viernes, 25 de septiembre de 2020

Fausto ● Evolución y pervivencia del mito a través de las artes ● Pintura: Mariano Fortuny ● Galería



Mariano Fortuny. Fantasía sobre Fausto, 1866. Museo Nacional del Prado (MNP)

Mariano Fortuny. Tarragona 1838-Roma 1874, retratado por Federico Madrazo y Kuntz, 1867. Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC).

Fortuny describe una de las veladas musicales en las que participaba en Madrid durante el verano de 1866, en el estudio del pintor catalán Francisco Sans Cabot, en el número 13 de la calle Flor Baja de Madrid.

Su amigo, el músico Juan Bautista Pujol (1835-1898) interpretó la Gran Fantasía Sobre Fausto, compuesta en 1863, sobre algunos pasajes de la ópera que Charles Gounod había presentado en París, en 1859.

Fausto de Pujol Biblioteca digital hispánica (BNE).

Fausto de Pujol Biblioteca digital hispánica (BNE).

En 1864 la ópera de Pujol se presentó con gran éxito en Barcelona y el 17 de marzo de 1866, en Madrid.

Juan Bautista Pujol i Riu, 1835-1898, nació y murió en Barcelona. Había estudiado en el Conservatorio de París, y cuando volvió a Barcelona, en 1866, organizó la enseñanza de Piano en la Escuela Municipal de Música, dando paso a una verdadera escuela de pianistas entre cuyos componentes, citaremos a Isaac Albéniz.

Pujol interpretando, interpretado, por Mariano Fortuny

Tras la presentación de la obra de Gounod en París, en 1859, fue estrenada en Madrid y Barcelona, Pujol interpretó, en principio, la Meditación sobre Fausto, el trío para piano, violín y órgano, del propio Gounod, pero posteriormente, compuso él mismo una Gran fantasía, que estrenó en Madrid en 1866 y el año siguiente, en París, obteniendo una excelente acogida. La crítica destacó su precisión, vigor, sentido del ritmo, elegancia, brillantez y capacidad evocadora de su música.

En cuanto a Fortuny, es muy probable que hubiera conocido personalmente a Gounod, puesto que su buena amiga, la escultora Adèle d’Affry -duquesa de Castiglione Colonna-, lo retrató en 1869, y porque, durante su estancia en Madrid, se veía frecuentemente con Pujol, también amigo de Sans Cabot -en cuya residencia se celebra la velada inmortalizada por Fortuny-, y que, también era asistente de las que se celebraban en la residencia de los Madrazo -la familia política del pintor-.

Edouard-Théophile Blanchard, Portrait de la duchesse Castiglione, 1877, Musée d'art et d'histoire Fribourg

Parece evidente que Fortuny vivió a fondo aquella actuación privada de Pujol, el 20 de junio de 1866, a la que asistió con sus amigos -las dos figuras que escuchan atentamente-, los pintores Agapito Francés (1840-1869) y Lorenzo Casanova (1845-1900)-.

Un orgulloso Sans Cabot publicó más tarde un artículo en el que elogiaba la “maravillosa exactitud” con que Fortuny había reproducido hasta los mínimos detalles de su estudio: Hay tal verdad en todo que parece estarse viendo el natural, disminuido por un espejo cóncavo.


Se trata de la recreación pianística del episodio conocido como la «Escena del Jardín», correspondiente al Acto Tercero de la ópera de Gounod. La suavidad del color de los vestidos de Margarita y Fausto -aquí ligeramente reforzados, para facilitar su visualización-, contrastan con los tonos fuertes y más oscuros de la anciana Marta y Mefistófeles, cuya indumentaria concuerda con el texto de Goethe: En estilo de noble caballero, con traje rojo, guarnecido de oro el capotillo de recia seda…

Fortuny ya había estudiado al personaje Mefistófeles; de hecho, podríamos hallar en esta pintura, cierta relación con las ilustraciones del personaje llamado Matamore, realizadas por el gran Gustave Doré, para la famosa novela de Théophile Gautier, Le capitaine Fracasse.

G. Doré, 1863. Le Scapin, Le Matamore et Le Tyran. Th. Gautier/Fracasse-. Gallica. BNF

Esta pintura pudo, a su vez, servir de inspiración a Federico de Madrazo, suegro de Fortuny, que poco después realizó otra composición relacionada con el tema: El sueño de Antropos

Fortuny empleó varios días en sus dibujos preparatorios, a fines de 1866 y el 21 de diciembre realizó un boceto al óleo.

Sans Cabot decía que el genio de un artista se manifiesta mejor en los bocetos y las obras alla prima que en las más acabadas. Acerca de la Fantasía sobre Fausto, declaró que debía considerarse una improvisación, porque se concibió y realizó en pocas horas. El hecho es que, en este caso, la libertad de ejecución, está acorde con la escena real, casi como una instantánea, evidente en el desorden en que aparecen las partituras sobre el piano, en el suelo, o en las carpetas sobre la mesa.

 

Mediante cálidos toques de pincel, Fortuny resalta las sombras y luces de las superficies de muebles y decorados, en los que capta, incluso, la calidad de la madera, y hasta el relieve de la imagen en yeso, que, al parecer no es muy prominente; todo ello, en contraste con el tratamiento del ambiente imaginario, a la izquierda, totalmente diferenciado del real, en el que aparecen las figuras en movimiento, sobre un fondo frío y neblinoso, acorde con la escena recreada por el piano.

Cuarteto del Acto III, Escena VIII: “Oh nuit d’amour, ciel radieux!/ ¡Oh noche de amor, cielo radiante!”

Por un lado -ángulo inferior derecho; la realidad-, el pianista y sus amigos, y en el ángulo superior izquierdo; la ensoñación: Fausto/Margarita y Marta/Mefisto.

Un búho o, quizás, una lechuza, símbolo, tal vez, que acentúa un mundo nocturno.


San Juan Bautista Niño, atribuido a Donatello.

Fortuny dedicó la obra a Pujol, y se la regaló, pero años después este la vendió, aunque se arrepintió siempre de haberse desprendido del que consideraba “su cuadro”, el que, felizmente, para los amantes el arte de Fortuny, hoy se conserva, como es sabido, en la colección del Museo del Prado.

Al contrario que a Fausto -personaje ficticio, o real representación de un excesivo, aunque muy humano -demasiado humano, si queremos emplear la expresión de F. Nietzsche-, anhelo de gloria-, a Fortuny le abrumó su enorme éxito, que apenas le permitía concentrarse en su trabajo, obligándole a mantener una vida social indeseada, pues se convirtió en un invitado imprescindible en todas partes y tuvo que pintar, correspondiendo a numerosos encargos, así como a las exigencias de su representante, Goupil, por lo que decidió abandonar radicalmente el mundo de la fama. 

Para alejarse de todo aquello, Fortuny eligió un nuevo destino. Intentando, quizá, terminar con la depresión que parecía adueñarse por entonces de su ánimo, se instaló en Nápoles, concretamente, en la apartada villa Portici

En mayo de 1874 realizó un breve viaje a París con el proyecto de zanjar su relación con Goupil y, el 8 de noviembre de 1874, volvió a Roma, donde falleció apenas dos semanas después. Tenía 36 años.

VÍDEO: El sonido de la pintura en el Museo del Prado: Fantasía sobre Fausto, de Fortuny

Los últimos días de Mariano Fortuny y Marsal, de E. Cano Díaz. Ed. Lázaro Galdiano.

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GALERÍA FAUSTO

Fausto: de José Uría y Uría. Oviedo, 1861 - Vigo, 1937. Óleo sobre tabla, 16 x 10 cm., 1889. Museo del Prado (MNP) No expuesto

Un espadachín satisfecho que incluso dentro de su estudio lleva su arma al cinto, pero que no está togado, como es habitual en las imágenes que lo representan como estudioso, sino vestido como un galán, con traje corto. Fausto regresa de su paseo festivo y abre el evangelio de San Juan leyendo: En el principio era la palabra, frase que, tras su reflexión, cambia por En principio era la acción. Sin embargo, este Fausto es ya un hombre de acción, no un filósofo. 

(Texto extractado de Capelastegui Pérez-España, P.: "El Fausto de Goethe y la pintura española" en Goya: revista de arte, n. 228, 1992, p. 354).

El hermoso perro, a su lado, no parece relacionado con la escena creada por Goethe, pero sí hace que resulte del conjunto una amable estética, si bien, de muy reducidas dimensiones; 16x10, es decir, un tableutin, pero realizado con técnica tan minuciosa, que resulta increíble. 

El doctor Fausto de Miguel Hernández Nájera. Madrid, 1864 - Madrid, 1936. Óleo sobre lienzo, 280 x 165 cm. 1890. MNP, Depósito en otra institución.

Madrid, 1864-1936. Cultivó temas de historia, paisaje y costumbristas. Discípulo de Alejandro Ferrant y Emilio Sala, realizó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Participó en numerosas ediciones de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. En esta ocasión, retrata al doctor Fausto de la versión de Goethe, como un estudioso, ya de edad avanzada. Poco antes de que sus afanes y temores, le induzcan a pactar con el diablo, Mefistófeles; en principio, solamente para alcanzar más sabiduría, pero también, un anhelado reconocimiento. 

Fausto -ahora es él quien viste de rojo-, aparece en un salón/estudio; columna de mármol veteado y papeles por el suelo, de arquitectura y mobiliario de aspecto gótica renacentista. 

El pintor obtuvo con esta obra una medalla de tercera clase en la exposición nacional de Bellas Artes de 1890. (Texto extractado de: García Soria, M.; Joaquín Costa. El fabricante de ideas (catálogo de exposición.), Zaragoza: Dirección General de Cultura del Gobierno de Aragón, 2011, pp. 158-159).

Mariano Barbasán Lagueruela: La noche de Walpurgis. MNBA, Buenos Aires, Argentina. No exhibido.

Se formó en la escuela valenciana de fin de siglo, donde hizo amistad con Joaquín Sorolla y Salvador Abril. En 1888 se trasladó a vivir a Roma, como pensionado. Allí se casó con una italiana– pasando a formar parte del numeroso grupo de artistas españoles que retrató en Café árabe, de 1892. Vivió en Roma hasta 1921, dedicándose a la pintura de paisajes y costumbres. Su obra del MNBA corresponde a su breve etapa madrileña.

En 1887 presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, La noche de Walpurgis, de 200 x 400 cm, basada en el Fausto de Goethe, y es muy probable que el aquelarre del MNBA sea una versión primera de la obra expuesta, que no obtuvo éxito.

En el plano inferior se observa el perfil nocturno de una ciudad moderna, con detalles de dominio naturalista. Sin duda, logró un ejemplo extraordinario de la pintura literaria española de fines del siglo XIX, de la que esta obra del MNBA, es una buena muestra. 

La ensoñación de Fausto (1852) de Carl Gustav Carus, pintor alemán del Romántico. (1789-1869).

Ary Scheffer: Fausto

Delacroix: Fausto en su gabinete

Delacroix: Fausto y Mefistófeles. Wallace Collection

Ary Scheffer - Marguerite saliendo de la iglesia. (Detalle). Detroit Institute of Arts

Alexander Liezen-Mayer - Faust und Gretchen (1873-75).

Fernando Andreini: Margarita contemplando las joyas. Mármol de Carrara, 1880. 99 x 34 x 40,5 cm., Museu de Belles Arts de València.

La heroína de Fausto, antes de ser seducida por él. Fernando Andreini trabajó en Florencia en la segunda mitad del siglo XIX. En esta obra es evidente la influencia de Canova.

Dante Gabriel Rossetti: Gretchen (Margarita) observa las joyas. 1868.

El desenlace:

Sándor o Alexander Liezen-Mayer,1839: El Fausto de Goethe.

Margarita, en la ed. Americana de Fausto, de Mayer, 1896

Víctor Hernández Amores (1827-1901): Fausto y Margarita en prisión. Hacia 1877. MNP (En otra institución).

En la escena final de la primera parte, Fausto, con la ayuda de Mefistófeles, acude a la prisión para liberar a Margarita, ofreciendo su vida a cambio, pero ella muere en ese momento.

En definitiva, Fausto nunca deseo ni utilizó las “ventajas” de su pacto para hacer daño a nadie y, por otra parte, no se le puede negar su intento de sacrificio personal para salvar a Margarita, ni el reconocimiento final de su gran error; de ahí las distintas versiones y la incertidumbre de los autores sobre su destino, tanto en el terreno literario, como en el musical y el pictórico.

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