sábado, 19 de septiembre de 2020

Fausto ● Evolución y pervivencia del mito a través de las artes ● Música: Berlioz – Gounod – Liszt

FAUSTO LITERATURA

FAUSTO PINTURA

Héctor Berlioz

Héctor Berlioz (1803-1869) por Signol, 1832. Partitura de 1846

Louis Hector Berlioz. La Côte-Saint-André, Francia, 1803-París, 1869.

Su obra, La Condenación de Fausto / La Damnation de Faust, se estrenó en París el 6 de diciembre de 1846, si bien, tres partes de la misma: la Marche Hongroise /Marcha húngara, Ballet des sylphes/Ballet de las Sílfides, y Menuet des folles/Minué de las locas, se interpretan como piezas independientes bajo el título "Tres piezas orquestales de La Damnation de Faust."

Berlioz la subtituló "Légende dramatique en quatre parties" -Leyenda dramática en cuatro partes- y escribió el libreto en colaboración con Almire Gandonnière y de Gérard de Nerval, que adaptó al francés, el Fausto, que Goethe había escrito en alemán, en 1808 y 1832.

Aunque fue creada para su interpretación coral e instrumental, después de la muerte del compositor se ha escenificado para ópera y de ballet.

En 1828, cuando tenía 24 años, Berlioz leyó la primera parte de la traducción de Gérard de Nerval, y se sintió identificado con el Fausto deseoso de trascendencia y amores, y empezó a componer algunas partes del poema, como "La Balada del Rey de Tule" de Margarita, "La Canción de la Rata" de Brander, y el "Himno Pascual", que, si bien no contaban la historia completa, recreaban el ambiente, en ocasiones, siniestro, y, en ocasiones, festivo, del poema de Goethe. Se publicaron, en 1829 como "Huit Scènes de Faust" /Ocho Escenas de Fausto; que se catalogaron como Opus 1, aunque posteriormente, un Berlioz descontento, quemó todas las copias de la edición.

Entre 1845 y 1846, viajando por Viena, París, Rouen, Praga y Breslau, volvió a intentarlo, y escribió en sus Memorias: “Yo no creaba las ideas; dejaba que ellas llegaran hasta mí, y se presentaban en el orden más imprevisto...”. Después pidió a Almire Gandonnière que le escribiera el texto para completar la obra, aunque se sabe que, al final, él mismo escribió casi todo el libreto.

Berlioz aplicó nuevas formas musicales entre la ópera y el concierto, al modo de las sinfonías, al tiempo que decidió eliminar algunos personajes, para mejor destacar a Fausto y Margarita.

Un detalle trascendente cambió el sentido de la obra de Goethe casi tadicalmente; eliminando el pacto del protagonista con el diablo, para que, a pesar de sus sueños de amor y gloria, pudiera redimir su alma en el intento de salvar la de Margarita.

El estreno en París, contra todo lo esperado por el compositor, no provocó sino indiferencia, causándole una dolorosa decepción, además de un gran fracaso económico. ”Nada en toda mi carrera artística me ha hecho sufrir más que esta inesperada indiferencia”.

Berlioz falleció en 1869, por lo que no llegó a conocer el igualmente inesperado éxito de su obra, en la misma capital francesa en la que había fracasado en su estreno, en 1877.

Memorias de Berlioz

[...] Fue durante este viaje a Austria, Hungría, Bohemia y Silesia cuando empecé a componer mi leyenda de Fausto, sobre cuyo plan había estado reflexionando durante mucho tiempo. Tan pronto como decidí llevarla a cabo, tuve que conformarme con escribir yo mismo la mayor parte del libreto también; los fragmentos de la traducción al francés del Fausto de Goethe de Gérard de Nerval, a los que ya había puesto música veinte años antes -en Huit scénes de Faust-,y que tenía la intención de incluir en la nueva partitura, en una versión revisada, y dos o tres escenas más que había escrito antes de mi partida de París, M. Gandonnière siguiendo mis instrucciones, no sumaron una sexta parte de toda la obra.

Durante el viaje, por lo tanto, traté de escribir los versos destinados a mi música. Empecé con la invocación de Fausto a la naturaleza, sin intentar traducir o incluso imitar la obra maestra de Goethe, pero sólo para inspirarme en ella y extraer la sustancia musical que contenía. Escribí la siguiente pieza que me dio la esperanza de que me las arreglaría para escribir el resto:

Una vez que empecé, escribí los versos restantes cuando las ideas musicales me llegaban, y compuse la partitura con una facilidad que rara vez he experimentado con otras obras. Escribí siempre que podía, en autobuses, en trenes, en barcos de vapor, e incluso durante mi estancia en ciudades, a pesar de las diversas obligaciones que surgieron de los conciertos que estaba dando. Fue de esta manera como escribí la introducción en una posada en Passau, en las fronteras de Baviera. [...]

El resto fue escrito en París, pero siempre en momentos inesperados, en casa, en el café, en el jardín de las Tullerías, e incluso en un hito en el Boulevard du Temple. No busqué ideas, las dejé venir, y ocurrieron en la secuencia más aleatoria. Cuando por fin el esquema de la partitura estaba completo, reelaboré el todo, pulí las diferentes partes, y busqué unificar el trabajo, con tanta obstinación y paciencia como soy capaz de reunir, y completé la orquestación que sólo se esbozó en partes. Considero que esta es una de mis mejores obras; hasta ahora el público en general parece compartir mi punto de vista.


Pero escribir la obra no era nada, tuve que hacerla oír, y aquí es donde empezaron mis problemas y decepciones. Copiar las partes orquestales y vocales me costó una fortuna; entonces los numerosos ensayos que requería de los instrumentistas y la exorbitante cuota de 1.600 francos que tuve que pagar por el alquiler de la sala de la Opéra-Comique, la única sala que tengo a mi disposición en ese momento, me comprometió a una empresa que estaba destinada a arruinarme. Pero seguí adelante, consolado por un razonamiento especioso que cualquiera en mi posición habría hecho. "Cuando toqué por primera vez Romeo y Julieta en el Conservatorio, me dije a mí mismo, tal era el afán del público por venir y escuchar que las entradas tenían que ser vendidas para los pasillos para acomodar el desbordamiento de la audiencia en la sala; y a pesar de los enormes costos del rendimiento me dio un pequeño beneficio. Desde entonces mi reputación entre el público ha crecido, el eco de mis éxitos en el extranjero me ha otorgado una autoridad en Francia que no tenía antes; el tema de Fausto es tan famoso como el de Romeo, generalmente se cree que me parece agradable y que debo haberlo tratado bien. Por lo tanto, todo alienta la creencia de que habrá un gran interés en escuchar el nuevo trabajo, que es en una escala más grande y de tono más variado que sus predecesores, y que al menos debo cubrir los gastos en los que estoy incurriendo..." 

¡Esperanza vana! 

Era a finales de noviembre (1846). Estaba nevando, el clima era terrible; El resultado fue que realicé el Faust dos veces, ante de una sala medio vacía. El público de París, que se supone que está interesado en la música, se quedó tranquilamente en casa, mostrando tan poco interés en mi nueva partitura como si hubiera sido el estudiante más oscuro del Conservatorio.

Nada en mi carrera artística me dolió tan profundamente como esta inesperada indiferencia. Fue un descubrimiento doloroso, pero al menos fue saludable, ya que aprendí de él, y desde entonces no he apostado ni veinte francos sobre la popularidad de mi música con el público parisino. [...]  

Extractos de: 

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Charles François Gounod

Gounod (1818-1893). Fotogr. Nadar, 1870

Charles François Gounod. París, 1818-Saint-Cloud, 1893.

El Fausto de Charles Gounod es una grand opéra en cinco actos con libreto en francés de Jules Barbier y Michel Carré; una versión inspirada en la Primera Parte del Fausto de Goethe, con matices muy personales. Se estrenó en el Théâtre Lyrique -Théâtre-Historique, Opéra-National de París, el 19 de marzo de 1859. Gounod se había decidido a componerlo, contando con la admiración que entonces despertaban las obras de Goethe en la escena francesa.

Fausto no fue aceptada en el Teatro de Ópera Nacional, por ser poco "vistosa" y tuvo que ser estrenada en Teatro Lyrique, no sin que el autor hubiera de afrontar diversas contrariedades, como el hecho, por ejemplo, de que el gerente de aquel teatro, Léon Carvalho, impusiera a su esposa Marie Miolan-Carvalho, para interpretar el personaje de Marguerite, además de imponer otros cambios, entre los cuales contaba su derecho a suprimir, en base a su consideración personal, algunas partes de la obra.

Bajo tales condiciones, la obra se estrenó, como hemos dicho, en el Théâtre-Lyrique de París el 19 de marzo de 1859. 

Fausto no fue inicialmente bien recibida entonces, pero en 1862, tres años después del frustrante estreno, se repuso en París, y entonces, constituyó un éxito. 

Posteriormente, Gounod añadió, en el acto II el Aria de Valentin, Avant de quitter ces lieux, con el que se presentó en el Her Majesty's Theatre, en 1863. En 1869, se estrenó una tercera versión, con el añadido ballet de la noche de Walpurgis, desde entonces, se convirtió en la Ópera más representada en aquel teatro, y pasó a formar parte del repertorio internacional, en el que se mantuvo docenas de años. El texto fue traducido a casi todos los idiomas más hablados y así fue representado en centenares de ocasiones, siendo, además, la obra elegida para la inauguración del Metropolitan de Nueva York el 22 de octubre de 1883.

Su pérdida de popularidad a mediados del siglo XX, no se debió sino al excesivo costo de su montaje y al gran número de cantores y danzantes con sus respectivos vestuarios y decorados. Aun así, para el año 2010 estaba clasificada en el puesto 35 entre las cien óperas más populares en aquel momento. 


Fausto en su estudio. de Georg Friedrich Kersting

Destaca el dueto de amor entre Fausto y Margarita, -Oui, c'est toi que j'aime/Sí, es a ti a quien amo-. y el coro final de ángeles, que anuncian la redención de Margarita: Sauvée! Christ est ressucité!/¡Salvada! ¡Cristo ha resucitado!-.

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LISZT

Liszt (1811-1866), de Ary Scheffer

Franz Liszt. Raiding, Imperio austríaco, 1811-Bayreuth, Imperio alemán, 1886. 

Su Sinfonía Fausto en tres movimientos/Eine Faust-Simphonie in drei Charakterbildern, también se inspiró en el Fausto, de Johann Wolfgang von Goethe, contiene algunos fragmentos creados en 1840, pero fue terminada en Weimar, durante el verano de 1854. Liszt la revisó en los años siguientes, añadiendo compases para metal y el Chorus Mysticus del final.

Fue estrenada el 5 de septiembre de 1857, para la inauguración del monumento a Goethe y Schiller en Weymar.

Monumento a Goethe y Schiller en Weymar. 

La “Sinfonía Fausto”; Eine Faust Symphonie, S108 (LW G12) fue compuesta, pues, en Weimar entre los años 1854 y 1857. Su creación fue muy larga, desde los primeros esbozos en la década de 1840. Liszt se inspiró cuando Berlioz estrenó su “Condenación de Fausto” en 1852 y decidió crear una nueva obra sobre el mismo asunto, que empezó dos años después, creando su primera versión en tres meses, en principio, para pequeña orquesta sin metales. 

En septiembre de 1855, aumentó la obra en parte, pero tampoco la terminó. pues faltaba la escena coral del final, que, se sabe, él mismo le mostró al que sería su yerno, Wagner, en Zurich, el 13 de octubre de 1856. Terminó la composición definitivamente, en la primavera de 1857, y la estrenó en Weymar el 5 de septiembre del mismo año, dirigiendo él mismo. Sin embargo, no dio su creación por concluida hasta 1880, después de introducir algunos retoques más. 

Como notable novedad, Liszt aplicó en su composición las doce notas de la escala cromática, técnica con la que se anticipó en el tiempo a la forma atonal, también conocida como música “dodecafónica”. 

El conjunto empieza y termina en forma de Sonata, con el tema de Fausto

El segundo movimiento está dedicado a Margarita/Gretchen. Es un andante soave de carácter lírico, expresando los sentimientos de una forma muy delicada. 

En ell tercer movimiento, Mefistófeles, es una parodia grotesca del primer movimiento que representa a Fausto

La obra termina con un coro final que emplea los últimos versos de la Segunda parte del Fausto de Goethe, interpretado por un coro de voces masculinas, que representan a los ángeles que se llevan el alma de Fausto en el triunfo final del Amor. 

Cuando Liszt componía, era consciente de que todo el mundo conocía ya el argumento, por lo que centró su creatividad en caracterizar a sus personajes de forma nueva y sorprendente, con el fin de que resultaran reconocibles sin “sonar” a conocidos; cada uno presentaba características, instrumentales acordes con su personalidad, resultando claramente expresivas, sin necesidad de presentaciones específicas ni cambios grandilocuentes, algo que se percibe especialmente, claro está, en los acordes específicos relativos a Fausto y a Margarita –que en la obra de Liszt, es Gretchen-.

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La mayoría de las representaciones pictóricas de Fausto –no todas-, resultan hoy anticuadas y acaso, repetitivas, a pesar de su reconocida y diversa calidad artística. Sin embargo, destacaremos aquí algunas, tanto por su extraordinaria invención como por su ejecución; todas ellas pertenecientes al Museo del Prado, entre las que destaca, por su novedad, realismo, fantasía y modernidad, y hasta por su recreación pictórica del sonido, la gran creación de Mariano Fortuny, Fantasía sobre Fausto, de 1866.

Fantasía sobre Fausto (1866), de Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874). 

Museo del Prado. Madrid

Dedicatoria y firma: “Recordan la vostra fantasía del Faust”. M. Fortuny. Madrid 1866.

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