jueves, 8 de agosto de 2024

“Peñascosa Pesadumbre”. Cervantes y La re-creación literaria


Placa colocada en la Puerta de Bisagra –zona peatonal, en Toledo.

La fascinación que Cervantes sentía por Toledo impregna de alusiones toledanas su obra y estalla en el epíteto extremado que se lee en Los trabajos de Persiles y Sigismunda: «Oh, peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades».

La frase adorna en hermosa lápida de cerámica la Puerta de Bisagra de Toledo, constituyendo el exergo honorífico de la ciudad, epítome de sus títulos y condecoraciones, pero lo que no suele saberse, es que el epíteto que corona la frase —«peñascosa pesadumbre»— tiene las características de lo que hoy entenderíamos como un plagio en toda regla, ya que, a lo que parece, Cervantes lo tomó literalmente de un verso de su colega, el poeta y dramaturgo toledano José de Valdivielso. (Toledo, noviembre de 1565 - Madrid, 1638), poeta y autor dramático barroco, perteneciente al Siglo de Oro español.

Una expresión enigmática, «peñascosa pesadumbre» que produce una cierta perplejidad, tanto por su oscuro significado como porque en ella se detecta cierta incongruencia de tono respecto al contexto panegírico en que se inserta. En definitiva, ¿qué habría querido decir Cervantes, exactamente, con esta locución, tan eufónica como desconcertante?

José de Valdivieso, la utiliza en un extenso poema sobre San José para describir las montañas de Judea, por lo que existe la posibilidad de que el término «pesadumbre» se refiriese al carácter ascético y místico de Toledo o quizá a la impresión gravitacional que produce el peñasco toledano. 

Por otra parte, también podría ser que «pesadumbre” procediera, a modo de homenaje, de los célebres versos de Garcilaso en los que el poeta dejó plasmada su visión de Toledo: «Aquella ilustre y clara pesadumbre de insignes edificios adornada».

En todo caso, la célebre expresión «peñascosa pesadumbre» había sido ya utilizada por el autor toledano José de Valdivielso en 1604, más de diez años antes de que Cervantes la utilizara en su Persiles, que, como es sabido, se publicó tras la muerte de su autor, en 1617




En su obra «Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo patriarca San José», José de Valdivielso escribe: «Llegan gozosos a la altiva cumbre de las altas montañas de Judea, de cuya peñascosa pesadumbre su casa el mudo Zacarías rodea;»

¿Estamos, pues, ante un plagio perpetrado por Cervantes a expensas de Valdivielso? La respuesta no es tan sencilla como parece a primera vista, pues el concepto de plagio tal como lo entendemos hoy no era compartido por los autores del Siglo de Oro, para los que los «préstamos», «imitaciones» , «ecos» o «apropiaciones» eran práctica acostumbrada y suponían por lo común una manera de homenaje al autor prestatario.

El propio Cervantes lo aclara en El Quijote diciendo: «No ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtase algún verso ajeno y le encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto o toda la copla entera, que en tal caso, tan ladrón es como Caco».

Estas palabras parecen dichas para disculpa de sí mismo, porque lo cierto es que Cervantes fue un asiduo bebedor de fuentes ajenas, y especialmente de Garcilaso. Por citar sólo algunos ejemplos, el primer verso del Soneto I de Garcilaso «Cuando me paro a contemplar mi estado», se reproduce íntegramente en «El viaje del Parnaso», aludiendo Cervantes elogiosamente a que dicho verso también lo utiliza su admirado Bartolomé Leonardo de Argensola.

-«En amoroso fuego todo ardiendo», del Soneto XXIX de Garcilaso, lo digiere Cervantes como «En amoroso fuego ardiendo» en la comedia Los baños de Argel. 

-«El aire pisa y mide», que se lee en «El Viaje del Parnaso», imita muy de cerca al verso «con inmortales pies pisas y mides» de la Égloga I. 

-«…del cercado ajeno/ es la fruta más sabrosa» se lee en la comedia «La gran sultana», recordando los versos de la Égloga III : «…sabrosa/ más que la fruta del cercano ajeno».

Algunas veces, las referencias, préstamos y reinterpretaciones consisten en versos completos, otras veces sólo de epítetos, frases o variantes. El «¡Oh, más dura que mármol a mis quejas!» garcilasiano, lo convierte Cervantes en lugar común en El Quijote. Así, Quiteria se muestra con Basilio «más dura que un mármol»…y la bella Altisidora recita el verso entero –«Oh, más dura que mármol a tus quejas cuando se presenta ante el hidalgo manchego».

-«Sé lo mejor y lo peor apruebo» escribe Cervantes, recordando a Garcilaso «… conozco el mejor y el peor apruebo». 

-«Salgan con la doliente ánima fuera», que se lee en El Quijote, es calco de «echa con la doliente ánima fuera» de la Égloga II, que antes había sido recogido en La Galatea y en el Persiles. Y «la industria de las altas ruedas» no oculta su parentesco con el verso de Garcilaso: «con artificio de las altas ruedas».

-Pertenecen a la categoría de apropiaciones íntegras versos como «Estoy muriendo y aún la vida temo», tomado de la Égloga I y vertido exactamente en La Galatea

-Asimismo, «Oh dulces prendas por mi mal halladas» se encuentra en La Guarda cuidadosa, donde dice un soldado: «…tan dulces prendas, por mi mal halladas», recordando al Soneto X de Garcilaso.

Cervantes no se limita a tomar versos sueltos del poeta toledano sino que a veces va más lejos y llega incluso a apropiarse estrofas enteras. 

-Así ocurre en El Quijote, cuando un hermoso mancebo recita ante el túmulo de la doncella Altisidora un canto de dos octavas, una de las cuales está tomada íntegramente de la Egloga III de Garcilaso. Esta apropiación le parece a Don Quijote un plagio descarado y así se lo reprocha a su perpetrador, a lo que el mozo cantor le responde con desenvoltura: «No se maraville vuestra merced de eso, que ya entre los intonsos poetas de nuestra edad se usa que cada uno escriba como quisiere, y hurte de quien quisiere»…

Pero donde Cervantes se destapa como un imitador hasta un punto de dudosa justificación, es en el poema:

-"A los éxtasis de Nuestra santa Madre Teresa de Jesús», donde usa, al pie de la letra, en honor de la monja, los versos que Garcilaso escribió en elogio del Virrey de Nápoles

«Tú, que ganaste obrando

un nombre en todo el mundo

y un grado sin segundo,

ahora estés atento, solo y da do…»

Y Cervantes repite, sin aparente problema, refiriéndose a Santa Teresa:

«...tú, que ganaste obrando

un nombre en todo el mundo

y un grado sin segundo,

ahora estés ante tu Dios postrada…»

Una apropiación tan franca y literal que, como tantas otras, traspasa las sospechas del plagio para erigirse como un explícito homenaje a Garcilaso, pues sabido es que los versos del toledano eran moneda corriente entre los cultos.

Por lo que se refiere al presunto plagio a Valdivielso —«peñascosa pesadumbre»—, ¿estaríamos ante un caso similar de velado homenaje? A este respecto hay que considerar que Valdivieso era amigo de Cervantes, capellán de su protector, el Cardenal de Toledo Don Bernardo Sandoval y Rojas, así como contertulio en la academia literaria de Buenavista. De modo que todo induce a pensar que la apropiación fue con conocimiento y consentimiento, y, como diría un jurista, con consentimiento no hay delito.

Por lo demás, en las reuniones de las academias literarias era práctica habitual la lectura de manuscritos inéditos, y ¿quién nos asegura que la expresión «peñascosa pesadumbre» no fue vertida por Cervantes en una lectura del Persiles y tomada posteriormente por Valdivieso?

Todo queda abierto a la especulación, aunque lo cierto, es que el primero en publicar «peñascosa pesadumbre» no fue nuestro querido Cervantes como siempre se creyó, sino otro autor del parnaso toledano. 

►►►

Autores y obras citados

-Cervantes: Trabajos de Persiles y Segismunda

-José de Valdivielso: Vida, excelencias y muerte del gloriosísimo patriarca San José

-Soneto I de Garcilaso «Cuando me paro a contemplar mi estado», se reproduce íntegramente en «El viaje del Parnaso», aludiendo Cervantes elogiosamente a que dicho verso también lo utiliza su admirado -Bartolomé Leonardo de Argensola.

-Soneto XXIX de Garcilaso,

«En amoroso fuego ardiendo» en la comedia Los baños de Argel

-«El aire pisa y mide», que se lee en «El Viaje del Parnaso», imita muy de cerca al verso «con inmortales pies pisas y mides» de la Égloga I, de Garcilaso.

-«…del cercado ajeno/ es la fruta más sabrosa» se lee en la comedia «La gran sultana», recordando los versos de la Égloga III: «…sabrosa/ más que la fruta del cercano ajeno».

-«¡Oh, más dura que mármol a mis quejas!» de Garcilaso, lo convierte Cervantes en lugar común en El Quijote. Así, Quiteria se muestra con Basilio «más dura que un mármol»y la bella Altisidora recita el verso entero –«Oh, más dura que mármol a tus quejas cuando se presenta ante el hidalgo manchego».

-«Sé lo mejor y lo peor apruebo» escribe Cervantes, recordando a Garcilaso «… conozco el mejor y el peor apruebo». 

-«Salgan con la doliente ánima fuera», que se lee en El Quijote, es calco de «echa con la doliente ánima fuera» de la Égloga II, que antes había sido recogido en La Galatea y en el Persiles

-Y «la industria de las altas ruedas» no oculta su parentesco con el verso Garcilaso: «con artificio de las altas ruedas».

-Pertenecen a la categoría de apropiaciones íntegras versos como «Estoy muriendo y aún la vida temo», tomado de la Égloga I y vertido exactamente, en La Galatea

-Asimismo, «Oh dulces prendas por mi mal halladas» se encuentra en La Guarda Cuidadosa, donde dice un soldado: «…tan dulces prendas, por mi mal halladas», recordando al Soneto X de Garcilaso.

-Llega incluso a apropiarse estrofas enteras. Así ocurre en El Quijote, cuando un hermoso mancebo recita ante el túmulo de la doncella Altisidora un canto de dos octavas, una de las cuales está tomada íntegramente de la Egloga III de Garcilaso. Esta apropiación le parece a Don Quijote un plagio descarado y así se lo reprocha a su perpetrador, a lo que el mozo cantor le responde con desenvoltura: «No se maraville vuestra merced de eso, que ya entre los intonsos poetas de nuestra edad se usa que cada uno escriba como quisiere, y hurte de quien quisiere»…

-«A los éxtasis de Nuestra santa Madre Teresa de Jesús», donde usa, al pie de la letra, en honor de la monja, los versos que Garcilaso escribió en elogio del Virrey de Nápoles:

«Tú, que ganaste obrando

un nombre en todo el mundo

y un grado sin segundo,

ahora estés atento, solo y da do…»

Y Cervantes repite, refiriéndose a Santa Teresa:

«...tú, que ganaste obrando

un nombre en todo el mundo

y un grado sin segundo,

ahora estés ante tu Dios postrada…»

Hay que considerar que Valdivieso era amigo de Cervantes, capellán de su protector, el cardenal de Toledo Don Bernardo Sandoval y Rojas, así como contertulio en la academia literaria de Buenavista. De modo que todo induce a pensar que la apropiación fue con conocimiento y consentimiento, y, como diría un jurista, con consentimiento no hay delito. 

Con todo, es fundamental considerar que, en la época, “copiar”, no es –ni mucho menos-, sinónimo de “plagiar”.

GARCILASO DE LA VEGA (Toledo, 1499 ¿? – Niza, 1536). Anónimo. Gemäldegaleria, Kassel y Supuesto retrato de Cervantes, (1547-1615) atribuido a Jáuregui

►►►


No hay comentarios:

Publicar un comentario