martes, 26 de marzo de 2019

GRANDES COMPOSITORES DEL RENACIMIENTO ESPAÑOL EN HONG KONG



- EL EVENTO: Marzo 2019
- INTÉRPRETES: ENSEMBLE VOCAL “QUONDAM”
- PROGRAMA: GRANDES COMPOSITORES ESPAÑOLES DEL SIGLO XVI

Hong Kong, Wetland Park



Rupert Damerell: Director, Cantor y Organista

Rupert Damerell inició su experiencia musical a los 8 años en el Coro de la Capilla del Castillo de Windsor, donde también empezó los estudios de órgano a los 10 años, prosiguiendo su formación musical durante todo el período escolar en Eton. Estudió después violín en la escuela Julliard en Nueva York, y formó parte de la Orquesta Joven Nacional de Gran Bretaña.

Durante su etapa universitaria formó parte del Coro del King’s College de Cambridge, con el que participó en numerosas grabaciones, cantando posteriormente con el Coro de la Abadía de Westminster, Catedral de Westminster, Catedral de San Pablo de Londres, Catedral Americana de París y otras importantes iglesias e Instituciones. 

Es Licenciado en Musicología por la Universidad de Cambridge y Organista por el Royal College of Organists de Londres. Actualmente, es director de distintos coros y grupos y dirige y promueve cursos sobre música. Es Director Musical del Festival de Música Vocal de Las Navas del Marqués desde su creación en 2010.

En la presente ocasión ha dirigido al Ensemble Quondam, que, como artísticos embajadores, han hecho oír en Hong Kong, algunas de las piezas más sobresalientes de cuatro de los mejores compositores españoles del siglo XVI, de los que vamos a ocuparnos detenidamente, no sin antes ofrecer un cálido y emocionado aplauso, tanto al Director, como a los componentes del grupo.

Quondam cuenta con algunos de los mejores cantantes profesionales españoles y europeos dirigidos por el Maestro Rupert Damerell y forma parte del proyecto de Zenobia Música, entidad especializada en la formación musical vocal y en la interpretación de música antigua.


Quondam lidera el proyecto #18Victoria20 que, impulsado por Patrimonio Nacional y Zenobia Música, pretende conseguir que se interpreten las 20 Misas de Victoria entre 2018 y 2020 en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, en el que ya han ofrecido un concierto.


Después de la presente actuación en el Festival Internacional en Asia, el grupo tiene previsto actuar bajo la Dirección de Peter Phillips -Director de los Tallis Scholars- en nuevas apariciones relacionadas con la obra de Victoria y compositores del Renacimiento español.

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CUATRO GRANDES COMPOSITORES ESPAÑOLES del SIGLO XVI 
en el PROGRAMA

9 de marzo de 2019



CRISTÓBAL DE MORALES

Cristóbal de Morales

Nacido en Sevilla, en 1500, fue Religioso y Maestro de Capilla, y es el principal representante de la escuela polifonista andaluza del Renacimiento. 

Fue Niño Cantor en la Catedral de Sevilla, con el poeta y Maestro de Capilla Pedro Fernández de Castilleja y con el célebre Francisco de Peñalosa, que adoptó la técnica flamenca. 

Desde 1526, fue él mismo maestro de capilla de la catedral de Ávila y en 1529, en la de Plasencia, hasta 1532.

Cantante destacado, en Roma, Pablo III le hizo entrar en el coro papal, en el que permaneció hasta 1545; período en que coincidió con algunos de los más notables compositores del momento, miembros también del coro, como Costanzo Festa, Jacques Arcadelt o Nicolas Gombert, con el que publicó muchas de sus obras en ediciones conjuntas.

En 1545 volvió a España, y ocupó la vacante de Maestro del Coro de la catedral de Toledo, donde enseñó (1545-46) a Francisco Guerrero, todavía un adolescente, que también se convertiría en un gran maestro. 


Los últimos años vivió en Marchena, al servicio del Duque de Arcos y, finalmente, en 1551, pasó a Málaga, donde parece que tuvo ciertos conflictos con el cabildo de la catedral, de la que era Maestro de Capilla. Se dice que tenía un carácter difícil; que era incapaz de comprender a aquellos cuyo talento considerara insuficiente y que exigía demasiado a los cantores, por lo que sus patronos lo consideraron arrogante en exceso. Con todo, ese supuesto mal carácter no afectó a la recepción de su música, pues desde mediados del siglo XVI, en su época, ya fue considerado como uno de los mejores compositores de Europa. 

El 4 de septiembre de 1553 solicitó el cargo de maestro de capilla de la catedral de Toledo, pero murió poco después, en Marchena. 

Una parte de la investigación considera que, en realidad, era un espíritu místico, comparable con Santa Teresa, lo que impregnaría su obra de una espiritualidad de carácter netamente hispano; carácter áspero, o elevación mística, muy difíciles de probar hoy. 

Lo que sí demuestra su obra, sin discusión, es que fue un músico genial, que ejerció una enorme y valiosa influencia en la obra polifónica de compositores posteriores, como Palestrina, Victoria, y Guerrero, quien aseguró honrosamente, que de Morales había aprendido lo suficiente como “... para poder emprender cualquier magisterio”. 

En términos actuales, se puede decir que su obra alcanzó inmediatamente un enorme éxito internacional que, además, pervivió durante los siglos siguientes y hoy la podemos escuchar como un hermoso presente.

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FRANCISCO GUERRERO


Francisco Pacheco: Descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, Sevilla, s. d., 1599

Pacheco sobre Guerrero

Francisco Guerrero, nació y falleció en Sevilla, 1528-1599. Fue sacerdote y maestro de capilla y con Tomás Luis de Victoria y Cristóbal de Morales, uno de los grandes compositores de la música sacra española del Renacimiento y de todos los tiempos.

Recibió su primera formación musical en el coro de la catedral de Sevilla, de su hermano Pedro y del poeta y maestro de capilla Pedro Fernández de Castilleja. Entre 1545-46, se formó con Cristóbal de Morales en la catedral de Toledo, hasta que, en 1546, a los 17 años, fue nombrado maestro de capilla de la catedral de Jaén, donde vivió hasta 1549, año en que volvió a Sevilla como prebendado de su catedral. 

Antes de cumplir los treinta años ya contaba con una reputación excepcional y su obra se publicaba en el extranjero. A la muerte de Cristóbal de Morales, quedó vacante el puesto de maestro de capilla de la catedral de Málaga, a cuyo efecto, Guerrero opositó contra cinco rivales, entre los que se contaban, Juan Navarro Hispalensis de Marchena, maestro del mismísimo Tomás Luis de Victoria, aunque nunca llegó a residir en Málaga. Viajó por España y Portugal, al servicio del emperador Maximiliano II, antes de pasar un año en Italia entre 1581 y 1582. 

Desde el verano de 1588, hasta la primavera de 1589, viajó a Tierra Santa, cumpliendo un antiguo deseo o promesa. A la vuelta, fue hecho cautivo, pero pronto fue rescatado. Él mismo describió la aventura en el interesante Viage de Hierusalem, publicado en Valencia en 1590, alcanzando un éxito sobresaliente.

BNE: Guerrero, Francisco (Sevilla, 1528 - 1559). Viage de Ierusalem / que hizo Francisco Guerrero, Racionero y Maestro de Capilla de la Santa Yglesia de Seuilla ; dirigido al ... señor don Rodrigo de Castro .... - En Seuilla : por Pedro Gomez ..., 1634.

Sin embargo, contrajo importantes deudas a cuenta de la impresión y publicación de esta y otras obras, lo que le costó la entrada en la cárcel de Sevilla, en agosto de 1591, aunque tampoco permaneció allí mucho tiempo, pues el cabildo sevillano, para poder contar con sus servicios, se hizo cargo de las deudas, y le contrató para el coro de la catedral, puesto que desempeñó hasta su fallecimiento, en 1599, a causa de la peste.

Guerrero pasó más tiempo en España que Victoria o Morales, que residieron sobre todo, en Italia, y a diferencia de ellos, también compuso más obras profanas instrumentales, además de las obras vocales sacras, pasando con facilidad y maestría del espíritu místico, a la mayor alegría, o, en ocasiones, a la desesperación. Además de músico, Guerrero fue miembro del Santo Oficio. 

Prefería las texturas homofónicas, con una voz dominante y otras subordinadas. Uno de sus Magnificat, cuya partitura apareció en Lima, fue considerada durante mucho tiempo, una creación del siglo XVIII, lo que significa que Guerrero se anticipó a su tiempo.

Su obra más importante compone un catálogo de 16 misas, 2 oficios de difuntos, 34 himnos, alrededor de 105 motetes, y un notable ciclo de Magnificat. 

Apodado "el dulce" y "el enamorado del Dios Niño", junto con Tomás Luis de Victoria y Cristóbal Morales, representa, sin duda, la cumbre de la polifonía religiosa española, pero también es clasificado como modelo renacentista del artista total, dada su dedicación a distintas actividades, además de la composición.

Su infancia y juventud transcurrieron bajo el reinado de Carlos I, un gran admirador de la polifonía flamenca. Alrededor del 1557-58, cuando don Carlos ya estaba recluido en Yuste, Guerrero le ofreció un cuaderno manuscrito con una misa. Cuenta Prudencio de Sandoval que el emperador -que había tardado en aprender castellano, pero que al final lo dominó en su uso más popular-, exclamó: "¡Oh, hi de puta, qué sotil ladrón es ese Guerrero, que tal paso de fulano y tal de zutano hurtó!".

En 1549 Guerrero volvió a Sevilla como cantor de la catedral, con la promesa de que obtendría el cargo de maestro, sustituyendo a Pedro Fernández de Castilleja. Al parecer, las condiciones no se cumplieron y Guerrero opositó a una plaza en Málaga, que ganó. Acto seguido, el cabildo de Sevilla, accedió a todas sus demandas, con tal de que no se marchara. Así, obtuvo la plaza oficialmente, en 1554, siendo nombrado definitivamente Maestro de Capilla en 1574.

En 1561 fue recibido por Felipe II, del que obtuvo fondos para publicar sus Magníficat, que después dedicó al monarca. Y ya en 1570, le acompañó a Segovia, donde don Felipe recibió a la que sería su cuarta y última esposa, su sobrina Ana de Austria.

En 1566 visitó a don Sebastián de Portugal, al que regaló un ejemplar dedicado de su Liber primus missarum

En 1582 viajó también a Roma para entrevistarse con el papa Gregorio XIII, al que dedicó su Missarum liber secundus, que contenía la misa Ecce sacerdos magnus, que dedicó al pontífice. 

El cardenal Rodrigo de Castro, arzobispo de Sevilla entre 1582 y 1600, quien "se interesó más activamente por el bienestar de los músicos que ningún otro prelado español de su época", fue su principal valedor; Guerrero le dedicó sus Canciones y Villanescas espirituales, en 1589, además de un ejemplar de su interesante Viaje de Jerusalem.

Pacheco, sobre Guerrero

Francisco Pacheco, sobre Guerrero en:
Descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, 
Sevilla, 1599 

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ALONSO LOBO

Alonso Lobo (Osuna, hacia 1555 – Sevilla, 1617)

También músico del Renacimiento y, aunque no fue tan celebrado como Victoria, este sí declaró que lo consideraba su igual. 

Escolar en Sevilla, se tituló por la Universidad de Osuna. Habiendo sido canónigo en una iglesia de la misma ciudad, en 1591, la catedral de Sevilla lo nombró asistente de Francisco Guerrero, del que fue discípulo, y al que sustituía en ocasiones. En 1593 fue maestro de capilla en la catedral de Toledo, cargo en el que permaneció hasta 1604, año en que volvió a Sevilla. 

Lobo combina la delicada técnica del contrapunto de Palestrina con la solemne intensidad de Victoria. Su influencia atravesó fronteras, desde Portugal hasta México y su fama se mantuvo a lo largo de un siglo como una de las más importantes figuras de la música española.

Lobo. Liber primus missarum, 1602

"Credo romano". Manuscrito conservado en El Escorial.

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11 de marzo 2019


TOMÁS LUIS DE VICTORIA



Tomás Luis de Victoria: “Clericus o presbíter abulensis” 

Al desconocer su fecha de nacimiento, se investigaron las de sus hermanos y familiares más próximos, llegando así a la conclusión de que debió nacer hacia finales del 1548 y que tenía ascendientes judeo conversos. 

A la edad de 7-8 años entró en el coro de la catedral de Ávila, y a los diez estaba integrado en la misma, con el proyecto de convertirse en sacerdote.

Los primeros conocimientos musicales los recibe allí del Maestro de Capilla Jerónimo de Espinar, pero el que realmente se encargó de su formación musical, fue el que sería Maestro de Capilla Juan Navarro Hispalensis. También aprendió con Escobedo en Segovia, y con Morales después. 

A los 19 años, se fue a Roma, con una pensión de Felipe II y entró en el Colegio Germánico, donde consolidó su vocación sacerdotal y profundizó sus conocimientos musicales, esta vez, gracias al conocido compositor Palestrina

En Roma coincidió con varios paisanos españoles, los cuales le explicaron el funcionamiento del Colegio. Para entonces, Victoria ya tenía buenos conocimientos de Gramática y de Música y sabía tocar bastante bien el órgano. Permaneció allí trece años, como capellán cantor y luego como maestro de capilla de San Apolinar.

Officium Defunctorum (1605) de Tomás Luis de Victoria

Su estilo seguía las pautas de la escuela romana de Palestrina, entre el dramatismo y el ascetismo. Comparada con la de sus contemporáneos Lasso y del propio Palestrina, la producción de Victoria es reducida. Por otra parte, y al contrario que los dos autores citados, sólo compuso música sacra: misas, motetes, himnos, salmos y magníficat. Sus profundas convicciones religiosas otorgan un carácter especial a sus obras, con gran pureza técnica, intensa calidad dramática y una expresión apasionada que algunos autores no han dudado en comparar con la que transmiten los poemas de sus contemporáneos santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. 

Además del citado Officium defunctorum, de entre sus composiciones pueden destacarse las misas Ave maris stella (1576), O magnum mysterium (1592) y Laetatus sum (1600), los motetes O vos omnes y Vidi speciosam, ambos publicados en 1572, y el monumental Officium hebdomadae sanctae (1585), destinado, como el título indica, a los oficios de Semana Santa. El motete O vos Omnes es un claro ejemplo de su forma de entender la música sacra.

Tomás Luis de Victoria: “Capellán de la Emperatriz” 

En 1569, sin dejar el Colegio Romano, se hace «Cantor» y organista de la Iglesia de los Aragoneses en Roma, Santa María de Montserrat y allí fue también maestro de capilla, al menos, hasta mediado el año 1572, año en que publicó su primera colección de motetes, que dedicó a arzobispo de Augsburgo: 

Me obligaban muchas cosas a hacer esto: primero el que para ejercer ese patrocinio que sobre mí habéis tomado, nada omitís de cuanto pueda contribuir a engrandecerme y honrarme… En segundo lugar ¿A quién era más justo que ofreciese los cantos de música y canciones piadosas, que a aquél que tiene su principal deleite en el canto y antepuso en todo el curso de su vida la devoción a las cosas divinas a todas las riquezas y a los honores? ¿Quién en justicia, debe recibir el primero fruto de mis trabajos, sino vos, quien debo el conocimiento de este Arte, si es que hay alguno en mí, o si se ha de estimar en algo? Por lo cual, tanto sobre los demás protectores os confieso deberos cuanto le es permitido deber un hombre a otro hombre. En testimonio de lo cual determiné dar a luz para pública utilidad estos mis trabajos- valgan lo que valieren- y primicias de mi ingenio, en las que va inscrito principalmente vuestro nombre.

Thomae Ludovici a Victoria Abulensis. Missarum libri duo ... 
(Dedicado) Ad Philipum Secundum Hispaniarum Regem Catholicum. Romae. M D LXXXIII. (C.E. Tomás Luis de Victoria)

Desde el día en que llegué de España a la ciudad de Roma, a más de otros nobilísimos esfuerzos y desvelos consagré al estudio de la Música. Y ya desde el principio me propuse no tan solo contentarme con su conocimiento para detenerme en proporcionar un deleite a los oídos y al espíritu, si no, mirando más allá, ser útil, en lo posible, al presente y al porvenir. Y habiéndome ejercitado en gran manera en este estudio de la Música, hacia la que me siento arrastrado como por un secreto instinto e impulso, a fin de que los frutos de mi ingenio tuviesen mayor difusión, acometí la empresa de poner en música la parte principalmente, que se celebra con más frecuencia en el culto de la Iglesia Católica.
[...]

Y habiendo mucho antes de ahora compuesto y hecho imprimir, obras que advertí fueron recibidas, con aplauso, quise ya, fatigado, para poner término a mis trabajos de compositor y cumplida ya al fin mi misión, gozar de honesto descanso entregando el espíritu a la contemplación divina –como cumple a un sacerdote- quise, repito, añadir este último fruto de mi ingenio que graves razones, no solo al darle a luz, sino también al concebirle en mi espíritu y pensamiento, me movían a ofrecerle muy principalmente a Vuestra Majestad. 

Porque después de una larga ausencia, al volver a ver el suelo de mi nacimiento, habiéndome de presentar en cumplimiento de mi deber ante vuestra real presencia en cumplimiento de mi deber ante vuestra real presencia, no debía llegar con las manos vacías sino ofreceros algún regalo, que fuese el más propio de mi profesión ministerio, y a Vuestra Majestad el más agradable. Y nada para canto y música puede proponerse a un músico más grande y de mayor majestad, que el sacrosanto misterio y sacrificio de la Misa. 

Con esto he querido poner fin a mis trabajos. Esta obra compuesta por un español, ¿A quién se la debe con más justicia que al Rey de las Españas, católico, piadoso y tan amado de Dios? […] Confío en que esta mi ofrenda no ha de ser indigna de la Real Capilla, hallándose principalmente honrada con tu nombre y protección.

Cuando la emperatriz María enviudó, se instaló en Madrid, y en mayo de 1585 Victoria entró a su servicio, como maestro de capilla del convento de las Descalzas Reales. Felipe II le nombró capellán de su hermana, dedicando un total de 24 años al convento, de los cuales, durante 17, ejerció su oficio de Capellán, hasta el fallecimiento de doña María, en 1603, convirtiéndose en organista del Convento en 1606.

Echo en falta la dulce conversación de los padres, y no estoy lejos de volver a esta santa ciudad (Roma) y morir en ella. 

Tomás Luis de Victoria. Carta a Giovanni Giovenale Ancina. 17 de Octubre de 1586.

De acuerdo con sus deseos, Victoria, había vuelto a Roma a principios de 1592, posiblemente para ocuparse de la edición de nuevas obras, pues ese mismo año, aparecía allí el segundo libro de misas -que dedicó al entonces Cardenal, Alberto-. Allí también asistió al funeral de Palestrina, en 1594, volviendo a la corte española en 1595, para continuar como organista en las Descalzas, hasta su fallecimiento, el 27 de agosto de 1611, tal como aparece reflejado en el Libro de Difuntos de la Parroquia de San Ginés.

Tomé de Victoria clérigo organista de las Descalzas en la calle del Arenal en sus mismas casas murió oy sábado 27 de agosto de 1611; enterróse en las Descalzas, recibió los Santos Sacramentos administróselos el Doctor Ronquillo, hizo testamento ante el Juan del Castillo, escribano, testamentarios el licenciado Mirueña, que bibe en las dichas en la calle del Arenal y don Juan de Triviño, que vive en las dichas casas.

En las Actas capitulares de la Catedral de Ávila, del año 1573, aparece anotado: 

Música. Libros. 
Thomé de Victoria, residente en Roma hizo presente a sus mercedes por mano de Juan Luis de Victoria, su tío, de seis cuerpos de libros de música, encuadernados que parece dicho Thomé a compuesto. Recibiéronlos y mandaron que el maestro de Capilla y músicos los prueven y hagan relación en cabildo de su parecer.

Y continúa en 4 de mayo siguiente: 

Músico Thomé de Victoria. 
A petición que se dio de parte de Thomé de Victoria para que le gratificasen los seis libros que dio de música para la Iglesia rrespondieron que por el presente no avía lugar de poderse hacer.
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El Officium Defunctorum (1605).

Se trata de la última obra de Victoria. Fue publicada en Madrid, y es generalmente considerada como su obra maestra. Compuesto para seis voces. Se lo dedicó a doña Margarita, hija de la emperatriz María de Austria, como sabemos, hermana de Felipe II, viuda, entonces, del emperador Maximiliano.

María y Margarita de Austria (14ª de sus 15 hijos, profesa en las Descalzas Reales, retratada por Andrés López Polanco.) Ambas, en Kunsthistorisches Museum, Viena.

Cuando la ex emperatriz María falleció, en febrero de 1603, Victoria compuso, en su memoria esta Misa de Réquiem, el Officium Deffunctorum, considerada por los especialistas como su obra cumbre y definida por el compositor -en la dedicatoria de su publicación, en 1605-, como su Canto del Cisne. 

Se ha escrito mucho acerca de la posible interpretación de esta pieza en las diferentes exequias celebradas por la emperatriz; primero, en el propio convento el 1 de marzo de 1603De nuevo en Las Descalzas, los días 18-19 de marzo de 1603. con la colaboración de 4 cantores de refuerzo, que llegaron de Toledo para la ocasión, los cuales, junto con los 8 canónigos encargados del canto en el convento, sumarían justamente los 12 cantores necesarios (dos por parte) para esta composición a 6 voces. 

Y, por último, otras, celebradas en la corte -entonces, establecida en Valladolid-, que empezaron el 21 de marzo de 1603 bajo la dirección musical del Maestro de Capilla de la Real Capilla, Mateo Romero.

Y se ha escrito mucho al respecto, por el hecho de que no existe documentación que demuestre estas ejecuciones, excepto las afirmaciones del propio compositor.
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El Officium Defunctorum consta de 10 secciones; además de los movimientos propios de una misa de Réquiem, excepto el Tractus y el Dies Irae, Victoria añadió tres piezas más: Taedet animam meam, la segunda lección de los maitines de Difuntos; el motete Versa est in luctum, y un Responsorio. Las dos primeras secciones, contienen textos del libro de Job.

Sobre la estructura de la pieza, conviene tener en cuenta que el criterio de ordenación en la publicación de Victoria no corresponde totalmente con su uso litúrgico.

La Lección de Maitines Tædet animam meam -1- está publicada originalmente al final de la colección, a modo casi de apéndice, aunque por tradición, en la actualidad se suele ejecutar como apertura, por lo que figura aquí en primer lugar, conforme a esta costumbre actual. También porque corresponde a un oficio que se celebra temprano el día correspondiente, antes de la misa. 

El motete, Versa est in luctum -9-, no tiene un lugar definido en la liturgia. Probablemente iría intercalado entre las secciones propias de la misa originalmente (como hace por ejemplo Juan Vásquez en su Agenda Defunctorum), aunque es frecuente, hoy, interpretarlo después de ésta, donde figura en la publicación. 

Mientras las dos secciones anteriores (Taedet animam meam y el motete, Versa est in luctum), son composiciones libres, y el resto de las secciones combinan el canto llano propio del gregoriano, monódico y de ritmo libre, con el canto polifónico, estructurado sobre un cantus firmus, es decir una melodía preexistente. El canto llano marca las divisiones de la obra, indicando el comienzo de una sección o introduciendo una parte dentro de la misma.

La parte numerada, 10 -Responsorio Libera me- era utilizado habitualmente en la absolución durante la ceremonia del enterramiento, tras la misa de difuntos (si se realizaba a continuación de esta), si bien puede tener cabida también en otros momentos de los oficios de difuntos, o de los oficios del día de Todos los Difuntos -2 de noviembre-. 

No estaba esta obra originalmente concebida como una unidad interpretativa, como ocurre con todas las misas del período, pues había numerosos cantos en gregoriano, u otras piezas en polifonía, intercaladas entre los movimientos de la misa, y otra gran cantidad de música acompañando en los oficios el lugar correspondiente a estas dos piezas. 

La secuencia de la obra, pues, según las interpretaciones actuales, es como sigue: 

Officcium defunctorum

1. Lectio: Taedet animam meam

Missa de Requiem

2. Introito: Requiem aeterman dona eis Domine/et lux perpetua luceat eis. (4 Esdr. 2:34-35; Sal. 64(65):1-2)
3. Kyrie
4. Graduale (4 Esdr. 2:34-35; Sal. 110 (111):7)
5. Ofertorio: Domine Jesu Christe, Rex gloriae, / libera animas omnium fidelium defunctorum de poenis inferni, et de profundo lacu…
6. Sanctus – Benedictus
7. Agnus Dei: Agnus Dei qui tollis peccata mundi, / miserere nobis. 
8. Communio: Lux aeterna luceat eis, Domine. / Cum sanctis tuis in aeternum, /quia pius es. 
9. Versa est in luctum
10. Libera me: Libera me, Domine, de morte aeterna, / in die illa tremenda: 

Es muy probable que, en ocasiones, las dos partes más agudas -Cantus 1 y 2- las interpretaran  niños, dado que las mujeres no podían cantar en los oficios y las voces propuestas, son demasiado agudas para ser ejecutadas por varones adultos.
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