue relacionado con la Máscara: La intención del rey no es que el señor de Lestang no sea bien tratado. 25 de mayo de 1679. 

Si Matthioli era servido en Pihnerol por su valet, fue porque este último habría sido encargado de recuperar sus papeles, por lo que tuvo que aparentar que también era prisionero, y para lograrlo, tampoco podía revelar el secreto.

Tras la cesión de Casal a Francia en 1682, el duque de Mantua fue informado del arresto de Matthioli. El secreto no tenía ya razón para ser mantenido, y el prisionero fue, en este caso, designado bajo su verdadero nombre en la correspondencia de Louvois y Saint-Mars.

Matthioli no siguió a Saint-Mars a Exiles en 1681, sino que se quedó en Pignerol hasta abril de 1694, fecha en la cual fue transferido a Sainte Marguerite tras la cesión de Pignerol a Saboya. Esto es confirmado por una carta de Saint-Mars al Abad d’Estrades del 25 de junio de 1681: -Matthioli se quedará con otros dos prisioneros-, y por algunas cartas de Louvois a los sucesores de Saint-Mars en Pignerol.

Matthioli murió poco después de ser transferido a Sainte-Marguerite, sin duda, el 29 de abril de 1694. Se sabe en efecto, que en este fecha murió un prisionero que era servido por su valet

Parece, pues, que el prisionero muerto en la Bastilla en 1703 ya no era Matthioli y que fue sólo con la intención de borrar pistas, la razón por la que fue registrado con aquel nombre u otro muy parecido.

***

Eustache Dauger, o Danger: Al que ya hemos citado como valet/espía de Fouquet, fue detenido cerca de Dunkerke en julio de 1669 y encerrado en Pignerol, con absoluto secreto. Saint-Mars había pensado darle como valet a Lauzun, preso en la fortaleza entre 1671 y 1681, pero había chocado con el rechazo categórico de Louvois, quien, sin embargo, aceptó que fuera empleado como doméstico de Nicolas Fouquet, tras la muerte de uno de sus dos valets, pero bajo una consigna: Debe abstenerse de ponerlo junto a M. de Lauzun, ni a cualquier otro que no sea M. Fouquet. 

Louvois multiplicó las precauciones en este sentido, llegando a escribir directamente a Fouquet, el 23 de noviembre de 1679, prometiéndole suavizar su régimen de detención, si el llamado Eustache, a quien se os ha entregado para vuestro servicio, no ha hablado nada ante el otro valet que os sirve, de aquello en lo que ha estado empleado antes de llegar a Pignerol.

A la muerte de Fouquet, en 1680, Saint-Mars descubrió una galería horadada por Lauzun, que había permitido a los dos prisioneros encontrarse cuando quisieran sin que los guardias lo supieran, lo que significaba la posibilidad de que Lauzun y Dauger hubieran tenido contacto. Louvois ordenó entonces a Saint-Mars que hiciera creer a Lauzun que Dauger y el otro valet de Fouquet, La Rivière, habían sido liberados, pero que los encerrara a los dos en otra celda de modo que podáis responder ante Su Majestad de que no tendrán comunicación con nadie, ni de viva voz ni por escrito y que a M. de Lauzun le sea imposible saber que los otros dos están encerrados.

Lauzun fue liberado el 22 de abril de 1681, pero Dauger y La Rivière –a pesar de que este último no estaba en Pignerol como prisionero, sino como doméstico voluntario, desde 1667–, permanecieron encerrados en el secreto más absoluto. En la correspondencia entre Louvois y Saint–Mars, sólo son designados como Los Señores de la torre de abajo.

La Rivière solo tenía un reproche; haber conocido los antecedentes de Dauger, que Fouquet conocía igualmente. Lauzun también los conocía, pero Louvois no pudo impedir su liberación, ya que la Grande Mademoiselle, la había obtenido de Louis XIV.

Mademoiselle, École de Pierre Mignard.

Anne Marie Louise d’Orléans, Duquesa de Montpensier, llamada Grande Mademoiselle por ser hija de Gaston d’Orléans –Grand Monsieur, hermano de Louis XIII-, y de Marie de Bourbonet, era prima de Louis XIV, once años menor que ella, con el que intentó casarse, chocando con la negativa rotunda del cardenal Mazarino.

Dauger había sido detenido, como ya adelantamos, cerca de Dunkerke en julio de 1669 sobre la base de una carta secreta, en la que Jean–Christian Petitfils demostraba que había cometido numerosas irregularidades. Todo conduce a pensar que su arresto fue minuciosamente organizado por Louvois, entonces Secretario de Estado.

Nada se sabe, sin embargo, de este Dauger. En la carta que envía a Saint–Mars para hacer preparar su prisión en Pignerol, Louvois indica: sólo es un valet. Pero Dauger sabía leer, puesto que fue autorizado a recibir libros piadosos. Si la identificación entre la Máscara y Dauger, es desde entonces la más generalmente admitida; las especulaciones se centrarían sobre su verdadera identidad y sobre el gran secreto que conocía.

Louis d’Augier, Marqués de Cavoye

Eustache de Cavoye

Según Maurice Duvivier, Dauger sería Eustache de Cavoye, encarcelado por haber sido uno de los autores del Affaire des Poisons - Asunto de los Venenos; una serie de envenenamientos ocurridos entre 1679 y 1682, durante el reinado de Louis XIV, que conmovieron París y la Corte, en el que estuvieron implicados algunos personajes eminentes de la aristocracia, creando primero un clima de histeria y después, de Caza de Brujas. Sería conocido en la causa como el cirujano Auger.

Según Rupert Furneaux -The man behind the mask, 1954-, Louis XIII sería el padre de Louis y Eustache Oger de Cavoye. Furneaux encontró un retrato de Louis Oger de Cavoye, cuyo parecido con Louis XIV sería la prueba de un lazo de sangre entre el rey y los dos hermanos.

Pero según Marie-Madeleine Mast –Le Masque de fer, une solution révolutionnaire, 1974-, François de Cavoye, casado con una dama de honor de la reina -Marie de Lort de Sérignan-, y capitán de los Mosqueteros de Richelieu, sería amante ocasional de Ana de Austria y verdadero padre de Louis XIV. Así, Eustache Dauger de Cavoye, nacido el 30 de agosto de 1637, sería medio hermano de Louis XIV –los dos hijos del mismo padre, que no sería Louis XIII, pero no la misma madre-. Su asombroso parecido con el monarca explicaría la rotunda necesidad de ocultar su rostro ante todo el mundo.

Según Jean d'Aillon -Le Dernier Secret de Richelieu, de 1998-, Anne d'Autriche habría estado embarazada dos veces de François Dauger de Cavoye, con la complicidad de Richelieu, trayendo poniendo finalmente al mundo –al cabo de 23 años de matrimonio con Louis XIII–, a Louis XIV y a Philippe d'Orléans, ambos, hijos Cavoye y no del Bourbon

Además, François de Cavoye era ya padre de dos hijos, Louis y Eustache, que se parecían sorprendentemente al rey. Una confidencia de su padre lo habría desencadenado todo. La cuestión, según Jean d'Aillon, es, pues, saber si Eustache Dauger era Eustache Dauger de Cavoye, el hermano de l'Ami du Roy, Louis de Cavoye, que había desaparecido –justamente–, en julio de 1669. Para Jean d'Aillon, Eustache fue probablemente encarcelado por haber tratado de amenazar al rey, Louis XIV, con revelar que era su medio hermano, y que él mismo no era hijo de Louis XIII. 

La Máscara de Hierro, pues, se haría entonces necesaria para que nadie descubriera el parecido, pues Eustache se parecía mucho más al rey, que su hermano Philippe. Louis XIV no podía matarlo, porque eran hermanos y, por la misma razón, colmaría de favores a su segundo medio hermano, Louis de Cavoye.

En su libro Petites histoires de l'art dentaire d'hier et d'aujourd'hui, publicado en 2006, Henri Lamendin retoma la tesis de Marie Madeleine Mast. Hablando del embarazo de Ana de Austria, escribe que: durante el tiempo del embarazo, vivían, entre otros, en el entorno de la reina, una de sus damas de honor, con su marido, François Dauger de Cavoye, que tenían ya ocho hijos. Sería otra pista acerca de la paternidad del heredero al que al que ya no se esperaba. 

Los retratos de Louis XIV y de Louis Dauger de Cavoye atestiguan el sorprendente parecido de los tres: el mismo diseño de la boca, y un hoyuelo idéntico bajo el labio inferior. En cambio, no se pueden imaginar caras más diferentes que las de Louis XIII y de Louis XIV.

Además; nunca volvió a encontrarse el rastro de Eustache Dauger de Cavoye, habiendo desaparecido completamente y del que nadie supo qué había sido.

Las teorías de Duvivier, Furneaux, d'Aillon y Mast, tienen en común el hecho de considerar que Eustache Dauger -o d'Oger o Oger, o d’Auger- de Cavoye y Eustache Dauger de Pignerol son la misma persona. El historiador Maurice Duvivier descubrió el registro de bautismo de Eustache Dauger de Cavoye.

Registro de Saint–Eustache. El 18 de febrero de 1639, fue bautizado Eustache, nacido el 30 de agosto de 1637, hijo de François Dauger, escudero, señor de Cavouet, capitán de los mosqueteros de Monseñor el Cardenal de Richelieu, y de la señora Marie de Sérignan, que viven en la rue des Bons Enfants.

Se sabe de Eustache que, en 1659 también participó en la sonada Orgie de Roissy, organizada por Roger de Bussy-Rabutin en su castillo de Roissy, precisamente, durante la Semana Santa de 1659, lo que provocó enorme escándalo, y le valió el exilio a Roger de Bussy, por orden de Mazarino. 

Igualmente está registrado que en 1665, Eustache mató a un paje, lo que provocó el rechazo de la familia, que lo desheredó, lo que ocurría cuatro años antes de su entrada en Pignerol. 

De todos modos, como toda teoría tiene su réplica, esta también la tiene; oficialmente, Eustache Dauger de Cavoye moriría en la prisión de Saint-Lazare en 1680, es decir, siete años antes de la aparición de toda noticia sobre la entrada de la máscara en prisión.

Cuando preparaba su Siglo de Luis XIV, Voltaire se puso en contacto con el sabio Abad Jean-Baptiste Du Bos, académico y antiguo colaborador en Asuntos Exteriores, recibió una carta suya en la que le advertía que el hombre enmascarado no era sino un criado de Fouquet, que si podía demostrarlo, que lo escribiera, de lo contrario, si vuestras pruebas no son convincentes, mi sentimiento sería que no desenmascaréis a ese hombre; lo que yo he oído decir de su estado, no debe ser confiado al papel.

***

El Rey Sol, no estaba en el mundo para que nadie le hiciera sombra; sus métodos policiales y judiciales son sobradamente conocidos y el enmascarado no sería el único hombre encerrado en secreto, porque esto constituía una práctica habitual. El sospechoso desaparecía de un día para otro; nadie era informado de su suerte y podía morir en prisión sin que nadie lo supiera. Por otra parte, la vida en la corte francesa, no era precisamente ejemplar y los affaires amorosos se multiplicaban siguiendo el real ejemplo. 

La otra cara de Luis XIV sería su extrema vanidad. Según testigos de la corte, los halagos le derretían, añadiéndose incluso, que cuanto más burdos fueran, más emoción le provocaban. No en vano se hizo retratar como un dios griego, lo que demuestra que el concepto que tenía de sí mismo, respondería a una apreciación divinal; algo que la adulación en la que vivió desde la infancia, no contribuyó a remediar.

La familia de Louis XIV. Luis XIV como Apolo. Jean Nocret

Característica del Sol, es que todos los planetas giren en su órbita y, curiosamente, Felipe IV, quien entregó a Luis XIV en matrimonio a su hija María Teresa, es conocido como el Rey Planeta

Finalmente, el francés pondría a su nieto, Felipe V de Borbón, en el trono de España tras la muerte de Carlos II de Austria. Pero esto forma ya parte de otra historia. 

Louis XIV, quienquiera que fuera su padre, fue un poderoso monarca y ejerció enorme influencia en el devenir de la historia contemporánea, también en España.

Louis XIV a los 54 años en el Asedio de Namur. 1692, Mignard



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