martes, 9 de agosto de 2022

El legado de Ana María Luisa de Médici -II-

 

● Visita a los Uffizi -III y IV-. 

<El final de los MÉDICI en el origen de la Galería de los UFFIZI -I- 

Marguerite Louise d'Orléans, la madre de Ana María Luisa. De Giovanni Gaetano Gabbiani. c. 1696 - c. 1750. Uffizi, 2ª planta, Corredor Oeste

Este retrato de Margarita Luisa de Orleans, esposa de Cosme III de Médici, Gran Duque de Toscana, forma parte de la llamada "serie áulica" -o "de los más serenos príncipes"-, una colección de retratos de los miembros más importantes de la Casa de Medici. Entró en la Galería de los Uffizi junto con el de su nuera, Violante Beatriz de Baviera, el 12 de junio de 1723. El autor no está documentado con certeza, pero se reconoce la mano de Giovanni Gaetano Gabbiani, a quien se le atribuyen, generalmente, los últimos retratos de la "serie aulica", todos similares en ejecución.

Marguerite Louise d'Orléans -Blois, 1645-París, 1721. (76 a.)-. Gran Duquesa de Toscana, como consorte de Cosme III de Médici. Tuvo muy mala relación con su marido y su familia política, con quienes peleó en varias ocasiones, e incluso expresó sospechas de que intentaban envenenarla.

Para empezar, al convertirse en gran duque de Toscana tras la muerte de su padre en 1670, Cosme III, obedeciendo a su madre, Victoria della Rovere, se negó a admitir a Margarita Luisa en la Consulta o Consejo de Estado, por lo que quedaba alejada de cualquier actividad política. 

Margarita tuvo a su hijo mayor, el gran príncipe Fernando, de cuya educación se ocupó personalmente, y dos hijos más: Ana María Luisa y Juan Gastón, que fue el último gran duque de Toscana miembro de la familia Médici.

Ferdinando de' Medici (1663-1713), Gran Príncipe de Toscana y su hermana, Anna María Luisa, Electora del Platinado, (1691-1716) con su gobernanta. (Fragmento), de Justus Sustermans (1597–1681). Museo Stibbert, Florencia.

En diciembre de 1674, Margarita Luisa firmó un contrato con Cosme III por el que recibiría una pensión de 80.000 libras. Posteriormente se le permitió volver a Francia, a condición de que fijase su residencia en la Abadía de Saint-Pierre de Montmartre, cerca de París, pero como era hija del duque Gastón de Orleans, antes fue obligada a renunciar a sus derechos como princesa de Francia. Aunque el contrato también le prohibía salir del convento, Margarita visitaba con frecuencia la corte de su primo, el rey Luis XIV, en Versalles. Por otra parte, se vio envuelta en un supuesto intento de incendiar la abadía, y se le imputaron varios amantes.

Margarita Luisa, la mayor de los cinco hijos del duque Gastón de Orleans y de su segunda esposa, Margarita de Lorena, nació en el Castillo de Blois. Dos de sus hermanas fueron Isabel Margarita de Orleans, duquesa de Guisa, y Francisca Magdalena de Orleans, duquesa de Saboya.

Gastón de Orleans y su segunda esposa, Margarita de Lorena

Recibió una educación bastante rudimentaria en la corte de su padre, en Blois, donde él se retiró tras la llamada Fronda de los Príncipes; una fallida insurrección contra su sobrino, Luis XIV de Francia. Margarita Luisa tuvo una estrecha relación con su medio hermana, la duquesa de Montpensier, conocida como la Grande Mademoiselle, que la llevaba al teatro y a bailes de la corte. Margarita asistía al salón de la duquesa y buscaba su consejo en asuntos relacionados con la corte. También le pidió que colaborara en las negociaciones de su matrimonio con Cosme de Toscana.

Ana María Luisa de Orleans, duquesa de Montpensier, la Grande Mademoiselle, la más rica heredera de Francia y hermana favorita de Margarita Luisa. Pintura de la escuela de Pierre Mignard.

Aunque, en principio no pareció disgustarle la proyectada boda con Cosme III, el entusiasmo de Margarita Luisa se enfrió cuando supo que su hermanastra no estaba de acuerdo con el matrimonio. Tras este cambio de opinión, el comportamiento de Margarita Luisa cambió; salía sin carabina —una grave transgresión para la sociedad francesa de la época— con su primo, Carlos, duque de Lorena, que se convirtió en su amante y a pesar de que el matrimonio se celebró, por poderes, el 19 de abril de 1661, ella ya no cambió su actitud.

Cosme III de Médici, el detestado esposo de Margarita Luisa, en galas cortesanas.

Margarita llegó a Toscana acompañada por Matías de Médici, hermano del entonces duque de Toscana, Fernando II, con una flota de nueve galeras: tres toscanas, tres genovesas y tres de los Estados Pontificios. Desembarcó en Livorno el 12 de junio, e hizo su entrada solemne en Florencia el 20 de junio. Su boda, el mayor espectáculo que se había visto hasta entonces en Florencia, contó con un séquito de más de 300 carruajes y su suegro le regaló una perla “del tamaño de un huevo de paloma”.

Stefano della Bella – Boda de Cosimo III y Margherita Luisa d'Orléans. Uffizi.

Pero Margarita Luisa y Cosme se saludaron con indiferencia, y posteriormente, -contaba Sofía del Palatinado-, solo dormían juntos una vez a la semana. 

Dos días después de la boda, Margarita Luisa reclamó las joyas de la corona de Toscana, pero Cosme le dijo que no tenía autoridad para dárselas. Entonces, intentó sacar algunas fuera del ducado, pero el Gran Duque lo impidió. A partir de entonces, la indiferencia de Margarita se convirtió en aversión, alimentada por su relación con Carlos de Lorena, al que se había visto obligada a abandonar en Marsella. 

Retrato de Charles, duc de Mayenne. 1554-1611

Charles II de Lorraine, duque de Mayenne, nacido en 1554, en Alençon, y falleció en 1611 en Soissons. Procedía de la Casa de Guise y formó parte de la Ligue en las guerras de Religión.

Fue el segundo hijo de François I, duc de Guise, y de Anne d’Este, y, por tanto, era hermano de Henri I de Guise, le Balafré, -apodo, al parecer, heredado de su padre, Francisco I de Lorena, que tenía una cicatriz en la cara-, uno de los principales capitanes de aquellas guerras, en las que él participó en varias campañas durante el reinado de Henri III. Fue también Gobernador de Bourgogne, con el cargo honorífico de Gran Chambelán. Tras el asesinato de sus hermanos, en 1588, se puso a la cabeza de La Liga, pero después de sufrir varias derrotas -Arques, Ivry, Fontaine-Française-, se sometió al rey Henri IV en 1595.

A pesar de todo, Margarita Luisa de Orleans y Cosme III, tuvieron tres hijos: 

Fernando en 1663, 

Ana María Luisa en 1667, y 

Juan Gastón en 1671.

La familia de Cosme fue objeto de los reproches de Margarita Luisa, que se enfrentó a la gran duquesa por el orden de precedencia en las apariciones públicas, y al gran duque Fernando, por sus llamativos despilfarros, que la hacían muy impopular entre los florentinos.

Tras una breve visita de Carlos de Lorena a Florencia, durante la cual se alojó con la familia gran ducal en el palacio Pitti, el tono de las cartas que le dirigió Margarita Luisa, indujo al gran duque y a Cosme a espiarla. En respuesta, ella pidió la intervención de Luis XIV, pero el rey francés ignoró su petición. Margarita Luisa le envió entonces una carta quejándose de maltrato cuando los grandes duques despidieron a su corte francesa. Por su parte, el Gran Duque, le escribió a su vez, para pedirle que pusiera orden en el comportamiento de la princesa.

Para aplacarlos a ambos, Luis XIV envió al conde de Saint Mesme. Margarita Luisa quería volver a Francia, y Mesme empatizaba con sus deseos, igual que la mayor parte de la corte francesa, pero se volvió sin encontrar una solución para las desavenencias domésticas del heredero, contrariando así, tanto a Fernando, como a Luis XIV. A partir de entonces, Margarita insistió en contratar cocineros franceses, alegando que temía que los Médici se proponían envenenarla.

Tras varios intentos fallidos de reconciliación, en septiembre de 1664, Margarita Luisa abandonó sus aposentos del palacio Pitti y se negó reiteradamente a volver, por lo que Cosme la instaló en la Villa de Lappeggi, donde la vigilaban 40 soldados y seis cortesanos nombrados por él, los cuales la seguían a todas partes para evitar cualquier intento de huida. El año siguiente, ella cambió de táctica y se reconcilió con la familia gran ducal, pero todo quedó en un débil acercamiento, que terminó tras el nacimiento en 1667 de Ana María Luisa.

Luis XIV de Francia, primo hermano de Margarita Luisa, retrato de Henri Testelin.

En mayo de 1670, por la muerte del gran duque, Ferdinando II -del que se dice que fue muy querido por sus súbditos debido a su apacible disposición y su simpatía; cualidades que sin embargo, lo convirtieron en un mal gobernante-, Margarita Luisa se convirtió en gran duquesa de Toscana. Cosme III, su esposo, reinstauró la tradición de admitir a su madre en la Consulta o Consejo de Estado. La duquesa Victoria, que detestaba a Margarita, consiguió que fuera excluida de la política, dejándola solo a cargo de supervisar la educación de su hijo, el gran príncipe Fernando. Margarita, furiosa por su exclusión, luchó contra Victoria por el orden de precedencia y exigió entrar en la Consulta, pero Cosme III se alineó con su madre. A principios de 1671, la lucha entre las dos duquesas se hizo tan despiadada, que un cronista contemporáneo declaró: “el palacio Pitti se ha convertido en la morada del propio diablo, y de la mañana a la noche, solo se oye ruido de peleas y agresiones”.

A principios de 1672, Margarita Luisa escribió a Luis XIV, pidiéndole ayuda, porque creía tener una enfermedad grave. Luis XIV le envió a Pierre Alliot, el médico personal de su esposa, Ana de Austria, pero Alliot dedujo que Margarita Luisa, quería volver a Francia con la excusa de su enfermedad, y diagnosticó un tumor “en ningún modo maligno”, aunque recomendó una cura de aguas termales. 

Para restablecer la armonía doméstica, Cosme III hizo llamar a Madame du Deffand, la institutriz que había cuidado a Margarita Luisa en su infancia. Cuando llegó, Margarita estaba muy deprimida y pidió que le permitieran visitar la villa medicea de Poggio a Caiano, para rezar en un santuario próximo. Una vez allí, se negó a volver, lo que dio lugar a una prueba de resistencia, entre ella y el gran duque que duró dos años. Luis XIV intentó por última vez una reconciliación de la pareja, algo que ya se mostraba imposible, y ante la evidencia, Cosme cedió y firmó un contrato con Margarita Luisa el 26 de diciembre de 1674, por el que le autorizaba a volver a Francia con una pensión de 80.000 libras, y la condición de que permaneciera confinada en la abadía de Saint Pierre de Montmartre. Con respecto a Francia, Margarita fue obligada a renunciar a sus derechos como princesa real. Sólo así, Margarita Luisa pudo volver a su país natal.

La noticia de la partida de Margarita Luisa, el 12 de julio de 1675 fue recibida con gran disgusto por los florentinos, pues la nobleza simpatizaba con ella, considerando que Cosme era el responsable de todo.

Margarita Luisa patrocinó proyectos de caridad en Montmartre y se mostró piadosa, al mismo tiempo que empezaba un romance con el conde de Lovigny. Luis XIV la recibía a menudo en la corte, donde solía acudir con un séquito sencillo, en el que admitía a personas comunes, por lo que muy pronto se convirtió para los demás cortesanos -que no entendían la vida sin ostentación continua de poder y riqueza-, en una bohemia.

Al parecer, cuando le preguntaron por las relaciones amorosas de Margarita, la abadesa de Montmartre, dijo: “una conspiración de silencio es el único antídoto contra la depravación y los excesos” de la duquesa; se dice que, por esta razón, su nombre no aparece en las crónicas de la época.

Entretanto, en Florencia, Cosme III escuchaba con atención los informes del enviado toscano que vigilaba a su esposa, y si consideraba ofensivo alguno de sus actos, escribía a Luis XIV exigiendo una explicación. El rey harto de protestas, finalmente, le escribió: “Cuando Cosme consintió el retiro de su esposa en Francia, virtualmente renunció a cualquier derecho a interferir en su comportamiento”, y el aludido Cosme, dejó de mezclarse en los asuntos de Margarita, aunque sí la informó de la enfermedad de su hijo mayor, Fernando, que siempre apoyó a su madre y mantenía correspondencia con ella. 

Margarita Luisa, previendo la muerte inminente de su esposo, dijo a la corte francesa que “a la primera noticia del fallecimiento de su detestado marido, volaría a Florencia para apartar a todos los hipócritas y toda la hipocresía y establecer un nuevo gobierno”. Pero eso nunca sucedió, pues Cosme la sobreviviría dos años.

En 1688, Margarita Luisa escribió a Cosme pidiéndole 20 000 coronas para pagar deudas. Como Cosme no se mostró muy colaborador, ella recurrió a su hijo, esperando que pudiera ayudarla, pero este no lo hizo, para no ofender a su padre. Finalmente, Cosme pagó las deudas, pero la seguridad financiera de Margarita sólo quedó asegurada cuando en 1696 heredó una gran suma de dinero de otro pariente.

Aunque la anterior abadesa de Montmartre toleraba la conducta de Margarita Luisa, cuando esta, supuestamente, amenazó con quemar el convento, la nueva abadesa se quejó ante el gran duque y el rey. En respuesta, se dice que Margarita amenazó con matarla. Como consecuencia, y siguiendo los deseos de la gran duquesa, Cosme III consintió que Margarita Luisa se trasladara a otro convento, el de Saint-Mandé, con la condición de que solo saliera con el permiso explícito del rey Luis XIV. Ella no aceptó este requisito, y se suspendió el pago de su pensión, aunque se reanudó cuando Luis XIV la obligó a ceder.

En Saint-Mandé, el comportamiento de Margarita Luisa cambió, y dedicó todo su esfuerzo a reformar el convento. Pero su salud empezó a declinar en 1712, tras una apoplejía que le dejó el brazo izquierdo paralizado. Al año siguiente, la muerte del príncipe heredero Fernando, le provocó un segundo ataque

El regente de Francia, Felipe II de Orleans, le permitió adquirir una casa en París, donde Margarita pasó sus últimos años, durante los cuales, mantuvo correspondencia con la madre del regente, Isabel Carlota del Palatinado, y se dedicó a realizar  obras benéficas.

Margarita Luisa murió en septiembre de 1721, y fue enterrada en el cementerio de Picpus, en París.

Placa dedicada a Margherita d'Orléans. Villa San Cerbone -nucleo dell'ospedale Serristori- en Figline Valdarno, provincia de Florencia.

Los hijos de Cosme III y Margarita Luisa:

1-Fernando. 1663-1713. Gran príncipe de Toscana. Casado con Violante Beatriz de Baviera. No tuvieron descendencia.

2-Ana María Luisa. 1667-1743. Casada con Juan Guillermo, elector del Palatinado; bien avenidos, pero sin descendencia.

3-Juan Gastón. 1671-1737. Gran duque de Toscana. Casado con Ana María Francisca de Sajonia-Lauenburgo. Sin descendencia.

Ferdinando, 1663, Ana María Luisa, 1667, y Juan Gastón, 1671

1-Ferdinando de’ Medici, Gran Príncipe de Toscana (1663-1713).

El Gran Príncipe Fernando, hijo mayor de Margarita Luisa. De Niccolò Cassana. 1687.

Muy apegado a su madre, Fernando amaba los placeres mundanos, las artes y la música -él mismo era músico-, mientras que con su padre Cosme, las relaciones fueron siempre tensas. 

En el transcurso de las fiestas por el Carnaval de Venecia de 1696, contrajo la sífilis, que le provocó la locura y, finalmente la muerte, en 1713, antes de acceder al trono. 

En 1689 se había casado con Violante Beatriz de Baviera, hija del elector Fernando María de Baviera y de Enriqueta Adelaida de Saboya. Fue una unión infeliz y no tuvieron hijos. 

Así, a la muerte de Cosme III, su hermano Juan Gastón, se convirtió en el último vástago de la familia que ocupó el trono de Toscana, ya que, después de su muerte sin descendencia el Gran Ducado pasó a Francisco Esteban de Lorena.

A Fernando de Médici se le recuerda, fundamentalmente, como protector de las artes. En su villa de Pratolino -hoy, Villa Demidoff-, hizo construir un teatro, proyectado por Antonio Maria Ferri. En la villa medicea de Poggio a Caiano reunió en la sala llamada “Gabinetto delle opere in piccolo di tutti i più celebri pittori”, una extraordinaria colección de pinturas de pequeñas dimensiones con 174 cuadros de otros tantos pintores, entre los que destacan, Albrecht Dürer, Leonardo da Vinci, Raffaello Sanzio, Rubens, etc. Asimismo, entre los compositores que introdujo en la corte granducal, figuran, Alessandro Scarlatti, o el joven Georg Friedrich Händel. Y en 1688, hallándose de paso por Padua, contrató, en calidad de custodio de sus instrumentos musicales, a Bartolomeo Cristofori, inventor del fortepiano, precursor del piano.

En 1689 Cosme III le obligó a casarse con la princesa Violante Beatriz de Baviera, matrimonio infeliz que no tuvo hijos, pues, además de la hostilidad de Fernando hacia su mujer, se añadió la mortal enfermedad que había contraído en Venecia.

También sin herederos, pero feliz y tranquilo, sería el matrimonio de la segunda hija, Ana María Luisa de Médici, casada, en 1690 con Juan Guillermo del Palatinado.

Por último, también resultó estéril el matrimonio del tercer hijo, Juan Gastón de Médici, -del cual eran conocidas sus tendencias sexuales-, con la noble alemana Ana María Francisca de Sajonia-Lauenburg.

Los cónyuges: Violante Beatriz de Baviera - Juan Guillermo del Palatinado - Ana Mª. Francisca de Saxe-Lauenburg.

Ante la evidente extinción de la dinastía Médici, Cosme III intentó un movimiento desesperado, que consistió en obligar a su hermano, Francisco María de Médici, a “colgar” los hábitos cardenalicios y casarse, a pesar de su vejez y su mala salud, con la princesa Eleonora Luisa Gonzaga con la esperanza de conseguir un heredero. Como era de esperar, la tentativa fracasó; en principio, a causa de la negativa de la princesa a consumar el matrimonio -aunque terminó accediendo, a fuerza de halagos y amenazas, y después, por la súbita muerte de Francisco María, en 1711.

Así, tras la muerte del primogénito Fernando, en 1713 y, siendo impensable que Juan Gastón pudiese tener hijos debido a su excluyente sexualidad, la cuestión de la sucesión al trono del Gran Ducado de Toscana se convirtió en un asunto europeo, dado que, además, buena parte del territorio toscano, como la ex República de Siena y las capitanías de la Lunigiana, eran feudos imperiales.

Cosme III propuso entonces que, a su muerte, fuese restaurada la antigua República de Florencia. El proyecto fue aprobado por el Reino Unido y las Provincias Unidas, pero inesperadamente, el gran duque decidió que, cuando falleciera Juan Gastón, heredera a su hija Ana María Luisa. Fue el inicio de una desesperada tentativa de Cosme III frente a las potencias europeas que, ciertamente, no consideraron las propuestas del viejo gran duque. 

Después de muchos intentos, de los cuales fueron excluidos los diplomáticos mediceos, quedó establecido, por el Tratado de Londres, de 1718, que la Toscana pasara al, entonces, infante de España don Carlos de Borbón y Farnesio, el futuro rey de España, Carlos III.

Carlos III, de A. R. Mengs. Museo del Prado.

Cosme III murió el 31 de octubre de 1723 y le sucedió su tercer hijo Juan Gastón de Médici.

2-Ana María Luisa de Médici.

Ana María Luisa. Antonio Franchi “Il Lucchesse”. Palazzo Pitti

La creadora de la Galería Uffizi. Florencia, 1667-1743 y última representante de la familia de los Médici, en 1691, se casó con Juan Guillermo del Palatinado, Príncipe Elector del Palatinado. No tuvieron hijos, y, cuando falleció su marido, en 1716, Ana María Luisa volvió a Florencia. Se anunciaba la extinción de la familia Médici, pues, como sabemos, habían resultado estériles los matrimonios de sus hermanos, Fernando y Juan Gastón, así como la frustrada tentativa de Cosme III, casando a su hermano menor, el ex cardenal Francisco María, con la princesa Eleonora Gonzaga.

Cosme III, ya resignado a la extinción de su casa, intentó, finalmente, prolongar el gobierno disponiendo que a su muerte el trono pasase a Ana María Luisa, pero la propuesta fue rechazada por las potencias europeas que consideraban al Gran Ducado de Toscana como una preciosa pieza en el juego de mercadeo de tronos. Después de varias guerras y tratados, se decidió que el trono toscano pasase a Francisco Esteban de Lorena, uno de los catorce hijos de Leopoldo I de Lorena, y su esposa Isabel Carlota de Borbón-Orleans-, quien, después, sería Emperador.

A la muerte de su hermano Juan Gastón, en 1737, el representante lorenés, el Príncipe de Craon, ofreció a Ana María Luisa la regencia del Gran Ducado en nombre de Francisco Esteban, el nuevo soberano, pero la princesa declinó la oferta, aunque siguió viviendo en el Palacio Pitti, dedicada a su pasión por el arte y las antigüedades.

Fue esta pasión la que la llevó a realizar el gesto por el cual es recordada y que constituyó la verdadera fortuna de Florencia. En 1737, Ana María Luisa acordó con la nueva dinastía reinante el llamado "Patto di Famiglia", que estipulaba que los Lorena no podían "levare fuori della Capitale e dello Stato del GranDucato ... Gallerie, Quadri, Statue, Biblioteche, Gioje ed altre cose preziose... della successione del Serenissimo GranDuca, affinché esse rimanessero per ornamento dello Stato, per utilità del Pubblico e per attirare la curiosità dei Forestieri".

..."sacar de la Capital y del Estado del Gran Ducado... Galerías, Pinturas, Estatuas, Bibliotecas, Joyas y otras cosas preciosas... de la sucesión del Serenísimo Gran Duque, a fin de que permanezcan como ornamento del Estado, para utilidad Pública y para atraer la curiosidad de los Extranjeros”.

Con este pacto, Ana María Luisa impidió que Florencia perdiese ninguna obra de arte y que sufriese la suerte de Urbino, que a la extinción de la Casa de los Della Rovere, había sido literalmente privada de todos sus tesoros artísticos.

Retrato de Anna Maria Luisa de' Medici (1667-1743). Sustermans.- Anna Maria Luisa de' Medici como Flora, de Franchi, o Dandini, en los Uffizi y un retrato, de Gabbiani. Pitti.

Retrato encargado el 16 de enero de 1687 por Ferdinando de' Medici, Gran Príncipe de Toscana, hermano mayor de Ana María Luisa Fue terminado 1688, año en que aparece en un inventario del Palazzo Pitti con otros seis de los Medici, pintados por Justus Sustermans. Se colocó en la sala de audiencias de Ferdinando.

Jan Frans van Douven – Ana María Luisa como Electora Palatina, bailando con su Marido. Pitti. Y, ataviada a la española, como en el caso anterior.

Anna Maria Luisa de’ Medici, Electora Palatina, vestida de luto. Señala un retrato de su difunto esposo, Johann Wilhelm, Elector Palatino. De Douven. Palacio Real, Pisa.

Baile en el Palazzo del Gran Capitano, en honor de Anna María Luisa de’ Medici, Verona 1717. Antonio Stom.

3- Gian Gastone de' Medici

Gian Gastone de' Medici (1671-1737), Gran Duque de Toscana. De Niccolò Cassana.

Juan Gastón. Retrato oficial, obra de Richter

Creció sin atención familiar, pues su madre marchó a Francia, cuando él apenas tenía cuatro años, mientras que su padre estaba más ocupado en cuidar de la educación y la carrera del primogénito, Fernando de Médici, y de Ana María Luisa de Médici, considerada prenda importante para la política matrimonial.

El joven Juan Gastón, sensible e inteligente, tenía interés por la ciencia y encontró el apoyo de su tío el cardenal Francisco María de Médici, personaje vicioso e inconformista, a pesar de su hábito eclesiástico, y de Giuliano Dami, un modesto servidor del marqués Ferdinando Capponi, que estaría ligado al gran duque toda la vida, primero como amante, y después como cómplice de sus aventuras sexuales.

Juan Gastón ganó importancia a los ojos de su padre, Cosme III, cuando se hizo evidente que el matrimonio del primogénito Fernando con la princesa Violante Beatriz de Baviera, no tendría hijos, pues a la hostilidad de Fernando, declaradamente bisexual, hacia su mujer, se añadió la sífilis que contrajo con ocasión de una libertina tarde en Venecia, y que le ocasionó una muerte prematura.

Cosme III y Ana María Luisa, que se había casado con Juan Guillermo del Palatinado, se propusieron buscar una esposa para Juan Gastón. Ana María Luisa propuso a su cuñada, Ana María Francisca de Sajonia-Lauenburgo, una noble alemana, pasada de peso y considerada vulgar. El matrimonio, celebrado en 1697, fracasó rápidamente por incompatibilidad: Juan Gastón abandonó la residencia de la mujer -que no había querido trasladarse a Florencia-, en Reichstadt, un pequeño pueblo en las montañas de Bohemia— y se dirigió, primero a París y después a Praga, donde llevó una vida disoluta junto a su amigo, el curioso personaje, Giuliano Dami.

Giuliano Dami

Hijo de Vincenzo Dami y de Catarina di Cristofano Ambrogi, ambos de status humilde. Giuliano, que poseía una excepcional belleza física, empezó trabajando al servicio del marqués Ferdinando Capponi, como palafrenero. Durante una visita de Capponi a la corte de los Médici, el guapo Dami no pasó desapercibido al joven príncipe Juan Gastón, que inmediatamente le pidió a Capponi que le “diera” a aquel sirviente. Dami se convirtió desde entonces, en su amante y compañero de aventuras, y lo siguió -incluso tras el matrimonio del Médici con la princesa alemana, Ana María Francisca de Sajonia-Lauenburg, en 1697-, primero a un pequeño pueblo en Bohemia, la capital del estado de la mujer del príncipe, y más tarde a Praga.

En 1708 Juan Gastón abandonó a su mujer y volvió a Florencia, siempre acompañado de Giuliano —para entonces era su eminencia gris— y en 1723 sucedió a su padre, Cosme III, como último descendiente de la Casa de Médici.

Durante sus trece años de gobierno, a pesar de que fue capaz de tomar decisiones sabias y sensatas, Juan Gastón pasó casi todo su tiempo encerrado en sus estancias del Palacio Pitti, la mayor parte del tiempo, en la cama, participando en festejos lujuriosos. El organizador de las orgías era el fiel Giuliano, que reclutaba jóvenes, tanto chicos, como chicas, generalmente de muy modesta condición social y los contrataba como “ruspanti”, porque cobraban con unas monedas llamadas ruspi. Se calcula que en 1731 eran unos 370 y constituían un verdadero problema de orden, pues actuaban sin el menor freno, seguros, bajo la protección del soberano y de su favorito.

Mientras organizaba las fiestas, Giuliano Dami encontraba tiempo para dedicarse a su propio enriquecimiento: recibía sobornos a cambio de recomendaciones al Gran Duque o cobraba por la admisión a las orgías de la corte. También solía negociar con mercaderes y anticuarios, a los que vendía objetos valiosos del Palacio Pitti, que después se revendían al Gran Duque.

El poder de Giuliano Dami empezó a desvanecerse cuando las condiciones de salud del Gran Duque empeoraron y éste empezó a prepararse a morir como buen cristiano, acercándose a su hermana Ana María Luisa, implacable enemiga del antiguo palafrenero.

A la muerte del Gran Duque, el 9 de julio de 1737, Giuliano Dami, temiendo la venganza de Ana María Luisa y de los representantes de la nueva casa ducal de los Habsburgo-Lorena, abandonó Florencia y los nuevos amos perdieron su rastro. Parece que volvió a su país natal, en el que pasó los últimos años de su vida.

A pesar de todo, se reconoce que Dami supo alimentar la inclinación de Gian Gastone hacia la belleza y que, a su impulso se deben obras de gran valor artístico todavía hoy conservadas, como son, la espléndida galería del Palacio Dami y de la Villa de Broncigliano en Scandicci, con frescos de Niccolò Pintucci, con el que le unía una sincera amistad.

En 1708, Juan Gastón volvió definitivamente a Florencia. Viviendo en el Palacio Pitti, llevó una vida desligada completamente de los asuntos de estado, por los cuales no mostró nunca un gran interés; además continuó odiando el fasto de la corte, como siempre había hecho. Pasaba el tiempo leyendo obras científicas, de botánica y coleccionando objetos de anticuarios, de los cuales era un gran entendido.

Mientras tanto, Cosme III había intentado la, calificada de tragicómica, tentativa de obtener un heredero alternativo a Juan Gastón; fue cuando hizo abandonar el capelo cardenalicio a su hermano, Francisco María, y le obligó a casarse con la jovencísima princesa Eleonora Gonzaga, con la esperanza de que tuvieran un hijo, que resultó fallida, a causa de la inesperada muerte de Francisco María.

En 1722, cuando la Toscana se había convertido ya en objeto de mercadeo por parte de las cortes europeas, Juan Gastón asumió, por primera vez, responsabilidades como regente, pro dadas las malas condiciones del octogenario Cosme III, falleció el año siguiente, y Juan Gastón accedió al trono, aun siendo ya consciente de que su gobierno sería solo una formalidad, pues el poder estaba ya en manos de las grandes potencias. 

Dijo, al respecto, ya en el transcurso de la coronación:

Mi pare di far la parte del Re in una commedia.

Me parece estar haciendo el papel de rey en una comedia.

Dado que la sexualidad de Juan Gastón era bien conocida en toda Europa, sus catorce años de reinado se caracterizaron por los numerosos proyectos de las potencias para la futura sucesión al trono de Toscana. En principio, el Gran Ducado fue destinado al hijo de Felipe V rey de España; Carlos de Borbón -futuro rey de España, a su vez, como Carlos III, que entonces era duque de Parma y Plasencia. Carlos hizo su entrada en Florencia el 9 de marzo de 1732, y fue bien acogido por el gran duque, en el Palacio Pitti. Se dice que, a su llegada, Juan Gastón comentó:

Andiamo a vedere di chi m'han fatto padre a sessant'anni le potenze europee.

Vamos a ver de quién me han hecho padre a los sesenta años, las potencias europeas.

Posteriormente se decidió, en 1736, durante la guerra de sucesión polaca, que Carlos de Borbón se convertiría en rey de Nápoles, pasando la Toscana a Francisco Esteban de Lorena, prometido de María Teresa de Austria, hija del emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico. 

Juan Gastón de Médici, consciente de que las circunstancias le eran adversas, no intentó ni siquiera oponer resistencia a los proyectos de las potencias europeas, a pesar de lo cual, todavía implantó algunas reformas, que remediaron, al menos en parte, el mal gobierno de su padre. Dio impulso a la Universidad de Pisa; hizo tributar grandes honores a Galileo Galilei en la basílica de Santa Croce; derogó el decreto contra las prostitutas, los hebreos y las fiestas laicas; redujo notablemente las cargas fiscales y encargó el gobierno de Pisa a la inteligente Violante Beatriz de Baviera, a la cual les ligaba desde siempre una fraternal amistad, a pesar de que odiaba a su hermana, pues la consideraba responsable de su matrimonio.

Con todo, nunca quiso renunciar a decidir con libertad, así, cuando el arzobispo de Florencia le reclamó la aplicación de algunas leyes eclesiásticas contrarias al código granducal, Juan Gastón le ordenó ocuparse de sus asuntos, es decir, los de su alma, y cuando el papa le ordenó despedir al ministro Giulio Rucellai, notoriamente anticlerical, el gran duque ni siquiera le respondió. Entre otras medidas, Rucellai había impuesto la supervisión de las cárceles conventuales, por los tribunales civiles, pues había una, por ejemplo, en Santa María Novella, con pésimas condiciones sanitarias. Más tarde puso en marcha las primeras medidas para la supresión de los institutos monásticos que no ejercieran funciones caritativas o asistenciales.

Discurso del Senador Caballero Giulio Rucelai Secretario de derecho regio en Toscana, recitado la mañana del 3 de agosto de 1761. En la Pública Academia de la Crusca, celebrada en Florencia por el augustísimo matrimonio de la serenísima real alteza Giuseppe archiduque de Austria y doña Isabel, infanta de España.

Juan Gastón de Médici no amaba la vida mundana, no tenía ambiciones, el trabajo le pesaba, y mostrarse en público era una tortura para él. Se dejó ver solo en los primeros años de reinado, pero después permaneció encerrado en su residencia; más tarde, en su habitación y finalmente, en la cama, que se negó a abandonar durante mucho tiempo. En ella recibía a los ministros y embajadores, e incluso, celebraba fiestas llamativamente burdas y descontroladas.

Cosimo Riccardi y Giulia Spada visitan a Gian Gastone de 'Medici. Autor desconocido.

Fue, precisamente, su hermana Ana María Luisa de Médici, quien más sufrió sus extravagancias. En cierta ocasión, le convenció para que ofreciera una comida a los funcionarios de la corte. Juan Gastón lo hizo, pero después de emborracharse se comportó de manera sucia y vergonzosa.

Como por Florencia corría la voz de que, a causa de estas condiciones, el gran duque estaba al borde de la muerte, decidió demostrar que no era verdad, dando un paseo en carroza. Para vencer su terror a ser visto en público, Juan Gastón bebió todavía más de lo habitual y el resultado fue catastrófico; los florentinos lo vieron reducido a una miserable y antihigiénica situación, y probablemente afectado por algunas de las enfermedades psíquicas hereditarias de la familia Médici. A pesar de todo, lo aclamaron.

Enfermo de gota -la "maldición" de la familia Médici-, Juan Gastón murió a causa de ciertas complicaciones el 9 de julio de 1737 después de haberse reconciliado con su hermana, Ana María Luisa, a la que pocos días antes había expulsado de su habitación, después de insultarla sin control alguno. 

Con él se extinguía la secular dinastía de los Médici. El trono del Gran Ducado de Toscana pasó a Francisco Esteban de Lorena, de los Habsburgo-Lorena, que después sería emperador del Sacro Imperio. 

 

Francisco I -Kaiser Franz Stephan- del Sacro Imperio Romano Germánico (1708-1765), y su esposa. María Teresa I -Kaiserin Maria Theresia- de Austria (1717-1780). De Martin Meytens.

Con objeto de dar la imagen de ser mejor que sus antecesores los Médici, Francisco trató los restos mortales de Juan Gastón como los de un personaje de mal recuerdo, y en vez de enterrarlo en la Capilla de los Príncipes, en la basílica de San Lorenzo de Florencia, tradicional lugar de enterramiento de todos los grandes duques de Toscana, le destinó a una esquina oculta tras el altar, en la cripta de la Capilla de los Médici.

Fue entonces, cuando Ana María Luisa acordó con la nueva dinastía, el "Patto di Famiglia", que permitió que Florencia no perdiese ninguna de sus obras de arte, pues todas permanecerían en Toscana. Posteriormente, se organizaría su exposición en el Palacio de los Uffizi, donde permanecen.

●●●


No hay comentarios:

Publicar un comentario