sábado, 29 de agosto de 2015

Walt Whitman • The Good Gray


West Hills, Condado de Suffolk, Nueva York, 31.5.1819
Camden, Nueva Jersey, 26.3.1892.
Walt Whitman en Julio de 1854. Grabado de Samuel Hollyer

Poeta. Su trabajo se encuentra en la evolución del trascendentalismo al realismo filosófico, aunque ambas tendencias están presentes en su obra. Whitman se sitúa entre los más importantes autores del canon estadounidense, compartiendo gloria con Edgar Allan Poe, Ralph Waldo Emerson o Emily Dickinson; siendo él mismo reconocido como padre del verso libre, cuya valoración trasciende siglos y fronteras, a pesar de que su poesía fue, en parte, cuestionada, especialmente, Hojas de hierba, a causa de su expresa sexualidad.

Trabajó como periodista, maestro, empleado del gobierno y enfermero voluntario durante la Guerra Civil estadounidense, fórmula que le permitió colaborar cuanto pudo a favor de la paz, sin verse obligado a empuñar armas. 

La primera edición de Hojas de hierba, su obra maestra, apareció en 1855, costeada por él mismo.


Tenía entonces 36 años –en la fotografía–, y su libro contenía 12 poemas, que corrigió y aumentó, progresivamente, hasta la edición de 1892, que ya ofrecía 389 poemas, y fue la definitiva; Whitman tenía para entonces 72 años, y llegaba al final de su propia existencia. Su celebridad ya era inmensa y su funeral se convirtió en un evento público. El poeta francés Guillaume Apollinaire, 1880-1918, escribió que un testigo del evento se lo había descrito con detalle y así lo transmitía: Fue una gran fiesta popular.

Walt Whitman, the good gray, tomó, él mismo, las disposiciones para sus funerales. Secretamente, había guardado suficiente dinero para hacerse construir una tumba francamente fea que, sin duda, había diseñado él mismo. Creo que la suma ascendía a veinte mil francos. Después de su muerte fue alquilado un gran terreno que con frecuencia servía para que acamparan en él los circos ambulantes;  se cerró con una empalizada pintada de verde. Dentro de él fueron construidos tres pabellones: uno para el cuerpo de Whitman, otro para la barbacoa y el tercero para las bebidas: grandes barricas de whisky, cerveza, limonada y agua pura.


Tres mil quinientas personas, hombres, mujeres y niños, asistieron, sin invitación, a estos funerales cerca de Camden -Nueva Jersey-.

Tres grandes bandas uniformadas tocaban por turno y todos aquellos a quienes Walt había conocido estaban allí: poetas, sabios, periodistas de Nueva York, políticos venidos de Washington, veteranos de guerra, inválidos del Norte y del Sur, campesinos, pescadores de ostras de su lugar natal, stage drivers -de Broadway, negros, ex amantes y comerados -esta palabra, que él creía española, le servía para designar a los jovenzuelos que había amado en su vejez-. Médicos de la guerra, enfermeros y enfermeras, familiares de los heridos y muertos de la contienda, y en fin, todas las gentes a las que Whitman había conocido o con quienes había tenido correspondencia.

Sus amores; entre ellos Peter Connelly, un irlandés conductor de tranvía en Washington primero y luego en Filadelfia, a quien Whitman había amado más que a nada en el mundo; todos recordaban haber visto a los dos, sentados al borde de la acera, comiendo sandía. Quizás por ello, en esta fiesta funeral, había sandía por todas partes a disposición de los asistentes.

Los discursos no estaban preparados; hablaba quien quisiera, subido en una silla o una mesa, casi siempre criticando a los detractores del poeta. Asimismo se leyeron numerosos telegramas –algunos en verso- enviados por poetas de América y Europa. Algunos oradores que hablaban cerca del catafalco puntualizaban sus discursos golpeando con el puño la cubierta del féretro.

Al anochecer se formó un gran cortejo precedido de músicos que tocaban ragtime. El féretro de Whitman iba cargado por seis hombres seguidos de la multitud hasta el cementerio donde la tumba se levantaba sobre una colina. La música no dejó de sonar durante toda la ceremonia.

Así fue como el más grande poeta democrático entró en su postrer recinto mientras la multitud, cantando, tomaba los tranvías para volver a Filadelfia.

El artículo publicado por F. Hopkinson Smith con motivo del fallecimiento del poeta. Titulado: Adieu, Walt Whitman!, comienza definiéndole como: 
A GREAT Man, a great American…

La sexualidad de Whitman fue muy discutida, pero, a pesar de que él fue relativamente explícito, la verdad sobre la cuestión, no ha sido desvelada hasta la fecha y no hay ningún testimonio ni documento definitivo al respecto. En realidad, dedicó la mayor parte de su atención a temas sociales y políticos, como la lucha contra la esclavitud.

Harold Bloom en su famoso Canon, dice de la poesía de Whitman, que: se niega a reconocer cualquier demarcación sexual, del mismo modo que se niega a aceptar cualquier línea fortificada que divida lo humano y lo divino.

En 1865 escribió el celebérrimo poema O Captain! My Captain! -¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!, como homenaje póstumo a Abraham Lincoln, asesinado el 15 de abril de 1865.

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Walt Whitman nació el 31 de mayo de 1819 en West Hills, un pueblo de Huntington, en Long Island. Sus padres, Walter y Louisa Van Velsor Whitman, eran simpatizantes cuáqueros. Fue el segundo de nueve hijos y recibió el nombre de Walt, para distinguirlo de su padre, quien puso a tres de sus hijos nombres de presidentes americanos: Andrew Jackson, George Washington y Thomas Jefferson.

Cuando él tenía cuatro años, la familia se trasladó a Brooklyn, cambiando frecuentemente de casa, por falta de medios económicos, algo que Whitman recordaría siempre, del mismo modo que recordaría que en 1825 –cuando tenía cinco años- durante la celebración del 4 de julio, fue levantado en el aire y besado por el Marqués de Lafayette, distinguido colaborador francés en la lucha por la independencia americana.

El Marqués de Lafayette en 1791. Le Héros des Deux Mondes
Obra de Joseph-Désiré Court

A los once años dejó el colegio y empezó a trabajar en un despacho de abogados, para pasar después, como aprendiz, al semanario de Long Island, The Patriot, donde aprendió los fundamentos de la edición y escribió sus primeros versos. Por divergencias con el editor, buscó empleo en una imprenta de Brooklyn, donde permaneció a pesar del traslado de la familia, trabajando a la vez en la tienda del editor del semanario The Long-Island Star. Se encargó de la librería local y empezó a participar en debates de carácter social y a asistir a representaciones teatrales, publicando por entonces sus primeros versos en el New York Mirror.

En 1835 se instaló en la ciudad de Nueva York donde trabajó como tipógrafo, si bien, coincidiendo con la crisis general de 1837 perdió el empleo, por lo que volvió a Long Island con su familia y se desempeñó como maestro, un menester que no constituía su ocupación favorita, lo que le indujo a volver a Nueva York en 1838. 

Allí fundó un periódico, The Long Islander, del que fue editor, periodista, distribuidor y, a menudo, repartidor. Apenas diez meses después lo vendió, se trasladó a Queens y trabajó en el Long Island Democrat, que también abandonó pronto, recuperando su ocupación como maestro, hasta el verano de 1841, período durante el cual publicó varios editoriales, reunidos en Sun-Down Papers- From the Desk of a Schoolmaster, para los cuales construyó un personaje específico. Sin embargo, tuvo que abandonar la escuela, al ser acusado por un pastor presbiteriano de tener relaciones con algún alumno.

Volvió a Nueva York en 1840, donde tras desempeñar algunos trabajos en prensa, editó él mismo el Aurora, desde 1842, pasando al Brooklyn Eeagle cuatro años después, con un puesto que conservó poco tiempo, a causa de sus diferencias ideológicas con el dueño del periódico, militante en el ala conservadora del partido demócrata al que el poeta también pertenecía.

Después de participar en algunos concursos poéticos, pensó en escribir sin restricciones previas, y así, en 1850 empezó Leaves of Grass - Hojas de Hierba, un poemario inmenso e intenso, en el que siguió escribiendo hasta su fallecimiento, si bien, en 1855 lanzó su primera edición del mismo, compuesta por 795 ejemplares. En la portada aparecía un retrato suyo realizado por Samuel Hollyer, grabador y fotógrafo de grandes pintores contemporáneos de Whitman, tales como Edward Burne-Jones, George Frederic Watts, Simeon Solomon, Dante Gabriel Rossetti y su obra.

George Frederic Watts, Autorretrato y Dante Gabriel Rossetti, de William Hunt.

Walt Whitman, -se definía como-: americano, uno de los duros, un cosmos, desordenado, carnal y sensual, no sentimental, no creído más importante que un hombre o una mujer aparte de ellos mismos, no más modesto que inmodesto. 

El poemario fue inmediatamente aplaudido por Ralph Waldo Emerson, que escribió una larga carta a Whitman y habló del libro públicamente con extraordinaria admiración.

Ralph Waldo Emerson. 
Boston, Massachusetts, 25.5.1803 – Concord, Massachusetts, 27.4.1882. 
Escritor, filósofo y poeta. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX, contribuyó al desarrollo del Nuevo Pensamiento.

Aquella primera edición de Hojas de hierba fue muy difundida y despertó gran interés, a pesar de que también cosechó críticas por su innovador y amplio concepto de la sexualidad, que hizo que se retrasara una segunda, que finalmente llegó a los lectores con veinte poemas más que la primera, un año después. La admiración por la poesía y la animadversión hacia su contenido, se repartieron el éxito de las siguientes ediciones.

Amos Bronson Alcott; 1799 – 1888. Profesor, escritor, filósofo, reformador y admirador de Whitman.
y
Henry David Thoreau. 1817-1862. Escritor, poeta y filósofo trascendentalista de origen puritano. Autor de Walden y La desobediencia civil. Agrimensor, Naturalista, conferenciante, fabricante de lápices; uno de los fundadores de la literatura estadounidense y gran admirador de Whitman.

Pero el éxito no constituyó una mejora económica para Whitman, que se vio obligado a desarrollar diversos trabajos en prensa, aunque es muy poco lo que se sabe de su vida en esta época, tal vez porque él mismo así lo decidió. Hasta que estalló la Guerra Civil.

W. Whitman durante la Guerra. Fot. Mathew Brady

La Guerra de Secesión, 1861-65, marcó a Whitman para siempre, como hombre y, por lo tanto, como poeta. 

En diciembre de 1862 salió en busca de su hermano George Washington Whitman, alistado con los yanquis y herido en Fredericksburg, al que encontró con vida y logró devolver a casa. Aquella búsqueda le permitió conocer a muchos soldados y, sobre todo, ver de cerca la tragedia de la guerra, cuyas terribles impresiones describió en Memoranda during the War - Diarios de la Guerra, de 1865 -un montón de pies amputados, piernas, brazos, manos, etc., todo un cargamento para un carro de un solo caballo. Cerca yacen varios cuerpos, cada uno cubierto con su manta de lana marrón.., y conformaron el alma de su poemario Drum Taps - Redobles de tambor, que más tarde incluiría en la cuarta edición de Hojas de Hierba, si bien los Diarios de Guerra no aparecieron publicados hasta 1891 en la llamada Death-Bed Edition – Edición del lecho de muerte, es decir, la última en su vida, de Hojas de Hierba.

Consideraba Whitman que la experiencia vivida durante aquellos terribles años, constituía en cierto modo, la razón de su existencia. Cada palabra de los Diarios y los Tambores, es urgente y conmovedora, y el conjunto está cargado de emoción y humanidad, donde el poeta que se cantaba a sí mismo, desaparece del primer plano, para dar espacio a la más luminosa filantropía, a pesar del horror y la muerte.

Sobre la imagen omnipresente de Abraham Lincoln, y guiado por un ilimitado afán conciliador, Whitman convierte en héroe a cada soldado, sea cual sea el bando en el que lucha. 

 Abraham Lincoln. 
Kentucky, 12 de febrero de 1809-Washington D. C., 15 de abril de 1865

…Lincoln, con su rostro cortado por líneas profundas, sus ojos grandes, amables y astutos, la complexión oscura y el tinte de melancolía lúgubre que lo empapa todo. Y cada vez más, en mis recuerdos de aquella época y a través de los innumerables y variados océanos y de torbellinos lóbregos, aparece la resolución central y severa del pueblo medio americano, animado en el alma por un propósito definido, aunque fluido y arrollador como una gran tormenta.

Desde finales de 1863, y en medio de grandes dificultades para encontrar trabajo –en ocasiones era despedido a causa de su libro-, tuvo que hacer frente a graves problemas familiares. Tras la prisión en otoño de su hermano George, otro hermano, Andrew Jackson, moría de tuberculosis y alcoholismo. Finalmente, se vio obligado a internar a Jesse a causa de una grave enfermedad mental.

A principios de 1865 su suerte cambió de signo, encontrando un trabajo bien pagado en la oficina de Asuntos Indios del Departamento de Interior, y su hermano George era liberado poco después, aunque tuvo que ser licenciado del ejército a causa de su malísimo estado de salud. 

En mayo, publicó Drum Taps - Redobles de tambor.

Beat! Beat! Drums!

¡REDOBLAD, REDOBLAD, TAMBORES! 

¡Redoblad, redoblad, tambores! ¡Soplad, trompetas, soplad! 
Por las ventanas –por las puertas- precipitaos con fuerza irresistible,
Dentro de la solemne iglesia y dispersad a la congregación, 
Dentro de la escuela donde estudia el letrado; 
No dejéis tranquilo al recién casado -no ha de tener ahora gozo con su mujer, 
Ni dejéis en paz al pacífico labrador, que ara su campo o recolecta sus granos, 
Furiosamente tronad y golpead, tambores -agudamente sonad, trompetas. 

¡Redoblad, redoblad, tambores! -¡Sonad, trompetas, sonad! 
Sobre el tráfico de las ciudades -sobre el ruido de las ruedas en las calles. 
¿Están las camas preparadas para los durmientes esta noche en las casas? Los durmientes no deben dormir en esas camas,
No sea hoy día de negocios ni negociantes -ni brokers ni especuladores -¿Querrán ellos continuar? 
¿Querrán los habladores hablar? ¿Y el cantor continuar su canto? 
¿Querrá el abogado levantarse para exponer su caso ante el juez? 
Entonces, redoblad más rápido y más fuerte, tambores -sonad con más energía, trompetas.

¡Redoblad, redoblad, tambores! -¡Soplad con estridencia, trompetas! 
No parlamentéis -no os paréis a increpar, 
No os importen los tímidos -no os importen las lágrimas ni los ruegos, 
No os importe el anciano reclamando al joven, 
Que no se oigan la voz del niño ni las súplicas de la madre, 
Haced que las andas sacudan a los muertos, allí donde esperan a los ataúdes, 
Así pues, con fuerza golpead, oh, terribles tambores –soplad alto, trompetas.

Pero los buenos vientos cesaron durante el verano, y en junio, Whitman fue de nuevo despedido, aunque su amigo O’Connor logró que se le readmitiera en otra oficina. El mismo amigo, para reivindicar su imagen, escribió El Buen Gris –The Good Gray, ya en enero de 1866, en el que presentaba a su amigo como el mejor patriota y cuyo título llegó a convertirse en una especie de apodo, que aumentó notablemente la fama de Whitman, al coincidir con la publicación de ¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!, en recuerdo y homenaje a Abraham Lincoln.

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Muerte del Presidente Lincoln. ¡Hoy, 14 de abril –1865–, parece un día agradable en todo el país, la atmósfera moral también es agradable, la larga tormenta, tan oscura, tan fratricida y llena de dudas, presagios y malos augurios, por fin ha finalizado a la salida del sol con una victoria nacional tan absoluta y un desmoronamiento del Secesionismo tan total que es como para dudar de nuestros sentidos! Lee ha capitulado bajo el manzano de Appomatax. […] El día, como digo, era propicio. Habían salido las primeras hierbas y flores. (Recuerdo el sitio exacto donde estaba, con la estación avanzada y muchas lilas en flor. Por uno de esos caprichos que dan color a los sucesos, aunque sin formar parte de ellos, recordaré siempre ese día de la gran tragedia por la vista y el olor de estas flores, y nunca me falla). Pero no debo quedarme en las anécdotas. El hecho apremia. 

El popular periódico de la tarde de Washington, el pequeño Evening Star, ha llenado toda su tercera página, dividida entre anuncios sensacionalistas en cien lugares diferentes, El Presidente y su Señora estarán en el teatro esta tarde... […] El Presidente llegó a tiempo y, con su señora, presenció la obra desde uno de los palcos del segundo piso, dos convertidos en uno y profusamente adornados con la bandera de la nación. Los actos y escenas de la obra, una composición sin interés... (“Nuestro primo americano").

La obra había progresado, quizá un par de actos, cuando en medio de esta comedia, tragedia o como quiera que se llamara y, como conclusión, al igual que sucede en la mímica de estos pobres bufones de la naturaleza o de la gran musa, llega interpolada esa escena imposible de describir (porque para la mayoría era poco más que una impresión, un sueño, un borrón) y sin embargo voy a describirla... Hay un momento de la obra que representa a un salón moderno en el que a dos señoras inglesas, por demás extrañas, se les informa de la llegada de un inaudito yanqui sin fortuna y por consiguiente sin el menor interés matrimonial. Al acabar los comentarios, sale el trío de escena, dejándola vacía unos momentos. 

Fue en ese instante cuando sucedió el asesinato de Lincoln. Grande como fue este hecho fundamental, con todas sus implicaciones presentes y futuras en la política, historia y arte del Nuevo Mundo, este hecho, el asesinato, sucedido con la tranquila simplicidad de lo más corriente, como el estallido de una yema o de una vaina en la vegetación, por ejemplo. 

Tras el general susurro, que siguió a la pausa, con el cambio de posiciones, llegó el sonido sordo de un disparo de pistola que ni siquiera oyeron cien personas y, sin embargo, sucedió un silencio, un estremecimiento vago y, luego, en el palco del Presidente, adornado con cortinas, barras y estrellas, una repentina figura, un hombre que alza las manos y los pies, se levanta sobre la barandilla y salta al escenario (a una distancia de catorce o quince pies), cae al suelo, engancha la suela de su bota en las cortinas (la bandera americana), cae sobre su rodilla, se recobra rápidamente, se alza como si nada hubiera sucedido (realmente se retuerce el tobillo, sin que nadie se diera cuenta), y de esta forma la figura, Booth, el asesino, vestido totalmente de negro, con la cabeza al descubierto, el pelo reluciente y negro, los ojos brillantes e iluminados con la resolución de un animal enloquecido, aunque con cierta extraña calma, sostiene en alto un enorme cuchillo en una mano y luego camina cerca de las luces del suelo, se vuelve hacia la audiencia y, con el rostro de una belleza estatuaria iluminada por aquellos ojos de basilisco, que destellan desesperación, quizá con insania, lanza con voz firme y segura las palabras, Sic semper tyrannis –Así siempre los tiranos-; luego camina con paso ni lento ni rápido diagonalmente hacia el fondo del escenario y desaparece... 

[…] Y en medio de ese pandemonio nocturno de odio sin sentido, los furiosos soldados, los espectadores y la multitud, el escenario y todos los actores y actrices, pinturas, lentejuelas y luces, la sangre de sus venas, la mejor y más dulce de país, chorrean silenciosas y el flujo de la muerte asoma sus burbujas en los labios. Tales eventos, trazados a volapié, fueron los sucesos que acompañaron la muerte del Presidente Lincoln, arrebatado por un crimen repentino y horroroso. 

Aunque muerto sin dolor. Deja para la historia y la biografía no sólo su recuerdo más dramático; también nos deja, en mi opinión, la personalidad más grande, la mejor, la más característica y artística de América. 

El millón de muertos, también recordados. Los muertos en esta guerra yacen esparcidos por los campos, bosques, valles y campos de batalla del Sur, en Virginia, en la Península, en Marvern Hill y en Fair Oaks, en los márgenes del Chickahominy, en las terrazas de Fredericksburg, bajo el puente de Antietam, en los pavorosos cañones de Manassas, en las ensangrentadas praderas de Wilderness, además de los muertos sin sepultura […] (ni el infierno descrito por Dante y todos sus horrores, degradación y sucios tormentos pueden superar a aquellas prisiones), muertos, muertos y más muertos, nuestros muertos del Sur y del Norte, todos nuestros (todos, todos, todos, tan queridos por mí), del Este o del Oeste, de la costa atlántica, de los valles del Mississipi. 

Y hoy, al pensamiento de ellos y de estas tumbas, al recuerdo de todos los muertos de la guerra, del Norte y del Sur, como en un altar, cierro mi libro y se lo dedico.

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O Captain my Captain! our fearful trip is done…

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! Nuestro temible viaje ha terminado.
El buque ha superado todos los obstáculos, el premio que buscamos está ganado;
El puerto está cerca, oigo las campanas, la gente es feliz,
Mientras los ojos siguen la firme quilla, la nave severa y audaz.
            Pero ¡Oh corazón!¡corazón!¡corazón!
                     oh, las rojas gotas que caen,
                              en el lugar de la cubierta donde mi Capitán yace,
                                     caído, frío y muerto.
      
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
Levántate, es por ti por quien izan la bandera –por ti resuenan las trompetas;
Para ti ramos y cintas de coronas - por ti la playa es una multitud,
Moviendo sus rostros esperanzados.
           ¡Aquí Capitán!¡padre querido!
                     Mi brazo bajo tu cabeza;
                              Parece un sueño, que sobre la cubierta,
                                     Hayas caído frío y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios están pálidos e inmóviles;
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
La nave está anclada y a salvo, su viaje se ha hecho y completado;
Tras el temido viaje, la nave victoriosa, vuelve con su objetivo cumplido,
            Alegraos, oh playas y tañed, oh campanas!
                     Pero yo, con tristes pasos
                              Recorro la cubierta donde mi Capitán yace,
                                       Caído frío y muerto 

Walt Whitman, 9 de Marzo de 1887
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En febrero de 1868 los poemas de Walt Whitman se publicaron en Inglaterra por iniciativa de William Rossetti, quien introdujo algunos pequeños cambios, que Whitman aprobó, aunque con cierto disgusto. La edición se popularizó en Inglaterra, gracias al apoyo de la famosa escritora británica Anne Gilchirst

William Michael Rossetti. 1829 – 1919
Escritor y crítico. Hijo del Profesor inmigrante italiano Gabriele Rossetti y de su esposa Frances Rossetti, nacida Polidori, y hermano del pintor Dante Gabriel Rossetti. Fue uno de los siete miembros fundadores de la Hermandad Pre-Raphaelite en 1848.

Anne Gilchirst
Tras una apasionada lectura de Hojas de Hierba, de Walt Whitman, en 1869, abandonó Inglaterra con tres de sus hijos y llegó a Filadelfia en 1876, decidida a ser la mujer y eterna compañera del poeta americano. Cuando leí los divinos poemas, me sentí completamente rendida a tu amor-, escribió a Whitman en octubre de 1871. 
(The Douglas Archives).

1869

Una nueva edición ampliada de Hojas de hierba salió a la luz en 1871. Mientras su celebridad crecía internacionalmente, permaneció en su puesto trabajando para el Fiscal General. Pasó gran parte del año 1872 cuidando de su madre enferma, ya de casi ochenta años, a la que sólo quedaba uno de vida, mientras el poeta se restablecía de un ataque cardiovascular, que le decidió a instalarse en casa de sus hermanos hasta curarse de la enfermedad y de la depresión derivada de la misma.

Allí, en Candem, donde vivía con su hermano Edward, imposibilitado desde su nacimiento, de nuevo los buenos vientos volvieron a estimular en él la creación poética. Publicó tres versiones de Hojas de hierba, corregidas y aumentadas sucesivamente y aquel mismo año recibió la visita del escritor Oscar Wilde y del pintor Thomas Eakins.

Oscar Wilde.  Dublín, 16.10.1854 - París, 30.11.1900

Thomas Eakins.  Filadelfia, 25.7.1844 – 25.6.1916. Autorretrato

A principios de 1885, Mary Oakes Davis, una vecina suya, viuda de un capitán de marina, se fue a vivir en compañía del poeta, en la casa que acababa de comprar. Mary llevó consigo su gato, un perro, dos tortugas, un canario y otros animales domésticos y ejerció todas las tareas de ama de llaves, a modo de alquiler. En medio de aquella tranquilidad, Whitman preparó otra edición de Hojas de Hierba, que publicó en 1889.

1887

Llegaba a su fin el año 1891, tenía Whitman 72 años y decidió preparar la que sería la edición definitiva de su gran poemario, la que conocemos como Del lecho de muerte:

Hojas de hierba al fin completo, después de treinta y tres años de mutilaciones, en todos los tiempos y humores de mi vida, en clima pobre y completo, en todas partes de la tierra, en paz y en guerra, joven y anciano. 

Fue entonces cuando encargó la construcción del mausoleo de granito, con forma de casita baja, cuyos avances siguió con gran cuidado. Finalmente, el mausoleo constituiría la última morada de casi toda su familia. 

En sus últimos días se quejaba del sufrimiento que le provocaba la monotonía sin escapatoria del dolor. Murió en marzo de 1892. Su gran amigo, el orador Robert Ingersoll, pronunció el discurso fúnebre. 

Robert Green Ingersoll. 1833–1899. 
Más conocido como Bob Ingersoll. Veterano de la Guerra Civil, fue abogado, líder político y orador en la Edad de Oro del librepensamiento. Es recordado por su gran cultura y su defensa del agnosticismo y reconocido como El Gran Agnóstico. Tuvo una profunda amistad con Whitman, quien lo consideraba el mejor orador de su época:

No debería sorprender que me sienta emparentado con Ingersoll, porque él es Hojas de Hierba. Él vive y personifica, la individualidad que yo predico. Veo en Bob el más noble ejemplar con la esencia estadounidense pura de esta tierra, expandiendo, dando y exigiendo luz.
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Whitman cantó con generosidad y optimismo, a su propia persona, al cuerpo humano, a la fraternidad y a la democracia, a la vida y a la muerte, y con ello ejerció una grande y nueva influencia dentro y fuera de su país, algo que evidenciaron y reconocieron escritores como Rubén Darío, Wallace Stevens, León Felipe, D.H. Lawrence, T.S. Eliot, Fernando Pessoa, Pablo de Rokha, Federico García Lorca, Hart Crane, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Allen Ginsberg, John Ashbery, y muchos autores más. 


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El compositor británico Ralph Vaughan Williams puso música a algunos fragmentos del poemario Hojas de Hierba, creando su Sinfonía nº 1; A Sea Symhpony. Aunque la poesía de Whitman aún no era muy conocida en Inglaterra, Vaughan Williams se sintió atraído por su capacidad para hacer trascendente cuanto describía, tanto en el aspecto metafísico como en el estrictamente humanista.


               1er. Mov.: Song of the Exposition and Song for all Seas, all Ships.
                          Canción para todos los mares, para todos los navíos.
               2º Mov.: On the Beach at Night Alone.
                          Por la noche en la playa, solo.
               3er Mov.: After the Sea-ship.
                          Detrás del navío
               4º Mov.: Passage to India.
                          Camino a la India.
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                         Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
                         he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
                         ni tus hombros de pana gastados por la luna.

Oda a Walt Whitman. F. García Lorca

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2 comentarios:

  1. Un precioso trabajo digno de ser enmarcado. Enhorabuena.

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  2. Gracias, amigo. Tus palabras se quedan en mi alma.
    Un saludo muy cordial. Clara.

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