jueves, 25 de abril de 2019

EL REY MIDAS • LA CODICIA, veneno mortal


Nicolas Tournier Montbéliard, 1590 - Toulouse, 1639. 
Midas aux oreilles d'âne /con orejas de burro. Col. Part.

Con una mezcla de angustia y seguridad, el rey Midas sospecha lo que acaba de ocurrirle, pero todavía no percibe las consecuencias.

Midas, Μίδας. Fue rey de Frigia entre el 740 aC. y el 696 aC., aproximadamente. De acuerdo con la mitología griega, habría recibido el don de convertir en oro todo lo que tocara. Escribió Aristóteles, que, a causa de tan malhadado poder, terminó muriendo de hambre. 

En su historia se dice que fueron él y su padre Gordias quienes fundaron la ciudad de Gordio, como capital de Frigia, y también, los que idearon el famoso Nudo Gordiano: -aquel que lo desatara, reinaría en toda Asia-, relato que los sitúa antes de la Guerra de Troya. Quizás sea esta la causa por la que, a pesar de que Homero habla de otros reyes frigios, nunca menciona a Midas ni a su padre Gordias. 

Busto de Atis con el gorro frigio. Gabinete de Medallas. BNF

El Gorro Frigio se convirtió en un símbolo de libertad y aparece hoy en numerosas banderas y escudos, incluida la insignia del Senado de los EEUU, pero, curiosamente, en ocasiones fue empleado en circunstancias que no parecen tener relación con su origen.

Mosaico bizantino de los Reyes Magos. 
Basilica di Sant'Apollinare Nuovo de Ravenna: "I tre Re Magi". Detalle de "Maria col Bambino attorniata da angeli". Mosaico completado entre 526 d.C. del llamado "maestro di Sant'Apollinare.

Detalle del mosaico.

Los frigios tenían lazos de sangre con los macedonios, quienes se habrían instalado en Gordio, -Asia Menor- en las proximidades del Mar Negro. En el siglo XII a.C. Gordio era el antiguo centro de poder de Frigia -Anatolia-, y había recibido su nombre del humilde Gordio o Gordias, un campesino macedonio, elegido rey, porque en su persona se cumplió una profecía del Oráculo: el que cruce las puertas de la ciudad con un cuervo en su carro, será el hombre más poderoso y fundador de la nueva ciudad. 

De acuerdo con la misma leyenda, Gordio fue amante de la frigia Cibeles, divinidad de la fecundidad, de cuya relación nacería Midas.

Con respecto al intrincado Nudo Gordiano, estaba atado al yugo del carro de Gordio, e impedía moverlo. Se decía que aquel que consiguiera deshacerlo, se convertiría en dueño de toda Asia, y sería precisamente, Alejandro Magno (356-323 aC), quien, andando el tiempo, superaría la prueba, no sabemos si con justicia. El hecho es, que, el hasta entonces victorioso general, que, de acuerdo con Plutarco, confiaba en los mitos hasta la superstición, creyendo que sus conquistas no serían efectivas hasta que no acabara con el famoso nudo, lo intentó, pero al verse incapaz de deshacerlo, sacó la espada y lo cortó, diciendo: “Lo que no se desata se corta.” 

Donato Creti: Alejandro Magno corta el nudo gordiano;1710. Fresco.
Palazzo Pepoli Campogrande. Bologna

Donato Creti: Detalle


Midas se casó con una joven griega, y esto le llevó a convertirse en el primer rey, no griego, que envió ofrendas a Delfos, siendo, además, muy probable, que fuera durante su reinado cuando Frigia adoptó el alfabeto griego. Tuvieron una hija llamada Zoe.

Delfos (Nat. Geographic)

El reinado de Midas constituyó una época de esplendor para Frigia, que se extendió hacia el este, dominando gran parte de Asia Menor. Practicando el comercio, se convirtió en un país inmensamente rico, tanto, que pronto se interesaron por ella los griegos, que, pronto encontraron la forma de incluirlo en su mitología.
Frigia. Revista de Historia

Su avance solo se detuvo frente a Sargón II; sabiendo Midas que no podría enfrentarse a él, le mandó a sus embajadores llevando consigo una declaración por la que él mismo y Frigia, le ofrecían vasallaje.

Posteriormente, sufrió diversas invasiones de los cimerios, quienes llegaron a arrasar la capital del reino. Asegura la tradición, que entonces, Midas se suicidó y que con él terminó la hegemonía de Frigia.

La parte más conocida y mítica de la historia de Midas, es decir, que tenía orejas de burro y el hecho de que, durante un tiempo, convertía en oro cuanto tocaba; compone la historia que vamos a recordar en sus aspectos más llamativos y curiosos, de acuerdo con la narración de Ovidio -que no dudó en calificar al monarca de avaro y torpe-, en sus Metamorfosis

Botticelli se basó en una pintura perdida del pintor Apeles (siglo IV a.C.). En ella Midas, asesorado por la Sospecha y la Ignorancia, juzga a un hombre. (Nat. Geographic).

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La historia, en resumen, es como sigue: Por haber protegido a Sileno, Dioniso/Baco otorgó a Midas el don que este le pidió: el poder de convertir en oro todo lo que tocara. Una vez obtenido, Midas se dio cuenta de que, no solo no podía comer ni beber, sino que tampoco podía tocar a personas o animales, porque a su contacto, también se convertían en oro, como, según parece, le pasó a su hija. Entonces, Midas, rogó al dios que le liberara de semejante cualidad, que más bien, era una maldición. 

El olímpico, que desde el principio se había mostrado disgustado con la petición, accedió a retirarle el don del oro, a cuyo efecto -le dijo-, debía bañarse en el río Pactolus. Así lo hizo Midas, y desde entonces el río llevó oro en su caudal. 

Su historia ha constituido un tema importante para la pintura durante siglos.

Bartolomeo Manfredi. Ostiano, 1582 – Roma, 1622
Midas Se lava en la fuente del Pactolus.  c. 1617-19, o/l, Colección Privada.

Nicolás POUSSIN (Les Andelys, 1594 - Roma, 1665 ) Midas en la fuente del Pactolo. Palais Fesch. Ajaccio, Córcega.


N. Poussin: Midas se lava en el manantial del Pactolus, 1627. The Metropolitan Museum of Art, New-York.
y
N. Poussin,1627. (Otra versión) The MET


Midas. I (85 - 145)

Baco salió al campo con su acostumbrada cohorte de sátiros y bacantes, pero faltaba Sileno. Tambaleante de años y de vino, unos aldeanos frigios lo habían cautivado, y atado con guirnaldas, lo llevaron ante el rey Midas, el cual, en cuanto reconoció a su aliado y compañero de sacrificios, organizó una generosa fiesta por la llegada del huésped, que duró diez días, y sus noches. Y cuando ya las estrellas anunciaban el Lucero undécimo, llegó el rey, y su joven ahijado le entregó a Sileno.

Gillis van Valckenborch recreó en este óleo la fiesta que Midas dio en su palacio en honor de Dioniso y su compañero Sileno. Siglo XVII. Museo Pushkin, Moscú.

Contento por haber recuperado a su ayo, el dios ofreció a Midas que le pidiera un presente. Midas, que mal sabía usar de los dones, dijo: «Haz que cuanto con mi cuerpo toque se convierta en oro». 

Oyendo su deseo, le concedió el don -que para daño de él sería-, pero se dolió profundamente, de que no hubiera pedido cosas mejores.

El héroe se fue contento gozándose ya de su mal, y para comprobar la realidad del don, probó a tocar algunas cosas, y, casi no se lo podía creer: arrancó una rama de una encina y se hizo de oro. Cogió del suelo una piedra, y también amarilleaba en oro. Tocó un terrón, y a su poderoso contacto, se volvió de oro. Arrancó unos áridos tallos del trigo de Ceres y las mieses se hicieron oro. Arrancó de un árbol su fruto: y como si se lo hubieran ofrecido las Hespérides [cuidaban un jardín donde crecían manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad]. 

Cuando se lavó las manos en las líquidas ondas, el agua, en sus palmas era la envidia de Dánae [recibió de Zeus la “lluvia dorada”]. Todo se vuelve oro a su roce.

Sus sirvientes le pusieron las mesas con toda clase de alimentos escogidos, pero cuando él los tocaba quedaban rígidos y, si se los acercaba a los dientes para morderlos, inmediatamente, los envolvía una lámina de oro. 

Desconcertado ante la inmensidad de su mal; rico y mísero, deseó escapar de toda aquella riquezas, y lo que antes había pedido, ahora lo odiaba, porque nada podía aliviar su hambre o su sed, y su garganta ya ardía. Había merecido la tortura del oro mal deseado, y levantando al cielo las manos dijo:

-¡Oh dios, me equivoqué, pero conmisérate, te lo suplico, y quítame este gran daño. 

Tiernos son los dioses, y Baco, al que confesaba haberse equivocado, lo liberó del obsequio que él mismo le había solicitado:

-Para que no vivas envuelto en tu mal deseado oro, ve -le dijo-, al cercano caudal de la gran Sardes. Sube a su cima y toma el camino, hasta que llegues al nacimiento del río, y en su espumoso manantial, por donde mana más abundante, sumerge tu cabeza y tu cuerpo a la vez, y así lavarás tu culpa.

Midas hizo lo ordenado y su energía áurea tiñó la corriente, porque de su humano cuerpo pasó al caudal, que al recibir aquella semilla, en su discurrir, se volvían oro los húmedos terrones. 

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Pero los problemas no habían terminado para Midas, porque, tal como declara Ovidio, -su ingenio siguió siendo zafio, e igual que antes lo había hecho, siguió mostrando lo que había en su estúpida mente-, del mismo modo que se había equivocado al pedir su premio a Baco, volvió a hacerlo, al llevar la contraria al divino en cuestiones musicales. Ya fuera por soberbia, ya fuera por ignorancia, creyó, quizás, que no tendría consecuencias el hecho de que un humano contrariase a un divino.

Apolo. Representa fundamentalmente, la música y las Bellas Artes

Apolo/Ἀπόλλων, es una divinidad griega olímpica, de las más celebradas, al que se dedicaron muchos templos. Era hijo del mismísimo Zeus y de Leto, y hermano mellizo de Artemisa/Diana. Después de Zeus fue el dios más venerado de la Antigüedad Clásica. Apolo interpreta música con su lira.


Altorrelieve del dios Pan, conocido como «Satyre della Valle», descubierto cerca del teatro de Pompeya, en el Campo de Marte. Probablemente, del final de la época Helenística. 

Pan/Πάν es el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega, y es especialmente venerado en Arcadia. En la mitología romana se identifica como un Fauno. Pan interpreta música con su flauta.


Midas II: Febo/Apolo y Pan/Fauno (146 - 193)

Midas, entonces, aborreció las riquezas, y honró los bosques, los campos, y a Pan, que vive en las cuevas de las montañas, pero su ingenio siguió siendo zafio, y como antes había pasado, siguió mostrando su estúpida mente. 

Oteando los mares ascendió una difícil pendiente; el Tmolo. Allí estaba Pan. Las tiernas ninfas lanzaban sus silbos y él modulaba suavemente, en su encerada caña, su canción, comparando su canto con el Apolo.

Midas acudió como juez, a un certamen dispar. 

Pan hacía sonar sus agrestes cálamos, y con su bárbara canción cautivó a Midas -que acompañaba al cantor-. Después de él, el sagrado Tmolo volvió su rostro hacia el de Apolo/Febo, que en su cabeza llevaba ceñido laurel del Parnaso; barría la tierra con su capa, y, sosteniendo con la mano izquierda su lira de gemas y dientes indios, sujetaba con la otra, el plectro. Su porte era el de un verdadero artista. Después, con docto pulgar hizo vibrar los hilos, cuya dulzura cautiva.

El juicio y la sentencia del dios, en favor de Apolo, complació a todos; excepto a Midas, que la consideró injusta. 

Y el dios entonces, no soportando que retuviera su figura humana, alargó sus orejas llenándolas de pelos blanquecinos y dándoles el poder de moverse. Todo lo demás de Midas siguió siendo de humano; excepto sus orejas, como las de un burro. 

Apolo vencedor de Pan. Jacob Jordaens. MNP

Cuando se dio cuenta, Midas deseó esconder las orejas con vergonzoso pudor y las cubrió con tiaras púrpura. Pero, el barbero que solía cortar sus largos cabellos, lo había visto. No deseaba publicarlo, pero tampoco quería callarlo, así se alejó al campo, hizo un agujero en la tierra, y en voz baja le contó su secreto. Después volvió a llenarlo de tierra. 

Pero, allí mismo, pronto surgió un bosque de temblorosas cañas, que cuando maduraron, movidas por el viento, susurraban el secreto de las orejas de Midas a todos los que por allí pasaban.

Andrea Schiavone (c. 1510-1563) El Juicio de Midas, c. 1548-50.
Proveniente del King's Gallery, Kensington Palace y adquirido por Holanda y West Friesland para la presentación de Charles II, en 1660

Abraham Govaerts – El Juicio de Midas

Abraham Janssens - The judgement of Midas

Adriaen van Stalbemt – El Juicio de Midas. Gemäldegalerie Alte Meister 

Hendrick de Clerck, - Midas - c. 1620 Rijksmuseum

'Apolo y el rey Midas' de Simon Floquet, c. 1634

Hendrick van Balen I - Midas' judgement

Jacob Jordaens - Het oordeel van Midas. BBAA Gante

N. Poussin: Midas y Baco, 1929-30. Alte Pinakothek, Munich

Émile Lévy-Jugement de Midas. Museo Fabre
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FILÓSTRATO EL VIEJO: GALERÍA - ΦΙΛΟΣΤΡΑΤΟΥ ΕΙΚΟΝΕΣ


XXL MIDAS.

    El sátiro duerme, hablemos de él en voz baja, no sea que se despierte y el cuadro se desvanezca como un fantasma. Midas lo encontró en Frigia al pie de esas montañas que ves: el rey había mezclado vino y agua de este manantial, al borde del cual el sátiro, todavía tumbado, vomitaba olas del vino mezclado con agua de esa fuente, durante su sueño. 
    
    Los sátiros nos complacen con su vivacidad cuando bailan, con su alegría bufonesca, cuando sonríen amorosamente, a los dignos personajes y con sus hábiles caricias reducen a su gracia a las mujeres lidias. He aquí todavía, otros rasgos que les convienen: formas secas, largas orejas, caderas estrechas, una cola de caballo; añadid el ardor de una sangre impetuosa, un aire de orgullo y de insolencia. El prisionero de Midas no se representa de otra manera.
    
    Pesado con el vino, tiene esa respiración penosa, propia de la ebriedad, bebería tranquilamente todo el agua de un manantial, como otro se bebe una copa. Las ninfas, aprovechando que el sátiro duerme, forman una cadena a su alrededor.
    
    Admira la suavidad y la indolencia de Midas; tiene gran cuidado de su gorro y de los bucles de su cabellera; lleva una túnica bordada de oro. Mira también sus largas orejas; son estas las responsables de la indolencia que parece invadir sus dulces ojos, con una languidez que apaga la amable vivacidad de su mirada.
    
    El pintor quiere recordarnos que la aventura ha sido divulgada, y que las cañas han hablado, porque la tierra no ha podido guardar el secreto que se le había confiado.
    
    COMENTARIO.
    
    Los sátiros, como divinidades del agua y de los jardines, tenían el don de la profecía, pero los profetas, en la antigüedad, no consentían hablar sino con sorpresa y violencia.
    
    Al rey Midas, que según ciertas tradiciones, había aportado el cultivo de la viña a Frigia, se le ocurrió mezclar vino en la fuente en la que bebía el sátiro, el amante de las ninfas. Ebrio por aquel nuevo licor, al despertar, forzado por las preguntas del rey, el sátiro culpó primero la fatal curiosidad de Midas y pronunció el famoso oráculo: "el primer bien para el hombre, es no nacer; el segundo, morir lo antes posible." 

    El sátiro, dice Filóstrato, dormía echado cerca del manantial cuyas aguas le habían dejado ebrio. El taumaturgo, según Filóstrato, vertió cuatro ánforas egipcias en el abrevadero del ganado, e invitó al sátiro a beber, añadiendo algunas amenazas secretas. Cuando quedó saciado, Apolonio dice; Ahora hagamos la paz con el sátiro, pues duerme. Y después de decir estas palabras, condujo a los habitantes del burgo hacia el antro de las ninfas que estaba a poca distancia; allí les mostró al sátiro dormido. 
    
    En el relato de Filóstrato; el sátiro ha vuelto al lugar en el que el vino se ha mezclado con agua; se ha dormido en el mismo sitio. 
    (Ph. Remacle)
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OVIDIO, METAMORFOSIS.

Estatua de Ovidio en Constanza, Rumanía, realizada por Ettore Ferrari

El poema Las Metamorfosis es la obra maestra de Publio Ovidio, quien, con más verdad que modestia, la termina vaticinando la gloria inmortal. Se ha dicho que este poema corrió riesgo de desaparecer en vida del poeta, por haberle quemado cuando la orden del destierro le obligó a salir para siempre de Roma, y que sólo á la circunstancia de haber alguna copia de él en ajenas manos, se debe su conservación. 

Se ha dicho también que el poeta no pudo darle los últimos retoques; pero otros aseguran, y parece lo más verosímil, que, durante los ocho años de su exilio en las orillas del Mar Negro, lo corrigió, empleando en ello y en escribir sus célebres Elegías, un tiempo para él tan desventurado. Llamaban á Las Metamorfosis en el siglo XV, la Biblia de los poetas. 


La magnitud del plan que contiene la historia más completa de la mitología y filosofía de la antigüedad pagana; la asombrosa unidad en la variedad inconcebible de sucesos y episodios, de personajes y de ideas que agrupa y oprime una imaginación vivaz e inquieta; el orden y armonía que reina en el aparente laberinto de fábulas; la solidez de tan extensa trama en que se cruzan los hilos sin confundirse ni enmarañarse; la erudición prodigiosa que acredita en Ovidio, necesitado de consultar y estudiar las obras de más de cuarenta y ocho autores; la elegancia de la dicción; la delicadeza del estilo; la inagotable variedad de frases, indispensable en un poema de 12.000 versos, son méritos sobrados para la admiración que inspira esta obra magna, monumento imperecedero de la poesía latina.

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