GIORDANO BRUNO. Donde ardió la hoguera.
Segunda Parte: Seguirán, John Wycliffe y Jan Hus, previos al estudio, / 3ª Parte, del propio Bruno.
A BRUNO - IL SECOLO DA LUI DIVINATO - QUI DOVE IL ROGO ARSE
A BRUNO
LA EDAD QUE PREDIJO,
ERIGIÓ ESTE MONUMENTO - AQUÍ
DONDE ARDIÓ LA HOGUERA
A lo largo de la parte superior del plinto hay ocho medallones con relieves de busto, que representan: al veneciano Paolo Sarpi, al calabrés Tommaso Campanella, al francés Petrus Ramus, al romano Lucilio Vanini, al italiano Aonio Paleario , al español Miguel Servet, al inglés John Wycliffe y al bohemio Jan Hus.
De ellos nos ocuparemos como telón de fondo, antes de afrontar la figura de Giordano Bruno en todos sus detalles.
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Pietro Sarpi. Venecia, 14 de agosto de 1552–Venecia, 15 de enero de 1623. Religioso, Teólogo, Historiador, Astrónomo, Matemático, Físico, Anatomista, Escritor y Polemista de la Orden de los Siervos de María.
Superdotado intelectualmente, sostuvo no menos de trescientas dieciocho tesis en 1570 en Mantua y fue aplaudido como eminente teólogo por el duque. En su corte se quedó cuatro años estudiando lenguas orientales.
Habiendo fallecido Clemente VIII en marzo de 1605, desde 1606 Sarpi se mostró como un formidable defensor de Venecia en sus conflictos con el nuevo papa Paulo V, a causa de los graves desencuentros y desacuerdos sobrevenidos entre ambos gobiernos; publicó escritos violentos contra Roma y el senado veneciano recompensó su celo nombrándole teólogo consultor y después miembro del Consejo de los Diez; Sarpi tuvo que sobrellevar la interdicción y la excomunión durante el conflicto y, en la Universidad de Padua, encontró a Galileo Galilei, quien, perseguido como él, se convirtió en su amigo y confidente.
La actitud del papa Paulo V se volvió aún más amenazante y agresiva al extender sus prerrogativas. En enero de 1606 un Nuncio del Papa presentó una carta en la que aquel exigía la sumisión de los venecianos. La corte romana envió contra él asesinos que le atacaron la noche del 5 de octubre de 1607 y le dieron por muerto. Curado a costa del gobierno, cuando se restableció continuó ocupándose en asuntos públicos y se encontraba meditando la separación definitiva de Venecia de la Iglesia romana cuando murió.
Sus obras completas fueron publicadas en Nápoles, 1790; 24 vols., en octavo. Todas están en el Índice Romano de libros prohibidos.
Era tan versado en todos los campos del saber que Girolamo Fabrizi d'Acquapendente le llamó «Oráculo de su siglo». Fue autor de la celebérrima Istoria del Concilio tridentino, pronto puesta en el Index librorum prohibitorum. Se imprimió en Londres, 1619, bajo el seudónimo de Pietro Soave Polano por el apóstata Marco Antonio de Dominis, con adiciones propias. Sin estas adiciones fue publicado en Ginebra en 1629 y traducida al latín y a todas las lenguas modernas.
Paolo Sarpi también descubrió la contractibilidad del iris, en el ojo y fue un gran defensor de la ciencia experimental, además de cerrado opositor de los privilegios e inmunidades del clero.
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Tommaso Campanella. Stilo, Reino de Nápoles, 6 de septiembre de 1568 - París, Reino de Francia, 21 de mayo de 1639. Filósofo y Poeta también citado por su nombre castellanizado, Tomás Campanella. Antes de entrar en la Orden Dominica fue Giovanni Domenico Campanella.
Escribió, entre otras muchas obras, una defensa de Galileo y el tratado utópico La ciudad del sol, compuesto durante su larga estancia en la cárcel por una conjura antiespañola -la misma causa que el economista Antonio Serra-, donde describe un Estado teocrático universal basado en principios comunitarios de igualdad.
Hijo de un zapatero analfabeto, a los 15 años ingresó en el convento dominico de Santo Domingo de Placanica, emitiendo sus votos con el nombre de fray Tommaso. Estudió Filosofía y Teología en San Giorgio Morgeto y Nicastro, mostrando especial admiración por la física naturalista y el antiaristotelismo de Telesio. En 1589, sin contar con licencia de sus superiores, se dirigió a Nápoles en compañía de un rabino judío, que le introdujo en el círculo de Giovanni Battista della Porta, en el que se practicaban curiosidades mágicas y naturalistas, por las que siempre sintió especial atracción.
En 1591 Campanella publicó en Nápoles su primera obra, Philosophia sensibus demonstrata, en defensa de Telesio, por lo que sufrió poco después, la primera sospecha de demonismo y herejía, y fué procesado por su propia Orden al año siguiente. Un cuarto proceso, tras haber pasado por Roma, Florencia, Bolonia y Padua, resultó más grave que los anteriores, pues contradecóa los planteamientos de Aristóteles, defendidos por la doctrina católica, lo que causó su reclusión en la cárcel de Tor di Nona, en Roma, por orden del Santo Oficio.
Obtenida la libertad, se retiró al pequeño convento de Santa Maria di Gesù, en Stilo, aparentando una vida recogida y tranquila pero sin renunciar a su práctica de la Astrología.
Mientras tanto, Campanella planeaba una conjura contra la dominación española en Calabria, y la instauración de una república teocrática perfecta, similar a la utopía que formularía años después en su obra Ciudad del Sol.
Delatado, se le abre en 1599 un proceso político y eclesiástico en el que se le acusa de rebelión y herejía, que le acarrea la pena de muerte. Para eludir el cadalso, Campanella logra fingir demencia pese a las torturas, y así el gobierno español y la autoridad eclesiástica determinan en 1602 condenarle a cadena perpetua en el Castel Nuovo de Nápoles, donde queda encarcelado 27 años.
Durante esta reclusión Campanella compuso sus principales obras como La Ciudad del Sol, reelaboró las que en Bolonia le había arrebatado la Inquisición y mantuvo relación con estudiosos de su tiempo; Galileo, Scoppio, Gassendi, etc., llegando a defender en sus escritos a Galileo durante su primer proceso en 1612.
A requerimiento de la propia Orden de Predicadores le fue otorgada la libertad por el papa Urbano VIII, quien deseaba aprovechar sus amplísimos conocimientos astrológicos; Campanella, se estableció entonces en Roma.
En 1634 se descubre una nueva conspiración en Calabria dirigida por unos conocidos suyos, por lo cual planificó su huida con ayuda del embajador francés y del Cardenal Barberini. Así, el 21 de octubre de 1634, vestido de fraile mínimo, con falso nombre, Campanella huyó a Francia, donde encontró favorable acogida siendo incluso recibido en la corte de Luis XIII. Amparado por el monarca francés, fue a vivir en el convento de la Rue Saint-Honoré de París donde murió en 1639.
Campanella tenía un temperamento impetuoso, combativo; talento de amplia erudición, con una audacia intelectual desenfrenada, que le llevó a abordar todas las ciencias. Se creyó predestinado por Dios para la misión providencial de realizar la unidad de todo el mundo, dividido por luchas doctrinales, políticas y religiosas; unidad que constituyó la gran obsesión de su vida.
Inicialmente, se inspiró en Bernardino Telesio (1509-1588), aunque más tarde diferenció su pensamiento. Telesio pretendió estudiar la naturaleza a partir de sus propios principios, que para él se reducían a la acción del calor y el frío sobre lo corpóreo, alejándose de esta forma tanto de Aristóteles como de la magia. Telesio afirmaba la autonomía de la naturaleza y en consecuencia, la necesidad de estudiarla de modo independiente a la Metafísica a partir de la información que suministra la experiencia sensible. Se observa en el pensamiento de Telesio algún componente animista inspirado en los presocráticos.
Campanella, a diferencia de Telesio, se acerca algo más a la magia y al animismo. Su teoría del conocimiento afirma que todo conocimiento deriva de la sensibilidad y a ella se reduce. Entonces, el conocimiento sensorial proporciona certeza absoluta y por lo tanto no requiere pruebas de ninguna clase. El escepticismo no tiene sentido porque hay una facultad innata en el alma que nos asegura principios indudables, el primero de los cuales es que existimos, pensamos, queremos y podemos. Este conocimiento de sí mismo está presupuesto en cualquier conocimiento de las cosas exteriores. Nos conocemos, ante todo, a nosotros mismos, y sólo conocemos las cosas exteriores en cuanto nos conocemos modificados o impresionados por ellas; Campanella extiende esta conciencia a todos los seres.
Fue un comunitario utópico. Se manifestó contra la Escolástica y combinaba las ideas del sensualismo y el deísmo con concepciones místico-religiosas. Fue perseguido por la Inquisición debido a su libertad de pensamiento. Soñaba con una humanidad libre y próspera, pero confiaba en que su sueño podría tornarse en realidad con la ayuda del Papado. Fundamentó su ideal comunitario en el mandato de la razón y en las leyes de la naturaleza. Imaginó una sociedad comunitaria tanto en lo referente al régimen de la propiedad como en la pertenencia de mujeres e hijos.
Poco tiempo después de salir de la cárcel volvió a ser perseguido y tuvo que buscar refugio en Francia. Muchas de sus propuestas filosóficas fueron semejantes a las adoptadas después por René Descartes y por Immanuel Kant. Su doctrina filosófica admite la impotencia del conocimiento sensible para conocer la realidad exterior, pero admite también la importancia del conocimiento interno para experimentarse tal y como uno es. Al modo de San Agustín, la existencia de Dios, se deduce de la existencia de su idea en el hombre, que por su perfección no puede ser un producto nuestro. En su Civitas Solis describió una utopía en la que la Iglesia Católica domina todos los órdenes de la vida, ideas que aplicó en su libro La Monarquía Hispánica, respecto al imperio realmente existente entonces, España.
Una de sus obras más destacadas fue La Ciudad del Sol, escrita en 1602 pero no publicada hasta 1623. Es una utopía en la que el autor expone su concepción de ciudad ideal. Está dispuesta en forma de diálogo entre un almirante genovés y el Gran Maestre de los Hospitalarios. El marino cuenta al caballero cómo se vio obligado a tocar tierra en la Isla de Taprobana, donde los indígenas lo conducen a la Ciudad del Sol, que está rodeada por siete murallas, dedicadas cada una a un astro. En la cima de un monte se encuentra el templo dedicado al Sol.
La organización política de esta singular República es de carácter teocrático. Se mezclan los asuntos religiosos y públicos de manera inescindible. El supremo gobernante es el Sacerdote Sol, auxiliado por los Príncipes Pon, Sin y Mor, competentes respectivamente en materia de poder, sabiduría y amor. Al príncipe Pon le corresponde conocer el arte guerrero y de los ejércitos; al Príncipe Sin, la enseñanza de la ciencia y la sabiduría, y al Príncipe Mor, las labores de la procreación y la educación de los infantes.
Los Ciudadanos de esta República filosófica, conocedores de que la propiedad privada engendra el egoísmo humano e incita a los hombres a enfrascarse en crueles luchas, han convenido en que la propiedad sea comunitaria. Todos los hombres habrán de trabajar pero los funcionarios serán los que harán la distribución de la riqueza. Hasta los actos más íntimos son en común en esta ciudad.
Trata de una sociedad comunitaria ideal en la que el poder está en manos de hombres sabios y sacerdotes. Con esto podemos ver cuan influyente fue la Iglesia sobre Tommaso Campanella. La Ciudad del Sol contribuyó a desarrollar la ideología progresista y a estimular el progreso social.
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Pierre de la Ramée, o Pedro Ramo. Cuts, Vermandois, 1515-París, 26 de agosto de 1572. Retórico, Humanista y Lógico, creador de la corriente antiaristotélica de pensamiento denominada en su honor ramismo.
De noble familia originaria de la Picardía, pero empobrecida hasta el punto de que el padre debía trabajar como agricultor. A los ocho años huyó de casa y marchó a París; a fuerza de trabajar de día como criado y estudiar de noche en el Collège de Navarra, ingresó en la Sorbona cuando sólo contaba doce años y llegó a maestro en Artes a los veintiuno con la tesis de que dicta essent commentitia quaecumque ab Aristotele esse -todo lo que ha escrito Aristóteles no es más que falsedad-.
Independiente, adogmático e hipercrítico, se rebeló y protestó con energía contra el excesivo escolasticismo de unas universidades en las que Aristóteles era el modelo único y la base de toda investigación filosófica, rechazando en firme cualquier aristotelismo como pura labor de higiene mental. Preconizó a cambio una lógica viva y abierta.
Se estableció como profesor en el pequeño Colegio del Ave María en Le Mans, y retomó sus ideas antiaristotélicas en dos obras de 1543, las Dialecticae partitiones y sus Animadversiones in Dialecticam Aristotelis (Críticas a la dialéctica aristotélica), que fueron condenadas por la facultad de Teología de la Sorbona y disgustaron terriblemente a los académicos, dolidos por la fuerza de los duros ataques que les dirigía, entre los que no era el más flojo enfrentar la elegancia y prestigio del sistema copernicano con el torpe almagesto ptolemaico del Estagirita.
El ataque repercutió en toda Europa y las discusiones en las universidades europeas provocaron al cabo la división general entre ramistas y antirramistas de los claustros, de forma que la Sorbona tuvo que recurrir al mismísimo rey Francisco I para que prohibiera sus obras con un Edicto -1 de marzo de 1544-, donde se afirmaba que sus ideas eran temerarias, arrogantes e impudentes, es decir, desvergonzadas.
Expulsado, además, de la Universidad, fue acogido en el Colegio de Presles en 1545, hasta que el sucesor filoprotestante del rey Francisco, Enrique II, anuló tal expulsión en 1547; entonces los Jesuitas, bien situados y poderosos en París, consiguieron poner las obras de Ramus en el Index librorum prohibitorum.
Sin embargo la política oficial era apoyar al Humanismo y se le permitió que ocupara la Cátedra de Matemáticas del Collège de France (1551), gracias en parte a la protección del Cardenal de Lorena. En este cargo se preocupó de introducir algunas mejoras en la enseñanza y prosiguió en su empeño de publicar nuevas Gramáticas; ya había publicado una Grammatica Latina (1548) e imprimió ahora una Grammatica Graeca (1560) y una Grammaire Française (1562) y en este último año, ofreció a Carlos IX un plan para reformar la Universidad. Con todo, y dando de nuevo una muestra de la libertad e independencia de juicio, tras el Coloquio de Poissy (1561) en que protestantes y católicos trataron de hallar un acuerdo, Ramus apoyó al Calvinista Teodoro de Beza contra su protector el Cardenal de Lorena y abjuró de la fe católica para seguir la protestante. Esto le valió abandonar otra vez la cátedra universitaria y huir de París al año siguiente.
Volvió en 1563 con la Paz de Amboise y reanudó la enseñanza, si bien en 1567 tuvo que marcharse otra vez, a causa de las Guerras de Religión. En 1568 estaba en Alemania, y, en Suiza, estuvo como profesor en Heidelberg, Ginebra y Lausana.
La Paz de Saint-Germain (1570) le llevó otra vez a París, a la Cátedra y Rectorado del Colegio de Presles, dentro de la Universidad, a lo que se opusieron fuertemente los jesuitas desde su Colegio de Clermont.
Allí, en Presles, le alcanzó la muerte en la tristemente famosa Matanza de San Bartolomé (1572), en la que miles de protestantes franceses fueron cruelmente perseguidos y asesinados por calles, plazas y casas. Su cuerpo fue arrastrado y arrojado al Sena.
Obra
Como humanista experimentó el influjo de Lorenzo Valla y de Rodolphus Agricola. Quería una lógica «viva» opuesta a la silogística aristotélica. Algunas de sus innovaciones tuvieron que ver también con mejoras en pequeños detalles, como la incorporación de la jota y de la uve para los valores consonánticos de la i y la u en la ortografía del latín. Fue uno de los predecesores de la Ilustración en Francia y su método de clasificación de las disciplinas según un orden lógico anuncia ya a Descartes.
En el terreno religioso, ejerció una influencia considerable sobre la Teología del pacto -Covenant Theology-, en las iglesias congregacionalistas de Nueva Inglaterra. Los discípulos de Pierre de la Ramée, entre los que se encontraban los españoles. Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1600) y Pedro Núñez Vela (1522-1602), elaboraron una síntesis lógico-dialéctica en sustitución del aristotelismo de los escolásticos que también se introdujo entre los platónicos de Cambridge.
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Retratos de perfil redondo de Pierre de La Ramée y Giulio Cesare Vanini, ambos asesinados por los católicos por sus ideas "heréticas". Bajo el mentón de Vanini, se puede ver un pequeño relieve reconocido como retrato de Martín Lutero sólo en 1991 por el historiador sueco Lars Berggren. De: Ettore Ferrari (1845-1929), base del monumento a Giordano Bruno (1889), en la plaza Campo dei Fiori en Roma, Italia. Fotografía de Giovanni Dall'Orto, 4 de abril de 2008.
Lucilio Vanini. Taurisano, 1585-Toulouse, 9 de febrero de 1619. Librepensador, que en sus trabajos firmaba como Giulio Cesare Vanini. Terminó sus días quemado en la hoguera.
Estudió Filosofía y Teología en Roma. Tras volver a Lecce se centró en estudiar Física -principalmente Medicina y Astronomía-, materia que se puso de moda con el Renacimiento. Al igual que Giordano Bruno, dirigió sus ataques hacia la Escolástica. Vanini se asemejaba a Bruno no solamente en su vida errante, sino también en sus ideas anticlericales.
De Nápoles fue a Padua, donde entró bajo la influencia del alejandrista Pomponazzi. En Padua estudió Derecho, y fue ordenado sacerdote. Posteriormente se movió por Francia, Suiza y los Países Bajos, viviendo de impartir clases, componiendo escritos para otros y difundiendo puntos de vista anticristianos. En 1612 se vio obligado a huir de Lyon a Inglaterra, pero en Londres fue arrestado durante 49 días al ser sospechoso de vender un libro - donde cambió varias palabras de una obra jurídica-medieval y lo hizo pasar como suyo - a un jurista francés, utilizando el nombre de Ludovico Martinus.
De vuelta en Italia, intentó impartir sus lecciones en Génova, pero fue expulsado de nuevo a Francia, donde trató de alejar las sospechas publicando un libro contra el ateísmo, Amphitheatrum Aeternae Providentiae Divino-Magicum (1615). Aunque su definición de Dios es algo panteísta, el libro sirvió para su propósito inmediato. El autor expuso sus nuevas teorías en su segunda obra, De Admirandis Naturae Reginae Deaeque Mortalium Arcanis (París, 1616), la cual, originalmente aprobada por dos doctores de la Sorbona, fue después reexaminada y condenada por revelar algunas citas de textos privados de la Iglesia católica.
Posteriormente, Vanini dejó París, donde había estado trabajando de capellán del Mariscal de Bassompierre, y empezó a enseñar en Toulouse, bajo el falso nombre de “Pomponio Uciglio”. En noviembre de 1618 fue arrestado y empezó a descalcificarse, lo cual hizo que perdiese gran parte de su dentadura. Después de un largo juicio efectuado por el parlamento de Toulouse, no por la Inquisición, fue declarado culpable de blasfemia, impiedad, ateísmo, brujería y corrupción de costumbres y condenado a que se le cortara la lengua y a ser estrangulado y quemado en la hoguera el 9 de febrero de 1619 en la plaza de Salin.
Vanini, que utilizó profusamente las ideas de Pietro Pomponazzi, Nicolás Maquiavelo, Gerolamo Cardano o Giulio Cesare Scaligero entre otros, planteó un racionalismo radical de corte materialista y mecanicista que no dejaba lugar para los fenómenos sobrenaturales presentes en la tradición cristiana y reinterpretó las religiones desde una perspectiva política como instrumentos creados por las clases dominantes.
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Aonio Paleario (1503-1570) sostuvo concepciones religiosas próximas al luteranismo. Hombre de talante progresista y modelo de masculinidad igualitaria, Paleario se desarrolló a nivel profesional, personal e intelectual en cinco enclaves itálicos: Roma, Padua, Siena, Lucca y Milán. Formado en Filosofía y en Literatura grecolatina, Paleario no solo se singularizó por la ilustrada impartición de enseñanzas filológicas, sino también por su defensa de posturas dogmáticas de enorme trascendencia colectiva. Y aunque su proyecto de reforma eclesiástica, centrado esencialmente en la población cristiana (plebs sancta), fue desatendido por parte del Concilio de Trento (1545-1563), Paleario defendió aspectos sociales de sumo calado, promoviendo la cultura individual y comunitaria, la apertura ideológica, la libertad de conciencia, la recta educación de los hijos y la erradicación de anticuados planteamientos relativos a las mujeres y a su condición de género.
Entre las publicaciones de Paleario, destacan: De animorum immortalitate, Della pienezza, satisfazione et sofficienza del sangue di Cristo, De Pace, Orationes ad Senatum Populumquem Lucensem, Prefatio de ratione studiorum o Pro se ipso.
Sin embargo, de entre sus obras, cabe resaltar dos: L’actio in pontifices romanos y Dell’economia o vero del Governo della casa, volumen, este último, de incomparable valor académico para el debate de la Querella de las Mujeres.
Paleario fue ahorcado el 3 de julio de 1570 en Roma, acusado de herético y de profesar creencias contrarias a los preceptos de la Iglesia católica.
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Christoffel van Sichem, Retrato de Miguel Servet. Buril. Inscripción; Michael Servetus Hispanus de Aragonia. Firmado CVSichem fecit
Miguel Servet, llamado también Miguel de Villanueva, Michel de Villeneuve o, en latín, Michael Servetus, cuyo nombre auténtico era Miguel Serveto y Conesa, alias «Revés» (Villanueva de Sigena, Aragón, c. 29 de septiembre de 1509 o 1511-Ginebra, 27 de octubre de 1553). Fue Teólogo y Científico.
Sus intereses abarcaron muchas ciencias: Astronomía, Meteorología, Geografía, Jurisprudencia, Teología, Física, el estudio de la Biblia, Matemáticas, Anatomía y Medicina. Gran parte de su fama y reconocimiento posterior es debido a su trabajo sobre la circulación pulmonar descrita en su obra Christianismi Restitutio.
Participó en la Reforma Protestante y desarrolló una Cristología contraria a la Trinidad. Repudiado tanto por los católicos como por los protestantes, fue arrestado en Ginebra, sometido a juicio y condenado a morir en la hoguera por orden del Consejo de la ciudad y las iglesias Reformadas de los cantones, cuando en ellas predominaba la influencia de Juan Calvino.
Actualmente la mayoría de las biografías de Servet sitúan su lugar de nacimiento en Villanueva de Sigena, aunque algún investigador mantiene la opinión de que nació en Tudela, Navarra. Para ello se basa en documentos en los que Servet se atribuía un origen navarro, mientras vivía en Francia bajo la falsa identidad de Michel de Villeneuve. Sin embargo, según los partidarios de la hipótesis aragonesa, este nombre ficticio haría alusión a su auténtica localidad natal, Villanueva de Sigena, donde se conserva la casa familiar, hoy convertida en Centro de Interpretación.
Era hijo de Antón Serveto, noble infanzón y notario del Monasterio de Sigena, y Catalina Conesa, que por línea materna descendía de la familia judeoconversa de los Zaporta.
Las biografías tradicionales le adjudican dos hermanos menores: Pedro, quien continuó con la notaría paterna, y Juan, ordenado sacerdote y rector de Poleñino. Los estudios recientes elevan el número, pues además de Pedro y Juan, el matrimonio Serveto-Conesa tuvo también a Francisco Serveto, que trabajó como escribano en la notaría zaragozana de Juan Campi; a Antón Serveto, que casó en 1543 con Ángela Ager; a Catalina Serveto, mujer del maestre Jaime Dolz, médico de Sariñena; y a Jerónima Serveto, que casó en 1540 con Jaime Cardona, notario de Sariñena.
La familia Serveto utilizaba un apodo, «Revés», aparente anagrama de su apellido cuyo origen podría deberse a que un miembro de una familia de Villanueva, probablemente antigua y distinguida, de apellido Revés emparentase con los Serveto, conservándose así ambos nombres en posteriores generaciones.
Joven con dotes sobresalientes para las letras y gran conocedor del Latín, Griego y Hebreo, Miguel abandonó su población de origen para ampliar estudios, quizá en el Castillo de Montearagón. Fue aceptado como pupilo por fray Juan de Quintana, que fue confesor de Carlos I.
Tras una estancia para realizar estudios de Derecho en Toulouse, Francia, donde entró por primera vez en contacto con círculos próximos a la Reforma, viajó con Quintana por Italia y Alemania como parte del séquito imperial y presenció la coronación de Carlos V como Emperador en Bolonia, en 1530.
En 1520 se matriculó en Artes Liberales en el estudio general de artes de Zaragoza -no fue Universidad hasta 1583-, donde era maestro mayor su tío, el filósofo y matemático Gaspar Lax. Allí obtuvo el título de Bachiller en Artes el 17 de mayo de 1523, y a finales de 1524 el de Maestro, a la vez que trabajaba como profesor del propio estudio. Un año después ya figura como uno de los cuatro maestros de artes del estudio.
Fue agredido por su tío Gaspar Lax en 1527, y aunque se desconoce el motivo concreto, todo hace creer que pudo deberse a las rompedoras ideas teológicas que Servet habría empezado a compartir en el estudio, y que no eran del agrado de Lax. También se apunta, aunque con menos probabilidad, al plagio de Gaspar Lax en su obra Filosofía Natural, en la que Servet habría colaborado sin figurar como participante. Su rivalidad con Gaspar Lax, un personaje poderoso y reputado en la época, le cerró las puertas académicas en España, y fue el detonante para que se fuera a estudiar a Toulouse.
Edición de los Errores acerca de la Trinidad.
Posteriormente abandonó a su mentor e inició un periplo por varias ciudades de Centroeuropa afines al naciente protestantismo. Estableció una relación cada vez más difícil y polémica con algunos líderes reformadores, como Ecolampadio de Basilea, y se dirigió más tarde a Estrasburgo, donde se relacionó con Bucer, y a Hagenau, ciudad alsaciana, entonces perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico.
En 1531 publicó De Trinitatis Erroribus -De los errores acerca de la Trinidad-, que produjo gran escándalo entre los reformadores alemanes. Tampoco cayó bien en su patria, ya que Servet tuvo la osadía de enviar una copia al obispo de Zaragoza, que no tardó en solicitar la intervención de la Inquisición.
El año siguiente publicó Dialogorum de Trinitate -Diálogos sobre la Trinidad, acompañado de una obra suplementaria, De Iustitia Regni Christi -Sobre la Justicia del Reino de Dios-. Otro opúsculo atribuido a Servet, aunque de datación imprecisa, es Declarationis Iesu Christi Filii Dei -Declaración de Jesucristo Hijo de Dios-, también conocido como «Manuscrito de Stuttgart».
De los Errores acerca de la Trinidad: estructura y contenido
En esta obra, dividida en siete libros o capítulos, Servet argumenta que el dogma de la Trinidad carece de base bíblica, ya que no se halla en las Escrituras, sino que es fruto posterior de elucubraciones de «filósofos». Basándose en abundantes citas de la Biblia, Servet concluye que Jesús es hombre en tanto que nacido de mujer, por más que su nacimiento fuese milagroso. A su vez, Jesús es también hijo de Dios, en tanto que su nacimiento es el fruto de la fecundación de la Virgen María por el Logos divino.
Niega así Servet, por tanto, que el Hijo sea eterno, ya que fue engendrado como tal en la encarnación, aunque es divino por gracia de Dios, su Padre. Tampoco es, pues, una Persona de la Trinidad, cuya existencia niega vehementemente definiéndola como «tres fantasmas» o «perro Cerbero de tres cabezas». Asimismo, califica a los que creen en tal doctrina como «ateos, es decir, sin Dios» y «triteístas». A su vez, el Espíritu Santo no sería una Tercera Persona trinitaria, sino la fuerza o manifestación del espíritu de Dios tal como actúa en el mundo a través de los hombres.
Diálogos sobre la Trinidad y De la Justicia: estructura y contenido
Obra de tamaño y ambición inferiores a Errores..., Diálogos está estructurada en dos libros como una conversación ficticia entre dos personajes: Miguel -el propio autor- y un tal Petrucho. Según Servet, la escribe para despejar las dudas e inquietudes sembradas por su obra anterior, que a su juicio se deben «a mi propia impericia y a la negligencia del tipógrafo». A diferencia de lo afirmado en Errores..., Servet dice que Jesús no es solo divino por gracia, sino también por naturaleza, aunque aclara que solo en tanto que participa de la sustancia divina de su Padre.
A su vez, en el opúsculo De la Justicia del Reino de Dios incluido al final, explica entre otras cosas la complementariedad entre fe y caridad, pues, aunque la justificación del creyente es solo por la fe, la caridad y las buenas obras son encomiables y complacen a Dios, aspecto en el que se diferencia claramente de Lutero y otros reformadores protestantes. Al final se encuentra uno de los textos por los que Servet es considerado como adalid de la tolerancia y la libertad de conciencia, ya que afirma que:
... ni con estos ni con aquellos estoy de acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el error del otro, mas nadie el suyo... Fácil sería decidir todas las cuestiones si a todos les estuviera permitido hablar pacíficamente en la iglesia contendiendo en deseo de profetizar. Servet, De la Justicia..., en Obras completas, Vol. II-1, pág. 481).
•Tiempo de ocultación
Miguel Servet se dirigió a Lyon. Había estado brevemente en París, donde un encuentro previsto, pero finalmente no efectuado, con Calvino, se transformó en el inicio de una relación epistolar entre ambos. Servet llegó a Lyon con una nueva identidad, Michel de Villeneuve, supuestamente originario de Tudela de Navarra, para evitar las persecuciones de la Inquisición. Estuvo empleado en una imprenta, primero como corrector de pruebas.
En 1535 le encargaron la publicación y anotación de la Geografía de Claudio Ptolomeo, lo que llevó a cabo dando pruebas de su gran erudición. En Lyon fue la etapa más feliz de su vida. Conoció al médico Symphorien Champier, quien le animó a estudiar Medicina y acabó yéndose a París. Entonces publicó sobre Medicina un tratado contra el médico alemán Leonhardt Fuchs (Lyon, 1536), en el que también atacaba a otros médicos antiarabistas, y poco después un tratado sobre el uso de los jarabes (París, 1537). En el primero rebate la doctrina luterana de que la salvación se obtenga solo por la fe sin obras.
En 1537 se matriculó en la Universidad de París para estudiar Medicina. Allí estudió junto a los grandes médicos de la época, enseñando, él mismo, Matemáticas y Medicina. Sin embargo, pronto se encontró en dificultades, puesto que dictó un curso de Astrología, en el que defendió la influencia de las estrellas en los eventos futuros (Astrología Judiciaria), lo cual, junto con un opúsculo en el que describió el uso de jarabes para administrar los remedios de la época, le enfrentó con la comunidad universitaria.
Dejó de nuevo París y residió en diversas localidades de Francia, hasta que en Lyon se encontró con el arzobispo de Vienne, del Delfinado, Pedro Palmier, al que había conocido previamente en París. De esta forma entró a su servicio como médico personal en 1541.
La Restitución del Cristianismo
En Vienne de Isère, Servet se dedica a proseguir sus estudios y publicaciones y prepara en secreto la que será su obra cumbre. Prosigue su correspondencia con Calvino, a quien envía una primera versión de su libro, Christianismi Restitutio (Restitución del Cristianismo), de carácter fundamentalmente teológico, en espera de sus comentarios (1546). "En ella demostraba, sobre la base de las Escrituras, que Cristo era solamente humano". El concepto de cristianismo allí expuesto es cercano al panteísmo. Cristo está en todas las cosas. El mundo está lleno con él.
Se mostraba también contrario al bautismo de los niños, puesto que el bautismo debe ser un acto maduro y consciente de discipulado cristiano, lo que le acerca a las posiciones anabaptistas. Sobre la edad adecuada para recibir el bautismo, sugirió seguir el ejemplo de Jesús: «Jesucristo fue él mismo bautizado cerca de los treinta años».
Curiosamente el libro pasaría a la posteridad por contener en su «Libro V» la primera exposición en el Occidente cristiano de la función de la circulación pulmonar o menor: según Servet, la sangre es transmitida por la arteria pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera «de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración». Servet sostenía que el alma era una emanación de la Divinidad y que tenía como sede a la sangre. Gracias a la sangre, el alma podía estar diseminada por todo el cuerpo, pudiendo asumir así el hombre su condición divina. Por tanto, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un impulso más religioso que científico. De ahí que la descripción de la circulación pulmonar esté dentro de una obra de teología y no de una de fisiología. Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, dado que todo obedecía a un mismo gran designio divino.
En respuesta, Calvino le conmina a leer su propio libro Institutio religionis Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicado en 1536. Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó enormemente al reformador, disparando este una soberbia espectacular, hasta el extremo de que no dudó en declarar su venganza: si Servet ponía los pies en Ginebra «no saldría vivo de ella»
Finalmente, Christianismi Restitutio es publicado anónimamente a principios de 1553, de nuevo con gran escándalo. Un calvinista de Ginebra escribe a un amigo católico revelándole que el autor del libro es el hereje Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de Villeneuve. Se sospecha que detrás de esta denuncia podría estar el propio Calvino, quien había tenido acceso al texto gracias al mismo Servet. La Inquisición de Lyon recibió parte de la correspondencia intercambiada entre ellos, tras lo cual Servet fue detenido, interrogado y encarcelado en Vienne. El 7 de abril, sin embargo, logró evadirse y el 17 de junio fue sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie.
Juicio en Ginebra y muerte
Servet, probablemente de camino hacia Italia, hizo escala en Ginebra, donde fue reconocido en la iglesia donde predicaba el propio Calvino (13 de agosto). La ciudad se regía por los principios de la Reforma tal como Calvino los había definido en sus Ordenanzas Eclesiásticas, basadas en su obra magna, Institución de la Religión Cristiana. Servet fue detenido y juzgado por herejía, por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta.
Servet sufrió grandes penalidades durante su cautiverio, como atestigua su carta al Consejo de Ginebra de 15 de septiembre de 1553. Durante el juicio, sostuvo diversos debates de carácter teológico. El 22 de septiembre, escribió una última alegación en la que culpaba a Calvino de hacer acusaciones falsas de herejía contra él y solicita que también sea detenido e interrogado como él, y concluye: «Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, Señores, Justicia, Justicia, Justicia».
Finalizado el proceso, fueron consultadas las iglesias reformadas de los cantones de Zúrich, Schaffhausen, Berna y Basilea, tras lo cual el acusado fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el 27 de octubre de 1553.
En una carta fechada el día anterior, Calvino comentaba a Farel que Servet iba a ser condenado sin discusión y conducido al suplicio, y aseguraba que él había intentado cambiar la forma de su ejecución, aunque inútilmente.
La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Conseil) de Ginebra dice:
Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes.
Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo.
Consecuencias de la ejecución de Servet
Independientemente de la importancia de sus descubrimientos fisiológicos o de su labor como polemista religioso, los sucesos que acarrearon el juicio y muerte de Miguel Servet se han considerado como punto de arranque de la discusión que condujo al reconocimiento de la libertad de pensamiento y de expresión de las ideas. Asimismo, las iglesias unitarias, surgidas de los movimientos antitrinitarios del siglo XVI d.C. y posteriores, consideran a Servet su pionero y primer mártir.
La ejecución de Servet escandalizó a muchos pensadores de toda Europa, principalmente en el ámbito protestante, que se oponían a que se matara a las personas por razones de fe. El anabaptista David Joris escribió, por ejemplo, que «la verdadera iglesia no es la que persigue, sino la perseguida»; fallecido en 1556, tres años después se descubrió su teología anabaptista y su defensa secreta de Servet (usaba seudónimo), por lo que su cuerpo fue exhumado y quemado en Basilea por los protestantes.
Destaca particularmente la defensa de Servet que realizó Sebastián Castellion: «Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre».
Por otro lado, desde mediados del siglo XIX d.C. y principios del XX, Servet empezó a ser reivindicado por partidarios del librepensamiento, que veían en su ejecución una prueba de los peligros que conlleva el fanatismo religioso, aunque a menudo como resultado de un análisis superficial y sin tener en cuenta la obra y conceptos teológicos del propio Servet.
Marian Hillar, estudioso polaco-estadounidense de la obra de Servet, hizo la siguiente evaluación sobre el impacto perdurable que tuvo la ejecución del erudito español: «Fue el punto de inflexión en la ideología y mentalidad dominantes desde el siglo IVd.C.. [...]
Históricamente hablando, con la muerte de Servet, la libertad de conciencia acabó convirtiéndose en un derecho civil en la sociedad moderna».
(Continuará).
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